Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista con David Sánchez de Amigos de la Tierra sobre transgénicos y movilizaciones

Salvador López Arnal

Entrevista con David Sánchez de Amigos de la Tierra sobre transgénicos y movilizaciones: “Es importantísimo que le demostremos al Gobierno que nos importa nuestra alimentación y nuestra agricultura, y que una gran mayoría social rechaza que se experimente con nuestra salud y nuestro medio ambiente. El Gobierno tiene que abandonar su apoyo a la industria de los transgénicos”

            David Sánchez Carpio es responsable de Agricultura y Alimentación de Amigos de la Tierra. Esta entrevista de urgencia gira en torno a transgénicos, a movilizaciones, al principio de precaución y a cuestiones decisivas para una ciudadanía convocada a unas jornadas de movilización por motivos más que razonables. Zaragoza, una vez más, se va a convertir en centro de reivindicaciones justas y solidarias.

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         ¿Qué es un transgénico?

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Consumo y barbarie visual

Santiago Alba Rico

La Calle del Medio (Cuba)

La mitología griega nos cuenta la historia de Tántalo, semidiós bravucón castigado por Zeus a padecer hambre y sed eternas en medio de los más deliciosos manjares y con el cuerpo sumergido en el agua. Nos cuenta también la de su contrapunto y complemento, Erisictón, al que los dioses condenaron a comer ininterrumpidamente todo lo que encontraba en su camino, una cosa tras otra, animales, bosques, hijos, sin hallar jamás satisfacción, hasta el gesto final de autofagia suicida. No son historias antiguas y fantasiosas. El pasado 26 de diciembre, Joan Cunnane, una inglesa de 77 años adicta a las compras, falleció de deshidratación en su casa atrapada en una montaña de mercancías baratas que había comprado durante años y que había ido guardando en decenas de maletas. Ninguna era esencial, ninguna había sido usada, ninguna había llegado realmente a existir salvo para matar a su propietaria. Tántalo y Erisictón del capitalismo, la señora Cunnane había muerto de hambre y sed en medio de un exceso de riquezas, destruida por su mística pulsión al consumo, sepultada bajo trescientas bufandas de colores -entre otros miles de objetos- que jamás habían adornado su cuello ni abrigado su garganta.

En las situaciones de hambruna -desde la India victoriana al Sudán de la guerra civil- los pobres desesperados roban cosechas, asaltan graneros y allanan despensas antes de sucumbir a los golpes y la inanición. En las llamadas “revueltas del pan” del Tercer Mundo, los desheredados de la tierra rompen las vidrieras de los comercios y se disputan, a veces hasta la muerte, las migajas de sus saqueos angustiosos. No son sólo los dramas de la miseria. El pasado 28 de noviembre, una avalancha de consumidores agolpados a la entrada de un Wall-Mart de Nueva York tiró abajo la puerta, aplastó a uno de sus empleados e hirió a otros tres trabajadores -incluida una mujer embarazada- tratando de alcanzar las mejores ofertas de la temporada de rebajas; mil coceadores de clase media, animados de una mística furia irruptiva, se peleaban a muerte por un bolso de plástico o unos pantalones de marca. ¿Dónde empieza lo banal y dónde lo esencial cuándo se está dispuesto a matar por obtenerlo? Bajo el capitalismo, la compra-venta de un bolso de plástico (o de una crema anti-arrugas o de un adorno para el automóvil) es literalmente una cuestión de supervivencia.

