¿Qué pasó?
Juanjo Llorente
En contraste con lo que propala la prensa estos días, la la 17 Cumbre Latinoamericana realizada en Santiago de Chile hace unos días escenificó una grave provocación de los altos dignatarios españoles hacia los presidentes de Venezuela y de Nicaragua, en realidad hacia todos los países latinoamericanos que actualmente se esfuerzan por defender su soberanía y recursos frente al imperialismo, así como mejorar las condiciones de vida de sus respectivas poblaciones y área geográfica. Cronistas independientes señalan que estos incidentes, tristemente célebres ya, arrancan del discurso de Rodríguez Zapatero en la ceremonia de clausura de la Cumbre, y en particular de las siguientes palabras pronunciadas entonces: «Nacionalizar o renacionalizar: el hecho de que la prestación de determinados servicios públicos se realice desde el sector público o el privado, no garantiza nada.» Ante estas palabras, Hugo Chávez se apresuró a intervenir y expuso a los restantes jefes de estado la siguiente conversación mantenida con Aznar, en julio de 1999: «Aznar me dijo: Vengo (como presidente del estado español) a invitarte a que te unas a nuestro club, tienes petróleo, tienes que incorporarte al primer mundo (.) Entonces, yo le hice una preguntita. ¿Mira, Aznar, tú que opinas de Haití, de Centroamérica y de África. Pido perdón por lo que voy a decir, Aznar me respondió: ‘Esos se jodieron'(sic). Ahí mostró todo el rostro horrible del fascismo y del racismo (.).». Y a continuación, Chávez añadió: » (.) Se puede hablar sobre las privatizaciones. Yo no estoy de acuerdo con lo que ha dicho el presidente del gobierno español. Venezuela tenía una compañía aérea nacional, Viasa. Fue privatizada y la compró una compañía aérea española, que liquidó la compañía. Se llevaron los aviones, desmantelaron todo, despidieron a los empleados y se quedaron con las rutas internacionales ¡se llevaron hasta las aeromozas más bellas! Hoy, tenemos que pagar la jubilación de los trabajadores de Viasa» Fue entonces cuando Zapatero pidió la palabra para defender a Aznar y cuando el Borbón le espetó a Chávez «¿por qué no te callas?». Pero la presidenta cortó el cruce de palabras y se la concedió a Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, que no dudó en señalar: «Yo (también) tengo que hablar de las empresas españolas en Nicaragua. Unión Fenosa es una empresa eléctrica española. Compraron mediante actos de corrupción las empresas generadoras que estaban en buen estado donde podían sacarle utilidades y ganar lo que estaban dando por la empresa en un año. Hoy, tenemos cortes de electricidad todos los días en Nicaragua. Son una mafia. Es una estructura mafiosa, tácticas gansteriles dentro de la economía global de las que son víctimas nuestros países por culpa de los (gobiernos) peleles». A lo que se ve, estas palabras fueron más de lo que su borbónica majestad podía aguantar, y en un gesto nada diplomático, se levantó y abandonó la sala. Resulta imposible, por tanto, tratar de explicar estos «incidentes» sin relacionarlos políticamente con lo que hicieron y hacen las multinacionales españolas en Latinoamérica. Porque Chávez y Ortega tienen razón, las multinacionales «españolas» (que en un alto porcentaje son propiedad de bancos y fondos de inversión de los Estados Unidos) han cumplido un claro papel en Sudamérica. Sus inversiones se han destinado al saqueo de estos países, llevándose las riquezas naturales o esquilmando a la población con los servicios, e incluso comprando a bajo precio empresas autóctonas, habitualmente empresas nacionales privatizadas, para desmantelarlas y vender los activos. Repsol compró YPF, abandonó todas las prospecciones de búsqueda de nuevos yacimientos, y se ha limitado a extraer el petróleo a ritmo acelerado (los expertos dicen que en unos 7 años se agotará). Iberia no sólo desmanteló Viasa: hizo lo mismo con Aerolíneas Argentinas. Y las multinacionales de otros países no han hecho otra cosa. Una práctica que no crea, sino que destruye empleo y riqueza. La defensa del expresidente Aznar por parte de Zapatero y los exabruptos del rey forman parte, en definitiva, de la misma línea de actuación pro-imperialista: atacar las RE-nacionalizaciones que buscan los gobiernos latinoamericanos más progresistas y defender los intereses de las multinacionales en esta región. Es más, con los comportamientos mostrados en este incidente, ha vuelto a quedar patente que Juan Carlos no soporta la democracia y trata al gobierno español y a los gobiernos latinoamericanos como súbditos, aunque también él es un súbdito de más altos poderes, y por eso actúa como un peón más de la campaña de desestabilización que el fascismo estadounidense organiza en vísperas del referéndum constitucional que Venezuela celebrará el próximo 8 de diciembre. Un referéndum del que la prensa apenas cuenta otra cosa que la aspiración de Chávez para seguir pudiendo presentarse a más elecciones (es decir, el mismo derecho del que gozan los políticos aquí en España, por ejemplo), pero que supone importantes avances sociales, como la reducción de la jornada laboral, la instauración como principio constitucional del sector estatal de la economía. Precisamente, no es ninguna casualidad que, junto a la campaña encubridora de los «falsimedia», el compartamiento de los altos dignatarios españoles en la cumbre de Santiago también haya recibido la más cordial felicitación del embajador de los Estados Unidos en España, Eduardo Aguirre: «España tiene un rey de lujo y un presidente que en este caso, está defendiendo a las instituciones españolas, incluyendo a Aznar, que también es un ex presidente de lujo que tiene la cortesía de agradecer a Zapatero sus comentarios (.) España se ha cubierto de gloria en este caso». Ante todo esto, en conclusión, como trabajadores y como gentes de izquierdas no podemos sino felicitarnos de que Chávez cuestione a la CEOE y anuncie que va a vigilar a las multinacionales con sede en el Estado español, como Repsol, con las que tantas cosas nos enfrentan. Los pueblos del Estado español no tienen nada que defender en esa política de las instituciones monárquicas y del gobierno en defensa de los intereses del imperialismo y de las multinacionales, aunque éstas tengan nombre español. Nuestros intereses deben ser muy otros. Además de construir relaciones de fraternidad con los trabajadores y los pueblos implicados en la defensa de las naciones libres y soberanas de América, nuestra prioridad sigue siendo acabar con la monarquía heredera del franquismo e instaurar la República.