Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Movimientos sociales, ¿rebeliones subalternas?: el otro lugar de la política

Ana Britos Castro

Me habría gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su posible desaparición. Michel Foucault, El Orden del discurso.

El marco desde el cual venimos narrando, preguntando, pensando es la Historia de las Ideas latinoamericana que concibe como objeto de estudio a las historicidades cotidianas, especialmente le interesa analizar los procesos de concientización que llevan a cabo los sujetos colectivos, en América Latina. Desde Arturo Roig, las “morales emergentes” son aquellos procesos que nos permiten una apertura en el debate de lo público, nos permiten avanzar desde una crítica a la modernidad democrática parlamentarista. Con la Historia de las Ideas Latinoamericanas se posibilita la investigación de esos espacios políticos en los que se desarrollan las micro-historias, las narraciones, los discursos, que se constituyen en disputas, revueltas, rebeliones. Es desde esta perspectiva, que la democracia afecta formas de construcción de lo social, en tanto crea y recrea relaciones sociales y políticas e instituye nuevos modos de sociedad. (Liendo, Gramaglia: 2008).

El supuesto filosófico-político que hemos sostenido y sostenemos implica a la democracia, como una constante invención, que produce efectos de sentido en el imaginario político latinoamericano. (Liendo, Gramaglia: 2008).

Reflexionar desde la crítica a la Modernidad, pensar a la democracia sólo como el espacio del parlamento no permite señalar a un sujeto histórico-mundial, que se encuentra afectado por las disputas del mundo capitalista. Este sujeto es un sujeto colectivo que carece de nombre propio. Nuestra apuesta es hacia la operación que permite enunciarlo: un desplazamiento de sentido de los términos, como “colonizado”, “dominado”, “oprimido”, que han sido acuñados por Occidente. Esta perspectiva abre a la posibilidad de la pregunta sobre cómo pensarse “sujeto subalterno”, es decir, cómo interpretar las dislocaciones de sentido que produce, en América Latina, la conflictividad de lo político.

La investigación que nos hemos propuesto, tanto para estas pequeñas aproximaciones como para recorridos más amplios está guiada, principalmente, por la hipótesis según la cual el aporte teórico para la compresión filosófica del “sujeto latinoamericano” desarrolla la idea de otro lugar de la política.

Intentaremos mostrar cómo el uso del término subalterno, entendido como posicionalidad crítica en relación al todo de la política, entendido como alternativa teórica, permitiría un desplazamiento epistemológico, desde la ontologización del sujeto, de la forma esencialista, estática, fija, en la que ha sido pensado por la modernidad colonial, hacia un discurso político crítico que recupere la contingencia y mutación de las formas políticas novedosas que irrumpen en las democracias de América Latina.

En este caso nuestro recorrido estará guiado por algunas reflexiones filosóficas. Intentaremos armar un debate entre, ciertas construcciones teóricas del filósofo político boliviano Luis Tapia, sus apuestas a conceptos claves como las “estructuras de rebelión” y los “movimientos sociales” en relación a los sujetos de la democracia y, una aproximación a la propuesta de “indianización de la política” de la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui. A través del entramado que se produce de la confrontación filosófica de estas alternativas políticas, nuestra intención es poder dar cuenta de un sujeto latinoamericano que toma la forma, la posicionalidad de sujeto subalterno y que es constructor y actor de lo que hemos dado a llamar, otro lugar de la política. Estos autores nos abren a la posibilidad de la pregunta por la política y por construcciones, en las sociedades latinoamericanas, alternativas a la dicotomía de la colonialidad. Es mediante la interrogación por este otro lugar de la política y por sus agentes, lo que nos permite pensar las rebeliones, las revueltas, como acciones políticas concretas.

Antes de avanzar en el debate, quisiéramos aclarar un punto clave en nuestra alternativa filosófica-política, es decir, los supuestos de los cuales partimos para pensar al sujeto latinoamericano como un sujeto subalterno.

