Entrevista a Joaquín Miras: Las formas de vida como praxis política. A propósito del campesinado y del industrialismo desarrollista
Estimado Joaquín, ¿en contra de lo que se pueda pensar, ha sido el campesinado y no el proletariado el principal protagonista de las revoluciones de los últimos dos siglos?
Creo que allí donde ha habido transformaciones sociales exitosas, que perduraron, éstas no se hicieron sin la participación activa y protagonista –en co protagonismo – del campesinado, que constituía la inmensa mayoría de la sociedad. Hasta donde me permite conocer el saber histórico que domino, la mayoría de las revoluciones sociales no fueron solamente campesinas, pues también los artesanos las gentes de los oficios, los pequeños tenderos fueron un agente activo: buhoneros, talabarteros, barberos, zapateros, afiladores lañadores, trabajadores a domicilio, con su máquina en casa al lado del huerto…. Y también intelectuales pobres. Todos estos otros constituyen un agente activo, por cierto, también muy distinto de la imagen del “proletariado fabril” “homogéneo y disciplinado”, y eran numéricamente minoritarios dentro del bloque revolucionario. Sin la mayoría social no se hubiese podido llevar a cabo ningún proceso real de cambio por parte de las clases subalternas, y el campesinado era la clase subalterna mayoritaria con mucho. Ejemplos exitosos clásicos de cambio impuesto por la participación campesina fueron la Revolución francesa, la rusa, la China, el proceso indochino…
Un ejemplo desgraciado de lo que significaba tratar de ensayar la revolución a espaldas –y a costa y sobre los lomos- del campesinado es la revolución Francesa de 1848. Como bien nos explica el gran teórico de la democracia Arthur Rosenberg, el campesinado había sido esquilmado por el bloque de poder liberal burgués surgido de la contrarrevolución. Sus tierras estaban en manos de los usureros y , al comienzo vieron esperanzados el proceso revolucionario abierto en febrero de 1848 y lo apoyaron. Pero las clases urbanas que acceden al poder provisional en febrero tratan de instaurar una república en la que la única clase que debe pechar con los impuestos es el oprimido campesinado al que no se le libera de las deudas a las que los usureros lo tenían sometido tras años de abandono bajo el régimen liberal. Se contaba con él para que produjese alimentos baratos que compensasen o sostuviesen el poder adquisitivo de los bajos salarios de los obreros. Una vez el campesinado descubre que va a ser el chivo del nuevo régimen, que no va a contar en él para nada, se desactiva políticamente. A partir de ese momento, es cuestión de tiempo que se vaya a por el proletariado organizado, aislado, minoritario. Se le tiende la trampa en julio. Su lucha armada fue muy heroica. Su visión política durante los meses anteriores, muy miope, egoísta: aceptó tácitamente el orden social dibujado por la Segunda República Francesa. Por cierto, y dado que he introducido el nombre del eximio historiador, helenista, marxista Arthur Rosenberg: para Rosenberg, la democracia era el nombre de un movimiento; de un movimiento que trataba de ser mayoritario y constituirse en sujeto o agente capaz de instaurar un régimen, un nuevo orden. Todo movimiento democrático debió contar siempre para serlo con el campesinado, sin el cual nunca llegaría a ser la mayoría. De Rosenberg quiero citar aquí, dos obras: Democracia y socialismo, historia política de los últimos ciento cincuenta años (1789 – 1937) que hoy por hoy solo se puede encontrar en libro de ocasión (Cuadernos de Pasado y Presente, México, 1981, y Editorial Claridad, Buenos Aires 1966) que es su gran síntesis sobre el tema. Y Democracia y lucha de clases en la Antigüedad, Ed El Viejo Topo B. 2006, obra que traduje y prologué
¿Podría explicarnos un poco eso que usted llama “mito industrialista de la clase obrera”?
La mitología industrialista tal como todavía nos intoxica, fue elaborada tras la derrota de la Comuna de París, hecho histórico con el que la tradición de la democracia revolucionaria surgida de la Revolución Francesa, en la que se habían formado Marx y Engels, sufre un golpe que la hace casi desaparecer. Tras la catástrofe –la derrota de la AIT, en primer lugar, la suerte de la Comuna, en segundo lugar- surgen nuevas fuerzas políticas y nuevas ideas, que poco tienen que ver con el pasado. Me refiero a los partidos socialdemócratas, cuyo ejemplo es el alemán. Y a una extraña ideología elaborada en su seno, que se define como marxista y que aprovecha para desarrollarse la muerte de Marx. Es el modelo interpretativo de la historia desarrollado por Kautsky, un alumno y admirador del darwinista alemán extremamente reaccionario Haekel. Sobre la historia de este “extraño” pensamiento se puede consultar la clásica y estupenda Historia del marxismo de Ed Bruguera. B. 1980, en varios tomos, sobre todo los tomos 3 y 4, El marxismo en la época de la segunda internacional l y ll, y actualmente, el excelente libro de Montserrat Galcerán La invención del marxismo, en Ed. IEPALA de Madrid.
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