Manifestaciones del hambre en Occidente, el caso de la señora Cunnane y el de la estampida humana de Nueva York son casos extremos, pero es en ellos donde se descubre en un resplandor la normalidad de la abundancia capitalista. Los placeres del consumo tienen poco que ver con el objeto; están más bien asociados a un atavismo famélico, a la necesidad casi biológica de la apropiación inmediata, de la adquisición predadora, del saqueo freudiano de un botín multitudinario que, una vez aferrado, se puede despreciar. Los primitivos sueños de abundancia asociados antaño a la leche y la miel, a las frutas antediluvianas pintadas por El Bosco, a las pepitas de oro de los graneros, hoy convergen en los mall o centros comerciales y en los grandes supermercados, donde cogemos a dos manos, sin obstáculos ni intermediarios, la cosecha siempre renovada de una naturaleza milagrosa. Volvemos a las emociones prensiles de los simios o de los salvajes cazadores-recolectores de la antigüedad. Basta con poseer el salvoconducto de acceso -tarjeta de crédito o billetes de dólar- y podemos adquirir un ilimitado número de baratijas y, con ellas, un hambre muy superior, mucho más acuciante, mucho más exigente, que el que aqueja a los que no tienen nada. Un hambre, por así decirlo, de primera clase o de lujo.

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Después de la huelga, después de otro hermoso día de movilización ciudadana pletórica de razones.

Salvador López Arnal

Después de la huelga, después de otro hermoso día de movilización ciudadana pletórica de razones.

Salvador López Arnal

Cuesta entender -o probablemente no, y sea de interpretación inmediata- que el conseller de Educación de Catalunya de un gobierno que se dice de izquierda haya afirmado en un entrevista de esta misma mañana que ya ha pasado el tiempo del grito y que irrumpe el tiempo de negociación con toda la comunidad educativa. ¿Qué gritos son esos a los que alude el conseller? ¿Las voces que claman contra la posibilidad de una mayor privatización de la enseñanza pública contemplada en la nueva Ley de Educación de Catalunya? ¿Las que se oponen a la gestión empresarial de los centros educativos? ¿Las que se manifiestan en contra del constante apoyo, no modificado, a la privada concertada? ¿Las que siguen protestando contra el ataque sufrido por los estudios nocturnos de bachillerato? ¿Las que afirman con poderosas razones que es imposible impartir una clase de lengua, matemáticas, inglés o biología en una clase con 30 o 33 alumnos de diferentes orígenes, con diferentes currículos, diversas capacidades de aprendizajes y muy diversas necesidades? ¿Esas voces son gritos?

Por lo demás, qué se puede esperar de esas negociaciones anunciadas, ahora que la ley ya está en el Parlament de Catalunya, después de que el conseller haya manifestado públicamente que las posiciones que él encarna están muy, pero que muy alejadas del sindicato mayoritario del profesorado, de USTEC, es decir, de la mayoría de los maestros y profesores de secundaria. Nada, nada puede esperarse razonablemente. Palabras, sólo palabras. Retórica política vacía para quien quiera contentarse dirigida, sin duda, al sector más conservador de la sociedad. El conseller por lo demás ya ha demostrado su espíritu negociador en ocasiones: asiste a unas jornadas sobre software libre en un instituto del extrarradio y se niega a recibir a unos alumnos de nocturno que le piden, con la máxima educación imaginable, sin protestar, sin montarle ningún cirio, una entrevista para comentar su situación.

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Entrevista con Joaquim Sempere: “El balance del periodo fosilista es ambivalente. Pero es importante darse cuenta de que habrá sido un paréntesis en la historia humana, y que vamos a entrar pronto en una nueva época.

Salvador López Arnal

     Joaquim Sempere -filósofo, sociólogo, traductor, luchador antifranquista represaliado, ex dirigente del PSUC, director de Nous Horitzons, maestro de varias generaciones universitarias y ciudadanas- es actualmente profesor de sociología en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona. Recientemente ha editado con Enric Tello El final de la era del petróleo barato (Icaria, Barcelona, 2008). El núcleo de nuestra conversación se centra en las temáticas desarrolladas en esta interesante publicación.

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     Has editado recientemente junto con Enric Tello, El final de la era del petróleo barato.    ¿Podrías darnos breve cuenta de su contenido? 

     Se trata de 9 contribuciones y una Introducción sobre el tema que viene descrito muy gráficamente por el título del libro. Los autores son economistas, sociólogos, ingenieros, geólogos y periodistas. Es un grito de alerta sobre un fenómeno de consecuencias de gran alcance para la vida social y la civilización.

