Un punto de encuentro para las alternativas sociales

¿Ha muerto el fundamentalismo neoliberal?

Miren Etxezarreta

¿HA MUERTO EL FUNDAMENTALISMO NEOLIBERAL?

Ponencia presentada en el Curso de verano ‘Crisis en Europa’ organizado por EUROBASK. Donosti, julio 2009

Miren Etxezarreta

Resumen: Esta ponencia se propone revisar brevemente algunos de los planteamientos actuales que señalan la defunción de los planteamientos neoliberales de las últimas décadas. Sobre la base de la crisis financiera y económica actual y las medidas tomadas para ‘refundar’ la economía, consistentes principalmente en la amplísima participación de los Estados para la recuperación de las instituciones financieras privadas y algunos importantes consorcios industriales, algunas voces profesionales señalan el fin de paradigma neoliberal. En esta ponencia se trata de revisar hasta donde la crisis actual conduce a un cambio en el paradigma de política económica, si la política económica actual consiste en un  keynesianismo asimétrico o si tendrá éxito el intento de mantener las líneas esenciales del paradigma neoliberal.

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A un año de Lehman Brothers (o la estupefacción del jurista ante la crisis)

Miquel Àngel Falguera Baró

Miquel Àngel Falguera Baró

Mi pasión por el Derecho no me ha hecho olvidar mi formación e ideología marxistas. Aunque a veces lo omita en la abstracción del análisis, nunca dejo de recordar que en el fondo el Derecho no es más que una superestructura de los grupos dominantes en el marco de la lucha de clases y que, por tanto, se acaba sometiendo a los intereses de doña Economía. Algo que algunos “modernos” consideraban viejos axiomas caducos y que la actual crisis –en el caldo de cultivo previo del neoliberalismo sin límites- se está encargando de verificar con toda su crudeza.

Ocurre, sin embargo, que el jurista, en su introspección, tiende a diseñar su propia teoría del Derecho (personal e intransferible) y a ordenar el mundo conforme a dicha teoría. Por eso el jurista de verdad –no el titulado en Derecho que se dedica a otras cosas, como la política en sentido amplio- vive en un mundo ficticio. Un mundo perfecto. Pero un mundo irreal que nada –o muy poco- tiene que ver con la realidad que le envuelve. Llámenle si quieren “paranoia del jurista”. O, si se prefiere, el conflicto personal de la ética en clave kantiana, la diferencia entre el ser y el deber ser.

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Crisis, ofensiva patronal y dificultades de la izquierda en España

Jesús Sánchez Rodríguez

Crisis, ofensiva patronal y dificultades de la izquierda en España.

Jesús Sánchez Rodríguez *

Suele existir un amplio acuerdo en considerar que los comportamientos electorales en general suelen reflejar las situaciones sociales y políticas del entorno en el que tienen lugar. Esta constatación nos puede servir para poner en conexión dos aspectos de la actual situación en España. El primero hace referencia al impacto social y económico de la crisis mundial, el segundo al panorama político de la izquierda.

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Ocupados con el paro

Joaquín Arriola

Ocupados con el paro

Joaquín Arriola

La cifra de desempleados se ha convertido en los últimos tiempos en arma arrojadiza en el debate político. Un debate que por otro lado no aporta gran cosa para entender lo que nos está pasando, tanto da que la dichosa cifra suba, baje, o baile una sardana.

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¿Quién paga las pensiones?

Joaquín Arriola

¿Quién paga las pensiones?

Joaquín Arriola

Pasada la primera marea de despiste financiero asociado a la crisis, los dirigentes del sistema financiero español vuelven a la carga poniendo encima de la mesa el enésimo debate sobre la viabilidad del sistema público de pensiones.

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A propósito de Luces en el laberinto de José Manuel Naredo. Dos notas y una observación (casi) crítica

Salvador López Arnal

A PROPÓSITO DE LUCES EN EL LABERINTO DE JOSÉ MANUEL NAREDO. DOS NOTAS Y UNA OBSERVACIÓN (CASI) CRÍTICA.

     Luces en el laberinto es la autobiografía intelectual de José Manuel Naredo que acaba de publicarse en Libros de la Catarata (Madrid, 2009, número 302). Sin duda, uno de esos acontecimientos político-culturales que merecen festejos, cánticos y celebraciones. Un placer para los ojos, una alegría para nuestras mentes. Celebremos pues, y reconozcamos, al mismo tiempo que agradecemos, el magisterio de José Manuel Naredo. Es consistente con ello que otros dos maestros jóvenes –Óscar Carpintero y Jorge Riechmann- le acompañen en el sustantivo, didáctico e informativo anexo sobre la crisis incorporado al volumen.

     Estas Luces en el laberinto -¡qué título tan hermoso para tan magnífico libro!- recuerda en cierto modo las paradojas de Zenon de Elea, o cuanto menos la aproximación que Salomon Feferman hizo sobre ellas. La aporías del eleata, señaló el lógico norteamericano, son como las capas de una cebolla inagotable, aléfica. A medida que hemos ido adentrándonos en ellas, intentando resolver nociones, problemas y caminos sin salida, una tras otra nos remitían a otras capas más profundas y casi siempre de igual o mayor interés, éstas a su vez pendientes de resolución e incluso inicialmente de comprensión cabal. Sin descanso, sin poder airearnos, sin poder llegar al final de trayecto con todos los interrogantes cerrados. Como una serie aléfica interminable de subíndice no nulo. El viaje en sí- esa vez sí- es la ganancia epistémica. Es la felicidad (y a veces desazón) que otorga el trato con los grandes problemas.

