Un punto de encuentro para las alternativas sociales

A veces sucede

Salvador López Arnal y José Sarrión Andaluz

A veces sucede lo imprevisible. Una planta crece casi sin agua y sin luz en la pura roca. Cuando todos están sentados, alguien está de pie, o lo contrario. Todos bailan una música y alguien no hace ni caso. A veces, eso sucede.
Víctor Méndez Baiges (2021)

 

Presentación de Manuel Sacristán: Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales, Vilassar de Dalt: Editorial Montesinos, 2022.

 

Finalizados sus estudios de Filosofía y Derecho, concluida la etapa de Laye («la inolvidable», en el decir de Josep M. Castellet), Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) cursó estudios de lógica, epistemología e historia de la ciencia entre 1954 y 1956 en el Instituto de Lógica Matemática y de Investigación de Fundamentos de la Universidad de Münster, en Westfalia, un centro de enseñanza e investigación fundado y dirigido por Heinrich Scholz[1] en el que fue alumno de dos grandes lógicos contemporáneos, Hans Hermes y Gisbert Hasengaejer[2].

Tiempo de estudio lógico-filosófico, pero también de difíciles decisiones políticas. Fue entonces cuando el autor de «El principio de la identidad de los indiscernibles en Leibniz» entabló amistad con el lógico pisano Ettore Casari, compañero de estudios y militante del PCI, y con el germanista español Vicente Romano[3]; cuando participó en un seminario de formación política impartido por el obrero fresador comunista Hans Schweins, y cuando, tras renunciar a una plaza de profesor que le ofreció el Instituto de lógica al finalizar sus cursos de posgrado (renuncia nada fácil para una persona con su vocación didáctica y su amor por el conocimiento), decidió volver a España y formar parte de la arriesgada lucha antifranquista en las filas, poco pobladas y duramente perseguidas policialmente, del PCE-PSUC. Sus estudios de lógica, metodología y filosofía de la ciencia, su ininterrumpido interés por estas temáticas hasta el final de sus días (él mismo habló de ‘adicción’ en una carta a Antoni Domènech de agosto de 1983), y su compromiso comunista democrático irrumpieron simultáneamente.

De vuelta a Barcelona, Sacristán empezó a trabajar como profesor ayudante del que sería director de su tesis doctoral, Joaquim Carreras i Artau[4], profesor de Historia de la Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UB, el curso 1956-1957. Tres años después, con el fin de superar las presiones de profesores numerarios de la propia Facultad y las nada afables exigencias del arzobispado nacional-católico barcelonés que en absoluto comulgaba con la aproximación a la filosofía de Kant que impartía en clases y seminarios aquel joven profesor de Fundamentos de Filosofía, Sacristán fue trasladado a la Facultad de Económicas, Políticas y Empresariales para evitar males mayores.

Siguió impartiendo allí clases de Fundamentos. Por poco tiempo. Seis años más tarde, en 1965, no se le renovó su contrato de profesor encargado de curso. Los malos vientos seguían arrasando el país donde había sido asesinado el autor de Poeta en Nueva York.[5] El recientemente nombrado rector de la UB, el farmacólogo Francisco García-Valdecasas Santamaría, deseaba limpiar la universidad barcelonesa de «elementos indeseables y de rojos separatistas». Sacristán era ciertamente un lógico y epistemólogo «rojo», un filósofo antifascista que iba en serio[6], miembro entonces del comité ejecutivo del PSUC y del central del PCE, pero no era un elemento indeseable ni tampoco un separatista, sino alguien que, con palabras prestadas de Georges Canguilhem, supo brindar numerosas lecciones morales sin necesidad de escribirlas o dictarlas.

El profesor expulsado recibió el apoyo de profesores y estudiantes antifranquistas[7] y de intelectuales concernidos como José Luis Sampedro, Carlos París, Mario Bunge o Salvador Espriu. En un gesto no olvidado, José María Valverde[8] se solidarizó con los profesores represaliados, dimitió de su cátedra y dejó escrito un silogismo estético y poliético imperecedero: «Nulla aesthetica sine ethica. Ergo, apaga y vámonos».

