Entrevista a Ted Trainer: el problema es el capitalismo-consumista
Jonathan Rutherford
Hoy la mayor parte de los ecologistas, incluidos la mayor parte de los izquierdistas, creen que el principal obstáculo que impide una transición suave a renovables es político, no técnico. Contra esta poderosa creencia has defendido que la sociedad capitalista-consumista no se puede mantener solo con renovables. ¿Puedes explicar esto brevemente?
Hay que distinguir entre lo que es técnicamente posible y económicamente factible. Por supuesto, el potencial técnico de las renovables es enorme, pero nos tenemos que preguntar qué costará esto y que otros problemas podría provocar.
En mi libro expongo el argumento que proporcionar en 2050 la demanda de energía mundial vía renovables exigiría inversiones totales que serían quizá de 10 a 15 veces la proporción actual de producto interior bruto que va a energía.
Basarse solo en renovables crea grandes problemas relacionados con la intermitencia y la redundancia energética. Estos problemas no existirían si la electricidad se pudiese almacenar en cantidades muy grandes, pero he argumentado que esto no se puede hacer y no está previsto.
Ha habido varios informes oficiales (por ejemplo, Stern, IPCC, Greenpeacce) que intentan mostrar que la energía renovable puede proporcionar para 2050 la demanda de energía con un coste mínimo.
Pero he descubierto que son muy deficientes. Sus conclusiones no se derivan de sus premisas según una lógica que pueda ser examinada y evaluada. Desde mi punto de vista no establecen claramente que el patrón 2050 de suministro de energía proclamado se pueda conseguir.
Nada de esto es un argumento contra las fuentes de energía renovables. Debemos movernos a la plena dependencia de ellas tan pronto como sea posible. Pero sí que es un argumento que no podemos hacer funcionar una sociedad opulenta intensiva en energía y mucho menos una que insista en el crecimiento ilimitado.
Mucha gente diría que esto es muy pesimista. Incluso si tu análisis sobre renovables es correcto, los problemas tecnológicos se resolverán en última instancia, especialmente si los gobiernos aumentan radicalmente la inversión en investigación y desarrollo.
Esto es solo fe en la solución tecnológica. Como la tecnología ha conseguido muchas maravillas se supone que conseguirá de alguna manera las soluciones requeridas. La evidencia sugiere actualmente que en la mayor parte de los campos el progreso técnico y la eficiencia muestran un estrechamiento a largo plazo hacia techos. Los ordenadores por ejemplo han producido sorprendentemente muy poca diferencia en lo que se refiere a la productividad de la economía.
Al tecno-optimista habría que retarlo a que muestre en detalle que base existe para que aceptemos que se encontrarán las soluciones para todos y cada uno de los problemas con los que nos enfrentamos.
¿Con qué precisión podrían solucionar el problema de las renovables, la pérdida de biodiversidad, la escasez de agua, la escasez de fósforo, el colapso de las pesquerías, etc. y qué probabilidad hay de que se den estos posibles logros?
¿No tendría más sentido cambiar los sistemas y estilos de vida que están provocando estos problemas, al menos hasta que podamos ver que podemos resolver los problemas resultantes?
¿Cuáles son algunos de los otros indicadores y pruebas de los «límites del crecimiento»?
Detallo varios indicadores alarmantes de los límites en mi libro La transición a un mundo sostenible y justo. Probablemente uno de los más claros y más coercitivos es la medida de la huella ecológica. Esta nos dice que hacen falta unas ocho hectáreas de tierra productiva para proporcionar agua, área para la producción de energía y alimentos a una persona que viva en una ciudad australiana.
Así que si 9 mil millones de personas fuesen a vivir como lo hacemos en las ciudades del mundo rico necesitaríamos unos 72 mil millones de hectáreas de tierra productiva. Pero eso son 10 veces toda la tierra productiva del planeta. Otra forma de plantearlo es que incluso aunque solo una quinta parte de la población mundial sean opulentos en el uso de recursos estamos usando recursos a un ritmo que necesitaría 1,4 planetas Tierra para ser sostenible.
Has escrito mucho sobre desarrollo. ¿Cuál es en tu opinión el principal problema con el desarrollo corrientemente aceptado?
La economía global es enormemente injusta. Entrega la mayor parte de los recursos mundiales a unos pocos en los países ricos y orienta la capacidad productiva del Tercer Mundo hacia los supermercados de los países ricos, no a cubrir las necesidades de los miles de millones de pobres del mundo. Los países ricos deben descender hasta vivir con su parte justa de la riqueza mundial.
Has hablado a menudo del concepto de «desarrollo apropiado», ¿puedes describir lo que quieres decir con esto?
La mayor parte de la gente, incluida la mayor parte de la izquierda, comete el error de ver el «desarrollo» en términos unidimensionales, esto es, moviéndose hacia arriba de la rampa a formas del mundo rico. Es crucial salir de esta trampa, ver la posibilidad de un desarrollo «apropiado» que permita una alta calidad de vida con niveles muy bajos de consumo, industrialización, PIB, comercio, inversión extranjera, etc.
Yo vivo bajo la línea de la pobreza pero mi calidad de vida es alta. Todos podríamos vivir de esta forma con una insignificante inversión de capital.
En tu libro defiendes que no podemos «arreglar» los problemas de la sociedad capitalista-consumista mediante reformas dentro del sistema. ¿Por qué piensas eso?
