Para instruirse en ética ciudadana y en asuntos afines y no afines
Salvador López Arnal
El Viejo Topo
Carlos Fernández Liria, Pedro Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero, Educación para la ciudadanía. Democracia, capitalismo y Estado de Derecho. Ilustraciones de Miguel Brieva. Akal, Madrid, 2007, páginas 239.
Son datos de Cataluña pero no creo que sean muy distintos en otros territorios. En el anexo 5 de un documento de junio de 2007 del departamento de enseñanza de la Generalidad de Cataluña, cuyo título -“Implantació dels ensenyaments LOE a l’educació secundària obligatòria a partir del curs 2007-2008”- no exige traducción castellana, se indican los mínimos por asignatura en la asignación horaria global de los tres primeros cursos de la ESO, al igual que en 4º curso. Sumando ambas asignaciones, el alumnado catalán deberá recibir, por ejemplo, un mínimo de 335 horas de Matemáticas, de 280 horas de Ciencias Sociales, geografía e historia, o de 405 horas de catalán (incluida literatura) o castellano. Si el alumno toma la opción “Religión” –opción no obligatoria pero que, probablemente, será muy mayoritaria en muchas escuelas concertadas subvencionadas con dinero público, al mismo tiempo que estará mucho más presente en los centros públicos que en otros períodos- el número mínimo de horas recibidas de esta materia -que según parece deducirse de algunas declaraciones no educa en valores o, por el contrario, es la única que puede hacerlo por derecho papal o designio de la Historia- será de… ¡175!, es decir, el 52,24% de las horas de formación matemática del alumnado, el 62,5% de su formación en el ámbito de las ciencias sociales, o el 43,2% de sus horas de catalán o castellano. No pretendo ser malintencionado pero no recuerdo si la presencia de la religión o la FEN en tiempos del franquismo, sin olvidar desde luego que entonces era de obligado cumplimiento, alcanzaba esas asignaciones horarias y esos porcentajes comparativos.
¿Cuál es la asignación de las asignaturas “Educación para la ciudadanía” y “Educación ético-cívica” en este anexo sobre horarios mínimos de la enseñanza obligatoria en Cataluña? En tercer curso se deben impartir un mínimo 35 horas –una hora por semana-, lo mismo que ocurre en el 4º de ESO. En Cataluña, además, se aconseja o se permite, no puedo precisar, que si la situación del profesorado del departamento de ciencias sociales -que incluye historia, geografía, economía y filosofía- no permite acumular más horas lectivas, los tutores de 3º de ESO –de matemáticas, catalán, castellano, inglés, educación física, de la asignatura que sea-, curso en el que se dará la asignatura, podrán impartir “Educació per a la ciutadania i els drets humans” (designación que tampoco reclama traducción). Posible y esperada consecuencia, no universalizable pero acaso numéricamente significativa y dicho sea sin ninguna intención crítica: que el tutor o tutora, que acumula ya suficientes y difíciles tareas no todas ellas instructivas o educativas, convertirá en algunos casos esta hora de educación para la ciudadanía, si le toca impartirla, en una hora mariana (¡con perdón!) donde se “hablará”, más allá de la hora de tutoría, de temas diversos: inquietudes de los jóvenes, funcionamiento del curso, ruegos y quejas, diálogos sobre temas directamente vinculados a la “actualidad”. Etcétera. En algún caso, con la discusión de algún texto que el profesorado estime afortunado por su brillantez o incluso por su simpatía con él. No hay que decir, por su obviedad, que aquí la ideología, las posiciones políticas, del profesor/a a cuyo cargo esté la asignatura en cuestión, no siempre impartida con simpatía, serán decisivas (o casi) en la presentación, transmisión y discusión de determinadas valoraciones y puntos de vista.
