¿Atrapados en la red de los pescadores? El saqueo colonial de los recursos naturales del Sáhara Occidental
Blanca Camps-Febrer, Enrique Bengochea Tirado
Este número especial desarrolla un análisis de la economía política del Sáhara Occidental. Lo hace a través del prisma de sus recursos naturales, con especial atención al sector pesquero. Reuniendo contribuciones de diferentes disciplinas, el número examina cómo ha evolucionado la explotación de los recursos desde la colonización española hasta la actual ocupación marroquí y cómo esto ha configurado la dinámica política, económica y cultural de la región. Los recursos naturales constituyen una lente crucial para comprender la compleja dinámica del poder y la resistencia en los territorios ocupados. El número sostiene que, lejos de ser excepcional, el caso del Sáhara Occidental refleja la dinámica más amplia del capitalismo global y el neoliberalismo. Este editorial contribuye a comprender cómo la explotación colonial y neocolonial se entrelazan con los procesos capitalistas globales en África, y destaca la resiliencia y la adaptabilidad del nacionalismo saharaui frente a la ocupación.
En octubre de 2024, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea «dictaminó […] que los acuerdos de pesca y agricultura celebrados entre la UE [Unión Europea] y Marruecos en 2019 eran inválidos debido a la falta de consentimiento del pueblo del Sáhara Occidental» y confirmó la anulación de dichos acuerdos (Euronews 2024). A pesar de numerosos retrocesos, prevalecieron el derecho internacional y el derecho de los saharauis a sus propios recursos. La UE, uno de los principales actores extranjeros en la región, y sus empresas ya no pueden pescar en el Sáhara Occidental. Esta victoria jurídica y política tiene una enorme importancia en la lucha por la independencia del Sáhara Occidental. Pone de manifiesto no solo la complicidad y las responsabilidades de las instituciones políticas, sino también los intereses económicos que estas permiten.
Sin embargo, hay dos consideraciones que invitan a la cautela. En primer lugar, la complejidad actual del capitalismo global muestra cómo los actores económicos renegocian sus posiciones dentro de las cadenas de valor y de producción y cómo, a veces, dejar las etapas inferiores de la extracción de recursos a actores periféricos o semiexperiféricos no altera las estructuras globales de explotación y acumulación. En segundo lugar, el imperialismo en África ya no es una cuestión exclusivamente europea, aunque está claro que el capitalismo racial se estableció profundamente a través de las vías del colonialismo y sus secuelas poscoloniales. Otros actores globales, del Norte global o de otros lugares, parecen dispuestos a tomar el relevo de las potencias europeas, potencialmente en declive.
El Sáhara Occidental está considerado por las Naciones Unidas (ONU) como un territorio no autónomo y se encuentra bajo ocupación marroquí. Tras la colonización española (1884-1976), Marruecos ha gestionado y decidido la política y la economía del Sáhara Occidental y, desde 1975, ha aplicado una política de colonialismo de asentamiento y ha enmarcado el Sáhara Occidental como parte de su propio territorio. El colonialismo en la región ha estado impulsado por incentivos económicos y fiscales, que han atraído a marroquíes al territorio a través de oportunidades de empleo, a menudo discriminando a los saharauis indígenas (Ojeda-García, Fernández-Molina y Veguilla, 2017).
Además de la conocida abundancia de fosfatos del Sáhara Occidental ocupado, descubiertos en 1947 y explotados desde entonces, en las últimas cuatro décadas ha florecido un sector pesquero multimillonario. Las aguas atlánticas que bañan la costa saharaui son ricas en bancos de pesca (Veguilla 2011; Smith 2015; CFB et al. 2019). El sector pesquero, que requiere mucha mano de obra, ha proporcionado los recursos para la creación de empleo y el desarrollo de infraestructuras relacionadas a lo largo de la costa del Sáhara Occidental. Se ha animado a cientos de miles de marroquíes (Mundy 2012) a establecerse en pueblos pesqueros de nueva creación o en las ciudades portuarias en expansión de El Aaiún y Dajla, lo que ha alterado el equilibrio demográfico del territorio en contra de los principios del derecho internacional humanitario y las responsabilidades de una potencia ocupante.
