Smart, desafectos y no vistos: Li Yifan sobre el ascenso y caída de una subcultura proletaria
Más abajo está nuestra traducción de una entrevista a Li Yifan sobre su documental Éramos smart (杀马特我爱你), junto con un nuevo prefacio de nuestro amigo BG sobre el significado de la película para el movimiento emergente en China de «espacios autónomos». La entrevista china, realizada por Zhao Jingyi (赵景宜) de NoonStory (正午), fue publicada originalmente en Jiemian News (界面新闻) en noviembre de 2020 como «Li Yifan: las presiones a las que se enfrentan los trabajadores ‘smart’ son extremadamente parecidas a las que se enfrentan los trabajadores de cuello blanco» (李一凡:杀马特工人和城市白领,两者的压抑非常类似). El prefacio de BG no ha sido publicado anteriormente. La película está actualmente disponible en línea con subtítulos en inglés aquí. (Probablemente será eliminada pronto por razones explicadas más abajo, así que véanla mientras puedan).
Prefacio de BG
En 2020, el artista y cineasta Li Yifan terminó el documental Éramos smart (杀马特,我爱你). La película provocó una tormenta en toda China, al devolver a la esfera pública la subcultura ‘smart’ (shamate) que había sido muy mal interpretada y denigrada antes de ser casi totalmente olvidada hace unos diez años. Li, quien ha seguido la situación de los trabajadores migrantes durante muchos años, también presentó a la audiencia una nueva explicación de esta subcultura que había surgido de las fábricas del delta del río de la Perla: primero y ante todo, los ‘smarts’ eran trabajadores migrantes procedentes del campo, cuya fuerza de trabajo era explotada brutalmente en las cadenas de montaje.
En la película, Li hace entrevistas en grupo con actuales y antiguos miembros de la subcultura smart, incluyendo también sus propias grabaciones de escenas dentro de fábricas, como el movimiento repetitivo de las cadenas de montaje, o los capataces impidiendo a los trabajadores usar el lavabo. Los smarts están inquietos y perdidos en la metrópolis desconocida, siendo arrastrados por reclutadores desde la estación de tren al parque industrial. En el centro de la ciudad se sienten intimidados por los rascacielos y se pierden en el laberinto de las calles de la ciudad, por lo que a mundo son incapaces de trabajar en el sector servicios o en trabajos de economía en plataformas como la entrega de comida a domicilio. Su única libertad es la ‘estética’: al adoptar los estilos de la subcultura smart, encuentran significado a su vida y en la distinción respecto a otros. Li destaca que la película no es una «historia de los smart» sino los «smarts contando sus propias historias».
Otro elemento que hace que valga la pena discutir la película es la forma en que ha circulado. Al principio, Éramos smarts se suponía que era un proyecto documental, pero finalmente su circulación se ha convertido en un evento en sí mismo. El cineasta recibió inversiones por parte de Tencent para producir la película, firmando un contrato que garantizaba derechos exclusivos de reproducción a la empresa. Cuando se terminó la película, sin embargo, Tencent estaba cada vez más preocupada por si era políticamente sensible y rechazó retransmitirla, convirtiendo la inversión en «dinero a cambio de silencio» para impedir que la película viese la luz del día. Li, por tanto, empezó a aceptar invitaciones para organizar proyecciones a pequeña escala en diferentes tipos de espacios por toda China, dando lugar a una especie de red subterránea que pronto se volvió viral. El cineasta visitó campus universitarios, librerías, bares y «espacios autónomos», entablando discusiones con las audiencias e invitando a smarts de la película a participar en línea.
La red y el concepto de «espacios autónomos» (自治空间, también conocidos como «espacios alternativos» (替代性空间) interpretó un papel fundamental para estas proyecciones clandestinas. Dado que los espacios artísticos se han enfrentado con una censura cada vez más estricta, han surgido más y más espacios autónomos por toda China. Algunos de ellos han adoptado formas comerciales, como bares, librerías o incluso simples tiendas de barrio, mientras otros han utilizado estudios de arte o espacios domésticos, proporcionando entre todos ellos una infraestructura para actividades que sería imposible para espacios comerciales mainstream, en las que se incluyen, pero no se limitan solo a ello, proyecciones de cine, exposiciones, teatro y performances. Estos espacios también proporcionan un espacio importante para la circulación de publicaciones underground impresas por grupos diversos, entre las que se incluyen revistas relacionadas con exposiciones artísticas así como algunos panfletos con algún grado de contenido político. La traducción china de Una guía para la revuelta de los idiotas del mundo: cómo crear un espacio con diversión (世界マヌケ反乱の手引書: ふざけた場所の作り方), del anarquista japonés Hajime Matsumoto, es probablemente el volumen más común en estos espacios, dando sus ideas inspiración a la red. El llamamiento de Matsumoto a enfrentarse al capitalismo juntándose para divertirse, y resistir la opresión mediante la creatividad, es probablemente el único rayo de esperanza que los jóvenes con conciencia crítica pueden encontrar en esta sociedad impenetrable, donde el riesgo de realizar cualquier tipo de actividad política se ha vuelto progresivamente extremo. Para los jóvenes en China continental, que tienen prohibidas las calles para cualquier tipo de demostración pública, estos espacios se han vuelto una rara oportunidad de encontrar gente parecida (同温层) y experimentar la vida política. Vale también la pena destacar que la excitación alrededor de Éramos smarts ha llevado también a muchos jóvenes a convertir lugares comerciales ordinarios en «espacios autónomos» temporales: cuando el cineasta pidió que las proyecciones fuesen gratis, algunos espacios con vocación comercial en pequeñas ciudades permitieron que todo tipo de gente asistiese sin tener que gastar dinero. Esta experiencia de circulación se ha convertido en parte integral de la película.Mientras la lente cinematográfica de Li Yifan destaca la «libertad estética» de los smarts como una forma de resistencia colectiva, en alguna de sus proyecciones jóvenes izquierdistas con experiencia en el trabajo sindical expusieron formas más estructurales de resistencia obrera y autoorganización, o cambios más concretos en las condiciones sociales por los que han estado luchando los trabajadores. En respuesta a estos comentarios, el cineasta adopta a veces una actitud cínica. Sin embargo, Éramos smarts ya había dejado de ser una obra cerrada orientada a un consumo pasivo, por lo que no se podía añadir un punto tras terminar la edición. Se había convertido en un movimiento en el que cada proyección era productiva, y cada expansión de la red de proyección clandestina reproducía la obra de una manera diferente. Estos eventos crearon nuevos significados para entender a los proletarios participantes en la subcultura smart, empujándolos más allá de las intenciones del cineasta respecto a la libertad estética. Aunque la moda que rodeó a Éramos smarts ha pasado, esta infraestructura permanece y sigue abriendo fisuras dentro del sistema.
