Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Historia inacabada del euro

Pedro Montes

Presentacion del libro en Barcelona

Pedro Montes fue invitado por Espai Marx para presentar su libro “Historia inacabada del euro” publicado por Editorial Trotta. El acto se realizó n la Universidad Pompeu Fabra el dia 30 de noviembre del año 2001. Ante setenta personas, Montes pronunció las palabras que siguen. Tras su intervención se realizó un animado debate. Los subtítulos son de la redacción de Espai Marx.

Gracias Josep Bel por tus palabras de presentación, sin duda motivadas por la amistad y el aprecio, pero en exceso elogiosas.

Gracias a todos los asistentes, entre los que reconozco muchos amigos y compañeros.

Gracias también a los amigos que han hecho posible este acto. En particular a Joan Tafalla, como impulsor, y a Josep Bel, que ha corrido con el gasto de  intervenir en esta presentación, de un libro que si no importante él,  se refiere a un hecho realmente histórico, como es la creación del euro.

Empecé a escribirlo en los primeros meses de 1999, una vez iniciada la llamada tercera fase de la unidad monetaria en la que a todos los efectos básicos el euro era ya una realidad y comenzaba la cuenta atrás para quedar implantado como moneda unica de curso legal en los primeros meses del año que viene.

Lo inicie con un sentimiento de frustración y cierto ánimo de revancha, si cabe la palabra, por un doble motivo. Por un lado, como persona vinculada a la izquierda, por razones  políticas. Por otro como profesional de la economía.

Hasta muy al final  del proceso, en 1998 cuando tuvo lugar el examen de la convergencia en que se dio aprobado general a todos los países que pretendían formar parte del euro, siempre aposté mas bien porque la moneda común no vería la luz en la fecha prevista, o por lo menos que los  países que se adherirían inicialmente serían bastantes menos que los once que resultaron finalmente.

Coartada para el neoliberalismo.

La frustración viene de que durante la década de los noventa, el objetivo de la moneda única aprobado  en el Tratado de Maastricht, el cumplimiento de las condiciones de convergencia y el examen final han dominado las políticas económicas y sociales en todos los países de la Unión Europea, con el resultado de que el neoliberalismo ha dado un salto significativo en todos ellos. El euro ha servido de coartada para el avance del neoliberalismo y yo esperaba que la reacción social en algún país importante diera al traste con el proyecto de la moneda única.

En algún momento, cabe recordar el período sumamente agitado de Francia en diciembre de 1995, parecía como que por fin los  trabajadores haciéndose oír, iban a poner trabas al proyecto burgués de la construcción europea. Al final, las grandes huelgas sirvieron para cambiar el gobierno de la derecha, pero el gobierno de la izquierda maniobró con destreza y supo acometer algunas reformas –la jornada de 35 horas, por ejemplo, – sin cuestionar la vinculación de Francia al euro y sin poner obstáculos insalvables a su entrada en vigor.

La frustración viene también porque se ha vendido el proyecto de la moneda unica como un paso decisivo para la contracción política de Europa. El euro, a pesar de su significado netamente económico,  era la punta de lanza de proceso que tendría  continuidad política. Pero hemos visto que ello no ha sido asi. Desde su implantación el proyecto de la construcción política europea ha sufrido una paralización y se ha optado por una alternativa, la ampliación al Este, que en última instancia supone renunciar a la unidad política europea, como lo han hecho saber y lo han criticado destacados lideres europeos que creyeron realmente que el euro era una etapa del camino.

En el caso del Estado español se da la doble circunstancia de que el tema de Europa siempre ha sido aceptado con especial unción, por razones históricas obvias, el tiempo que la política  neoliberal aplicada por los gobiernos, primero por el PSOE sin ascos ideológicos y luego con por el PP con plena coherencia políticas, ha revestido una dureza insólita, como lo ponen de  manifiesto reformas tan regresivas como las laborales, las de pensiones, las de protección al paro, y los datos macroeconómicos según los cuales la inmensa mayoría de los trabajadores, excepto en conseguir puestos de trabajo en condiciones laborales deleznables, ha sido testigos mudos de la mejora social que se ha registrado en estos últimos años.