En las aguas del Sáhara Occidental, buques rusos, chinos y marroquíes pescan caballa, sardinas, pulpo y otras especies, recursos valiosos dentro de la cadena mundial de la industria alimentaria. A pesar de la rentabilidad del sector, su desarrollo ha resultado ser tanto un objetivo como una herramienta para el avance de la ocupación marroquí. La pesca, al igual que otros recursos naturales, es objeto de explotación y saqueo. También constituyen un elemento integral de las reivindicaciones políticas y las identidades culturales (Kingsbury 2015; Allan 2016; Ojeda-García, Fernández-Molina y Veguilla 2017). Este número especial reevalúa el papel cambiante y la creciente centralidad de los recursos naturales en los diferentes proyectos políticos del Sáhara Occidental, desde el colonialismo hasta la ocupación y la lucha por la independencia.
Imperialismo en el Sáhara Occidental: de la ocupación colonial al despojo neoliberal
El Sáhara Occidental se caracteriza por un contexto geográfico único. La región experimenta una convergencia de entornos desérticos y oceánicos, con el océano Atlántico bordeando su extremo sur. El río Senegal y el Sahel actúan como límites geográficos al sur, mientras que el valle del río Draa, en el sur de Marruecos, forma la frontera norte. Esta región ha mostrado históricamente un alto grado de conectividad (Lydon 2009), tanto con entidades políticas próximas como con la economía mundial, como lo demuestra su integración en las redes comerciales mundiales (Correale 2014). Las sociedades de la región se han definido históricamente por la práctica del islam, el uso del árabe Ḥassâniyya y una cultura beduina organizada en torno al marco de la qabila (tribu).
Durante el siglo XIX, Francia y España se esforzaron por avanzar en sus ambiciones coloniales en esta región. Francia buscaba consolidar su influencia en Senegal y Marruecos, mientras que España aspiraba a establecer una presencia en los territorios costeros adyacentes a las Islas Canarias, que ofrecían puertos potenciales para sus barcos pesqueros. A pesar de su dominio territorial de la zona costera, no fue hasta después del primer tercio del siglo XX cuando las potencias europeas comenzaron a ejercer control sobre el interior del territorio. Este cambio se evidenció con el establecimiento de asentamientos españoles en Ifni, en la costa, y en Smara, en el interior, en 1934.
La tardía colonización del territorio fue seguida por la renuencia del Estado español, que desde 1939 estaba en manos de la dictadura franquista, a renunciar a su control sobre el territorio mientras los territorios vecinos lograban la independencia: Marruecos en 1956, Mauritania en 1960 y Argelia en 1962. En consecuencia, la consolidación de la colonización española se vio agravada por la creciente presión internacional para ponerle fin. En 1963, el territorio fue incluido en la lista de territorios no autónomos de las Naciones Unidas, una designación que reflejaba la postura de la comunidad internacional. Sin embargo, el proceso para alcanzar la autodeterminación se prolongó. En respuesta a la creciente presión en favor de la autodeterminación, especialmente por parte de Marruecos, España inició un último esfuerzo de modernización, que incluía la explotación de las reservas de fosfato de la región, la industrialización de sus caladeros y el desarrollo del turismo.
Paralelamente a estos acontecimientos, a finales de la década de 1960 surgió la primera organización nacionalista saharaui, el Harakat Tahrir, que fue violentamente reprimida en 1970 (Ahmed Omar 2023, 15-20). En 1973, surgió el Frente para la Liberación de Saguia el Hamra y Río de Oro (Frente Polisario) como un grupo guerrillero que insistía en la descolonización inmediata del territorio. Las acciones del grupo, que incluían actos de sabotaje y manifestaciones en las calles de la colonia, se intensificaron y aumentaron la presión sobre el Estado franquista. Ante la creciente presión internacional del régimen marroquí, que reivindicaba su soberanía sobre el territorio, y de la propia población saharaui, que exigía la autodeterminación, el Estado franquista se vio sometido a una considerable tensión.