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La tormenta perfecta de la ayuda alimentaria

Eric Holt–Giménez 

La tormenta perfecta de la ayuda alimentaria

Eric Holt–Giménez

En la reciente Cumbre sobre la Seguridad Alimentaria convocada por la FAO en Roma (1 al 4 de junio), los representantes de los 181 países presentes reafirmaron su compromiso con las metas de seguridad alimentaria de las cumbres anteriores llevadas a cabo en 1996 y “5 Años Después”. Todos manifiestan estar muy preocupados por la falta de progreso para cumplir las Metas de Milenio. Hasta ahí llegan las buenas noticias.

Originalmente, la Cumbre pretendía abordar la problemática de los agrocombustibles, el cambio climático y la seguridad alimentaria. Pero la explosiva crisis inflacionaria en los precios de alimentos –y la insistencia de Estados Unidos y Brasil en no abordar los agrocombustibles– obligó a la FAO a concentrar sus esfuerzos en la crisis alimentaria, que actualmente azota la quinta parte de la humanidad.

De hecho, en 2007 –en la víspera de las rebeliones alimentarias de Haití, Mauritania, Indonesia, Egipto, y otros países– la ayuda alimentaria había alcanzado un bajón record de 5,6 millones de toneladas (1). Algo habría que hacer.

Desafortunadamente para los pobres y hambrientos del planeta, la Cumbre fue un fracaso. Los gobiernos, el Banco Mundial, elementos de la FAO, el IFAD y el PMA evadieron las causas estructurales de la crisis e ignoraron la contradicción fundamental de que –según la FAO– ya tenemos 1,5 veces de alimentos necesarios para dar de comer a todo el mundo.

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“Por la reducción política (impuesta) y ciudadana (voluntaria) del consumo de energía”. Entrevista con Alfonso Raffin del Riego

Salvador López Arnal

Entrevista con Alfonso Raffin del Riego, alto directivo del mayor grupo alimentario de Brasil

“Por la reducción política (impuesta) y ciudadana (voluntaria) del consumo de energía”

Salvador López Arnal

El Viejo Topo

Alfonso Raffin del Riego es Director Proyectos y Desarrollo del Área Lechera de Perdigao-Eleva, el mayor grupo alimentario de Brasil, ex director mundial de desarrollo ganadero de Danone, voluntario de Veterinarios sin Fronteras, Asociado de ANEMBE, miembro de G-TEMCAL y del Comité Organizador de Expoáviga. Grupo Iberoamericano de Estudio de Biocarburantes y Grupo de estudio de Bionegocios.

El consumo de energía fósil sigue aumentando en EEUU y Europa, e irrumpe con fuerza en los países emergentes donde son numerosos los potenciales consumidores. Políticos, economistas, sociólogos, algunos dirigentes de corporaciones, señalan que se debe de romper este paradigma energético y se han de buscar alternativas antes de que el petróleo se reduzca o agote. ¿Dónde cree usted que se focalizan esas búsquedas alternativas? ¿Qué nuevas fuentes energéticas están actualmente en primer plano?

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Entrevista con Francisco Javier Merchán Iglesias: “La escuela no es una empresa ni la educación un negocio”.

Salvador López Arnal

Francisco Javier Merchán Iglesias, colaborador de www.rebelion.org, es catedrático de Educación Secundaria y Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de Sevilla. Ha desarrollado trabajos en el campo de la innovación educativa. Miembro del colectivo FEDICARA, investiga actualmente sobre el campo de la práctica de la enseñanza, las reformas escolares  y el cambio en la educación. Sobre estos temas ha publicado numerosos artículos. Su último libro lleva por título Enseñanza, examen y control.

Usted ha hablado del giro reciente de la política educativa en España. ¿Cuáles serían las características básicas de ese giro? ¿Por qué afirma usted que se está realizando de forma casi clandestina, como de puntillas?

