Un punto de encuentro para las alternativas sociales

A propósito del Bloque histórico

Joan Tafalla

El conjunto de fenómenos político-sociales que vivimos desde hace ocho años en España aparece habitualmente ante nosotros como una sucesión de hechos puntuales desencarnados del proceso histórico y de la totalidad en que se inscriben. Esta situación nos lleva a transitar de manera bipolar y permanente entre el entusiasmo desaforado y el estado de shock.

Circulamos bipolarmente entre el entusiasmo desmesurado por el 15 M y la sospecha de que su ciclo de movilización quizás se esté agotando. Nos movemos entre el subidón por el éxito de las Marchas de la Dignidad y la depresión por las dificultades actuales para re-articular la movilización social. Oscilamos entre la euforia por los resultados electorales más altos que nunca ha tenido en España una izquierda que proclama que superará el régimen del 78 y el desengaño porque esos resultados no cumplen las expectativas que esa misma izquierda se había propuesto o creído.

Nos enfadamos con la liquidación de Pedro Sánchez, porque queremos creer en la ilusión de que él era una esperanza para el cambio. No logramos comprender el éxito electoral de la derecha en las autonómicas en Galicia o en Euskadi, ni el hecho de que el PP aún conserve siete millones de votos a pesar de la crisis y la corrupción. Como consuelo ante lo inexplicable solemos acudir al insulto y la descalificación de los votantes de la derecha, sin tratar de comprender qué sociedad civil organizada, qué cultura material de vida y qué sentido común expresan esas victorias electorales del enemigo. Y comprender es imprescindible para transformar. ¿Cómo disolver el frente del adversario, cómo actuar para dispersar, dividir y en su caso, agregar a nuestras filas a las bases sociales del enemigo?

En fin, los ejemplos sobran y el espacio de este texto desaconseja seguir con la lista y aún menos, matizarla. Quedémonos con el trazo grueso.

Entre la lechuza de Minerva y la filosofía de la praxis

Para salir de este bipolarismo cognitivo y emocional quizás sería más rentable hacer como la lechuza de Minerva, que como decía Hegel, sólo levanta el vuelo al anochecer. Es decir sólo puede comprender el conjunto del proceso después de que el mismo se haya desplegado totalmente. Esperar y ver sería la consigna.

Pero no. Nuestra militancia (la tuya y la mía, amigo lector) es activa y operante, es pasión, es emoción y sentimiento, además de razón teorética. Es decir cumplimos de sobra con todas la condiciones necesarias enumeradas por Gramsci para comprender y saber [2]. Sin embargo, conviene recordar que el mismo Gramsci nos advertía: ‘… podemos prever ‘científicamente’ sólo la lucha, pero no los momentos concretos de ésta, que no pueden sino ser resultado de fuerzas contrastantes en continuo movimiento, no reducibles nunca a cantidades fijas, porque en ellas la cantidad se convierte continuamente. Realmente se ‘prevé’ en la medida en que se actúa, en que se aplica un esfuerzo voluntario y con ello se contribuye concretamente a crear el resultado ‘previsto’.[3]

En la literatura y en las intervenciones políticas de la izquierda actual se suele usar y abusar del concepto bloque histórico. Este breve texto solo pretende llamar la atención sobre la necesidad de evitar el habitual uso impropio de un concepto clave de nuestra tradición. Mi primera recomendación es usarlo con mesura y dejar de ampliar tanto su significado. So pena de acabar despojándolo de todo sentido.

A qué llamaba Gramsci bloque histórico

Muchos suelen confundir el bloque histórico con las propuestas electorales o, en la mejor versión de ese uso impropio del concepto, con las alianzas sociales de carácter estratégico a las que en ocasiones se denomina bloque social o bloque histórico.

Conviene entender que el concepto gramsciano de bloque histórico tiene sobre todo un carácter histórico y analítico. En lo analítico el concepto de bloque histórico sirve para superar la dicotomía entre estructura y superestructura presente en el marxismo economicista: “La estructura y las superestructuras forman un ‘bloque histórico’, es decir el conjunto complejo y discordante (contradictorio) de las superestructuras son el reflejo del conjunto de las relaciones sociales de producción… El razonamiento se basa en la reciprocidad necesaria entre la estructura y la superestructura (reciprocidad que es precisamente el proceso dialéctico real). [4] No errar en esta cuestión es un asunto clave, estratégico, por decir así.

