Crisis, ofensiva patronal y dificultades de la izquierda en España
Jesús Sánchez Rodríguez
Suele existir un amplio acuerdo en considerar que los comportamientos electorales en general suelen reflejar las situaciones sociales y políticas del entorno en el que tienen lugar. Esta constatación nos puede servir para poner en conexión dos aspectos de la actual situación en España. El primero hace referencia al impacto social y económico de la crisis mundial, el segundo al panorama político de la izquierda.
En relación con el primer aspecto, el de la crisis y su impacto, los datos, como son ampliamente conocidos, son dramáticos. España fue el país de más intensa destrucción de empleo en los últimos meses de 2008 y primeros del 2009 y se ha situado entre los países europeos de más alto porcentaje de población desocupada (18,1% de tasa de paro en junio frente al 8,6% en Europa). El modelo económico, basado sobretodo en la construcción y los servicios[1], empieza a ser cuestionado, sin que esté muy claro cual puede ser el modelo sustituto para un país que no dispone tampoco de autonomía en la división internacional del trabajo por definirse y sobre lo que hay una intensa pugna en los últimos años con la fuerte competencia de los denominados países emergentes[2].
La actitud del gobierno socialista frente a la crisis no ha sido muy diferente de la de otros gobiernos de países europeos, saliendo en ayuda de sectores económicos vitales, empezando por el financiero para frenar el agravamiento de la crisis, y esperando que en un tiempo no muy dilatado comience una recuperación económica que vuelva a poner en pleno rendimiento el funcionamiento del capitalismo. Esto significa priorizar la recuperación de la tasa de beneficios de las empresas, sacrificando gastos sociales y desechando un mayor protagonismo del sector público.
Igualmente, frente a las dramáticas consecuencias del incremento del desempleo las medidas más inmediatas del gobierno se han orientado a frenar la sangría continuada del paro con un plan de inversiones en obras públicas (las 80 medidas del plan E), que han conseguido revertir coyunturalmente la destrucción de empleo, y ayudas a los parados que han agotado las prestaciones de desempleo y se encuentran en una situación desesperada. El globo sonda lanzado en la segunda quincena de agosto para costear este incremento de gasto público mediante una subida de impuestos a las rentas más altas puede quedarse en nada ante el rechazo frontal de los partidos de derechas y la debilidad parlamentaria del PSOE.
En medio de este incremento vertiginoso del desempleo y de los expedientes de regulación, la patronal, apoyada por los partidos y los medios de comunicación de derechas (la inmensa mayoría) así como otras instituciones como el Banco de España, ha iniciado una agresiva ofensiva con el objetivo de hacer retroceder los salarios y conquistas laborales, ya seriamente desgastadas en años anteriores, y modificar profundamente el modelo de relaciones laborales, atreviéndose a pedir abiertamente el despido libre.[3]
Frente a esta ofensiva, que cuenta con poderosos medios, el gobierno del PSOE ha levantado una débil empalizada defensiva con el rechazo a las demandas más agresivas de la patronal en torno a la reforma del mercado del trabajo. Pero su estrategia es puramente defensiva por las razones antes apuntadas del modelo que defiende para salir de la crisis.
En esta situación, los sindicatos se han atrincherado detrás de la empalizada y apoyan al gobierno en una actitud que refleja el temor a que si se rompe ese dique (si el PSOE pierde las próximas elecciones) la avalancha de la derecha les arrase junto a los derechos y condiciones laborales existentes. Sus planteamientos frente a la crisis tampoco difieren de manera importante de los del gobierno. En síntesis, cambiar el modelo productivo actual responsable de la alta temporalidad del mercado de trabajo. La lucha de clases de momento se ha quedado en la disputa entre dos informes de sendos grupos de expertos, apoyando unos las tesis de la patronal (el grupo de los 100) y otros las de los sindicatos (manifiesto firmado por mas de más de 750 catedráticos y profesores universitarios y profesionales.)
Pasando al segundo de los aspectos mencionados inicialmente. Aunque la vorágine de los acontecimientos diarios deja obsoleto un tema prácticamente en lo que se pasa la página del periódico, debemos recordar que hace escasamente dos meses y medio tuvieron lugar los últimos comicios de carácter general en España, las elecciones europeas. Sabemos que a IU no le fueron mucho muy bien las cosas – aunque mantuvo sus dos eurodiputados, su porcentaje retrocedió del 4,1% al 3,7%; -, y que el PSOE fue de los partidos menos impactados por la grave derrota de la familia socialdemócrata en el conjunto de Europa Las organizaciones a la izquierda de IU tuvieron un amplio eco en las páginas alternativas de internet, con unas expectativas crecidas por efectos de la crisis, sin embargo sus resultados fueron desastrosos. Únicamente Iniciativa Internacionalista (I.I.), entre estas últimas, tuvo un mejor resultado, y solo en Euskadi porque sirvió para canalizar el voto de la izquierda abertzale.
