Un punto de encuentro para las alternativas sociales

El futuro de las ciudades en el nuevo orden internacional

Tarso Genro

Las megalópolis constituyen el centro de articulación política y cultural de la modernidad. El papel que ocuparán a partir del caos mutante, generado por la globalización neoliberal, todLas ciudades y lavía esta por ser resuelto. “Las ciudades, como los sueños, son construidas por deseos y miedos” – dice Ítalo Calvino, en su libro “Ciudades invisibles”. Los muros que las cercaban, en la antigüedad, y los condominios cerrados (véase nota del traductor) de la ciudad “postmoderna” son reflejos del miedo. El enemigo esta del otro lado del muro: siempre “reinventado”, para dar garantías a los que pueden transformar el miedo en necesidad y el deseo en separación.

Las grandes ciudades hoy se constituyen como territorios que contienen los eslabones de una relación conmutativa con el mundo. Por ellas transita una socialización de nuevo tipo, basada en el tiempo virtual y una nueva concepción de espacio, donde las partes desintegradas son siempre nuevas y cada vez menos sorprendentes. Ellas son el lugar físico donde las partes del espacio fragmentado componen mega – espacios locales y globales al mismo tiempo. En este no-lugar fluyen las formas fantásticas del capital.

La construcción de la ciudad refleja la construcción ordenada de la exclusión, que tiene como base la aceptación de la exclusión y su colaboración dentro de un “orden” urbano. Mike Davis, relata, de manera emblemática, el siguiente retrato de Los Angeles a partir de un episodio circunstancial: Así, con el director de la comisión de planeamiento de la ciudad explicó la línea oficial para los reporteros incrédulos, no lo es contrario a la ley dormir en la calle per se, ‘sólo cuando se alza alguna especie de chabola’ (…) esta represión cínica transformó la mayoría de los sin techo en beduinos urbanos. Ellos son visibles en todos los rincones del centro, empujando sus pocas y patéticas pertenencias en carros de supermercado robados, siempre fugitivos en movimiento, prensados entre la política oficial de contención y el sadismo progresivo de las calles del Centro”[1]

Para que la ciudad pueda ser objeto de una nueva subversión “democratizante”, que tenga el mismo potencial constitutivo de la ilustración, es preciso encuadrarla en una perspectiva de proyecto político de sociedad, o mejor dicho, de un nuevo proyecto civilizatorio, una nueva propuesta de orden. El rey de España, en sus instrucciones de 1513, para la conquista de la “tierra firme”, que abre el violento proceso colonial, fija el sistema de diseñará el futuro de las ciudades con base a su visión de orden, que mezcla miedo y deseo: “ vistas las cosas que para los asentamientos de los lugares son necesarias, y elegido el lugar más provechoso y en que abunden las cosas para el pueblo son necesarias, tienes de repartir los solares del lugar para hacer las casas, y deberán ser repartidos conforme las cualidades de las personas y serán inicialmente dados por orden: de manera que hechos los solares, el pueblo parezca ordenado, tanto en el lugar que deje la plaza, como en el lugar que tenga la iglesia, como en el orden que han de tener las calles; porque los lugares que, de nuevo se hacen dando el orden en el comienzo sin ningún trabajo ni coste se quedan ordenados y los otros jamás se ordenan”.[2]

Para discutir el destino de la ciudad globalizada – por lo tanto- es necesario responder antes, qué haremos de nuestro destino social colectivo. ¿Cuál es el “orden” que dispondrá, en el tablero de la sociedad, la aceptación o no de la exclusión y las jerarquías del miedo? En este orden cuajará un deseo movido por la solidaridad que subordina el miedo, o el – miedo – espontáneamente será “contención “ y “sadismo”.

La comprensión del destino deseado y humanizado abrirá el espacio político para un nuevo tipo de harmonía: o la ciudad es “subjetivada” por la comunidad, que desea de esta manera “re-finalizar” su modo de vida, dar otra finalidad a su existencia (diversa de los procesos semibárbaros de la postmodernidad)[3], o la ciudad será el orden del desorden: una ciudad jerarquizada por la fuerza al borde del caos siempre inminente.

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El Cuarto Reich

Kiva Maidanik

23 de julio del 2003

Diez tesis acerca del Imperio

Lo del desgaste del modelo neoliberal ya suena como verdad de Perogrullo. La etapa de su hegemonía casi absoluta quedó atrás en los años 90, durante la primera fase de la transición actual. Esa fue la fase fácil.

Al aparecer en nuestro mundo hace treinta años, precisamente a través de América Latina, por la estrecha puerta chilena, el neoliberalismo está demostrando hoy, aquí mismo con mayor nitidez, sus límites y su fracaso. En Argentina y Brasil, Ecuador, El Salvador, Uruguay, Bolivia, en la Venezuela de 1989-92, y de nuevo en la Venezuela del 2002-03, país campeón al respecto. Por algo se proclamó en América Latina, desde el Foro de Porto Alegre, el lema «otro mundo es posible».

Todo eso ya no pertenece al terreno de la discusión científica. Querría comenzar por donde termina el espacio de lo reconocido, planteando una «hipótesis de trabajo», sobre uno de los temas en discusión hoy, desde hace, a mi parecer, un par de años.

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El Imperialismo hoy

Pablo González Casanova

A fines del siglo XX, el imperialismo, que es la formación más avanzada del capitalismo, domina en el mundo entero, con excepciones como Cuba, muy poco explicadas en la teoría de las alternativas. Desde los años 70 y 80, las redefiniciones o reestructuraciones del imperialismo dieron una fuerza especial al proceso conocido como "globalización". Bajo ese proceso se delinearon las nuevas formas de expansión de las grandes potencias, en particular de Estados Unidos. En la década de los setenta, Estados Unidos pasó a la ofensiva en el control mundial al imponer el dólar en vez del oro, que hasta entonces había sido el referente de todas las monedas. Con Europa y Japón, Estados Unidos formó una Triada a la que encabezó y con ella impulsó una política de endeudamiento interno y externo de los gobiernos que enfrentaban una crisis fiscal creciente o una crisis en la balanza de pagos. Sus víctimas principales fueron los gobiernos de los países dependientes, incapaces de alterar la relación de intercambio desfavorable, o el sistema tributario regresivo, y urgidos a la vez de satisfacer demandas populares mínimas para mantener su precaria estabilidad. La política global de endeudamiento de los poderes públicos y nacionales renovó el viejo método de sometimiento de los deudores por los acreedores y ocurrió a nivel mundial macroeconómico, incluyendo a muchos gobiernos de las ciudades metropolitanas. El proceso de endeudamiento correspondió al desarrollo de un capitalismo tributario y al sometimiento financiero renovado de los países dependientes. Con tasas de interés móviles, que podían aumentar a discreción del acreedor, la política de globalización impuso un sistema de renovación automática de una deuda creciente e impagable que hizo de la dependencia un fenómeno permanente de colonialismo financiero, fiscal y monetario. Desde l973, tras el golpe de Estado de Pinochet, se implantó en Chile el neoliberalismo. Desde los ochenta, el neoliberalismo se convirtió en la política oficial de Inglaterra, con la Tatcher, y de Estados Unidos, con Ronald Reagan. Las fuerzas dominantes enaltecieron al neoliberalismo como una política económica de base científica y de aplicación universal, reafirmando y renovando la ofensiva anglosajona que desde el siglo XVII impulsara Inglaterra bajo el manto del liberalismo clásico para aprovechar las ventajas que le daba en el comercio mundial ser el país más industrializado. La globalización neoliberal iniciada a fines del siglo XX tuvo también como objetivo central la privatización de los recursos públicos, la desnacionalización de las empresas y patrimonios de los Estados y los pueblos, el adelgazamiento y la ruptura de los compromisos del Estado social, la "desregulación" o supresión de los derechos laborales y de la seguridad social de los trabajadores; el desamparo y la desprotección de los campesinos pobres para beneficio de las grandes compañías agrícolas, en particular las de Estados Unidos; la mercantilización de servicios antes públicos (como la educación, la salud, la alimentación, etc.); la depauperación creciente de los sectores medios; el abandono de las políticas de estímulo a los mercados internos; la instrumentación deliberada de políticas de "desarrollo del subdesarrollo" con el fin de "sacar del mercado" globalizado a los competidores de las grandes compañías… El neoliberalismo globalizador exportó la crisis a las periferias del mundo al tiempo que se apropió de los mercados y medios de producción y servicios que habían creado en la post-guerra, , sustituyendo los que no eran rentables, y estableciendo un neocolonialismo cada vez más acentuado y represivo, en que compartió los beneficios con las oligarquías locales, civiles y militares, y negoció con ellas privatizaciones y desnacionalizaciones para asociarlas al proceso.