La opresión de los trabajadores «Smart» se parece a la de los trabajadores de cuello blanco urbanos
Las recientes presentaciones de Li Yifan de su documental Éramos smart se hicieron virales a finales de 2020 –la primera vez que la gente descubrió esta película, o la oscura subcultura smart–. Tras los exagerados peinados de los smarts, sin embargo, hay adolescentes dejados atrás por padres migrantes, trabajadores de las cadenas de montaje y jóvenes sedientos de reconocimiento y aceptación.
Como escribe el usuario de Douban «Mirando a la izquierda» en su reseña, «Ningún documental me ha conmovido tanto como Éramos smart. Durante toda la película, he estado cogiendo mi teléfono para tomar notas. La voz de los smart es una poderosa expresión filosófica de libertad, alegría y opresión».
El documental en realidad se estrenó hace casi un año. El 13 de diciembre de 2019, Li Yifan inauguró una exposición titulada «La luz herética» (意外的光芒) en en Museo de Guangdong Times. Varios centenares de móviles usados fueron instalados en el balcón del décimonoveno piso de un rascacielos, reproduciendo en bucle más de 900 vídeos grabados por trabajadores. Las escenas en las cadenas de montaje daban a la exposición una sensación mecánica y opresiva. Li invitó a la inauguración de la exposición a los trabajadores que habían participado en la grabación, pero al final los únicos que aparecieron fueron dos trabajadores que acababan de perder sus trabajos.
Li Yifan empezó a grabar sobre el tema de los smarts en 2017, entrevistando a 78 personas en total. Empezó en Shenzhen antes de viajar por todo Guangdong e ir finalmente a la «ciudad natal» de la subcultura en Guizhou y partes de Yunnan. Li dice que este documental no intenta registrar la historia de los smarts, sino más bien dejar que diferentes smarts narren sus propias historias individuales. Los documentales de Yi siempre siguen a gente concreta y sus situaciones concretas: los anteriores documentales Antes de la inundación (淹没) y Archivo aldeano: Archivos de vídeo Longwangcun 2006 (乡村档案) registraban la relocalización de la aldea de Taijie y los días vacíos de una aldea ordinaria occidental, respectivamente. Li también ha grabado cintas sobre la Ley Laboral, el cerdo y sobre los choques violentos en el Chongqing de los años 60, pero todavía no las ha editado en películas completas. Además de director, es un artista y profesor de pintura al óleo en la Academia de Bellas Artes de Sichuan, y ha llevado acabo investigaciones artísticas en colaboración en Chongqing y Shanghai, entre las que se incluyen Juventud migrante (外省青年) y El sexto anillo es uno más que el quinto anillo (六环比五环多一环).
La siguiente discusión entre NoonStory (NS) y Li Yifan (LY) trata temas como la subcultura smart y la presión por la supervivencia a la que se enfrenta la juventud contemporánea, la división rural-urbano, la cultura diaosi (屌丝) y las aplicaciones para editar vídeos cortos. Como dice Li, «cuando grabo documentales no tengo un motivo ilustrado para el proyecto. Lo que es más importante es dejar que se vea a gente que no ha sido vista antes».
NS: Recientemente, muchas ciudades han albergado proyecciones de Éramos smart. ¿Cuál ha sido la respuesta más interesante de la audiencia en las discusiones tras la proyección?
LYF: En casi todas las proyecciones, algún miembro de la audiencia dirá: «En realidad, me siento de forma muy parecida a los smarts, pero no soy tan valiente, no tengo el valor para resistir esta extrema disciplina social –tengo miedo de hacer algo que destaque–». Esto provocó mi interés. La mayor parte de los espectadores son miembros de la generación post-años 90, post-95 [los nacidos después de 1990 o 1995], trabajadores urbanos de cuello blanco –parecería que sus situaciones familiares no serían tan malas–.
Además, el sentimiento de represión que sienten estos miembros de la audiencia y los smarts es extremadamente similar. Se podría decir que es un problema compartido, generacional: Se preguntan, ¿cuál es el sentido de la vida que tengo ante mí? Los jóvenes smarts no sienten que ganar dinero sea ya algo con sentido. La generación de sus padres vino a la ciudad a trabajar, y aunque no podían ganar mucho, sus objetivos era extremadamente claros: por ejemplo, ganar lo suficiente para volver al pueblo y construir una casa, casarse y tener un hijo. Los jóvenes smarts, en cambio… Sus familias ya tienen una casa en su lugar natal, pero ellos no pueden ganar lo suficiente para comprarse una casa en la ciudad. Quizá no tengan ni siquiera lo suficiente para pagar una boda y casarse. Los jóvenes de cuello blanco quieren establecerse en la ciudad, pero también es difícil para ellos. Al final, los jóvenes de cuello blanco urbanos están en una posición muy similar a los smarts. Trabajan duro, pero no pueden alcanzar ningún tipo de objetivo, a no ser que se vendan completamente ellos mismos.
