Ponencia presentada en la Conferencia Mundial sobre «Retrofit for Purpose: Reform of the International Financial Architecture», IDEAS, Río de Janeiro, 7-9 de agosto de 2024.

Hoy, 9 de agosto, se cumple el 79 aniversario del bombardeo nuclear de Nagasaki, uno de los acontecimientos clave que inauguraron el orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, marcado por la hegemonía de Estados Unidos.

Crisis del orden internacional liberal

Una parte fundamental de ese orden era la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). También una parte fundamental de ese orden era el sistema de Bretton Woods. El pilar ideológico de ese orden era la democracia liberal al estilo estadounidense, una opinión que Joe Biden expresó en la reciente cumbre de la OTAN celebrada en julio, cuando repitió el horrible elogio de Madeleine Albright a Estados Unidos como «la nación indispensable» Todo este régimen mundial se encuentra ahora sometido a fuertes tensiones, zarandeado tanto desde fuera de Occidente como dentro de Occidente.

A la hora de evaluar las cuestiones relacionadas con las instituciones de Bretton Woods, el acceso al capital para la financiación de emergencias y del desarrollo, la nueva crisis de la deuda y el espacio político para los países en desarrollo, es imperativo que las veamos en este contexto geopolítico más amplio o podríamos pasar por alto algunas de las características clave de la nueva situación.

La nueva crisis de la deuda de los países en desarrollo

Creo que todos ustedes habrán leído acerca de las masivas manifestaciones en Kenia contra un proyecto de ley de finanzas impulsado por el FMI que haría de la austeridad el eje de la política económica y legislaría nuevos impuestos regresivos. El gobierno keniano está tratando de cumplir con un rescate de 3.600 millones de dólares lanzado por el FMI hace cuatro años que exige aumentar los ingresos y recortar el gasto. Los pagos de intereses de la deuda de Kenia se han estado comiendo casi el 38% de los ingresos anuales1. Como muchos países subsaharianos, Kenia gasta ahora más en el servicio de la deuda que en educación y sanidad. Al menos 39 personas han perdido ya la vida oponiéndose en las calles al proyecto de ley. Se han producido detenciones masivas y secuestros de manifestantes. En respuesta, la población ha incendiado el Parlamento.

Kenia no es más que el último país en sumarse a una larga lista de países que se han visto afectados por las protestas contra la deuda, la austeridad y los impuestos en el Sur global durante los últimos cuatro años. Entre ellos se encuentra la vecina Argentina, que soporta una deuda de 324.000 millones de dólares, equivalente al 90% de su PIB. En parte para satisfacer a acreedores como el Fondo, el nuevo presidente, Javier Miel, autodenominado «economista anarcocapitalista», según el New York Times, «ha suprimido miles de puestos de trabajo, recortado salarios y congelado proyectos de infraestructuras, imponiendo medidas de austeridad que superan incluso las que el FMI ha buscado en sus intentos de ayudar al país a sanear sus finanzas. En sus primeros seis meses, los índices de pobreza se han disparado»2.

La carga de la deuda del Sur global es horrenda, y las protestas simplemente subrayan el hecho de que estamos viviendo una crisis de deuda masiva de la escala de la llamada «crisis de la deuda del Tercer Mundo» de la década de 1980. Un informe resume su magnitud:

En 2023, se calcula que los países en desarrollo deberán 381.000 millones de dólares en concepto de servicio de la deuda externa a medio y largo plazo, según las Estadísticas de la Deuda Internacional del Banco Mundial. 53 países tienen calificaciones crediticias estimadas como «altamente especulativas» o peores. Este subconjunto de países en desarrollo debe 166.000 millones de dólares en servicio de la deuda en 2023. Sólo los 10 principales deudores deben casi el 60% de este servicio de la deuda, o una cuarta parte del servicio total de la deuda que deben los países en desarrollo3.

¿Cuál ha sido la respuesta de las instituciones de Bretton Woods a esta nueva crisis mundial de la deuda? Es que estos países han vivido por encima de sus posibilidades y, en consecuencia, como Indermit Gill, economista jefe del Banco Mundial y Chicago Boy, declaró al New York Times con bastante cinismo, tienen «esencialmente dos maneras de pagar sus facturas: imprimir dinero o subir los impuestos. Una lleva a la inflación… La otra lleva al malestar»4.