La negociación, como concesión, cooptación y corrupción adquirió características macroeconómicas y estuvo constantemente vinculada, a nuevos fenómenos de paternalismo, de humanitarismo caritativo, de cooptación y corrupción de líderes y clientelas, fenómenos que abarcaron incluso a las poblaciones más pobres y hostigadas contra las que se preparó un nuevo tipo de guerra llamada de baja intensidad con contingentes militares y paramilitares y con las más variadas formas de terrorismo de Estado a cargo de "fuerzas especiales", encargadas de "operaciones encubiertas" realizadas por agencias gubernamentales, o por agentes subsidiados y contratados por las mismas. En el montaje de un teatro de confusiones la pérdida de sentido de las luchas alternativas, los negocios de la droga aportaron contribuciones millonarias. Con ellas se logró la criminalización real y fingida de líderes y movimientos populares, sistémicos y antisistémicos. En los noventas la guerra económica entre las grandes potencias sucedió al proyecto de gobernabilidad del mundo por la Trilateral. Estados Unidos sometió en pocos años a Japón y a los Tigres asiáticos. El gran capital impuso una política de apoyo fiscal, político y militar creciente a los contribuyentes más ricos, muchos de ellos poseedores de los bancos y de las megaempresas, y a menudo también integrantes de los altos cargos públicos y de las viejas y nuevas élites dominantes. Los privilegios al gran capital legalizaron formalmente la apropiación de recursos públicos y privados en el centro y la periferia del mundo capitalista, incluyendo el derecho a especulaciones gigantescas como la que estuvo a punto de quebrar al Banco de Inglaterra. Muy pocos años después de iniciado el proceso, el complejo militarempresarial de Estados Unidos, expresión máxima del capitalismo organizado dominante, confirmó que sus mediaciones, instituciones y recursos de dominación ideológica, política y económica habían llegado a un punto de crisis amenazadora para su dominio y sus intereses. Eso los llevó a enducer su política y a emprender nuevas acciones que le permitieran mantenerse a la ofensiva y ampliar su situación de privilegio. La crisis de las mediaciones del capitalismo organizado se manifestó en un creciente desprestigio de su proyecto de democracia de mercado; en los graves escándalos de corrupción de que fueron actores principales gerentes y propietarios de las megaempresas que supuestamente eran más honrados que los funcionarios populistas y socialdemócratas de los gobiernos "adelgazados"; en el malestar abrumador de una ciudadanía sin opciones, aprisionada entre los mismos programas y políticas de demócratas y republicanos, y víctima de la inseguridad social y el desempleo en ascenso, del deterioro e insuficiencia de las escuelas públicas, de la falta de servicios médicos y de medicinas; de la criminalidad generalizada en ciudades y campos. Las elecciones fraudulentas y elitistas, en que Bush perdió la presidencia de Estados Unidos por 500,000 votos y poco después ganó por la decisión de una minoría de cuatro jueces a favor y tres en contra, fueron el punto de partida de un proceso de lógica totalitaria en que las mentiras no se dicen para que se crean sino para que se obedezcan. Y como a la crisis de instituciones y de mediaciones se añadiera el peligro de una recesión que no cedía, Estados Unidos llevó a Europa la guerra económica conque ya había controlado a Japón. Al mismo tiempo aceleró una ofensiva geopolítica mundial que ya había iniciado años antes. Con la invasión de Irak culminó sus intervenciones en Europa Central (Kosovo), en Asia Central (Afganistán), y en el "Medio Oriente" esta última a cargo de Israel, hechura de la estrategia militar de "Occidente" y cada vez más instrumentada por Estados Unidos. Diez años de bombardeos contra Irak, apoyados por las propias Naciones Unidas, tras debilitar y empobrecer terriblemente a ese país, facilitaron la ocupación de su territorio y, sobre todo, de sus inmensas riquezas petroleras. Estados Unidos mostró cada vez más ser el líder de la globalización neoliberal e incluso hizo gestos simbólicos y prepotentes que confirmaran su carácter de "Soberano" que puede estar por encima de las Naciones Unidas para declarar la guerra, de la Suprema Corte de Justicia para violar los derechos humanos, de los acuerdos de Koto para no firmar un compromiso que lo obligue a tomar las medidas necesarias para la preservación de la tierra. La nueva política globalizadora frente a la crisis interna y externa consistió en dar prioridad al neoliberalismo de guerra y a la conquista de territorios, empresas y riquezas mediante la fuerza. En el campo ideológico Estados Unidos complementó su ideología de lucha por la democracia y la libertad, gravemente desprestigiada, por la ideología de una guerra preventiva contra el terrorismo. Se adjudicó el derecho de definir a éste y de incluir en la definición a todos los opositores de que necesitara deshacerse, y de excluir de ella a todos los delincuentes que necesitaría y a sus propios cuerpos especiales militares y paramilitares "con derecho de matar" y "torturar". La guerra no estuvo incluida en los actos de terrorismo ni de bombardeo y exterminio de las poblaciones civiles, de pueblos, ciudades y países enteros. Al contrario, Estados Unidos afirmó emprender una guerra del Bien contra el Mal, que se disponía librar en todas partes del mundo y por un tiempo indefinido. No todos los falsos mitos de la Edad Moderna fueron suplantados. Muchos, como la democracia con sangre, fueron impuestos por las fuerza. El gobierno de Estados Unidos fingió que había ido a Irak para imponer la democracia y construir un país independiente mediante la conquista. Sus engaños razonados mostraron tanta violencia como la que ejerció sobre la población de Irak con el argumento de que su verdadero objetivo era aprender a Sadam Hussein, mientras para ello destruía al país ciudad por ciudad y casa por casa, y se apoderaba de sus ricos pozos petroleros. La consternación mundial frente a esa política inhumana se manifestó en el desfile de millones de gentes en las grandes capitales del mundo. También apareció en el desconcierto y la sensación de impotencia que vivieron los movimientos sociales partidarios de la paz y en lucha por "otro mundo posible" Estados Unidos se propuso demostrar al mismo tiempo su decisión de actuar solo cuando fuera necesario, y de asociar a sus proyectos de intervención mundial a los gobiernos de los países altamente desarrollados y de las potencias intermedias, así como a las demás burguesías y oligarquías del mundo que se plegaran a aceptar y apoyar "sus valores y sus intereses". A través de concesiones y represiones buscó forjar un complejo imperialista. Por sentido común entendió que el reparto del botín y de las zonas de influencia debía dar prioridad en todo caso a los Estados Unidos, con pequeños ajustes previa o posteriormente acordados. La política de represiones y de negociaciones abarcó a todos los actores y los actos. Orientada siempre por la política de privatización, incluyó la privatización de las empresas de guerra y de los ejércitos, y la privatización en profundidad y en extensión, incluyendo la tierra y el subsuelo, las fuentes energéticas, el agua y los mares, el aire y el espacio aéreo. En esta etapa de la globalización neoliberal, Estados Unidos, y sus complejos y redes de asociados y subordinados, siguieron aprovechando la crisis por la que atravesaban los movimientos de liberación, por la democracia y por el socialismo. Los movimientos alternativos, sistémicos y no sistémicos seguían padeciendo la desestructuración y enajenación de ideologías y estructuras y de los flujos de información y acción. Aunque desde los años noventa se hubiera iniciado el movimiento universal por una nueva alternativa que busca combinar y enriquecer las experiencias de las luchas anteriores, la claridad de ideas y la eficacia de la organización de pueblos, trabajadores y ciudadanos resultaron muy insuficientes para enfrentar la terrible ofensiva. Muchos de ellos habían pensado que la crisis creciente del capitalismo de por sí los favorecía. No habían imaginado la inmensa capacidad de reacción y de violencia de que era capaz el capitalismo. O no habían querido verla. La "guerra preventiva de acción generalizada" no sólo constituyó un cambio profundo frente a "la estrategia de la contención" que había privado durante la guerra fría sino la forma más adecuada -a corto plazo- para que el gran capital y las potencias imperialistas impidieran el desarrollo de la conciencia y la organización de las fuerzas alternativas emergentes. En esas circunstancias empezaron a atropellarse unas contradicciones a otras sin que destacaran las luchas por la liberación, la democracia y el socialismo como aquellas que dan un nuevo sentido a la historia. Junto a las grandes manifestaciones de protesta contra la guerra, aparecieron movimientos locales y globales de una riqueza teórica y organizativa extraordinaria; pero sus luchas tendieron a quedarse en actos de protesta, y a lo sumo en actos de presión pasajera, o de lenta construcción de alternativas. En su mayoría todavía mostraron ser incapaces de frenar la política neoliberal que en la paz y en la guerra