Como exponía en un artículo publicado recientemente en Rebelión, el giro de la política educativa consiste en abandonar lo que llamo el discurso de la reforma y sustituirlo por el de la gestión empresarial de la escuela. Simplificando un poco, puede decirse que, en el primer caso, la solución de los problemas de la educación sería de orden pedagógico y organizativo, mientras que en el segundo sería de orden tecnoburocrático, de gestión. Yo creo que en España este giro empieza a darse incluso poco antes de que se publique la LOGSE, aunque es ahora cuando se está acelerando su aplicación. El problema para el PSOE es que ellos mismos, junto con docentes y pedagogos vinculados a la renovación pedagógica, denunciaron abiertamente estas políticas -y lo siguen haciendo cuando la aplican gobiernos del PP-, de manera que cuando la ponen en marcha tienen que hacerlo disfrazándolas con tópicos como la calidad de la educación o la defensa de la escuela pública. 

Según usted, las políticas educativas de algunas comunidades españolas sigue la estela de las formas de gestión empresarial, las supuestas bondades de la lógica del mercado y el marco teórico aplicado por Margaret Tatcher y el señor Blair de la Tercera Vía en Gran Bretaña, y por G. Bush II en USA. ¿Qué balance puede trazarse de estas políticas educativas hasta la fecha? ¿Han conseguido los resultados esperados?

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Entrevista con Maika García Clavero, estudiante de bachillerato nocturno en el Instituto Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona).

Salvador López Arnal

No es la única, desde luego, pero una de las medidas más antisociales que se recuerdan por estos lugares donde han vivido, trabajado, paseado y luchado Salvat Papasseit, Companys, Durruti, Puig Antich y López Raimundo, es la supresión de los estudios nocturnos de bachillerato en los institutos públicos de Catalunya. La medida no la ha tomado la derecha conservadora catalanista o la otra, la nacionalista españolista. La ha tomado el señor Maragall, conseller de Educación, con el apoyo implícito del gobierno al que pertenece presidido por el honorable Montilla, gobierno en el participan, sin desgarro de vestiduras hasta la fecha por el tema, ERC y ICV-EUiA. Como era previsible, los “partidos de la oposición” están mudos. El resto, en sede parlamentaria, es silencio.

El conseller, en su habitual tono de comandante en plaza, además de mentir públicamente sobre la finalidad de la medida y su comunicación a los centros, ha amenazado veladamente a los institutos “no autorizados por la Autoridad” que siguen prematriculando a estudiantes interesados en primero de bachillerato nocturno para el curso 2008-2009.

En el momento en que escribo, de la supresión total del nocturno se ha pasado a su supresión en la mitad de los centros públicos catalanes. Una bala guardada en la recámara: si hay silencio, acabamos ya con el nocturno; si hay protestas, nos hacemos los flexibles, damos muestra de reflexión y cintura y realizamos la operación deconstructora en tres o cuatro años. El tiempo dirá cuando tenemos que dar el toque definitivo.

 Para los estudiantes afectados, queda los estudios telemáticos (¡qué barbaridad pedagógica defendida por un conseller de educación que probablemente jamás haya estudiado nada telemáticamente!), ir a estudiar a otras localidades (con la correspondiente inversión de tiempo que ello comporta en alumnado que no siempre dispone de él) o iniciar otro tipo de estudios, ciclos formativos, por ejemplo, probablemente una de las estrategias ocultadas de esta perversión antisocial. Y si no lo primero, ni lo segundo ni lo tercero, pues ya se sabe: carne de cañón obrera sin especialización. Total, para qué, si se ganan lo mismo: entre 700 y 900 euros.

En el ámbito del profesorado -de quien el conseller ha dicho en palabras para consumo interno de su partido (PSC-PSOE), que son básicamente un grupo de vagos (no ha añadido maleantes hasta estos momentos)- la medida implicará desplazamientos, no de los profesores que hasta ahora han trabajado en nocturno, no siempre por voluntad propia sino por la necesaria distribución horaria del centro, sino del profesorado que ha legado a los institutos en los últimos años y que tienen, en general, una situación menos estable.