NS: ¿Cuál es tu opinión de estos trabajadores de cuello blanco que se llaman burlonamente a sí mismos ‘obreros’ (dagongren)?
LYF: No lo he pensado mucho. Pueden tener el mismo sentimiento de desesperación sobre su capacidad de cambiar su destino, sobre la movilidad de clase. Los trabajadores de cuello blanco también son trabajadores, su trabajo es difícil, pero, comparados con los smarts, es un tipo diferente de dificultad. Muchos trabajadores de cuello blanco quieren un coche mejor, o no están satisfechos con un bolso de 1.000 yuanes, quieren uno que cuesta 2.000 yuanes –en realidad han sido secuestrados por la sociedad de consumo–. Pero los smarts en realidad no tienen ningún dinero. Tras la [fase inicial de la] pandemia [en China, de enero a abril de 2020], muchos smarts no podían encontrar trabajo y dependían de préstamos en aplicaciones de móvil para sobrevivir. En mayo o junio, pudieron empezar a trabajar de nuevo para devolver la deuda. Hay un tipo que cría gallos de pelea que vendió uno de sus animales de premio para carne: un pollo de siete libras vendido por 300 yuanes. Esa clase de pobreza no podemos realmente entenderla.
Muchos jóvenes smarts se me han acercado para pedirme dinero, pero son siempre cantidades por debajo de los 100 yuanes. A veces piden solo 20 yuanes. Vienen a Guangzhou y no encuentran trabajo, no tienen nada para comer o incluso duermen en la calle. Los smarts en la película no están tan desesperados, porque son muy jóvenes. Pero los ejemplos que he visto, algunas de las personas de su entorno, realmente no tienen ninguna posibilidad, no tienen esperanzas. Les pregunto a los smarts: ¿alguno de tus amigos se ha hecho rico? Todos dicen que no, nadie lo ha conseguido.
NS: Mucha gente tiene curiosidad de por qué existe todavía una viva cultura juvenil smart en el distrito de Shipai de Dongguan. Todo el mundo tiene la impresión equivocada de que los smarts, QQ Space, y la cultura no convencional son todos parte de una especie de vida en internet o subcultura en desaparición.
LYF: No quedan muchos sitios realmente abiertos y que acepten a los smarts. Quedan solo unos cuantos baluartes finales: el distrito de Shipai en Dongguan, Chenghai en Shantou, y un pequeño distrito en Wenzhou todavía tienen unos cuantos smarts activos. Estos lugares comparten similitudes: un gran número de fábricas pequeñas y talleres, la mayor parte de los cuales producen pequeños componentes para alguna gran fábrica de electrónica, o hacen pintura en aerosol para las fábricas de juguetes, o producen otros componentes muy pequeños y simples.
La gerencia en este tipo de fábricas pequeñas no es tan estricta, y no tienen muchos requerimientos culturales –no les importa si te dejas crecer el pelo, por ejemplo. Por supuesto, los salarios también son bajos. Son precisamente estos lugares los que permiten que los smarts sigan existiendo. Por supuesto, los smarts no se peinan de manera especial cada día –normalmente esperan al fin de semana para hacerlo–. Una buena laca solo puede mantener tu pelo erguido durante tres días como mucho, y normalmente solo dura un día antes de caer. En 2018, cien smarts fueron a una reunión en Shipai y las grandes peluquerías no podían mantener el ritmo, hacían peinados desde primera hora de la mañana hasta el final de la tarde. Los fines de semana largos cuesta 40 yuanes hacerte un peinado, y 20 los días entre semana.
Ahora quedan quizá solo unos centenares de personas en el país involucrados en la cultura smart. La definición interna de la cultura también cambia: muchos smarts usan pelucas, porque no pueden encontrar trabajo si se dejan crecer el pelo. Cuando llevan una peluca para grabar un vídeo o pasear por las calles, sienten como si su aspecto fuese como antes, cuando se dejaban crecer el pelo. En ese momento, sienten que se han convertido en una persona diferente.
NS: Viviste en Shipai algo más de un mes. ¿Qué es lo que más impresión te causó mientras estabas allí?
LYF: Quedan todavía algunos buenos espacios públicos en Shipai: hay dos pistas de patinaje y el Parque Shipai. Creo que el diseño del parque es especialmente bueno: no es elitista, sientes que no se rechazará a nadie, esa especie de sensación. El parque parece un lugar en el que todo el mundo puede encontrar un lugar para sentarse y divertirse. El parque está también cerca de las fábricas, y los smarts puede ir a presumir y alejarse de la vida de la cadena de montaje.