Las (sin)razones de la decisión del rectorado y del decanato eran evidentes: la destrucción de la razón resistente. Fabián Estapé, asistente a la reunión donde se discutió la renovación del contrato laboral de Sacristán, explicó lo sucedido con detalle en 2008[9].

Desde su contratación como profesor no numerario en 1956 (la remuneración que entonces recibía por la docencia era más bien simbólica), pero más intensamente desde su expulsión y hasta su definitiva reincorporación a la universidad en septiembre de 1976 tras la muerte del general golpista, Sacristán ganó su sustento y contribuyó al de su familia, pane lucrando diría él en alguna ocasión, con traducciones y diversas y frecuentes colaboraciones editoriales: informes, proyectos, dirección de colecciones, etc. Ariel, Grijalbo, Alianza, Vergara, Labor y Espasa-Calpe, con mayor intensidad en los dos primeros casos, son algunas de las editoriales para las que trabajó.

Empero, en 1972-1973, el traductor de Papandreou y Galbraith pudo volver a la Facultad[10] con fecha inmediata de caducidad: otoño de 1973, apenas un año académico. Una segunda expulsión, de nuevo no se renovó su contrato laboral, le volvió a dejar fuera de la institución.

Fueron muchos los autores y las páginas traducidas (cerca de 28 mil calculó Albert Domingo Curto). Grandes clásicos del pensamiento filosófico, político, económico, literario o científico, como Platón, Heine, Marx, Engels, Lukács, Gramsci, Adorno, Schumpeter, Taton o Quine, fueron traducidos por él. De los más de ochenta libros traducidos, unos veinte fueron de metodología, epistemología e historia de la ciencia. La lista completa parece inabarcable por alguien que dedicaba al mismo tiempo muchas horas semanales a impartir, cuando le dejaron, seminarios y conferencias, y a la lucha política antifascista, «gestiones» las llamó él en una nota autobiográfica de finales de los sesenta.

Durante estas dos décadas, desde 1956 a 1976, además de sus tareas de trabajador editorial, el autor de Introducción a la lógica y al análisis formal se presentó, sin posibilidades de éxito dada su militancia política, su concepción de la filosofía y la composición del tribunal, a las oposiciones a la cátedra de lógica de la Universidad de Valencia celebradas en 1962 en Madrid; escribió su tesis doctoral sobre la gnoseología de Heidegger y dos manuales de lógica (el segundo, Lógica elemental[11], le fue solicitado por Labor y no fue publicado en su momento por presiones gubernamentales). Publicó también los apuntes de sus clases de Fundamentos de Filosofía, escribió un libro interrumpido sobre teoría del conocimiento, además de prólogos, algunos de ellos clásicos no olvidados de la filosofía marxista española[12], presentaciones, materiales de formación política, manifiestos, reseñas y artículos para enciclopedias y revistas legales y clandestinas.

Dictó también conferencias, centrales en la difusión de sus ideas y preocupaciones filosóficas. metodológicas y políticas; impartió seminarios (sobre lógica formal y la Fenomenología de Hegel a finales de los años cincuenta, sobre la Revolución de Octubre en los setenta); dio clases de alfabetización en la parroquia de Can Serra de L’Hospitalet de Llobregat (Barcelona); formó parte destacada del movimiento universitario antifranquista (sirviendo también de enlace con el movimiento obrero); pensó y escribió sobre comunismo ecologista a partir de principios de los setenta; fue entrevistado, y algunas de estas entrevistas –la publicada en Cuadernos por el Diálogo sobre la invasión de Praga por las tropas del Paco de Varsovia, por ejemplo– dejaron profunda y alargada huella político-cultural en la ciudadanía democrática y socialista, y, por supuesto, dadas las duras y difíciles circunstancias del tiempo de silencio, represión y persecución que le tocó vivir, fue vigilado, controlado y detenido por la policía del franquismo.