La vida, y sus graves problemas en esta coyuntura histórica, han continuado antes, durante y después del período electoral. Pero ni la izquierda radical, ni tampoco IU tiene una mínima incidencia en el desarrollo de esos acontecimientos, ni siquiera trasmiten análisis o posiciones claras ante ellos. Gracias a una gran cantidad de contribuciones personales en las páginas mencionadas la realidad es analizada y desenmascarada diariamente, ayudando a sus lectores (un porcentaje pequeño, y ya de por sí concienciado, de la población) a situarse más objetiva y críticamente. Así, se contribuye de manera importante a difundir la información ocultada por los grandes medios de comunicación y se contrarresta la manipulación descarada que hacen de la realidad, pero las posibilidades de contar con instrumentos organizativos para la intervención política desde la izquierda se hacen cada vez más remotas.
La situación de debilidad de la izquierda política y social en España, nada especial por cierto respecto a su entorno europeo, se inicia hace más de treinta años en el proceso de transición de la dictadura a la democracia, y sigue agravándose durante estos tres decenios a pesar de momentos de recuperación coyunturales, como los años de crecimiento de IU entre 1986-96[4] o algunas de las huelgas generales que tuvieron lugar[5]. Sin embargo, estos momentos de recuperación no sirvieron para poner unas bases sólidas que al menos impidiesen el actual proceso de marginación política.
Las reglas del juego quedaron establecidas y aceptadas por la mayoría de los actores de la izquierda. La socialdemocracia ha jugado el papel que esta tendencia política se autodefinió hace ya mucho tiempo y por lo que nadie debe mostrarse sorprendido a estas alturas de la historia. Los sindicatos mayoritarios se inclinaron progresivamente a una práctica, generalmente extendida en todo el mundo, de gestión de servicios y de actores de negociación, especialmente a nivel de políticas públicas (lo que en cierto momento dio lugar a analizar este fenómeno como neocorporativismo), orientando sus medidas más espectaculares, como las mencionadas huelgas generales, a presionar a los gobiernos, debilitando en general la acción sindical en la empresa y con unas tasas de afiliación muy bajas.
Las organizaciones políticas a la izquierda del PSOE encontraron un paraguas en el que cobijarse en IU. Hegemonizada por el PCE, principal socio fundador tras su debacle en las elecciones de 1982, su vida a trascurrido en medio de continuas tensiones entre las diferentes tendencias que convivían en su seno. Aún a riesgo de simplificar la cuestión, podríamos decir que estas tensiones reflejan en parte la vieja polémica en el seno de la izquierda entre las tendencias a un acomodamiento al status quo, es decir, a la socialdemocratización, y el sostenimiento de una posición antisistema. La influencia que el principal socio de esta coalición, el PCE, mantenía sobre el sindicato CC.OO. desde su fundación fue debilitándose gradualmente.
Con una presencia actualmente testimonial en el plano parlamentario que la incapacita para influir en la política del gobierno socialista, y sin una influencia en organizaciones de masas (no solo porque no tenga presencia en ellas, sino porque es difícil hablar de la existencia actualmente de tales organizaciones), IU no solamente no es capaz de incidir en la actual coyuntura, sino que tampoco es capaz de hacer llegar sus puntos de vista a la opinión pública[6].
Y si esta es la situación de IU, a su izquierda, como apuntábamos al inicio, el desierto. Por eso, la publicidad que obtuvieron en los medios alternativos durante la campaña electoral suena un tanto a ficticio.
El desarrollo de la actual situación de crisis genera un circulo vicioso en contra de las organizaciones a la izquierda del PSOE. Si por un lado no tienen capacidad de incidencia ni sobre las políticas que se discuten a nivel parlamentario o se toman a nivel gubernamental, ni tampoco en la calle o en las empresas; y, si por otro lado, tampoco son capaces de hacer llegar ampliamente sus alternativas frente a la crisis a la opinión pública, el resultado es que se hace más profundo su papel testimonial y marginal.
Al mismo tiempo, se refuerza el papel del gobierno socialista como única opción para contener las agresivas posiciones de la derecha económica y política, para suavizar lo máximo posible las consecuencias del impacto de la crisis sobre la clase trabajadora y las capas más débiles de la población. El resultado es previsible, se refuerza el retroceso defensivo de los sectores sociales más expuestos a la crisis junto con el actor que sirve a esta defensa, el actual gobierno socialista, siempre y cuando esa defensa no fracase o sea abandonada, y un agravamiento de la situación socioeconómica lleve a un mayor éxito de la demagogia derechista. Todo ello en perjuicio de la izquierda.
