Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Rafael Díaz-Salazar: «Construir una izquierda ecologista y anticapitalista: la propuesta de Francisco Fernández Buey.»

Salvador López Arnal

Profesor de Sociología y Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense, Rafael Díaz-Salazar es también profesor invitado en universidades de Brasil, México, Venezuela, El Salvador y Cuba. Su trabajo de investigación se centra en las desigualdades internacionales, la sociología de la religión y de la laicidad, las políticas internacionalistas de justicia global. Entre sus libros cabe citar aquí: El proyecto de Gramsci, ¿Todavía la clase obrera?, La izquierda y el cristianismo, Desigualdades internacionales, ¡Justicia ya!.

Investigador de la obra de Francisco Fernández Buey, ha editado hasta el momento: Sobre izquierda alternativa y cristianismo emancipador (Trotta) y Verde, roja y violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo. En este segundo, publicado por El Viejo Topo, centramos nuestra conversación.

Verde, roja y violeta. Una izquierda para construir ecosocialismo es el último libro que has editado con textos de Francisco Fernández Buey [FFB] y una larga introducción tuya que has titulado: «Algo más que socialdemócratas. Luces largas para construir poscapitalismo ecologista e internacionalista». ¿Por qué Verde, roja y violeta?

Nuestro autor siempre fue un rojo anclado en una peculiar tradición comunista muy crítica con diversos tipos de comunismos y marxismos. Conoció a fondo las obras de Marx y de Gramsci, entre otras. El carácter laico de sus convicciones políticas le abrió a diferentes movimientos y culturas emancipadoras: el ecologismo, el feminismo, el cristianismo de liberación, el antiimperialismo, el anarquismo. Se consideraba un roji-verde; es decir, alguien que vincula el anclaje en las luchas del movimiento obrero y la acción ecologista. Su sensibilidad por los problemas de las mujeres le llevó a defender la dimensión violeta en la construcción de una izquierda alternativa que ha de configurar su cultura y su acción en torno al significado de estos tres colores. La orientación anticapitalista de esta es el antídoto para impedir que se «destiñan».

¿Qué quieres apuntar con ese «Algo más que socialdemócratas» (que recuerda, como sabes, un artículo de FFB: «Algo más que liberales»)? ¿Qué es ese algo más?

La superación del modo capitalista de producción económica y de producción cultural. Sin superar el capitalismo, no saldremos de la crisis de civilización que atravesamos. La socialdemocracia, que ciertamente ha conseguido avances sociales notables en algunos países de Europa, no puede ser el «finis terrae» de la izquierda. Ella a lo máximo que aspira es a construir un capitalismo que difunda mejor la riqueza y que sea verde sin transformar radicalmente el poder económico e internacional imperante. Construir una izquierda ecologista y anticapitalista es la propuesta de Fernández Buey.

¿Nos das cuenta resumida de los materiales que has incluido en el libro?

He seleccionado 23 textos de una recopilación inicial de casi cien sobre el pensamiento político de FFB. El libro se estructura en cinco partes: la crisis de la civilización capitalista, el reinicio de una izquierda alternativa al poder actual del capital, un proyecto verde, rojo y violeta con orientación anticapitalista, el comunismo herético, la construcción de un nuevo internacionalismo. El hilo conductor es la construcción de un ecosocialismo que se diferencie de la socialdemocracia y se oponga al capitalismo verde. Pensar la transición al poscapitalismo es la principal tarea que tenemos por delante y este libro contribuye a este quehacer.

Luces largas, dices, para construir poscapitalismo ecologista e internacionalista. ¿Cómo hacerlo?

Detallar esa construcción en una pregunta es imposible. En el libro se ofrecen pistas y propuestas sobre ecologismo e internacionalismo, así como una amplia bibliografía sobre lo que me planteas. El pensamiento de Fernández Buey sobre esta cuestión ha sido muy bien prolongado por Jorge Riechmann, su principal discípulo. Yo me identifico con su propuesta de un «ecosocialismo descalzo». Pienso que el decrecimiento es la perspectiva de fondo que hemos de adoptar, pero también es imprescindible un ecopoder estatal para arrebatar el control de las empresas transnacionales. Sin un decrecimiento del consumo de los ciudadanos orientado políticamente a través de acciones de boicot nada será posible.

¿Qué relevancia se le da en el libro al internacionalismo?

La dimensión internacionalista es prioritaria para Fernández Buey. En casi todos los capítulos aparece. Los dos consideramos que hay que ir más allá del marco nacional y europeo a la hora de realizar políticas en España. En Justicia global y en Desigualdades internacionales, ¡justicia ya! he hecho propuestas sobre esta temática. De entrada, hay que empezar por otra forma de abordar la política migratoria que incida en las causas de fondo de estos movimientos del Sur al Norte.
La lucha contra el militarismo es urgente dada la proliferación de conflictos bélicos y guerras que tenemos ahora, tanto la de Ucrania como otras. La posición de las izquierdas parlamentarias en España y en Europa ante esta realidad es inaceptable.

Insisto en un punto. Pones mucho el foco en la arista ecologista del pensamiento de FFB. ¿Fue el autor de Marx (sin ismos) un decrecentista? ¿Un crítico, avant la lettre, del capitalismo verde?

