Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La servidumbre y la costumbre

Joan Tafalla

Introito

“Todas las cosas le parecen naturales al hombre cuando se acostumbra a ellas. La razón primera de la servidumbre voluntaria es la costumbre. Es lo mismo que les sucede a los más briosos caballos que al principio muerden el freno y después juegan con él; si antes resistían bajo la silla, ahora se ponen bajo el arnés y orgullosos se pavonean bajo la armadura. Piensan que ellos han sido siempre súbditos, que sus padres han vivido siempre así. Piensan que deben soportar el mal, se persuaden mediante ejemplos y ellos mismos consolidan el dominio de los que los tiranizan con el argumento de la duración ese dominio. Pero los años no dan el derecho a hacer el mal. Por el contrario ellos acrecientan la injuria”.

Étienne de La Boétie, Discours de la servitude volontaire, 1.548.

Preámbulo:

Mi intervención de hoy pretende mostrar algunas cosas:

  • No se puede hablar de la deuda de/y en el Reino de España si se pierde la perspectiva del secuestro de la soberanía económica monetaria de los estados europeos por parte de la UE. Los Tratados de la Unión hacen imposible resolver este problema dentro de la UE y, aún menos dentro de la UEM.
  • Lo que impide la independencia real, no retórica, ya sea de España, ya sea de las naciones que hoy viven en el interior de ese estado-nación en decadencia, es el yugo de la EU, de la UEM, y de la deuda.
  • De lo que se deduce que no se puede resolver el problema de la deuda sin recuperar la soberanía económica de los pueblos de España desde una perspectiva nacional-popular.
  • Pero la liberación de la servidumbre de la deuda es tarea colectiva de los pueblos que compartimos ese estado que se llama Reino de España. Las agendas políticas propias de cada uno de los pueblos debe ser respetada. Pero las oligarquías que nos oprimen a todos actúan de forma coordinada, aunque no exenta de contradicciones.
  • Los pueblos del Reino de España o, incluso, los pueblos ibéricos sólo nos salvaremos de la servidumbre de la deuda si somos capaces de colaborar y de coordinar nuestras acciones. No sólo en lo táctico, sino sobre todo, en lo estratégico: ¿Qué tipo de soberanía deseamos construir? ¿Preferimos ser estados supuestamente independientes pero no soberanos dentro de la UE y de la UEM? ¿O realmente deseamos la soberanía, es decir la democracia también en lo económico?
  • En el actual contexto de internacionalización del capital, de financiarización de la economía y de contradicciones interimperialistas ¿es posible resolver el problema de la deuda sin encontrar formas de colaboración económica entre los pueblos de la Península Ibérica o, más allá, del Sur de Europa?

Mi intervención consta de tres apartados: 1, ¿Cómo perdió España su soberanía presupuestaria y su control de la deuda; 2, Breve comentario sobre las propuestas programáticas de la izquierda del reino de España sobre la deuda y, 3, Una solución al problema de la deuda a partir de la recuperación de la soberanía monetaria.

1.- ¿Cómo perdió España su soberanía presupuestaria y su control de la deuda?

En este apartado pretendo mostrar como la entrada de España en la CEE, en el SME y en el euro han supuesto la liquidación de cualquier posibilidad de política soberana en la cuestión de la deuda. Pretendo hacer una brevísima narración de cómo la transición de 1978 creó un régimen basado en el abandono de los instrumentos soberanos de financiación del sector público en España para pasar a los instrumentos neo-liberales de “gestión responsable de la deuda pública”1.

Si seguimos el esquema del libro de Francisco Comín Comín2, debemos distinguir tres etapas en ese proceso: 1978-1986, es decir entre el principio de la transición hasta la entrada en la CEE; 1986-2010, es decir desde la entrada en la CEE al inicio de la crisis del euro y, 2010-2015, es decir el periodo de la llamada crisis de la deuda soberana.

1. 1.- 1978-1986, es decir entre el principio de la transición hasta la entrada en la CEE.

Durante el franquismo los ministros de Hacienda aplicaron criterios presupuestarios liberales: equilibrio de gastos e ingresos. Eso sólo puede parecer paradójico a quien ignore el carácter de clase de la política económica liberal. Esa política de búsqueda del equilibrio presupuestario tenía graves consecuencias: la ausencia del mínimo estado del bienestar.

La ausencia o la irrelevancia del déficit permitía una deuda pública mínima. Sin embargo si se debía buscar financiación a los mínimos déficit el estado podía recurrir a la monetización de la deuda mediante el Banco de España y a la imposición de un coeficiente de compra de deuda por parte de los bancos.

Así pues, a la salida del franquismo, prácticamente no había mercado de la deuda. Ésta seguía colocándose a la Banca privada mediante coeficientes de compra (o “demanda cautiva” o “represión bancaria”) o bien el Banco de España, que afortunadamente no era independiente del gobierno, concedía adelantos a Hacienda. Esto duró hasta finales de la década de 1980. El sistema bancario español, empezando por el Banco de España era el principal tenedor de la deuda pública. Ese mecanismo permitió al estado financiar unos déficit presupuestarios (en ausencia de la verdadera política fiscal) que permitieron crear el incipiente y tardío (en relación al resto de Europa) estado del bienestar español.

Pero no hay que idealizar este periodo. Para nada. La banca compensaba esa “represión financiera” poniendo condiciones: sólo admitía deuda a corto plazo, cosa que les permitía solicitar una ampliación de los intereses en cada renovación y que les permitía combatir los efectos de la inflación (que en aquellos años era fuerte). Los banqueros podían presionar al estado para conseguir esas mejoras de los tipos de interés. Y lo hicieron.