En este contexto, en mayo de 1975 se llevó a cabo una misión de visita de la ONU para preparar el referéndum de autodeterminación; junto con el dictamen de la Corte Internacional de Justicia, emitido en octubre de 1975 y que negaba las pretensiones de soberanía de Marruecos sobre el territorio, esto llevó a Marruecos a subir el listón. Con Franco en su lecho de muerte, en 1975, Hassan II, rey de Marruecos, lanzó la Marcha Verde, movilizando a decenas de miles de soldados y civiles que exigían la anexión del territorio (San Martín 2010, 87-126). Ante la disyuntiva de iniciar una guerra colonial con Marruecos, que había salido muy mal a Portugal, o reprimir a la población saharaui que había colonizado, el Estado español optó por lo segundo.
España cedió ilegalmente el territorio a Marruecos y Mauritania mediante los Acuerdos Tripartitos de Madrid, una serie de acuerdos en gran parte secretos que organizaban la transferencia del territorio para 1976 y que también incluían una serie de cláusulas confidenciales sobre la continuidad de la participación española en la explotación del territorio. Mientras tanto, sobre el terreno, estalló la violencia cuando las tropas marroquíes y mauritanas entraron en el territorio y se enfrentaron al Frente Polisario. En ese momento, decenas de miles de saharauis huyeron hacia el interior del territorio y acabaron estableciendo campos de refugiados en Argelia, que apoyó las reivindicaciones del nacionalismo saharaui (Zunes y Mundy 2022, 112-139). Al mismo tiempo que España ponía fin a su presencia en el territorio, el 27 de febrero de 1976 se fundaba la República Árabe Saharaui Democrática.
A partir de ese momento, la situación fue de guerra total, con la población saharaui dividida entre los desplazados en los campamentos fuera del territorio y los que se encontraban en ciudades militarizadas bajo control marroquí. A pesar de las circunstancias desfavorables, el Frente Polisario logró la rendición de Mauritania en 1979, que retiró sus reivindicaciones sobre el territorio. La guerra continuó y Marruecos construyó una serie de muros a principios de la década de 1980 para delimitar las zonas controladas por su reino alauí. En 1991, en una situación de estancamiento, se firmó un alto el fuego entre las partes beligerantes, lo que permitió la introducción de una misión internacional, la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), con el mandato de supervisar el alto el fuego y organizar y garantizar «un referéndum de autodeterminación del pueblo del Sáhara Occidental» (Resolución 690 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 1991, punto n.º 2: véase Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas 1991).
Sin embargo, desde entonces, Marruecos ha aprovechado el alto el fuego para reforzar su control sobre el territorio. En 1987, Marruecos completó la construcción del muro de separación, que aún hoy fractura el territorio, con una longitud de más de 3.000 kilómetros y dominando los dos tercios más cercanos a la costa. La República Árabe Saharaui Democrática controla el tercio interior, manteniendo a la mayor parte de su población en cinco campos de refugiados en el suroeste de Argelia, como se muestra en el mapa de la figura 1 . En este contexto, Marruecos ha reforzado su explotación económica del territorio. Esto incluye no solo los fosfatos, sino también la pesca, especialmente a través de tratados con la UE para pescar en las aguas territoriales del Sáhara. Al mismo tiempo, mantiene una política de colonización, facilitando el asentamiento de cientos de miles de personas procedentes de Marruecos.
Figura 1.
A partir de la década de 2000, surgió una nueva ola de activismo nacionalista saharaui, centrada en el territorio saharaui ocupado por Marruecos. En este contexto, el activismo civil puso de relieve las dificultades de la vida cotidiana que sufren los saharauis bajo la ocupación marroquí, las violaciones de sus derechos humanos (que la MINURSO no tiene mandato de supervisar) y el saqueo de los recursos naturales.
