¡Por fin los jóvenes!
(Corriente Roja)
En esta exclamación preñada de satisfacción y de esperanza podría resumirse el estado de ánimo de la mayoría de los participantes en la impresionante manifestación por la III República celebrada en Madrid el pasado fin de semana. Y si hubiese que destacar por encima de todas una característica de esta movilización sería la abrumadora mayoría de jóvenes que irrumpían, en muchos casos por primera vez, en el escenario de la rebeldía y de la lucha. Solo por ver como brillaban sus ojos, llenos de rabia y de deseos de un futuro mejor, hubiera merecido la pena abarrotar las calles de un Madrid que volvía a ser más resistente que nunca.
Los jóvenes de nuestro país respondieron, sí, y lo hicieron en un momento en el que los más pesimistas insistían en subrayar la diferencia con los franceses: el botellón frente a la lucha por un trabajo digno. En mi opinión las «revueltas del botellón» expresan también un sentimiento de rebeldía, seguramente de una rebeldía primitiva, demasiado primitiva quizás, pero no olvidemos que nuestra historia de luchas tiene poco que ver con la francesa y que no podemos inventarnos grados de conciencia y de organización para nuestros jóvenes. Debemos trabajar con lo que hay, que es lo que, en gran parte, han forjado las organizaciones políticas y sindicales que hasta el momento hemos conocido, además nosotros no guillotinamos a ningún rey….
Otro de los hechos extraordinariamente significativos y que nos demuestra que vamos por buen camino ha sido el absoluto «apagón mediático». Cuando doscientas o trescientas personas se concentraban a conmemorar algún aniversario republicano si había cobertura mediática, al fin y al cabo siempre se les podía tachar de nostálgicos y los medios procuraban remarcar el carácter conmemorativo de los actos. Pero en esto llegaron los jóvenes y el movimiento mandó a parar. El tremendo auge que está alcanzando el movimiento republicano en los últimos años y, sobre todo, el hecho de que las manifestaciones se convoquen no fundamentalmente para conmemorar, que también, sino para preparar las condiciones y avanzar hacia la III República constituyen hechos que se empiezan a escapar de las manos de un sistema que hasta ahora había intentado domesticar el movimiento.
De nuevo pudimos comprobar que el pueblo es sabio y sabe contra que se está enfrentando. La impugnación de la figura del rey y de la monarquía no son entendidos como simplemente el ataque a una persona o a una forma de gobierno, los contenidos de los lemas que se coreaban demostraban que las gentes saben que República no es para ellos únicamente ausencia de rey o que su opción es la pura y simple sustitución de un rey por un presidente de la República. La rabia en los ojos chispeantes de los más jóvenes expresaba su oposición a un sistema que impide la democracia y que les garantiza una vida de explotación y precariedad.
El largo debate de la izquierda sobre si en el capitalismo liberal existe la posibilidad de una forma de democracia que puede recibir el nombre de «democracia burguesa» resuelto a través de la experiencia popular y expresado en un lema coreado de modo unánime y atronador: «Lo llaman democracia y no lo es». Los nuevos proletarios, los explotados han sabido entender que democracia y liberalismo son conceptos antitéticos. El liberalismo ha sido el que durante más de dos siglos ha hecho imposible la realización plena de la democracia, y ha sido el motor de la explotación, de la esclavitud y del racismo. Solo con el socialismo será posible la realización de la democracia en el siglo XXI.
La izquierda institucional volvió a dar, eligiendo nuevamente el camino equivocado, un nuevo paso hacia su autoinmolación. En lugar de fomentar y aprender del movimiento popular, volvió a encerrarse en los límites de lo políticamente correcto y convocó un par de concentraciones que pretendían rebajar el contenido y la participación de la gran movilización unitaria. Como siempre fue un rotundo fracaso y demostró una vez más, si cabe, que la estrategia de aceptación de la derrota y la búsqueda de salidas personales para sus lideres tiene un cortísimo recorrido y que tarde o temprano les llevará a la catástrofe.
Los lemas más coreados y el sentimiento que pudimos pulsar nos indica que, a pesar de que muchas cosas han cambiado y de que la ofensiva del capitalismo ha producido un nivel de fragmentación de la clase hasta ahora nunca conocidos, los jóvenes y muchos trabajadores siguen percibiendo donde se encuentra el núcleo de la explotación. Saben que solo podrán ser felices si son capaces de destruir este núcleo, si son capaces de cambiar el sistema.
