Gerrard Winstanley, el comunismo republicano
Joan Tafalla
Pocos pensadores republicanos pueden servir de inspiración renovadora de la izquierda hoy a partir del republicanismo como el teórico y promotor de los diggers, el inglés Gerrard Winstanley. (1609- 1676)1
Si consideramos que la izquierda hoy no puede limitarse a una posición de conservación de sus anteriores conquistas sino renovarse con nuevas formulaciones de los idearios igualitarios que siempre la han dado sus señas de identidad como izquierda, la inspiración en Winstanley es una poderosísima fuente que destaca además por el vigor de su actualidad. Bastaría recoger sus encendidas invenctivas contra la práctica que él denomina- en los términos disponibles para la época-: «la practica del comprar y vender», escandalosamente aplicables a la practica del capitalismo especulativo del entramado financiero en que consiste la economía dominante hoy día.
Su obra de referencia es The Law of Freedom in a Plataform. Esta Ley de la libertad en una plataforma fue publicada en 1651, en plena efervescencia de la Revolución Inglesa (Entre 1649-1650, los diggers llevaron a cabo su experiencia comunista, en ese mismo año de 1649 fue aplastada la revuelta de los levellers, en 1649 era decapitado el rey Carlos I y abolida la monarquía y la Cámara de los Lores, en 1653 Cromwel fue nombrado Lord Protector).
Varios son los ejes que reitera Winstanley en sus reflexiones políticas:
1.- La relación inmediata entre libertad política e igualdad económica y la propuesta política central de su pensamiento de un programa radical de transformación social y de un orden social nuevo basado en este principio. Aquí Winstanley sigue la tradición republicana más genuina de considerar el eje definitorio de una Republica (su Commonwealth como ausencia de dominación. “Donde haya opresión entre semejantes no habrá gobierno de la republica sino gobierno del rey”. Esa dominación, tiene su causa y su expresión en la desigualdad económica: “El principio monárquico es la dominación de otros y la desigualdad económica que la produce”. De igual modo que Robespierre, posteriormente denunciaría la tiranía y nueva aristocracia de los ricos como una forma de supervivencia de la tiranía del ancien regime, hasta el mismísimo Roosevelt con su clamor contra “los monarcas económicos”, Winstanley vislumbra de inmediato, en las turbulencias políticas contra la monarquía, que no es la forma de gobierno la definitoria de lo que sea monarquía o republica sino la forma de organización social. Es de una luminosa clarividencia extraordinariamente valida para hoy e incluso de una brillante y moderna formulación: el “principio regio” de Winstanley no se limita a una corona “La monarquía-dice Winstanley- puede ser de dos clases: puede reinar un rey, o pueden reinar muchos por medio de los principios regios, ya que el poder regio esta en sus leyes, no en el nombre que tienen”. Como se ve, estos “principios regios” son los de la desigualdad y la dominación en el ámbito social. Contra ellos ha de dirigirse el esfuerzo del cambio y el vuelco social.
2.- En el caso de Winstanley, el de un republicano comunista, esa dominación social proviene del sistema de propiedad privada. No propone Winstanley ninguna abolición de propiedad privada. Muy lejos de caer en los riesgos utópicos de Tomas Moro o de F. Bacon, Winslanley mantiene la propiedad privada, pero le es insoportable la propiedad privada de la tierra. La tierra es “el tesoro común”, y a esta comunidad de la posesión y cultivo de la tierra debe dirigirse la transformación política y social. Por supuesto, Winstanley vincula, -como tantos otros en este asunto- la “caída” humana en el abandono de la propiedad originaria en común de esta tierra y en la institución de la propiedad privada de la tierra el origen de las querellas, las guerras y las disensiones. La aplicación actual de esta insistencia entre los primeros comunistas debe pasar por su significado metafórico e histórico. En efecto, el equivalente de ese bien agrícola, la tierra, ese “tesoro común”, serían posteriormente, para los socialismos y comunismos modernos, los medios de producción, los medios económicos de reproducción, subsistencia y desarrollo, que no habían de limitarse únicamente a la tierra.
3- Winstanley, hace una audaz relación, que llevaba hasta las últimas y más radicales y coherentes consecuencias, la pretensión democrática insuficiente de los levellers. En los debates que tuvieron lugar en Putney, Ireton reprochaba a los levellers que su propuesta de voto para todos los hombres libres llevaba indefectiblemente a la intervención en la propiedad: “Si se admite que todos somos iguales y libres, y que todo hombre debe tener un voto, ahora mostradme porqué razón ya no puede sobre la base de este derecho al voto, quitar vuestras propiedades (…) y que diferencia existe entre ambas cosas”. El pensamiento de Winstanley no se detiene en inconsecuencias. En efecto, si “el mas pobre tiene derecho al voto como el mas rico”, él continúa, “el mas pobre tiene derecho a la tierra tan cierto como el más rico”. Este planteamiento planea aún sobre lo que llamamos democracia en nuestras instituciones y sobre la necesidad democráticamente inevitable de expropiar y confiscar los instrumentos económicos de dominación de los poderosos y la necesidad inevitablemente republicana de intervenir en la propiedad de los que puedan usarla para imponer la voluntad de su interés privado no la voluntad popular y el bien común de la república. Es lo que podríamos denominar, la dimensión comunista del republicanismo.