No fue la suya una vida fácil ni cómoda, más aún si tenemos en cuenta su delicada salud desde joven.[13] Nunca bailó al compás de la música dominante.

Muerto el dictador, Sacristán pudo impartir su primer curso de Metodología de las Ciencias Sociales en la Facultad de Económicas de la UB el año académico de 1976-1977. En el verano de 1977, en sus notas sobre este primer curso, comentaba que el año siguiente debía conseguir proporción a base de «reducir» (en el programa) la introducción y las partes I-III, y ampliar la parte IV «a todo un programa». Y añadía una observación a su primera nota: «La ampliación de la parte IV a todo un programa me sugiere que tendría que hacer un curso a la Deutscher ordinerive: un curso que fuera un libro corto, un ensayo (dejando para examen precisamente la técnica). El libro podría empezar contando la historia del Methodenstreite. Y quizás se pudiera titular: «La disputa sobre el método en las ciencias sociales». Claro que también podría ser eso un capítulo de un libro gordo sobre “Metodología de las ciencias sociales”.» Pensó sobre ello en otras ocasiones. Finalmente no pudo escribir el libro corto sobre la disputa del método ni el «gordo» de Metodología.

El libro que los lectores y lectoras tienen en sus manos no pretende cubrir esa ausencia. Es el primero de los volúmenes en los que buscamos presentar una buena parte de los materiales que se han conservado de las clases de Metodología de las ciencias sociales del autor desde 1976 hasta 1985, incluyendo los textos de su estancia en la UNAM en 1982-1983 y los del curso de «Teoría general del método» de 1972-1973, incorporando al mismo tiempo una amplia selección de escritos complementarios: cursos de doctorado de temática lógico-epistemológica, anotaciones de lectura de clásicos de la filosofía de la ciencia, transcripciones de conferencias, esquemas de intervenciones, escritos solicitados por amigos, reseñas. No incluimos los apuntes editados de sus cursos de Fundamentos de Filosofía entre 1956-1957 y 1964-1965 ni los materiales de la oposición de 1962 que merecen, en nuestra opinión, un tratamiento aparte.

Los años de Metodología a los que hacemos referencia son un tiempo en el que el autor está inmerso al mismo tiempo, entre otras tareas, en la coordinación de la traducción de las obras de Marx y Engels (OME, el proyecto se interrumpió por «exigencias de mercado»; él mismo tradujo los dos primeros libros de El Capital y la mitad del tercero); en la organización de la federación de enseñanza de CCOO[14]; en el activismo antinuclear (fue miembro del CANC), pacifista (comités anti-Otan) y ecologista; en el cuidado de su esposa, Giulia Adinolfi (falleció en febrero de 1980), y en una reflexión político-filosófica de profundo calado sobre el papel de la tecnociencia contemporánea y de lo que él mismo llamó fuerzas productivo-destructivas en las sociedades capitalistas desarrolladas. De ahí su creciente interés, reflejado también en sus clases de Metodología, por temáticas de política y sociología de la ciencia.

En este primer volumen se incluyen los materiales que conservamos del curso 1972-1973 (y una amplia selección de escritos y conferencias suyas de temática lógica y epistemológica hasta 1975), y los de los cursos 1976-1977 y 1977-1978. El primer capítulo, que recoge textos desde 1954, es el más extenso. En los siguientes volúmenes, daremos cuenta de los cursos posteriores.

Salvada alguna excepción, no hemos incorporado ni incorporaremos textos publicados en los volúmenes de «Panfletos y Materiales» o en otros libros póstumos. Tampoco sus manuales de lógica o su tesis doctoral.

El orden que seguimos en cada capítulo es cronológico, a excepción del primer texto, una conferencia de 1967, que hemos ubicado en primer lugar porque nos parece una asequible introducción a muchas de las temáticas desarrolladas años después en sus clases de metodología.

