Qué podemos aprender de la Historia
Benjamin Farrington
Nota introductoria
Publicamos el siguiente texto del historiador marxista Benjamin Farrington (1891-1974), inédito en lengua castellana hasta este momento y de acceso difícil incluso en su lengua original. El texto, un artículo publicado en 1947, formó parte de un conjunto más amplio en forma de folleto cuyo título, “La respuesta comunista al desafío de nuestro tiempo”, permite conocer su objetivo principal: participar del debate público en torno a las problemáticas sociales existentes entonces para encaminarlo hacia una práctica y una visión crítica comunistas.
La importancia del autor, así como el interés que desde un punto de vista de izquierdas sigue despertando en nuestro tiempo el texto –una defensa apasionada de la militancia por la libertad individual y colectiva y del marxismo como un proyecto abierto–, nos llevan a publicar hoy este artículo. Sin embargo, hay elementos en él que responden solo a su contexto, y que en la actualidad parecen inasumibles para un proyecto emancipador. Es el caso, por ejemplo, de su posición sobre Sudáfrica.
Farrington, que vivió y trabajó en este país durante más de una década (1920-1935), fue variando su perspectiva sobre la problemática racial existente: si en su llegada mantuvo una patente falta de sensibilidad hacia las opresiones de las mayorías indígenas, con el tiempo se comprometió contra la segregación y el expolio colonialistas[1]. Sin embargo, en un texto de 1947 como el que publicamos todavía vemos un evidente prejuicio civilizador, que compartió por otro lado gran parte de la izquierda blanca durante la primera mitad del siglo XX.
Elementos como este, que no queremos ocultar, pensamos que no deben tampoco condenar el resto a la oscuridad, y que pueden servir, en todo caso, para el estudio de la Historia de la izquierda a quien desee investigarla. Estamos convencidos de que tal forma de obrar por nuestra parte, a la vez respetuosa y crítica, se adaptaría a la voluntad y pensamiento del propio autor, así como al espíritu del texto y a su título: “¿Qué podemos aprender de la Historia?”.
Espaimarx
¿Qué podemos aprender de la Historia?[2]
Benjamin Farrington
Recuerdo vívidamente un incidente que ocurrió en Swansea hará unos nueve años, durante la Guerra Civil Española. En ese tiempo yo era un miembro bastante nuevo del Partido Comunista, y todas las experiencias que me revelaban más claramente el carácter del cuerpo con el que me había comprometido eran significativas para mí. En esta ocasión se me informó de que un miembro de la Brigada Internacional, acabado de volver de la lucha en España, se dirigiría sin dilación a todos cuantos pudieran reunirse. Nos reunimos en una sala comedor: unas doce o quince personas, afrontando con gran expectación una plataforma engalanada con decoración estridente. Salió por allí un hombre desconocido para mí, un joven gigante bastante vergonzoso, cuya cabeza, en lugar de aparecer bajo el nivel de las decoraciones colgantes, destacaba bien por encima de ellas. Se produjo una cierta cantidad de risa mientras las guirnaldas de banderas se retiraban para dar espacio a nuestro gigante para empezar a hablar.
Era Peter Kerrigan. Había venido directamente desde el frente en España, y empezó su discurso a esta pequeña audiencia dando cuenta de la batalla todavía en progreso. Intercaló esta cuenta dramática con un esbozo de historia del mundo contemporáneo: un análisis del fascismo, con una comprensión adecuada de los roles jugados por Hitler y Mussolini, un resumen de la posición de nuestro propio país con su política de “no intervención”, y la significación del régimen soviético, y qué podía esperarse que la Unión Soviética hiciera en la lucha en España. Fue una experiencia extraordinaria para mí tener los detalles de esta batalla presente expuestos por un hombre que era consciente en cada momento de que la parte que él mismo jugó en tal batalla estaba dictada por la situación del mundo y el futuro que debía aparecer de ella. Fue remarcable, porque fue un ejemplo práctico de lo que yo podía esperar encontrar en el comunismo: la combinación de teoría y práctica. Me reveló un nuevo y más limpio sentido de la moralidad.