4.- Al lado de la propiedad de la tierra “tesoro común”, son reiteradas las acusaciones de Winstanley contra la práctica que el llama de “el comprar y vender” cuyo “artero arte” condena sin cesar, hasta el punto de que en la parte de sus escritos en que se desliza por la utopía, en su República parece proponer la vuelta al trueque y la abolición del dinero La expresión de Winstanley sintetiza la práctica comercial del mundo capitalista en formación y su condena es contra un naciente “laissez faire” que recuerda las denuncias de Robespierre contra las reclamaciones del “dejad hacer” calificándolas de pretensión de “dejar hacer a los criminales”. En ese mundo capitalista en formación, que se despegaba de la economía política y moral de la multitud que llamaría Polanyi, la expresión más significativa para Winstanley era la práctica comercial sin trabas y especulativa que “ofrece libertad a la gentry para que tenga abundancia” y niega “los tesoros de la tierra a los pobres”. En realidad comprende agudamente que ese “laissez faire” de “comprar y vender” esta sostenido por el poder regio y por la fuerza y, de manera dialéctica, a su vez, el poder regio se apoya en ese “comprar y vender” -el asomo del orden capitalista- para mantenerse. En un magnifico y sintético párrafo Winstanley desvela lo que será la monarquía, ideológica, alienante y dominante por cualquier medio, que se avecina en el nuevo “poder regio” de la sociedad que rechaza y que la falsa republica nacida de la revolución defrauda: “El poder regio depende de la ley y del comprar y vender. Y estos tres dependen del clero, que hechiza al pueblo para que sea dócil, y todos dependen del poder regio por la fuerza”
5.- Por delante de otros pensadores contemporáneos suyos Winstanley estaba mostrando además que las organizaciones sociales y las organizaciones políticas se encuentran íntimamente ligadas a sus formas históricas y – al contrario de lo que era común en el pensamiento político de la época , y así sería durante mucho tiempo- no debía fundamentarse la teoría y análisis políticos en instintos o principios individuales derivados de la psicología, egoísmos naturales, instintos, inclinaciones supuestas o bondades o maldades de la naturaleza humana.
6.- Extendiéndose sobre la denuncia de lo que estaba suponiendo, pues, inicios del desarrollo capitalista Winstanley clama muy acusadamente contra el régimen asalariado. En este punto también ofrece al mismo tiempo un clasicismo republicano y una gran actualidad. A la manera en que era considerado el sistema asalariado como esclavitud a tiempo parcial” o condición de libertad enajenada, “alieni iure” para el pensamiento republicano grecorromano, Winstanley lo cita como otra de las fuentes intolerables y causas de la dominación entre semejantes, es decir como otro de los rasgos monárquicos de una sociedad: “Un hombre puede ser rico por su propio trabajo o por los trabajos de otros hombres que lo ayuden, mas si un hombre no recibe ayuda de su vecino nunca obtendrá unos ingresos de cientos de miles por año… alimentándose y vistiéndose por medio del trabajo de otros hombres y no por el suyo propio (…) los ricos reciben todo lo que tienen de las manos de sus trabajadores, y lo que dan lo dan con las manos de esos y no con las suyas propias ¿No es esto un mayor robo que el del pobre hombre que roba por necesidad”. Una vez más vuelve a asimilar Winstanley, esta dominación, la de “los que trabajan por un jornal para un propietario”, a la dominación, a una corona monárquica, al “encumbramiento de una tiranía y de un tirano”. La disociación del fruto de los hombres de su trabajo era una de las formas en que se manifestaba típicamente el poder regio nunca se debería trabajar asalariadamente para otro, y en su argumentación, propone el supuesto de la huelga general como práctica que destruiría ese poder, lo que sería posteriormente de tanta importancia para el movimiento obrero, “¿Que haríais si no contarais con esos hombres que trabajan para vosotros? (…) los pobres que sometidos como asalariados han encumbrado al tirano, “negándose a trabajar, lo derribarían de nuevo”
7.- La apelación a aspectos de un origen histórico mítico en la justificación de la propiedad común corre paralela a la justificación religiosa y bíblica de sus propuestas y tiene el mismo significado. Igualmente su identificación de los pobres con los verdaderos Santos y seguidores de Cristo, o su lucha como un combate contra la Serpiente anticristiana del Apocalipsis. No tiene Winstanley -ni ningún pensador de la época- instrumentos conceptuales más útiles que los que proporcionaba la religión y la Biblia y se ven forzados a utilizar sus alegorías para un lenguaje novedoso que en el siglo XVII no tenia palabras (Incluso Hobbes y Spinoza producen ingente y soporíferos números de páginas de fundamentación y cita bíblica, sin ningún rigor, para dar autoridad a sus proposiciones y hasta Descartes o Newton daban tanta importancia o mas a sus elucubraciones teológicas que al resto de su pensamiento. La fraseología mística era la única manera de expresarse de un crítico tradicional del XVII. No deben confundirnos sus apelaciones a lo divino, como no lo confundían aquellos contra los que se dirigían en su época. En efecto, los diggers, no fueron perseguidos y sus iniciativas destruidas sin piedad por proclamarse santos de una nueva religión sino porque eran los peligrosos profetas de un orden social nuevo. Porque de manea totalmente inevitable, las reivindicaciones religiosas propias de secta, pasaron de la religión a la política.
