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Cuadernos PyP 17y18. Evgueni Preobrazhenski. La nueva económica

Número 17 y 18 de la colección ‘Cuadernos de Pasado y Presente’.

Este libro no puede ser aislado del momento en que fue concebido. Pocas oportunidades tuvo el marxismo de brillar tan libremente en el vuelo de la discusión como durante la década del 20 en la Unión Soviética. Alentada primero por la presencia de Lenin, para quien la polémica fue siempre la única alternativa hacia el triunfo de sus puntos de vista, la confrontación de las ideas como práctica diaria no cesó inmediatamente tras su muerte. Por el contrario, su desaparición, al acentuar los conflictos en la dirección del Partido y del Estado, abrió aún más los diques de la discusión. Pasarían algunos años hasta que una fracción, la stalinista, completara el paciente ciclo de control total del aparato del Estado y con él llegara el silencio o la obsecuencia, el corte administrativo, brutal, de toda la confrontación y la prisión o la muerte para los desafectos en el debate.

El libro de Preobrazhenski, que apareció en 1926, se ubica en el filo de esas dos épocas. Poco tiempo después la Oposición de Izquierda, a la que él pertenecía, era expulsada del Partido.

La discusión sobre los caminos de la industrialización de la que este libro es, acaso, su testimonio más acabado, no era una discusión académica, sino que se ligaba estrechamente con los enfrentamientos en la dirección del Partido. Evgeni Preobrazhenski había ingresado a las filas de la socialdemocracia rusa a los 17 años, en 1903, siendo todavía un estudiante y desde ese momento milita en la fracción bolchevique. En los años de la Revolución, Preobrazhenski es uno de los responsables del Partido en los Urales y en agosto de 1917 es electo miembro del Comité Central. En 1920, junto con Krenstinsky y Serebriakov integra el secretariado de dicho Comité. Un año antes había redactado, con Bujarin, uno de los manuales que durante largo tiempo nutrió la educación de los cuadros revolucionarios de todo el mundo: El ABC del Comunismo.

La vinculación con Bujarin -que después sería el principal vocero de la oposición a sus tesis sobre la industrialización- abarcaba por entones algo más que la redacción de un manual. Cuando en la primavera de 1918 la dirección del Partido se divide en torno a los problemas que crea la firma de la paz negociada de Brest-Litovsk, Preobrazhenski y Bujarin integran las filas de los «comunistas de izquierda». Ya en 1920 su nomnbre se vincula con el de Trotski, a quien apoya en la discusión sobre el papel de los sindicatos, y en 1921, durante el Xº Congreso del Partido, deja de ser reelecto como miembro del Comité Central. Bujarin, en cambio, elegirá otro rumbo y en los años siguientes será el principal teórico de la «derecha».

Al iniciarse la década, la URSS vivía los primeros pasos de la reconstrucción económica tras la dura experiencia de la Primera Guerra Mundial primero, y luego del conflicto armado con los blancosd apoyados por las intervenciones militares extranjeras. Entre 1918 y 1921 la economía vive la experiencia del «comunismo del guerra» en la que se mezclaban los sueños igualitarios de los dirigentes bolcheviques y una realidad de privaciones que obligaba, sobre el fondo de un retroceso pavoroso de la producción, a abandonar las formas del intercambio mercantil.

Simultáneamente, las esperanzas en una extensión de la Revolución a los países adelantados de Europa desaparecieron del horizonte. Con ello, una perspectiva teórica para la construcción socialista perdía vigencia: ya no podía ser el proletariado mundial el primer sostén del proletariado ruso en la edificación de la nueva sociedad, sino que la alianza entre obreros y campesinos, que había alcanzado para la toma del poder, debía mantenerse como principal eje del proceso por venir. Para lanzar hacia delante a la economía soviética se necesitaba hacer coincidir al sector industrial nacionalizado con las economías privadas, especialmente campesinas.

Ese es el sentido de la Nueva Política Económica que Lenin lanza en 1921. La NPE significaba, ciertamente, un cambio radical de tendencia, por más que se viese su vigencia como transitoria. En lo económico supuso el abandono de la gestión centralizada, de la política de contribuciones forzosas del campesinado, de la abolición del mercado. En lo político, la consecuencia de los esfuerzos hacia la mayor producción generarán un debilitamiento de los ideales comunistas, de los objetivos de democracia proletaria que aparecían como una llamarada en los textos leninistas de El Estado y la Revolución.

«Lo que la NPE había creado -comenta Carr en The Interregnum– no era la muy exaltada alianza entre el proletariado y el campesinado, sino una arena en la que estos dos elementos centrales de la economía soviética luchaban entre sí en las condiciones fijadas por el mercado».

¿Cómo pasar de esta situación a la construcción socialista? Es este el punto en el que se introduce el discurso de Preobrazhenski.

Desde los inicios de la NPE había señalado sus riesgos, sobre todo el de reforzar el poder de los kulaks en detrimento del campesinado pobre. En la conferencia del Partido que se reúne en 1921, Preobrazhenski desarrolla sus críticas; en marzo de 1922 reclama un mayor desarrollo de los koljoses y preconiza la creación de grandes explotaciones agrícolas dotadas de la técnica más moderna como base de la transformación de una economía campesina en una economía socialista. Sus puntos de vista son rechazados por Lenin: los considera demasiado teóricos en momentos en que el país debe salir, antes que nada, de la miseria.

