Lampedusa: perseguir a los vivos, premiar a los muertos
Las medidas tomadas por la UE y el gobierno italiano convierten a nuestros gobernantes en una especie de imaginativos diseñadores de yincamas infantiles o, mejor, de trepidantes concursos de televisión. No seamos más piadosos que ellos. Aumentar el presupuesto para los CIEs, reforzar la vigilancia en el Mediterráneo y conceder la nacionalidad a los muertos -mientras se sigue persiguiendo a los supervivientes- nos conviene y es además divertido, pues transforma los desplazamientos migratorios en el más caro deporte de riesgo del mundo: pagad miles de euros por la inscripción, oh jóvenes aventureros, y lanzaos una y otra vez al mar sorteando tempestades y patrulleras; si tocáis tierra vivos, os devolveremos, como en el juego de la oca, al punto de partida, os encerraremos, como en el juego de la oca, en prisión u os obligaremos a trabajos forzados clandestinos, como en el juego de la oca, expuestos a toda clase de abusos y desprecios. ¿Y no se puede ganar? ¿Cómo se gana en este concurso? Muriéndose.
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