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La ciudad más rebelde, el domingo más hermoso

Salvador López Arnal

La manifestación de Barcelona

 

‘Si se lucha se puede perder; si no se lucha estás perdido”. No creo que haya muchos otros lemas que recojan mejor la esencia de la manifestación de esta tarde en Barcelona. Podemos perder pero el combate ha levantado su vuelo. Y de qué modo. La batalla no se sabe ni se siente perdida. ¡No han sido muchas las manifestaciones en la ciudad de Salvat Papasseit y Gregorio López Raimundo en las que las gentes se mostrasen, nos mostrásemos, más libres, con menos ataduras, más dispuestas a seguir adelante, a resistir y a combatir! Saben, sabemos, que se puede y están dispuestos a ello. Por si nos faltara algún apoyo, por si algún hilo no había sido zurcido, Concha Pérez, una mujer libertaria de más de 90 años, una de las cenetistas que combatieron en el frente estaba esta tarde con nosotros. En su silla de ruedas, mostrando su indignación, con los sentimientos a flor de piel. Mejor imposible.

No puedo conjeturar una cifra de asistentes. La horquilla de los cálculos traza un arco que va de los 75.000 manifestantes hasta más de un cuarto de millón No vale la pena detenerse en esta guerra de números. Ha sido, nadie dirá lo contrario, una de las manifestaciones más importantes de la historia de la ciudad y de Catalunya. Era muy fácil recordar las manifestaciones contra la guerra de Iraq o contra la permanencia de España en la Alianza Militar Atlántica. Mucha, mucha gente, que desde los barrios en algunos casos, desde el centro de la ciudad, desde poblaciones cercanas o no tan cercanas, no se ha limitado a pasear desde Plaza de Catalunya hasta Plà de Palau, cerca del parque de la Ciutadella que hoy de nuevo estaba cerrado y custodiado por los Mossos, sino que ha manifestado su indignación, su rabia incontrolada, sus múltiples y documentadas razones, su compromiso de seguir adelante. Nunca más, nada va a ser como hasta ahora. No saben cómo parar esta ola de indignación, no van a poder parar esta marea humana ciudadana que ha declarado su rebeldía. Una rebeldía con causa. ¡Qué lo intenten si se atreven! Y no sólo en Barcelona, sino también en Lleida, en Tarragona y en otras ciudades catalanas.

Desde la 5 de la tarde, desde el inicio de la manifestación, que ha durado hasta las 9 de la noche, los lemas anticapitalistas se han dejado oír con claridad y fuerza. Nadie quiere que le traten como una mercancía. No estamos dispuestos a formar parte del ‘precariado’ maltratado en el que quieren convertir a todas las clases trabajadoras. El trabajo no puede ser una condena en instituciones antidemocráticas y militarizadas como son fábricas y empresas. El paro no puede ser el estado natural de centenares de miles de jóvenes y de personas no tan jóvenes durante años. La clase política no puede seguir al servicio de los designios del capital y sus múltiples tentáculos, ni nadar como pez en el agua en la corrupción y en los privilegios inadmisibles. Los banqueros no pueden seguir aspirando a acumular beneficios y más beneficios en una carrera alocada hacia el fraude fiscal, la barbarie y el todo vale.

Los indignados, por otra parte, lo han gritado insistentemente, no se sienten representados por ninguna fuerza política. Ellos se representan a sí mismos… y a la perfección. Le llaman democracia y no lo es. Y no lo es porque el poder no es del pueblo, sino de un puñado de privilegiados que quieren obrar a su antojo.

Pocas pancartas. La mayoría elaboradas por los propios manifestantes, no por organizaciones políticas. Banderas tricolores, muy pocas catalanas, han ondeado en la manifestación. Lo mismo que numerosas imágenes del Che, el único referente político que, si no ando errado, ha estado hoy presente.

La lectura final del comunicado consensuado ha señalado nuevas citas, próximos encuentros, y una marcha de unos 30 días que partiendo de Barcelona este próximo 25 de junio para llegar a Vallirana ese mismo día pretende desembocar en Madrid a finales de julio.

Nada ni nadie les va a parar; nada ni nadie nos debe parar.

Uno de los gritos más coreados en la manifestación pedía, exigía más bien, la dimisión del conseller de Interior. Hay miles de motivos para ello. Todos justos y sensatos. Pero… que no nos escuchen. La clase política catalana, que ciertamente actúa y se comporta como tal, en absoluto representa a la ciudadanía indignada en pie de justicia y de igualdad. Pero Felip Puig sí que representa a la perfección este “gobierno de los mejores” (¡qué risa doña Rosita!) que hace agua por los cuatro lados y que ha defendido y defiende sin pudor los intereses de las insaciables capas privilegiadas catalanas y del nacional-catolicismo catalán. Con la contrarreforma fiscal, con las nucleares, con los conciertos educativos, con la ley ómnibus. Para ellos es tan natural como la vida misma. Su vida.

PS. Un corolario sustantivo de lo sucedido esta tarde. “Barcelona, la millor botiga del món” ha sido uno de los lemas –no digo que sea el único- más infames que ha generado la vida municipal barcelonesa en estos últimos años. No han sido la derecha nacionalista o sus fieles aliados españolistas quienes lo han generado. Se han limitado a aplaudir encantados. Después de la manifestación ciudadana de esta tarde, el lema, si les queda algo de dignidad, conjetura que no está asegurada, ha sido arrojado definitivamente, al baúl de los trastos inútiles, de las insoportables agresiones a una cultura de izquierdas que jamás habría debido abonar un insulto de estas dimensiones.

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