está llevando el mundo a una catástrofe generalizada. A los movimientos a la vez alentadores e incipientes, se añadieron otros de un pensamiento religioso y fundamentalista que tiende a reproducir la situación anterior de opresión y enajenación de los pueblos oprimidos y fanatizados. Los líderes de la resistencia rara vez representaron a los líderes del pensamiento crítico y radical y a menudo lo representaron en sus formulaciones más autoritarias y confusas como en el caso de los maoístas de Nepal, que volvieron a actuar como líderes de movimientos armados incapaces de construir un mundo alternativo. En muchos otros casos los movimientos guerrilleros fueron penetrados la contrainsurgencia que, con el narcotráfico y los agentes especiales, los inhabilitaron para emprender la necesaria revolución éticopolítica. Buen número de guerrillas se transformaron en grupos de forajidos sin más ley ni ideología que el pillaje y que la dominación represiva de las propias poblaciones en que se insertaban y en que a veces llegaban a imponer políticas clientelistas y de privilegios excluyentes, étnicos o lingüísticos. Parecían estar hechas a la imagen y semejanza de los "terroristas bestializados" por el terrorismo de Estado. Por todas partes, y en las más distintas culturas se desarrollaron instintos autodestructivos, individuales y colectivos muchos de ellos vinculados a una violencia de la desesperación. En el campo de las luchas políticas y sociales, de los partidos y de las organizaciones de la sociedad civil, los modelos de corrupción y represión, de conformismo y de enajenación anularon buen número de movimientos que originalmente mostraban una salida a los pueblos. Sus líderes fueron cooptados o corrompidos, o simplemente se adaptaron a un mundo controlado en que predominan las filosofías individualistas en que cada quien "jala por lo suyo". Es cierto que al mismo tiempo fueron surgiendo grandes movimientos como los de Chiapas en México, Seattle en Estados Unidos, Porto Alegre en Brasil, el otro Davos en Europa, Mombay en la India, y muchos más que buscan unir lo local y lo universal y forjan los nuevos proyectos de un mundo libre, equitativo, independiente que se acerca a la verdadera democracia, al verdadero socialismo y a la verdadera liberación. Pero todas esas luchas ocupan un espacio demasiado pequeño en relación a las necesidades del cambio sistémico y de la sobrevivencia humana, amenazada por una guerra contra los pobres que puede terminar en guerra bacteriológica y nuclear. Aparecieron así, a la vez, las contradicciones entre el imperialismo y los países dependientes, neocoloniales y recolonizados; las contradicciones entre los trabajadores y el capital, muchas de ellas mediatizadas y estratificadas; las contradicciones entre las etnias y las naciones-Estado; las contradicciones entre las potencias atómicas y nucleares y entre los propios integrantes de la comunidad imperialista, celosos de sus cotos y temerosos de perder poder y privilegios. Todas esas y muchas contradicciones más se plantearon en un imperialismo dominante más o menos colectivo que tiende a identificarse con el capitalismo como sistema global. El desenlace de las contradicciones no apareció más o menos asegurado en el sentido de que un sistema más justo y libre que el sistema capitalista mundial pudiera alcanzarse en el tiempo de una generación de luchadores políticos, sociales o revolucionarios. Es más, la amenaza a la sobrevivencia de la humanidad hizo pensar a las fuerzas gobernantes en una alternativa aun más siniestra, que mantuviera sus privilegios y su poder: la destrucción de una parte de la humanidad para la sobrevivencia del resto de la humanidad. Ese razonamiento llevó a la imposición paulatina y constante de un régimen de "nazismocibernético" con eliminación de pueblos enteros en el mundo, a la manera de Pol-Pot o del equivalente a los siete millones de judíos víctimas del nazismo anterior, que ahora apunta en el campo de concentración y eliminación en que el imperialismo y sus asociados han convertido a Palestina. La inmoralidad y criminalidad enfermizas de los nuevos dirigentes del sistema, como la de los antiguos nazis, combinada con el conocimiento y uso que hacen de las tecnociencias y de los sistemas auto-regulados, adaptativos y creadores, anunciaron oscuramente un negro futuro para la humanidad si los pueblos de las periferias e incluso de las metrópolis no logran imponer la transición a un sistema de producción y democracia post-capitalista que asegure la vida humana y la sobrevivencia de la especie. Todas las redefiniciones del imperialismo de hoy parecen dirigirse a la construcción de un imperio encabezado por Estados Unidos, sus asociados y subordinados en el que es más probable una guerra entre las potencias nucleares que una revolución social, o que un cambio de ruta hacia la socialización, democratización e independencia real de las naciones, los ciudadanos y los pueblos. De ese hecho derivan, en parte, las afirmaciones irresponsables de Michael Hart y Antonio Negri en el sentido de que es necesario sustituir el concepto de imperialismo por el concepto de imperio y el de lucha de clases por el de una lucha de "la multitud" contra "el imperio". La superficialidad de esta interpretación se debe en gran medida a una coyuntura histórica en que es evidente que ha ocupado un primer plano de la escena la construcción del imperio mundial por Estados Unidos. También se debe al hecho evidente de que la lucha de clases original y actual ha sido fuertemente mediatizada por otras luchas políticas, económicas, ideológicas y sociales, y que las organizaciones que lucharon contra el sistema de dominación y acumulación característico del Capitalismo, fueron mediatizadas y derrotadas primero en el siglo XIX y después en el XX. Todavía a principios del siglo XXI se vive la desorganización de las fuerzas alternativas y de sus propias organizaciones o medios, para alcanzar el socialismo, la democracia, la liberación. El carácter relativamente informe y multitudinario que las fuerzas alternativas todavía presentan es evidente. Pero ni del proyecto americano de un Imperio Global ni de la crisis mundial de las alternativas, puede derivarse que en vez de pensar y actuar contra el imperialismo se debe pensar y actuar contra el imperio y que en vez de pensar en las nuevas organizaciones de la resistencia y de la organización del poder alternativo, se debe luchar en los vagos términos de un pensamiento libertario o neoanarquista conservador que pretende enfrentar la multitud desorganizada al capitalismo más organizado de toda la historia. El origen del planteamiento mistificador de Hart y Negri proviene de una lógica de las disyuntivas que generalmente ha sido reaccionaria. Consiste en pensar que lo nuevo del imperialismo acaba con el imperialismo y que lo nuevo de la lucha de clases se expresa en una lucha histórica a cargo de las multitudes, ese otro término con que el pensamiento conservador y elitista ha visto siempre a los pueblos y los ha temido agresivamente. La verdad es que hoy, más que nunca, el concepto del imperialismo como una etapa del capitalismo y de la historia de la humanidad, sigue siendo un concepto fundamental. Al articular la historia de los imperios con la historia de las empresas, el concepto de "imperialismo" puso al descubierto el poder creciente de las empresas monopólicas y del capital financiero. También replanteó la lucha antimperialista combinando la lucha de las naciones oprimidas con la lucha de las clases explotadas. Si hoy estamos asistiendo a la construcción de un imperio mundial por el complejo militar-empresarial de Estados Unidos (y la palabra imperio les resulta grata desde la reina Victoria) ese proyecto de Imperio corresponde a las más avanzadas políticas imperialistas y capitalistas: combina la creciente fuerza de las megaempresas y de las potencias en que se apoyan, y de que se sirven, con las nuevas formas de dominación y explotación de los pueblos y los trabajadores. De hecho articula cada vez más el imperialismo al capitalismo hasta hacer incomprensible uno sin el otro. Es más permite explorar las contradicciones en la construcción del imperio mundial norteamericano en pugna inevitable con otros imperios dada su creciente apropiación y dominación de territorios, recursos y poblaciones, y el hecho de que aparece como el beneficiario principal de la nueva acumulación original y ampliada de capitales, planteando problemas de inseguridad a las grandes potencias y a las potencias intermedias. La lucha contra el imperialismo y el capitalismo como una lucha por la democracia, la liberación y el socialismo corresponde por su parte a un fenómeno alternativo, de sistemas emergentes y tanto por sus tendencias naturales como por las que serán dirigidas a alcanzar esos objetivos puede tener un crecimiento exponencial que incluya a la propia población de los Estados Unidos, no se diga a la del resto del mundo. En ese futuro el ejemplo de Cuba, lejos de ser "excepcional" tiene características universales que aparecerán más y más conforme se descubra en ella la necesidad étnicopolítica que todo movimiento por la liberación, la democracia y el socialismo debe priorizar en la organización de su pensamiento y de sus actos.