Quien nos ha dado herramientas para repensar la subalternidad es Dispesh Chakrabarty. Chakrabarty es historiador de la India, bengalí y forma parte del grupo de Estudios de la Subalternidad o Estudios Subalternos, fundado por historiadores indios. Los integrantes de este grupo se formaron en Inglaterra y, en los años ochenta dan origen a la Escuela de Estudios Subalternos. Dispesh Chakrabarty ha dedicado gran parte de sus escritos a las historias subalternas, a las micro narraciones de la India, dentro de la disputa Colonialidad/Poscolonialidad.

El grupo de Estudios Subalternos asume como objetivo principal relevar y revelar el punto de vista de los subalternos, las voces negadas por los estatismos que dominaron tanto la cultura colonial como los que promovieron el nacionalismo hindú y el marxismo1, en sus posicionamientos políticos y en las historiografías que cobijaron. (Modonesi: 2010).

Dispesh Chakrabarty muestra como uno de los objetivos explícitos del proyecto de Estudios Subalternos era inscribir a las clases subalternas en la historia del nacionalismo y de la nación, y combatir los prejuicios elitistas en la escritura de la historia. La intención era hacer del subalterno el sujeto soberano de la historia, escuchar su voz, tomarse sus experiencias y pensamiento (y no sólo sus circunstancias materiales). Estas ambiciones intelectuales originales tenían un carácter político fuerte puesto que estaban conectados a concepciones modernas de la vida pública democrática. De hecho uno de los objetivos del grupo era cimentar la lucha por las democracias en la India sobre los hechos de la historia subalterna. (Chakrabarty: 2008).

La prosa de la contra-insurrección de Ranajit Guha, se publicó como uno de los primeros volúmenes de los Estudios Subalternos. Guha, uno de los principales fundadores del grupo intentó introducir las historias de las clases subalternas en la corriente dominante del discurso histórico. Uno de los principales objetivos del mismo era utilizar la rebelión de 1855 de los santal2 para demostrar un principio fundamental de la historia subalterna: hacer de la conciencia del subalterno el puntal de un relato de rebelión.

Sin embargo Dispesh Chakrabarty construye desde dentro, una crítica a la lógica del pensamiento de los Estudios Subalternos, una crítica al principio fundamental en el cual el campesino subalterno “es” el sujeto soberano de la historia. ¿Qué busca Chakrabarty con esta crítica? Si bien asume la intención de Guha respecto de una Historia Nacional de los sujetos de la India, lee en ello a un tipo de sujeto colectivo, que no posee nombre propio, un sujeto que sólo es posible nombrar a través de una serie de desplazamientos del término europeo original “el proletariado”. Es decir, uno de los usos de la noción de clases subalternas, en el discurso político, es una definición derivada por defecto y por exceso, de todos los sectores sociales que no son clases dominantes y que exceden a la clase obrera. (Modonesi: 2010).

Para Chakrabarty esta condición del sujeto subalterno es tanto un fracaso como un nuevo comienzo. El fracaso reside en la falta de especificidad o de definición, el sujeto del nacionalismo de Guha, es “el campesino” sujeto de la historia de la India, el sujeto soberano. Y por otro lado el comienzo está en la inadecuación del pensamiento euro céntrico, que se ha otorgado a sí mismo un papel universal.

[…]Fuera del Occidente industrializado, el sujeto revolucionario no estaba definido, ni siquiera en el plano teórico. La historia de esta imprecisión equivale al reconocimiento de que si queremos entender la naturaleza de las prácticas políticas populares a escala global con nombres de sujeto inventados en Europa, sólo podemos recurrir a una serie de sustitutos ¿por qué? Por que estamos trabajando en y sobre los límites del pensamiento político europeo […] (Chakrabarty; 2008; 157-158).

Uno de los problemas fundamentales que ve Chakrabarty es que tanto, en la teoría política como en la historiografía, los Estudios Subalternos han planteado la significación de la subjetividad de los subalternos en un campo de tensión en el cual los dispositivos de sometimiento y reducción al silencio están siempre en relación con una multiplicidad de prácticas que definen, a una manera provisional como “la” forma esencial de subjetivación. (Mezzadra: 2008). Es decir, el nacionalismo de Guha ha pretendido colocar al sujeto subalterno de la India, al campesinado que se manifiesta en rebelión, como el único sujeto de la historia de la democracia, transformando las micro historias de revueltas, de manifestaciones como la historia oficial de un pueblo que de esta forma, toma distancia, se construye a sí mismo como lo otro de la Europa imperial e industrializada, como lo otro de la colonia, descuidando la diversidad de narraciones y las dislocaciones que se producen en los espacios de la política, tanto dentro de las intuiciones, como fuera, es decir lo que las excede.

