Para despertar el interés y las ganas de profundizar de los lectores
Salvador López Arnal
Reseña de: Pere Puigdomènech, Por qué y cómo se hace la ciencia, Madrid: Los Libros de la Catarata, 2021, 133 páginas.
El objetivo de este ensayo de la colección «¿Qué sabemos de?» lo señala el autor en la Introducción: «A lo largo del libro se presentan temáticas que son objeto de debates complejos entre especialistas. A veces en una frase se tienen que hacer un imposible resumen de cuestiones que son objeto de artículos de prensa y de libros enteros. Si alguna de estas consideraciones despierta la curiosidad del lector y le anima a estudiar en profundidad estos temas y participar en su debate, el libro habría cumplido con su objetivo».
Una hermosa cita de Santiago Ramón y Cajal de Charlas de café (el genio científico completo debe reunir en sí tres personalidades desemejantes: la del minero, la del químico práctico y la del artista) abre el libro. Son muchos los asuntos comentados («el texto que sigue trata de responder a preguntas sobre por qué la sociedad dedica esfuerzos a la investigación científica, cómo se investida, quién lo hace y dónde lo hace. Trata de describir la evolución de la ciencia en la historia, las funciones múltiples que cumple en nuestras sociedades y cuál es su funcionamiento interno»), ninguno de ellos insustantivo. No hay cientificismo fanatizado: «la ciencia ella misma se impone unos límites en su manera de actuar fuera de los cuales la actividad científica no tiene sentido», ni olvido de aspectos sociales y poliéticos: «La ciencia no puede ignorar las desigualdades que existen a nivel global… La ciencia no puede ignorar las necesidades globales que están incluidas en estas declaraciones [de las Nacionales Undias, Objetivos del Desarrollo Sostenible] y es una parte de la reflexión ética de los profesionales de la ciencia que estos objetivos se consideran cuando se realiza o se prioriza algún tipo de investigación».
Un apunte sobre el autor: Pere Puigdomènech [PP], licenciado en Ciencias Físicas y doctor en Ciencias Biológicas, ha sido director hasta 2002 del Instituto de Biología Molecular de Barcelona. También, posteriormente, del Centro de Investigación en Agrigenómica. Sus trabajos más recientes han estado relacionados con la regulación de los genes y la genómica de las plantas cultivadas.
Por qué y cómo se hace la ciencia está estructurado en una Introducción, nueve capítulos, la conclusión y un breve apartado de lecturas recomendadas. Algunos títulos: «La aventura de la ciencia», «Las funciones de la ciencia», «Quién financia la ciencia», «La comunidad de la ciencia en un mundo digital», «Ciencia y ética», etc. Cada uno de ellos está dividido en breves apartados. De este modo, el tercero de ellos, «Dónde y quién hace la investigación científica», contiene los apartados: «La universidad», «Las instalaciones científicas singulares», «Los centros de investigación», «Los profesionales de la ciencia. Los equipos de investigación», «El ciudadano como actor de la ciencia».
El punto de vista desde el que el libro está escrito «es el de un profesional de la ciencia que ha dedicado toda su vida a ella». Hay desde luego otros puntos de vista posibles. Sin embargo, para PP, «esta perspectiva tiene la ventaja de poder trasladar al lector una visión desde dentro de la actividad científica. Es el punto de vista de alguien que está convencido de que la investigación científica es una de las actividades más apasionantes a las que un individuo puede dedicar su vida profesional».
Algunas observaciones y conjeturas del autor, como aperitivo para el lector:
1. En el informe de la OCDE de 2019 se calcula que globalmente, entre sus países miembros, el 70% del gasto en investigación lo realizan las empresas y el 30% los gobiernos. PP considera posible, acaso con exceso de optimismo, una colaboración positiva, justa y razonable entre la investigación pública y la privada.
2. Defensa de la ciencia básica. «La historia demuestra que en el curso de la investigación sobre estas grandes cuestiones a menudo aparecen observaciones inesperadas que son las que dan paso a nuevas ideas.» Una gran parte de la investigación científica «está guiada por la curiosidad misma del investigador o investigadora. A menudo este tipo de investigación es la que se denomina ciencia básica o ciencia no orientada y es una parte importante de la investigación que se realiza en los laboratorios públicos».
3. A favor de la ciencia ciudadana «que engloba un conjunto de actividades científicas en las que el ciudadano que no es profesional de la ciencia es un actor principal de las mismas». PP nos recuerda que »existen experiencias en algunos países en los que se ha pedido a los ciudadanos su opinión sobre las prioridades en la investigación científica, lo cual es una referencia importante cuando existen recursos limitados».
4. Interesantes las páginas que PP dedica al controvertido asunto de la ciencia en España (pp. 68-70).
5. Por una ciencia libre y responsable. «La historia nos muestra que la búsqueda de explicaciones para los fenómenos que observamos en la naturaleza puede dar lugar a teorías o conceptos que tengan un impacto sobre la manera de pensar de los individuos, lo que puede dar lugar a conflictos de conciencia en los individuos porque les obligue a revisar sus concepciones del mundo». Una de las reacciones de los poderes políticos, advierte PP, es tratar de controlar o dirigir la investigación científica en función de sus intereses. «Por ello, reivindicar la libertad de investigación y la libertad académica de expresión de las ideas científicas, junto a las filosóficas o de otro tipo en el entorno académico, es una tarea plenamente vigente. La ciencia se desarrolla en un entorno de libertad y democracia. Y la democracia necesita de una ciencia independiente para su desarrollo.»
Una bibliografía asequible [«Lecturas recomendadas»], en buena parte de filósofos de la ciencia, y un interesantísimo apartado de «Sitios web de interés» cierran este libro, al que no hubiera ido mal un indice analítico como complemento final.
Hay una errata en la página 122: George por Charles al hablar de Darwin.
Fuente: El Viejo Topo