Recuerdo el inicio de la I Guerra Mundial. Estaba en la universidad, y por razones físicas exento del servicio militar. El problema de la participación en la guerra activa no era para mí uno agudamente personal, pero recuerdo el examen de conciencia que siguió a mi alrededor en este momento: la guerra era una nueva experiencia entonces, y la crisis de conciencia era aguda. Muchos recursos fueron probados por turno; el último fue consultar al clero (cuyas respuestas y consejo no eran profundamente impresionantes). Sin pretender desdeñar, tengo que decir que el consejo dado, ‘No puedes oponerte a los decretos de tu propio gobierno’, fue insatisfactorio -especialmente en vista del hecho de que ningún clérigo trató de diferenciar entre gobierno y gobierno. Cuando escuché a Peter Kerrigan en Swansea, sentí una consciencia en acto completamente diferente. Aquí estaba el juicio histórico de los roles que las guerras juegan en la Historia; un análisis de nuestra expectativa de guerra en nuestra generación; un criterio por el cual podíamos juzgar si resistir o tomar partido en la guerra -un juicio basado en un amplio conocimiento y comprensión de la teoría, un reconocimiento de que las guerras pueden ser tanto reaccionarias como progresivas y una aceptación de la obligación de luchar en una guerra progresiva.
El Comunismo – La culminación de la moralidad
Comienzo con una nota para aclarar que el Partido Comunista y la filosofía Marxista en general no son algo que sea indiferente a la moralidad, sino que son la culminación y realización de la moralidad. No estamos tratando de eludir la responsabilidad moral, sino asumiendo estas responsabilidades hasta ahora entendidas o aceptadas. Si uno mira sobre el mundo hoy y pregunta, ‘¿Dónde está la autoridad moral para guiarme en esta o esta otra situación?’ creo que uno puede responder que donde esté un Partido Comunista y donde esté una guía Marxista, allí está un principio moral claro para guiar nuestras acciones en los tiempos violentos en los que vivimos.
Dejadme declarar con osadía que el Marxismo es el supremo defensor de los valores morales revelados en la Historia, y que si yo conociera cualquier otra fuente donde tales valores morales fueran defendidos tan adecuadamente, le debería igual lealtad. Nadie debe sentir que al unirse y trabajar para el Partido Comunista está uniéndose a las filas de los cínicos; somos un partido donde aquellos que sienten la necesidad de luchar por lo justo pueden sentirse en casa.
Yo he pasado algún tiempo en Sudáfrica, y sé algo sobre las condiciones sudafricanas. En ese país hay la pesada responsabilidad sobre dos millones de blancos (si tan solo la reconocieran y asumieran) de avanzar nueve millones de personas bantúes atrasadas. La tierra está en las manos de dos millones de personas blancas, y ellas manejan su responsabilidad para con sus habitantes de color simplemente manteniendo todo control físico posible sobre sus cuerpos y entregando sus mentes maleables a los misioneros. No objetan que un hombre negro se vuelva hacia la Iglesia (incluso que se convierta en clérigo) pero ponen cada obstáculo que conocen en el camino de convertirse en doctor o ingeniero.
Considerad lo que se ha hecho en la Unión Soviética. Allí tenían a la gente tan atrasada y difícil como los bantúes sudafricanos, y comprendiendo el concepto materialista de la historia supieron que no habría probable progreso moral para esa gente excepto en un arco material mejorado. En lugar, por lo tanto, de confiscar la valiosa tierra de las tribus Kazakas y Tadjik, establecieron a esa gente firmemente sobre su propia tierra, y los confirmaron en posesión de ella -acción materialista número uno. Luego comenzaron con instrucción en técnica moderna. Pronto les hicieron maestros de la mayoría de los desarrollos técnicos modernos, y tan pronto como fue posible de la ciencia moderna -acción materialista número dos. A partir de la base de la posesión de la tierra y de las materias primas, más del conocimiento técnico moderno, se pone un fundamento, sobre el cual tales gentes atrasadas pueden empezar a construir el logro mental de nuestra civilización. Tal es la perspectiva marxista sobre un problema de este tipo.