Sin duda. En el libro se incluye un capítulo sobre el decrecimiento. Su crítica al capitalismo verde es radical.

¿Existe una izquierda española que esté construyendo ecosocialismo?

Tenemos movimientos ecologistas que realizan acciones muy interesantes, especialmente Ecologistas en Acción. Sus demandas ante las elecciones son valiosas. Algunas izquierdas incluyen algunas propuestas en sus programas, pero no es determinante el ecosocialismo en su acción política. Ni siquiera en el discurso, incluso en periodos electorales. Además, hay una confusión a la hora de entender el ecosocialismo. Fernández Buey en el libro precisa muy bien su concepción de este. El anticapitalismo y el internacionalismo son los componentes esenciales de su propuesta ecosocialista. La ausencia de internacionalismo en las izquierdas políticas es enorme y a mí me duele mucho. Nuestros problemas son la nada comparados con los de los países del Sur. Por estos motivos, considero que es necesario que los dirigentes y militantes de las izquierdas lean este libro.

¿Qué tipo de feminismo defendió FFB? ¿Qué autoras le influyeron?

Un feminismo de «las de abajo» que es distinto de un feminismo progresista que no pone en el centro la situación de las obreras y las trabajadoras precarizadas. Rosa Luxemburg y, especialmente, Simone Weil fueron las autoras que más le influyeron. Uno de los capítulos del libro más interesantes para una izquierda violeta es el que presenta las aportaciones de Weil a un feminismo popular, obrero e internacionalista

Citas un artículo de Julio Anguita escrito poco después del fallecimiento de FFB: «El donante de fundamentos». ¿Lo fue en tu opinión?

Sí y lo sigue siendo. Nos da luces largas en un tiempo en el que la política es cortoplacista y esto lleva al desastre.

¿Consideras a FFB un maestro tuyo?

Sí. Me formé con él haciendo la tesis doctoral sobre Gramsci. También ha sido determinante para mí la revista mientras tanto, en la que Fernández Buey hizo aportaciones muy valiosas. Y en el fondo está Manuel Sacristán, otro gran maestro.

¿Fue FFB un comunista herético? ¿Dónde se ubicaba su herejía?

Lo fue por su lectura no dogmática de Marx y otros clásicos del marxismo, por su crítica al stalinismo y a la política soviética, por su opción por el comunismo de consejos, por su visión de los límites del marxismo y del comunismo, por su apertura a diversas corrientes emancipadoras no comunistas. Él fue siempre un comunista herético, pero sabía que había que ser algo más que comunista.

Tú eres un gran estudioso y conocedor de la obra de Gramsci. También FFB. ¿Por qué crees que, desde muy joven, estuvo tan próximo al drama humano y a las posiciones políticas del revolucionario sardo?

Por recomendación de Sacristán, pero, sobre todo, por pensar la revolución en Occidente desde la derrota y por la creatividad de Gramsci que innovó radicalmente la perspectiva comunista. En el libro hay dos textos muy interesantes sobre temas gramscianos.

Uno de los apartados de tu Introducción lleva por título «La crítica del eurocomunismo del PSUC y del PCE. El PCI como referencia central». ¿No fue el PCI también un partido marcadamente eurocomunista? ¿Por qué FFB lo consideró, en cambio, una referencia central?

Esa fue una fase muy corta en el PCI. Sacristán y él tuvieron como referente el partido de masas de Togliatti por su capacidad de crear hegemonía. Después de la muerte de éste, Ingrao, líder de la izquierda del PCI, fue su principal referente por su apertura a los movimientos sociales que desbordaban la cultura comunista clásica. También le influyeron Rossanda, Magri y otros miembros de Il Manifesto.

En la Introducción estableces una afinidad entre el pensamiento de Ignacio Ellacuría, aquel gran intelectual práxico asesinado por el ejército salvadoreño, y el de FFB. ¿Dónde se ubicaría esa afinidad?

En dar prioridad a los problemas de los países empobrecidos, en la lucha por superar el capitalismo e ir creando una ecocivilización basada en la sobriedad, en la relación estrecha entre intelectuales y masas populares, en la concepción de la política como ética de lo colectivo, en el aprecio del cristianismo de liberación.

¿Cómo podemos acercar la obra de FFB a las nuevas generaciones?

Uno de los motivos principales que me han llevado a preparar este libro es tender un puente entre su pensamiento ecosocialista, los jóvenes que forman parte de las izquierdas políticas y sociales, y el sector entre 30 y 50 años constituido por militantes y dirigentes de partidos, sindicatos y movimientos sociales. Hoy hay un déficit inmenso de formación política. Para superar la izquierda líquida y la llamada militancia digital, tenemos que crear instrumentos sólidos y constantes de formación para la acción. Esto requiere dar mucha relevancia al estudio y a la lectura de libros, así como al diálogo y al debate colectivo en torno a ellos. Aspiro a que esta obra sea leída por los sectores a los que me he referido y que los partidos, sindicatos y movimientos sociales lo utilicen en los planes de formación de sus dirigentes y militantes, si es que los tienen. Marx y Gramsci enseñan: sin pensamiento sólido es imposible la acción transformadora.

Gracias por tus respuestas… y por el libro.

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