Entre 1965 aproximadamente y 1978 se produjo una oleada de demandas sociales y económicas pendientes por parte de la población por la vía del ascenso de un poderoso movimiento obrero y popular. La amplia movilización social y política de las clases subalternas puso en crisis el modo de dominación y exigió el cambio político. Sin embargo, la potencia del movimiento obrero y popular no fue suficiente para imponer una ruptura democrática del régimen. Todo cambió para que lo esencial, el poder de la oligarquía financiera e industrial no cambiase de manos. Se impuso la tercera revolución pasiva3, una revolución pasiva que exigía el desequilibrio presupuestario y la ampliación de la deuda.

Supongo que la mayoría de los lectores están al tanto del concepto gramsciano de revolución pasiva. Sin embargo, quizá convenga explicitarlo mediante una cita. Aplicando ese concepto como propuesta metodológica de interpretación de la constitución del estado italiano en la época del Resurgimiento decía Gramsci: “Tanto la ‘revolución-restauración’ de Quinet como la ‘revolución pasiva’ de Cuoco expresarían el hecho histórico de la falta de iniciativa popular en el desarrollo de la historia italiana, y el hecho que el ‘progreso’ tendría lugar como reacción de las clases dominantes al subversivismo esporádico e inorgánico de las masas populares con ‘restauraciones’ que acogen cierta parte de las exigencias populares, o sea ‘restauraciones progresistas’ o ‘revoluciones-restauraciones’ o también ‘revoluciones pasivas”4.

Aunque la génesis del concepto de revolución pasiva se remonta al análisis gramsciano del Resurgimiento italiano, creo que ayuda a comprender el caso de la transición de la dictadura fascista al actual Reino de España durante los años 1976-1986. Volvamos a nuestro tema.

Para Comín: “El crecimiento del déficit y de la deuda de la transición refleja el precio que la Hacienda pública tuvo que pagar, precisamente, para evitar la ruptura política y la inestabilidad social… Como sucedió en la Europa de la posguerra mundial, esta concertación social, destinada a prevenir los conflictos sociales, tuvo un alto precio presupuestario que fue reflejo de la creación del Estado del bienestar en España”5. Era la cultura política que nació con los Pactos de la Moncloa. Todo ese déficit presupuestario fue financiado a través de los anticipos del Banco de España.

Evolución del déficit en el Reino de España entre 1980 y 1986
Año Millones de € % del PIB
1980 – 2.176 – 2,25%
1981 – 2.901 – 2,64%
1982 – 7.357 – 5,82%
1983 – 7.279 – 5,05%
1984 – 9.283 – 5,74%
1985 – 12.985 – 7,21%
1986 – 12.972 – 6,32%
Fuente: http://www.datosmacro.com/deficit/espana

 

Comín explica el crecimiento del déficit entre 1975 y 1984 por la introducción de los llamados estabilizadores económicos: el seguro de desempleo y el IRPF. El descenso entre 84 y 89 se debe, según él, a la entrada en la CEE, a la reforma tributaria y a la reconversión industrial.

La deuda pública aumentó en esos mismos años. En 1976 la deuda era el 8,20 % del PIB, según Comín. Veamos cómo evolucionó entre 1980 hasta la firma del Tratado de adhesión de España a la CEE.

Evolución de la Deuda Pública del Reino de España, 1980-1985
Año Millones € % PIB Per Capita
1980 15.997 16,58% 425
1981 22.017 20,02% 581
1982 31.769 25,14% 834
1983 43.817 30,38% 1.145
1984 59.926 37,08% 1.560
1985 75.769 42,06% 1.966
Fuente: “http://www.datosmacro.com/paises/espana

 

Ese aumento de la deuda se debió a la necesidad de financiar el déficit, al aumento de los tipos de interés, a la utilización generalizada de la deuda a corto plazo y a la voluntad de financiar la hacienda pública a través del mercado. Otro elemento a tener en cuenta es el aumento de la carga financiera del gasto del estado que pasó del 1,9 % en 1981 al 27,7 % en 1989, mientras que la deuda flotante pasaba del 7% de la deuda en 1983 al 61,4 % en 1989. Los bancos presionaron para la subida de los intereses ya que debían comprar la deuda obligatoriamente. Fruto de esa presión, los tipos de interés aumentaron, incrementando, por tanto, la carga de la deuda.

Tasa de interés real (%) en España 1981-1990
1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 1988 1989 1990
2,6 1,2 2,8 5,2 4,5 1,2 9,8 6,1 8,4 8,1
Fuente: http://datos.bancomundial.org/indicador/FR.INR.RINR/countries?page=5&display=default . La tasa de interés real es la tasa de interés activa ajustada por inflación según el deflactor del PIB.

 

Los títulos con vencimiento inferior a un año pasaron del 5,8 % en 1980 al 66,5% en 1990. Los bancos presionaron para que se crease un mercado de la deuda con las características actuales. La creación durante estos años del mercado de la deuda español supuso ceder la soberanía sobre la deuda al capitalismo. Los españoles nos íbamos acostumbrando a la servidumbre. Las cadenas que se nos imponían servían para financiar el tardío e insuficiente estado del bienestar. ¿Para qué preocuparse de donde salía el dinero si había alguien dispuesto a prestárnoslo?

Resumiendo, entre 1976 y 1986 se produce un incremento de las gastos del Estado para crear el mínimo y tardío estado del bienestar español como contrapartida a un cambio lampedusiano de la forma de dominación. Pero este proceso produjo un incremento de los gastos del estado que en un primer momento se gestionó mediante los avances del Banco de España y mediante los coeficientes de compra por parte de la banca privada. En 1982 el 82 % del déficit fue cubierto mediante anticipos gratuitos del Banco de España. Los préstamos del Banco Central a Hacienda pasaron del 17,7 % de sus activos en 1977 al 63,2 % en 1983. Pero esa forma de financiación soberana, se acabó con la entrada en la CEE y con la financiarización de la economía.