Mayo, 2004

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Civilización o barbarie

Declaración de Serpa ( Portugal)

En los pasados 23, 24 y 25 de setiembre de 2004 se realizó en Serpa ( Portugal) un encuentro internacional bajo el rótulo Civilización o barbarie. Podéis encontrar las ponencias presentadas en la dirección:. Resistir. Publicamos a continuación la declaración firmada por los asistentes.

Los participantes en el Encuentro Internacional “Civilización o Barbarie – Desafíos del Mundo Contemporáneo” reunidos en las ciudades portuguesas de Serpa y Moura

– Alertan ante la gravedad de la crisis global – social, económica, militar, cultural y ambiental – que la humanidad afronta, la cual amenaza la propia continuidad de la vida en la tierra.

– Constatan que en el desarrollo de esa crisis el capitalismo, en su escalada de agresividad, se ha convertido en un factor de regresión absoluta de la humanidad.

– Subrayan que EE UU, potencia hegemónica, ha optado, en la búsqueda de la salida para la crisis estructural del sistema, por una estrategia de terrorismo de estado, de guerras llamadas “preventivas”, que asume ya matices neofascistas.

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Pobreza mundial, pauperización y acumulación de capital

Samir Amin

Traducción para Correspondencia de Prensa, Ernesto Herrera Un discurso sobre la pobreza y la necesidad de reducir su magnitud, o erradicarla, está de moda hoy en día. Es un discurso de la caridad, al estilo del siglo XIX que no busca entender los mecanismos sociales y económicos que generan la pobreza, aunque los medios científicos y tecnológicos para erradicarla ya estén disponibles.

El capitalismo y la nueva cuestión agraria

Todas las sociedades antes de los tiempos modernos (capitalista) fueron sociedades campesinas. Su producción estaba regulada por varios sistemas y lógicas específicas pero no aquellas que rigen el capitalismo en una sociedad de mercado, como la maximización del retorno sobre el capital.

La moderna agricultura capitalista -abarcando tanto las haciendas familiares en gran escala como las corporaciones de los agrobusiness, igualmente ricas- está ahora empeñada en un ataque masivo a la producción campesina del Tercer Mundo. La señal verde para esto fue dada en la sesión de noviembre del 2001 de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Doha, Qatar. Hay muchas víctimas de éste ataque, y la mayor parte son campesinos del Tercer Mundo, que aún constituyen más de la mitad de la humanidad.

La agricultura capitalista gobernada por el principio de retorno sobre el capital, que se localiza casi exclusivamente en América del Norte, Europa, Australia y en el Cono Sur de América Latina, emplea sólo unas pocas decenas de millones de agricultores que ya no son campesinos. Debido al grado de mecanización y las extensas dimensiones de las haciendas administradas por un propietario, su productividad generalmente varía entre 1 y 2 millones de kilogramos de cereales por agricultor.

En agudo contraste, tres mil millones de agricultores están dedicados a la agricultura campesina. Sus tierras pueden ser agrupadas en dos sectores distintos, con escalas de producción, características económicas y sociales, y niveles de eficiencia muy diferentes. Un sector, capaz de beneficiar la revolución verde, obtuvo fertilizantes, pesticidas, semillas mejoradas y algún grado de mecanización. La productividad de estos campesinos varía entre 10 y 50 mil kilogramos de cereales por año. Con todo, se estima que la productividad anual de los campesinos excluidos de las nuevas tecnologías esté alrededor de 1.000 kilogramos por agricultor.

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La situación internacional a partir de la agresión imperial a Irak

Juan Gabriel Tokatlian

[1] – Abril 2003 (analista de temas de política internacional)

Una primera reflexión tratará de dar una mirada de largo plazo, separándonos del hecho inmediato de esta guerra. Una segunda será en términos de una mirada interna a los E.E.U.U y la tercera va a ser una mirada prospectiva, hacia el futuro, hacia donde creo yo que se mueven las tendencias internacionales.

En una mirada de largo plazo hay que entender cómo se llega a Irak, no como un hecho fortuito, no como un hecho inmediato, no como un hecho que solamente se ubica a la luz del 11 de septiembre y de la lucha contra el terrorismo o contra los gobiernos tiranos. Yendo hacia atrás, los evaluadores norteamericanos de la Primera Guerra del Golfo concluyen que evidentemente se reestableció el Estado Kuwait. En términos más precisos, si bien por vía de la acción de la Alianza las fuerzas iraquíes salen de Kuwait derrotadas por una acción abrumadora de fuerza (se aplicó de manera decisiva lo que en ese momento ya se denominaba la Doctrina Powell). Se asume que en términos políticos una derrota trascendental para los EEUU. Si bien se derrotó a Irak en el campo de batalla, los evaluadores norteamericanos entendieron que hubo una derrota de largo plazo para los EEUU, al no haber tenido la capacidad de remover a Saddam Hussein y reorientar la geopolítica de la región.

Así entonces entre 1991 y 1992 surge una profunda reflexión en los EEUU sobre la guerra. Quizá el documento más importante es el que elabora el Secretario de Defensa, Dick Cheney hoy vicepresidente de los Estados Unidos. En 1992 termina la revisión estratégica cuadrienal de las FFAA y la planificación estratégica de EEUU en largo plazo. Dick Cheney, como Secretario de Defensa elabora finalmente un documento cuya filtración pública en los considerandos lleva a una muy fuerte reacción rusa, china y europea, lo cual mueve a retirar este documento temporalmente y sacarlo de la estrategia formal de los EEUU, en materia de seguridad nacional. De este documento ¿qué es lo que despertó tanta reacción de parte de europeos, rusos y chinos por igual? El concepto madre, el concepto central: que EEUU no iba a aceptar ningún competidor internacional y que por lo tanto sean éstos amigos u oponentes, Washington no va a tolerar un competidor internacional semejante. Consecuentemente el documento aboga por una preponderancia militar de los EEUU, aboga por una primacía política de los EEUU y se orienta en términos estrictamente militares a contemplar la idea de que EEUU pueda simultáneamente llevar a cabo y ganar dos grandes guerras: una en Medio Oriente, probablemente nuevamente contra Irak; otra en el Sudeste Asiático, eventualmente contra Corea. Todo esto está escrito, todo esto se debatió. Todo esto -para decirlo en términos argentinos- se «cajoneó» temporalmente. Pero la estructura conceptual de la primacía política y de la preponderancia militar ya estaban insertas en los debates post-colapso de la Unión Soviética, post Primera Guerra Mundial. De ahí en más, a mi modo de ver, hay un interregno donde EEUU no define una estrategia comprensiva de su política exterior y de seguridad, que decide usar su condición unipolar para gestar paulatinamente un orden en el cual, de algún modo, la voz de ciertos actores esté incorporada y que haya otros actores que participen de la gestación de las reglas del juego. Esto lleva a que Clinton pueda ser visto como una suerte de exponente de una unipolaridad con un multilateralismo selectivo. Es decir, EEUU continúa siendo por lejos, el principal poder, pero opta por un estilo multilateral, selectivo, no en todos los temas, lo cual lleva a la percepción internacional de que estamos ante «una suerte de hegemonía benévola, o por lo menos benevolente», en el sentido de que EEUU está dispuesto a redactar con otros las reglas del juego.