La medida, se mire como se quiera mirar, presentada públicamente como racionalización (neoliberal) de la inversión pública, es una agresión al ideario de la izquierda y a cualquier sensibilidad política que no haya claudicado definitivamente. No es condición suficiente ni necesaria, pero para todos aquellos que han estudiado en nocturno, para todos aquellos que hemos podido estudiar en horario nocturno mientras trabajábamos (cosa que, desde luego, nunca ha necesitado hacer el señor conseller ni la mayoría de sus coleguillas gubernamentales), es un dislate imperdonable que, además, y aquí no debería habitar el olvido, no merece perdón sea cual sea la evolución de la situación. Pedir, exigir la dimisión forzada (la voluntaria en alguien que lleva más de 30 años en el ámbito público y con coche oficial es un utopismo ingenuo) del conseller de Educación es una medida de racionalidad pública absolutamente necesaria. La comunidad educativa debería no reconocer la autoridad de este conseller antisocial y obrar en consecuencia.

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¿Quién cabe en el mundo?

Carlos Fernández Liria

22 Ene 2008

Si nuestros sistemas políticos fueran lo que dicen ser, en todos los parlamentos se estaría discutiendo ahora una gráfica elaborada por Mathis Wackernagel, investigador del Global Footprint Network (California). Pero no parece que el asunto haya llamado demasiado la atención. Y sin embargo, la gráfica resulta demoledora para las más firmes certezas de nuestra clase política y, por supuesto, para los criterios más evidentes de los votantes. Sobre todo, en un mundo político en el que izquierda y derecha se llenan la boca con los objetivos del “desarrollo sostenible”.

La cosa es bien sencilla. El eje vertical representa el Índice de Desarrollo Humano (IDH), elaborado por Naciones Unidas para medir las condiciones de vida de los ciudadanos tomando como indicadores la esperanza de vida al nacer, el nivel educativo y el PIB per cápita. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera el IDH “alto” cuando es igual o superior a 0’8, estableciendo que, en caso contrario, los países no están “suficientemente desarrollados”. En el eje horizontal se mide la cantidad de planetas Tierra que sería preciso utilizar en el caso de que se generalizara a todo el mundo el nivel de consumo de un país dado. Wackernagel y su equipo hicieron los cálculos para 93 países entre 1975 y 2003. Los resultados son estremecedores y sorprendentes. Si, por ejemplo, se llegara a generalizar el estilo de vida de Burundi, nos sobraría aún más de la mitad del planeta. Pero Burundi está muy por debajo del nivel satisfactorio de desarrollo (0’3 de IDH). En cambio, Reino Unido, por ejemplo, tiene un excelente IDH. El problema es que, para conseguirlo, necesita consumir tantos recursos que, si su estilo de vida se generalizase, nos harían falta tres planetas Tierra. EEUU tiene también buena nota en desarrollo humano; pero su “huella ecológica” es tal que harían falta más de cinco planetas para generalizar su estilo de vida.

Repasando el resto de los 93 países, se comprende que hay motivos para que el trabajo de Wackernagel se titule El mundo suspende en desarrollo sostenible. Como no hay más que un planeta Tierra, es obvio que sólo los países que se sitúen en el área coloreada de la gráfica (por encima de un 0’8 en IDH, sin sobrepasar el número 1 de planetas disponibles) tienen un desarrollo sostenible. Sólo los países comprendidos en esa área serían un modelo político a imitar, al menos para aquellos políticos que quieran conservar el mundo a medio plazo o que no estén dispuestos a defender su derecho (¿quizás racial, divino o histórico?) a vivir indefinidamente muy por encima del resto del mundo.

Ahora bien, ocurre que el área en cuestión está prácticamente vacía. Hay un solo país en el mundo que –por ahora al menos– tiene un desarrollo aceptable y sostenible a la vez: Cuba.

La cosa, por supuesto, da mucho que pensar. Para empezar porque es fácil advertir que la mayor parte de los balseros cubanos huyeron y huyen del país buscando ese otro nivel de consumo que no puede ser generalizado sin destruir el planeta, es decir, reivindicando su derecho a ser tan globalmente irresponsables, criminales y suicidas como lo somos los consumidores estadounidenses o europeos. Tendríamos muy poca vergüenza, desde luego, si condenásemos la pretensión de los demás de imitar el modo como devoramos impunemente el planeta. Pero se reconocerá que la imagen mediática del asunto cambia de forma radical: de lo que realmente huyen es del consumo responsable en busca del Paraíso del consumo suicida y, por intereses estratégicos de acoso a Cuba, se les recibe como héroes de la Libertad en vez de cerrarles las puertas como se hace con quienes huyen de la miseria, por ejemplo, de Burundi (a quienes se trata como una plaga de la que hay que protegerse).