Culpar a las víctimas de vivir por encima de sus posibilidades es la forma consagrada en que las instituciones de Bretton Woods han explicado las crisis de la deuda de los países en desarrollo. Sin embargo, hoy existe otra excusa a la que recurren el FMI y el Banco Mundial para ocultar su total incapacidad para hacer frente a la crisis de la deuda, y es participar en el juego de la culpa geopolítica, es decir, señalar a China como culpable.

Típica es la afirmación de la ex subdirectora del FMI Anne Krueger,

La aparición de China como principal acreedor ha creado problemas, entre otras cosas porque ha rechazado la invitación a unirse al Club de París. Mientras que los miembros del Club de París comparten información sobre las sumas que se les adeudan, China no lo hace. Tampoco ha querido participar de forma significativa en los acuerdos multilaterales de reestructuración de la deuda. En su lugar, ha funcionado como una caja negra, adjuntando acuerdos de confidencialidad a muchos de sus préstamos y canalizando el crédito a través de una amplia gama de agencias5.

Secundando a Anne Krueger, Mark Sobel, ex funcionario del Departamento del Tesoro y presidente estadounidense del Foro de Instituciones Monetarias y Financieras Oficiales, afirmó que el fracaso a la hora de llegar a un acuerdo de reestructuración de la deuda se debía a que «China no está dispuesta a admitir que sus préstamos han sido insostenibles y a que China está dando largas a la hora de llegar a acuerdos»6.

El Ministerio de Asuntos Exteriores de Pekín rebatió enérgicamente este intento de culpar a China de la nueva crisis de la deuda de los países en desarrollo, afirmando que «las instituciones financieras multilaterales y los acreedores comerciales poseen casi tres cuartas partes de la deuda externa total de África. Se llevan una parte mayor de la deuda africana, y pueden y deben tomar medidas más enérgicas para aliviar la carga de la deuda de los países africanos. China hace un llamamiento a todas las partes implicadas para que contribuyan a aliviar la carga de la deuda de África de acuerdo con el principio de acciones comunes y reparto justo de la carga»7.

Lo que parece estar operando en este intercambio entre funcionarios occidentales y chinos es una diferencia fundamental: la visión occidental de que el alivio de la deuda debe estar condicionado a la aceptación de programas de austeridad con condicionalidades tipo FMI y el enfoque más equilibrado y estratégico de China, que tiene en cuenta la necesidad de los países en desarrollo de capital para infraestructuras y producción que les permita crecer y, por tanto, pagar mejor sus deudas a largo plazo. Como señala el Ministerio de Asuntos Exteriores de China:

El problema de la deuda de África es esencialmente una cuestión de desarrollo. La solución al problema requiere abordar no sólo los síntomas sino también las causas profundas mediante el tratamiento de la deuda, entre otros, con el fin de potenciar la capacidad de desarrollo independiente y sostenible de África. La cooperación financiera de China con África se centra principalmente en ámbitos como el desarrollo de infraestructuras y la capacidad de producción, con vistas a potenciar la capacidad de desarrollo independiente y sostenible de África.8

La edad de oro de la ayuda al desarrollo de China

En retrospectiva, el periodo comprendido entre 2000 y aproximadamente 2018 fue la edad de oro de los préstamos al desarrollo de China, que coincidió con su ascenso hasta convertirse en el centro de la acumulación mundial de capital, representando al final de ese periodo el 28% de todo el crecimiento mundial, lo que suponía más del doble de la cuota de Estados Unidos9.

China, como señala irónicamente Kevin Gallagher, es ahora «el mayor banco de desarrollo del mundo»10 Dos de sus agencias, el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportaciones e Importaciones de China, han proporcionado financiación por valor de casi un billón de dólares a países extranjeros desde principios de la década de 2000. Además, ha negociado o prometido unos 230.000 millones de dólares en fondos de desarrollo bilaterales y regionales en todo el mundo11 Incluyendo préstamos e inversiones directas, la inversión acumulada de China en África ascendió a 40.000 millones de dólares en 2012. Entre 2005 y 2014, China ha proporcionado más de 100.000 millones de dólares en préstamos a países y empresas de América Latina, principalmente a través del Banco de Desarrollo de China y el Eximbank de China.