Es evidente que la deuda pública empezaba a ser un pastel creciente y apetecible para la oligarquía del dinero. Había que crear el mercado de la deuda para poder privatizar esos beneficios. La presión de la banca y la tendencia hacia la internacionalización y hacia la financiarización de la economía así como la gestión del gobierno del Felipe González, favorable a la gran banca, permitieron varios fenómenos sumamente negativos: tipos de interés brutales: entre el 5 y el 8 %; crecimiento de la deuda flotante del 5,8 % en 1980 al 66,5 % en 1990, así como un crecimiento de la carga financiera de los gastos del estado desde el 7 % (1983) al 27,7 % en 1989. También y no menos importante, el incremento de la deuda flotante entre el 7% (1983) y el 61’4 % de total de la deuda.

Los gobiernos españoles entre el inicio de la transición en 1978 y el fin de la autonomía del Banco de España con respecto al Banco Central Europeo en 1994, trabajaron en el sentido de crear un mercado de la deuda: regularizaron las emisiones de deuda, crearon nuevos tipos de deuda a corto plazo (bonos del Tesoro, certificados de depósito, certificados de regulación monetaria) y adoptaron nuevas formas de colocación de la deuda incluida la subasta. Se adaptó el mercado de la deuda a las nuevas tecnologías ( anotaciones en cuenta, mercado telefónico y electrónico), además, se intentó financiar los déficit sin monetizarlos, separando la política monetaria y la política fiscal. La Ley de Fiscalidad de los Activos Financieros de 1985 permitió la cesión de los pagarés del Tesoro que tenían los bancos a su clientela a cambio de hacer esta cesión opaca fiscalmente. O sea: yo me endeudo contigo y a cambio, yo no te cobro impuestos. Negocio ruinoso para la hacienda pública. De paso, la banca rebajaba la cantidad de deuda pública que figuraba en sus balances.

Es lo que tienen las revoluciones pasivas: la absorción de las reivindicaciones de las clases subalternas, además de ser un mecanismo de cooptación, se transforma en un motor de desarrollo de nuevos mecanismos de expropiación de las mismas.

1. 2. 1986-2010. De la entrada en la CEE al inicio de la crisis del euro.

Este cambio de la forma tradicional de financiación del déficit hasta transformarlo en un suculento negocio para la oligarquía financiera fue conducido por el PSOE y será elevado a su máxima expresión con la entrada en la CEE, y con los Tratados de Maastricht. El apartado 1 del artículo 104 del Tratado de Maastricht reza del siguiente modo: «Queda prohibida la autorización de descubiertos o la concesión de cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por los bancos centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo “bancos centrales nacionales”, en favor de instituciones u organismos comunitarios, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales, u otras autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los Estados miembros, así́ como la adquisición directa a los mismos de instrumentos de deuda por el BCE o los bancos centrales nacionales”.6

A partir de ahora el Banco de España tenía prohibido financiar el déficit del Estado. La imposición de la servidumbre por la deuda se hizo entre las oleadas de ilusoria ilusión vendidos por los medios de comunicación y por los partidos del régimen. La religión europeísta actuaba a modo de opio del pueblo. La costumbre transformaba en natural y lógica la esclavitud por deuda del conjunto de los pueblos que viven y trabajan en el Estado Español. Sólo Izquierda Unida se impuso a este dislate.7

El paso a la llamada “gestión responsable de la deuda”, consistió en crear tres novedades: a- alicientes para ampliar una demanda de la deuda, b- establecimiento de las instituciones para un mercado de la deuda, c- nuevos títulos que permitieran la llegada de capitales extranjeros y el alargamiento de los plazos de vencimiento de la deuda. Aquello que los neo-liberales que llaman “gestión responsable de la deuda” sólo fue plenamente posible tras la entrada en el Sistema Monetario Europeo y tras el Tratado de Maastricht. La política de convergencia hacia el euro obligó “independizar” el Banco de España desde 1994. Se copiaba de ese modo el modelo del Bundesbank8. El modelo consiste en tener un banco “nacional” independiente del gobierno pero no de la gran banca. Un banco que tiene tanto poder en la fijación de objetivos como el propio gobierno y el parlamento juntos a los que no debe dar ningún tipo de explicación ni cuentas. En el caso del Banco de España esa “independencia” del gobierno pasó a ser una dependencia del nuevo Banco Central Europeo. Nuestro principal mecanismo de soberanía económica, había sido secuestrado. La deuda pública podía crecer a satisfacción de la gran finanza. La servidumbre de la deuda pasaba a ser considerada natural tanto para la población como por sus representantes.

Como consecuencia de estas decisiones políticas la deuda pública siguió subiendo.

Evolución de la Deuda Pública del Reino de España, 1986-2010

Año Millones € % PIB per cápita
2009 568.700 52,70% 12.234
2008 439.771 39,40% 9.511
2007 383.798 35,50% 8.404
2006 392.168 38,90% 8.757
2005 393.479 42,30% 8.941
2004 389.888 45,30% 9.005
2003 382.775 47,60% 8.996
2002 384.145 51,30% 9.184
2001 378.883 54,20% 9.233
2000 374.557 58,00% 9.211
1999 362.224 60,90% 8.950
1998 346.417 62,50% 8.595
1997 331.630 64,40% 8.261
1996 324.301 65,60% 8.113
1995 295.604 61,70% 7.426
1994 249.508 58,68% 6.294
1993 225.627 56,16% 5.718
1992 174.047 45,42% 4.433
1991 152.672 43,09% 3.910
1990 136.775 42,51% 3.518
1989 117.061 41,03% 3.013
1988 100.796 39,63% 2.598
1987 98.919 43,14% 2.554
1986 88.955 43,30% 2.302

 

Fuente: “http://www.datosmacro.com/paises/espana

La entrada en el euro se nos vendió mediante la ficción de que las recurrentes crisis de la deuda soberana española habían pasado a la historia. Se había creado una ilusión propia para ilusos y crédulos. La entrada ingente de capitales alemanes, franceses y en general de los países centrales de la UE, entre la creación del euro y 2008 hinchó la deuda privada hasta niveles desaforados. El crédito al consumo y en especial hacia la vivienda fluía sin límites ni control. La banca transformaba su carácter y su operativa dedicándose a la especulación más brutal y despiadada.