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Pequeños productores enfrían el planeta

Vía Campesina Internacional

PEQUEÑOS PRODUCTORES ENFRÍAN EL PLANETA

Las actuales formas globales de producción, consumo y mercado han causado una destrucción masiva del medio ambiente incluyendo el calentamiento global que esta poniendo en riesgo los ecosistemas de nuestro planeta y llevando a las comunidades humanas hacia desastres. El calentamiento global muestra el fracaso del modelo de desarrollo basado en el consumo de energía fósil, la sobreproducción y el libre comercio. Los campesinos y campesinas de todo el mundo unen sus manos con otros movimientos sociales, organizaciones, personas y comunidades para pedir y desarrollar radicales transformaciones sociales, económicas y políticas para invertir la tendencia actual. Los campesinos, especialmente los pequeños productores, son los primeros en sufrir los cambios climáticos. Los cambios en las estaciones traen consigo sequías inusuales, inundaciones y tormentas, destruyendo tierras de cultivo y las casas de campesinos. Más aún, las especies animales y vegetales están desapareciendo a un ritmo sin precedentes. Los campesinos tienen que acomodarse a nuevos patrones de clima, adaptando sus semillas y sus sistemas de producción habituales a una situación impredecible. Más aún, las sequías e inundaciones están llevando a fracasos en las cosechas aumentando el número de personas hambrientas en el mundo. Hay estudios que predicen un descenso de la producción agrícola global de entre un 3 y un 16% para el año 2080. En las regiones tropicales, el calentamiento global es muy probable que lleve a un grave declive de la agricultura (más del 50% en Senegal y del 40% en India), y a la aceleración de la desertificación de tierras de cultivo. Por otro lado, enormes áreas en Rusia y Canadá se volverán cultivables por vez primera en la historia humana, pero todavía se desconoce cómo estas regiones se podrán cultivar. La producción y el consumo industrial de alimentos están contribuyendo de forma significativa al calentamiento global y a la destrucción de comunidades rurales. El transporte intercontinental de alimentos, el monocultivo intensivo, la destrucción de tierras y bosques y el uso de insumos químicos en la agricultura están transformando la agricultura en un consumidor de energía, y están contribuyendo al cambio climático. Bajo las políticas neoliberales impuestas por la Organización Mundial del Comercio, los Acuerdos de Libre Comercio bilaterales, así como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, la comida se produce con pesticidas derivados del petróleo y fertilizantes, y transportadas por todo el mundo para su transformación y consumo. La Vía Campesina, un movimiento que reúne a millones de campesinos y productores de todo el mundo, se declara que es tiempo de cambiar de forma radical nuestra forma de producir, transformar, comerciar y consumir alimentos y productos agrícolas. Creemos que la agricultura sostenible a pequeña escala y el consumo local de alimentos va a invertir la devastación actual y sustentar a millones de familias campesinas. La agricultura también puede contribuir a enfriar la tierra usando prácticas agrícolas que reduzcan las emisiones de CO² y el uso de energía por los campesinos. Por otra parte, los campesinos también pueden contribuir a la producción de energía renovable, especialmente mediante la energía solar y el biogás. La agricultura globalizada y la agricultura industrializada crean calentamiento global 1/ Por transportar alimentos por todo el mundo* Se transportan alimentos frescos y empaquetados por todo el mundo y no es raro ahora encontrar en Estados Unidos o en Europa frutas, verduras, carne o vino de África, Sudamérica u Oceanía; también encontramos arroz asiático en América o en África. Los combustibles fósiles usados para transporte de alimentos están liberando toneladas de CO2 a la atmósfera. La organización de campesinos suizos UNITERRE calculó que un kilo de espárragos importado desde México necesita 5 litros de petróleo para viajar por vía aérea (11´800 Km.) hasta Suiza. Sin embargo un kilo de espárragos producido en Ginebra solo necesita 0,3 litros de petróleo para llegar hasta el consumidor . 