El registro también muestra que China condonó 72 millones de dólares adeudados por Camerún en 2019, 72 millones de dólares adeudados por Botsuana y 10,6 millones de dólares adeudados por Lesoto en 2018, y 160 millones de dólares adeudados por Sudán en 2017. El grupo de investigación Rhodium encontró 40 casos de renegociaciones de deudas con China por valor de 50.000 millones de dólares en 24 países desde el año 2000. En el discurso de 2010 sobre el Desafío del Milenio de las Naciones Unidas, el entonces Primer Ministro Wen Jiabao reveló que China había cancelado la deuda de 50 países pobres muy endeudados (PPME) y países menos adelantados (PMA) por valor de 25.600 millones de yuanes (3.800 millones de dólares) a partir de 200912.

Además, Pekín fue fundamental en la formación de los BRICS y lideró la creación de nuevas instituciones para canalizar la ayuda al desarrollo y la ayuda financiera de emergencia, siendo las más importantes la Iniciativa del Cinturón y la Ruta, dotada con un billón de dólares, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) y el Nuevo Banco de Desarrollo y el Acuerdo de Reservas Contingentes de los BRICS. Estas instituciones constituyen los pilares potenciales de un sistema multilateral alternativo.

Aunque algunos proyectos de desarrollo financiados por China han sido criticados por diversas razones –por ejemplo, que sus beneficios van a parar principalmente a las élites de los países en desarrollo o que, como dice Arundhati Roy, tienen una inclinación por el «gigantismo» o los proyectos de infraestructuras masivas–, en general, la ayuda de China ha sido, en conjunto, enormemente positiva para el Sur Global. Ha ofrecido una fuente de financiación alternativa a la ayuda multilateral y bilateral y a los préstamos comerciales occidentales, proporcionando así a los países en desarrollo un «espacio de desarrollo» o un «espacio político» que queda excluido por las condicionalidades habituales del FMI.

Geopolítica, ayuda al desarrollo y reforma del FMI

Una de las cuestiones que se plantean ahora es cómo se verá afectado el acceso a la ayuda financiera y al desarrollo por el conflicto geopolítico con China que está provocando Estados Unidos. La amenaza implícita contenida en las declaraciones de Anne Krueger y Mark Sobel a las que me he referido antes es que las instituciones de Bretton Woods no verán con buenos ojos a aquellos países cuya cartera de deuda contenga una gran proporción de financiación china.

De hecho, no es sólo el acceso a los recursos del FMI y del Banco Mundial lo que está ahora en juego en las relaciones de los países en desarrollo con China, sino también la reforma del FMI y del Banco Mundial. Como ha subrayado Paulo Nogueira Batista, ex director ejecutivo de Brasil en el FMI,

La rivalidad entre Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, y las potencias emergentes, en particular China, es la causa del pesimismo generalizado que reina actualmente en torno a la reforma del FMI. Siempre difícil, esta reforma tropieza ahora con el hecho de que los principales accionistas, Estados Unidos, los países europeos y Japón, así como otras naciones de renta alta, se oponen frontalmente a contemplar cualquier reforma que otorgue más poder de decisión a China. Sin embargo, China es precisamente el país más infrarrepresentado desde cualquier punto de vista imaginable y, por tanto, el que más ganaría con una redistribución de las cuotas y del poder de voto en el Fondo. En otras palabras, China es al mismo tiempo la principal razón y el principal obstáculo para la reforma. La otra cara de la moneda es que los países desarrollados, especialmente los miembros europeos, están muy sobrerrepresentados. Por tanto, los países que controlan la institución saldrían definitivamente perdiendo con la redistribución de cuotas y votos. El mundo desarrollado, especialmente Europa, es al mismo tiempo la principal razón y el principal obstáculo para la reforma13.

