Un punto de encuentro para las alternativas sociales

28 matices sobre el ‘mea culpa’ de Obama

Nazanin Armanian

Cinco años después de la matanza de miles de libios, de la huida de unos 3 millones de paisanos hacia otros lugares, el naufragio de cientos de vidas en Lampedusa, y la condena al resto de los 6 millones de habitantes a vivir en la pobreza y el hambre; de repente, el presidente Obama se acuerda del país de los libus: “mi peor error en Política Exterior fue no prever las consecuencias de la intervención en Libia”, afirma, por la división del país entre varias bandas terroristas y clanes mafiosos, en el que fue uno de los estados más desarrollados de África. Pero, de la confesión del presidente rescatamos algo útil:

No tiene remordimiento por la catástrofe humanitaria que ha causado el ataque de la OTAN, dirigido por el Pentágono. Culpa a sus aliados europeos de abandonar el país en el caos. Pero, ¿Obama no aplicaba su política de ‘intervención invisible’ de Leading from Behind (Dirigir desde atrás)?

Silencia la naturaleza de las relaciones entre EEUU y los yihadistas: los ha utilizado en Afganistán, Irak, Yugoslavia, Chechenia, Libia y ahora en Siria, como buldócer para allanar el camino de la OTAN ¡Hombre, no hay que ser desagradecido! En Internet están las imágenes del líder del Al qaedista Grupo Islámico Combatiente Libio, Abdelhakim Belhadj con el senador John McCain, o la de los muyahidines afganos en el Despacho Oval con Reagan.

No da ninguna explicación sobre las revelaciones de los correos electrónicos privados de su entonces secretaria de Estado, Hillary Clinton que desmienten la propaganda de guerra y las intenciones ‘humanitarias’ de la Alianza en el país libio. Sin embargo, afirman que:

La intervención militar no fue para “proteger a la población civil de una inminente masacre” por Gadafi.

El propio secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, confesaba no tener pruebas de dicha masacre de la población.

Las violaciones masivas de mujeres por los soldados libios “con viagra en el bolsillo” era “un rumor” sin fundamento.

Las fuerzas especiales de la OTAN ya estaban formando a los yihadistas en Libia en enero del 2011. Las protestas empezaron en Bengazi a finales de febrero.

Al Qaeda y otras organizaciones de corte fascista como el Grupo Libio de Lucha Islámica y Ansar al-Sharia eran el núcleo de la oposición “rebelde”.

Los países occidentales competían por el petróleo libio.

Francia ansiaba las 143 toneladas de reservas de oro del Banco Central libio, valorado en 7 mil millones de dólares.

A estas realidades conocidas por Clinton, se añaden estos otros motivos del ataque:

Impedir que el modelo económico de desarrollo atineoliberal libio se extendiera por África.

Acabar con el proyecto dirigido por Gadafi para crear una moneda panafricana, capaz de desalojar el dolar y el euro del continente.

Occidente temía más a un Gadafi capaz de usar el ‘poder blando’ —como financiar la reelección de Sarkozy y regalar un hermoso caballo a Aznar— que el ‘poder duro’, cuando le apodó ‘El perro loco de Oriente Próximo’. El coronel no iba a convertirse en un títere.

No tener ninguna influencia sobre el Ejército libio para organizar un golpe de Estado.

La eliminación física del propio Gadafi por su carácter imprevisible, a pesar de su rehabilitación. Él podía hacer negocios con Putin y Chaves al igual que con Berlusconi y Merkel. Hillary Clinton confesó en directo su implicación en el asesinato de aquel jefe de Estado: “Vinimos, vimos, murió”, exclamó al conocer la noticia que sucedía dos días después de su regreso de Libia. Ella no pasará por ningún tribunal internacional por mandar a matar a un prisionero de guerra.

Temía que una verdadera ‘primavera árabe democrática’ —de aquellas que en Egipto y Túnez acabaron con sus hombres leales—, sacudiera el Estado libio. Por lo que se adelantaron con una falsa primavera, encabezada por los fundamentalistas, para abortar cualquier movimiento democrático en Libia.

La rivalidad entre las potencias mundiales por los recursos y el mercado libio. Después del 2011, se desmantelaron unas 70 empresas chinas y congelaron sus 18.000 millones de dólares en inversiones; también se suspendió los contratos de armas rusas por el valor de 4.000 millones. Gadafi había excluido a compañías estadounidenses como Bechtel y Caterpillar de los negocios en su país.

Hacerse con la principal reserva de petróleo de África.

Apoderarse de los 10.000-12.000 Km³ de agua subterránea libios, codiciadas por las compañías europeas de aguas embotelladas.

Estrenar la entrada de la OTAN en África y Libia fue una gran oportunidad.

Acabar con Libia, único país del norte del continente no subordinado a EEUU.

Otanziar el levante mediterráneo. En 2011, Libia y Siria eran los dos únicos Estados de este espacio que no eran socios de la OTAN. Ambos países además compartían otro ‘delito’: sus élites no islamistas se negaban a utilizar la religión como el opio del pueblo.

Designar al país como la sede del Comando de EEUU para África (AFRICOM). Gadafi encabezaba la resistencia de 45 países del continente para albergarlo. De momento, España, Italia y Yibuti serán los territorios elegidos para organizar los ataque a África.

La OTAN vuelve a Libia

Las razones por las que hoy Barak Obama reabre el expediente libio son:

Lanzar una ‘acción decisiva’ contra el país africano, con el fin de acabar el trabajo medio hecho: la conquista de Libia. Su intención es reducir a los terroristas, por su incapacidad de instaurar la estabilidad, e ir probando con otros grupos afines. EEUU hizo lo mismo en Afganistán: envió a los muyahidines para derrocar al gobierno socialista de Nayibolá, luego mandó a los bárbaros talibanes para desmantelar a los ya inútiles muyahidines indisciplinados, y después, utilizó el 11-S para colocar en el poder a un ‘presentable’ Hamid Karzai. Se trata de otra fase de la llamada Operación Nueva Normalidad para Libia. Pero, formar un ‘gobierno de unidad nacional’ de distintos grupos de gángsters y mafias es simplemente imposible. O sea, habrá guerra para rato.

Dar un impulso a las candidaturas demócratas en las elecciones presidenciales del próximo noviembre: atacar al Estado africano y destituir al presidente sirio Bashar al Assad; serán presentados como una muestra de determinación ante ‘los enemigos’.

Restablecer la seguridad para reanudar la exportación de los 48.000 millones de barriles de petróleo libios, ¡aunque nos dirán que es para cortar la financiación de los yihadistas!

Mantener un foco de tensión abierta en el Norte de África para justificar las próximas intervenciones, por ejemplo en Sahel y en Argelia.

Impedir la salida de cientos de miles de refugiados desde Libia a Europa.

Habrá nuevas justificaciones falsas para la ‘II Guerra contra Libia’. El otoño pasado, la OTAN realizó la maniobra Trident Juncture 2015 en el Mediterráneo con 36.000 soldados, mirando a Libia. Asimismo, desde enero dirige los preparativos de la guerra en el interior del país, sin dar explicaciones ni a los libios ni a la ONU.

Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/3286/matices-sobre-el-mea-culpa-de-obama/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *