Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Transformar el fracaso del 2 de diciembre de 2007 en una potente palanca para impulsar el proceso en curso en la Venezuela de Hugo Chávez

Éric Toussaint

El No en el referéndum constitucional promovido por Hugo Chávez el 2 de diciembre de 2007 recogió el 51 % de los votos contra el 49 % del Sí. Este fracaso se puede transformar en una oportunidad para el proceso revolucionario en curso en Venezuela. En efecto, constituye un poderoso estímulo para corregir los errores y los fallos del régimen chavista. ¿Se aprovechará la ocasión?

Algunas horas después del cierre de las últimas mesas de votación, cuando se había escrutado el 92 % de los sufragios, Hugo Chávez reconoció la derrota sin esperar el resultado definitivo, felicitando a la vez a los votantes del No y a sus propios partidarios. Se congratuló de la adhesión de los partidarios del No a la Constitución de 1999, aprobada a comienzos de su primer mandato y que fue denunciada con virulencia por la oposición, al menos hasta el año 2004, cuando ésta recurrió a la misma para intentar la revocación del mandato presidencial. Inmediatamente después del discurso del presidente, la mayoría de los dirigentes de la campaña por el No, por boca de Manuel Rosales, derrotado en la elección presidencial de diciembre de 2006, saludaron la actitud de Chávez, llamaron a la reconciliación, afirmaron que Chávez seguía siendo el presidente en ejercicio hasta el año 2012 y propusieron que ciertas disposiciones de la Constitución rechazada sean objeto de leyes que apruebe la Asamblea con su apoyo. Por ejemplo, la creación de un fondo de seguridad social para los trabajadores del sector informal, así como la reducción de la semana laboral. Este último punto es muy significativo: el propio líder de la derecha propone esta reducción. Esto indica hasta qué punto la balanza se inclina francamente a la izquierda. La Constitución sometida a votación preveía recortar la semana laboral de 44 a 36 horas, y el gobierno anunció que tomaría medidas para una contratación compensatoria cifrada en más de 100.000 empleos.

Dos pesos dos medidas para la prensa nacional e internacional

De entrada hay que señalar la diferencia entre esta votación y las elecciones presidenciales en Estados Unidos en el 2001 y otras elecciones más recientes. El cómputo final había durado largas jornadas y Al Gore, candidato demócrata frente a G. W. Bush, impugnó la victoria del candidato republicano. Y éste fue declarado vencedor gracias a los tejemanejes de su hermano, gobernador de Florida. Recordemos también la fraudulenta elección en México, en julio de 2006 de Felipe Calderón, del partido de derecha PAN, pro yanqui. El candidato de la izquierda, Andrés Manuel López Obrador, nunca aceptó el resultado final y, en cada aparición pública de Calderón, la oposición se manifiesta para denunciar el fraude. ¿Qué medio occidental denunció esta situación? Y no hablemos de la elección de Pervez Musharraf en Pakistán, llevada a cabo en octubre de 2007 sin el recurso del sufragio universal, saludada vergonzosamente por la mayor parte de los media occidentales como la mejor solución. Éstos se abstuvieron de denunciar esta elección en segundo grado por unos electores automáticamente partidarios del general Musharraf, que usurpó el poder gracias a un golpe militar, mientras no vacilan en denunciar unas supuestas derivas dictatoriales de Hugo Chávez, electo el año pasado por sufragio universal con una ventaja de 3 millones de votos sobre su adversario, Manuel Rosales. Los media occidentales comenzaron a expresar algunas críticas a Musharraf sólo cuando éste decretó el estado de excepción, el 3 de noviembre de 2003 y encarceló a unos 10.000 opositores. Dos pesos, dos medidas. Se cierran los ojos ante los fraudes y las políticas antidemocráticas de los aliados de Washington y de las capitales europeas, mientras que por otra parte se desinforma sobre los gobiernos democráticos de Evo Morales, de Rafael Correa y de Hugo Chávez. ¿Qué habría pasado si el referéndum hubiera dado a la propuesta de Chávez una mayoría del 51 % y el 49 % a la oposición? Podemos estar seguros de que una parte importante de los media habría hablado de fraude. Washington y otras capitales habrían expresado su rechazo al régimen gobernante en Caracas.

Volvamos a lo que pasó en Venezuela el 2 de diciembre de 2007.

¿Por qué una mayoría del 51 % rechazó el contenido de la reforma constitucional propuesta por Hugo Chávez?

Algunos chavistas han declarado: «No es la oposición la que ganó, somos nosotros los que perdimos.» Tienen razón: la oposición de derecha movilizó apenas un poco más de lo que había logrado su candidato, como sufragios, contra Hugo Chávez en diciembre de 2006. (Manuel Rosales había obtenido cerca de 4.300.000 votos en esa ocasión, mientras que el voto por el No logró algo más de 4.500.000 votos el 2 de diciembre de 2007, es decir, apenas 200.000 votos más). Sin embargo, la campaña por el No fue apoyada activamente por la mayoría de los medios audiovisuales e impresos, por la cámara patronal Federcamaras y por la jerarquía católica. Y sobre todo, un hecho novedoso, la campaña recibió un fuerte apoyo militante, muy mediatizado: un movimiento estudiantil que ya se había opuesto en abril de 2007 a la suspensión del canal hertziano de la cadena de televisión reaccionaria RCTV y que ahora rechazaba la modificación del artículo de la Constitución concerniente a la Universidad. Este movimiento, presente sobre todo en las universidades privadas así como en ciertos institutos públicos importantes, multiplicó las acciones callejeras para incitar a los electores a concurrir a las urnas para votar contra la reforma constitucional. Hay que añadir también al campo del No a Podemos —partido socialdemócrata que habitualmente apoya al gobierno — y al general retirado Raúl Baduel, ex ministro de Defensa, aliado de Chávez hasta el verano de 2007. Podemos gobierna en 4 de los 23 estados que componen Venezuela, ¡y sin embargo en ellos el Sí fue mayoritario! Fue el caso, en particular del estado industrial de Aragua (53 % por el Sí frente al 47 % a favor del No) donde tiene su base Raúl Baduel. Pero, atención, no se ha de subestimar el desplazamiento de los votos de aquellos que habían votado por Hugo Chávez en diciembre de 2006. Según Edgard Fernández, un analista que apoya a Chávez, el número de personas que eligieron a Chávez como presidente un año antes y que votaron No en el referéndum sería realmente elevado, especialmente en el estado de Aragua, donde Chávez había logrado una gran ventaja.

«Los estados industriales con la mayor concentración de obreros: Aragua, Sucre, Carabobo y Lara fueron los que junto al Distrito Capital registraron el mayor éxodo de votantes que anteriormente habían votado por Chávez y ahora votaron por el No. […] Este éxodo en estos estados resultó ser el determinante de los votos adicionales que sacó el No a nivel nacional (más de 200.000 votos en total). Se puede concluir con esta observación que la reforma perdió debido a este resultado directo.»

Analizando las tablas que Edgard Hernández reproduce en su estudio, se comprueba que en algunos de los barrios más populares de Caracas (Petare, Curicao, Libertador y Sucre), donde la gente había votado masivamente por Chávez (65 %), esta vez ganó el No. Edgard Hernández concluye: «Esto demuestra un descontento con la reforma hasta en las zonas más populares de Caracas.»

Otro elemento significativo de la votación del 2 de diciembre concierne a Zulia, el estado más poblado, muy rico en petróleo, que era hasta este momento un bastión de la derecha. Su gobernador, Manuel Rosales, fue el principal contrincante de Chávez en el año 2006. La mayor parte de los votantes se decantaron, sin sorpresa, por el No, pero hay que señalar que el No obtuvo 58.202 votos menos que los votos logrados por Rosales en el 2006, es decir, un descenso del 8,5 %.

En conclusión, la campaña por el No, a pesar de importantes refuerzos, no logró movilizar muchos nuevos apoyos en el campo de la derecha, incluso los perdió en algunos de sus bastiones. La derrota del Sí hay que atribuirla a la pérdida de apoyo de Chávez en su propio campo, como reconoció la noche del 2 al 3 de diciembre de 2007. Alrededor de 7.300.000 personas lo habían votado en diciembre de 2006, lo que significaba una ventaja de 3 millones de votos sobre su principal adversario, Manuel Rosales. El total de votos a favor del Sí en el referéndum representa un poco más de 4.300.000 votos , o sea, 3 millones menos que el año anterior.

¿Por qué perdió Chávez 3 millones de votos? Esto es lo que hay que explicar. Una parte, limitada, por cierto, de estos 3 millones se inclinó por el No, eso está claro. Quizás 100.000 o 200.000, o hasta 300.000 votos, es difícil determinarlo. Dicho esto, aunque sólo fueran 150.000 votos, ellos fueron decisivos. Si 150.000 votos de izquierda que votaron No lo hubieran sido para el Sí, manteniéndose iguales los otros factores, la reforma se hubiera aprobado por mayoría simple. Como expresó Chávez después del escrutinio, valía más que el No fuera mayoritario por un pelo que el Sí, pues si esta opción se hubiera impuesto por una mayoría de 10.000 o 20.000 votos, o incluso 100.000, una gran parte de la oposición habría denunciado un supuesto fraude y habría lanzado movilizaciones callejeras que habrían apoyado, entre otros, los gobiernos de Washington, Madrid, Berlín, Londres, México, Bogotá, Lima, etc.

Por otra parte, en el fondo, se ha de tener en cuenta este desplazamiento de votos chavistas, o de ciudadanos de izquierda, que votaron No. Una parte de los ciudadanos que votaron contra la reforma constitucional son partidarios de cambios a favor de la justicia social y de la democracia, igual que los que votaron Sí. Entonces, planteemos la pregunta de otra forma: ¿Por qué la abstención ha sido tan amplia en el campo chavista? Para responder a esta cuestión hay que analizar brevemente el contenido de las reformas constitucionales propuestas.

A propósito de las reformas constitucionales propuestas

Siendo imposible un tratamiento exhaustivo, veamos una selección.

– La gran novedad de fondo con respecto a la Constitución vigente: el carácter socialista del Estado quedaría inscripto en la Constitución. El término socialista está ausente en el texto actual. Ninguna definición de este término está presente en el proyecto. Dada la afinidad de Chávez con Fidel Castro y el régimen cubano, muchos asimilan el objetivo socialista con el modelo cubano, que suscita reticencias en la población. La derecha atacó, de un modo caricaturesco y mendaz, la introducción de dicha palabra afirmando que la propiedad privada iba a ser suprimida (el Estado expropiaría la vivienda, el coche) o muy limitada. La derecha afirmaba que los hijos iban a ser retirados de sus padres a la edad de 16 años para ser confiados al Estado socialista bolivariano. A pesar de una indiscutible mejora de las condiciones de vida y de los ingresos, la derecha consiguió explotar los problemas reales de abastecimiento de ciertos productos de primera necesidad, como la leche y el azúcar. Y sostenía que si el socialismo quedaba adoptado en la Constitución, el fenómeno se agravaría indefectiblemente, como en Cuba.

– El proyecto abortado de nueva Constitución, así como la actual, garantizaba la propiedad privada (ver el artículo 115 actual y el nuevo) pero, de una manera totalmente pertinente, precisaba que ésta debía haber sido adquirida de forma legítima. También dice que toda propiedad podrá ser sometida al impuesto y deberá respetar diversas obligaciones definidas por la ley. Al artículo 112, nueva versión, se propone eliminarle el párrafo: «El Estado hará la promoción de la propiedad privada», reemplazándolo por una fórmula mucho mejor, que en esencia dice que el Estado financiará y desarrollará diferentes tipos de propiedades: propiedad social, propiedad comunal, propiedad estatal, propiedad mixta que incluye el sector privado. En resumen, la propiedad privada está garantizada, pero son otras formas de propiedad las que serán financiadas y desarrolladas con prioridad por el Estado, que se fundará en valores humanistas de cooperación donde prevalezcan los intereses comunes sobre los individuales. El nuevo artículo 112 terminaba «creando las mejores condiciones para la construcción colectiva y cooperativa de una economía socialista».

– Los poderes del presidente: se amplían de una manera importante, en especial confiriéndole el poder de remodelar las entidades territoriales y políticas del país. Mucho más que la posibilidad de reelegir varias veces a una misma persona para el cargo de presidente (artículo 230), es este aspecto el que, con toda razón, inquietaba o producía el rechazo.

– Por lo demás, el proyecto rechazado proponía mantener una serie de mecanismos que permitirían a la ciudadanía participar en la iniciativa de cambios constitucionales, de referéndum y de procesos de revocación de mandatos, pero elevaba el umbral que se debía alcanzar. En lugar del 15 % de electores necesario actualmente para tomar la iniciativa de una enmienda constitucional habría que reunir un 20 % (artículo 341); en lugar del 15 % necesario para poder proponer una reforma constituyente sería necesario un 25 % (artículo 342); en lugar del 15 % necesario para poder convocar una asamblea constituyente sería necesario un 30 % del electorado (artículo 348). Para la convocatoria de un referéndum el umbral pasaba del 10 % actual al 20 % de electores; para la convocatoria de un referéndum revocatorio de cualquier mandatario a mitad de su mandato, en lugar del 20 % de electores sería necesario un 30 % (art. 72). Incluso con estas modificaciones la Constitución seguiría siendo un ejemplo para el resto del mundo en lo que respecta a las iniciativas ciudadanas, en particular sobre la posibilidad de revocar a un mandatario. De todos modos, el aumento del umbral alimentó la suspicacia. Muchos se preguntaron si el Estado a cuya cabeza se encuentra Chávez no intentaba limitar el ejercicio de los derechos ciudadanos consagrados por la Constitución actualmente en vigencia. Si proponer el aumento de los umbrales no haría más difícil llevar a la práctica los derechos de iniciativa de los ciudadanos.

– La reforma constitucional incluía un nuevo poder: el poder popular. El nuevo artículo 136 rezaba: «El Poder Público se distribuye territorialmente de la siguiente manera: Poder Popular, Poder Municipal, Poder Estatal y Poder Nacional.» Ciertamente, la intención era buena pero cuando menos confusa. En el nuevo artículo 184, se precisaba que el poder popular desempeñaría un papel muy importante en el nivel comunal. Así mismo, el artículo 16 en su nueva formulación declaraba: «A partir de la comunidad y de la comuna, el poder popular desarrollará formas de organización comunitaria político-territorial, que serán reglamentadas por ley y constituirán formas de autogobierno.» ¿Qué pasa con los otros niveles? ¿El poder popular sólo toma una forma concreta en el nivel municipal?

– Entre los avances muy importantes que proponían ciertas enmiendas a la Constitución: 1) el reemplazo de la semana laboral de 44 horas por la semana de 36 horas, combinado con la prohibición de obligar al trabajador a aceptar horas suplementarias (artículo 90); 2) la prohibición del latifundio (artículo 307) y de la especulación inmobiliaria (artículo 18); 3) la protección de la vivienda familiar o individual contra el embargo o la expropiación; 4) la confirmación de la autonomía universitaria (la derecha pretendía de manera embustera que ésta sería suprimida) y de la inviolabilidad del recinto universitario, a lo cual se sumaba el voto paritario de los estudiantes, de los profesores y de otros trabajadores universitarios (hasta este momento, el voto de los profesores es predominante, mientras que los otros trabajadores universitarios están excluidos del derecho de voto); 5) la garantía del control público sobre todos los recursos naturales (artículos 302 y 303); 6) la creación de un sistema de seguridad social para el sector informal y para los trabajadores independientes (artículo 87); 7) el fin de la autonomía del Banco Central (artículo 318); 8) la promoción de la agricultura ecológica para garantizar la soberanía alimentaría (artículo 305); 9) el derecho de voto a partir de los 16 años en vez de los 18 actuales (artículo 64); 10) la prohibición de la financiación de los partidos por fondos provenientes del exterior, sean éstos de origen privado o gubernamental (artículo 67); 11) los orígenes e identidades indígenas, europeos y africanos son mejor valorados: «La República bolivariana de Venezuela es el resultado histórico de la confluencia de múltiples culturas, por esta razón el Estado reconoce la diversidad de sus expresiones y valoriza las raíces indígenas, europeas y africanas que han dado nacimiento a nuestra gran nación suramericana.» (Artículo 100).

Como conclusión de este rápido examen de los cambios constitucionales rechazados por una escasa mayoría, podemos formular la hipótesis de que una parte de los electores tradicionales de Chávez temieron firmarle un cheque en blanco y prefirieron abstenerse. Algunos chavistas pensaron que los poderes que se le atribuirían al presidente son demasiado importantes y se corría el riesgo de que podrían ser mal empleados por Chávez o por quien lo sustituya.

El cansancio no explica el fracaso

Sería un error atribuir el alto nivel de abstención principalmente al cansancio, admitiendo que éste existiera. En diez años, los ciudadanos han sido convocados a más de 10 votaciones nacionales, que Chávez o sus partidarios siempre han ganado en condiciones democráticas. Sin embargo, los responsables de la campaña por el Sí sabían muy bien que existía un fuerte riesgo de una elevada abstención del electorado chavista. El triunfalismo de la campaña por el Sí conducida por el vicepresidente, varios ministros y responsables de la Asamblea Nacional no convencieron a los indecisos. Además, el contenido del discurso de Chávez en el último acto de la campaña, el 30 de noviembre de 2007, tampoco contribuyó a que los indecisos se movilizaran por el Sí. Anunció que Estados Unidos se preparaba a no reconocer la victoria del Sí a fin de desestabilizar Venezuela. Acusó a una parte de la oposición de hacerle el juego a Washington. Dio la orden al ejército de ocupar los campos petroleros con los obreros y pidió a su ministro del petróleo que previera la interrupción del suministro de petróleo a partir del lunes 3 de diciembre si Estados Unidos ponía en marcha su plan. Esta dramatización fue de doble filo. Pudo haber movilizado a una parte de los electores indecisos, pero así mismo pudo haber conducido a aquellos que querían evitar una vuelta a las peores tensiones de los años 2002-2003 a pensar que era mejor no provocar a Estados Unidos proclamando la Venezuela socialista. Por consiguiente, mejor quedarse en casa.

¿Qué socialismo?

En esencia, Hugo Chávez declaró de una manera autocrítica que había sobreestimado la voluntad de la gente de avanzar hacia el socialismo. Como destacara el ex vicepresidente José Vicente Rangel, chavista convencido, en una entrevista del diario La Jornada replicando a Chávez, 4 millones de personas que se pronuncian a favor del socialismo es de todos modos una cifra impresionante.

Por cierto, hay que sacar otra conclusión que parte de la siguiente observación: no se definió con claridad el socialismo en el curso de la campaña. Pues bien, las experiencias caricaturales del socialismo del siglo XX dejan —es lo menos que se puede decir— un sabor amargo. En la mente de muchas personas, el socialismo no es sinónimo de felicidad y de libertad. Para optar por el socialismo hay que tener argumentos sólidos. Por lo demás, el socialismo no se decreta por medio de una Constitución. Es una construcción concreta. Si no se precisa en positivo lo que significará la realización del socialismo y los pasos que se ha de cumplir para alcanzarlo, seguirá siendo algo abstracto. Peor aún, el socialismo puede evocar el peligro de una deriva autoritaria. El general retirado Raúl Baduel no tuvo reparos en decir que había que rechazar el proyecto de una nueva Constitución, en particular por que ésta no definía el socialismo. Declaró: «La palabra socialismo no tiene un significado uniforme y puede incluir regímenes como el de Pol Pot en Camboya y la Unión Soviética estalinista, hasta el llamado «socialismo nórdico» o el «socialismo democrático» europeo. ¿A qué socialismo se nos quiere llevar? ¿Por qué no se le dice al pueblo claramente hacia dónde se piensa conducir la nación. Tenemos, como pueblo, que exigir que se nos diga claramente el destino de nuestro futuro y que no se nos mienta con un supuesto socialismo a la venezolana.»