Deslumbra la variedad, riqueza, profundidad y rigor de esta destacada arista filosófica, no siempre suficientemente recordada en nuestra opinión, del autor de Las ideas gnoseológicas de Heidegger[15]. No resultaría fácil la elaboración de materiales de esta naturaleza teniendo en cuenta las difíciles circunstancias políticas, filosóficas, laborales y vitales que rodearon la vida y el trabajo de Sacristán durante más de dos décadas. Empero, como ha señalado Víctor Gómez Pin, «si bien la libertad es efectivamente el horizonte al que aspira todo proyecto humano, no hay sin embargo que esperar a que la libertad sea efectiva para reivindicar las facultades que hacen la especificidad de nuestra condición en el orden animal, y esforzarse en darles alimento… Alimentar la capacidad de lucidez, luchar porque se haga efectivo aquello que está a nuestro alcance, es ya alzarse sobre el estado actual de las cosas, y en ese sentido es ya alcanzar un grado de libertad»[16]. Sacristán se alzó –¡y de qué manera!– contra aquel opresivo y filosóficamente castrador estado de las cosas.[17]

A veces, afortunadamente, sucede lo imprevisible. Como ha comentado el profesor Víctor Méndez Baiges, una planta crece sin apenas agua ni luz, en la pura roca. Fue el caso del autor de estas páginas.

*

La mayoría de las notas al pie de página son nuestras (las del autor se distinguen por la sigla MSL). Intentamos con ellas acompañar y ayudar a la comprensión de algunos pasajes de los textos del autor. Las anotaciones más extensas están situadas al final de cada capítulo como «Notas complementarias». Las diferenciamos así: [*1], por ejemplo, refiere a la nota complementaria 1. No es imprescindible su lectura; intentan profundizar en aspectos de la obra y «los alrededores», como diría su amigo Víctor Sánchez de Zavala, de este gran filósofo español de la segunda mitad del siglo XX.

Las ayudas y observaciones críticas de Alfredo Apilánez, Joan Benach, Miguel Candel, Óscar Carpintero, Fernando G. Coll, Andrés de Francisco, Gerard Marín Plana, José Luis Martín Ramos, Manuel Martínez Llaneza, Joaquín Miras, Antonio Navas, Jorge Riechmann, Lluís Roca Jusmet, Eduard Rodríguez Farré, Carlos Valmaseda y David Vila han mejorado en mucho nuestros trabajos de edición. A Mercedes y a Eli, nuestro agradecimiento siempre por acompañarnos en nuestra labor.

Los errores, desenfoques y olvidos son, en buena lógica, de nuestra entera responsabilidad.

El colectivo Espai Marx nos ha arropado en nuestro trabajo y ha ayudado, con generosidad filosófica militante, en la edición del libro. Gracias, compañeros, gracias.

