Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Alto a la OTAN. El proyecto imperialista neoliberal de la hegemonía de Estados Unidos

Samir Amin

I. Condenar las intervenciones de la OTAN

La intervención de la OTAN, en cualquier lugar, sean cuales sean las circunstancias y las razones invocadas, es y será siempre inaceptable.

La OTAN fue creada en 1949 para asegurar –según decían- la defensa de Europa occidental contra una eventual agresión de la Unión Soviética. Que esta amenaza fuera real o no (y yo digo que esta amenaza no existía, que la URSS no imaginó jamás avanzar más allá de las fronteras del Tratado de Yalta), y, en consecuencia, que la existencia de la OTAN haya sido una exigencia incontrovertible o sólo el pretexto mediante el cual EEUU ha establecido su hegemonía política sobre el conjunto del mundo capitalista, complementando la supremacía económica de la que se benefició desde el final de la II Guerra Mundial (y yo afirmo que la tutela de Europa era el único objetivo verdadero de la OTAN), constituyen cuestiones históricas que no examinaré aquí, aunque no sea más que porque habiendo desaparecido de escena la URSS, la amenaza que hubiera podido representar ya no existe.

Si he condenado categóricamente toda posible intervención de la OTAN, es precisamente para distinguirla del derecho de los europeos a asegurar su propia defensa. Este derecho, en el estado actual de desarrollo de la civilización humana, es imprescriptible. Los Estados europeos individual y colectivamente, a través de la Unión Europea tienen, al igual que otras naciones del planeta, el derecho de constituir fuerzas armadas capaces de resistir a cualquier agresor o de disuadirle. E incluso si en el estado actual de las cosas nadie amenaza a Europa, este derecho a la defensa continuará siendo incuestionable.

Pero la OTAN no es el instrumento adecuado para responder correctamente a la cuestión planteada, puesto que la OTAN no es una alianza entre iguales; sitúa necesariamente a los aliados europeos en posiciones subalternas, obligados a alinearse en función de objetivos de Estados Unidos. De Gaulle fue el único político europeo importante posterior a la guerra que comprendió el vicio estructural que caracteriza a esta organización.

La historia del último decenio, de la Guerra del Golfo a la de Kosovo, demuestra que la OTAN interviene e intervendrá, exclusivamente para servir a los intereses de EEUU y para nada más. La OTAN sólo intervendrá si EEUU así lo decide, y no lo hará si éste no quiere. La guerra de Kosovo ha proporcionado imágenes fulgurantes por su brutalidad. Ciertamente EEUU ha intervenido aquí, dando luz verde a la OTAN a petición expresa de los Estados europeos. Circunstancia agravante, puesto que implica la responsabilidad absoluta de estos últimos (y sobre todo de sus gobiernos socialistas) en esta agresión, ya que está fuera de toda duda que Yugoslavia no amenazaba con atacar a Europa.

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¿Imperio o imperialismo?

Juan Chingo, Gustavo Dunga

Estrategia Internacional

Una polémica con “El largo siglo XX” de Giovanni Arrighi e “Imperio” de Toni Negri y Michael Hardt

Los cambios acaecidos en el sistema capitalista mundial en los últimos treinta años, desde el fin del boom de la posguerra, han llevado a una importante discusión teórica sobre la magnitud y las características de estos y sus consecuencias sobre las perspectivas trazadas por el pensamiento marxista revolucionario. Así, para muchos teóricos contemporáneos, la globalización de la producción capitalista y el mercado mundial, traen aparejados fundamentalmente una nueva situación y un giro histórico significativo. Este es el caso por ejemplo, del teórico del autonomismo, Toni Negri, quien sostiene estas definiciones junto a Michael Hardt en su último libro “Imperio”, al que definen como el nuevo orden político de la globalización. Otros teóricos asociados a la escuela de sociología histórica del sistema mundial, por el contrario, argumentan que desde su inicio el capitalismo siempre ha funcionado como una economía mundial y en consecuencia rechazan la novedad de la globalización como una incomprensión de la historia. Uno de los mejores exponentes de esta escuela es Giovanni Arrighi, que a mediados de los noventa ha publicado el libro “El largo siglo XX” (recientemente editado en español) donde expone estas posturas. Estas teorizaciones cuestionan desde presupuestos opuestos la definición clásica del imperialismo, formulada por Lenin y sostenida por los marxistas revolucionarios a lo largo del siglo que se fue.

La importancia de este debate radica en que los cambios acontecidos obligan a una interpretación de los acontecimientos políticos, económicos y sociales, que revalide o no las categorías utilizadas por el marxismo, como punto de partida, para su interpretación. La discusión actual, recuerda, salvando las distancias, la enorme efervescencia teórica e intelectual, que se dio en el seno del movimiento socialista internacional, e incluso más allá de este, en la transición del capitalismo de libre competencia al imperialismo, entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. A la luz de estas nuevas querellas, vuelven a replantearse problemas fundamentales del materialismo histórico y la dialéctica, para poder comprender o interpretar los nuevos desafíos que presenta esta realidad compleja del mundo y el nuevo siglo. Este último fue el método de Lenin que retomó las categorías de la dialéctica para responder a la complejidad de problemas que presentaba la nueva fase del capitalismo, entre ellas la Gran Guerra. No era para Lenin cuestión de repetir escolásticamente las categorías del marxismo, sino de aplicarlas en forma creativa a la nueva realidad, incorporando críticamente aspectos de las elaboraciones desarrollados por sus antagonistas e interlocutores, como Kautsky o Hilferding, e incluso ideólogos liberal burgueses como Hobson, desterrando el carácter reformista que pretendían darle sus autores. Se trataba para Lenin de integrar estos avances en una totalidad que demostrara las potencialidades revolucionarias de la época que se abría.

Las dos visiones con las que polemizaremos tienen el mérito de intentar dar una visión global de la realidad contemporánea. Sin embargo, las limitaciones de su matriz teórica les impide comprender de manera certera, a pesar de los señalamientos y problemas reales sobre los que fundan en muchos casos sus elaboraciones, los cambios producidos en el orden mundial en los últimos 30 años. Por eso antes de desarrollar plenamente nuestra propia visión haremos un análisis crítico de las proposiciones sostenidas por Arrighi y Negri, los que nos permitirá profundizar y comprender mejor el método del marxismo clásico desarrollado en la nueva época por Lenin y Trotsky.

En este artículo intentaremos criticar las dos variantes señaladas anteriormente, que atacan las definiciones sobre el imperialismo, aprehendiendo el método dialéctico materialista para el análisis del sistema capitalista mundial y actualizando la noción del mismo para comprender la escena contemporánea.

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