En cualquier caso, en nuestro mundo presente, uno encuentra diseminada publicidad dada a cualquiera que busque condenar los objetivos de la URSS como siendo ‘…puramente materialistas y no espirituales’. Cuando uno pide un ejemplo en el mundo Occidental de un líder espiritual, puede ser mencionado Field-Marshal Smuts[3].
Recordad que los marxistas no critican, en ningún sentido, la moralidad como tal. Lo que nosotros criticamos es la moralidad divorciada de la realidad y de la Historia. El Marxismo es el primer movimiento organizado en la historia que lucha conscientemente por la realización más completa posible del bien inherente en las condiciones concretas actuales de la vida contemporánea. Esto tiene una relevancia especial en nuestra concepción de la historia. Los Marxistas afirman que el estudio de la historia es una ciencia, no todavía una ciencia completa, pero son conocidos ya suficientes principios de aproximación a la historia como para merecer ser reconocida como una ciencia. Muchos historiadores no-Marxistas reconocen esto. Los Marxistas difieren de los historiadores ortodoxos solo en su demanda de que el cuerpo creciente de conocimiento científicamente recogido derivado del nuevo estudio de la historia debe ser utilizado y compartido a través de su aplicación.
Ciencia y moralidad
Toda ciencia carga con ella una extensión del dominio de obligación moral. Donde no hay conocimiento, la obligación moral no puede existir. Cuando una acción es realizada sin conocimiento de las consecuencias, no puede ser condenada como una acción inmoral. Solo cuando las consecuencias son plenamente conocidas puede ser descrita como inmoral una acción. Por lo tanto, el dominio de acción moral es enormemente extendido por la ciencia, y el concepto materialista de la historia extiende la concepción de la ciencia a la esfera del desarrollo de la sociedad humana. Si los principios ahí establecidos son tratados seriamente, la conciencia misma de los principios implicados comporta con ella una enorme extensión del campo de la obligación moral. Las acciones se vuelven justas para el Marxista si él se prepara para actuar en concordancia con la luz de su conocimiento, e injustas si opera en contra de ella. En este sentido afirmo que en el campo de la obligación moral se ha producido una mayor aceptación y extensión de la responsabilidad durante el desarrollo del concepto materialista, en los últimos cien años, que en cualquier otro momento en la historia del hombre. Hago esta afirmación deliberadamente, sabiendo que muchas personas hacen su ataque al marxismo causa de que “…es una mentira moral”. Su historia es, que creyendo en alguna doctrina de fuerzas impersonales trabajando siempre más allá de nuestro control, el Marxismo provee una coartada para la consciencia, y al atraer y concentrar atención sobre la economía en su sentido más estrecho, siempre apela a los más bajos instintos de la humanidad. ¡Sabemos cuán persuasivas pueden ser tales voces!
Son populares en este país los libros de un miembro de la Iglesia Ortodoxa Rusa, quien en sus días de juventud era cercano al Marxismo en Rusia y es ahora uno de sus críticos severos, manteniendo como hace su adhesión a la forma Ortodoxa del Cristianismo. Berdyaev[4] no es una figura negligible, no obstante hable de Lenin como si este estuviera en un plano de moralidad incomparablemente más bajo que él mismo. Si uno lee comparativamente las obras de Lenin y las de Berdyaev, no puede ni por un momento aceptar esto. La diferencia fundamental es una moral: Lenin aceptó responsabilidades y sintió obligaciones que Berdyaev se negó a aceptar. Berdyaev difiere de los Marxistas en el restringido alcance de su conciencia moral, y en una filosofía que le alienta en la inactividad.
Lo que los Marxistas tienen que decir sobre la historia no es peculiar a ellos. Mucho de ello es compartido ahora en todos los sitios por historiadores progresistas. Es ahora conocimiento común. Donde los marxistas difieren es que ellos sacan lecciones de la historia que proceden a traducirse en acción. Todas las otras diferencias se resuelven en este problema: ¿significa la historia para ti meramente una forma de conocimiento, o es una guía para la acción? Los hechos son los mismos en cada caso, pero las dos actitudes hacia los hechos son fundamentalmente distintas.
Todos los historiadores saben que la civilización es un logro relativamente reciente; está aceptado que tiene unos cinco o seis mil años de edad. Antes de eso hubo un periodo de prehistoria que puede haber durado dos, tres, cuatro o cinco centenares de miles de años.
