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Zidane, la copa del mundo y Francia…

Danielle Bleitrach

Ciertamente una Copa del Mundo de fútbol tiene más que ver más con el espectáculo circense y el “ablandamiento” de cerebros, que lo que se podría esperar de un deporte, o sea un crecimiento integral del ser humano. Mientras nos ocupamos de esto, nos olvidamos el resto… Pero el entusiasmo popular puede también a veces reflejar cosas más importantes. Maradona para Argentina, la manera en que el muchacho de los pies de oro supo reflejar, a pesar o debido a sus caídas y recaídas, el corazón de un pueblo humillado y su voluntad de renacimiento… El placer probado ante una hazaña, la vitalidad, la virtuosidad…

Zidane y todo el equipo galo han ofrecido a Francia estos momentos mágicos. Cuba vibra con la pelota pero no conoce el fútbol. Un deporte nacional se aprende desde la infancia y habiendo estado en Cuba en 1998, sé hasta qué punto el fútbol sigue siendo algo extranjero para los cubanos, ellos ignoran hasta qué punto este equipo está técnicamente perfeccionado, cómo cada cual toma su lugar en el momento conveniente, al punto de literalmente paralizar al adversario, como fue el caso con Brasil y su equipo de estrellas individualistas. Zidane es un mago, pero hay otros como el defensa Lilian Thuram, el pequeño Riberi y todos los demás, cada uno sabe actuar en favor de los demás y de todos. Son estas virtudes en las cuales Francia se reconoce. No se puede hacer decir a un deporte más de lo que expresa, pero creo que están ahí también las mejores virtudes de Francia. Francia es un país viejo, los franceses tienen un temperamento anarquista, rebelde a toda autoridad, ellos pueden parecer poco simpáticos porque se quejan siempre, son arrogantes, creídos de ser “la sal de la tierra”, a sus ojos todo los demás pueblos carecen de gusto, de suficiente civilidad. Francia fue y continua siendo una potencia colonizadora, que no solamente expolió al continente africano, sino que se enriqueció del comercio triangular, sigue siendo la única potencia colonial en el Caribe. Cuando se ven ciudades tan bonitas que Burdeos, La Rochelle, Nantes, sus monumentos, sus edificios suntuosos, se puede siempre sentir que las piedras “sudan” la sangre y el sufrimiento de los esclavos. No contenta con explotar, Francia fue incapaz de abrirse a los demás, pretendió imponer a los pueblos colonizados su "civilización", al punto hacer repetir al pequeño congolés en la escuela primaria: "nuestros antepasados los galos eran rubios y de ojos azules"… Nuestro equipo de Francia refleja esta realidad colonial, las transformaciones de nuestro pueblo. En el siglo XIX, los franceses eran rubios y de ojos azules, si creemos las descripciones de Balzac, hoy los Franceses son blacks, blancos y beurs (árabes en jerga), y a algunos esto les cae “gordo”.Le Pen, el líder fascista y racista, y también otros, no dejan de acusar a este equipo, pero los jóvenes de las ciudades que se rebelaron en el otoño pasado porque se intenta mantenerlos en el estatuto de colonizados al que estuvieron sometidos sus padres, gritan "el equipo de Francia somos nosotros, Francia somos nosotros…" Podemos ver en el “caso Zidane” hasta qué punto este equipo es consciente de representar la Francia mestiza, antirracista, anticolonialista, popular… una nación, conscientes de expresar el espíritu al mismo tiempo que la tradición.

Francia es pues arrogante, individualista, Victor Hugo decía: "el francés es un italiano de mal humor." De acuerdo, pero he aquí que Francia tiene una cara contradictoria. Desde el punto de vista de la calidad de sus producciones, ella se encuentra tal como lo describió Marx, en la fase de la manufactura. Él ponía el ejemplo de la fábrica de coches, los franceses, cada cual un excelente artesano, aporta una pieza perfecta y la monta contribuyendo a la obra completa. O también el caso de una compañía de teatro, que es un ejemplo de individualismo a ultranza, diría casi hasta la histeria, en una compañía de teatro hay electricistas, decoradores, vestuaristas, protagonistas, pero cuando todo ellos funcionan bien de conjunto, se produce la magia del espectáculo. El equipo de Francia es heredero de esta tradición francesa, con una técnica impecable, milagrosamente cada artesano contribuye al colectivo. Es algo muy profundo, nuestro campesinado, nuestros artesanos, y también nuestras industrias son herederas de esta tradición, ya se trate de la aeronáutica, la nuclear, o hasta la industria del lujo, hay siempre en cada obrero el gusto de la obra perfecta, la perfección del gesto y el trabajo en equipo, una disciplina colectiva. Si se añade a eso que somos el país del Estado, de la burocracia, con grandes administradores vinculados al servicio público, a la nación, agentes del Estado a quienes nada puede corromper como el inspector Javert de Los Miserables, se puede ver hasta qué punto el neoliberalismo es profundamente extraño a Francia. En 1995, mientras que el mundo entero sufría la ola neoliberal sin moverse, Francia se alzó en un gran movimiento de defensa del servicio público, y nunca ha dejado de rebelarse, multiplicando las prácticas casi insurreccionales, incluida el rechazo a la Constitución Europea mientras que un 90% de las fuerzas políticas y la totalidad de los medios de comunicación ejercían presión en favor del SÍ, ella dijo NO. Marx nos llamaba "esa nación de revoltosos", y veía en Francia, el país de la lucha de clases. Por añadidura los franceses detestan a los Estados Unidos, no soportan que vengan a imponerles métodos de vida, que alguien se crea el amo del mundo. En Francia se puede inclusive maldecir todo lo que se quiera de Cuba, que los franceses tendrán siempre simpatía por este pequeño pueblo que resiste al imperio. Se reconocen los franceses en ellos. Como ha dicho Fidel en su discurso de la Universidad, los franceses son capaces incluso de morir en las trincheras, por razones equivocadas.

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