Asi pues, en el caso español, el euro como señuelo de Europa,  ha rendido unos servicios impagables a los gobiernos para hacer avanzar el neoliberalismo en todos los terrenos.

Las graves implicaciones económicas del euro

Pero decía que la frustración tenia tambien un componente profesional. Aun cuando reconocía los grandes intereses económicos puestos en juego con el euro, el gran respaldo político que tenia –en última instancia no existía otro proyecto alternativo de construcción europea-, lo implicados que estaban en el mismo algunos dirigentes y los rendimientos que el mismo supondría, las ventajas económicas que en algunos aspectos representa la moneda unica, no llegaba a creerme que los gobiernos se atreverían a asumir las graves implicaciones económicas que tiene el euro. Y que son principalmente dos:

La primera,  el establecimiento de un sistema de tipos de cambio fijo e  irreversible, de una rigidez extrema,  entre las monedas implicadas.

La segunda, la existencia de una unica política monetaria, para un conjunto muy complejo, diverso y desigual de países, todavía  muy compartimendas a pesar del fenómeno de la “globalización”, particularmente intenso entre los países de la Unión Europea, y cuya importancia no desdeño como un factor primordial de respaldo al euro.

De las dos, la más  trascendental me parece la primera. Todos los estudios teóricos concluyen que la Unión Europea es una zona que dista de poder considerarse una área monetaria optima, principalmente por la falta de una política presupuestaria común y por la compartimentación de los mercados laborales. Aparte de otras muchas barreras, la diversidad de lenguas levanta obstáculos muy serios a la movilidad de la mano de obra.

Por otra parte, la experiencia histórica pone de relieve que no es posible mantener tipos de cambio fijos entre economías con diferente nivel productivo y capacidad competitiva. Después de todo, el SME, el compromiso de mantener tipos estables entre las monedas europeas, el vehículo que debía conducir a Maastricht, se estrello en 1993. A los efectos prácticamente ayer,  para un proyecto como el euro, cuyas consecuencias sólo podrán valorarse a medio y largo plazo.

Basta considerar las enormes variaciones de los tipos de cambio entre las monedas europeas que se han producido desde que se hundió en 1971 el sistema de Bretón Woods, inaugurado después de la Segunda Guerra Mundial, de tipos de cambio fijos, pero ajustables, como para pensar que el euro es una apuesta  demasiado arriesgada, que se trata de una aventura cuyo final está por ver.

Aunque no esta bien que como autor recurra a la autoridad de otros economistas para respaldar mis opiniones, vais a permitir, aunque solo sea por la distancia ideológica que mantengo con ellos y el que son posteriores a la conclusión del libro, que cite cuatro  destacados comentarios sobre el tema:

El primero de Alan Blinder, ex vicepresidente de la Junta de Reserva Federal de US, en una conferencia comentada en el boletín del FMI. Después de señalar que los regímenes de tipo de cambio fijo con frecuencia acaban, concluye: “Tendrán que pasar muchos años para poder determinar si la adopción de una moneda común en la Unión Europea es acertada”.

El segundo de Martin Feldstein, gran economista americano, conservador donde los haya, Presidente del Consejo de Asesores  Económicos con Reagan, en una entrevista en El Mundo: “Creo que el euro crea problemas de verdad a la hora de gestionar la economía y que las consecuencias adversas se irán viendo con el tiempo”.

El nuevo director gerente del FMI Horst Köhler, recalcaba en el Boletín del FMI que, en términos realistas,  no existe alternativa a los tipos de cambio flotantes entre las tres monedas principales, el dólar, el yen y el euro. Pero cabe preguntarse si la conclusión a la que  llega no es asimismo aplicable a las monedas europeas integradas en el euro.

En fin, el profesor Tobin, en un reciente artículo sobre su famosa y polémica tasa (Financial Times, septiembre de 2001), hacia la siguiente reflexión, después de preguntarse por qué no una única moneda mundial: “Muy deseable, pienso yo, pero no es posible dada la heterogeneidad de las naciones. No podemos incluso estar seguros del euro”. Y añadía como apostilla  el caso  de Argentina, un barco que se hunde por tener como mástil una moneda, el peso, ligado férreamente al dólar.