En resumen, es probable que el tan deseado aumento del poder de voto tanto de las llamadas economías emergentes como de los países menos desarrollados acabe siendo una víctima colateral de la Nueva Guerra Fría de Occidente contra China.

El ascenso de los BRICS

Arabia Saudí, Qatar, Irán, Etiopía y Egipto se han adherido oficialmente a los BRICS, y casi 50 países más han manifestado su intención de hacerlo. Arabia Saudí y Qatar, con los enormes recursos financieros que atesoran sus fondos soberanos, son los nuevos miembros más significativos desde el punto de vista de la financiación del desarrollo y las emergencias. Arabia Saudí cuenta con un fondo soberano de 925.000 millones de dólares, mientras que Qatar tiene uno por valor de entre 475.000 y 500.000 millones de dólares. Estas sumas podrían reforzar la potencia de fuego del actual Acuerdo de Reserva Contingente y del Nuevo Banco de Desarrollo, que había prestado unos 32.000 millones de dólares a finales de 202214.

Los BRICS, que ya son una organización de 10 países, cuentan actualmente con una población total que abarca más del 40% del mundo. También poseen una cuota sustancial del 28% de la economía mundial, equivalente a 26,5 billones de dólares15. El hecho de que tantos países, entre ellos Tailandia y Malasia, estén haciendo cola para unirse indica que el Sur Global se da cuenta de que la balanza se está inclinando constantemente en contra de Occidente, que se ha vuelto cada vez más defensivo, gruñón e inseguro.

Como se señaló ayer, no sólo el capital colectivo de los BRICS tiene potencial para ser fuentes alternativas de capital. Están los acuerdos financieros regionales (AFR), como la Iniciativa Chiang Mai, el Acuerdo de Reservas Contingentes, el Fondo Latinoamericano de Reservas y el Fondo Monetario Árabe, que disponen de 329.000 millones de dólares para las economías emergentes y en desarrollo16. Se trata, por supuesto, de una cantidad muy limitada, en comparación con las ingentes necesidades de financiación de emergencia y ayuda al desarrollo. Además, como señalan Kevin Gallgher y Richard Kozul-Wright, necesitan «desvincularse de la necesidad de contar con un programa asociado del FMI para que resulten más atractivos a sus miembros»17.

La financiación alternativa no es el único beneficio del ascenso de los BRICS. Otro es un modelo de desarrollo alternativo, en el que el Estado desempeña un papel protagonista, en contraste con las instituciones de Bretton Woods que santifican el papel de los mercados y del sector empresarial privado. La sumisión a un mercado global sesgado hacia los intereses de los grandes oligopolios empresariales de Occidente ha sido la enorme roca contra la que han naufragado las aspiraciones de desarrollo del Sur global.

La extrema derecha y el internacionalismo liberal

Hasta ahora me he centrado en el desafío al orden internacional liberal que plantean las crisis y demandas del Sur Global. Sin embargo, hay desafíos internos al reinado del neoliberalismo y la democracia liberal que provienen del propio Occidente y que tendrán implicaciones masivas para el orden de la Guerra Fría. Donald Trump, como observamos desde su primer mandato, destrozó la Asociación Transpacífica, consideró la OTAN una carga, pisoteó las normas de la Organización Mundial del Comercio, ignoró al FMI y al Banco Mundial, negoció la retirada estadounidense de Afganistán de manos de los talibanes y rompió el frente unido de Occidente contra Corea del Norte al cruzar a ese país para negociar con Kim Jong Un. Algunos han dicho que su política exterior fue errática, pero había una lógica subyacente a su supuesta locura, y ésta era su necesidad sentida de jugar de forma oportunista con un fuerte sentimiento entre la gente en Estados Unidos de que están cansados de soportar las cargas del imperio, de que Estados Unidos no es una «nación indispensable», como dijeron Albright y Biden, de que la defensa del imperio ha sido una de las principales causas del declive económico de Estados Unidos, de que las grandes tecnológicas y Wall Street son una parte importante del problema, y de que las corporaciones estadounidenses han traicionado al pueblo estadounidense enviando inversiones y puestos de trabajo al extranjero.