8.- Preciosamente y precisamente republicana es la difusión de la ignorancia. Esta ignorancia vuele, una vez más, en el pensamiento de Winstanley, a relacionarse con la pobreza y la servidumbre regia. Ambas “causas de la difusión de la ignorancia en la tierra”. Ocupados en su extrema necesidad, los pobres no podrían ocuparse en otras capacidades potenciales de su espíritu al deber de limitar su ocupación a la preocupación del “cuerpo” y satisfacciones de necesidades inmediatas. Esta situación no era sin causa inocente. El clero y el poder regio “envenenan la mente del pueblo” e impiden deliberadamente que éste desarrolle sus capacidades. Peligrosamente, sin la pobreza podría dedicarse el espíritu a ejercer su juicio libre y “se harían públicos muchos secretos de Dios y sus obras en la naturaleza”, como una luz anticipada de la emancipación que propondría la ilustración. El poder regio, para nuestro autor, utiliza al clero como un arma institucional de dominación ideológica anticipando los rasgos de la teoría que mas tarde se desarrollaría auspiciada por el marxismo, de ideología y de hegemonía.
9.- Finalmente, Winstanley se clasifica no solamente entre los teóricos reformadores sino entre los comprometidos en la praxis. Esto lo expresa, apelando una vez mas al lenguaje religioso, como si de un mandato divino recibido se tratase. La tierra debería ser un “tesoro común” para la humanidad, la sociedad un proyecto emancipador en el que se pondría manos a la obra que no solo debe “iniciarse con palabras sino en la acción”. También, anticipando las reflexiones más modernas, para Winstanley, la política es una praxis. El propio nombre que se les daba demuestra que no predicaban una consigna sino que como actuantes eran vistos: los diggers, los cavadores. Con otros plebeyos, en efecto, se unen, “para comer el pan con el sudor de su frente”, y trabajar en los terrenos comunales. En 1649, con un puñado reducido de partidarios se instala en Cobham y comienzan a cavar y a fundar una colectividad agrícola en la tierra desocupada, convirtiéndola en comunal. En 1650 ya existían otras diez colonias comunales en otros condados de Kent, Northampton, Gleicester, Glocester, Nottingham, aquel mismo año fueron reprimidos por la fuerza. Al igual que el fenómeno de los Ciampi en Italia de los que habló Maquiavelo, esta experiencia fue, en realidad insignificante en la historia de la revolución y en el desarrollo de los acontecimientos políticos, pero su insignificancia contrasta con su importancia para la historia del pensamiento y la filosofía política.
Reproducimos el texto mas conocido de Gerrad Winstanley » La Ley de la libertad en una Plataforma» (Introducción).
“La monarquía puede ser de dos clases. Puede reinar un rey pueden reinar muchos por medio de los principios regios (…) Porque donde hay opresión entre semejantes no hay gobierno de la Republica sino todavía un gobierno monárquico. Una vez que el gobierno de la Republica se establece sobre el trono, ninguna opresión podrá mirarlo a la cara y subsistir”
“No hay más que servidumbre o libertad, intereses particulares o intereses comunes y aquel que defienda la introducción del interés particular en una República libre, enseguida deberá ser expulsado como aquel que trae consigo la esclavitud propia de los reyes”
“Ningún hombre debe de ser mas rico que otro, porque la riqueza hace al hombre opresor de sus semejantes”
LA LEY DE LA LIBERTAD EN PLATAFORMA, o La verdadera Magistratura Restaurada
Gerrard Winstanley
Introducción: A su Excelencia Oliver Cronwell, General del Ejercito de la República en Inglaterra, Escocia e Irlanda.
Señor,
Dios te ha honrado con el mas grande honor entre los hombres desde los tiempos de Moisés: el de ser la cabeza de un pueblo que ha derrocado un famosos opresor. Porque cuando el poderío normando conquistó a nuestros antepasados, se apropió para si del suelo inglés que ellos había utilizado libremente y los convirtió en sus siervos. Dios ha hecho de ti un exitoso instrumento para terminar con esa sujeción y para recobrar otra vez, por medio de tus victorias, nuestra tierra y nuestras libertades, libres de manos normandas.
Lo que aún se desea es que hagas esto: ver derrocado, junto con su persona, el poder del opresor, y ver que la posesión libre de la tierra y de las libertades serán devueltas a las manos de los plebeyos oprimidos de Inglaterra. Porque ninguna corona de honor puede ser tuya, ni ninguna victoria podrá serte atribuida, hasta que la tierra y las libertades ganadas sean poseídas por aquellos que por ellas arriesgaron su bolsa y su vida.
Ahora sabes, Señor, que el conquistador regio no fue vencido por ti solo, ya que eres tan solo un hombre, ni tampoco por los oficiales del ejercito que te acompañaron, sino por la presencia y diligencia de los plebeyos, quienes en algunos casos se presentaron en persona y arriesgaron sus vidas contigo, mientras que en otros permanecieron en sus hogares sembrando la tierra, pagando los impuestos y dando alojamiento a las tropas para posibilitar así que tu fueses a la guerra. De modo que lo que sea recobrado del conquistador es recobrado con apoyo de los plebeyos y, en consecuencia, todo debe ser equitativo, y todos los plebeyos que te acompañaron deben de ser, contigo, libres del poder del conquistador, como lo eran con la ley de David: el botín deberá ser dividido entre quienes fueron a la guerra y entre los que permanecieron en sus hogares.
