50 años, 50 voces: homenaje a Lázaro Cárdenas
Joaquín Berruecos
«Gobierno o individuo que entrega los recursos naturales a empresas extranjeras, traiciona a la patria.» Lázaro Cárdenas
50 AÑOS, 50 VOCES
Hace un par de meses, nos habló el Presidente del Ateneo Español de México, nuestro querido amigo Ernesto Casanova, se acercaba una fecha importante. Hoy 19 de octubre, hace exactamente medio siglo el pueblo de México se despidió del General Lázaro Cárdenas del Río, un personaje del que, como nos lo comentó Martí Batres, “se pueden llenar bibliotecas”.
Ante la imposibilidad de organizar, como lo merece la efeméride, un gran acto masivo, era necesario dejar alguna evidencia testimonial y para lograrlo, en esta época de pandemia, se pensó utilizar alguna de las técnicas de conexión social a las que ahora estamos sometidos, dentro de nuestras prisiones domiciliarias. ¿Cómo abrir un espacio en directo para las tantas voces que, seguramente, querrían rendir homenaje? Ante la dificultad de realizar en línea un evento en vivo, se tomó la decisión de editar un video basado en las historias del General que quisieran compartirnos quienes fueron convocados.
Y así, con el cúmulo de información que nos llegó, realizamos el trabajo “50 Años, 50 Voces”, un documental que hoy se presenta para todos ustedes.
UNA ROSA BLANCA
Seguramente algunos recuerdan cómo, en la primaria, celebrábamos el 18 de marzo, nuestra participación infantil, a veces, consistía en recitar algún pasaje de la gran epopeya o elaborar, para el periódico mural escolar, las típicas cartulinas donde pegábamos las historias recortadas de los impresos de la expropiación, adquiridos en las papelerías, y es que, sin duda, aquel momento, cuando se retomó el rumbo del país, marcó a todos. Esa decisión, tomada entonces, quizá como nunca, logró unir al pueblo de México y pienso que aquel sentir no debemos olvidarlo por ningún motivo, ni siquiera por la ahora tan sonada “tesis ecológica” de lo peligrosa que resulta, para el mundo, la decisión de consumir lo que nos queda de petróleo y aprovechar sus valiosos derivados.
Una de esas contradicciones ideológicas que, respecto a este tema, vivimos en México ocurrió cuando se filmó La Rosa Blanca, en la película un agricultor mexicano (Ignacio López Tarso) y su esposa (Rita Macedo) fueron despojados arteramente de sus tierras por unos delincuentes industriales americanos, deseaban quedarse con el petróleo que emergía en aquel rancho con nombre de flor. Recuerdo que mi padre se enfurecía porque la película, producida en 1961 por su amigo Roberto Gavaldón, permaneció enlatada durante 11 años. Aunque la sencilla historia de B. Traven había sido muy bien adaptada al cine, con un guión de Emilio Carballido, los sensores gubernamentales asumieron que no era conveniente enojar a nuestros vecinos del norte, ya que el film «promovía un peligroso nacionalismo».
Finalmente, el 20 de julio de 1972, pude asistir con mi padre al cine Roble para presenciar la tardía premier, y el evento fue emocionante, en aquel espacio abarrotado, al proyectarse la parte final de la película, se escuchó la voz de Cárdenas, por la radio, anunciando la expropiación petrolera y fluyeron en la pantalla las célebres imágenes, se mostraba cómo un pueblo entusiasta llevaba su humilde aportación para contribuir con tan importante acción nacionalizadora. En el cine, las emotivas imágenes hicieron que el público se levantara de sus asientos y aplaudiera largamente para rendir un efusivo homenaje al General.
«Una economía bien dirigida reclama como base fundamental hacer justicia a las clases trabajadoras».
Lázaro Cárdenas
SENDA DE GLORIA
Más allá de nuestro petróleo recuperado, el legado de Cárdenas se manifiesta en otros frentes: por su aporte al reparto agrario, por la fundación de importantes instituciones educativas y, desde luego, por su decidido actuar en cuanto a su firme posición respecto a la tragedia fascista que se gestaba en Europa.
Conocí la esencia más profunda del General en 1987, cuando ya habían pasado 17 años de su partida, en la casa de mi querido amigo, el primer actor Arturo Beristain, ese lugar se había convertido en una especie de santuario del personaje ya que para imbuirse en lo que era y representaba el presidente, era necesario recrear, en su hábitat, de manera muy especial, su historia. En la serie televisiva “Senda de gloria” los últimos capítulos fueron dedicados a la magna obra del Cardenismo y Arturo debía mostrar a México los mejores momentos de ese gobierno. El reto era enorme, Arturo sabía que para lograr revivir a Lázaro Cárdenas debía trabajar mucho.
