Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La evolución de las semillas

Gustavo Duch Guillot

La evolución de las semillas

Gustavo Duch Guillot

Cuando hace unos diez mil años las mujeres y hombres se iniciaron en las tareas agrícolas arrancó lo que hoy, con un pelín de arrogancia, conocemos por biotecnología (¿toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos?, según el Convenio sobre Diversidad Biológica de 1992). Ahora que celebramos el 150 aniversario de la publicación de "El Origen de las Especies" de Charles Darwin, propongo hacer una clasificación de las estrategias biotecnológicas en función de su paralelismo o no con el paradigma introducido por él: la diversidad permite a la vida adaptarse y expandirse. Entonces tendríamos dos categorías, las modificaciones biotecnológicas que generan diversidad y las que por el contrario uniformizan.

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Entrevista a Carlos Bravo sobre la central nuclear de Garona

Salvador López Arnal

Entrevista a Carlos Bravo sobre la central nuclear de Garona: “[…] este organismo ha aceptado conceder la prórroga pedida por Nuclenor, a pesar de que la central de Garoña ha incumplido varios de los requisitos que el CSN previamente les había exigido para prorrogarle la licencia: la substitución del cableado eléctrico y solventar los reiterados problemas de la ventilación de emergencia de la contención”

SALVADOR LÓPEZ ARNAL

     Biólogo, nacido en Madrid. Es desde 1991 responsable de la campaña antinuclear del departamento de Cambio Climático y Energía de Greenpeace España. Desde esa fecha hasta 2003 compatibilizó esa posición con la de responsable de la campaña de Desarme, período en la que se trabajó en campañas como la de la prohibición de las minas antipersonales, la campaña contra el secretismo en el comercio de armas o contra la Guerra de Irak..

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Desenterrando al Hombre de Orce

Luis Gibert

Luis Gibert

EN 1976 el doctor José Gibert lideró una expedición paleontológica en la depresión de Guadix-Baza donde localizó uno de los yacimientos más prometedores del Pleistoceno inferior europeo, se llama Venta Micena. En 1983 publicó junto a dos colegas un artículo donde se describía un fragmento de cráneo humano excavado en este lugar, se le asignaba una edad de 1,4 millones de años. El descubrimiento supuso una revolución en el ámbito de la paleoantropología europea. Un año más tarde se desató en la prensa nacional una polémica de dimensiones desconocidas que paralizaría un proyecto de investigación muy prometedor. Aunque finalmente las tesis de Gibert fueron demostradas y aceptadas, no se volvería a excavar en Venta Micena de forma normalizada desde mediados de los años ochenta.

Llegué a Venta Micena con mi padre en 1979 y trabajé junto a él hasta su prematura muerte en 2007. Sé, a ciencia cierta, que la polémica sobre la humanidad del cráneo de Orce (VM-0) fue para él un problema menor, comparado con las dificultades para conseguir permisos de excavación, recursos para investigar o defenderse falsas de acusaciones. El ejemplo de Orce es el reflejo de la falta de madurez del sistema científico español, como mínimo en el ámbito de la paleontología. Dudo que una historia como esta fuese posible en otro país donde las academias son capaces de moderar este tipo de debates.

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Sobre poder atómico, cambio climático, energías limpias y formas de organización ciudadanas. Una entrevista con Manuel Garcia, Jr.

Germán Leyens, Salvador López Arnal

Sobre poder atómico, cambio climático, energías limpias y formas de organanización ciudadanas. Una entrevista con Manuel Garcia, Jr.

“[…] la energía nuclear es apreciada por la mentalidad que ve el taxímetro y la caja registradora como el propósito de la organización de la sociedad. Los peligros, complejidades e ineficiencias que exigen que se aísle y construya grandes instalaciones de generación de energía nuclear, también corresponde a las necesidades del control monopolista, y hace que la nación sea vulnerable al chantaje social mediante la dependencia energética de su gente”.

Germán Leyens y Salvador López Arnal

Mayo 2009.

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Entrevista con Javier Smaldone sobre el señor Bill Gates, la multinacional Microsoft y el movimiento del software libre.

Salvador López Arnal

Salvador López Arnal

Javier Smaldone es un joven programador argentino. Vive, desde su nacimiento hace 34 años, en la ciudad argentina de Río Cuarto, donde se desempeña como programador y consultor informático, especializándose en la implementación de soluciones basadas en programas libres. Uno de sus principales pasatiempos es la difusión del modelo propuesto por el "software libre", en contraposición con el modelo dominante y extendido, basado en la venta de licencias de uso y la restricción al acceso del código fuente de los programas.