2/ Por la imposición de medios industriales de producción (mecanización, intensificación, uso de agroquímicos, monocultivo…). La llamada agricultura moderna, especialmente el monocultivo industrial, está destruyendo los procesos naturales del suelo (lo que lleva a la presencia de CO2 en la materia orgánica) y lo reemplaza por procesos químicos basados en fertilizantes y pesticidas. Debido sobre todo al uso de fertilizantes químicos, a la agricultura y ganadería intensiva y a los monocultivos, se produce una importante cantidad de óxido nitroso (NO2), el tercer gas de efecto invernadero con mayor efecto sobre el calentamiento global. En Europa, el 40% de la energía consumida en las explotaciones agrarias se debe a la producción de fertilizantes nitrogenados. Por otra parte, la producción agraria industrial consume mucha más energía (y libera mucho más CO2) para mover sus gigantes tractores para labrar la tierra y procesar la comida. 3/ Por destruir la biodiversidad (y sumideros de carbono) Este ciclo del carbono ha sido parte de la estabilidad del clima durante millones de años. Las empresas de agronegocios han destrozado este equilibrio con la imposición generalizada de la agricultura química (con uso masivo de pesticidas y fertilizantes procedentes del petróleo), con la quema de bosques para plantaciones de monocultivos y destruyendo las tierras pantanosas y la biodiversidad. 4/ Convirtiendo la tierra y los bosques en áreas no agrícolas Bosques, pastizales y tierras cultivables están siendo convertidos rápidamente en áreas de producción agrícola industrial, en centros comerciales, en complejos industriales, grandes casas, en grandes proyectos de infraestructuras o en complejos turísticos. Estos cambios causan liberaciones masivas de carbono y reducen la capacidad del medio ambiente de absorber el carbono liberado a la atmósfera. 5/ Transformando la agricultura de una productora a una consumidora de energía. En términos energéticos, el primer papel de las plantas y de la agricultura es transformar la energía solar en la energía contenida en los azúcares y celulosas que pueden ser directamente absorbidas en la comida o transformadas por los animales en productos de origen animal. Este es un proceso natural que aporta energía en la cadena alimentaria. No obstante, la industrialización del proceso agrícola en los últimos doscientos años nos ha llevado a una agricultura que consume energía (usando tractores, agroquímicos derivados del petróleo, fertilizantes…). Falsas soluciones Agrocombustibles (combustibles producidos a partir de plantas y árboles) se han presentado muchas veces como una solución a la actual crisis energética. Según el protocolo de Kyoto, el 20% del consumo global de energía debería provenir de recursos renovables para 2020, y esto incluye a los agrocombustibles. Sin embargo, dejando aparte la locura de producir comida para alimentar autos mientras muchos seres humanos están muriendo de hambre, la producción industrial de agrocombustibles va a aumentar el calentamiento global en vez de reducirlo. A cambio de una reducción pequeña y no probada (a excepción de la caña de azúcar) de algunos gases de efecto invernadero comparando con los combustibles fósiles, la producción de agrocombustibles va a aumentar las plantaciones intensivas de monocultivo de palma, soja, maíz, o caña de azúcar; va a contribuir a la deforestación y a la destrucción de la biodiversidad. La producción intensiva de agrocombustibles no es una solución al calentamiento global, ni va a resolver la crisis global en el sector agrícola El comercio de carbono En el protocolo de Kyoto y otros planes internacionales, el "comercio de carbono" se ha presentado como una solución para el calentamiento global. Es una privatización del carbono posterior a la privatización de la tierra, del aire, las semillas, el agua y otros recursos. Permite a los gobiernos asignar permisos a enormes contaminadores industriales de tal forma que puedan comprar el "derecho a contaminar" entre ellos mismos. Algunos otros programas fomentan que los países industrializados financien vertederos baratos de carbono tales como plantaciones a gran escala en el Sur, como una forma de evitar la reducción de sus propiasemisiones. Están siendo creadas de esta manera grandes plantaciones o áreas naturales de conservación en Asia , África, y América Latina, expulsando