El hombre – Un ser social
Pero hay una cosa sobre la que los Marxistas insistirían, y aquí comienzan a diferir de otros historiadores. Ellos insistirían en que el hombre es un ser social. No tenemos conocimiento del hombre como un individuo auto-subsistente. Si el hombre tiene un registro de quinientos mil años, luego ese hombre estaba ya en control del fuego, capacidad de habla, y el ser humano nació en una cierta forma de sociedad. Este es un punto fundamental, y uno a partir del cual brota nuestra moralidad característica. No tenemos conocimiento del hombre excepto como miembro de la sociedad. Si consideráis esto por un momento deberéis acordar que es así. Si y cuando alguien pueda probar que el hombre fue una vez un individuo autosuficiente, entonces tendremos que corregir nuestro punto de vista.
En esta materia del problema de la individualidad, tenemos una queja perenne de que el Marxismo aplasta la individualidad. Mientras hemos conocido el hombre, este no ha tenido absolutamente ninguna oportunidad de desarrollar individualidad excepto dentro de la sociedad. Los Marxistas han escrito con extrema sutileza y penetración sobre este punto, y han dicho siempre que es imposible para el individuo sacarse completamente de la sociedad; su estado moral siempre refleja el nivel general de desarrollo. Por lo tanto, debéis luchar por el desarrollo social desde la misma naturaleza del ser social del hombre. Aceptando este punto de que el hombre siempre ha existido en sociedad, ¿qué es lo que los Marxistas enseñan sobre su sociedad que es diferente y que siempre es atacado por otra gente? La gente dice que enseñamos que el factor económico en nuestras vidas es el predominante y el único que importa realmente. El simple hecho es que nos negamos a separar la economía del resto de la vida. Puede ser abstraída por propósitos de estudio, pero de hecho es inseparable porque la vida de la sociedad y la economía no pueden ser separadas.
¿Qué significa “economía”? Simplemente esto, que la sociedad no puede mantenerse a sí misma con vida sin ciertos prerrequisitos materiales, y que todo el proceso por el cual estos prerrequisitos son proporcionados es la base económica de la sociedad. Esto, instan los Marxistas, es fundamental; no podemos escapar de ello.
Ahora esto, de nuevo, tiene una relevancia en el carácter moral del hombre. Los Marxistas sostienen que cada nivel que el hombre ha alcanzado en los medios técnicos de obtener su vida a partir de la naturaleza exterior necesariamente implica una nueva forma de organización social. Nunca separamos los dos. Las herramientas usadas, las técnicas empleadas, deben siempre ser estudiadas, junto con la manera en que la sociedad ha sido organizada para habilitar estas técnicas a ser empleadas. Los Marxistas nunca estudian meramente técnicas sino que siempre preguntan, ¿cuál fue el efecto sobre la sociedad del desarrollo de estas técnicas? ¿Cómo fue cambiada la sociedad para permitir que estas técnicas fueran empleadas? Ahí tenéis al hombre como un ser pensante, un ser planificador, un animal político así como un animal económico. Recordad, pues, que debemos mantener la economía y la política juntas y debemos reconocer que desde el principio de la sociedad el hombre ha sido políticamente activo a la hora de resolver los problemas de organización social que lo sitúan por su grado de control sobre la naturaleza.
Origen y carácter del Estado
Los marxistas enseñan que cuando el progreso empieza a ser hecho en el ataque técnico a la naturaleza, el efecto inevitable sobre la sociedad es su división en clases. Esto es algo por lo que el Marxista puede citar evidencia. No lo impone sobre la historia –lo cosecha a partir de un estudio minucioso de la historia. El Marxismo enseña que cuando buscamos el origen del Estado lo encontramos en la división de la sociedad en clases, y que, en efecto, el Estado es el instrumento de la clase dominante en la sociedad.