1. 3. 2010-2015. La crisis de la deuda soberana.

El acontecimiento clave en ese periodo fue la conversión de la deuda privada en pública. Ramon Franquesa nos hablará de este tema en su intervención de la tarde.9 Para someternos a la servidumbre de esa deuda privada se modificó el artículo 135 de la Constitución, con veraneidad y alevosía por parte los dos partidos que compiten por ser los más leales gestores de la oligarquía financiera: el PSOE y el PP.

La velocidad del crecimiento de la deuda pública en España desde 2008 hasta hoy (mayo de 2016) puede provocar una nueva gran crisis de la deuda y ahora sin ningún instrumento que permita combatirla).

Evolución de la Deuda del Reino de España, 2010-2015

Año Millones € % PIB Per Capita
2015 1.072.183 99,20% 23.045
2014 1.033.738 99,30% 22.172
2013 966.041 93,70% 20.655
2012 890.726 85,40% 18.899
2011 743.530 69,50% 15.731
2010 649.259 60,10% 13.758

 

Fuente: “http://www.datosmacro.com/paises/espana

Podemos preguntarnos ¿Por qué crece la deuda soberana a la velocidad que crece? En mi opinión eso se da por dos factores:

a.- La transformación de la deuda de la banca privada en deuda pública. Esa deuda no debería ser reconocida como deuda de los ciudadanos y aún menos, ser pagada por las administraciones públicas, o sea, por los ciudadanos.

b.- La segunda razón del crecimiento de la deuda son los mecanismos que permiten a la finanza internacional especular con nuestra deuda.

La conclusión de este apartado es fácil y viene en forma de preguntas y respuestas:

¿Por qué hacer depender la financiación del estado de los mercados? ¿Por qué hay que aceptar la subasta permanente (que encarece los intereses) de la deuda pública? Es preciso abolir la especulación de la oligarquía financiera sobre la deuda pública. Hay que cerrar el mercado de la deuda pública.

¿Por qué motivo dejar de usar el recurso a la emisión de moneda soberana como mecanismo de controlar la deuda? ¿Por qué motivo se deben aceptar los chantajes de la banca en forma de intereses usurarios o bien de incremento brutal de la deuda flotante? ¿Por qué aceptamos el dogma de que algunos bancos son “demasiado grandes para caer”? La gran banca debería ser coherente con su adoración por la mano invisible del mercado, que todo lo resuelve. Nosotros no deberíamos temer la quiebra de estos bancos. Debemos saber que es posible pilotar esas quiebras si existe un gobierno con el coraje político para defender los bienes comunes. La deuda privada deben pagarla los accionistas de los bancos.

Sea cual sea el gobierno que se pueda crear tras las elecciones en el reino de España el próximo 26 de junio ese será uno de los problemas mayores.

2. Breve comentario sobre las propuestas programáticas de la izquierda del reino de España sobre la deuda

El problema que hoy tenemos en el reino de España es que ningún programa de la izquierda significativa electoralmente hablando, propone un crecimiento del déficit para conseguir el relanzamiento de la economía, ni la recuperación del rol que le corresponde a España en la División Internacional del trabajo, ni el avance hacia el pleno empleo. Ningún programa de la izquierda significativa electoralmente hablando propone una auditoria de la deuda, aún menos un default de la parte rechazable e impagable de la misma. En consecuencia, las propuestas de carácter social presentes en los programas no pueden ser financiadas si no es incrementando la deuda pública

En este punto es siempre imprescindible recordar que quien quiere los fines debe querer los medios.

Resumamos y comentemos algunos de los puntos de la política europea del programa de Unidos Podemos acordado hace unos días10:

    1. El punto no 2, titulado Nueva senda de reducción del déficit, consiste en la aceptación del objetivo de la reducción del déficit, aunque negociando el ritmo de esa reducción, aceptando el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y aceptando al Ley de Estabilidad Presupuestaria.

En el punto nº 9, titulado Banca pública se habla de renegociar el Memorando de entendimiento para conseguir que la UE nos permita poner en marcha una potente Banca Pública. Ninguna mención a la recuperación de un Banco de España independiente del BCE y, en cambio, dependiente del estado, como posible instrumento para monetizar la deuda y para financiar a coste cero el déficit presupuestario.

    1. El punto nº 40, titulado Reforma de la gobernanza económica en la UE, habla de la reforma de los estatutos del BCE con objetivos que son exactamente los contrarios de los objetivos de dicha institución, incluido “que pueda actuar como prestamista en última instancia de las autoridades fiscales”. Objetivo loable, salvo que se opone a los objetivos básicos de toda la construcción de la UE desde el Acta única y desde Maastricht. Para ello debiera abolirse el Tratado de Maastricht i el Tratado de la Unión aprobado en Lisboa. Un político realista debería preguntarse: ¿con que mayorías europeas se puede conseguir este objetivo? ¿Cuantos años de servidumbre de la deuda, cuantos años de sufrimiento deberán experimentar los ciudadanos para conseguir ese objetivo? ¿No se acortaría notablemente el sufrimiento si se propusiera la reconquista de la soberanía económica y monetaria?

 

  • El punto 41 titulado Reforma del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y del Pacto Fiscal renuncia a la abolición de ese instrumento mediante el cual se estrangula a nuestros pueblos. Aún si se aceptase el limitado objetivo de la reforma podemos preguntar, teniendo en cuenta la actual correlación de fuerzas, en que sentido se va a reformar esos pactos, y también a fuer de ser realistas ¿con qué mayorías?

