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La revolución rusa – Enrique del Valle Iberlucea

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Este libro contiene la producción política más significativa de Enrique Del Valle Iberlucea durante los años de 1917 a 1921. Artículos periodísticos, discursos y conferencias constituyen el material de este volumen póstumo y, no obstante el carácter fragmentario de esos trabajos, «el libro ofrece unidad y continuidad perfectas, como expresión de un proceso ideológico que conduce al autor desde su oda pindárica a la revolución rusa hasta su desaforo de senador nacional por haber sostenido en un congreso socialista la adhesión del Partido a la Tercera Internacional de Moscú. Este proceso se desarrolla de un modo completo y perfecto, porque termina con el atentado político de que fue víctima Del Valle Iberlucea en el Senado de la Nación, y culmina con su muerte.

EL AUTOR

Enrique del Valle Iberlucea (1877 – 1921) nació en España en abril de 1877. Abogado, periodista y primer senador socialista de América.

Emigró a la Argentina en 1885, radicándose en Rosario en 1886, ciudad a la que estuvo ligado por lazos familiares y amistosos toda la vida. En Rosario no solo completó sus estudios secundarios sino que también comenzó a destacarse por su espíritu combativo e inquieto, ávido de cultura y acción.
En 1894, siendo estudiante del Colegio Nacional, funda el periódico “Fiat Lux” y, en 1895, colaborando activamente con un grupo de emigrados alemanes, funda un centro socialista.
En 1896 se radica en Buenos Aires, donde se doctora en jurisprudencia con diploma de honor en 1901. En 1902 obtiene su carta de ciudadanía y presenta su tesis de doctorado llamada “El procedimiento judicial en el Derecho Internacional”. A poco de obtener su diploma de abogado en Buenos Aires publica un trabajo al que titula “Fundamentos científicos del divorcio” y “Teoría materialista de la Historia”.
Por entonces los problemas relativos a la emancipación de la mujer y la lucha por su igualdad con los hombres, convocan sus mayores esfuerzos. Es así entonces que el Centro Socialista Femenino lo invita a afiliarse al Partido en 1902.
En 1908 fundó junto a la joven Alicia Moreau de Justo la “Revista Socialista Internacional”, que desde 1910 adoptó el nombre de “Humanidad Nueva”. Su marxismo kautskiano, su crítica al revisionismo de Eduard Bernstein, y su denodado énfasis en mantener una estrecha vinculación entre socialismo y filosofía, serán los núcleos ideológicos que plasmará en dichas publicaciones.

En 1913 se convertirá en el primer senador socialista de América,​ derrotando en Capital Federal a los candidatos radicales y conservadores.
La acción parlamentaria de Enrique del Valle Iberlucea fue una mágnifica síntesis de acción revolucionaria, sin mengua de la tarea de esfuerzo político tras reformas parciales que no desdeñó. Entre sus iniciativas deben señalarse las que propiciaban la derogación de las Leyes de Residencia y Defensa Social, ley que se ha usado principalmente para la expulsión de inmigrantes que portaran ideas Anarquistas, Socialistas y Comunistas.
También abogó por la jornada laboral de ocho horas en repetidas oportunidades (1913, 1915 y 1916) y para suprimir en nuestra legislación penal de aquel entonces la pena de muerte en el año 1916.
Sin dudas una de sus principales iniciativas fue la propuesta de modificación de la Constitución Nacional para democratizar el método de elección de los senadores y su composición. El Proyecto de Ley establecía que los Senadores fueran elegidos por el voto popular y que su duración fuera de seis años. Ochenta años después, la Convención Constituyente de Santa Fe tomaría de este la idea del Senador Socialista.
En este sentido Del Valle Iberlucea se inspira y actúa de acuerdo con la doctrina del socialismo, pero sin desprenderse de la militancia, con una vocación marcadamente internacionalista. Luego de 1917, adhiere a la revolución Rusa, actitud que lo separará aún más profundamente no sólo de sus adversarios políticos, sino también de sus amigos partidarios y es esto también en parte, causa de su desafuero.
Si bien había unanimidad, en apoyar la caída de los zares y el establecimiento de un Estado socialista, la gran disidencia se presentaba en torno a si continuar perteneciendo a la II Internacional, o bien sumarse a la III. En la Argentina esta situación fue llevada al Congreso Nacional partidario que se realizo en Bahía Blanca, en enero de 1921, y en la que la posición de adhesión a la III Internacional fue derrotada. En esa oportunidad, Del Valle Iberlucea, se manifestó a favor de la adhesión de esta última.
A raíz del discurso que pronunciara el legislador socialista en Bahía Blanca, se le inicio una causa judicial, y un juez federal de aquella ciudad solicitó su desafuero, la anulación de la carta de ciudadanía de Del Valle Iberlucea y su posterior expulsión del país.
Enrique Del Valle Iberlucea fue condenado por un “delito de opinión”.​ La resolución del Senado –que votó su desafuero- conmovió a la opinión pública; gremios de trabajadores, centros estudiantiles, organizaciones culturales y vecinales repudiaron la resolución, y el Partido Socialista, que había estrechado filas detrás de su primer senador, organizó el 23 de agosto de aquel año de 1921 un multitudinario acto de solidaridad en el Teatro Coliseo de Buenos Aires que colmó su recinto y se extendió a la calle.

Cuando Del Valle Iberlucea realizó una conmovedora defensa de la banca socialista en el recinto del Senado, ya padecía una grave enfermedad que poco tiempo después lo llevaría a la tumba.

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