¿Qué tenemos en ese sentido con Bush hijo? Aún antes del 11 de septiembre tenemos un deseo de hacer de la unipolaridad un proyecto mucho más serio, acompañado de un unilateralismo punitivo. Y en ese sentido, antes del 11 de septiembre lo que se desnuda, por así decir, es la tentación imperial de EEUU. No es ya la hegemonía benévola sino un proyecto imperial, por lo menos en cuanto a su deseo de articular nuevas reglas de juego, bajo su orientación, por fuera de las instituciones internacionales. Y entonces, antes del 11 de septiembre, EEUU rechaza el Protocolo de Kioto, rechaza la Corte Penal e Internacional, rechaza el Tratado del 72 con la Unión Soviética que prohibía armas defensivas y aumenta considerablemente su presupuesto de defensa, y el proceso de socavar y eludir las reglas de juego del orden existente. ¿Cuál orden existente? El orden que teníamos desde la Segunda Guerra Mundial. Esto es importante, a mi modo de ver, porque rompen con un concepto tradicional en las Relaciones Internacionales. En las Relaciones Internacionales cuando hay estructuras de balance de poder, es decir, donde hay un actor con alto quantum de poder versus otro actor u otro conjunto de actores con alto nivel de poder, el problema principal es cómo preservar el statu quo, porque los grandes quieren seguir preservando el poder. El problema principal es cuando aparece un estado revisionista, un estado que quiere cambiar las reglas. Cuando no hay balance de poder – esa es la situación desde 1990-, cuando hay disparidad de poder, el estado, ubicado en la cúspide de la jerarquía internacional, tiende a ser un actor satisfecho que busca preservar el statu quo, jugar con poco riesgo, tratar de seguir asegurando su condición unipolar y evitar que poderes insatisfechos lo desafíen, traten de alcanzarlo. Aquí la nota, es que el principal poder, EEUU, decide convertirse en un poder revisionista e insatisfecho. Es decir, decide cambiar todas las reglas de juego, patear el tablero. Esto es lo que hay que tratar de entender: por qué una gran potencia que ya en 1991 tenía una distancia en su presupuesto de defensa enorme frente al resto. En 1991 EEUU gastaba en defensa 315.000 millones de dólares, lo que equivalía al gasto de los 12 países que le continuaban; hoy, en el último presupuesto, gasta 370.000 millones de dólares, lo que equivale al gasto de los 15 países que le siguen en la estructura internacional. EEUU en 1992 gasta en Investigación y Desarrollo en Defensa más que todo el mundo junto. EEUU en los 90, tiene una preponderancia económica bastante singular: ante la declinación notable de la economía japonesa y la falta de vigor de la economía europea y el colapso total de la ex URSS, tiene una situación económica de asimetría absoluta. Entonces, qué es lo que hace que este actor que tiene tanta asimetría decida reventar las reglas de juego, ya no solamente socavar o eludir las reglas internacionales sino que se orienta a destruirlas?

Eso es lo que nos lleva al segundo tema que es la mirada interna. Aquí hay un conjunto de elementos más novedosos. Creo que hay menos novedad en el plano internacional y mucha más novedad en el plano interno. Esa es la variable que, a mi modo de ver, cambia significativamente entre el fin de la guerra fría y esta situación, o si quieren ponerlo así, entre la primera guerra contra Irak y esta segunda guerra. ¿Dónde están los cambios? Yo diría que hay al menos, tres cambios que son trascendentales a los efectos de lo que está pasando en Irak. El primero es que llega al aparato de toma de decisiones, en materia de política exterior y de seguridad el grupo más homogéneo que ha existido en la política exterior de los EEUU en los últimos treinta años. Si uno toma administraciones republicanas, sea Ford o Reagan, durante la Guerra Fría, o durante la post-Guerra Fría, Bush papá, en el fondo había cierto eclecticismo, cierto balance de intereses y de estrategias, ciertas percepciones que lograban de algún modo no llegar a posturas extremas. Y si bien el partido republicano representa a la derecha norteamericana, su estrategia interna y externa era mucho más de centro-derecha, y en muchos casos de política exterior, inclusive moderadamente de centro-derecha, obviamente en comparación con lo que tenemos. Aquí hay una homogeneidad inédita en la Política Exterior y de Seguridad en los EEUU. Todos los personajes de punta, toda la estructura de cúpula -Consejo Nacional de Seguridad, CIA, Departamento de Estado, Presidencia.-, tiene una cosmovisión bastante semejante, bastante unívoca y tiene como convicción, un reordenamiento internacional del mundo, reordenamiento sustantivo del orden internacional. Y para eso tiene un proyecto en el que hay una fuerte confianza en la excepcionalidad norteamericana y una fuerte confianza en que el poder militar hay que usarlo para eso, específicamente para eso.

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El Foro Social Mundial ante la amenaza de guerra de Colombia

Heinz Dieterich

La disyuntiva ética del Foro El V Foro Social Mundial (FSM) de Porto Alegre se realiza, en palabras de Hugo Chávez, ante la dramática disyuntiva de "Unión o Muerte". Con estas palabras, el Presidente se refiere al avance de la integración bolivariana, liderada por él mismo, y el avance de su amenaza de destrucción, encabezada por el dúo Uribe-Bush. La analogía con el Congreso Antifascista de Valencia, tan infructuosamente invocada durante el Encuentro Mundial de Intelectuales en Caracas, ahora se presenta en toda su dimensión real para el Foro Social de Porto Alegre. Porque la amenaza de la agresión neofascista de Bush-Uribe es real y posiblemente nos separa poco tiempo de su inicio.Tal situación presenta un doble desafío ético para el Foro y su Comité Internacional Organizador (CIO). Por una parte, el peligro bélico que representan Bush-Uribe requiere de un pronunciamiento inequívoco del Foro o del CIO, y, por otra, la visita de Hugo Chávez al Foro y su discurso público exigen una respuesta de solidaridad concreta. En la vida política nunca existe la posibilidad ética de ser neutral, porque toda praxis humana se realiza inevitablemente dentro del medio de la ética material y formal. Las exigencias éticas a la praxis varían según las situaciones concretas. Mientras el Foro era, como lo definió acertadamente Ignacio Ramonet, una especie de "Escuela de Verano", no importaba realmente que tomara la bucólica posición de la academia griega cuyo flujo de bellas ideas y estéticas se sustentaba sobre un mar de lágrimas del esclavismo. Pero si la alternativa en América Latina hoy día es, "la Unión o la Muerte", entonces la simpática idea de una variante gauchesca de la Escuela de "Summer Hill" ha perdido su razón de ser. La amenaza bélica de Uribe-Bush convierte irremediablemente el silencio o una elucubración abstracta del V Foro en torno a la disyuntiva de "vida o muerte", en un hecho de facto-complicidad con el enemigo público número uno de los pueblos y Estados latinoamericanos. El Plan de guerra de Uribe ha cambiado el carácter semi-privado del Foro en un evento marcadamente público al cual, quiera o no, no puede escapar. No hay posiciones de neutralidad posible en América Latina ante la coyuntura actual: ni para los partidos políticos, ni para los gobiernos y, mucho menos, para los entes de la sociedad civil que ostentan banderas de transformación y de lucha por la posibilidad "de un mundo mejor". 2. La pluralidad como apología del "no hacer" El argumento esgrimido históricamente por los organizadores para no pronunciarse sobre temas concretos ha asumido diversas formas, como que "el Foro no da recetas para llegar al socialismo", que no es "un foro partidista", que es una especie de "Escuela de Verano" y que se trata de "un espacio abierto, diverso y horizontal, hecho para reflexionar sobre la globalización y buscar alternativas. No es la cita de un partido político u organización sindical, en las que se pueda emitir pronunciamientos finales". El argumento, de que la pedagogía antiautoritaria y la naturaleza plural del Foro prohíben ejercer solidaridad concreta con el Irak latinoamericano es, por supuesto, falaz. Como ha demostrado el Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (IBASE), citado por Diego Cevallos en rebelion.org, la pluralidad del FSM es más retórica que real. En cuanto a la pluralidad geográfica, el Instituto encontró que alrededor del 86 por ciento del total de los participantes provino de Brasil. En lo referente a la pluralidad socio-educativa, más del 73 por ciento de los participantes al foro de 2003 eran académicos o estaban en vía de ser académicos. El Foro no es, por lo tanto, en términos sociográficos, un foro de movimientos sociales o populares, sino, primordialmente, de clases medias y pequeña burguesía. Mucho menos es, por supuesto, un Foro controlado por los intereses y movimiento populares. Algo semejante se observa con respecto a su economía política. Las fuentes de financiamiento se agotan, esencialmente, en las estructuras directas e indirectas de cinco Estados nacionales —secundados por el Estado Global, las iglesias occidentales y algunos capitales privados— que financian no sólo el FSM, siino todos los grandes encuentros regionales y globales respectivos. Y el volumen financiero necesario para ese tipo de eventos, es grande. Por ejemplo, el Foro Social Europeo de Paris costó alrededor de cinco millones de Euros. De la apología de la pluralidad quedaría entonces solo el aspecto de la pluralidad ideológica de los participantes. Pero, nuevamente, el argumento es insostenible. El Foro constituye, en términos sociológicos un "grupo de referencia" o en términos de estadística, una "población" o un "universo", es decir, un conjunto de elementos (personas) que tienen alguna característica o propiedad en común. Lo que tiene en común la población del Foro son las banderas particulares de la lucha contra el neoliberalismo, el militarismo, el racismo, etcétera, y su doble convicción de que otro mundo es posible y que se deban buscar las alternativas que lleven a él. La audi encia del FSM no es, por lo tanto, cualitativamente diferente a la que se reúne en los foros contra el ALCA o contra el Fondo Monetario Internacional y dado, que toda votación sobre una propuesta sería voluntaria, no habría ningún impedimento por el carácter "plural" del Foro para tomar partido ante la matanza que Uribe-Bush están cometiendo a diario en Colombia, con la amenaza agravante de extender sus métodos terroristas a toda América Latina y, en particular, a Ecuador y Venezuela. Y si el número de participantes fuera ahora el argumento para rechazar un pronunciamiento, habría un simple remedio: que se pronuncie el Comité Internacional Organizador. 3. ¿Qué posición debe tomarse frente al Foro? La triple influencia ejercida sobre el Foro por la hegemonía del pensamiento liberal-socialdemócrata, el credo religioso-pacifista y la economía política de su existencia material, conforman un status quo, cuyo armazón e inmovilidad difícilmente se podrán romper desde las tribunas de la crítica pública, cuyos esfuerzos en este sentido han sido esencialmente inútiles. Por eso es de particular interés observar el impacto de la participación delPresidente Hugo Chávez, que en este momento es la fuerza más poderosa que puede movilizar la realidad latinoamericana, para derrotar a la barbarie del capital y de la Doctrina Monroe. Hay dos opciones posibles: a) que los mandarines, flexibles como el bambú ante el monzón, se acomodarán a esa fuerza natural que se llama "Chávez", sabiendo que pasará relativamente rápido, para después volver a la normalidad o, b) que los cambios del entorno latinoamericano y mundial serán tan drásticos que la Escuela de Verano tenga que dar paso a la Escuela de la Vida, so pena de perder legitimidad. Lo dicho anteriormente puede entenderse como una premisa de la cual se saquen las inferencias correctas. Pero todo el mundo sabe, que es fácil sacar de premisas correctas inferencias equivocadas. Esto, a mi juicio, es el caso de un grupo de personas de Rosario, Argentina, que hacen una crítica severa, pero correcta en muchos aspectos, al FSM, convocando a un Encuentro Antiimperialista como Alternativa revolucionaria al Foro Social Mundial. "El Encuentro intentará constituirse como una alternativa para que sectores de la vanguardia tengan un espacio donde poder discutir y organizarse para proponer salidas concretas de lucha, contra los enemigos de los pueblos que son las multinacionales, los bancos, es decir el imperialismo y los políticos que le sirven, como los del «eje latinoamericano» integrado por Lula, Kirchner, Chávez y ahora Tabaré Vázquez." Organizar Encuentros de vanguardia es necesario, porque ninguno de los grandes Foros o Congresos latinoamericanos o Mundiales lo son. En el eterno dilema del político y del intelectual, de tener que optar entre "unidad y claridad" —-problema magistralmente analizado por Lenin— los organizadores de esos foros han priorizado "la unidad" y descuidado o, inclusive bloqueado, los intentos de crear espacios de vanguardia. Esto explica, porque apenas ahora los intelectuales que suelen reunirse en esos foros y congresos empiezan a hablar de la unidad latinoamericana, cuando desde hace cinco años era evidente que se trataba de la única vía antiimperialista y de desarrollo sustentable posible en América Latina. Cinco años perdidos en estériles repeticiones keynesianos y argumentos anti-ALCA de decenas de miles de intelectuales, en lugar de concentrar esos recursos teóricos en la construcción del ALBA y del Bloque Regional de Poder Latinoamericano (BRPL) y su horizonte estratégico popular, la civilización anticapitalista o el socialismo del siglo XXI. Hay, por lo tanto, una indudable responsabilidad histórica de esa inteligentsia liberal, socialdemócrata y religiosa-filantropista que controla la organización de esos eventos, junto con la responsabilidad de los entes financiadoras, en el atraso de la lucha de clases y del antiimperialismo en América Latina. Sin embargo, es un gravísimo error y un sectarismo suicida declararle la guerra a "Lula, Kirchner, Chávez y ahora Tabaré Vázquez". La actual etapa del desarrollismo democrático unificador latinoamericano tiene todas las características de una potencial fase de transición hacia el postcapitalismo. Sin embargo, no entender este potencial y enfrentarse a sus protagonistas tal como hace la propuesta de Rosario, significa aliarse de nuevo con los canallas del imperialismo, como el embajador Spruille Braden contra el supuesto "nazifascismo" de Perón o colgar de nuevo, en alianza con la "rosca" (oligarquía) boliviana y la embajada Yanqui, al general Villaroel en los faroles de la Plaza Murillo, en La Paz. Significa, en una palabra, hacerle el trabajo sucio a George Bush y Álvaro Uribe.