Una vez en 2018 estuve en el parque Shipai y todo el escenario era magnífico: era un fin de semana largo, y los trabajadores no tenían nada que hacer. Decenas de miles de jóvenes paseaban por el parque, circulando. Eran todos trabajadores normales, que ganan muy poco dinero, el nivel más bajo. Muchos de ellos eran miembros de grupos étnicos minoritarios del sur. Los smarts también estaban allí, un parte muy pequeña del grupo. Podías ver que había gente Miao cantando, gente Zhuang cantando duige (对歌), y gente haciendo lucha libre, muy formalmente, en las tradiciones étnicas de lucha libre. Mucha gente estaba sentada en el suelo, reuniéndose con gente del mismo lugar de origen, charlando y jugando con sus teléfonos.Este tipo de ajetreo es raro en otros lugares. Por ejemplo, en algunas grandes fábricas, son muy particulares respecto a los cambios de turno: solo unas cuantas personas entran y salen cada 15 minutos, así que nunca ves este tipo de multitud, solo una corriente continua de gente entrando y saliendo en una larga linea. La mayor parte de la gente simplemente coge su teléfono, haciendo scroll sin parar, esperando empezar su turno. Por la noche, cuando todo el mundo sale [de las fábricas], en Guangdong hace calor, y la gente no quiere volver a su dormitorio, así que los trabajadores cansados se sientan en el arcén, o se tumban y juegan con sus teléfonos. No hay ningún lugar en el que divertirse, así que no pueden ser como los smarts, casi estallando de entusiasmo, dejando que todo el mundo los siga.
NS: En una charla que diste, dijiste que no hay smarts con vidas maravillosas: las vidas de los smarts son extremadamente empobrecidas. ¿Comparados con los smarts, los trabajadores normales de fábrica están aún más empobrecidos?
LYF: Comparados con los trabajadors normales en las pequeñas fábricas, los smarts son solo ligeramente diferentes. Los smarts son un poco más sensibles, un poco más artísticos. Prestan un poco más de atención a sus propios cuerpos y emociones, y las reacciones del mundo exterior. Esto es diferente de la mayor parte de los otros trabajadores, que simplemente miran las normas sociales y las siguen. Los smarts normalmente no soportan eso, y quieren hacer algo diferente.
Cuando entrevistábamos a los smarts, normalmente lo hacíamos en pequeños hoteles, después de las 10 de la noche. En los distritos fabriles no es posible encontrar ningún otro sitio en el que hacerlo. Tras trabajar diez o doce horas, estos chicos tenían que ir a casa primero, ducharse, peinarse y cambiarse con ropas mejores antes de venir a la entrevista. Son un poco más atentos en este sentido. Pero están bajo el mismo salario por horas o por pieza en el que nunca pueden dejar de seguir el ritmo. Si sus manos dejan de moverse, de repente ya no tienen dinero.
Cuando migran en busca de trabajo, la mayor parte de los trabajadores dependen de las relaciones de su lugar de origen. Pero los smarts han saltado más allá de las redes de los lugares natales. En Guangxi, Hunan, Guizhou, Hainan y otros lugares, los smarts compartían sensibilidades estéticas y conexiones en línea para crear sus propias familias. Dentro de esta familia, son como hermanos y hermanas: «si vienes aquí a trabajar, te puedes quedar conmigo unos cuantos días mientras te estableces».
Un smart estaba hablando conmigo en cierta ocasión, y no lo grabé, pero por la forma en que se expresaba era casi como un filósofo. Dijo: «Si no eres un smart, no tienes una historia. Una vida gastada en la cadena de montaje no tiene ningún valor».
NS: Encargaste 915 vídeos cortos, y seleccionaste algunos para meterlos en tu documental. ¿Qué fue lo que te conmovió de estos vídeos autofilmados de trabajadores comunes?
LYF: Los vídeos que recogí se pueden separar en tres tipos. La mayor parte son vídeos de puestos de trabajo, o de la cadena de montaje. El segundo tipo registra la vida dentro de la fábrica. El tercero registra la vida cotidiana de quienes buscan trabajo en los distritos fabriles. Los vídeos vienen de Shipai, Dongguan, Shenzhen y otras áreas con grandes concentraciones de fábricas.
Ningún vídeo en concreto de los recogidos de los lugares de trabajo me causó una impresión muy profunda, pero tras verlos todos, colectivamente me produjeron una nítida impresión: el ambiente del lugar de trabajo, las horas, todo esto iba más allá de lo que había imaginado. Sabía que la gente trabaja horas extra, pero no sabía que trabajasen tantas. Muchos ambientes de trabajo son bastante malos, y los trabajadores son muy jóvenes.
Algunos de los trabajadores grabaron las condiciones en fábricas más grandes. Esto es bastante difícil hacerlo, porque sacar tu teléfono puede suponer que seas multado. En uno de los vídeos, el jefe de turno hace que los trabajadores digan: «Hola, cómo está usted, yo estoy bien». En el vídeo, puedes ver la posición en la que se coloca a los trabajadores, siendo maldecidos o regañados. En otra, dos chicos están parados, así que buscan trabajo, y el vídeo que graban muestra todo el proceso de petición de trabajo, incluido un test de sangre. En las entrevistas de trabajo, comprueban tus manos, comprueban tu cuerpo, como en un mercado de esclavos, miran si puedes mover bien las articulaciones. Esos dos vídeos me causaron una profunda impresión.
NS: Antes de que conocieses ningún smart, cuando solo habías oído hablar de ellos por internet, dijiste que creías que «representaban una resistencia al consumismo». ¿Por qué llegaste a esa conclusión?
LYF: En 2010, hice un programa artístico sobre la «juventud migrante» con algunos artistas en Chongqing. Nuestros carteles abogaban por la «autodefinición» y la «autonomía estética». En Wuhan, desarrollé el Plan Artístico Donghu con Li Juchuan.[1]
Ambos eran intentos por resistirse a los valores y estéticas dominantes. Por ese tiempo, vi a los smarts en internet. Basándome en sus imágenes y escritos, pensé que los smarts eran unos estudiantes universitarios de tercer nivel. Era difícil para mí entender por qué alguien tomaría la iniciativa de difamarse, humillarse, hacerse voluntariamente feo, maldecirse como estúpido y reírse de su propio título ‘noble’. Pero lo mantuvieron durante mucho tiempo, con mucha gente formando parte: ¿no es eso una especie de resistencia cultural?
