Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Arthur Rosenberg, un pensador proscrito

Joaquín Miras Albarrán

PRÓLOGO

El autor de la presente obra, que se traduce por primera vez al castellano, es uno de los pocos, verdaderos, grandes pensadores políticos del siglo XX, y un revolucionario. El lector puede quedar sorprendido ante este juicio, e incluso abrigar sospechas  por cuanto Arthur Rosenberg, que falleció hace seis decenios, es un perfecto desconocido.

Es cierto, Rosenberg ha sido, desde su muerte, ignorado por todas las corrientes  del pensamiento político. Desde luego, por la derecha, pero también por las diversas escuelas y corrientes de la izquierda. Dejamos de lado el olvido en que lo tiene la academia, de la que fue un miembro ilustre. La razón: en primer lugar su radicalidad política y su independencia de criterio político durante todo el periodo que va de 1918 hasta su muerte a comienzos de los cuarenta. En segundo lugar, y esto puede resultar esclarecedor para el lector, por ser uno de los pocos, grandes historiadores cuya obra intelectual se especializa en la investigación sobre la democracia –sobre lo que verdaderamente es la democracia-. La tradición política de la democracia está por completo reñida con el estatismo y con la separación de política y sociedad; con  la delegación de la actividad política en elites, y con la falta de participación organizada permanente de los de abajo en política. No faltan razones, pues, para comprender su destierro del mundo intelectual: no sólo el ostracismo en el que lo mantiene la academia y la política burguesa, sino también el silencio y excomunión que hace pesar sobre él la propia izquierda.

Lo cierto es que Rosenberg no ha sido reclamado nunca por ninguna corriente política organizada de la izquierda.

Breve Semblanza

Arthur Rosenberg nació en Berlín en 1889 y falleció en Nueva York en 1943. Estudió en la universidad de Berlín, donde se especializó en Historia Antigua –Roma y Grecia- y fue alumno de otro gran especialista de la historia clásica, Eduard Meyer. Durante su juventud estuvo alejado del pensamiento de izquierdas, y en concreto, del marxismo, pensamiento al que se aproximaría tan sólo al final de la Primera Guerra Mundial. Antes de la Gran Guerra había llegado a ser ya una figura de primer rango  en la universidad del Reich.

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