Tienes ahora el poder de esta tierra en tus manos, y puedes hacer una de estas dos cosas: establecer que la tierra sea libre para los plebeyos oprimidos que te acompañaron y pagarles su sueldo, entonces habrás cumplido con las Escrituras y con tu propio compromiso, y podrás tomar posesión el honor que te esta reservado. O puedes simplemente quitar el poder del conquistador de las manos del rey y colocarlo en las de otro hombre, manteniendo todavía las viejas leyes. Entonces tu sabiduría y tu honor estarán perdidos para siempre y al asentar para la posteridad la fundación de la más grande miseria jamás conocida, lo estarás tu mismo.
Tu sabes que mientras el rey se mantuvo en la cima de su poder opresivo, el pueblo solo hablaba en su contra en reuniones privadas, pero después se predico abiertamente que era un tirano y un traidor para la paz en Inglaterra y, entonces, fue derrocado. El poder justo continúa siendo el mismo de la creación. Si tu y aquellos que te acompañan en el poder fueran encontrados andando por la senda del rey ¿pueden asegurarse a si mismos o a los que les sigan que no serán derrocados a su vez? Es seguro que no. El espíritu de la entera creación que es Dios versa sobre la transformación del mundo, y El continuará con su trabajo. Porque si El no se compadece de reyes que se han mantenido durante tan largo tiempo gobernando el mundo con su férrea mano, tampoco tendrá afecto por vos, a menos que tus prácticas sean encontradas mas estimables que las del rey.
Tienes los ojos de toda esta tierra, aunque tal vez debería decir de las naciones vecinas, puestos sobre ti, esperando que harás. También los ojos de tus amigos oprimidos que yacen aun bajo el poder regio esperando tener la posesión libre de la tierra prometida por ti en caso de que vencieras. No pierdas tu corona, álzala y utilízala. Pero debes saber que no será una corona de honor hasta que las promesas y los compromisos adquiridos por ti sean cumplidos a tus amigos. El que continua hasta el final recibirá la corona, por lo que no veras tu tarea cumplida hasta que la ley el poder del rey sean eliminados juntos con su persona.
Señor, te ruego ser indulgente conmigo. Mi espíritu se encuentra ante tal encrucijada que debe hablar francamente contigo, no quisiera correr el riesgo de que se me diga: “Si hubieras hablado claro, las cosas se podrían haber arreglado”.
La tierra en la que tu calabaza crece es de los plebeyos de Inglaterra. La calabaza es ese poder que te protege, el que será establecido por ti entregando al pueblo su verdadera libertad y no otra cosa. La semilla de tu calabaza es el corazón del pueblo gimiendo bajo la servidumbre regia y deseando la libertad de una Republica en la tierra inglesa. El gusano en la tierra, que ahora carcome la raíz de tu calabaza, está descontento porque los compromisos y las promesas hechas por los que tienen el poder no son cumplidos. Este gusano tiene tres cabezas. La primera es un espíritu a la espera de la oportunidad de que una ráfaga de viento haga que tu calabaza se marchite, y aun así estos pretenden ser leales a ti. Otro espíritu disimula bajo tu calabaza su propia subsistencia, y dirá todo lo que tu digas sobre todas las cosas, estos podrán ser llamados honestos pero no son buenos amigos. Ni tuyos ni de la Republica, sino de sus propias barrigas. Y hay un tercer espíritu que es en realidad el justo y que muchas veces por decir la verdad llanamente es degradado, reprimido y aprisionado. Las opresiones que embargan a este espíritu encienden la llama con la que los otros dos esperan calentarse.
Podría suceder que me dijeras: “¿Qué debo hacer?” Yo respondería. “Estás en el lugar y tienes el poder para ver suprimidas todas las cargas que pesan sobre tus amigos, los plebeyos de Inglaterra. Y tu dirás: “¿Cuales son esas cargas?”. Mencionare algunas, que conozco por mi propia experiencia y sobre las que he escuchado al pueblo lamentarse cotidianamente esperando el alivio que tu puedes proveer.
La mayor parte del pueblo clama: “Hemos pagado impuestos, alojado a las tropas, desperdiciado nuestros bienes, y perdido nuestros amigos en las guerras, y los poderosos aun así se multiplican entre nosotros, más que antes”. Les he preguntado a muchos porque decían esto. Algunos me han contestado que las promesas, los juramentos, fueron hechos os lo para lograr que ayudásemos en las guerras y que las promesas de que las libertades de los individuos y los privilegios del parlamento serian preservados, y que todos los papistas, el episcopado y la tiranía serían arrancados de raíz, no fueron cumplidas. Porque, en primer lugar, dicen, “La sucesión continua de los parlamentos, cuestión que representa una de las grandes prerrogativas (junto a las libertades del pueblo) para la seguridad y la paz, ha sido detenida. Si continua así seremos más ultrajados por un parlamento hereditario de lo que lo éramos por un rey hereditario.”
Y los plebeyos a los que se llamaban súbditos cuando el yugo regio ejercía su poder no han conseguido hasta ahora que sus libertades sean aseguradas. Nombrare estas faltas, en orden, de acuerdo con como los rumores corrientes circulan entre los hombres del pueblo.