4. ¿Por qué el FSM no es radical? El FSM es estructuralmente incapaz de dar una respuesta radical a los problemas de la humanidad —radical en el sentido de la palabra, de ir a la raíz de los problemas— porque esa radicalidad viene de la situación existtencial de las víctimas del sistema. Y las víctimas del sistema no se encuentran en el FSM, sino un estrato social privilegiado que no tiene nada que ganar enfrentándose al sistema fuera del modus operandi de la Escuela de Verano, que quieren mantener los mandarines. Walter Benjamín ha expresado en su XII Tesis de Filosofía de la Historia, porque el FSM en su forma actual no puede ser radical. Sustituyendo el enfrentamiento revolucionario con el sistema por la confianza en su transformación pacífica mediante el sistema electoral, social y sindical, "La socialdemocracia (alemana) se complacía en asignar a la clase trabajadora el papel de redentora de las generaciones futuras. Y así cortaba el nervio principal de su fuerza. En esta escuela (de pensamiento, H.D.), la clase desaprendió tanto el odio como la voluntad de sacrificio. Pues ambos se nutren de los antepasados oprimidos y no del ideal de los descendientes libres." Las "Tesis de Filosofía de la Historia", en muchos aspectos legítimos herederos de las "Tesis sobre Feuerbach", posiblemente no estarían muy bienvenidos en el Foro, porque no faltaría el mandarín que descubriera que predican el odio y el sacrificio y que, por tanto, en aras del pluralismo no se puede ser solidario con ellas: tal como no se puede ser solidario con el pueblo combatiente de Colombia. El Foro Social Mundial ha asumido, en el sentido de Benjamín, "el papel de redentora de las generaciones futuras" y el ideal "de los descendientes libres", lejos del rol espartacista de los esclavos industriales modernos y, también, lejos del magnífico y valiente documento de nueve mil ciudadanos estadounidenses que dijeron a Bush, Not in our Name.

En un excelente artículo en rebelion.org (17.1.2005), Arturo Cruz afirmó que "no basta con que en el Foro de Porto Alegre se condene con mayor o menor dureza el secuestro de Granda o la extradición de Trinidad, sino que hay que trascender de la retórica y dar un paso más allá: solicitar el reconocimiento de la guerrilla colombiana como fuerza beligerante". Esta es, a todas luces, la demanda central para la solidaridad internacional, contra el proyecto de Bush-Uribe en América Latina, el Plan Colombia. Al mismo tiempo, es un elemento estratégico en la tarea teórica más urgente del momento que consiste en organizar una contraofensiva mundial en el campo de las ideas, para destruir la ideología orwelliana de la "Guerra contra el Terrorismo". Sin embargo, es evidente, que esta demanda jamás será aceptada por el Comité Organizador, por ser demasiado "radical". Aún así, un pronunciamiento público que denuncie a Uribe y su proyecto atentatorio contra el sistema del Estado de Derecho latinoamericano y la integración, como el mayor peligro a la paz de la Patria Grande sería de enorme ayuda. Presionaría y apoyaría a los gobiernos de Lula, Kirchner y Tabaré Vazquez a enfrentarse al proyecto neocolonial-terrorista de Bush-Uribe y sería un apoyo concreto a los pueblos latinoamericanos, en particular el colombiano y el venezolano. Habrá que ver si el Comité Internacional Organizador resiste el doble impacto de los acontecimientos andinos, sin evolucionar. Pero decida lo que decida debe de tener claro que su silencio ante la disyuntiva de la "Unión o la Muerte", lo liquidaría éticamente. Porque como decía Bertold Brecht: Hay tiempos en que es un crimen callarse o "hablar de mariposas".

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Un libro de M. Hardt y A. Negri El Imperio, ¿estadio terminal?

Daniel Bensaid

El libro de Michael Hardt y Antonio Negri, “Imperio” (1), ha obtenido una acogida más que calurosa por parte de eminentes intelectuales. Un elogio a veces excesivo, pero justificado en la medida en que se trata de saludar un esfuerzo de síntesis interdisciplinaria en el lado opuesto al pensar en migajas, que aborda la gran “travesía” en el que el mundo se ha embarcado desde un punto de vista materialista postmarxista, alimentado en Spinoza y Maquiavelo, Deleuze y Foucault.