Esta es la enseñanza Marxista, pero muchos errores han surgido por pensar que este es el final de la enseñanza Marxista. Cuando estudiamos los artículos que Marx escribió sobre la India encontramos una descripción de la sociedad Asiática que depende sobre el control por parte del gobierno de grandes obras de ingeniería e irrigación, y cómo deja claro que la función de gobierno era la organización de la vida económica –no simplemente la dominación de la clase dominante, sino la necesaria organización de las condiciones bajo las cuales la producción podía tener lugar en esta sociedad. Si leéis a Plekhanov sobre la Concepción Materialista de la Historia (y recordaréis que Lenin, a pesar de que discutió con Plekhanov cuando Plekhanov se probó incapaz de liderazgo, dijo que los camaradas deberían no solo leer a Plekhanov, sino estudiarlo, e hizo una pausa y dijo, “me refiero a estudiar, y no puedes ser un Marxista completo hasta que lo hayas hecho,”[5] Plekhanov, criticando a Labriola, subraya precisamente el punto de que el Estado tiene también esta función económica.
Ahora, como parte de la teoría Marxista del Estado, debemos examinar la ley, la política y la religión. ¿Qué enseñan los Marxistas sobre estas cuestiones? Se niegan a separar la historia de una materia como la ley; dicen que en cada sociedad, una vez las divisiones de clase han sido establecidas los intereses son creados: intereses que reflejan las divisiones de la sociedad, intereses que precisan ser protegidos. La ley es simplemente una institución ideada para la protección de intereses creados por las divisiones variables de la propiedad en este Estado, de vez en cuando, y es imposible estudiar la ley sin saber esto.
Origen y rol de las ideas
De forma parecida cuando llegamos a la religión y la filosofía no podemos esperar entenderlas sin estudiarlas como una parte integral de la sociedad en la que fueron creadas. Reflejan el mundo real en el que vive el hombre; reflejan su ser social. Hay mucho aquí que los Marxistas comparten con otros pensadores. Ofrezco una cita de Vidal de la Blache, que es considerado como el fundador de la escuela moderna Francesa de geografía: hablando de un tiempo en la historia de China, cuando los grandes trabajos de irrigación, que son la base de la vida material de la gente que habita esa tierra, empezaron a ser hechos por primera vez, describe cómo dominaron la técnica y empezaron a aplicarla. Luego nos explica que tanto la religión como el Estado fueron afectados por la situación. Aquí de nuevo hay una condición económica y una reacción humana a una condición económica:
“En las regiones donde los depósitos aluviales de los dos grandes ríos se mezclan la lucha con la naturaleza es más intensa. Solía ser solo un laberinto de marismas y agua estancada entre los cuales los ríos sujetos a grandes inundaciones serpenteaban alrededor… La lucha contra tal enemigo significa cooperación.
“La Religión y el Estado saben ambos cómo tratar con la situación. La era de grandes empresas cooperativas empezaron en China en 486 a. C. con la excavación de la primera sección del Gran Canal… Fue el tiempo en que un plan integral tomó el lugar de empresas privadas y locales. La cuestión de la población, que en esta carrera de pequeños agricultores era ya una responsabilidad familiar, se volvió en adelante en un asunto de Estado. En China, como en India, la necesidad económica se transmutó en preceptos religiosos y dio lugar al culto de los antepasados. En el código Chino, como en la doctrina Brahmana, el matrimonio y la procreación de numerosa progenie, son un deber sagrado que asegura un interés político más extenso… Hay premios por los niños y castigos por el celibato… Donde sea que los Chinos se congreguen, para trabajar en campos de arroz, para transportar barcos, in suburbios sin fin, o en enjambres en las calles de la ciudad, uno tiene la impresión que la reserva humana se desparrama.”[6]
Doy simplemente este ejemplo de un escritor que no tiene una etiqueta Marxista, de la relación entre el Estado y la religión y la necesidad económica al mismo tiempo. Si tal cosa ocurriera en un escritor Marxista sería impugnada como una blasfemia, o peor.
El ataque de los Marxistas a la religión como opio del pueblo también es malentendido. Marx tenía toda la razón en ver la religión como algo a menudo ideado y utilizado en un sentido reaccionario. Pero cuando hablaba de la religión como el opio del pueblo quería decir algo más sutil de lo que la gente piensa. El opio no es algo administrado por otra persona, sino algo que la gente anhela y toma por sí misma –si se lo puede permitir. Pero la religión es más barata que el opio. Marx estaba pensando en los millones de ignorantes y hambrientos que abrazaban alguna ilusión a su corazón que no podría sobrevivir a la educación y estándares de vida modernos. Sus palabras ásperas tienen su lado tierno.