Ellos dicen que las cargas del clero se mantienen todavía entre nosotros, incluso triplicadas: primero, si un hombre declara en los asuntos de Dios juicios que sean contrarios a los del clero o de algún oficial de rango elevado, este hombre es degradado, oprimido, aprisionado y arruinado, y el clero inventa pecadores por una palabra, como la hacia en los tiempos del Papa y de los obispos, porque aunque su nombre haya sido suprimido, todavía el poder de la Hight Comisión permanece intacto persiguiendo a hombres por cuestiones de conciencia aun cuando su conducta sea intachable.
Segundo, en muchas parroquias están establecidos viejos e ignorantes párrocos episcopales, y algunos ministros que son amargos enemigos de la libertad y la Republica y amigos de la monarquía, que aun son predicadores establecidos y continuamente andan zumbando sus arteros principios en la mente del pueblo para quebrantar la paz de nuestra declarada República, causando de esta forma un espíritu de desafección ente los vecinos, que de otra forma vivirían en paz.
Tercero, todas las cargas de los diezmos permanecen aun sobre nuestros bienes, que los reyes tomaron de nosotros y ofrecieron al clero para que se mantuviese con nuestro trabajo, por lo que aunque sus sermones llenan las mentes de muchos con locuras, insatisfacción y dudas, debido a que sus imaginarias e infundadas doctrinas no son comprendidas, todavía debemos pagarles pesados diezmos por ello. Esto es opresión.
Cuarto, si recurrimos a un abogado, lo encontramos, aunque los reyes hayan sido suprimidos, sentado en la silla del conquistador y manteniendo el poder regio en lo mas alto, ya que en muchas cortes y casos la voluntad de jueces y abogados predomina sobre la letra de la ley y muchos casos y pleitos se prolongan para gran vejación de os clientes, que llenan con sus bienes las bolsas sin limites de los abogados. De modo que observamos que aunque otros hombres se encuentran bajo una ley rigurosa, muchos de los grandes abogados no lo están y todavía hacen a su voluntad como lo haría el conquistador. Como he llegado a escuchar a algunos. “¿Que es lo que no podemos hacer?”.
Quinto, ellos dicen que si observamos la costumbre de la ley en si misma, sucede igual que en los días del rey. Solo el nombre ha sido alterado, como si los plebeyos de Inglaterra hubiesen pagado sus impuestos, alojado a las tropas y vertido su sangre no para reformar sino para bautizar la ley con otro nombre, de ley real a ley estatal. De aquí que el espíritu del descontento se haya fortalecido y los delitos legales hayan aumentado como no se había conocido antes. Así mientras la espada derrumba el poder de los reyes con una mano, la ley vieja restaura la monarquía con otra.
Y de hecho, el mayor trabajo para la reforma consiste en esto, en reformar el clero, los abogados, la ley, desde que las penas de esta tierra se concentran en estas tres cuestiones y no en la figura del rey. ¿Deberán decir los hombres de otras naciones que pese a contar con tantos hombres de talento en el Parlamento y en el ejercito de Inglaterra, no es posible reformar el clero, los abogados y la ley, sino que por el contrario se restablece todo tal como los reyes lo legaron? ¿No barrera esto todo nuestro honor y hará que todos los monárquicos se rían para sus adentros al ver que el gobierno de nuestra Republica es construido sobre las leyes y principios de la monarquía?
He preguntado a diversos soldados porqué lucharon y me han contestado que no sabrían decirlo. Y esto es cierto. No pueden hacerlo mientras la ley de la monarquía sea establecida sin reforma. Pero esperare a ver lo que se haga, y no tengo dudas de que podré ver que el gobierno de nuestra Republica será construido sobre sus propios cimientos.
Sexto. Si observamos nuestras parroquias, las cargas son muchas. Primero porque el poder de los señores se mantiene todavía entre sus comunidades, reclamando multas e impuestos y rechazando, a menos que la comunidad les pague una renta, el libre uso de los terrenos comunales, reclamando obediencia del mismo modo que lo hacia cuando el rey se mantenía en el poder e incluso mas. Ahora dice el pueblo ¿en nombre de que poder mantienen estos sus títulos entre nosotros? Antes lo hacían amparados en el rey, ya que él era el sucesor del conquistador. Pero ¿no han acaso los plebeyos derrocado al rey y así roto las cadenas de esa conquista? Ellos son ahora entonces, libres de la esclavitud de aquel poder de los nobles. Segundo, en las parroquias sonde se encuentran los terrenos comunales, lo ricos freeholders normandos o la nueva gentry (mas codiciosa) sobrecarga los terrenos con ganado de modo que arrendatarios inferiores y trabajadores pobres difícilmente pueden mantener una vaca medio muerta de hambre. Y es así como los pobres se mantienen todavía pobres, negándoseles el uso comunal de la tierra y no tienen un alivio mayor que cuando el rey estaba en el poder.(….). Ahora- dice el murmullo de pueblo- el campesino inferior y el trabajador soportan todas las cargas, trabajando la tierra, pagando impuestos y alojando las tropas, proveyendo a los ejércitos con soldados, quienes soportan a su vez el enorme peso de la guerra, y todavía la gentry que los oprime y que vive ociosa se queda con los mejores productos de la tierra.