En nuestra hipótesis, y volviendo al eje central, reconocer la crítica que hace Chakrabarty, desde el interior, a los Estudios Subalternos, nos posibilita pensar nuestros propios márgenes de cómo conceptualizamos a los sujetos de la democracia. El historiador bengalí nos posibilita las siguientes preguntas: ¿cómo

Existe un sujeto político latinoamericano, pero sólo es posible aprenderlo abordando conscientemente los límites de pensamiento europeo, imperialista y colonizador.

Para cerrar esta introducción es relevante aclarar que nuestra reflexión apunta hacia la pregunta filosófica acerca de las condiciones de posibilidad de este sujeto político en las democracias modernas coloniales. Es necesario identificar las consecuencias teórico-políticas que implican sostener los argumentos que venimos planteando, en dos sentidos: por un lado, la pérdida de la dimensión más general de la “autonomía”, en la cual se centra el pensamiento emancipatorio contemporáneo, donde es posible inscribir a los nuevos sujetos políticos latinoamericanos. Por otro lado, las consecuencias de desatender el papel activo de los sujetos sociales como constructores de su propia identidad, a través de formas de intervención pública. Esta condición encuentra su sentido último en los aportes teóricos que brinda la comprensión de los variados modos de identidad en los que se definen los “sujetos latinoamericanos” en la contemporaneidad. (Gramaglia: 2007).

Los sujetos de la democracia y sus dislocaciones políticas

Luego de haber mostrado mínimamente desde donde pensamos al sujeto subalterno, es necesario que volvamos sobre la contingencia de nuestros sujetos latinoamericanos y sus manifestaciones en el espacio de lo público, intentando ver cual es la fertilidad que nos brinda definirlo como subalterno.

El lugar y el tiempo de lo democrático es algo que se desplaza permanentemente y suele ser discontinuo, escribe el filósofo político Luis Tapia. En principio la democracia no es la solución de los conflictos sino, más bien, los diversos planteamientos de diferentes enfrentamientos específicos o generales, en torno a algún tipo de desigualdad existente. Es, justamente por esto que el lugar de la democracia no está en el sistema de partidos y su tiempo tampoco es el de las elecciones. La democracia está en las crisis, en las rebeliones, que no son contenidas en la institucionalidad. En estos espacios excedentes se constituyen sujetos sociales y políticos que cuestionan las desigualdades e injusticias a través de formas locales de igualdad política. El lugar de la democracia es cambiante. Este tiempo de crisis es producido precisamente por la constitución de sujetos y autonomías políticas críticas.

Las formas de dominación política, social, económica, enfrentan diversas coyunturas de contestación colectiva, siguiendo a Tapia, a través de movilizaciones que desbordan a las instituciones y a los espacios de poder que articulan al Estado. Las rebeliones son procesos de levantamiento político que instituyen un nuevo escenario. Son los sujetos de democracia, quienes posibilitan las rebeliones como formas de articulación, en tanto estructuras de acción y pensamiento. Las rebeliones, para el filósofo boliviano son coyunturas o tiempos de aceleración y condensación del tiempo político, y en este sentido, de incertidumbre y cambio social, de novedad en la historia. (Tapia: 2008).

Comprendemos que ese otro lugar de la política, del cual hemos hablado párrafos más arriba, son estas rebeliones, estas estructuras de acción y pensamiento, estas “estructuras de rebelión”. En este sentido, y siguiendo a Tapia, para entender los procesos de ampliación y de diversificación de los lugares de la política es necesario, reparar en el hecho de que, lo característico de las estructuras de rebelión es que no tienen, precisamente, un lugar específico de acción, sino que transitan y politizan, es decir, intervienen los espacios sociales con sus críticas, demandas, discursos, prácticas, proyectos. Ellas son un tipo de configuración nómade de la política, esto es, se constituyen en un desplazamiento de los lugares institucionalizados de la política, dando paso a un campo que es de tránsito y de fluidez. Son un modo de politización del otro lugar en el que las relaciones sociales han sido neutralizadas o invisibilizadas por la política moderna, a través de la legitimación en su forma de organización desigual. (Tapia: 2006).