Un estudiante de Marx estará lejos de encontrar, en lo que respecta a la revolución industrial, que Marx estuvo solo preocupado por las máquinas. Encontrará que Marx está más preocupado que cualquier otro escritor con el efecto de las máquinas sobre los hombres que tienen que operar con ellas. Marx toma en consideración el efecto sobre el individuo y en la sociedad de estos grandes cambios. Cualquiera que ha estudiado el primer volumen del Capital sabrá de la íntima conexión que Marx ve entre la época industrial temprana y la vida interior de la gente afectada.
Psicología social
Marx dijo que la historia de las fuerzas productivas que el hombre ha controlado en todas sus diversas etapas puede ser determinada y escrita con la certeza de una ciencia natural. Pero la conexión entre superestructura ideológica i base económica es difícil de trazar. Pienso que los Marxistas mismos han errado a veces al pensar que esto puede ser hecho fácilmente. Es una ciencia excesivamente difícil y ocupará a la humanidad durante muchas generaciones. No hay transición directa entre la técnica de producción y la vida mental del hombre; Toda la cosa está mediada por las formas de sociedad creadas sobre la base de técnicas. No sintáis, cuando adoptéis la teoría Marxista, que todas estas cuestiones están cerradas y que no hay nada más que decir al respecto. El Marxismo abre puertas; no las cierra. Muestra las posibilidades de avance, y da forma a una aproximación científica a muchas cuestiones que previamente eran de difícil acceso.
Ahora, una palabra o dos sobre uno o dos cuyas voces, dirigidas contra el Marxismo, son quizás todavía poderosas. Primero, Benedetto Croce, que es tan viejo como Bernard Shaw. Hace cincuenta años Croce era Marxista; en esos días dijo:
“Un hombre que vuelve al estudio de la historia después de familiarizarse con las teorías de Marx y Engels se encuentra en la misma situación que un hombre miope al que se le han dado un par de gafas. El mundo entero a la vez asume un nuevo aspecto; muchas cosas que antes aparecieron tan misteriosas como sombras ahora aparecen como formas claramente definidas.”
Es un buen tributo, y en esa fecha (en los 1890s) Croce enumeró cuatro de las principales doctrinas de Marx que, creo, vale la pena recordar en sus palabras. Él llama estos los “descubrimientos genuinos que nos permiten comprender la vida y la historia.” Primero: “Todas las partes de la vida son mutuamente dependientes una sobre la otra, y todas tienen su origen en el subsuelo económico [economic sub-soil].” Segundo: “La naturaleza real del Estado considerado en su desarrollo histórico, es que es una institución para la defensa de la clase dominante en la sociedad.” Tercero: Históricamente las opiniones religiosas, legales, políticas, filosóficas que prevalecen de tanto en tanto en la sociedad dependen de intereses de clase y representan las ideas de la clase dominante.” Cuarto: “Hablando en general, los grandes periodos históricos se corresponden con grandes periodos económicos –y a pesar de que ideologías políticas, legales y demás pueden influir en la economía, en último análisis son las condiciones económicas las que son decisivas.”[7]
Esa es una presentación justa y da una línea de guía a la interpretación Marxista de la historia.
En el momento presente Croce siempre aboga por esa particular doctrina de la libertad que parece estar conectada de alguna forma con la Teoría de la Empresa Privada en Industria. Él considera esta doctrina de la libertad como la cosa más importante, y se enoja muchísimo si los Marxistas afirman defender la libertad. Él quiere el monopolio de ella; es su empresa privada. Por mi parte, no puedo encontrar que Croce esté haciendo nada para defender la libertad comparable a lo que los Marxistas están haciendo. Si estudiamos qué fue hecho por Lenin para los 200 millones de la URSS, y lo comparamos con lo que Croce hace ahora, ¿podemos vacilar en nuestro juicio? Hay muchos hombres jóvenes atraídos por Croce. Causa sensación; una especie de Carlyle de nuestros días, pero cuando tratan de descubrir de él “¿Qué deberíamos hacer?” –entonces no hay respuesta. Quiero decir que este es el fracaso de los Liberales en todas partes. Buenas frases, pero sin respuestas a los problemas concretos, urgentes. No el Marxismo, sino el Liberalismo provee la coartada para la conciencia.