¿No es este un discurso común entre el pueblo?: Hemos perdido nuestros bienes, hemos perdido nuestros amigos, en las guerras, cosas a las que hemos renunciado voluntariamente porque se nos había prometido la libertad, y finalmente, ahora tenemos nuevos hombres que nos mandan y ordenan, y nuestras antiguas cargas no han hecho mas que aumentar y esto aunque toda clase de gentes haya asumido el compromiso para derribar el poder regio, pero todavía el poder regio se mantiene y, mas aun, se mantiene en las manos de aquellos que no tienen mas derecho a la tierra que nosotros mismos. Porque- dice el pueblo- si los señores y `poderosos conservan sobre nosotros títulos sobre la tierra amparados en el viejo poder regio. Observad que ese poder ha sido vencido y derribado. Y dos actas del Parlamento han sido ya efectuadas, una para derrocar el poder regio, respaldada por el acuerdo contra el rey la casa de los lores, y la otra, para hacer de Inglaterra una República libre.
Aunque los poderosos feudales pretendan reclamar la tierra por sobre nosotros, desde las victorias del ejército sobre el rey nosotros tenemos tanto derecho a la tierra como lo tienen ellos, porque nuestro trabajo nuestra sangre y la muerte de nuestros amigos ganaron la libertad de la tierra tanto como lo hicieron los de ellos.
¿Y que es esto sino esclavitud- dice el pueblo- que habiendo tierra suficiente en Inglaterra como para mantener a una población diez veces mayor, aún algunos deban pedir limosna a sus semejantes, o trabajar penosamente por salarios irrisorios, o morir de hambre o robar y entonces ser colgados a los costados de los caminos? Pero os hombres no pueden vivir de la tierra porque para que les sea permitido sembrar los terrenos baldíos y así conseguir su sustento, deben pagar rentas a sus semejantes. Esta es una carga bajo la que gime la creación, y lo súbditos- así llamados- no tienen sus libertades de nacimiento garantizadas por sus semejantes, que se las niegan sirviéndose de las viejas leyes y no de la justicia. ¿Y como saber quien debe ser súbdito de quien, viendo que el conquistador se ha marchado? Yo respondo que no debemos ser súbditos de una ley ni de la voluntad de un hombre. Si de una ley, entonces todos los hombres de Inglaterra deberían ser súbditos, pero la ley por la que todos deberían ser subiditos no ha sido aun puesta en funcionamiento. Si alguno dijera que esa ley debería ser la vieja ley del rey, podría respondérsele que esas leyes están tan repletas de confusiones que pocos saben cuando obedece y cuando no y eso porque eran leyes de un conquistador para mantener el pueblo sometido a su voluntad, de ahí que esta no pueda ser una ley para todos. (…)
Un gobernante es doblemente valioso cuando gobierna buenamente, esto es, cuando él mismo esta sujeto a la ley y requiere que todos los otros estén sujetos también, haciendo su trabajo para observar que lo que sea obedecido sean las leyes y no simplemente su voluntad. Esos gobernantes son rectos, y de ellos se espera que sena súbditos nuestros, desde que todos los gobernantes de una Republica son sirvientes del pueblo y no señores o reyes sobre él.
Pero tu dirás: “Si la tierra es también de tu hermano, no puedes quitársela a otro hombre reclamando compartirla con él.” A esto respondo, según se trate del derecho de creación o del derecho de conquista. Si él llama a la tierra suya y no mía aduciendo un derecho de creación, entonces es tanto mía como lo es de el, porque el espíritu de la entera creación, que nos hizo a los dos, no hace diferencia entre personas. Y si invocando conquista el llama a la tierra suya y no mía, deberá ser o por conquista de los reyes sobre los plebeyos, o por conquista de los plebeyos sobre los reyes. Si reclama que la tierra es suya por conquista del rey, los reyes fueron vencidos y derrocados, y ese titulo esta así perdido. Si reclama títulos sobre la tierra partiendo de la conquista de los plebeyos sobre reyes, entonces yo tengo tanto derecho como el sobre la tierra, porque ni mi hermano sin mi, ni yo sin mi hermano derrocamos a los reyes, sino que ambos lo hicimos juntos y asistiéndonos con la bolsa y la vida, prevalecimos. De manera que lo que yo obtengo con esta victoria es una porción de tierra en igualdad con mi hermano, tierra que ahora se encuentra redimida por la ley de la justicia.
Si mi hermano aún dice que el debe de ser señor (debido a su codiciosa ambición) y que yo debo pagarle rentas, o que yo no debo vivir de la tierra, entonces él me esta quitando mis derechos que yo he conseguido con mi dinero al pagar los impuestos y alojar las tropas, y también con mi sangre. Y que sea el espíritu de la entera creación, que tiene el titulo para ser llamado rey de la justicia y príncipe de la paz, quien juzgue entre mi hermano y yo quien es el justo. (…)
Ahora he colocado mi vela en tu puerta porque tú tienes poder en tu mano, en esta nueva oportunidad para actuar por la libertad común si así lo deseas. Yo no tengo poder. Puede haber aquí algunas cosas que no te gusten, y otras que tal vez si te agraden por lo que te ruego que lo leas y que seas como la abeja trabajadora que succiona la miel y desecha la maleza. Aunque esta plataforma sea como u rústico pedazo de madera, tal vez los juiciosos trabajadores puedan tonarla y hacer un edificio elegante a partir de ella. Ella es como un hombre pobre que se presenta a tu puerta vestido con el ropaje del campo, que no esta familiarizado con los inestables estilos y formas de los ciudadanos instruidos. Quita el lenguaje bufonesco. Detrás de él quizá puedas ver la belleza.