En este otro lugar, la política tiende a aparecer bajo el signo de “desborde” ya que las diversas formas de vida pública, que no se reorganizan en la figura de Estado/sociedad civil, pensada en los términos de la modernidad-colonial, se disponen para disputar y controlar el ejercicio del poder. Esta expresión del vaciamiento de la política estatal evidencia el modo en que el gobierno ya no contiene, procesa, ni integra las demandas de los sujetos de la sociedad civil. Una forma política general es buena y eficiente en tanto contiene y desarrolla diversas capacidades de reforma y adaptación, pero sobretodo la capacidad de enfrentar y resolver los principales conflictos de una sociedad.

Nuestra tesis intenta mostrar la fertilidad de pensar a los movimientos sociales como sujetos subalternos, en disputa con el orden político colonial. Los movimientos sociales son quienes denuncian esta escasez, este vacío; ellos son la política “excedente” de un país, que manifiesta un conflicto de fines en el interior del mismo sistema político, en la tensión de expresar que la vida política institucionalizada ya no basta; es decir, podrían considerarse como una reforma “de facto” de las prácticas políticas.

Es así que los movimientos sociales son una estructura de rebelión en la medida en que el campo de fuerzas generado por dicho sujeto vuelve a ser un otro lugar de la política. Este campo de fuerzas, que no es un espacio delimitado, ni tiene instituciones regulares para su tratamiento, se reafirma en una zona de tránsito del conflicto social3. En los movimientos sociales se manifiestan, tanto la forma, como el sujeto de la reflexión conflictiva de las sociedades sobre sí mismas. Los movimientos sociales son una forma de la política, una forma de subjetividad que problematiza la reproducción del orden social, de manera parcial o general.

Considerar a los movimientos políticos como sujetos subalternos permite pensarlos desde la capacidad de autogobernarse, cuyas prácticas denuncian las limitaciones de las prácticas institucionales existentes. Un movimiento social es una alteridad, una diferencia de fines en el interior de un mismo sistema o conjunto de relaciones sociales.

Lo que intentamos mostrar es una forma de experiencia de lo político como “exceso”, como “desborde” que es constitutivo de la democracia pero trasciende el orden institucional como “orden político”.

Mediante ciertas reflexiones de la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui podemos ver como opera el lugar del exceso político, el otro lugar de la política y, el sujeto subalterno latinoamericano. Rivera afirma que en Bolivia puede verse una suerte de travestismo de las elites, que parecen recoger el desafío de la insurgencia indígena pero la dificultad se presenta cuando al cabo de un tiempo, estos grupos de elite acaban expropiando y deformando las demandas, hasta convertirlas en dispositivos de una nueva ingeniería estatal3. Es por esto que Rivera cuestiona:

¿Qué posibilidad tienen para hacer frente a esa política corrupta e intransigente, para imponer una ética y una lógica, que permita valorar sus saberes, practicar sus modos propios de debate y resolución de conflictos? (Rivera Cusicanqui: 2008; 10-11).

Siguiendo a Silvia Rivera Cusicanqui podemos sostener que, la representación de los pueblos indígenas como universos homogéneos y estancos, recluidos en treinta y seis territorios, permite a las elites desligarse de toda responsabilidad sobre la violencia interétnica, que ocurre siempre en los espacios intersticiales, y reciclar su control del poder político sobre el aparato del Estado. Hoy en día son las elites y las oligarquías regionales las que hablan de originarios y de reformas multiculturales. Sin embargo el fenómeno de la insurgencia india, le plantea por primera vez al conjunto de la sociedad boliviana la posibilidad de indianizarse y de superar las visiones externas, esencialistas y codificadoras de lo étnico.

Esta posibilidad de indianización se transforma en uno de los desplazamientos políticos de las formas modernas de Estado/Sociedad Civil; se presenta como el espacio de la crítica, de la alternativa frente al esquema esencialista y compartimentado de la etnicidad, se manifiesta como el desborde político del cual veníamos hablando anteriormente.