Las condiciones de convergencia.

Las condiciones de convergencia, por lo demas, sin mitificarlas respondían a algunas exigencias lógicas, y, como es sabido sólo se cumplieron a medias: en algunos casos recurriendo a todo tipo de artificiosos y en otros se obviaron abiertamente, como en lo que se refiere al endeudamiento público de algunos países. Se hizo la vista a gorda, traspasando al euro los problemas.

Como sostengo en el libro, el euro es ante todo fruto de la voluntad política, de decisiones adoptadas por los gobernantes europeas. Pueden ser muy legitimas, aunque se ha sorteado todo lo posible la participación de los ciudadanos, pero no por ello se eliminan los problemas económicos que entraña el euro ni las contradicciones que encierra.

Pero en fin el euro ya esta aquí. Y hay razones profundas para temer sus consecuencias.

Como he dicho antes, toda la década pasada estuvo dominada por el proyecto de la moneda común. Pero nada tiene que ver la fase del proyecto a la realidad de su implantación. Antes, el intento de cumplir  las condiciones de convergencia imponía limites y restricciones a la politica economía y condicionaba la política social. Pero, bien porque estaban definidas con cierta flexibilidad, porque su incumplimiento era generalizado hasta 1997, bien porque la moneda unica siempre fue una incógnita,  nada tiene que ver ese período, donde todavía existían las monedas nacionales, con la nueva etapa histórica que ha abierto la creación del euro.

La moneda común es como una camisa de fuerza que los poderes económicos han colocado a las sociedades europeas. Y cabe aquí pensar si la camisa de fuerza no habría que habérsela puesto  a los gobernantes europeos, por haber tirado por la calle de en medio sin pararse a considerar la falta de madurez de condiciones económicas para implantar una moneda común y las consecuencias que puede engendrar.

La cuestion fundamental que se plantea es si el euro aguantara o si los problemas económicos, las tensiones sociales y los desacuerdos políticos harán estallar las costuras de la comisa, teniendo en cuenta que el tiempo no es un dato y que el devenir  puede ser sensiblemente mas complicado en todos los aspectos que lo ocurrido en estos dos años de la breve experiencia del euro.

Como es fácil imaginar, las dificultades no van a  ser las mismas para todos los países,  pues muy diferentes son las condiciones de partida y  el potencial de cada economía.

La española en particular como analizo con detalle en el libro es una de las que por su retraso y debilidad comparativa mas perjudicadas puede resultar, dándose el caso además que es una de las sociedades que más problemas a arrastran, como lo revela el nivel de paro,  la precariedad, la modestia de los gastos públicos en protección y servicios sociales, el regresivo sistema fiscal, la desigual  distribución de la renta, las diferencias territoriales, etc. Es decir, la sociedad española es de las que necesitarían márgenes muy amplios para poder afrontar muchas demandas sociales con una economía comparativamente débil, por lo que la rigidez del nuevo marco pesará sobremanera.

Un dogal impuesto a la sociedad.

Si tenemos en cuenta los sacrificios que han sido necesarios para llegar al euro y que ahora la moneda común es como un dogal impuesto a la sociedad no pueden ser más hirientes las declaraciones de Azar cuando refiriéndose  a la congelación de los  salarios de los funcionarios nos reconfortaba con que gracias a ella habíamos entrado en el euro. Darle la posibilidad de utilizar este argumento, da idea del retroceso ideológico existente y de la desorientación que ha tenido la izquierda ante el asunto del euro.

Por supuesto, las víctimas serán los trabajadores y demas capas populares, en los que tratará de descargarse todos los ajustes necesarios para mantener una competitividad difícil de mantener por toros métodos, y sobre todo sin la posibilidad de modificar el tipo de cambio.