Dado que las oportunidades no se presentan siempre, que los instrumentos organizativos no se improvisan de la noche a la mañana y que la influencia en el tejido social no se alcanza por el simple hecho de estar presente en una campaña electoral, por todo ello es muy posible que los resultados de las próximas elecciones que tengan lugar en España reflejen más crudamente aún que las anteriores europeas la difícil situación de las organizaciones a la izquierda del PSOE.
(*) Se pueden consultar otros artículos y libros del autor en el blog: http://miradacrtica.blogspot.com/
[1] « El modelo escogido para el despegue por los gobiernos del PSOE y el PP pretendía crear un capitalismo nacional basado en los servicios y la construcción, además de potentes multinacionales de la energía y las telecomunicaciones (…)Las multinacionales de Telecomunicaciones (Telefónica) y energía (Endesa, Repsol, Ibedrola, Campsa…) tienen su origen en las privatizaciones preparadas por el ex Presidente Felipe González y llevadas adelante sobre todo por el ex Presidente José María Aznar (…)La fiebre del ladrillo iniciada en 1997, que fue promovida por la Ley del Suelo, de carácter liberalizador, de 1998, llevó a la construcción a convertirse, en su pico, en el 18% del PIB y a ser la que generaba casi el 20% de los nuevos puestos de trabajo. Los servicios, de los que muchas constructoras participan a través de concesionarias ligadas al Estado, aún con todo siguieron su ascenso, pasando a ocupar más del 50% del PIB y a generar el 65% de los nuevos empleos (…)La Banca también hizo su “agosto”. Los gigantes bancarios españoles y las cajas de ahorro tienen más del 50% de su cartera de negocios ligada al sector (hipotecas y créditos a constructoras y promotoras). Para poder financiar esta carrera han acudido al endeudamiento internacional.” En Cynthia Lub y Santiago Lupe, El fin de la « España prospera », Estrategia Internacional, Nº 25, diciembre 2008 – enero 2009
[2] En un artículo aparecido en Rebelión el 18-05-2009 se señalaba en que consistía el nuevo modelo de crecimiento sostenible para la economía española en la visión del gobierno español, « el nuevo modelo debe apoyarse en un salto tecnológico en sectores claves que sumen valor añadido, productividad y competitividad a la economía española en la globalización. Que generen empleo estable y cohesión social, apoyándose en los sectores productivos que han sabido superar la crisis (tecnologías de la información, salud y farmacia, atención a la dependencia, energía renovables) y configuran el horizonte de una economía verde. Para impulsar esta transformación, se anuncia una Ley de Economía Sostenible y un Fondo de 20.000 millones de euros, aplicable a todos los sectores.». Gustavo Búster, Reino de España: los discursos políticos de la crisis.
[3] En el mismo artículo mencionado anteriormente, Gustavo Búster apuntaba claramente cuales eran las medidas de la gran patronal apoyados por el PP, y los objetivos reales que perseguían, « la desregularización administrativa de los EREs, la rebaja de tres puntos de las cuotas patronales a la seguridad social, el llamado “contrato de crisis” que abarata el despido, la reforma del sistema de pensiones y la gestión por las mutuas del absentismo laboral. Como se puede observar, este programa no tiene tanto el objetivo de luchas contra las causas de la crisis, como imponer reformas estructurales que cambien la correlación de fuerzas a largo plazo en el modelo productivo.»
[4] La trayectoria electoral de IU refleja de manera parecida y un período más dilatado de tiempo la propia trayectoria del PCE. Este último ascendió de sus primeros 17 diputados en 1977 a 23 en 1979 y se hundió a 4 en 1982. A partir de 1986 es Izquierda Unida, la alianza hegemonizada por el PCE, la que representa al grueso de las organizaciones a la izquierda de la socialdemocracia. Inicia ese año con unos resultados de 7 diputados que va incrementando hasta 21 diez años después, pero trás el derrumbe en el año 2000, en que pasa a 8 diputados, su declive continua progresivamente, alcanzando su mínimo, por el momento, en las elecciones de 2008 con tan solo dos diputados.
[5] La más importante fue la que tuvo lugar en diciembre de 1988 convocada por los dos sindicatos mayoritarios contra la reforma laboral que pretendía introducir el gobierno socialista de Felipe González. El exito de la convocatoria obligó a retirar dicha reforma.
[6] Fue justamente con la ocasión de las elecciones europeas de junio de 2009 la última vez que IU pudo hacer una difusión más amplia de su análisis de la crisis y de sus propuestas a través de la Plataforma del Partido de la Izquierda Europeo del que forma parte (Juntos por un Cambio en Europa). Aunque evidentemente dicho documento posiblemente solo sea conocido por los sectores más informados de la izquierda, ni siquiera por el grueso de su electorado. Este programa puede considerarse dentro de las cordenadas de un reformismo fuerte. Pero ni siquiera tiene sentido entrar a discutir sobre el programa, cuando no existe ni una mínima posibilidad de conseguir llevar a cabo alguna de sus medidas.