Puede que tu digas: “Si les quitan los diezmos a los sacerdotes y a los señores que se los han apropiado, cómo les serán proporcionados de nuevo, puesto que no es acaso injusto tomar de ellos sus propiedades?”. A esto respondo que cuando los diezmos fueron establecidos por primera vez y el poder de los señores cayó sobre las espaldas de los oprimidos, los reyes y los usurpadores no tuvieron escrúpulos en tomar la tierra aunque el pueblo vivía en la más cruda miseria por carecer de ella. ¿Puede haber entonces cargo de conciencia al restituir los bienes por tanto tiempo robados? Ningún escrúpulo se presenta desde la ley de la justicia, mas si de la codicia, que se aleja pesarosa al escuchar que con todos deben compartir para a la paz y la justicia. Porque aunque efectivamente suprimas los diezmos y el poder de los señores aun ellos no padecerán necesidad pues tienen libre acceso al acervo común, ellos podrían enviar a los almacenes por lo que quisieran, y vivir aun mas ociosos de lo que ahora lo hacen ,porque ahora deben cuidarse de las molestias de los siervos, de los accidentes, de ser estafados en el comparar y el vender, y de otros muchos inconvenientes, pero entonces estarían libres de todo eso, porque los almacenes comunes son, ahora, de todos los hombres ricos, no de todos los hombres.
¿No es el comprar y vender una ley justa?- No, es al ley del conquistador, pero no la ley justa d e la creación, ¿como puede ser justo lo que es una estafa? ¿Y no es acaso esta una conducta común? Cuando tienen un caballo o una vaca enfermos y cualquier bien que no les sirvas, lo envían al mercado para engañar al hombre simple y de buen corazón, y cuando retornan a sus hogares se ríen del corazón de su vecino, y como estas, muchas otras cosas similares. Cuando el hombre comenzó a comprar y vender, entonces perdió su inocencia y fue por ello que comenzaron a oprimirse. Por ejemplo si un tercero pertenece a tres hombres y dos de ellos desean comprar o vende la tierra sin consentimiento del tercero, se le está quitando a éste su derecho, y de esa forma su simiente queda comprometida en una guerra. Cuando por primera vez la tierra fue vendida o comprada por muchos que o dieron su consentimiento como sucedió cuando se vendieron las tierras de la Corona y de los obispos. Mientras muchos tontos soldados no opusieron resistencia, oficiales ambiciosos se mostraron, para adelantarse ellos mismos sobre sus semejantes, muy activos en esto. Peor muchos que pagaban sus impuestos y cumplían su obligación de alojar a las tropas no dieron su consentimiento, declarándose en contra por ser este un asunto injusto que privaría a la posteridad de sus derechos y libertades.
Es así como el comprar y vender trajo, y aún trae, el descontento y las guerras, que ya suficiente calamidad han coaccionado a la humanidad. Y las naciones del mundo nunca aprenderán a convertir sus espadas en rejas de los arados, ni sus picas en hoces terminando así con las guerras, hasta que este fraude de comprar y vender sea derribado junto con el resto de la basura del poder regio.
¿Pero es que ningún hombre será más rico que otro? No hay ninguna necesidad de que así sea, porque la riqueza hace al hombre jactancioso, orgulloso y opresor de sus semejantes y es también la causa de las guerras.
Un hombre puede ser rico, o por su propio trabajo o por los trabajos de otros hombres que lo ayuden, pero si un hombre no recibe ayuda de su vecino nunca obtendrá ingresos de cientos y miles al año. Si los otros hombres le ayudan a trabajar entonces la riqueza corresponde tanto a los vecinos que le ayudan como a si mismo, porque ésta ha sido el fruto del trabajo de otros hombres tanto como del suyo propio.
Todos los hombres ricos viven a sus anchas alimentándose y vistiéndose por medio del trabajo de otros hombres y no por el suyo propio, lo que es signo de su vergüenza y no de su nobleza por cuanto es asunto mas vendito dar que recibir. Pero los ricos reciben todo lo que tiene de manos de los trabajadores, y lo que dan lo dan las manos de estos hombres no las suyas propias, y por lo tanto ellos no son en nada honrados.
¿Pero ningún hombre poseerá más título de honor que otros? Si, A medida que un hombre ocupe diversos puestos, alguno alcanzará títulos de honor hasta que llegue a la mas alta nobleza, la de ser un fiel hombre de la República en el Parlamento. De la misma forma aquel que encuentre algún secreto de la naturaleza obtendrá un titulo de honor, aunque sea un hombre joven. Pero ningún hombre tendrá titulo de honor alguno hasta que lo gane laboriosamente, o llegue a el por laboriosidad o por antigüedad en su oficio. Todo hombre de alrededor de sesenta años deberá ser respetado como un hombre de honor por los más jóvenes, como se explica mas adelante.