No fue hasta muy tarde que comprendí que nunca había visto smarts reales en internet: lo que había visto eran movimientos para difamar a los smarts. Respecto a cualquier tipo de resistencia, era una impresión errónea que me había hecho de gente intentando difamarlos.
NS: En una charla, mencionaste que la división rural-urbano apareció en la cultura no mainstream alrededor de 2007. Fue alrededor de 2010 cuando los smarts empezaron a ser estigmatizados en internet. ¿Por qué esos cambios se produjeron en esos momentos?LYF: En el periodo inmediatamente anterior y posterior a las Olimpiadas de 2008, se creó una gran división entre la China rural y la urbana. La información exterior estaba entrando en tromba, mucha gente también empezó a viajar al extranjero: la sociedad sufrió un cambio enorme. Pero esto tuvo mucha más influencia sobre los urbanitas: sus salarios aumentaron, y la gente que se había dedicado previamente a modas «no convencionales» (非主流), incluso aquellos con cortes de pelo «heréticos» (异端), empezaron a desarrollar un sentido estético más sofisticado.
Pero el cambio en el ambiente de los trabajadores migrantes no fue tan grande. Siguieron trabajando duro. Si trabajas de diez a quince horas cada día, y solo compruebas cuanta gente visita tu QQ Space cada día, tener unas cuantas visitas más es suficiente para darte una sensación de éxito con la que te puedas ir a dormir más feliz. Otro hobby era ver lo que una estrella u otra había hecho con su pelo recientemente e imaginarse si podrías hacer lo mismo. Mucha gente estaba justo en este tipo de situación.
Con un ritmo tan rápido de trabajo, bajo presión extrema y depresión, lo que necesitas –lo que los trabajadores necesitan, es algo especialmente fuerte, como un corte de pelo muy alejado de la moda convencional–. En ese momento, había una frase: «contracultura rural». Entre los no-conformistas, en las subculturas, hay un montón de «familias» o «clanes» diferentes, y los smarts son solo parte de ello. Por ejemplo, la familia Nieve Cruel, que básicamente vende cosas en línea para ayudarte a configurar una cuenta QQ Space realmente guay, o la familia Amor Enterrado, que se proyectan como alguien muy deprimido, diciendo frases pegadizas como: «Mi corazón está roto, no puedo amar durante 10 años» o «Mi amor está enterrado durante tres años» –este tipo de cosas que tienen que ver con las relaciones–. Pero el término smart [shamate, transliterado de la palabra inglesa «smart»] salió de este círculo específico [de participantes en moda «no convencional»], y la gente en internet empezó a aplicar este término a cualquiera con ese tipo de corte de pelo.
Antes de 2010, nadie conocía a los smarts, estaban solo en su propio círculo. Y los smarts no entendían el mundo exterior –pensaban que eran la gente más a la moda de China, y publicaban fotografías en todas las redes sociales–. Vieron que el forum Li Yi en Baidu era realmente popular, así que enviaron fotos a Li Yi. En esa época, cuentas demasiado sinceras como Hermana Furong todavía eran realmente populares, así que cuando la gente se encontró con los smarts, encontraron algo más de lo que burlarse, ¿y no es ese un lugar confortable en el que estar?
NS: A partir de aproximadamente 2013, la cultura smart desapareció gradualmente. ¿Por qué hubo un repentino aumento significativo de gente burlándose de la cultura smart en internet? Desde tu punto de vista, ¿cuál es el contexto detrás de esto?
LYF: En esa época, la cultura diaosi (屌丝) era popular.[2] En realidad diaosi no es un grupo muy claramente definido y su autoconfianza no era demasiado mala: la gente en el grupo pensaba que sus talentos simplemente no habían sido todavía reconocidos. Diaosi y smart no es lo mismo: diaosi sigue reconociendo y aprueba la élite cultural, es solo que la élite no los reconoce a ellos. En esa época, los diaosi habían visto surgir una ola de otras culturas en peor situación que ellos, y querer meterse con otros es una mentalidad muy común.
Toda sociedad existe dentro de una cultura de élite o un sistema racional. Aquellas cosas que están de acuerdo con las reglas deben siempre ser suprimidas. Fuera de esta [supresión] no puede haber otra forma de relación. Ni siquiera queremos llegar a un entendimiento básico de qué es en realidad aquello que no está de acuerdo con las reglas. Lo que creo que es interesante es que tanta gente de los que se cuelan en grupos QQ no convencionales, echan gente del grupo y despedazan continuamente las familias [en línea] de la gente sea diaosi.
Diaosi acepta la cultura de élite: la cultura de élite dice que los smarts son feos, que su estética es problemática. Los diaosi no comprenden en absoluto que la estética es un constructo cultural, creen que la cultura marginal no es un asunto subjetivo. Así que cuando ven a un smart solo, lo ven como una oportunidad de dar rienda suelta. Esto es, para probar que son «élite» pegan a los smarts. Es ese tipo de conducta, ¿sabes?
El conjunto de la sociedad está en un proceso de estandarización, haciendo difícil que se tolere a gente como los smarts. Diaosi esperaba conseguir el reconocimiento mainstream cuando fuesen comprendidos finalmente sus talentos, pero los smarts ni siquiera saben lo que es «élite». En realidad, la palabra diaosi todavía tiene una pequeña connotación de resistencia, un orgullo que ya no existe hoy cuando [jóvenes de cuello blanco] dicen [sin esperanza] que ellos son [simplemente] «obreros comunes» (dagongren) o ‘996‘ [trabajar doce horas al día, de 9 a 9, seis días a la semana].
