Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La rebelde sensatez política de los jóvenes

Salvador López Arnal

Sobre el movimiento 15M

 

 

Algunos abuelos cebolletas, el que suscribe en puesto destacado, hemos hablado más de una vez de forma nada positiva de la formación e inquietudes políticas de nuestros jóvenes. Que si no tienen interés por los asuntos públicos, que si apenas leen sobre estos temas, que si no se alimentan de ninguna de las tradiciones emancipatorias abonadas durante décadas de “difícil y heroica” lucha antifranquista, que si se tragan casi todos los sapos, que si les falta coraje, que si lo tienen casi todo a su alcance, que si les tienen comido el coco, que dónde está su rebeldía ante la injusticia aléfica que nos rodea. Y así siguiendo con algún improperio incluso. Mejor hubiera sido que nos hubiéramos callado; en silencio salimos mejor en las fotos o, en cualquier caso, estamos un poco más presentable. Lo extraordinario, si lo pensamos con calma y sin prejuicios de hormigón en la cabeza, es que nuestros jóvenes. a pesar de la reconversión político-cultural mayoritaria de varias generaciones de ciudadanos, ahora en puestos de mando, que supuestamente estuvieron en pie de combate contra el fascismo español y de décadas de gobiernos de izquierda, digamos, para ser generosos, poco presentable y de derecha neofranquista, a pesar de todo ello, decía, nuestros jóvenes tengan la madurez y sensatez que ha irrumpido, a caudal lleno, con el movimiento del 15 de mayo.

Otro ejemplo más de lo quiero señalar.

Mientras arreglaba la cocina y preparaba las cosas del día siguiente, escuché ayer noche, martes, 17 de mayo, el programa informativo de las 10 por la noche de Radio Nacional. El presentador, creo que Marc Sala (mejor imposible en esta ocasión) entrevistó a una joven que forma parte del movimiento. Por la voz, unos 20 y pocos años; no logré retener el nombre. Incluso el presentador se dio cuenta de que lo mejor que podía hacer en este caso era dejar hablar. Lo hizo. Y la joven habló con una sensatez, con una sabiduría, con una capacidad de convicción y argumentación que para mi hubiera querido no ya a su edad sino en cualquier otro momento de mis largos años de activismo político. Ella no era portavoz de nadie sino una voz de un movimiento plural; no abogaban por la abstención en las elecciones municipales; puso en el sitio que hay que poner al PP, al PSOE y CiU; habló de dignidad y de la rebeldía del movimiento; habló de democracia real, distinguiéndola de la mera participación electoral sin efectos políticos reales; comentó la necesidad de una mayor representatividad; habló de sus inquietudes, de sus dudas, de las cosas que habían emprendido y que no sabían, por ahora, como continuar, sin esconderse, sin esconder sus límites; animó a la participación de todos, a aprender entre todos y con todos. Sin perder los nervios, con claridad de pensamiento, viviendo sin permiso, con ganas de continuar en acción.

Cada uno tiene sus tradiciones; yo tengo las mías. Cuando escuché a la joven en cuestión pensé en Julio Anguita y en Francisco Fernández Buey. En mi opinión, de lo mejor que nos ha pasado y de lo mejor que tenemos en el movimiento comunista ecologista hispánico. Como en el caso de Anguita y Fernández Buey, cuando estaba oyendo a la rebelde compañera tomaba notas mentalmente, sentía admiración por la sensatez de sus propuestas, me conmovían sus dudas y la manifestación explícita de sus discusiones y búsquedas, y, por qué no, alguna gota acuosa de emoción asomaba por mi rostro.

Toda una lección de praxis política, de la buena, de las imprescindibles. Toda una lección de vida incluso. Como hubiera dicho y escrito Luis Cernuda: gracias, compañera, gracias.

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