El mismo recelo y resentimiento hacia las instituciones transnacionales se percibe en la extrema derecha europea, que se mueve desde Francia hasta Hungría.De hecho, Viktor Orban, de Hungría, ha sido muy crítico con la OTAN y ha condenado a la Unión Europea, otro pilar de Occidente, por destruir el Estado-nación y la ha descrito, en un discurso reciente, como una entidad política maligna «bajo la ocupación de una oligarquía liberal… Esta élite liberal de izquierdas está organizando de hecho una élite transatlántica: no europea, sino global; no basada en el Estado-nación, sino federal; y no democrática, sino oligárquica»18. Golpeada por la cada vez más poderosa extrema derecha, Bruselas está a la defensiva, y sabe que si la francesa Marine Le Pen y Alternativ fur Deutschland llegan al poder y se unen a la italiana Georgia Meloni, el proyecto de integración política liberal y económica neoliberal de la Unión Europea, de 70 años de antigüedad, se convertirá en cosa del pasado.

En ese mismo discurso, Orban capta sucintamente lo que realmente es la agenda antiglobalista de Trump:

[Mucha gente piensa que si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca, los estadounidenses querrán conservar su supremacía mundial manteniendo su posición en el mundo. Creo que esto es un error. Por supuesto, nadie abandona posiciones por voluntad propia, pero ese no será el objetivo más importante. Al contrario, la prioridad será reconstruir y fortalecer Norteamérica. Esto significa no sólo Estados Unidos, sino también Canadá y México, porque juntos forman un espacio económico. Y el lugar de Estados Unidos en el mundo será menos importante. Hay que tomarse en serio lo que dice el Presidente: «¡América primero, todo aquí, todo volverá a casa!»… No sé si han leído lo que ha dicho el Presidente. Por ejemplo, no son una compañía de seguros, y si Taiwán quiere seguridad, que pague. Nos harán pagar a los europeos, a la OTAN y a China el precio de la seguridad; y también lograrán un equilibrio comercial con China mediante negociaciones, y lo cambiarán a favor de EEUU. Provocarán un desarrollo masivo de las infraestructuras, la investigación militar y la innovación estadounidenses. Lograrán –o quizá ya hayan logrado– la autosuficiencia energética y de materias primas; y, por último, mejorarán ideológicamente, renunciando a exportar democracia. America First. La exportación de democracia ha llegado a su fin. Esta es la esencia del experimento que Estados Unidos está llevando a cabo en respuesta a la situación aquí descrita19.

Ahora, por supuesto, tanto Orban como Trump abrazan valores racistas y nativistas que la mayoría de nosotros encontraríamos repulsivos. Pero nuestro punto aquí es que debemos ver que Trump no está interesado en expandir un imperio liberal a través del libre comercio y el libre flujo de capital, un orden defendido por la marquesina política del multilateralismo, y promovido a través de una ideología económica de la globalización y una ideología política de la democracia liberal. Lo que le interesa es construir una Fortaleza América que esté mucho, mucho menos comprometida con el mundo, donde las instituciones multilaterales a través de las cuales EE.UU. ha ejercido su poder económico, la OTAN y las instituciones de Bretton Woods, serían mucho menos relevantes como instrumentos del poder estadounidense. La negociación, como la que Trump llevó a cabo con Kim Jong-Un, sería, en cambio, uno de los principales métodos para defender los intereses estadounidenses.

Una de las cosas que Sir Richard Evans, una de las principales autoridades en materia de fascismo, acertó en nuestro debate de la Cambridge Union en 2021, fue que mientras que el fascismo tradicional era expansionista, la extrema derecha de hoy en día trata de amurallar el mundo exterior. Otros han ido más lejos y han dicho que, sea cual sea la retórica de los liberales de la Nueva Guerra Fría acerca de que Estados Unidos es el «país indispensable», la desvinculación de Occidente con la mayor parte del resto del mundo es irreversible. De hecho, en su último número, The Economist parece decir que todo ha terminado menos los gritos.