Si es imposible abarcar aquí todas las cuestiones tratadas, la tesis central está, sin embargo, bien resumida por el título de la obra, “Imperio”. Michael Hardt y Toni Negri registran sin nostalgia las consecuencias del paso de la modernidad a la post-modernidad. Saludan esta “transición capital en la historia contemporánea” como la llegada de una liberación y la oportunidad de una política del mestizaje y del nomadismo, opuesta a las lógicas binarias y territoriales de la modernidad. Registran sin lamentarse el declive de las soberanías estatales y nacionales en beneficio de un Imperio sin límites: mientras que el imperialismo clásico significaba la expansión del Estado- Nación fuera de sus fronteras, no habría ya, en la actual fase imperial, estados naciones ni imperialismo: a este nuevo dispositivo “supranacional, mundial, total, le llamamos Imperio”. (2) El Imperio no es pues americano ­ni por otra parte europeo- sino “simplemente capitalista”.

“Sin exterior”

Se habría formado, al final de la guerra fría, a través de la concentración de un capital transnacional y las operaciones de policía en el Golfo o los Balkanes. Representaría “una nueva forma de poder”, no-lugar pascaliano cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna. Aboliendo la frontera entre una parte interna y otra externa, el Imperio estaría en adelante sin exterior. Esta situación haría obsoletas las preocupaciones de la “vieja escuela revolucionaria”. Pondría al orden del día una contra-mundialización, animada por un deseo inmanente de liberación. “Ser republicano, hoy” consistiría en “luchar en el interior del Imperio, y en construír contra él en terrenos híbridos y fluctuantes”. En su ambición totalizante, la hipótesis es seductora. Su justificación es, sin embargo, a menudo frágil, empírica y conceptualmente.

El análisis de la realidad actual de la acumulación capitalista permanece evasiva y el mercado mundial, cuando no es relegado a un segundo plano tenebroso, se reduce a una abstracción. ¿Cuál es la relación precisa de la concentración del capital con su localización territorial y sus logísticas estatales (monetarias y militares)?. ¿Cuáles son las estrategias geopolíticas actuantes? ¿Cómo opera la tensión entre un derecho supranacional emergente y un orden mundial que reposa aún en una estructura interestatal?. ¿Cuál es la relación entre movilidad de capitales y de mercancías, control de los flujos de mano de obra, y nueva división internacional del trabajo?. Que las dominaciones imperiales no puedan ya ser pensadas en los términos en que lo fueron a comienzos del siglo por Luxemburgo o Hilferding, que sea útil retomar el debate entre Lenin y Kautsky sobre el ultra-imperialismo, no significa que se pueda prescindir de esos clásicos sin reexaminar lo que ha cambiado. Si el Imperio funciona “sin exterior”, toda la cuestión está en saber cómo el desarrollo desigual y combinado necesario para su metabolismo ha podido ser “interiorizado” bajo forma de un sistema transformado de dominaciones y de dependencias.

La “multitud”

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Globocolonización

Frei Betto

La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento "La encrucijada de la desigualdad". Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.

La ONU divulgó un retrato estremecedor del mundo en que vivimos: el documento “The inequality predicament” (La encrucijada de la desigualdad). Somos seis mil trescientos millones de habitantes en esta nave espacial llamada planeta Tierra. Apenas mil millones de ellos, ciudadanos de los países desarrollados, acaparan el 80% de la riqueza mundial.

En las últimas cuatro décadas la renta per cápita de los países más ricos casi se triplicó. Entre los más pobres sólo creció un 25.94%. De 73 países con estadísticas confiables, entre 1950 y 1990 creció la desigualdad en 46 países, en 16 se mantuvo estable, y sólo se redujo en 9.

Imagine todos los bienes de consumo del mundo. Ahora piense que el 86% de ellos quedan en manos del 20% solamente de la población mundial. Y el 20% de los más pobres del mundo se reparten apenas el 1.3% de esos bienes.

El mundo está repartido en más o menos 240 naciones. Vea la diferencia entre los 20 países más ricos y los 20 más pobres. Los primeros usan el 74% de las líneas telefónicas, mientras los demás sólo el 1.5%. Los 20 más ricos consumen el 45% de la carne y del pescado ofrecido por el mercado, y los 20 más pobres apenas el 5%. En materia de energía, los 20 países más ricos consumen el 58%, en tanto que los 20 más pobres sólo el 4%. Respecto al papel, el 87% de la producción queda en los 20 países más ricos, y el 1% en los 20 más pobres.

En cuatro décadas la renta de los 20 países más ricos casi se triplicó: alcanzó en el 2002 el nivel de US$ 32,339 por persona. En los 20 países más pobres creció sólo el 26%, para llegar a los US$ 267.

