Economía

Cuadernos PyP 53. Isaac I. Rubin. Ensayos sobre la teoría marxista del valor

El caso de Rubin y de su escuela, perseguidos y silenciados en los campos de concentración estalinianos bajo la infamante acusación de «idealismo menchevizante», constituye un episodio significativo de la oposición intelectual de los años 20 al naciente «materialismo dialéctico» soviético, aunque haya sido menos conocido que los casos de Lukacs y de Korsch. El nombre de Rubin figura junto a los de Groman, Bazarov, Bujarin, Preobrazhenski en el rico debate económico de los años 20 sobre el problema del desarrollo económico. Más aun, según Rosdolsky, Rubin y su escuela representaron junto a Preobrazhenski el desarrollo metodológico más avanzado de aquel «periodo de oro» de la ciencia económica soviética. Además de los Ensayos que hoy publicamos por primera vez en español, Rubin escribió en 1930, La doctrina marxista de la producción y del consumo, que aún hoy permanece inaccesible a los estudiosos, y que tiene el mérito excepcional en el campo marxista de haber sido la única obra en la que se destaca la gran importancia que tiene el valor de uso en la crítica de Marx a la economía política

Los Ensayos sobre la teoría marxista del valor representan una lectura de El capital centrada en la teoría del fetichismo de las mercancías y en la teoría del valor, en relación con la crítica de la economía política. La teoría del valor de Marx no es una teoría económica valida para todo tipo de sociedad (inclusive la socialista) puesto que refleja las relaciones de producción cosificadas del capitalismo. Las categorías económicas no son entonces abstracciones «inocentes», sino formas materiales en las que se reflejan determinadas relaciones de producción sociales. La teoría del fetichismo no es, por ello, un apéndice secundario de la teoría del valor; representa, por el contrario, la «teoría general de las relaciones de producción en una sociedad capitalista mercantil». La actualidad de esta posición, que concibe a la economía política como ciencia de las relaciones «entre los hombres» en el proceso de producción material, es destacada por Fredy Perlman en su trabajo introductorio al libro de Rubin. La Perlman contrapone esta posición a las concepciones de los modernos apologetas del neocapitalismo (Samuelson), que definen a la economía en forma fetichista como la elección de los recursos materiales disponibles en un ámbito de escasez. Sin embargo, la Perlman tiende finalmente a interpretar esta historia del fetichismo en un sentido genéricamente «humanístico», lo cual termina por no ofrecer una versión adecuada de las perspectivas reales de Rubin.

Se trata por sobre todo de leer históricamente a los Ensayos, en relación con el debate económico de los años veinte. El límite de fondo de aquel debate (en el que «voluntaristas» y «deterministas» se enfrentaron con una riqueza de perspectivas que sólo parcialmente se vio reflejada por la sucesiva conformación de una «izquierda» y de una «derecha») sigue siendo el de haber definido un modelo de «crecimiento» económico basado sobre una industrialización forzada animada por el propósito de lograr la «máxima productividad» en competencia global con el sistema capitalista. En última instancia, derecha e izquierda se montaron sobre esta opción «productivista» y en cierto sentido no eran más que el anverso y el reverso de la misma moneda. Es en relación con esta opción donde la posición de Rubin presenta la mayor originalidad. El rechazo a concebir la economía según el modelo de una simple «ingeniería social» basada sobre considerandos productivistas, constituye una «apertura» que rebasa el marco teórico de con junto. Nos encontramos frente a un «uso» de las temáticas de la cosificación y del fetichismo, en  el campo concreto de las opciones económico-sociales, que tiene un signo distinto de la recuperación «filosófica» de las mismas temáticas debida al marxismo «occidental», y que proyecta una luz nueva sobre las pol6micas de entonces y las de hoy.

En sus Ensayos, Rubin encara también un tema de gran actualidad a partir de las elaboraciones althusserianas: el de la relación entre la concepción de la alienación del joven Marx y la teoría madura del fetichismo. Rubin se opone a una reducción «filosófica» del fetichismo a la alienación, pero también a una separación artificiosa entre el joven y el «viejo» Marx. La discusión encarada por Rubin, aunque en algunas partes se resiente por su esquematismo, y vista desde la perspectiva actual, por su ingenuidad, es sin embargo ampliamente anticipadora y puede quizás ayudar a esclarecer los términos de un debate empantanado en rígidas oposiciones de principio que suprimen directamente el concepto de «alienación» y que tienden a absorberlo en el de fetichismo.

7        El análisis del fetichismo llevado a cabo por Rubin en el terreno concreto de las categorías económicas marxistas, hace emerger la potencialidad crítica de la teoría del fetichismo para la crítica de la economía política burguesa. Estamos aquí frente al problema de una nueva cientificidad, que rompa con las abstractas categorialidades del pensamiento burgués. Distinto, pero a la vez conectado al fetichismo, es el problema de la alienación, que se refiere sobre todo al plano de la praxis, fundadora tanto de las operaciones científicas como de la apariencia social. Aunque Rubin no encara seriamente este segundo problema, contribuye con su análisis a una redefinición del primero. De este modo, el concepto de fetichismo recibe una nueva luz en cuanto categoría crítica y revolucionaria.

PASADO  y  PRESENTE (Advertencia inicial)

 

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