En lo histórico el concepto bloque histórico nos ayuda a acercarnos y, en su caso, a comprender la complejidad de la totalidad social en una determinada formación histórico-social. Añadamos que el concepto de bloque histórico no puede separarse ni comprenderse al margen del concepto de hegemonía, y ninguno de los dos puede separarse de la concepción del Estado como Estado ampliado o integral. “En política, el error proviene de una comprensión inexacta del Estado en su sentido integral: dictadura más hegemonía”. Y para decirlo en pocas palabras el estado integral incluye, además del aparato administrativo y represivo la cultura material de vida (ethos) de sus gentes y sus normas de vida (nomos). Añadamos que, para Occidente, Gramsci señalaba la identidad entre sociedad civil y sociedad política.

Además, el concepto de bloque histórico está estrechamente vinculado al concepto de organicidad: la relación entre modo de producción, cultura material de vida, ideología dominante, instituciones del estado y de la sociedad es una relación orgánica. La organicidad nos permite evitar el error común de deducir mecánicamente la revolución democrática de la crisis económica. Una crisis sólo plantea y permite la aparición de un nuevo bloque histórico si deviene en crisis orgánica. Es decir si las relaciones de reciprocidad entre las diversas partes del bloque histórico se desajustan, se desagregan por medio de grandes conmociones sociales. Una de ellas puede ser el ascenso de la movilización y de la activación de las grandes masas, como sucedió en el periodo 1965-1976. Pero mientras la crisis se mantiene en su carácter simplemente económico-corporativo lo máximo que se puede esperar es un cambio de régimen de dominación política a través de una revolución pasiva. Una revolución pasiva como la que creó el régimen español de 1978.

Finalmente, recordemos que para Gramsci el bloque histórico está cimentado en la relación orgánica entre intelectuales y pueblo-nación, entre dirigentes-dirigidos, o lo que es lo mismo entre gobernantes-gobernados. Un brillante intento por parte del comunista sardo por describir esta cimentación del bloque histórico mediante los intelectuales la encontramos en su ensayo sobre la cuestión meridional.

Un conocimiento masivo por parte de los comunistas del dispositivo conceptual forjado por Gramsci en los duros años de la cárcel sería necesario para evitar la situación bipolar que describo más arriba.

Una clarificación conceptual de ese tipo, de concretarse en el pensamiento y en la acción de los comunistas nos permitiría esbozar respuestas a preguntas tan acuciantes como: ¿estamos ante una crisis orgánica del bloque histórico español creado durante la transacción de 1978? O más bien, ¿estamos ante una crisis económica que hasta el momento solo ha producido respuestas económico-corporativas fáciles de re-normalizar y controlar por parte del bloque dominante? ¿Cuáles son las tareas de carácter estratégico que debemos priorizar con el fin de crear esas alianzas sociales y una nueva cultura material de vida? ¿En qué medida están tejidas las alianzas de clases necesarias para la emergencia de un nuevo bloque histórico? ¿Corremos el peligro de una nueva revolución pasiva, como en la transacción de 1978? Si este es el caso ¿qué hacer para tratar de revertir esa tendencia?

La longitud de este texto no permite abordar un cuestionario que me parece muy urgente. Sin embargo, amigo lector, ¿no te parece que quien pregunta, de alguna manera ya responde?

Notas:

1. Quien pregunta ya responde, quien responde también pregunta”, Raimon Pellegero, letra de la canción “Qui pregunta ja respon”, http://goo.gl/XgtkqS

2. Antonio Gramsci, Cuaderno nº 11 § <67> Paso del saber al comprender, al sentir y viceversa, del sentir al comprender, al saber. Cuadernos de la Cárcel, Ediciones Era / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999. Tomo IV. En: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/ca/index.php?view_doc=43

3. Antonio Gramsci, ‘Cuadernos de la cárcel’ Tomo 4, México, Ediciones Era / Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 1999.

4. Antonio Gramsci, Ob. cit., Cuaderno 8, § <181>. Tomo III.

Notas de lectura:

El lector puede encontrar una amplia bibliografía de Antonio Gramsci en la biblioteca virtual de Espai Marx: http://www.elsarbresdefahrenheit.net/es/index.php?

Para una interpretación de la historia de España como una sucesión de tres revoluciones pasivas véase: Joaquín Miras y Joan Tafalla, La izquierda como problema, Barcelona, El Viejo Topo, 2013.

Para el concepto de Bloque histórico se puede consultar con provecho dos obras que sin embargo divergen un poco en su interpretación:
Christine Buci-Glucksmann, Gramsci y el estado, Madrid, Siglo XXI, 1978.

Hugues Portelli, Gramsci y el bloque histórico, Buenos Aires, Siglo XXI, 1974.

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