Preobrazhenski mantiene su polémica; el tema es cómo ir de la NPE al socialismo. Su vinculación con la oposición de izquierda es neta a partir de 1923, en que apoya a Trotski y es uno de los firmantes de la Declaración de los 46, pero la orientación de sus investigaciones es preferentemente económica. En 1924 expone ante la Academia Comunista sobre la ley fundamental de la acumulación socialista; en 1926 publica La Nueva Económica. En este lapso la polémica sobre la NPE y la construcción socialista adquieren sus niveles más elevados: son dos años de incesante tableteo teórico, del que surgirán dos contrincantes centrales, Preobrazhenski y Bujartin, los antiguos aliados de la época de Brest-Litovsk.

El punto final de Preobrazhenski es su teoría acerca de la «acumulación socialista originaria», según una expresión que él no inventa sino que toma del economista soviético Smirnov. Para superar el atraso, la industria estatal socialista debe fundar su acumulación sobre los sectores no industriales y no socialistas. Se trata, claramente, de quebrar un equilibrio -sostenido además sobre bases débiles- entre campesinos y obreros, entre agro e industria, a favor de este último sector. Una vez tomado el poder sobre la alianza obrero-campesina y fracasada la perspectiva de una revolución europea, ¿podía esa misma alianza mantenerse como eje de la construcción socialista?

Cuando la NPE pone al descubierto los desequilibrios de la economía, la posición de izquierda sostiene la necesidad de forzar la marcha hacia la industrialización como única salida. Y los recursos para ese proceso no podían salir principalmente sino del sector agrario: allí deberá encontrarse la fuente de la «acumulación
socialista originaria».

Para Bujarin y para la mayoría del Partido esas tesis significaban un salto en el vacío: la ruptura de las bases del poder soviético. La agricultura debería ir integrándose paulatinamente al socialismo mediante un proceso voluntario de cooperación; la superación de los residuos burgueses y pequeños burgueses debería operarse a través de demostrar la superioridad económica del socialismo. En las condiciones soviéticas, decía Bujarin, el socialismo debería construirse «a paso de caracol»; el temor de una Vandée campesina presidía las conclusiones de la mayoría de la dirección del partido.

Ese temor a la contrarrevolución era, por el contrario, un acicate para Preobrazhenski: «Cada uno de nosotros sabe muy bien -decía en la Academia Comunista- que debemos construir el socialismo, que lo estamos construyendo y que lo construiremos. Deberíamos saber, sin embargo, que no se nos concederá mucho tiempo para construirlo. Deberíamos esperar a una intentona del campesinado rico unido con el capital mundial,k que desencadenará una ofensiva tanto económica como político-militar. Estamos construyendo el socialismo en un instante de respiro entre dos batallas».

Para Preobrazhenski, sin inversiones crecientes en la industria se repetiría eternamente la crisis que aquejaba a la economía soviética y se acrecentaría la acumulación en manos privadas, poniendo en problemas al sistema en su conjunto. Esa era la actitud de la oposición de izquierda que rechazaba toda orientación gradualista al estilo de Bujarin en nombre de resguardar la alianza obrero-campesina.

Pero los planteos de Preobrazhenski son formalmente derrotados: en 1927 es excluido del Partido y deportado al interior de la URSS junto con Trotski y los líderes principales de la oposición.
Stalin no tardará en desembarazarse también de Bujarin y de sus concepciones derechistas: en 1928 la dirección del Partido bajo su dirección encara el «gran viraje» en materia agraria: la colectivización forzada, «la liquidación de los kulaks como clase» mientras se pone en marcha un primer plan quinquenal cuyo acento está en la construcción de la industria pesada. Con métodos burocráticos, sangrientos. Stalin pone en práctica, formalmente, el programa de la oposición.

Para Preobrazhenski estos cambios significaban una victoria de la oposición; es necesario -dice- respaldar a Stalin en su política y reintegrarse al Partido. La oposición, escribe en 1929, está en un impasse porque sus ideas han triunfado.

Trotski rechaza las ideas de Preobrazhenski, pero éste mantiene su posición y negocia con Stalin. El 13 de julio de 1929, acompañado por Radek, Smilga y otros cuatrocientos deportados, suscribe una declaración pública de apoyo incondicional a la política del gobierno.

A partir de ese momento, la vida política de Preobrazhenski entra en un cono de sombra: es un vencido. Se lo autoriza a reingresar al Partido, pero su actividad es restringida a la publicación de algunos trabajos de economía. La reimpresión de sus obras anteriores sigue prohibida. En la tribuna del XVIIº Congreso, en 1934, declara: «Ustedes saben que mis obras teóricas, y entre ellas La Nueva Económica, han servido de armas para la lucha contra el partido. Mi error más importante consistió en comparar de manera mecánica nuestra economía con la capitalista y erigir una ley de la acumulación primitiva socialista (…) Me separé del leninismo y los acontecimientos posteriores han refutado mis afirmaciones. Las previsiones de Lenin, en cambio, entraron triunfalmente en la realidad bajo la dirección de Stalin».

En 1936, Preobrazhenski testimonia contra Zinoviev en los procesos montados contra la vieja guardia leninista. El precio no alcanza: en ese mismo año es expulsado del Partido y encarcelado. Nada se sabrá jamás de su suerte.

La publicación de este trabajo clásico no tiene solo valor histórico, en tanto acerca al lector uno de los textos laves del período de más rica discusión interna en el movimiento socialista revolucionario. Sus reflexiones alcanzan una importancia complementaria en los marcos de la controversia actual acerca del crecimiento económico en los países subdesarrollados, acerca de los métodos de acumulación para pasar de economías agrarias a economías industriales.

No hay duda de que los planteamientos de Preobrazhenski sobre el intercambio desigual están llamados a despertar considerable interés en los países que integran el mundo subdesarrollado, toda vez que esta forma de explotación internacional juega un papel preponderante en el sistema neocolonial».

Cuadernos PyP 17y18. Evgueni Preobrazhenski. La nueva económica (PDF)