En un artículo titulado "¿Microsoft? No, gracias" hablaba usted de los mitos que envuelven la figura de Bill Gates. ¿Nos puede señalar brevemente algunas de las mitificaciones que rodean la figura del fundador de Microsoft?

Existe la creencia popular (reforzada por los medios masivos de comunicación) de que Bill Gates es uno de los principales actores en la evolución de la Informática. Nada más lejos de la verdad: si bien es cierto que la empresa Microsoft ha liderado desde su inicio el mercado de software para computadoras personales, sus aportes técnicos (y, en particular, los de Gates) han sido prácticamente nulos. De hecho, puede argumentarse que dicha empresa ha retrasado la evolución de la Informática en este nivel.

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Una entrevista con Alan Sokal sobre Imposturas intelectuales

Presentación.

Alan Sokal es profesor de Física en la Universidad de Nueva York, investigador en el ámbito de la física de partículas y coautor, juntamente con Jean Bricmont, a su vez profesor de física teórica en la Universidad Católica de Lovaina, de Imposturas intelectuales, libro recientemente editado por Paidós, en castellano, y por Empúries, en catalán.

El nombre de Alan Sokal apareció en primera página de grandes diarios norteamericanos y europeos (New York Times, International Herald Tribune, London Observer, Le Monde) cuando se supo que un artículo suyo publicado en Social Text en 1996 no era ni más menos que una trabajada parodia con carga de profundidad anti-postmoderna, anti-relativista y anti-deconstructivista El libro sobre el que discutimos a lo largo de la conversación fue editado un año más tarde y en él expone y profundiza sus ideas sobre las imposturas y la falta de rigor de algunos intelectuales que, básicamente, son de origen francés, sin que esto tenga interés especial alguno. Como el mismo Sokal afirma en la entrevista, posición que los entrevistadores gozosamente compartimos, las ideas, como los trabajadores, no tienen patria, o mejor, no deberían tenerla, y de hecho muchos de los autores citados en el artículo publicado en Social Text no son franceses, sino norteamericanos. Así pues ver estas críticas como una manifestación de la prepotencia americana o de la animadversión belga hacia la cultura francesa es una auténtica parodia, en este caso absolutamente irrelevante , de lo discutido.

El artículo de Sokal, que no hay duda que va a tener un lugar preponderante en la Biblioteca universal borgiana, lleva por título “Transgredir las fronteras: hacia una hermenéutica transformadora de la gravedad cuántica” (Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity) y recuerda vagamente el trabajo fundacional de 1973 del antropólogo Clifford Geertz, Thick Description: Toward an Interpretative Theory of Culture (Descripción gruesa: hacia una teoría interpretativa de la cultura). Está incluido como apéndice A en el libro (pp. 231-274) y había sido publicado ya en castellano en La balsa de la medusa (num 45-46). Fue tomado originariamente como una defensa del postmodernismo cultural, filosófico, realizada, además, para regocijo de los postmodernistas, por un científico proveniente de la big science. ¡Al fin, los físicos teóricos, los científicos de la naturaleza, se habían dado cuenta de la real marcha de las cosas!

Un mes después de su publicación, el mismo Sokal se encargó de explicar que se trataba de una mera parodia que intentaba mostrar el abuso intencionado del lenguaje científico por parte de algunos intelectuales, filósofos y científicos sociales, y de la vaciedad teórica que se ocultaba detrás de discursos supuestamente profundos por oscuros o, tal vez mejor, oscuros por profundos. Social Text se negó esta vez a publicar este breve artículo (“Transgredir las fronteras: un epílogo”, incluido como apéndice C del libro, pp. 283-294) alegando que no se atenía a sus pautas de calidad intelectual. Apareció, por fin, en otoño de 1996, en Disent 43 (4), pp. 93-99.

Imposturas intelectuales es, en nuestra opinión, un análisis demoledor de lo que el mismo Sokal ha llamado el “raciocinio chapucero” de postmodernistas, constructivistas sociales y relativistas cognitivos, amén de antiguos estructuralistas. Filosóficamente el punto nodal de su trabajo es su crítica a las concepciones que niegan objetividad al conocimiento científico, a las posiciones que sostienen que no existen verdades objetivas ni en ciencias sociales ni en ciencias naturales, y que la validez de cualquier afirmación es relativa al individuo que la elaboró, al grupo social o al género al que pertenece o a la cultura en la que se encuentra inmerso. En todo caso, es bueno recordar que el análisis de Sokal y Bricmont se centra, exclusivamente, en palabras del propio autor, en el ámbito de las ciencias naturales. De ello no debería inferirse la aceptación del relativismo cognitivo en el ámbito de las ciencias sociales. Los autores, simplemente, no se manifiestan sobre este punto. Las implicaciones políticas, para una posición de izquierdas, de la posición epistémica relativista son comentadas por Sokal, con toda claridad, a lo largo de la entrevista

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Diez razones y una arista moral complementaria

Salvador López Arnal

          Para Santiago Alba Rico, Joan Benach, Joan Pallisé, Jorge Riechmann, Joaquim Sempere y Enric Tello, por lo mucho que me enseñaron, por lo mucho que me enseñan.