Entonces volvamos nuevamente a preguntar por quien sea el sujeto subalterno, el sujeto de esta indianización, actor de las rebeliones políticas.

Para Rivera la mayoría de indios e indias reales ya no viven en un solo espacio, son migrantes itinerantes, cruzando múltiples fronteras, físicas, teóricas, fluyendo constantemente en el espacio de lo público. Pero no por ello pierden su condición de despreciados, ni su potencial como portadores de formas alternas de modernidad y de comunidad. Y como dijimos, para estos sujetos de la democracia, no hay lugar en la política indígena oficial.

Desde este vaciamiento, desde esta invisibilidad, quien tiene la hegemonía se dota de una mayor astucia y capacidad para ejercer la violencia simbólica, nombrando y clasificando indios con el fin de someterlos y empequeñecerlos: convertirlos en meros ornamentos de los nuevos esquemas de dominación estatal. (Rivera Cusicanqui: 2008)

A manera de cierre simplemente, queremos mencionar que nuestras intenciones han sido mostrar un pequeño fragmento de una investigación más amplia, en la cual se desarrollan con mayor precisión cada uno de los puntos que escasamente explicitamos aquí. Nuevamente la apuesta es a poder enunciar a un sujeto de las democracias latinoamericanas, en sus formas específicas de acción política y en los desbordes a la lógica estatal. Sostenemos que nuestra propuesta desde ciertos parámetros filosófico-políticos es a la reflexión sobre cuales sean las condiciones de posibilidad como sujeto latinoamericano, en la lucha por el reconocimiento de su autonomía, de construirse como sujeto subalterno, dislocado y, excedente de la modernidad colonial.

Pertenencia Institucional: CIFFYH, Escuela de Filosofía, Cátedra de Filosofía Argentina y Latinoamericana.

Bibliografía

Chakrabarty Dipesh. (2008). Al margen de Europa. Tusquets Editores. Barcelona. España. (2008) “La historia subalterna como pensamiento político” en Estudios Poscoloniales. Ensayos fundamentales. Traficantes de Sueños. Madrid. España

Gramaglia, Paola. (2007). “La encrucijada de la ética y la política en la Filosofía de la Liberación. Investigación sobre la concepción del sujeto ético en Dussel” en Los sujetos y las ideas en Nuestra América. Facultad de Filosofía y Humanidades, UNC. Córdoba, Argentina. Grüner Eduardo. (2007). “El lado oscuro de la modernidad. Apuntes (latinoamericanos) para ensayar en clave crítica” en Pensamiento de los Confines. Nº 21. Diciembre 2007. FCE. Bs. As. Argentina.

Laclau Ernesto. (1996). Emancipación y Diferencia. Ariel. Argentina.

Liendo M. Cristina; Gramaglia Paola. (2008). Sujetos colectivos en espacios públicos: Democracia y Política en la historia de las ideas de América Latina. Proy. Secyt-Ciffyh, UNC. Res. Secyt69/08. Córdoba, Argentina.

Mezzadra, Sandro. (2008). “Introducción” en Estudios Poscoloniales. Ensayos fundamentales. Traficantes de Sueños. Madrid. España.

Modonesi Massimo. (2010). Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política. Ediciones CLACSO. Bs. As. Argentina.

Rancière Jacques. (1996). El desacuerdo. Política y filosofía. Ediciones Nueva Visión. Bs.As. Argentina.

Rivera Cusicanqui, Silvia. (2008). Violencia e interculturalidad. Paradojas de la etnicidad en la Bolivia de hoy. UMSA. Bolivia.

Tapia Luis. (2008). Política Salvaje. Muela del Diablo Editores. La Paz. Bolivia.

1 Aquí hay una fuerte crítica y reflexión respecto del concepto de subalternidad en el pensamiento de Antonio Gramsci, disputa que no ahondaremos en este trabajo.

2 Los santal eran un grupo tribal de Bengala y Bihar que se rebeló tanto contra los británicos como contra los indios de otras zonas en 1855.

3 Como campo de fuerzas contempla movilizaciones, demandas y proyectos, sostiene Tapia, que si bien marcan un recorrido de acciones, estas no tienden a estabilizarse e identificarse con un lugar determinado e institucionalizado.

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