Si es así, si no hay error destacable en la información anterior, si los datos no son muy distintos en otras comunidades españolas ¿de dónde entonces la protesta extrema, ruidosa y persistente del nacional-catolicismo neofranquista? ¿Cómo, conocida la situación real, pueden apelar a la objeción de conciencia, al socorrido ataque de las fuerzas anticlericales, a la excomunión de los padres que no sigan las consignas del comité ejecutivo inefable e infalible de la conferencia episcopal, a llamamientos anticonstitucionales (por decirlo en el lenguaje de moda) que niegan al Estado, y reservan para la Iglesia católica en exclusiva, la formación, educación o instrucción en valores? ¿Cómo pueden llegar a hablar, risas incluidas, como han hecho y se sigue haciendo desde emisoras radiofónicas vinculadas al poder eclesiástico, de educación para (vale la pena respirar hondo)… la sodomía?
Sin duda es la reacción de una fuerza política poderosa, y de las poderosas fuerzas sociales que representa, que no está dispuesta a perder ocasión para arremeter contra cualquier intento de secularización, por mínimo que esta sea, real o ficticio, fuerza, con mucha fuerza, que trata de tener constantemente movilizados a sus partidarios, sabedora que una parte de su ruidosa clientela sigue anclada en el espíritu de la Cruzada. Sin duda hay también un tema de desplazamiento. Hablemos de lo que no toca para no hablar de lo que toca. La situación de la asignatura religión, consentida y promovida por un gobierno que se dice socialista que ha arrojado la toalla en su enfrentamiento con la Iglesia Católica y que es capaz de enviar a su ministro de Exteriores a un proceso de beatificación cuyas tonalidades recuerdan el lado más oscuro de nuestra historia, la situación de la religión, decía, es tan escandalosa que una forma de orientar la atención hacia otros temas es protestar por lo que apenas puede molestar, por lo que de hecho no les molesta, sabiendo además que su “reconversión temática” en centros religiosos-concertados, o en centros privados en estado puro, va a ser de libro. Sabido es de todos: la mejor defensa es un buen ataque. Siguen siendo ellos quienes eligen temas y construyen la agenda de la discusión política ciudadana. Es un escándalo insufrible pero la derrota cultural de las izquierdas tiene también estos efectos.
Aceptémoslo, parece razonable como hipótesis. Pero, ¿hay algo más? Creo que sí. La Iglesia católica, acaso con la ayuda de los servicios secretos del Estado con los que estuvieron hermanados en largos períodos de nuestra historia reciente, debe tener como mínimo un topo, sino dos, en Akal, en la editorial que ha publicado el anti-manual que comentamos, topo que habrá informado con detalle de la existencia, composición temática y edición de Educación para la ciudadanía. Democracia, capitalismo y Estado de Derecho (reparemos en el subtítulo, no es un simple añadido). De ahí su respuesta. La existencia de este ensayo, no la asignatura, no previsibles manuales algo o muy descafeinados de “Educación cívica” que pueden hacer enrojecer, es el que puede explicar la reacción extremada de la reacción extrema (Que, desde luego, no ha llegado a su fin. Cuando escribo estas líneas se informa de que las huestes del PP, con la inestimable ayuda de los púlpitos nacional-católicos, están recogiendo firmas en Andalucía para oponerse a la “implantación” de la asignatura).
Se entiende la reacción Iglesia-derecha extrema. Temen que este magnífico ensayo de Ética para la ciudadanía se extienda, como ya se está extendiendo (van por la segunda edición), entre la ciudadanía crítica. Lo confieso: si yo tuviera poder para ello, en una decisión enérgica acaso discutible que la ciudadanía debería controlar y modificar, convertiría este ensayo en libro único de estudio obligatorio obligatorio en institutos, escuelas y centros educativos ibéricos, con sus posibles traducciones al catalán, gallego, euskera, portugués o patués.