“Una cosa es caracterizar un personaje y otra disfrazarse de él, que es lo que haces si vas a una fiesta de fantasía, pero recrear a mi General requería de un trabajo muy especial de interpretación”.
La casa de Arturo, allá en la Del Valle, estaba plagada de fotografías, eran cientos las que invadían los pasillos, la cocina, el baño y hasta el techo, y sí, también había una encima de su cama, el lugar era todo un espacio de culto donde Don Lázaro aparecía en cada esquina, muy vivo, de mil maneras, caminando, dando un discurso, comiendo, con encuadres de cerca, de lejos, con y sin gente a su lado. Pero lo que resultó verdaderamente interesante para mí fue que pude conocer, en aquellas agradables sesiones, algunas de las historias del General que, apasionadamente, me compartía Arturo, como la de los dos relojes que acostumbraba portar, “En la obra esto es una metáfora de semiología actoral visual sobre el personaje”, me dice Arturo, “la utilicé para mostrar cuál es el tiempo bueno, el del pasado o el del presente”.
También supe de un problema que el General tenía en el codo, era la secuela de alguna acción militar que lo obligaba a mover su brazo de cierta manera, “por eso hacía esos movimientos” me detallaba Arturo, al reproducir las escenas del video en el momento justo en que informa a los empresarios americanos que no habría marcha atrás en cuanto a la expropiación.
“En cierta época, mi General caminaba ligeramente de lado porque, al comenzar su mandato, lo operaron del apéndice”.
Para representar al personaje, Arturo tuvo que subir más de 20 kilos, además de usar botarga y camisas apretadas.
Pero lo increíble, respecto a este enorme esfuerzo de producción, organizado por Ernesto Alonso y dirigido por Raul Araiza, es que, llegado el momento de su transmisión por red nacional, el gobierno y la misma Televisa eliminaron todos los capítulos del Cardenismo, eran épocas de elecciones presidenciales y contendían, principalmente, Salinas de Gortari y Cuauhtémoc Cárdenas, y entonces así, sin argumento alguno, decidieron borrar la historia.
Incluso si ahora buscan información en Wikipedia sobre la serie televisiva, encontrarán que ni el presidente Cárdenas ni el actor Beristain aparecen en los créditos.
En México, historias prohibidas, como las de La Rosa Blanca y Senda de Gloria, hay muchas, pero como lo dice Arturo, “seguramente algo hicimos bien con nuestro trabajo, ya que la representación del gran personaje mexicano, irónicamente, fue premiada en los Estados Unidos mientras que en nuestro país era censurada”.
A MEDIO SIGLO
Hoy, a 50 años de distancia, resultó conmovedora la acción de aquellos que en México y España respondieron inmediatamente con los envíos de sus crónicas, agradecimientos, anécdotas, poemas, ahí está, a través de sus voces, la memoria viva de un general que entendió el sentido de la solidaridad junto con el concepto de igualdad, porque en aquellas tristes épocas, cuando triunfaba lo más bajo de la condición humana, lo común no era ser antifascista. Ante el negro emerger de los retrocesos sociales en Europa, Cárdenas no se quedó callado y denunció el cómplice silencio de muchos países llamados “democráticos”.
Cuando el crimen franquista se impuso con el apoyo de Hitler y Mussolini, una luz apareció del otro lado del continente.
En un documental que realizamos para el nuevo Museo Kaluz, donde se recoge el trabajo de los pintores del Exilio Republicano, a 80 años de su arribo a México, se concluye con la crónica de un emotivo homenaje que la pintora Marta Palau Bosch le hizo al general. Es un creativo montaje donde colocó, en contrapunto con sus dibujos, varios manuscritos que recabó entre intelectuales y artistas, en ellos se manifiesta su sentir ante la obra del presidente Cárdenas. Al final de su interesante propuesta gráfica, Palau incluye un texto de Fernando Gamboa en el que se lee “Viajé a México con fotografías de lo que sucedía en España y las llevé al General, al verlas, con indignación, dio un golpe en el escritorio y expreso, dile a Negrín que redoblaremos la ayuda lo más que nos sea posible”… y así fue.
Joaquín Berruecos
Tlalpan CDMX
19 de octubre del 2020
Justo a 50 años de su partida
Fuente del vídeo: Kathedra