Mientras Occidente se ha replegado sobre sí mismo, China y el resto del mundo emergente se han acercado… Las consecuencias de su decisión de replegarse para protegerse de la competencia china tardarán años en quedar completamente claras. Pero el mundo no está parado. Las multinacionales occidentales han sido durante mucho tiempo los principales agentes del comercio y la inversión transfronterizos, y algunos de los mayores beneficiarios de la apertura. Hoy están cediendo terreno en los mercados de mayor crecimiento y población del mundo. China ya está recogiendo los frutos20.

¿Qué hacer?

Si el ultraderechista Orban y el neoliberal Economist tienen razón en que, sean cuales sean los resultados de las elecciones estadounidenses de noviembre de 2024, la tendencia es, a medio y largo plazo, hacia una Fortaleza América y una Fortaleza Europa, las preguntas que debemos plantearnos son las siguientes:

En primer lugar, en lugar de darnos cabezazos contra la pared presionando para que se reformen el FMI, el Banco Mundial y la OMC, ¿no deberían nuestros gobiernos limitarse a realizar una operación defensiva de contención para evitar que se vuelvan aún peores de lo que son ahora? Esta es mi lectura del documento de Paulo Nogueira Batista sobre la reforma del FMI al que me he referido antes21. Otros probablemente abogarían por un juego de saboteadores más agresivo y empujarían a estas instituciones a volverse cada vez más marginales y disfuncionales.

En segundo lugar, ¿no deberíamos presionar a nuestros gobiernos para que adopten una estrategia global que acelere la retirada occidental?

En tercer lugar, ¿qué medidas deben tomar los BRICS para llenar el vacío dejado por un Occidente menos comprometido con el resto del mundo, de modo que evitemos los costes sociales que acompañaron al colapso de los Estados socialistas de Europa del Este en los años noventa?

Cuatro, ¿cómo garantizar que el periodo de transición conduzca a más financiación, espacio político y un New Deal para el Sur Global, y no uno principalmente para los más poderosos BRICS?

Conclusión

A modo de conclusión, me gustaría hacer un comentario sobre las próximas elecciones estadounidenses.

Kamala Harris representa el viejo y anacrónico orden internacional liberal de la Guerra Fría que busca contener militarmente a China, promete pleno apoyo militar a Israel, desdeña las negociaciones de paz en Ucrania y de hecho arrastraría a nuestros gobiernos al conflicto allí, y busca la continuación del «orden económico multilateral» que ha mantenido al Sur Global abajo durante los últimos 70 años. Trump y Vance ofrecen una agenda de Fortaleza América cuyo impulso es desvincularse de lo que Trump ha llamado «países de mierda», que se centra en mantener al resto del mundo fuera de los Estados Unidos, y el uso de ataques militares unilaterales periódicos como los empleados por los israelíes para disciplinar a los que están fuera del Muro, es decir, nosotros, y dejar nuestros alrededores como un páramo.

Es cierto que la batalla Harris-Trump puede tener «visiones» opuestas para Estados Unidos en cuestiones internas, pero yo pregunto, ¿se trata de más de las mismas políticas neoliberales pro Wall Street/Silicon Valley revestidas de piadosa retórica democrática frente al fascismo insurgente que se alimenta de los fracasos del neoliberalismo y la democracia liberal? El mejor aliado del fascismo es una élite democrática liberal que preside un orden económico que ha aumentado radicalmente la desigualdad mientras afirma piadosamente que es la mejor defensa contra el fascismo.

Frente a estas alternativas, ¿tenemos realmente que tomar partido en el Sur Global?

En conclusión, la coincidencia del sistema de Bretton Woods para hacer frente a la crisis de la deuda de los países en desarrollo, la conversión de China en un actor poderoso y el ascenso a la hegemonía de la extrema derecha aislacionista pueden ser la alineación de los astros necesaria para el nacimiento de un nuevo orden mundial.

Hay una frase enigmática que el marxista italiano Gramsci utilizó para describir su época y que también es apropiada para la nuestra: «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos». A los dos monstruos que son la guerra genocida en Gaza y la guerra en Ucrania, puede añadirse incluso una guerra en el Mar de China Meridional, mi vecindario, donde Estados Unidos está haciendo todo lo posible por provocar a China a un enfrentamiento, con el general Mike Minihan, que dirige el Mando de Movilidad Aérea de Estados Unidos, declarando: «Mi instinto me dice que lucharemos en 2025»22.

