Cada totalidad es histórica concreta, cada ethos, cada cultura de vida, no está determinada causalmente por las anteriores y es diversa de ellas. La historia de la humanidad, en su totalidad, es consecuencia de una autogeneración inmanente a sí misma, y cada estadio, cada cultura-civilización, cada espíritu objetivo, concreto, histórico, de la humanidad, es creación intersubjetiva inmanente, también, a sí misma.
Cada plexo de acción surge como consecuencia del deseo de crear un nuevo hacer y un nuevo saber hacer, debido a la experiencia generada en las subjetividades por el mundo que las conforma. Experiencia de sufrimiento, experiencia de insatisfacción en ese mundo de las necesidades y expectativas por él creadas. Todo mundo histórico, acaba desordenándose como consecuencia de las contradicciones de su plexo de acción en desarrollo dinámico permanente. La génesis de la nueva acción surge en consecuencia como negación o rechazo de lo anterior.
Lo que surja del proceso de constitución de una la nueva totalidad o plexo intersubjetivo generador de nueva acción, es impronosticable a priori, porque es creación ex novo. El desconocimiento de lo porvenir no es consecuencia de la debilidad de las ciencias que estudian al ser humano, sino de que lo que sea el futuro surgirá de un hacer creador intersubjetivo, no solo previamente inexistente en cuanto hacer, sino también en cuanto saber hacer: eso es lo que quiere decir, precisamente, la palabra «historicidad». La capacidad creadora es intersubjetiva.
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