Otros factores que han actuado a favor del alto nivel de abstención

Los cambios constitucionales fueron presentados por Hugo Chávez en tanto que presidente. A diferencia de 1999, el contenido no fue elaborado por una asamblea constituyente. Chávez elaboró con un comité muy restringido la propuesta, que, a continuación, fue completada por la Asamblea Nacional, casi enteramente favorable al presidente. Fue un primer fallo muy importante. Habría sido necesario un largo proceso de debate y de elaboración de propuestas para llegar a un número limitado de enmiendas constitucionales, a fin de clarificar al máximo las opciones que se debían adoptar. Chávez quiso quemar etapas. Esto a menudo le sale bien. Estaba convencido de que en el envión de la victoria aplastante lograda en diciembre del año anterior podría lograr un Sí masivo para sus propuestas, dado que había mostrado el juego en la campaña electoral. En efecto, había anunciado que era necesario cambiar la Constitución y en particular introducir en ella el socialismo. En consecuencia, equivocadamente, no trató de construir un consenso en el seno del movimiento chavista sobre los cambios que había que introducir en la Constitución. Esto habría implicado estar preparado para renunciar a ciertas propuestas y a ciertos poderes suplementarios que demandaba. Al contrario, siguió adelante seguro de que lo seguirían. En el curso de la concentración final del 30 de noviembre afirmó: «Votarán Sí aquellos que están con Chávez, los que votarán No están contra Chávez.» Una mayoría de la población considera, sin la menor duda, que él es la persona más indicada para ser presidente, pero esto no implica una adhesión automática a todos los proyectos que emprende. Y la Constitución no es un asunto menor.

La fuerza de la propaganda de la derecha no se debe subestimar como factor que haya reforzado la abstención. Pero esto no es nada nuevo. Los media que apoyan a la derecha utilizaron sistemáticamente la mentira en las campañas precedentes, lo cual no había impedido la victoria de las proposiciones o la candidatura de Chávez.

Entre los factores que han favorecido el fracaso, hay que tener en cuenta, por cierto, la falta de voluntad de una serie significativa de mandatarios chavistas, en particular en el nivel de los estados y de las ciudades. En efecto, la extensión de los poderes presidenciales en términos de reestructuración de entidades político-territoriales era sentida como un peligro por ciertos mandatarios muy apegados a un conjunto de relaciones de poder, incluso de clientelismo, en su región.

En fin, ¿no hay también un descontento en la población que hasta ahora ha apoyado a Chávez ante la distancia entre el discurso y la realidad? En efecto, los problemas no faltan. ¿Cómo es que con unos enormes ingresos petroleros no se llega a garantizar un abastecimiento regular de ciertos productos básicos, como la leche y el azúcar? ¿Por qué la situación de la vivienda no mejora con mayor rapidez? ¿Por qué ciertos responsables chavistas locales parecen estar más preocupados por su futuro personal que por el interés colectivo? Manifiestamente, aquellos que en función de estas frustraciones, del todo justificadas, decidieron no ir a votar consideraron que la nueva Constitución, si se aprobaba, no aportaría necesariamente una respuesta a sus problemas personales y colectivos. Para responder a sus dudas, o a su descontento, no basta con decirles que tendrían que haber votado para tener más poder gracias al reconocimiento del poder popular en la Constitución. Quizás siguieron otro razonamiento: demostrando que no están dispuestos a seguir a los dirigentes chavistas que los convocaban a votar por el Sí para hacerse notar en los escalones superiores, hicieron sonar la campana de alarma. Lanzaron una advertencia al propio Hugo Chávez.

¿Qué ha pasado con el Partido Socialista Unido de Venezuela, creado en el 2007?

Hugo Chávez ha querido convencer a todos los partidos que lo apoyan de que se unieran en una sola formación política, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). La mayor parte de los miembros del Partido Comunista de Venezuela (PCV), de Patria para todos (PPT) y de Podemos no lo aceptó. Esto no fue un obstáculo para que los dos primeros apoyaran con firmeza la campaña por el Sí. En cambio, Podemos se embarcó activamente en la campaña por el No. Militantes de otros partidos se unieron al PSUV. Oficialmente, 6 millones de venezolanos se han adherido al PSUV. Sin embargo, el Sí obtuvo sólo un poco más de 4 millones de votos, algunos de los cuales manifiestamente no provenían de militantes de este partido, puesto que el PCV y el PPT también convocaban a votar por el Sí. ¿Por qué razón 2 millones o más de adherentes del PSUV no votaron por el Sí? Esto demandará un examen muy crítico de la construcción del nuevo partido.