Notas

[1] Teólogo-filósofo-lógico alemán al que Sacristán consideró uno de sus maestros. Véanse M. Sacristán, «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz» (Sacristán, 1984: 56-89) y los primeros compases de «Reflexión sobre una política socialista de la ciencia» (Sacristán, 2005: 55-82).
[2] Sacristán tradujo en 1968 para la Editorial Labor, Conceptos y problemas de la lógica moderna de Gisbert Hasenjaerger, entrevistado por el cineasta e historiador Xavier Juncosa para los documentales «Integral Sacristán».
[3] Para los recuerdos y comentarios de Casari y Romano, véanse las filmaciones de X. Juncosa depositados en la Biblioteca de la Facultad de Economía y Empresa de la UB (BFEEUB a partir de ahora). También: «Los años de Münster. Entrevista con V. Romano» (López Arnal y De la Fuente, 1996: 324-338).
[4] Tiempo después, el propio Carreras Artau recibió un toque de atención del obispado barcelonés. Su pecado e inconsistencia: explicar la filosofía kantiana «siendo como era un católico de una sola pieza».
[5] El régimen franquista seguía asesinando. Julián Grimau fue fusilado en 1963, dos años antes de la expulsión de Sacristán, quien mostró en clase su repulsa por el crimen en presencia de falsos estudiantes miembros de la BPS (Brigada Político-Social), quienes, por supuesto, informaron de su actitud (no hizo clase ese día) y de sus comentarios antifascistas; «Señores: la guerra [no] ha terminado. Acaban de asesinar al último héroe de la resistencia española. ¡Buenas tardes! Pueden ustedes marcharse.» En el informe policial de 30/4/1963 no consta la negación (Capella, 2005: 87).
[6] Étienne Klein escribió unas palabras sobre Jean Cavaillès (1903-1944) –«Fue en su condición de filósofo y lógico que se comprometió con la Resistencia: era la única actitud lógica y necesaria para quien se tomaba en serio la búsqueda de la verdad»– que acaso puedan aplicarse también a Sacristán. Véase Ovejero Lucas, 2021.
[7] «La historia de una expulsión universitaria durante el franquismo. Entrevista con Pep Mercader Anglada» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=77866.
[8] Trabajaron juntos en la edición y traducción de las obras en prosa de Goethe unos años antes. Véase, S. López «Arnal, Manuel Sacristán y José María Valverde, amistad a lo largo». https://rebelion.org/docs/112172.pdf
[9] «La expulsión de Manuel Sacristán». La Vanguardia, 16 de marzo de 2008, p. 8 http://hemeroteca.lavanguardia.com/preview/2008/03/16/pagina-8/68991704/pdf.html?search=Manuel%20Sacrist%C3%A1n. Juan-Ramón Capella comenta en su biografía política de Sacristán (2005: 85) que fue el gobernador provincial Antonio Ibáñez Freire, teniente general del Ejército franquista, y director general de la Guardia Civil y ministro del Interior con Adolfo Suárez, quien sugirió al rector Valdecasas el procedimiento de expulsión.
[10] Durante el rectorado de Artur Caballero López, siendo Joan Hortalà decano de la Facultad de Económicas.
[11] Editado por Vera Sacristán en Vicens Vices en 1996, con prólogo de Jesús Mosterín. El título, Lógica elemental, hace referencia al contenido fundamental del ensayo: una introducción a la lógica proposicional y a la lógica de predicados de primer orden.
[12] Entre ellos, su prólogo de 1964: «La tarea de Engels en el Anti-Dühring» (Sacristán, 2009: 73-90), un texto central, como ha apuntado Gregorio Morán, en la formación teórica de varias generaciones de militantes comunistas antifascistas.
[13] De joven, el doctor Serrallach le practicó una nefrectomía. Sacristán vivió desde entonces con un solo riñón que se le extirpó en 1984. Necesitó diálisis en sus últimos meses de vida.
[14] Sacristán fue autor del Proyecto de Líneas programáticas de la federación. Véase López Arnal (ed), 1997: 99-123.
[15] La reedición del ensayo en Crítica en 1995 contó con un prólogo de Francisco Fernández Buey, en el que este enfatizó la decisiva importancia que tuvo la formación lógico-epistemológica adquirida por Sacristán en el Instituto de lógica de Münster en su aproximación crítica a la gnoseología heideggeriana respecto a aproximaciones anteriores (como «Verdad: desvelación y ley», Sacristán, 1984: 15-55).
[16] Tomado de Víctor Gómez Pin, El honor de los filósofos, Barcelona: Acantilado, 2020, pp. 13-14.
[17] En «Las ideas gnoseológicas de Manuel Sacristán» (Candel, 1987: 133), el que fuera su discípulo y amigo observaba que, en su opinión, quedaba claro, desde la más superficial aproximación a la obra de Sacristán, «que su lucha intelectual (y sociopolítica) puede compendiarse adecuadamente como una defensa pluriforme de la razon y la racionalidad» contra las mil variantes del irracionalismo que poblaban el universo alienado de la razón burguesa.

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