La importancia de esto es, desde mi punto de vista fundamental. Todo el periodo de crecimiento de los últimos tiempos, el que permitió al gobierno el eslogan del “España va bien” y al PP ganar la mayoría absoluta el año pasado descansa en las devaluaciones de la peseta entre los años 1992 y 1995 con la crisis del SME. Fueron las exportaciones las que tiraron entonces y detonaron la recuperación, y fueron gracias a esas devaluaciones las que permitieron corregir el agobiante déficit exterior del principio de los años noventa.

Más pronto de lo previsto, con solo dos años de euro, de nuevo  ha reaparecido ese déficit y la economía apunta ya todos los signos de un debilitamiento. ¿Cómo se iniciará la próxima recuperación?  ¿Cómo se corregirá ahora el déficit exterior que se viene acumulando, con un saldo comercial negativo que representa el 7% del PIB?

Todas las contradicciones económicas estan operando ya, pero sus efectos tardaran en decantarse algún tiempo. El carácter de sostenible o insostenible del tipo de cambio de una moneda no se determina en un momento dado, sino que es fruto del devenir económico no sólo del propio país sino del contexto exterior.

No obstante,  en la medida en que el euro tiene que reflejar doce realidades distintas, aunque  no todas tengan igual peso, está claro que su cotización estará siempre sometida a muchos factores de inestabilidad, lo cual se refleja en su evolución, llena de altibajos y un  comportamiento muy irregular desde su nacimiento.

Sin embargo el dato básico fundamental de la historia del euro desde 1999 es su profunda depreciación con respecto al dólar –en octubre de 2000 fijó su cota mínima en 0,82 dólares por euro, lo que significaba una devaluación del 30%-, y esta evolución, en mi opinión esta determinadas por las carencias políticas con el euro ha nacido: la ausencia de una entidad política digna de tal nombre que lo respalde.

La amalgama política que constituye actualmente la Unión Europea pone al euro al albur todas las perturbaciones y conflictos que puedan desatarse, tanto económicas como políticas. Como digo en el libro, el euro tendrá que librar las batallas en un campo económico abierto sin protección política.

La ampliación de la UE hacia el Este

Un problema, por lo demas, que tenderá a agravarse en el futuro, pues desde la creación del euro la Unión Europea ha abandonado los proyectos de continuar profundizando en su integración y ha emprendido una huida hacia delante con la ampliación al Este, que no hace sino complicar sobremanera cualquier intento posterior de avanzar hacia la integración política y la propia existencia del euro, puesto que integrará monedas de mas países más divergentes entre ellos. Las críticas han sido muy duras por esa orientación, entre otros el ex Presidente de la Comisión Europea Delors,  para nadie parece tener interés o capacidad para enmendar el curso de los   acontecimientos.

La imagen en la cumbre de Niza de todos los jefes de Estado y de Gobierno manejando calculadoras, como en los congresos de las organizaciones de la izquierda, es elocuente de la parálisis,  la desolación, las divisiones que recorren la Unión Europea. Algunos ensayistas políticos han llegado a escribir que la cumbre de Niza y el Tratado a que ha dado lugar suponen una verdadera sentencia de muerte para la Europa política.

Tal es el marco político que le espera al euro, sobre cuyo telón de fondo actuaran las tensiones y los problemas que la moneda común entraña.

De ahí emana la tesis central del libro, que creo razonablemente justificada: al euro le espera un futuro muy problemático y su destino final es una incógnita.

En todo caso, además, aparte de los pronósticos y de ese intento de columbrar el futuro, el libro contiene una descripción y un análisis validos del camino que se ha recorrido hasta llegar a Maastricht y la nueva situación económica que se ha creado.

Yo vería mis objetivos cumplidos si,  primero,  pongo a los lectores en condiciones  de interpretar y entender muchos de los  acontecimientos que están por suceder.

Segundo,  si les da argumentos para rechazar y  luchar contra el estado de cosas que nos han impuesto, sin la participación ni consulta de los ciudadanos, y creo que contra los  intereses  de la inmensa mayoría.

Tercero,  si aporta alguna ilusión, si abre un rayo de esperanza, de que algún día todo este montaje, esencia del neoliberalismo, se puede venir abajo.

Muchas gracias, otra vez, a todos vosotros.

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