Llegamos al punto nº 42: la Conferencia Europea de la Deuda. El texto de este punto es crucial para la cuestión que tratamos en este debate. Hagamos un ejercicio de lo que en los maestros de primaria llamamos “comprensión lectora”. Leamos el texto:

“Impulsar una Conferencia Europea de Deuda que ponga en la agenda política de la Unión Europea la reestructuración coordinada de las deudas públicas en el marco de la zona euro. Proponemos una modificación en los plazos de vencimiento de las deudas europeas en circulación, mediante un canje de bonos que facilite que los viejos títulos sean sustituidos por nuevos títulos que se mantengan a perpetuidad. El BCE sería la institución que debería adquirir, al valor nominal, los viejos títulos y canjearlos por otros nuevos, a tipo de interés del 0% y con el objetivo de mantenerlos en su balance. El BCE debiera reestructurar las deudas públicas de las economías de la zona euro que excedan el 60% del PIB. El BCE debería desarrollar esta operación de supresión de deuda pública para todos los países de la zona euro, mutualizando de este modo la deuda.”

Para resumirlo en pocas palabras, el programa acepta los mecanismos de gestión de la deuda provenientes del Tratado de Adhesión de España a la CEE y del Tratado de Maastricht, aunque proponga la reforma o la modificación de algunos de ellos.

Nos encontramos ante la reiteración del programa de Syriza. Ello podría ser normal si la experiencia griega hubiera resultado vencedora o, al menos hubiera iniciado un camino de liberación del pueblo griego respecto de la servidumbre de la deuda. Pero esa estrategia ha fracasado completamente. Tropezar dos veces con la misma piedra, es humano. Lo grave es tomarle cariño a la misma piedra.

En la crítica a este punto 42 que sigue, recojo algunos de los argumentos principales explicados por Albert Medina en su artículo La izquierda ante las políticas de austeridad: lecciones y mitos de la deuda alemana 11 así como valoraciones propias.

La propuesta de una Conferencia Europea de la Deuda, constaba en el programa de Salónica que permitió a Syriza acceder al gobierno heleno el pasado 25 de enero de 2015. Esta propuesta fue acogida con una risa sardónica por parte de las autoridades de la UE12. Ante la negativa cerrada a ni tan sólo poner sobre la mesa dicha propuesta13, el 20 de febrero de 2015, el negociador griego Varoufakis renunció a ese proyecto y aceptó que Grecia debía pagar la deuda, aunque siguiera pidiendo una mejora en las condiciones de pago. El 13 de julio Tsipras aceptó un memorando peor que los memorandos que había criticado desde la oposición.

La propuesta de una conferencia Europea de la deuda, la propuesta de la mutualización de la deuda y de los eurobonos, parten de diversas premisas erróneas a mi parecer. En primer lugar ignora el contexto de la Conferencia de Londres de 1953 en que, por imposición de los USA y por razones geo-políticas ligadas a la guerra fría un montón de países condonaron la mitad de la deuda alemana. La otra mitad debía ser perdonada tras el Anschluss (anexión) de la RDA, pero Kolh adujo que estaba prescrita. Donde hay patrón no manda marinero. En segundo lugar la propuesta desconoce que la gran banca francesa y alemana, los mayores tenedores de la deuda de los países del sur no están dispuestos a ceder en este punto. La prueba del algodón: como se ha dicho, el gobierno griego abandonó esa propuesta electoral en un tiempo de récord de 25 días.

Veamos ahora un ejemplo que nos explica por qué motivo, es imposible que la Conferencia tenga lugar. El estado alemán ha ganado a costa de la crisis de la deuda griega 100.000 millones de euros en el periodo que va de 2010 a julio de 2015. Lo afirma el Halle Institute for Economic Research (IWH) – Member of the Leibniz Association en un informe publicado el 10 de agosto de 2015, justo en el momento en que el Parlamento griego, el Eurogrupo y el Parlamento alemán aprobaban el tercer memorando14. Según el IWH, el equilibrio del presupuesto alemán es en gran parte el resultado de la crisis de la deuda griega. En el periodo que media entre 2010 y 2015, el precio de los bonos alemanes descendió 300 puntos básicos, lo que permitió un ahorro de 100.000 millones de euros; o, dicho de otra manera, el 3% del Producto Interior Bruto. El mecanismo por el que se produjo este trasvase de dinero ha sido estudiado en concreto por el IWH. El informe contiene un histórico de la evolución del bono alemán en este periodo comparando sus subidas y bajadas paralelamente a los acontecimientos de la crisis de la deuda griega. Las malas noticias (desde el punto de vista del inversionista, claro) sobre Grecia redundaban en la huida hacia el bono alemán y, por tanto, en la caída de su tasa de interés. Las buenas noticias (de nuevo, desde el punto de vista del inversionista) sobre Grecia significaban un movimiento en sentido contrario. En fin, la deuda griega con Alemania sea vía FMI, vía BCE o directamente ascendía en julio de 2015 a 90.000 millones de euros y Grecia hubiera decidido no pagar, los contribuyentes alemanes aún hubieran salido ganando.

Por su parte, el economista francés Guillaume Duval hace ascender este ahorro de los contribuyentes a una cifra superior. Habiendo estudiado el diferencial entre 2008 (y no 2010, como el IWH) y 2015, estima ese ahorro en 193.000 millones. Duval no tiene dudas acerca de que la intransigencia del gobierno de Merkel se debe también a factores culturales, como la cultura protestante alemana. Pero va más allá y señala causas mucho más prosaicas: “Hasta ahora, la crisis de la zona euro ha sido, en la práctica, un buen negocio para Alemania. Y en particular para el Estado alemán (…) ¿Por qué? Porque la crisis de la deuda hace de los títulos de deuda alemán un valor refugio, lo que asociado a la política laxista del BCE, permite a Alemania gozar de tasas de interés excepcionalmente bajos (…) Mientras nuestros vecinos pagaban 69.000 millones de intereses sobre su deuda pública en 2008, sólo deberán pagar 48.000 este año (2015), aunque su deuda haya crecido 490.000 millones de euros. Si los alemanes hubieran debido pagar los intereses de la deuda al precio de 2008, ellos deberían pagar 92.000 millones, el doble, según las cifras suministradas por la Comisión Europea (…)15.