a comunidades de sus tierras y reduciendo su derecho de acceso a sus propios bosques, campos y ríos. Cultivos y árboles transgénicos Se están ahora desarrollando árboles y cultivos transgénicos para agrocombustibles. Los organismos genéticamente modificados no resolverán ninguna crisis medioambiental sino que por si mismos ponen en riesgo el medio ambiente, así como la salud y la seguridad. Estos árboles y cultivos transgénicos son parte de la "segunda generación" de agrocombustibles basados en la celulosa, mientras que la primera generación se basaba en distintas formas de azúcar de las plantas. Aun en los casos en los que no se usan variedades transgénicas esta "segunda generación" plantea los mismos problemas que la anterior. La Soberanía Alimentaría proporciona medios de subsistencia a millones de personas y protege la vida en la tierra La Vía Campesina cree que las soluciones a la actual crisis tienen que surgir de actores sociales organizados que están desarrollando modelos de producción, comercio y consumo basados en justicia, solidaridad y la comunidades saludables. Ninguna solución tecnológica va a resolver el desastre medioambiental y social. Solo un cambio radical en la forma en que producimos, comerciamos y consumimos puede dar tierras para comunidades rurales y urbanas saludables. La agricultura sostenible a pequeña escala, un trabajo intensivo y de poco consumo de energía, puede contribuir a enfriar la tierra: Asumiendo más CO2 en el suelo de manera orgánica a través de la producción sostenible (la producción extensiva de vacas y ovejas en pastizales tiene un positivo balance de gasinvernadero). Reemplazando los fertilizantes nitrogenados por agricultura ecológica y/o cultivando proteaginosas que capturan nitrógeno directamente del aire. Produciendo biogás de residuos animales y vegetales, con la condición de mantener suficiente materia orgánica en el suelo. Produciendo energía solar en todos los tejados agrícolas (con apoyo a la inversión para los pequeños campesinos)… En todo el mundo practicamos y defendemos la agricultura familiar sostenible y a pequeña escala y exigimos soberanía alimentaria. La soberanía alimentaria es el derecho de las personas a los alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos a través de métodos sostenibles y saludables, y su derecho a definir sus propios alimentos y sistemas de agricultura. Colocamos en el fundamento de los sistemas y de las políticas alimentarias las aspiraciones y necesidades de aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos, en lugar de las demandas de los mercados y de las multinacionales. La soberana alimentaria da prioridad a las economías y mercados locales y nacionales, dando el poder a campesinos y pequeños agricultores, a los pescadores tradicionales, a los pastores y a la producción, distribución y consumo de alimentos basada en la sostenibilidad ambiental, social y económica. Exigimos urgentemente a los encargados de tomar decisiones locales, nacionales e internacionales

1/ El desmantelamiento completo de las compañías de agrocombustibles. Están despojando a los pequeños productores de sus tierras, produciendo comida basura y creando desastres medioambientales 2/ El reemplazo de la agricultura industrializada por la agricultura sostenible a pequeña escala apoyada por verdaderos programas de reforma agraria 3/ La promoción de políticas energéticas sensatas y sostenibles. Esto incluye el consumo de menos energía y la producción de energía solar y biogás por los campesinos en lugar de la promoción a gran escala de la producción de agrocombustibles, como es el caso actualmente. 4/ La implementación de políticas de agricultura y comercio a nivel local, nacional e internacional, dando apoyo a la agricultura sostenible y al consumo de alimentos locales. Esto incluye la abolición total de los subsidios que llevan al dumping (competencia desleal) de comida barata en los mercados de exportación y el dumping de comida barata en mercados nacionales. Por los medios de subsistencia de millones de pequeños productores en todo el mundo, Por la salud de las personas y por la supervivencia del planeta: Exigimos soberanía alimentaría y nos comprometemos a luchar de forma colectiva para lograrla VIA CAMPESINA INTERNACIONAL

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