Estos defectos no se pueden arreglar desde dentro o por parte de una sociedad dirigida por el crecimiento, las fuerzas de mercado, la producción para el beneficio o la opulencia. Estas son las causas de los problemas de sostenibilidad y justicia. Las implicaciones de los límites del crecimiento son radicales.
Debemos encontrar modos de vivir que supongan niveles mucho más bajos de producción y consumo que los que tienen ahora los países ricos. Creo que por debajo de 1/5. Pero esto descarta en gran manera economías opulentas, globalizadas, fuertemente industrializadas o en crecimiento. Es un reto especial para la izquierda que no podamos tener una sociedad centralizada. La escasez de recursos y energía que viene lo descarta.
Todo esto significa que la sociedad de consumo no se puede reformar para hacerla sostenible o justa. Debe ser reemplazada en gran parte por una sociedad con estructuras fundamentalmente diferentes.
¿Puedes describir brevemente tu visión del Camino Más Simple?
El Camino Más Simple es una visión de una sociedad basada en estilos de vida no opulentos con economías locales básicamente pequeñas y muy autosuficientes bajo control participativo local y no dirigidas por las fuerzas de mercado o la búsqueda del beneficio y sin crecimiento económico. Debe haber un enorme cambio cultural que nos aleje de la codicia competitiva individualista.
Un objetivo clave del libro es detallar las razones por las que la visión del Camino Más Simple es factible y atractiva, prometiendo una calidad de vida más alta que la de la mayor parte de la gente en los países ricos tiene hoy.
Muchos en la izquierda compartirían tu preocupación por la sostenibilidad pero cuestionarían tu enfoque sobre el «consumismo» y la «opulencia». La mayor parte de la clase obrera tiene pocas opciones por lo que respecta a vivienda, transporte, uso del coche o la compra de productos que hayan sido producidos de forma dañina. ¿Tu respuesta?
Sí, es verdad que la mayor parte de la gente está atrapada en la sociedad de consumo debido a los sistemas y estructuras defectuosos que, por ejemplo, obligan a la gente a ir conduciendo al trabajo. Pero insisto en que la demanda de la opulencia es un motor clave en los principales problemas mundiales hoy.
Por tanto el principal objetivo, el grupo problemático más importante no son las empresas o la clase capitalista. Ellos tienen poder porque la gente en general se lo concede. El grupo problemático, la clave de la transición, es la gente en general.
Si llegan a ver lo extremadamente inaceptable que es la sociedad capitalista-consumista, y ven que el Camino Más Simple es la vía a la liberación, el actual sistema sería abandonado rápidamente. La batalla es por tanto ideológica o de conciencia. Tenemos que ayudar a la gente a ver que el cambio radical es necesario y atractivo, de manera que empiecen a construir de forma entusiasta nuevas economías locales sobre principios principalmente colectivos.
¿Cuál es entonces la estrategia de transición más efectiva para esos radicales que ven la necesidad de reemplazar el capitalismo con algún tipo de camino más simple?
El capítulo 13 de mi libro argumenta que la mayor parte de las estrategias, incluidas las verdes y rojiverdes, así como las estrategias convencionales, están equivocadas. El objetivo esencial no es luchar contra la sociedad consumista-capitalista, sino construir una alternativa a ella.
Esta revolución no se puede conseguir desde arriba, ya sea mediante gobiernos, partidos verdes o revoluciones proletarias. Solo puede ser una transición desde la base llevada a cabo por la gente normal resolviendo cómo puede hacer viables cooperativamente sus comunidades locales a medida que la economía global fracasa progresivamente en su suministro.
Los movimientos de ecovillas y Comunidades en Transición han empezado el desplazamiento general, pero iniciativas locales autosuficientes como huertos comunitarios y permacultura deben ser conscientes de que las reformas de la sociedad consumista capitalista no pueden conseguir una sociedad sostenible y justa.
Muchos izquierdistas argumentarían que ya se han intentado estrategias de este tipo en el pasado, por ejemplo los hippies, y fracasaron. Este tipo de movimientos, argumentan, no plantean una amenaza fundamental al capitalismo. Peor aún, distraen a la gente del enfrentamiento con el sistema, particularmente con las grandes empresas de combustibles fósiles que llevan al calentamiento global. ¿Tu respuesta?
Estoy totalmente de acuerdo con que esto es un problema. No se conseguirá nada significativo y duradero a no ser que se entienda claramente que nuestros esfuerzos en estas iniciativas locales son los primeros pasos para una sustitución final de la sociedad actual por otra no dirigida por las fuerzas del mercado, el beneficio, la competición, el crecimiento o la opulencia. Esta conciencia está lejos de ser lo suficientemente evidente en las actuales iniciativas verdes.
Así que, izquierdosos, ¿queréis libraros del capitalismo? Entonces la cosa más subversiva que podéis hacer es uniros a movimientos de comunidades en transición… y trabajar para ampliar su muy estrecha y completamente reformista visión para incluir el librarse del capitalismo… y el crecimiento y el mercado y todo/cualquier interés en la opulencia o las ganancias.
Traducción: Carlos Valmaseda
[Para más detalles sobre el trabajo de Trainer visita http://ssis.arts.unsw.edu.au/tsw/ o escribe a Trainer en F.Trainer@unsw.edu.au.]