Alemania, ¿va a renunciar graciosamente a ese mecanismo de expropiación de los países periféricos? Ningún partido con posibilidades de ganar las elecciones en Alemania o en Francia lleva en su programa una propuesta similar a la del punto 42 del programa de Unidos-Podemos. ¿Llegará un día en que ganen en Francia y Alemania partidos que propongan ese programa? ¿Faltan para ello décadas, siglos o nunca llegará ese momento? ¿Hasta cuándo deberemos esperar para liberarnos de la servidumbre de la deuda? ¿Cuantos sacrificios deberemos realizar entre tanto?

Notemos, finalmente la ausencia en el programa de cualquier referencia a la auditoria de la deuda para determinar que parte de la misma es ilegítima, que parte de la deuda es ilegal y que parte de la misma es odiosa. Que en el caso de España, como se ha visto, hay de todo ello.

Uno de los argumentos con los que se nos quiere convencer cuando se defiende este programa es que la UE no puede tratar a España como trató a Grecia. Por el tamaño de España, por su porcentaje sobre el PIB de la UE, por su población, por la salud (sic) de su sistema bancario y por otros factores, España no puede ser tratada como Grecia, nos dicen. No hay más ciego que el que no quiere ver. España tiene unos índices de paro estructural equiparables a los de Grecia. España tiene una deuda pública que va camino de la griega. España cambió su Constitución bajo la orden imperativa de la UE. España aplica las órdenes de la troika sin necesidad de escribir un memorándum. España privatiza al ritmo con que se está privatizando en Grecia. España, como dice Ramon Franquesa, está siendo intervenida en silencio, suavemente, al modo astuto y sibilino de Rajoy, con la aceptación de los dos grandes partidos del sistema bipartidista, al que se le ha unido Ciudadanos. El problema es el silencio con que se está dando esta intervención por parte de una izquierda que no la denuncia con la energía necesaria.

3.- Una propuesta de solución al problema de la deuda a partir de la recuperación de la soberanía monetaria.

¿Por qué no se debe pagar la deuda pública española? La respuesta es obvia: porque aun siendo legal no es legítima. Las leyes que han dado cobertura jurídica a esa deuda son leyes pensadas, redactadas y aprobadas por un régimen al servicio de la oligarquía financiera española, alemana y francesa. Un régimen y unas instituciones que actúan al servicio de intereses y grupos sociales ajenos y extranjeros a los intereses de nuestros pueblos. Esa deuda es producto de la financiarización de la economía, común a toda la economía capitalista y de la política fiscal creada por el régimen del 78.16

Esa deuda es también producto de la imposición a partir de los años 80 del siglo pasado de la sumisión de la deuda pública española a la especulación de los mercados. El régimen del 78 optó por la creación de un mercado de la deuda pública, optó por aceptar las condiciones impuestas por la banca. Y, cómo hemos visto, dejó que proliferara la deuda para que de ella comieran los buitres y las hienas. No era el único camino posible. Había un camino alternativo. El régimen podría haber seguido financiando el déficit mediante los avances gratuitos del Banco de España (monetización de la deuda) y mediante la imposición de coeficientes de compra obligatoria de deuda a la banca en las condiciones (plazos de amortización e intereses) impuestos por el estado. Pero no quería hacerlo y no lo hizo.

En el libro Librarse del euro, diversos autores exponen planes y escenarios concretos para la salida de esa servidumbre. Citemos a Ramón Franquesa, Luciano Vasapollo, Vincent Brousseau, Joel Périchaud, Andrés Piqueras, Stuart Medina, Jorge Amar, Moreno Pasquinelli17. Estas propuestas surgidas de culturas económicas y políticas diversas, son notablemente convergentes y proporcionan una solución al problema de la deuda. Hace dos semanas, el reputado economista australiano Bill Mitchell ha presentado en diversas ciudades españolas su libro La distopia del euro.18 En sus capítulos 21 y 22 presenta la Financiación Monetaria Directa (FMD) y la recuperación de la soberanía económica y monetaria de manera convincente como alternativa real a la política austeritaria del ordoliberalismo de la UE y de la Europa alemana. Teniendo en cuenta todas estas aportaciones expongo a continuación una breve propuesta de solución a la deuda desde la perspectiva del soberanismo monetario o sea desde la democracia económica.

Pero antes de leer esta propuesta el lector deberá tomar algunas precauciones.

En primer lugar conviene asomarse a esta propuesta abandonando el sesgo cognitivo (Mitchell lo define como pensamiento gregario) impuesto durante sesenta o setenta años de hegemonía del federalismo europeísta ordoliberal que predomina en la academia y en la política.

En segundo lugar conviene desprenderse de la idea del imperio de la ley y de la norma. La ley no se legitima por su simple existencia. Las leyes expresan relaciones de poder, correlaciones de fuerzas. Las leyes que no han sido legisladas por el pueblo soberano son tiránicas y ante la tiranía el pueblo tiene el derecho imprescriptible y el deber ineludible de la insurrección. Esa es una de las enseñanzas de la Gran Revolución francesa. Las leyes tiránicas deben ser denunciadas y combatidas hasta lograr cambiarlas.

En tercer lugar hay que quitarse de la cabeza idea religiosa del equilibrio presupuestario. Se trata de una doxa impuesta por la secta ordoliberal que impera en las instituciones de la UE por lo menos desde el Acta Única. Por el contrario, para levantar un programa de desarrollo social sostenible económica y ecológicamente hablando19 que permita acercarse a la satisfacción de las necesidades sociales básicas (enseñanza, sanidad, derecho a la existencia, cuidado a la dependencia, pleno empleo, sostenibilidad…) será necesario recurrir al déficit.