Hay una frase moderna para un gran hombre –que está 100 o 150 años por delante de su tiempo– o si es un hombre realmente grande –200 años por delante. Bueno, para un Marxista un hombre 200 años por delante no es bueno en absoluto. En este, como en otros aspectos, los Marxistas han alterado la concepción del gran hombre. Un gran hombre es un hombre que se encuentra en medio de la lucha y es capaz, a partir de un conocimiento teórico completo, de responder tales cuestiones como nos permita actuar ahora. Ahí es donde un hombre como Lenin ganó su posición única en la historia humana.
Otro hombre al que merece la pena atender es Collingwood. Una buena mente, estimulante y de estudio provechoso. Es una pena que muriera tan joven. Collingwood tuvo una cierta queja sobre el marxismo que vale la pena examinar y corregir. Nos dice que “Marx, como Hegel, insistió que la historia humana no es un número de historias paralelas, económicas, políticas, artísticas, religiosas, y así, sino una sola historia. Pero, como Hegel de nuevo, concibió esta unidad, no como una unidad orgánica en la cual cada hilo del proceso de desarrollo preservó su continuidad, así como su conexión íntima con los otros, sino como una unidad en la que hubo solo un hilo continuo (en Hegel el hilo de la historia política, en Marx, de la historia económica), los otros factores no teniendo continuidad por sí mismos, sino siendo, para Marx, en cada punto de su desarrollo meros reflejos del hecho económico básico. Esto comprometió a Marx a la paradoja de que si cierta persona mantenía, por ejemplo, ciertas visiones filosóficas, no tenía razones filosóficas para mantenerlas, sino solo razones económicas.”[8]
Comunismo –Culminación del pensamiento avanzado
Pensar que esta es enseñanza Marxista es fantásticamente falso, ¡pero es una de las razones por la que mucha gente que podría ser comunista no lo es! Los comunistas luchan por la tradición de la cultura. Ellos, de todas las personas, luchan por esto. Cuando Lenin preguntó, “¿qué es la enseñanza Marxista?” dijo, “es la culminación del mejor pensamiento de las tres naciones más avanzadas de Occidente –la filosofía clásica alemana, la economía política Inglesa y la Revolución Francesa. Es el resultado de una larga tradición intelectual y no puede ser completamente aprehendida sin comprender esta tradición.”[9]
Todos sabemos que el Marxismo es y aspira a ser el líder de movimientos de masa. Sabemos que los movimientos de masa son producidos por las condiciones de su tiempo; si no hubiera nada de malo no habría movimiento de masas. Pero sabemos también que la teoría Marxista para la guía de tales movimientos no puede ser creada espontáneamente del movimiento. La visión Marxista de la historia es el producto del desarrollo científico de toda la civilización. Es extremadamente difícil de entender plenamente, y no se desarrollará de cualquier sindicato envuelto en una huelga. Esa es la base fundamental del oportunismo. En cada generación los Marxistas deben ser estudiantes de todo el desarrollo de la civilización. Nada menos que la más alta cultura es de algún uso como medio de emancipar a los trabajadores en su lucha en el presente. Es la unión entre la intelectualidad y el movimiento de trabajadores que crea el valor. La teoría Marxista es algo que debe ser protegido y luchado. Deberíamos recordar con gratitud qué servicio absolutamente fundamental nos ha rendido a nosotros y a este país un editor como Lawrence and Whishart. ¿Qué guía y comprensión habría si los clásicos Marxistas no se hubieran producido y editado de forma práctica, tal y como lo han hecho ellos? Deberíamos reconocer que esto es un servicio público de tipo fundamental. El conocimiento de qué es el mundo moderno es como si estuviera cerrado para aquellos que cierran sus mentes al Marxismo. El movimiento Marxista ha hecho un servicio fundamental al publicar los clásicos y editar tantas mensualidades y semanarios como sea posible para transmitir la comprensión de este movimiento.