La situación se ha visto especialmente alterada en los últimos años por una serie de circunstancias. La primera de ellas se produjo tras la decisión de Marruecos de eludir el referéndum propuesto por las Naciones Unidas: en 2007, Marruecos propuso conceder un estatuto especial de «autonomía» al Sáhara Occidental e incorporar el territorio al reino de Marruecos, con el objetivo efectivo de impedir la celebración de un referéndum de autodeterminación. El statu quo se modificó así de manera fundamental cuando los Gobiernos de Trump en 2020 (por parte de los Estados Unidos), Sánchez en 2022 (por parte de España) y Macron en 2024 (por parte de Francia) aceptaron la propuesta marroquí de estatuto de autonomía. La segunda circunstancia, el 14 de noviembre de 2020, fue el fin del alto el fuego y la reanudación de las hostilidades tras el incidente de Guerguerat, en el que Marruecos intentó apoderarse de la franja que separa el Sáhara de Mauritania, que había permanecido como espacio desmilitarizado bajo control del Polisario tras el alto el fuego de 1991. La última circunstancia importante reciente ha sido los litigios judiciales en la UE, que reconocen que los acuerdos relativos al Sáhara Occidental deben contar con el apoyo del pueblo saharaui y que este debe poder tomar decisiones sobre el cuidado y la gestión de sus propios recursos naturales y los de sus futuras generaciones.
Artículos de este número
Dada la complicada situación geopolítica del Sáhara Occidental y el prolongado conflicto en el que está inmerso, la mayoría de los estudios realizados sobre los recursos naturales del territorio se han centrado predominantemente en sus dimensiones jurídicas y políticas (Kingsbury 2016; Ojeda-García, Fernández-Molina y Veguilla 2017; Naïli 2019). Este tipo de análisis destaca la importancia del saqueo en la ocupación marroquí del territorio en un contexto de conflicto prolongado. Otras bibliografías, elaboradas por actores no académicos, llegan a conclusiones similares, en las que intervienen una serie de redes comerciales globales que facilitan el saqueo del territorio en la legitimación de la ocupación (Hagen y Pfeifer 2018).
Para comprender plenamente la naturaleza actual del conflicto, es necesario tener en cuenta sus raíces coloniales (Morillas 1988). La explotación de los principales recursos naturales, como las minas de fosfato, se remonta a la época colonial española, un periodo que puso de relieve la importancia geoestratégica del territorio (Camprubí 2015). En esa época también se pusieron en marcha una serie de iniciativas destinadas a impulsar el desarrollo industrial en torno al banco pesquero (Martínez Milán 2014, 2021; Andreu Mediero 2017), siempre con el objetivo de justificar la permanencia española en el territorio (Martínez Milán y Barona Castañeda 2021).
La colonización española dio paso, no sin resistencia, a la ocupación marroquí, manteniendo el territorio en la lista de territorios no autónomos. En este sentido, la situación del Sáhara Occidental se ha comparado con la de Palestina o Nueva Caledonia debido a su carácter de colonia de asentamiento (Barreñada-Bajo 2022). En el Sáhara Occidental, la extracción de recursos naturales es parte integral del proyecto marroquí, y el desarrollo de infraestructuras destinadas a maximizar los beneficios de su explotación ha suscitado más investigaciones en los últimos años (Allan y Ojeda-García 2022). En este nuevo interés investigador, la pesca solo se aborda, por lo general, desde los aspectos jurídicos de los acuerdos comerciales (Prickartz 2019; Suárez-Collado y Contini 2021) o en relación con las controversias en torno al consentimiento para la explotación en un territorio no autónomo y los posibles beneficios para la población del Sáhara Occidental (Torrejón Rodríguez 2023), siguiendo al asesor jurídico de la ONU Hans Corell.