También hay que quitarse el terror impuesto por el ordoliberalismo a la inflación. Operar prudentemente con la inflación es un instrumento más de la política económica. Los ordoliberales nos quieren aterrorizar con la gran inflación de los años 1921-1923 en Alemania. Quieren que olvidemos que esa inflación era el corolario necesario de la financiación de la guerra mediante bonos de guerra y las injustas cláusulas de los Tratados de Versalles.20 La gran inflación fue consecuencia de la deuda contraída por el estado alemán y sirvió a la derecha y a la extrema derecha para desacreditar a la República de Weimar. Nosotros sabemos que en nuestras condiciones actuales, muy diferentes de las de la Alemania de 1921-23, unas inyecciones prudentes y dosificadas de dinero en la economía no tienen por qué crear una inflación incontrolable.

También hay que desprenderse de toda idea religioso-moral con respecto a la deuda. La deuda puede ser de muchos tipos: legítima o ilegítima, justa o injusta, moral o inmoral, correcta o corrupta, aceptable o rechazable. En nuestro caso es en su inmensa mayoría ilegítima, injusta, inmoral, corrupta y rechazable, por las razones expuestas más arriba. Hay que tener el valor político de decirlo y de actuar en consecuencia. Además, la deuda pública es un apunte contable en las cuentas del estado o del sector público, fruto de una determinada opción política. Y hay otras políticas perfectamente posibles.

También habrá que desprenderse del fetichismo monetario. Hoy el dinero no se corresponde con las reservas de oro depositado en las arcas de los bancos centrales. La mayor parte del dinero que consta en la contabilidad del Banco Central Europeo o de un Banco central nacional no se “imprime”. Ese dinero adquiere hoy la forma de asientos contables. Esos asientos contables pueden y deben ser sometidos a las decisiones políticas que sean convenientes para el interés común.

En definitiva, la izquierda de los pueblos de España debe experimentar una revolución en su cultura política. Debe desprenderse del conjunto de clichés i de tics asumidos desde hace décadas. Debe ponerse a la altura de los tiempos y de las necesidades de nuestros pueblos.

Vayamos ahora a la propuesta:

El estado español debe recuperar su soberanía monetaria, debe desvincularse unilateralmente de los Tratados de Maastricht, del Six Pack, del Two Pack, del Mecanismo europeo de Estabilidad, del Fiscal Compact, del semestre europeo y debe salir del euro para contar con mecanismos soberanos con que gestionar la deuda. Esa gestión tendría dos tiempos:

Primer tiempo. La deuda acumulada.

Realización de una Auditoria de la Deuda Pública, que permitiera deslindar qué deuda es legítima de la deuda injusta, odiosa, ilegal o ilegítima.

Paralelamente, la recuperación de una moneda propia permitiría, aplicando la lex monetae redenominar la deuda contraída en euros a la nueva moneda española. Una vez redenominada la deuda podría sufrir quitas unilaterales mediante el uso prudente de la devaluación.

Ese mecanismo podría ser complementario con un default parcial de la deuda ilegal, inmoral, injusta u odiosa según los resultados de la auditoria.

En esas condiciones sería posible, posteriormente una reestructuración pactada del resto de la deuda, condicionada a un default total en caso de negativa de los acreedores.

Nadie puede pensar que se trata de un programa radical o utópico. Los ejemplos de Argentina y Ecuador avalan una propuesta de este tipo. Los acreedores están obligados a negociar, ya sea el nominal de la deuda, ya sean los intereses y los plazos, si se les coloca con coraje político y valor cívico ante el hecho consumado de la soberanía.

Segundo tiempo. La gestión fiscal tras la recuperación de la soberanía monetaria.

Pero la deuda, una vez reducida y re-estructurada de ese modo, podría reproducirse al cabo de un tiempo, si no se transforman los mecanismos mediante los que se produce y crece. Así pues, una vez recortada drásticamente la deuda mediante la propuesta anterior, debería empezar una gestión fiscal radicalmente diferente, para poder aplicar un programa de desarrollo social y económico de nuestros pueblos.

Una vez recuperada la soberanía monetaria, es preciso contar con un banco central dependiente del poder legislativo e independiente del BCE y de la gran finanza. Sin ese recurso soberano es imposible evitar caer de nuevo en la espiral de la deuda.

Una política de desarrollo económico, social y ecológico necesitará de reformas profundas que se escapan del tema que trato aquí. Pero lo que es bien seguro es que durante un tiempo necesitaremos recurrir prudentemente al déficit, desoyendo y desobedeciendo al FMI y a la OCDE. Ese déficit que deberá ser financiado mediante la monetización de la deuda a cargo de un Banco de España fuerte y soberano que recupere y actualice las competencias que tenía antes de Maastricht.

También será necesario recurrir a la imposición democrática de cuotas de compra de deuda pública a la banca privada en las condiciones (intereses y plazos) que dicte el bien común. Una política económica democrática y popular, es decir soberana, debe abolir el mercado de la deuda pública, debe impedir la especulación financiera con la deuda del estado.21

En resumen, ante una deuda tan formidable como la deuda actual del Estado español, existen dos actitudes políticas posibles:

a.- El miedo religioso a los poderosos. Quedar paralizados ante la idea religiosa de que los acreedores tienen todo el poder sobre nosotros. Quedarse paralizados ante el shock de la experiencia griega en el marco el pensamiento “no hay alternativa” (TINA).

b.- La serenidad, la determinación y el coraje. Quien tiene la sartén por el mango es el pueblo soberano. En el momento que decidamos recuperar la moneda nacional, redenominar la deuda, devaluar la nueva moneda y empezamos a financiar el estado y la economía mediante un Banco de España independiente del BCE y de la banca privada pero dependiente del poder legislativo nacional, la correlación de fuerzas cambia radicalmente. El poder lo recuperamos nosotros y la correlación de fuerzas da un vuelco. El chantaje, la humillación y la esclavitud por deuda son abolidos.