Quiero concluir brevemente con otro punto práctico. Quiero alentar a todos los que quieran unirse al Partido a unirse. La condición de ser un miembro exitoso del Partido no es querer algo del Partido, sino darse cuenta de que el Partido es el único instrumento que te permite cumplir un cierto amplio propósito para la humanidad. ¿Cuál es ese propósito? Romper el poder político del dinero y liberar a la humanidad en todas partes. El Partido es el instrumento a través del cual podéis conseguir el propósito de ayudar a progresar hacia adelante. Si eso es lo que queréis, espero que os unáis.
La habilidad del hombre de controlar su destino
Hay grandes crisis frente a nosotros y es indudable que el estudio de la historia, como lo hacen los Marxistas, nos da un destello de la confianza creciente de la humanidad en su propia habilidad para controlar su destino. La mayoría del cambio histórico en el pasado ha sido realizado ciegamente. Ahora comienza a ser posible planear y apuntar resultados definidos –y vemos el logro que la URSS ha sido capaz de hacer. No confundáis la planificación con el sacrificio de vuestra libertad intelectual. Lenin mismo nos dice de la teoría Marxista, “De ninguna manera consideramos la teoría de Marx como algo fijado e inviolable. Al contrario, estamos convencidos de que solo colocó la pierna angular de la ciencia que los Socialistas DEBEN llevar más allá en todas las direcciones si quieren mantener el ritmo de la vida. Pensamos que los Socialistas Rusos deberían particularmente desarrollar la teoría de Marx INDEPENDIENTEMENTE.”[10] Lo mismo se aplica a Gran Bretaña.
Somos un movimiento que no está ahí para prevenir a nadie de pensar. Pero somos un movimiento basado en la historia, y pensamos y tenemos una comprensión suficientemente objetiva de la verdad para permitir acciones a ser tomadas sobre tal base. Sobre tal base el Partido apelaría a que os unierais en esta acción común.
[1] Sobre la cuestión, se puede leer Atkinson, John (2010): “Benjamin Farrington: Cape Town and the Shaping of a Public Intellectual”, en South African Historical Journal, 62:4, 671-692. Disponible on-line en http://dx.doi.org/10.1080/02582473.2010.519938.
[2] Traducido y editado por Gerard Marín Plana a partir del texto original en inglés, Lewis, J. et al. (1947): The communist answer to the challenge of our time. A report of the lectures. London, Thames Publications.
[3] Mariscal de Campo Jan Christian Smuts (1870-1950), en su tiempo personalidad de gran importancia en ámbitos político, militar y filosófico. [Nota de trad.]
[4] Nikolai Berdyaev (1874-1948), escritor y filósofo ruso descendiente de la aristocracia militar rusa. En un inicio, su oposición a su ambiente le llevó a acercarse al marxismo, pero pronto se desentendió de esta filosofía y, con la llegada de la Revolución, atacó al movimiento bolchevique. En 1922 fue expulsado de la URSS junto a un centenar de intelectuales. [Nota de trad.]
[5] Ver Lenin, V. I. (1921, 1981) ‘Insistiendo sobre los sindicatos, el momento actual y los errores de Trotsky y Bujarin’, en Obras Escogidas, t. 3. Moscú, Progreso. [Nota de trad.]
[6] Ver Vidal de La Blache, P. (1926): Principles of human geography. London, Constable Publishers. [Nota de trad.]
[7] Ver Croce, B. (1914): Historical Materialism and The Economics of Karl Marx. New York, The Macmillan Co. [Nota de trad.]
[8] Ver Collingwood, R. G. (1946, 1994) : The Idea of History. New York, Oxford University Press. Pág. 123. [Nota de trad.]
[9] Ver Lenin, V. I. (1915, 1977): ‘Carlos Marx (Breve esbozo biográfico con una exposición del marxismo)’, en Obras Completas, t. 22. Madrid, Akal. Pág. 142. [Nota de trad.]
[10] Ver Lenin, V. I. (1899, 1974): ‘Nuestro programa’, en Obras Completas, t. 4. Madrid, Akal. Págs. 215-216. [Nota de trad.]