Como señalan Allan y Ojeda-García (2022), este renovado interés académico por los recursos naturales del Sáhara Occidental se ha abordado desde ángulos muy diversos, tanto desde diferentes disciplinas como desde el activismo, especialmente a través del trabajo de la ONG Western Sahara Resource Watch y sus informes de investigación. Paralelamente, la lucha independentista y activista desde los campamentos o los territorios ocupados se ha centrado cada vez más en la protección y la crítica de los recursos soberanos del pueblo, en contraposición al énfasis pasado en la lucha política por la independencia. El Sáhara Occidental se erige como un caso en el que la explotación y el despojo colonial y neocolonial se entrelazan con el capitalismo global. Por ello, la economía política del territorio reviste un interés especial, integrando el análisis y la reflexión sobre cómo el marco político de explotación y conflicto determina la movilización de las estructuras productivas y la propia definición de lo que es un recurso en el territorio.
Este número especial cuenta con cinco artículos que analizan la economía política del sector pesquero del Sáhara Occidental desde la perspectiva de los actores que se han beneficiado históricamente de su explotación y de la resistencia de su población al saqueo. Estos artículos presentan una variedad de contextos históricos, metodologías y actores, entrelazándolos en torno a la articulación y el conflicto por los recursos pesqueros del Sáhara Occidental. Este número especial propone un diálogo entre diferentes campos de especialización que no suelen dialogar entre sí. Este diálogo es fundamental para comprender tanto las complejidades de la explotación económica en un territorio ocupado como la resiliencia de una población que lleva décadas resistiéndose a ella.
El número especial se abre con un artículo de Francesco Correale. Se basa en una historia con base antropológica y propone una redefinición ontológica del concepto de «recurso» desde la perspectiva de la población del Sáhara Occidental y cómo ha cambiado a lo largo del tiempo. La investigación de Correale abarca la formación histórica de la sociedad nómada sahariana y su interacción con el comercio mundial, especialmente desde finales del siglo XIX, un periodo marcado por profundas transformaciones en la región provocadas por la colonización europea (en particular por Francia y España). Este enfoque metodológico permite comprender de forma global cómo las dinámicas socioeconómicas locales se entrelazaron con el contexto colonial y global.
El autor destaca el papel fundamental de los recursos naturales en la narrativa colonial española, al tiempo que llama la atención sobre un aspecto relativamente desconocido: la presencia española era considerada un recurso por las tribus saharauis, especialmente en su resistencia contra Francia a principios del siglo XX. Al examinar la relación cambiante de la población del Sáhara Occidental con el territorio desde una perspectiva política, Correale destaca que la concepción de lo que constituye un recurso sufrió una transformación radical con la aparición de formulaciones nacionalistas y anticolonialistas a finales de la década de 1960, que culminó con la formación del Frente Polisario.
Esta conclusión enlaza con el segundo artículo del número, de Enrique Bengochea Tirado. Bengochea Tirado emplea un meticuloso enfoque archivístico, integrando informes comerciales y políticos con documentos de carácter más íntimo. A través de este enfoque metodológico, el autor delinea el intrincado entramado de alianzas y tensiones, tanto políticas como personales, que sustentaron la economía política del Sáhara durante la fase final del dominio colonial español.
El análisis de Bengochea Tirado se centra en el Estado colonial. Destaca cómo el proyecto de «modernización» económica está vinculado a la presencia colonial surgida de la negociación entre diferentes familias políticas del régimen español. Este proyecto tenía que responder a los intereses económicos de las empresas que invertían en el territorio, que percibían una amenaza creciente debido a la posible descolonización de la región. El artículo aclara la intrincada relación entre los factores políticos y económicos en la explotación del territorio, especialmente en una región tan recientemente colonizada por una potencia europea.