Palabras de presentación del ensayo Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente. El Viejo Topo, Barcelona, 2008: 6 de mayo de 2008, C.S.I.C-Residencia de Investigadores de Barcelona.

     Bona tarda. Gràcies per la seva presència.

     Empezaré, si me permiten, con un cuento anónimo y finalizaré con un breve texto de Miguel Hernández.

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Resurgimiento y actualidad de lo nuclear

Eduard Rodríguez Farré, Salvador López Arnal

Introducción de Casi todo lo que usted deseaba saber algún día sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente. Libros de El Viejo Topo, Barcelona, 2008.     

La situación parecía estabilizada. A principios de 2006 existían en el mundo 443 reactores nucleares en funcionamiento localizados en 31 países que proporcionaban, aproximadamente, el 16% de la electricidad mundial. Los seis principales países productores -Estados Unidos, Francia, Japón, Alemania, Rusia y Corea del Sur- generaban las tres cuartas partes del total. Francia seguía siendo el país más “nuclearizado”. En torno al 80% de su electricidad tiene ese origen energético. En Lituania alcanzaba el 72%. Sin embargo, Austria, Noruega, Italia, Portugal, Grecia, Polonia, Chipre, Letonia, Irlanda o Dinamarca, por ejemplo, no utilizan centrales nucleares en la generación de la electricidad que consumen, y Alemania y Suecia tienen programas activos de abandono de la energía nuclear. En el conjunto de la Unión europea la energía atómica representa el 6% del consumo final, el 15% del consumo de energía comercial primaria y el 29% de la generación eléctrica[1]. En España este último dato se mueve en torno al 20%.

Según la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), dependencia con sede en Viena de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en ese mismo año 2006 había 23 reactores nucleares en construcción, además de varias decenas de nuevos proyectos y propuestas.

España poseía un total de 10 instalaciones nucleares, entre las que se encontraban la central de José Cabrera, en Zorita (Guadalajara), que cesó su actividad a finales de abril de 2006 a pesar de que sus propietarios habían solicitado prolongar su actividad más allá de su fecha inicial de cierre en 2009, y la central de Vandellós I, en Tarragona, en fase de desmantelamiento. España  cuenta, además, con una fábrica de combustible nuclear en Juzbado (Salamanca) y un centro de almacenamiento de residuos radiactivos de baja y media actividad en El Cabril (Córdoba).

La energía nuclear parece, pues, que vuelve a renacer en Estados Unidos después de haber estado 30 años sin permisos para nuevas instalaciones[2]. De hecho, los poquísimos reactores que han entrado en funcionamiento durante estos años habían sido autorizados antes del accidente de 1979 en la central de la Isla de Tres Millas, cerca de Harrisburg (Pennsylvania). La industria nuclear norteamericana, que ya genera el 20% de la electricidad total del país, ha lanzado un ambicioso y enérgico plan de acción: cinco nuevos reactores funcionando en 2015, una docena en 2020 y ¡medio centenar en 2050!, unos setenta en total, lo que representaría un incremento del 68% respecto a sus 103 reactores actuales[3].

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Golpe de Estado en la Academia