Ante la enorme distancia existente entre las medidas que se proponen aquí y el sentido común popular, la izquierda sólo tiene un camino: decir siempre e incesantemente la verdad al pueblo trabajador. El sentido común popular sobre estas cuestiones es un producto acumulado durante cuatro décadas de un régimen, el del 78, que está en crisis. Ese sentido común es producto de una cultura material de vida, de una determinada civilización cuya crisis estamos viviendo. Las propuestas de cambio institucional deben ser expresión del cambio en la cultura material del pueblo trabajador. Y la función de la izquierda no puede ser otra que ayudar a ese cambio cultural, empezando por si misma.

La izquierda debe hacer un lento trabajo de esclarecimiento, de aculturación con respecto a sus propios esquemas y a los esquemas imperantes en el sentido común popular. La izquierda debe partir del sentido común imperante para acompañar la experiencia popular, debe, desde la modestia y la capacidad de escucha, contribuir al cambio de ese sentido común por un el buen sentido nacional-popular. Como condición necesaria debe siempre decir siempre la verdad, no alimentar falsas ilusiones en la vuelta a los “viejos y buenos tiempos”, que sabemos que no volverán si es que alguna vez existieron. Las prisas, sobre todo si son las prisas por gobernar este sistema sólo pueden alimentar ilusiones imposibles de cumplir.

Construir lentamente desde abajo. No destruir desde arriba por el apresuramiento estéril.

Semper festina lente (Apresurarse siempre lentamente, como dice el sexto emblema de la universidad de Salamanca).

Conclusión.

Nada mejor, para concluir que volver a La Boétie:

“… los tiranos, cuanto más pillan, cuanto más exigen, cuanto más arruinan y destruyen, cuanto más se les acata, cuanto más los servimos, más se fortalecen y más fuertes y más frescos para aniquilar y destruirlo todo devienen; pero si no se les acata en nada, si no se les obedece en absoluto, quedan desnudos y deshechos, sin combatir, sin golpear, y no son nada, así como cuando la raíz no tiene ya humus o alimento, la rama acaba seca y muerta”

1 Esa es la expresión con la cual Francisco Comín Comín denomina la gestión neo-liberal y europea de la deuda en su libro Las crisis de la deuda soberana en España (1500-2015), Madrid, Los libros de la catarata, 2016. Comín llama también “represión bancaria” a la aplicación por parte de los gobiernos de los primeros años de la transición de coeficientes obligatorios de adquisición de deuda pública aplicados a la banca española.

2 Francisco Comín Comín, ob.cit.

3 Para el tema de la interpretación de la historia de la España como tres revoluciones pasivas y un genocidio intercalado, véase Joaquín Miras y Joan Tafalla, la izquierda como problema, Barcelona, El Viejo Topo, 2013.

4 Antonio Gramsci, Cuadernos de la cárcel, 8 § 25, México, Ediciones Era, 1981, Tomo 5, p. 235. Para el tema revolución pasiva, puede leerse con provecho el texto de Pasquale Voza Rivoluzione pasiva, en AAVV, La parole di Gramsci, Per un lessico dei Quderni del carcere, a cura di Fabio Frosini e Guido Liguori, Roma, Carocci/International Gramsci Society-Italia, 2004, pp. 189-207.

5 Ob. cit, pp. 259-260.

 

6 Tratado de Maastricht, aprobado el 7 de febrero de 1992, entrada en vigor 1 de noviembre de 1993. Consultable en: http://europa.eu/eu-law/decision-making/treaties/index_es.htm

7 El País, Madrid, 9 de septiembre de 1992, http://elpais.com/diario/1992/09/09/espana/715989603_850215.html

8 David Marsh, El Bundesbank. El banco que gobierna Europa, Colegio de Economistas de Madrid, 1992.

9 Véase la intervención de Ramon Franquesa en este mismo libro.

10 Cambiar España. 50 puntos para gobernar juntos, Madrid, 13 de mayo de 2016, Se puede leer entero en : https://podemos.info/wp-­‐content/uploads/2016/05/acuerdo26J_final.pdf

11 Albert Medina, La izquierda ante las políticas de austeridad: lecciones y mitos de la deuda alemana , http://amedcat.blogspot.com.es/2016/06/la-izquierda-ante-las-politicas-de.html. En catalán : L’esquerra davant les polítiques d’austeritat: lliçons i mites del deute alemany, publicado en Espai Marx, 7 de mayo de 2016 : https://espai-marx.net/ca?id=9952

12 El Economista, 5 de febrero de 2015, http://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/6451545/02/15/Schauble-Algunas-medidas-del-nuevo-Gobierno-de-Grecia-no-van-en-la-buena-direccion.html

13 Consejo Europeo, 20 de febrero de 2015,http://www.consilium.europa.eu/es/meetings/eurogroup/2015/02/20/

 

14 Véase el resumen de prensa del informe en http://www.iwh-halle.de/e/publik/presse/30-15.pdf

15 Guillaume Duval http://www.alterecoplus.fr/infographies/lallemagne-profite-de-la-crise-de-la-zone-euro- depuis-2008-elle-y-a-gagne-193-milliards-deuros-201507161243-00001799.html

16 Véanse las condiciones de la creación de esa deuda en el primer apartado de esta intervención. Sobre la financiarización de la economía capitalista véase Costas Lapavitsas, Crisis en la eurozona, Madrid, Capitán Swing, 2013.

17 Véase: AAVV, Ramon Franquesa ( editor) Librarse del euro, Encuentro de movimientos emancipatorios de los pueblos del sur de Europa, Barcelona, Editorial Icaria, 2016.

18 Bill Mitchell, La distopía del euro, Pensamiento gregario y negación de la realidad, Berlín, Lola Books, 2016.

19 Como se observará, digo desarrollo social y no crecimiento económico. Ese es otro debate en el que no puedo entrar hoy y aquí.

20 Véase John Maynard Keynes, Las consecuencias económicas de la paz (1919), Barcelona, Editorial Crítica, 2002.

21 Para una propuesta de abolición del mercado de la deuda, véase Jacques Nikonoff, Sortons de l’euro! Restituer la souveraineté monétaire au peuple, Paris, Arthème Fayard, abril 2011.

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