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Europa y el Imperio

Toni Negri

Prefacio   1. Descripción del texto Estos escritos sobre Europa, esto es, sobre diversos aspectos del proceso de la unidad europea, han sido redactados a partir de la segunda mitad de la década de 1990. Son escritos de carácter bastante distinto, a veces análisis o intervenciones ocasionales, en otros casos reflexiones ligadas a determinados acontecimientos (la invasión de los albaneses sobre las costas de La Puglia, la guerra de Kosovo, la segunda guerra iraquí, las diversas etapas del debate sobre la construcción de la unidad europea, las discusiones políticas que, entre Francia e Italia, tuve oportunidad de seguir a partir del fatídico 1989 soviético). Los que aquí se recogen no son todos los escritos que redacté en la década de 1990 sobre el tema de Europa. Hay otros que no he podido encontrar y que formaban parte de la literatura de movimiento, algunas veces conservados en forma de grabación, pero de la que no existe texto escrito. Se podrá advertir que esta reflexión, en sus diversos momentos, presenta desequilibrios e incertidumbres, idas y venidas: para quienes han luchado en el movimiento comunista, no fue fácil volver a Europa. Pudimos volver de lleno a ésta a través del movimiento global, sólo después de Seattle. Pero cuando volvimos, como se podrá comprobar leyendo estos textos, fuimos capaces de hacerlo con un cierto entusiasmo. Me hubiera gustado añadir a los textos aquí recogidos el prefacio del libro Lenta Ginestra[1] <cid:part1.05030203.08060602@sindominio.net>, cuyo título es «Leopardi europeo». El editor considero que suponía añadir una carga inútil al texto. A mí me parecía, por el contrario, que podía constituir una metáfora interesante: se trataba de la tenaz esperanza de una nueva sociedad civil, propuesta fuera del recuerdo de la derrota de la Revolución francesa, el dispositivo de un nuevo sujeto político dentro de la construcción de un nuevo espacio de liberación… Y tal vez una referencia a Leopardi podría haber resultado útil a su vez para indicarnos la manera de responder a todos los «euroescépticos»: se trata sobre todo de los viejos mentores del socialismo «que tiene una patria» (nosotros, por el contrario, estamos de parte de los comunistas que «no tienen patria»). Con respecto a los burgueses de su tiempo, Leopardi albergaba nuestro mismo desprecio y la tomaba con los grunf-grunf italo-escépticos de aquella época. El hecho es que todavía no logro entender –tal vez porque he atravesado todas las fases de construcción del discurso europeo– cómo es posible negarse a ser al mismo tiempo comunistas y federalistas europeos. Europa es una ocasión interesante para volver a poner en juego, en el interior de la globalización, aquellas subjetividades fuertes que ya se han alzado dentro de una historia de liberación, y para proponer una innovación tanto del espacio político como de los dispositivos democráticos. 2. Motivos biográficos de europeismo He sido siempre europeísta y un federalista convencido. Reproduzco aquí, en el apéndice, un artículo de 1955 (tenía 20 años); se trata de un comentario de la propuesta europeísta de Emmanuel Mounier: un artículo bastante ingenuo, pero convencido de que la Europa unida era necesaria y de que no habría podido llegar a la unidad de no haber sido socialista. Un año después, en 1956, coincidiendo con la insurrección húngara y con el informe Kruschev sobre las atrocidades del estalinismo, entré en el movimiento obrero, persiguiendo un sueño de justicia y con la convicción de que el capitalismo debía ser destruido. Aún no era marxista; era, por así decirlo, un comunista ingenuo y espontáneo… y ya europeísta. He seguido siendo europeísta a través de todo el recorrido posterior por el marxismo. ¿Por qué? ¿Fue acaso para mí, aquel ser europeísta, una ilusión de provinciano? No, el europeismo señalaba y construía un espacio de libertad, precisamente fuera y contra la provincia italiana (y también de la del socialismo y/o el estalinismo). Europa representaba un signo de eficiencia productiva, de madurez de los espíritus, de modernización cultural… Cuando cumplí quince años comencé a recorrer Europa haciendo autostop, de aquí para allá. A los veinte años Europa ya se había convertido para mí en un verdadero terreno de ciudadanía intelectual. Era un cuerpo común, una experiencia de libertad. El aprendizaje universitario, la emancipación sexual, la aventura… Y luego las experiencias musicales, deportivas, tan distintas de las que permitía la provincia italiana… Y más tarde, cada vez más, la complejidad cultural, las complicaciones del aprendizaje, el placer del mestizaje lingüístico y corpóreo… un conocimiento distinto. Atravesar Europa, conocer cada uno de sus aspectos territoriales y culturales, sus universidades, ya no era entonces, en la década de 1950, internacionalismo: era algo distinto, una experiencia cultural y política que se plegaba sobre sí misma y miraba desde dentro la experiencia común de los europeos, tanto en las deshonrosas tragedias locales como en el espíritu que desde el Humanismo determinara la fortuna del continente. ¡Abajo la patria y muerte de la burguesía! Siempre en Europa se realiza la paradójica transvaloración de los valores que considera europeo a aquel que, más allá del color de la piel o de la miseria del explotado, consigue estremecerse, transformar la memoria de la supervivencia y de la explotación en arma de ataque y de hegemonía. En la década de 1950, Europa se presentó a mis ojos como dispositivo antifascista y anticapitalista. No se trataba de un pequeño fascismo, ni de una pequeña explotación, sino de los profundos y terribles del odio de lo universal y de la destrucción de lo humano… Fue en Europa donde comprendí el valor de la Resistencia, de la antifascista y de la clase, de la guerra civil contra el terror de la burguesía. Me acuerdo de los primeros amigos europeos que me hablaron de Auschwitz como símbolo de la Europa que fue. Pero también de aquellos que me hablaron de Europa como territorio de la clase obrera en lucha. Son contradicciones que un muchacho de veinte años construye en sí mismo como tensión irrefrenable para vivir una vida. Las luchas de la clase obrera han formado Europa. Ahora, reflexionando en mi madurez sobre la que fuera mi percepción de Europa, la Comuna de 1871 enlaza directamente con la revolución de 1917, con el «otoño caliente» italiano de 1969 y con las luchas parisinas de 1995-1996… En esta sucesión, los derechos de los trabajadores se han extendido y han construido el esqueleto, la estructura, el cuerpo de los derechos de todos los ciudadanos. Europa se ha tornado en construcción de libertad. Pero pasemos al hoy: aquí ya no se trata de recuerdos, sino de experiencias directas, que la memoria no contradice. En efecto, cuando se da la globalización, Europa se presenta como formidable testigo de una libertad que ofrece a los demás continentes apoyo y símbolos de resistencia y de alternativa. En la globalización, Europa se torna en un espacio de resistencia. Por supuesto, si es cierto cuanto hemos dicho hasta ahora, la resistencia no es un concepto negativo: por el contrario, recupera todos los caracteres de libertad y los dispositivos de construcción de derecho cuya constitución a través de nuestros cuerpos hemos comprobado y sentido hasta este momento. 3. A propósito de resistencia Llegado un cierto punto, en la historia italiana y europea empezaron a hablar de Europa los hombres de la «tercera vía», los Rosselli, los Spinelli… «Tercera vía» quería decir la libertad más el socialismo… Eran pasiones también de los mejores resistentes socialistas y comunistas, Emilio Lussu y otros hablaban de ello… Por lo demás, encontramos un patriotismo europeo como el de Giustizia e Libertà ampliamente difundido en la conciencia intelectual y moral de los europeos de la postguerra. Es un intento, a veces desesperado pero a la larga ganador, de mantener unidos comunismo y libertad. Desde el Vittorini del Politecnico a los Panzieri y los Fortini de los Quaderni Rossi, y luego progresivamente en las sucesivas y repetidas crisis del PCI, encontramos esta consigna que muchos tacharon de ilusión. El socialismo y la libertad podían caminar juntos, en Europa. Los que abandonaban el PCI, pero sin convertirse en traidores ni refugiarse en el inmundo regazo de la derecha, siguieron considerando Europa como un espacio deseante de libertad y justicia. No pretendo hacer una historia sagrada, tan sólo trato de leer la perspectiva de una «tercera vía» siempre derrotada… en Italia, en Europa. Aquellos que no han vivido esta experiencia en el fondo del alma, puede decirse que han vendido su alma al diablo. Ahora bien, ya no hay «tercera vía», porque una de las dos posibilidades que la historia nos presentara ha dejado de existir. Giustizia e libertà continuó resistiendo en solitario, sola contra el capitalismo y sola contra la socialdemocracia, que no es sino una alternativa mistificada de gestión del primero. Aquella resistencia derrotada resurge, decimos, contra la Razón de Estado de derecha y de izquierda. Europa es el sueño de una cosa esperada, de justicia y de libertad. 1968 hizo verdad este sueño, lo hizo concreto. En los años posteriores a 1968, las luchas de los obreros y de los estudiantes en Europa hicieron global esta apertura de programa. Y, cuando la larguísima guerra civil europea de la modernidad entre católicos y protestantes primero, y luego entre liberales y comunistas, entre occidentales y orientales, y otras tantas que podríamos citar, ha terminado; cuando ya no son dos sino uno el que manda y la alternativa significa reconstruir el dos y ya no sencillamente experimentar una «tercera vía»: pues bien, nosotros, comunistas y europeístas, sentimos representar la continuidad de la resistencia y la reconstrucción de un nuevo proyecto de transformación finalmente más allá de la guerra civil europea, por una Europa de las libertades. Por esta razón los movimientos antiglobales, releyendo su propia historia a la luz de estos acontecimientos, se proclaman hoy europeístas. Europeístas fuertes, constituyentes, que asumen la responsabilidad de lo nuevo y de la esperanza, y al mismo tiempo denuncian, combaten y destruyen todo resurgimiento fascista de la Patria y del Estado.

4. Contra la Convención, por la Constituyente Ha habido mucha prudencia en los movimientos, a lo largo de toda la década de 1990 y al principio del nuevo siglo. Sin embargo, ahora la suerte está echada: un manifiesto por la Europa unida, que no respalde el proceso de neutralización del ansia de libertad de las multitudes, dentro y contra el Imperio y, por lo tanto, por una Europa libre y comunista –pues bien, ese manifiesto comienza a vivir en las conciencias. Frente a éste, se ha presentado una Convención que castra, desde el punto de vista de las elites de los gobiernos y de los Estados-nación, el trabajo de los movimientos para construir un demos revoltoso, un pueblo jacobino europeo. Escribiremos entonces, en las luchas, un Manifiesto contra la Convención: éste es el producto necesario del optimismo de una razón que sabe que el movimiento es potente, así como de una medida exacta de la ferocidad destructiva del adversario (pesimismo de la voluntad). Así, pues, Constituyente contra Convención. Una constituyente que recoja la Europa de las multitudes, una constituyente federalista, contra todos los fetiches fascistas e identitarios. No una Europa de las Patrias, porque Verdún y el Piave masacraron semejante ilusión; no una Europa de los Pueblos (Habermas y Derrida deberían aprender a reconocer en los movimientos, antiglobales y por la paz, ya no matrices populares sino rizomas multitudinarios): en definitiva, lo que queremos, lo que podemos, es una Europa de la democracia absoluta. La Constituyente se forma en torno a una voluntad federalista que no conecta impotentes y represivos Estados-nación, sino que descubre la convergencia singular de las multitudes europeas, poniendo de manifiesto sus deseos, exaltando sus tensiones, satisfaciendo sus exigencias, organizando su potencia. ¿Qué constitución europea queremos? Una Constitución contra la guerra, contra el trabajo asalariado y el beneficio, contra la representación liberal y la delegación –una Constitución por la paz, por la renta de ciudadanía y la distribución igual de la riqueza, por la expresión multilateral y multiniveles de las multitudes… Sin embargo, el problema no consiste tan sólo en obligar a las elites a doblar la cerviz y a que hojeen nuestros Cahiers de doléances –no, el problema consiste en hacer que surja la potencia constituyente de las multitudes. Aquí, en Europa, la Constituyente es ya imperial, es capaz de definir un modo de vida y una organización del trabajo para la sociedad europea, considerando la globalización como una perspectiva que ya vivimos en nuestra conciencia. La Constitución de Europa es capaz de hablar al globo. Julio de 2003

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