¿Contará cada hombre la casa de su vecino como la suya propia y vivirán juntos con su familia?. No. Aunque la tierra y los alimentos sean comunes a todas las familias, cada familia deberá vivir apartada, como ahora lo hace. La casa de todos los hombres, la esposa y sus hijos, junto a su mobiliario o cualquier cosa que hayan tomado de los almacenes o haya sido prevista para cubrir sus necesidades, todo es propiedad de esa familia, para que así haya paz. Y si un hombre quisiera llevarse a la esposa de otro hombre, a su hijo o a su mobiliario sin su consentimiento, o si perturbase la paz de su residencia deberá sufrir castigo como un enemigo de la Republica, tal y como se indica en la plataforma que aquí se expone.
¿No tendremos abogados? Ya que no existirá más el comprar y vender, no habrá necesidad de ellos. Ni tampoco necesidad de interpretar las leyes porque la letra llana de la ley será tanto juez como abogado, juzgando las acciones de cada hombre. Y observando que tenemos regulares Parlamentos cada año, se crearan reglas para cuantas acciones un hombre pueda emprender.
Opero en cada parroquia deberá haber oficiales escogidos anualmente para que hagan observar el cumplimiento de las leyes de acuerdo con su letra, y así ya no habrá mas largos procesos y pleitos como sucedía bajo el poder regio para procurar de esa forma dinero a los abogados y esclavizar a los plebeyos bajo la ley o voluntad del conquistador. (…)
A primera vista puede ser que digas: “pero este es un gobierno extraño”. Pero te ruego que no juzgues antes de ensayar. Coloca en uno de los platillos de la balanza esta plataforma para el gobierno de la republica y el gobierno regio de otro. Observa cual ofrece el peso verdadero a la libertad, la justicia y la paz. Entre ambos no hay camino intermedio, ya que un hombre debe de ser un libre y verdadero hombre de la Republica, o un tirano monárquico.
Si alguien dice: “esto traerá pobreza”, es seguro que se equivoca. Porque habrá abundancia de todos los bienes de la tierra y esto con menos trabajo y menos inconvenientes de los que existen ahora bajo la monarquía. No habrá necesidad ya que todos han de servirse abundantemente como deseen y sin embargo nunca incurrir en deudas, porque los almacenes comunes serán para todos.
Si dices: “algunos vivirán ociosos”. Yo respondo: No. Hará que los holgazanes se transformen en trabajadores. Como se declara en la Plataforma, no habrá ni mendigos ni holgazanes.
Si tu dices: “esto hará a los hombres disputar y pelear”, yo respondo, no. Convertirá las espadas en rejas del arado y establecerá tal paz en la tierra que las naciones aprenderán a no guerrear más. El creador de la guerra es el gobierno de los reyes que al empujar a los hombres a las estrecheces de la pobreza, los conduce en consecuencia a pelear por su libertad y a convertirse en señores para preservarla. Observad todos los ejércitos y fijaos que no hacen más que convertir a unos en ricos y a otros en pobres, condenara unos a la esclavitud y a otros ofrecer la libertad. Y ¿acaso no supone esto una plaga para la humanidad?
En fin, no respondo más a las objeciones que pueden surgir contra este gobierno para la República. Encontrareis respuesta en esta Plataforma que ahora sigue. He sido algo extenso debido a que no puedo condensarme en un espacio menor al tener tantos asuntos de que hablar.
Ni digo, no deseo, que todos deben ser compelidos de una vez a la práctica de esta Plataforma para el gobierno de la Republica, ya que los espíritus de algunos pueden ser en un comienzo enemigos aunque finalmente prueben ser los más cordiales y verdaderos amigos de la Republica. Sin embargo, deseo que en la tierra de la República, que es al antigua tierra baldía o comunal, junto a las tierras más nuevas como parques, bosques, predios de caza y similares, adquiridos de las manos del opresor por las victorias del ejercito, pueda ser establecido el libre acceso para todos los que han ayudado, tanto con su persona o con su dinero, a obtenerlas, y para todos los que deseen comenzar a practicar esta forma de gobierno, obedeciendo y respetando sus leyes. Y a los otros, que no lo desean, dejadlos permanecer en la senda del comprar y vender, que es la ley del conquistador, hasta que ellos mismos lo deseen.
Y así dejo esto en tu mano, postrándome humildemente ante ti. 5 de noviembre de 1651.-Un verdadero amante del gobierno de la paz y la libertad de la República. Gerrard Winstanley
(Texto publicado en el blog “La cabaña de Babeuf” http://republicadelosiguales.blogspot.com.es/)
1 En castellano, poco o muy poco, se ha publicado sobre él. Conocemos dos ediciones de su Ley de la Libertad (Editorial Biblos.-Buenos Aires 2006, y Tecnos.-Madrid 2005, esta última agotada.) El único libro sobre G. Winstanley en español es el del historiador Christopher Hill: El mundo trastornado: el ideario popular extremista de la revolución inglesa del siglo XVIII, (Editorial siglo XXI 1998). (Hill es el historiador marxista de aquella frase: “El marxismo es como jugar al críquet con los soviéticos, es difícil no ser heterodoxo”. O aquella otra a su hija pequeña cuando le preguntaba qué era el comunismo: “el comunismo eres tu”) además de las páginas que la Historia de la Teoria Política G.H. Sabine dedica a él en su conocida obra del FCE. La introducción de Julian Verardi de la edición argentina de Biblos es excelente.