En el tercer artículo, Victoria Veguilla y Blanca Camps-Febrer examinan la economía política de la explotación pesquera durante la ocupación marroquí. Presentan el marco teórico y analítico del estudio de las cadenas de valor, destacando la relevancia de este caso para ofrecer una perspectiva matizada sobre la evolución y transformación de los actores, las prácticas y los procesos que operan entre el centro, la periferia y la semiperiferia dentro del sector pesquero global.
En este sentido, los artículos segundo y tercero de este número abordan temas similares, utilizando diferentes herramientas metodológicas para examinar la constitución de la economía política del territorio en períodos consecutivos: la colonización española y la ocupación marroquí. Los resultados de estos análisis son en cierto modo similares, al poner de manifiesto el importante papel desempeñado por los Estados ocupantes, primero España y luego Marruecos, a la hora de garantizar los beneficios de la colonización a determinados actores económicos cercanos a las potencias coloniales u ocupantes. Desde una perspectiva discursiva, Veguilla y Camps-Febrer examinan cómo, tras el periodo 1975-1991, se estableció un sector pesquero bajo control marroquí, reforzando y legitimando los tropos de la modernización en la región ocupada.
Ante la dinámica del saqueo, se han construido y expresado discursos críticos a través de medios artísticos como la música hip hop y la poesía. Estas manifestaciones se analizan en el artículo de Sébastien Boulay. Boulay ofrece una perspectiva regional que conecta las formas artísticas tradicionales y modernas, demostrando cómo estas expresiones se han convertido en herramientas de denuncia contra el extractivismo y la injusticia.
Para ilustrar este punto, Boulay compara dos creaciones satíricas de artistas comprometidos políticamente: una en forma de poesía en lengua Ḥassâniyya y otra en forma de videoclip de hip hop. Estas dos creaciones, a pesar de compartir un ámbito cultural, surgen de contextos políticos divergentes. La poesía, de un poeta afiliado al Estado saharaui, articula críticas a la ocupación marroquí. Por el contrario, el grupo de hip hop ha sufrido el exilio de Mauritania y dirige sus críticas hacia las élites de ese país. A través de este ejercicio perspicaz, Boulay profundiza en la intrincada relación entre las sociedades y la política del Sáhara Occidental, subrayando el atractivo del saqueo de los recursos naturales.
El último artículo de este número explora cómo el nacionalismo saharaui articula políticamente la denuncia del saqueo de los recursos naturales. Victoria Veguilla y Carmen Gómez Martín desarrollan su análisis basándose en los marcos de referencia de la acción política. Su estudio subraya la fragmentación territorial del pueblo saharaui, dividido entre la región ocupada por Marruecos, los campos de refugiados y el exilio internacional.
Las autoras destacan la creciente importancia de las reivindicaciones relacionadas con la supervivencia, que incluyen la condena del saqueo económico y la denuncia de las violaciones de los derechos humanos. Estas reivindicaciones se sitúan sistemáticamente en el marco general de la lucha por el derecho a la autodeterminación. A través de este análisis, las autoras subrayan cómo estas reivindicaciones se relacionan con el contexto global, adaptándose y transformándose a lo largo del tiempo en función de las circunstancias cambiantes. La articulación de estas reivindicaciones subraya la resistencia del pueblo saharaui en su lucha continua contra el saqueo colonial.
Agradecimientos
Esta investigación ha sido cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) y la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Hacienda, Ciencia, Empresa y Universidad, en el marco del Programa Operativo FEDER Andalucía 2014-2020. Se enmarca en el Objetivo Específico 1.2.3: Creación y desarrollo del conocimiento fronterizo, conocimiento e investigación sobre los retos societarios y el desarrollo de tecnologías emergentes. La investigación se ha llevado a cabo en el marco del proyecto UPO-1381097, con una cofinanciación del 80 % del FEDER. La investigadora principal es Victoria Veguilla.
Referencias
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Fuente: Review of African Political Economy (ROAPE), 28 de junio de 2025, (https://www.scienceopen.com/hosted-document?doi=10.62191/ROAPE-2025-0015)