¿En 4º de ESO, no en 3º? Pues en 4º. Sin necesidad de otros manuales. Sin libro de lengua, matemáticas, geografía, tecnología de griego pongamos por caso. ¿Por qué? Porque el libro que han escrito los hermanos Fernández Liria y Alegre Zahonero permite instruir (y educar, no veo aquí la necesidad de la disyunción excluyente) en filosofía moral, en historia de la filosofía, en geografía, en griego, en teoría de la argumentación, en matemáticas, en historia, en lengua castellana (o catalana, vasca, gallega o portuguesa). Etcétera no vacío. ¿Qué más puede pedirse? 239 páginas ilustradas por Miguel Brieva de forma no pueril (miren, por ejemplo, las ilustraciones de las páginas 231 y 235, o la dedicada a “Clases nocturnas”). Una página leída con calma, con atención, con todas sus derivaciones y complementos, día tras día, a lo largo del curso. Estoy en condiciones o creo estar en condiciones de asegurarles que al final del curso el alumnado español saldría con el mejor bagaje cultural de estos últimos 75 años y con cultivado espíritu crítico. Sé en este caso de lo que hablo, no exagero ni un quark. Creo no errar esta vez.
El libro, por lo demás, está editado a un precio ajustado, en papel reciclado, tratando al alumno como joven en formación, no como un niño un poco mayor. Y tiene tesis: es el socialismo-comunismo bien entendido, no el socialismo real históricamente superado de los países del Este, el que es compatible con el Estado de Derecho; es, en cambio, el alocado sistema civilizatorio del capitalismo el que representa el lado opuesto, contradictorio, a un deseable sistema social regido por la norma y el derecho para toda la ciudadanía, y que piense que el ser humano no es una mercancía desechable y sobrante en su gran mayoría como, convenzámonos, por mucho que nos duela, piensan cada vez de forma más frecuente los líderes de opinión de las grandes asociaciones empresariales y políticas de nuestro civilizado mundo-mundial.
Todo ello claro está sin negar discusiones abiertas, que los autores, desde luego, no desean cerrar. No estoy seguro, por ejemplo, que no hayan idealizado en demasía el Estado (real) de Derecho, al que quizás presenten más bien desde un punto de vista normativo que descriptivo, en una exposición cuya morosidad señalada críticamente por Rafael Sánchez Ferlosio -“Educar e instruir”, El País, 29/7/2007- no es fácil detectar por mucho que uno se empeña. Creo también que su generosidad con las tesis de la filosofía política de Platón es tan admirable como no compartible en todos sus eslabones, acaso por falta de información y reflexión por mi parte. Me parece que en algún caso los autores podrían haber sido un poco más precisos en asuntos matemáticos. Creo igualmente que en algún caso, nada frecuente, los autores que no pueden decirlo todo se olvidan de asuntos importantes (por ejemplo, la que tengo para mí como una experiencia breve pero decisiva en la historia de los comunismos del siglo XX: la primavera de Praga).
Pelillos a la mar. Pajitas, sólo pajitas diminutas en el ojo ajeno y propio. El ensayo merece, como está mereciendo, nuestra atención, nuestro estudio y nuestra difusión, y muestra, incluso demuestra, de forma inapelable, y no es una lección a olvidar, que incluso en territorio adverso se pueden hacer incursiones muy exitosas.
Si la derecha está que se sale, si la derecha se pone las bridas y los instrumentos de siempre en el cinto, es que se ha señalado bien y que incluso se ha acertado. En el último “Debate de la nación”, el señor Zapatero replicó al Sr. Rajoy, tras una desgastada intervención de éste –“Al presidente sólo le importa que a ningún niño (¡niño!) le falte el catecismo del buen socialista. La calidad de la educación no es su objetivo”-, retándole a la que le mostrara un párrafo de libro de texto de la asignatura “Educación para la ciudadanía” que contuviera alguna defensa que no sea la de los derechos humanos, la democracia y Constitución, de nuevo presentada como lo último de lo más moderno. Pues bien, sin menospreciar desde luego la democracia bien entendida, concepto éste –poder de la mayoría en beneficio de los más desfavorecidos- muy alejado de los meros procedimientos electorales, sin dejar de vindicar los derechos humanos ampliados y algunos aspectos de la Constitución, no todos ellos desde luego, este ensayo de los excelentes filósofos Carlos Fernández Liria, Pedro Fernández Liria y Luis Alegre Zahonero se propone también y consecuentemente otras defensas. Algunas de ellas, muchas de ellas, de marchamo socialista y esta vez en serio. ¿Pasa algo?