NS: Dijiste que cuando estabas filmando el documental descubriste que los smarts tienen miedo del mundo, haciendo difícil llevar a cabo las entrevistas. ¿Qué me puedes decir de las palizas que se produjeron alrededor de 2013?
LYF: Hubo gente que pensó que el estilo de pelo de los smart y su forma de hablar en internet era demasiado arrogante, así que solo querían pegarles. Cuando Luo Fuxing estaba en la escuela secundaria y se acababa de hacer famoso en internet, tenía su propia «familia» [smart] en línea. A causa de esto, le pegaban y le insultaban en el colegio, que fue la principal razón por la que lo abandonó. Algunos smarts también mencionaron que cuando estaban comiendo en Kunming, fueron forzados a tirarse al suelo por gente de otra mesa y les quemaron el pelo.
Antes de eso, cuando lo smart era solo una especie de moda, nadie pensaba que fuese malo. Pero cuando la opinión pública llegó a creer que lo smart era malo, los smarts acabaron demonizados por extraños. Un smart me dijo que estaba trabajando en un distrito industrial y no sabía que de vuelta a casa nadie participaba ya en la cultura smart. Cuando volvió, sus amigos le dijeron: «Date prisa y lávate el pelo. Cuando la gente con un corte de pelo smart viene al pueblo, les pegan». Otro smart me contó sobre otro tipo de situación: antes también había sido smart, pero cambió de bando y empezó a pegar a los smarts. Cuando le pregunté por qué, me dijo: «Ninguno de nosotros participa ya. Pensamos que no es serio, pero aquí estás tú, todavía jugando con ello». En los distritos industriales, un smart solitario será a menudo golpeado tras acompañar a una chica a casa. La raíz de todo esto es una lealtad ciega a la estética de la cultura dominante.
NS: En el pasado, los smart y otras culturas no-convencionales fueron a menudo el blanco de todas las bromas. Hoy, a los netizens también les gusta burlarse de los muk-bangs [espectáculos de gente comiendo] y los vídeos de tema rural. ¿Tienen similitudes estas dos tendencias?
LYF: Hay algo común aquí. Podemos ver que la cultura urbana es una especie de cultura de «contraataque»: se opone a la cultura dominante. Por ejemplo, en las ciudades algunos jóvenes dicen: «Somos tan subculturales» (亚). Piensan que esto los hace guays y se sienten validados. Pero no se identifican con los smarts o presentadores de livestream en Kuaishou [una plataforma en línea orientada hacia los jóvenes trabajadores migrantes], así que no los aceptan com contraculturales.
En el documental Éramos Smart, una smart dice, «Aunque esta cosa (participar en la cultura smart) fuese mala, lo haría de todas formas». Y Luo Fuxing dijo: «Me convertí en un chico malo». No pensaba de sí mismo que fuese impresionante, e incluso pensaba que podía estar equivocado. Trataron a lo smart como un medio de autoprotección. Ahora pasa algo parecido con los livestreamers: en el fondo piensan, «Si decís que soy estúpido, pues soy estúpido. Pero necesito ser visto».
Lo que es diferente es que si grabas vídeos «vulgares» en Kuaishou, te puedes beneficiar de ello: tiene un ángulo comercial. Si tu vídeo es recomendado en Kuaishou, la recompensa por retransmitir en vivo puede cambiar completamente. Esto incluye a un falso smart que se convirtió en un «gran V» [usuarios verificados con más de 500.000 seguidores] en Sina Weibo: es todo una especie de cultura fan. Pero los smarts no se benefician, no son nada más que parpadeos que aparecen mientras haces scroll en tu muro de QQ: «nobleza» de diamante amarillo, «nobleza» de diamante púrpura, y demás. Estos estatus de élite (diamante amarillo, diamante púrpura, etc.), no tienen nada que ver con la clasificación, son solo para presumir (办家家). No significan que yo soy un duque, solo significan que puedo más que tú, un conde. Como mucho, puedes pagar 5 yuan por unirte a un grupo smart en QQ. Dentro de la cultura smart, se trata más de permanecer en un grupo para mantener el calor, consolándose mutuamente unos a otros.
NS: Hay quien dice que en Kuaishou puedes ver otro lado de China, otro tipo de «paisaje»: documentales que describen de manera realista esta generación. Como cineasta documentalista, ¿estás de acuerdo con esta valoración?
LYF: Cuando le pedí a mi equipo que reuniese vídeos, al principio estaba inspirado por el formato de vídeo corto de Kuaishou. En esa época, no usé vídeos de Kuaishou directamente. Era principalmente por un problema para conseguir derechos de publicación, pero también técnicamente hablando no había forma de usarlos. Los vídeos que el equipo envió tenían efectos especiales añadidos y eran demasiado cortos: la mayoría eran solo unos segundos en bucle. Algunos vídeos ni siquiera tenían el sonido original y tenían simplemente una canción por encima.
Clips que firmen la vida real son demasiado raros en Kuaishou. La mayor parte de las grabaciones en Kuaishou han sido hechas para entretener. La mayor parte de la gente que produce vídeos viene de una cultura fan, y publican vídeos porque quieren atraer gente y conseguir likes. Los documentales, por otra parte, están hechos para reflexionar sobre el ambiente. Algunos vídeos de Kuaishou huyen de la vida real justo cuando están a punto de reflejarla, y usan un estilo de entretenimiento o filtros para procesar el vídeo.