Tenemos ante nosotros unas tareas que colocan a la izquierda revolucionaria nuevamente entre Job y Prometeo. Una labor al mismo tiempo paciente y titánica. Paciencia porque la devastación ha sido enorme, la ofensiva capitalista dura más de treinta años y se ha encontrado con unas organizaciones de la izquierda «cautivas y desarmadas» -cuando no cooptadas-. Paciente porque no debemos engañarnos, estamos solamente vislumbrando la salida del túnel, este pasado domingo pudimos ver más luz al fondo que hace mucho tiempo. Sigamos por ese camino, avancemos decididamente hacia esa luz recordando y teniendo siempre presentes las palabras del Che: «El único descanso para un revolucionario está en la tumba».
Es necesario que seamos capaces de fortalecer una cultura popular alternativa que sea el catalizador que permita que florezcan estructuras organizativas estables que a su vez se retroalimenten de este nuevo germen cultural. En este sentido debemos, en primer lugar, llevar a cabo una lucha sin cuartel contra el revisionismo histórico. No podemos permitir que nos roben nuestra historia aquellos que, como escribió Mikis Theodorakis, pretenden comparar a los héroes con los verdugos. En nuestro país no hubo una guerra entre dos bandos que eran igualmente responsables y en la que «todos hicieron barbaridades». Lo que realmente sucedió fue el primer combate que tuvo lugar en Europa contra el fascismo, nuestro país fue durante mucho tiempo el mayor ejemplo de lucha para toda la juventud antifascista del mundo, aquí se forjaron las armas y se construyeron las experiencias que permitieron la derrotar al nazifascismo.
En un emocionante artículo, Giovanni Pesce, medalla de oro de la Resistencia Italiana y miembro de las Brigadas Internacionales, publicado este pasado domingo en Liberazione con ocasión de la celebración del sexagésimo primer aniversario de la liberación de Italia- afirmaba que no se podía entender esta victoria sin estudiar y valorar la experiencia de la lucha en España, para el, aquí se había forjado su victoria contra los fascistas de Mussolini. En un momento en el que el ataque contra el comunismo y los luchadores antifascistas pretende enseñorearse de toda Europa, en el que en algunas repúblicas ex-soviéticas se rehabilita a todos los que colaboraron con los nazis mientras que se encarcela a los combatientes del Ejercito Rojo., en el que el afortunadamente derrotado Berlusconi pretendía acabar con la potente tradición de la resistencia antifascista en su país y equiparar a los resistentes con los camisas negras fascistas, los gritos de la manifestación de Madrid ¡No pasarán! o ¡Madrid será la tumba del fascismo!, nos demuestran que ni los 40 años de noche y niebla ni los 20 siguientes de democracia intencionadamente desmemoriada han conseguido cercenar el hilo rojo de nuestra historia.
Ahí está la clave de las tarea para la izquierda y para los comunistas en el inmediato futuro: trabajar y ayudar a reanudar ese hilo rojo. Sabiendo que partimos de la desolación, pero sabiendo, también, que ya no llueve tanto, que los jóvenes empiezan a darse cuenta que este es un sistema que lo único que les garantiza es la infelicidad: Empiezan, también, a darse cuenta que la lucha es una necesidad y que para luchar es necesario estar organizados. Ellos son explotados en unas condiciones distintas de las que lo fueron trabajadores en otras épocas, no pretendamos imponerles formas organizativas que seguramente fueron muy eficaces en otros tiempos, confiemos en ellos y aprendamos de sus respuestas. Seamos capaces de legarles lo mejor de nuestras experiencias y lo mejor de un pasado que tuvo más episodios de gloria de los que nos pretenden hacer creer , de ningún modo ellos consentirán en heredar nuestras miserias. Y en el umbral de la celebración del Primero de Mayo -el día más señalado para la lucha de los trabajadores- , en un escenario en el que las organizaciones sindicales mayoritarias presentan un panorama cada vez más mortecino y decadente, en un momento en el que los jóvenes tienen cada vez más claro que estos dirigentes sindicales tampoco les representan, una pregunta en el aire: ¿Y si la recuperación del movimiento obrero empieza por aquí?. Por los jóvenes que aún no se han organizado y que responden al sistema desde los cada vez más variados espacios en los que se sienten agredidos, y no estrictamente por el movimiento sindical como lo conocimos en los siglos XIX y XX. Ahora más que nunca debemos tener presentes los lemas de la última manifestación antifascista en Madrid: Memoria, dignidad y lucha.