Vivimos tiempos muy peligrosos, pero parece que las grandes oportunidades de cambio real y los grandes peligros siempre han sido gemelos.

Walden Bello es Co-Presidente del Consejo de Focus on the Global South e Investigador Honorario del Departamento de Sociología de la Universidad Estatal de Nueva York en Binghamton.

Notas

[1] Andres Schipani y Aanu Adeoye, «Kenya’s Mass Protests Expose African Fury with IMF», Financial Times, 4 de julio de 2024, https://www.ft.com/content/0e1be993-90e1-4477-9c29-414000c0d1c98.

[2] Citado en Patricia Cohen y Jack Nicas, «Political Unrest Worldwide Is Fueled by High Prices and Huge Debts», New York Times, t de julio de 2024, https://www.nytimes.com/2024/07/05/business/global-economy-debt-inequality.html.

[3] Homi Kharas y Charlotte Rivard, «30 Developing Countries to Watch in 2023», Comentario, Brookings, 20 de enero de 2023.

[5] Anne Krueger, «China and the Sovereign Debt Bomb», Project Syndicate, 13 de enero de 2023. https://www.project-syndicate.org/commentary/debt-restructuring-china-paris-club-imf-by-anne-o-krueger-2023-01.

[6] Alan Rappeport, «Defaults Loom as Poor Countries Face an Economic Storm», New York Times, 3 de diciembre de 2022.

[7] Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China, «Qin Gang: La llamada “trampa de la deuda” de China en África es una trampa narrativa impuesta a China y África», 12 de enero de 2023, https://www.fmprc.gov.cn/mfa_eng/zxxx_662805/202301/t20230112_11006510.html.

[8] Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China.

[9] J. Kemp, «China ha sustituido a EE. UU. como locomotora de la economía mundial», Reuters, 5 de noviembre de 2019, https://www.reuters.com/article/us-economy-global-kemp-column-idUSKBN1XF211/.

[10] Kevin Gallagher, «China’s Role as the World’s Development Bank Cannot be Ignored», National Public Radio, Oct 11, 2018, https://www.npr.org/2018/10/11/64621776/opinion-chinas-role-as-the-world-s-development-bank-cannot-be-ignored.

[11] Ibid.

[12] Agatha Kratz, Allen Feng y Logan Wright, «Nuevos datos sobre la cuestión de la ‘trampa de la deuda’», 29 de abril de 2019, Rhodium Group, https://rhg.com/research/new-data-on-the-debt-trap-question/.

[13] Paulo Nogueira Batista, Jr., A Way Out for IMF Reform (Londres: Proyecto Bretton Woods, junio de 2024), pp. 4-5.

[14] Antonio García, «Saudi Arabia, UAE Officially Join BRICS as Bloc Expands in MENA», Middle East Economy, 2 de enero de 2024, https://economymiddleeast.com/news/saudi-arabia-uae-brics/.

[15] Ibid.

[16] Kevin Gallagher y Richard Kozul-Wright, The Case for a New Bretton Woods (Cambridge: Polity Press, 2022), p. 38.

[17] Ibídem, p. 69.

[18] Viktor Orban, «Lecture of Prime Minister Viktor Orban at the 33rd Balvanyos Summer Free University and Student Camp», Oficina del Primer Ministro, 27 de julio de 2024. Gracias a Thomas Fazi por llamarme la atención sobre este discurso.

[19] Ibid.

[20] «Chinese Companies as Winning the Global South», Economist, 1 de agosto de 2024.

[21] Paulo Nogueira Batista, Jr., A Way Out for IMF Reform (Londres: Proyecto Bretton Woods, junio de 2024).

[22] Citado en Reuters, 29 de noviembre de 2o23.

Fuente: Focus on the Global South, 13 de agosto de 2024 (https://focusweb.org/geopoliticsis-it-shrinking-or-expanding-policy-space/)