NS: En 2005 estrenó su primera obra, Antes de la inundación (淹没), un documental grabado por usted y Yan Yu. ¿Como pasó de su anterior profesión a convertirse en un cineasta documentalista?
LYF: Acudí a la universidad en la Academia Central de Drama. En esa época, al teatro no le iba muy bien: la mayor parte de la gente quería rodar películas [de ficción] o programas de televisión. Yo no estaba adaptado al trabajo colectivo, la creacion colectiva –tenías que gestionar un montón de gente, unir coraje e ingenio con el equipo, conseguir patrocinadores, buscar actores, y demás– así que abandoné este tipo de cosas. Pude madurar cuando entré en el Instituto de Bellas Artes de Sichuan en Chongqing, donde los artistas eran más normales.
Después de graduarme en 1992, fui a Guangzhou y fui responsable de la grabación de anuncios en una agencia de publicidad. Renuncié a filmar anuncios independientemente antes de haber pasado en la compañía dos años. En 1994, fuí a Beijing a grabar una película promocional sobre la agricultura moderna. No entendía realmente de agricultura, así que empecé por el principio, leyendo libros sobre agricultura y sociología. Pasé entre cuarenta y cincuenta días leyendo libros en el centro comunitario de la Federación de Sindicatos de Toda China (职工之家).
Después volví a Guangzhou y me mudé al lado de la biblioteca provincial, donde leí mucho más. En ese momento me sentí en conflicto: leer libros y ganar dinero estaban en conflicto, y sentí que grabar comerciales no tenía sentido. Tras dos años, volví a Chongquing. No hice nada. Me quedaba en casa leyendo o vagaba por la ciudad, viendo lo que diferentes artistas estaban haciendo. Esto fue así durante unos cinco años.
En el año 2000, un compañero de clase vino a Chongqing y me dijo que se estaba introduciendo en la tecnología digital. Había conseguido que alguien le prestase uan cámara de vídeo digital y había grabado un documental sobre barberos pasados de moda. Pensé que era una buena idea, así que me compré una cámara y grabé mi propio documental. Mientras filmaba Antes de la inundación, estaba aprendiendo, haciendo y pensando al mismo tiempo. Por primera vez en esos años [mientras estaba filmando] estaba realmente expresando mis deseos. Tras pasar tantos años leyendo, quería saber: ¿Qué narices le estaba pasando a China?
Me quedé en Fengjie durante 11 meses, a lo largo de las cuatro estaciones, volviendo a Chongqing solo dos veces a por ropa. Cada día salía temprano de casa y volvía tarde. Muchas cosas que experimenté me causaron una profunda impresión hasta hoy día. La experiencia que me causó la impresión más fuerte no aparece en la película. Había filmado a una persona de un grupo de demolición que se había electrocutado hasta morir: el cuerpo permaneció allí durante tres o cuatro días. Su mujer estaba al lado, llorando, pero nadie le prestaba atención.
¿Qué es la compensación por reasentamiento (赔偿), y qué es el desembolso por reasentamiento (补偿)? La compensación es que si alguien rompe un tazón, te dan un tazón. Reembolso es que si rompen tu tazón, te reembolsan con una cuchara. La política de reasentamiento es reembolso, no compensación. La gente corriente dice: «Lo que dice suena bien, pero ¿dónde voy a vivir?» He visto muchas cosas, incluida la relación entre lo colectivo y lo individual, qué sucede en los niveles más bajos y la condición humilde de individuos en medio de los mayores acontecimientos.
NS: Cuando grabas documentales, a menudo mencionas «experiencias en carne y hueso» ¿Puedes explicar esto con más detalle?
LYF: Cuando grabas un documental, puedes usar internet para buscar material o entrevistar a la gente implicada. Pero esta no es mi experiencia. Aunque haya conseguido un montón de información [en internet], sigo queriendo ir a vivir a Shipai, quiero ir a los lugares natales de los smarts y deambular por el campo. Esto puede determinar el enfoque que escoja cuando edite, el peso que le doy a los acontecimientos: destacar algunos elementos conmovedores y minimizar otros. Esto es el elemento especialmente importante de la «experiencia en carne y hueso».
Hoy, cuando vemos cosas en internet, realmente no podemos saber si son verdad o mentira, tenemos que ir y ver por nosotros mismos. Solo cuando estás cara a cara con esas personas puedes ver su punto de vista, conocer su lógica y razonamiento.
Cuando te quedas en el lugar de nacimiento de un smart, te das cuenta de que sus casas son extremadamente destartaladas, pero tienen una conexión a internet muy rápida. Si no vas, no hay forma de que experimentes esta especie de absurdo. Si no viajas de Shanghai a las partes montañosas de Yunnan y Guizhou, no puedes hacerte una idea de los doscientos años de brecha [en desarrollo] entre las diversas regiones de China. Por internet, puedes tener la impresión de que esos lugares son pequeños y pacíficos pueblos rodeados de un bello paisaje. No te das cuenta de que esos bellos lugares no pueden mantener a una persona, que tiene que abandonarlos para trabajar. La experiencia en carne y hueso puede pinchar las imágenes de realidad que has recibido en internet, o a través de la propaganda, rehaciendo tus impresiones de la realidad.
Cuando hablamos de datos –por ejemplo, trabajadores que trabajan diez horas, once horas– estos no dejan ninguna impresión en ti. Es solo cuando les ves salir del trabajo y ves ese tipo de agotamiento, ves a trabajadores sentándose en el arcén, sin que nadie hable –unos miran sus teléfonos, otros no miran nada–, es solo entonces cuando puedes captar este tipo de agotamiento.