La autobiografía intelectual de J. M. Naredo es también, sin lugar para un atisbo razonable de duda, un libro inagotable, uno de esos raros ensayos que gozan de todas las virtudes exigibles, y algunas más, mil más, por si fuera necesario el cierre categorial: magníficamente escrito; excelentemente documentando; señalando senderos, nuevos o no, pero en todo caso pertinentes; mostrando las formas del trabajo de un cientifico abierto y atento siempre a nuevas disciplinas; enseñando los ejes básicos del trabajo científico honesto y riguroso (y no servil); apuntando y argumentando sobre la importancia de la interdisciplinariedad en ciencias sociales y su complementariedad no contradictoria con las disciplinas naturales; transitando siempre, por lo demás, por senderos terrenales y humanos siempre afables. Por si algo faltara, Luces en el laberinto no es sólo una aproximación a la obra y a la vida pública de J. M. Naredo, sino un interesante retrato de la historia reciente de nuestro país, vista además con los ojos y el corazón de un protagonista de excepción que nunca se rindió, cuando no era fácil proseguir por un sendero de rebeldía e insumisión. 

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Su crisis, nuestra frustración

Jesús Sánchez Rodríguez

Su crisis, nuestra frustración

¿Hay brotes verdes o el viejo árbol sigue pudriéndose?

En las últimas semanas los medios de comunicación han puesto de moda la expresión “brotes verdes” utilizada también por algunos gobiernos. Se trata de un recurso propagandístico destinado a crear un ambiente optimista basándose en la aparición de algunas cifras económicas menos graves que en el primer cuatrimestre del año. Es cierto que se han producido en algunos aspectos indicadores menos pesimistas, pero también existen otras cifras que empeoran las previsiones anteriores sobre la crisis. Por lo tanto, igual que el stablishment utiliza esa metáfora de la naturaleza, también es posible recurrir a otra diferente extraída del mismo ámbito y decir que “el viejo árbol (el capitalismo) sigue pudriéndose”.

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Hablemos de economía

Susana Narotzky

SUSANA NAROTZKY

Crisis financiera, recesión económica, aumento del desempleo, activos tóxicos, burbuja inmobiliaria, ayudas públicas para reactivar la economía, etc. Parece que la solución es encontrar un nuevo modelo de crecimiento (centrado en la innovación, energías alternativas, etc.) y poner buenos gestores al frente de los ministerios (Elena Salgado y José Blanco se definen como buenos gestores, y eso parece suficiente para argumentar su solvencia en sus cargos). Pero ¿qué es un buen gestor? Es difícil de adivinar cuando tan pocos malos gestores de las empresas financieras en quiebra real o virtual han quedado apartados de sus puestos y, en general, del mercado de trabajo.

También sorprende ver cómo las soluciones y las metodologías empleadas para encarar esta nueva crisis son las mismas de siempre: flexibilización del mercado de trabajo (mayor facilidad de despido, concesiones salariales por parte de los trabajadores), desregulación laboral y medio ambiental (qué es, si no, la reducción de los plazos de declaración de impacto ambiental para acelerar la licitación de obra pública), participación de la financiación privada para la construcción (y gestión) de infraestructuras públicas (al tiempo que se inyecta dinero público para salvar a la empresa privada), etc.

Viejos métodos que llevan probando su ineficacia para resolver los problemas de un sistema económico que no beneficia a la mayoría. Se dice que la recesión en España será peor que en otros países de Europa y se culpa de ello a la poca productividad. Sin embargo, una mejor productividad no parece haber salvado de una crisis profundísima a esos otros países modelo, por tanto, un cambio en ese sentido tampoco evitará futuras crisis.

Sin embargo, el problema es enteramente otro. Lo que cuestiono aquí, lo que cuestionan cada vez más personas, expertos (en la

OCDE, la OIT, la UNESCO) y gente corriente en distintos países del mundo, incluido el nuestro, es lo que aquellos que detentan el poder entienden por economía. Ese modelo neoclásico imperante que ha variado relativamente poco en sus objetivos y parámetros principales en los últimos cien años. Es la economía del crecimiento económico (PIB), crecimiento medido por una serie de indicadores que poco tienen que ver con el aumento del bienestar de la mayoría de las personas y bastante con el aumento de su malestar globalizado. Es cierto que los estados intentan pensar formas de incluir aspectos productivos, creadores de riqueza como el trabajo doméstico o la economía ilegal que hasta el momento no se han tenido en cuenta. Estos últimos intentos apuntan al reconocimiento de que todo esto forma parte de la economía de algún modo. Sin embargo, nada parece alterar la fe ciega en el modelo que articula el aumento de la productividad, crecimiento económico (PIB) y aumento del bienestar de la mayoría (evaluado en términos de consumo de mercancías).

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