Conclusiones

Las críticas necesarias y justificadas no deben hacer olvidar que la situación socioeconómica de la mayoría de la población ha mejorado gracias a las políticas que se aplican desde hace 10 años. El acceso a la cultura y a la educación también ha experimentado un gran progreso. Los derechos políticos y civiles son plenamente respetados: libertad de expresión, de reunión, de protesta, de participación en unas elecciones libres, de información. Un estudio publicado por la OCDE y reproducido en muchos periódicos, entre ellos el diario español El País, que es notoriamente muy crítico con Chávez, señalaba los muy buenos resultados de Venezuela. En efecto, según un sondeo de opinión realizado en toda Latinoamérica y recogido por la OCDE, el 76 % de los venezolanos interrogados responden que de todos los sistemas políticos, el mejor es la democracia. Muy por delante de los ciudadanos de Chile y de Colombia, de los que sólo un 56 % comparten esta opinión, un 55 % en Perú, un 54 % en México y un 46 % en Brasil. El promedio latinoamericano se sitúa en un 58 %. A la pregunta «¿Tiene usted confianza en la manera como gasta el gobierno sus impuestos?», Venezuela se encuentra a la cabeza de las respuestas afirmativas, con un 38 %, delante del 21 % de los argentinos, el 20 % de los colombianos, el 15 % de los mexicanos, el 12 % de los brasileños y el 10 % de los peruanos.

De todos modos, un matiz: mientras que desde el exterior parece que Venezuela avanza con rapidez hacia una sociedad en la que el sector público tiene un papel cada vez más importante, la realidad es muy diferente. El gran capital financiero privado (nacional o controlado por bancos extranjeros, principalmente españoles) se ha beneficiado hasta ahora de la política del gobierno. Según un reciente estudio de Mark Weisbrot y Luis Sandoval, cuyo contenido es muy favorable al gobierno de Chávez, el sector financiero privado experimentó un crecimiento del 37,9 % en el año 2004, del 34,6 % en el 2005 y del 39,2 % en el 2006, mientras que el sector público (todos los sectores juntos) no tuvo más que un crecimiento del 12,5 % en el 2004, del 4,1 % en el 2005 y del 2,9% en el 2006. El sector manufacturero privado y público tuvo una tasa de crecimiento del 21,4 % en el 2004, del 9,5 % en el 2005 y del 10,4 % en el 2006. La gran banca privada desempeña un papel absolutamente parasitario y rentista, obteniendo sus enormes ganancias de los préstamos que concede a los poderes públicos y a los particulares. En fin, desvía una parte de los ingresos del Estado y de los hogares hacia la acumulación improductiva de beneficios. No acude en ayuda de los productores. Si Venezuela quiere satisfacer las crecientes necesidades sociales de la población, tendrá de poner término al papel parasitario del opulento sistema bancario privado y desarrollar fuentes de financiación alternativas en beneficio de los diversos sectores no capitalistas de la economía: pequeños productores privados, cooperativas, sectores públicos, etc. Es verdad que si las enmiendas a los artículos 112 y 115 se hubieran aprobado habría sido más fácil limitar drásticamente el papel de la gran banca privada. De todos modos, es posible avanzar gracias a la adopción de disposiciones legales que vayan en ese sentido. Por lo demás, habría que tratar de no contraer nuevas deudas públicas, que pueden constituir un enorme lastre para el futuro. El gobierno venezolano es excesivamente laxista en este sentido, y la nueva Constitución propuesta no preveía ningún mecanismo de auditoría de la deuda. Además, el artículo 236 de la Constitución, ya sea de la actual o de la que fue sometida a votación, reserva equivocadamente al jefe de Estado la negociación de empréstitos nacionales, mientras que sería preferible pasar por el poder legislativo para fijar la política de la deuda pública.

Desde fines del año 2004, Chávez ha tenido el mérito de relanzar, en tanto que jefe de Estado, el debate sobre la necesidad de una perspectiva socialista para el siglo XXI. Es hora de dar un contenido preciso a esta perspectiva, a fin de que sean cada vez más los ciudadanos que la admitan como un medio necesario para llegar a la justicia social y al fin de todas las formas de opresión.

El fracaso de la propuesta de Chávez en el referéndum constitucional puede ser convertido en una ocasión para reforzar el proceso revolucionario en curso en Venezuela. En efecto, constituye un poderoso estímulo para corregir los errores y los fallos del régimen chavista. ¿Se aprovechará la ocasión?

Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz

16 de diciembre de 2007

Publicado en : http://puntodevistainternacional.org/

 

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