Carlos Fernández Liria

Público – 31/3/2008

Lo que se ha llamado la Convergencia Europea en Educación Superior viene vendiéndose como una radical revolución educativa para poner la Universidad al servicio de las nuevas demandas sociales. En verdad, se trata del equivalente a una reconversión industrial en el mundo académico. Su objetivo es poner la Universidad pública al servicio de las empresas. La receta es extremadamente simple: la financiación pública se subordina a la previa obtención de “fuentes de financiación externa”, es decir, privadas. En la práctica ello significa que, en adelante, toda la geografía del mundo académico (disciplinas, cátedras, departamentos, facultades, planes de estudios, proyectos de investigación, etc.) se ve forzada a amoldarse a los intereses profesionales y las prioridades de investigación empresarial. Se abre así un abismo entre un edificio que se ha levantado sobre sí mismo con la lentitud propia de la Historia de la Ciencia (26 siglos de diálogos, polémicas y esfuerzos incansables de millones de investigadores) y el imprevisible mundo de las demandas empresariales, cada vez más anárquicas y cada vez más dependientes de capitales que se mueven en la Bolsa a la velocidad de la luz. Las universidades públicas tendrían que poder ser financiadas con criterios académicos autónomos, que se conformen a los intereses de la razón y no a los del mercado. En muchas ocasiones hay que garantizar la financiación pública precisamente porque no existe financiación privada. Pero hace ya tiempo (Bolonia 1999, Lisboa 2000, AGCS, Doha 2001, OMC 2005, etc.) que las autoridades europeas decidieron saltar al otro lado del abismo. No es que se pretenda privatizar la Universidad; es mucho más rentable ponerla al servicio de los intereses privados. Al volcar la financiación pública en proyectos académicos que ya gozan de “fuentes externas” de financiación lo que se hace lisa y llanamente es subvencionar con dinero público actividades empresariales privadas (al tiempo que se ahoga la financiación pública de actividades de interés ciudadano que no sean rentables). Al mismo tiempo, las empresas se apropian de un ejército de becarios pagados con los impuestos y que trabajarán para ellas y sus propios intereses mercantiles. En una vuelta de tuerca más de lo que Galbraith llamó “la revolución de los ricos contra los pobres”, las empresas no se conforman con pagar cada vez menos impuestos: ahora quieren también el dinero de los contribuyentes. Y a esto se le ha llamado “poner a la Universidad al servicio de la sociedad”. Para la presentación en sociedad de esta descarnada reconversión mercantil de la Universidad se ha contado con la inestimable ayuda de los pedagogos. Estos eran imprescindibles para disfrazar la mercantilización con los ropajes de una revolución educativa progresista y liberal contra la supuesta rigidez de las estructuras académicas. Lo que necesitaban las empresas era, como siempre, “flexibilidad” y la jerga de los pedagogos era la única que podía teñir esta temible palabra con tintes progresistas e incluso izquierdistas y antiautoritarios. Había que perder el respeto a las rigurosas distinciones del edificio científico y abogar por la “formación continua”, “flexible”, “transversal” y “psicoafectiva” de un profesional todo terreno, capaz de estar en todo momento a la altura y al tanto de las necesidades ingobernables de un mercado laboral cada vez más imprevisible y demente. Para formar este tipo de profesional no hacen falta científicos, sino entrenadores: pedagogos y psicopedagogos capaces de adiestrar personal para la Olimpiada de un mercado laboral vertiginoso. El resultado ha sido una suicida animadversión hacia los contenidos académicos y científicos, que viene a sumarse a la brutal mutilación de contenidos específicos que ya venía exigida por la mercantilización. La reducción de la duración y la profundidad científica de muchas Licenciaturas ha supuesto un verdadero naufragio académico. Para suplir el déficit de especialización, el alumno puede pagarse –si se lo permite su bolsillo– un master de formación avanzada. Ahora bien, es en este punto en el que la maniobra de los pedagogos ha supuesto un verdadero golpe de Estado en las relaciones Academia-Profesión que afecta a todas las carreras de corte teórico (Física, Matemáticas, Filosofía, Historia, etc.) que tienen como salida profesional mayoritaria las enseñanzas medias. Un Anexo a la Orden ECI/3858/2007 (27/12/2007) instituye como requisito para presentarse a las oposiciones para profesor de secundaria haber cursado un Master de Formación del Profesorado (MFP) destinado a formar competencias de psicología, pedagogía, psicopedagogía y didáctica aplicada. Se trata, por supuesto, de ampliar a un año (y a precio de master) el actual “Certificado de Aptitud Pedagógica” (CAP). Este cursillo pedagógico nunca ha sido evaluado objetivamente, pese a que no hay nadie con un mínimo de vergüenza que se atreva a dudar de sus nefastos resultados. Las consecuencias son muy graves para la Universidad y también para la Enseñanza Secundaria y el Bachillerato. La mayor parte de los alumnos universitarios que piensen en su profesión optarán por cursar el MFP y no uno de estudios avanzados en filosofía, lingüística, física o biología. A medio plazo, eso sentencia de muerte los master de casi todas las facultades teóricas y clásicas. Pero lo peor es el perfil del profesor de secundaria al que se aspira. No ya un profesor que sepa filosofía, física o gramática, sino un asesor psicopedagógico de un material humano al que, en realidad, ya se da por perdido: el alumnado en general de toda la enseñanza pública. Pero esto no es una solución sino un agravamiento de un problema cuyas raíces son de carácter social, económico y político, no académicas. En respuesta al MFP, algunas Juntas de Facultad han comenzado a firmar un manifiesto acordado en la Facultad de Filosofía de la UCM (La Profesión de Profesor, http://fs-morente.filos.ucm.es/). Sus argumentos son muy moderados, pero merecen escucharse. Carlos Fernández Liria es profesor titular de Filosofía en la Universidad Complutense de Madrid.

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