NS: Mencionas a menudo cómo los métodos que las aplicaciones de hoy usan para impulsar su contenido, incluidos los algoritmos y la IA, pueden hacer que diferentes niveles de la sociedad se vuelvan más segmentados. ¿Podrías hablar más específicamente sobre esto?
LYF: En las elecciones en los EEUU, cada [facción] impulsa su propio [contenido]. Todo el mundo ve solo las partes que quiere entender. Cuando estás mirando siempre a algo, el peso que tu cerebro le da se hará cada vez más fuerte. Cuando surge otra información, puedes ignorarla. La información que tu recoges mediante tu teléfono tiene más peso, mucho más que información de la vida real. Mucha gente también confiará en la información que recibe por teléfono, que se convierte en realidad.
Antes de llegar a Shipai, no habíamos añadido ningún smart de Wechat o Kuaishou. Todavía no habíamos visto sus posts. Cuando encienden el teléfono, es solo para buscar trabajo, usar aplicaciones para trabajar, comprobar cuánto dinero les queda, ese tipo de información. Para estos jóvenes, este es el único tema en el que se pueden ver reflejados –a nadie le importan las elecciones en los EEUU–. No van al cine a ver películas y la mayoría no pueden ir a Guangzhou o Shenzhen, pues no pueden conseguir suficiciente dinero juntos. Cuando sacábamos chismorreos de estrellas del entretenimiento, tampoco les interesaba. Lo que discutían era completamente diferente de aquello sobre lo que lo hacemos nosotros. Los teléfonos móviles no han establecido ningún puente en absoluto entre estos dos tipos de brecha.
Los algoritmos y las recomendaciones de las aplicaciones de teléfono tienen una mayor influencia sobre los urbanitas. Pueden conseguir que esta generación, especialmente los jóvenes urbanitas, se vuelvan especialmente estrechos de mente, porque pasan más tiempo con sus teléfonos. Los trabajadores se pasan la mayor parate del tiempo en el trabajo, y el resto del tiempo durmiendo, enfrentándose a más presión en la vida cotidiana.
NS: El protagonista de Éramos Smart, Luo Fuxing, proporcionó mucha ayuda al rodar el documental. Por ejemplo, a él se le ocurrieron los eslóganes para reclutar smarts para ayudar con la película: «No es necesario hacer un depósito» y «Un ingreso diario de 1.000 yuanes está a tu alcance». Tras estar en contacto con él durante tanto tiempo, ¿de qué formas te ha inspirado?
LYF: Comprendí más tarde que la lógica de los trabajadores y nuestra lógica no son lo mismo. Cuando Luo Fuxing dijo «No es necesario hacer un depósito» era porque a mucha gente la habían timado en internet, empezando el timo con un depósito. Muchos chicos habían sido timados por esquemas piramidales. En realidad, no es porque quieran ganar dinero, sino porque había chicas que les engañaban para unirse. Una chica decía: «Si te unes, me casaré contigo». Se unían, y luego no podían salir hasta que no les habían timado todo su dinero.
Durante la colaboración, a menudo entraba en conflicto con Luo Fuxing. A veces yo estaba hablando con Wu Ya, la directora de fotografía, sobre café o algo que había pasado internacionalmente, y Luo Fuxing se enfadaba mucho y al día siguiente no venía al trabajo. Creía que había sido ignorado. Pensaba que solo habíamos estado intentando presumir.
También aprendí lentamente cómo cambiar mi método de hablar con los trabajadores, entendiendo su forma de pensar. Por ejemplo, un periodista vino una vez a entrevistar a los smarts, pero estos querían que se les pagase. El periodista dijo que eso violaba la ética periodística. Mi punto de vista es que tu ética puede estar bien, pero esta ética tuya toma el tiempo de otra gente. Los trabajadores en la fábrica miden su tiempo en términos de dinero: la fábrica ha determinado que una hora vale 20 yuanes.
En el proceso de interactuación con Luo Fuxing, este tipo de cosas sucedía muy a menudo. Poco a poco descubrirás que tus pensamientos no son tan claros como los de los intelectuales, y que algunas cosas han cambiado.
NS: En el documental, Luo Fuxing dice que tiene miedo especialmente de ir a Shenzhen. ¿Este fenómeno es común entre los smarts y otros jóvenes trabajadores?
LYF: En ese momento, el show de Zhejiang «Sueños convertidos en realidad» encontró a Luo Fuxing y quiso ayudarle a abrir una peluquería en Shenzhen. Fuí con él a la ciudad: él miraba la información sobre los alquileres y miraba los escaparates en el pueblo urbano, pero al final siempre volvía al distrito fabril. Sentía que era el único lugar al que pertenecía, el único lugar en el que podía quedarse. Se sentía incómodo en otras partes de la ciudad, incluso aunque fuese el pueblo urbano. La gente allí hablaba de cosas que un smart no podía entender.
La segmentación del delta del río de la Perla es muy obvia. Los pueblos urbanos, las áreas ricas y los distritos de cuello blanco son diferentes espacios. La gente de la ciudad puede ir al pueblo urbano, pero nunca irán a los lejanos distritos fabriles. Las vidas de los smarts están en los distritos fabriles, por lo que de la misma manera no entienden la vida en la ciudad: están aislados [del resto del mundo] y segmentados. En el distrito fabril, puedes pasar toda tu vida sin ni siquiera comprar un cable para cargador de Apple. Las villas urbanas en Shenzhen y Guangzhou tienen características diferentes, pero son muy similares a la vida en la ciudad misma. Por ejemplo, snacks como las natillas de doble piel (双皮奶) pueden ser un poco más baratas en el pueblo urbano, pero la calidad no es tan diferente de las que comes en la ciudad. En el distrito fabril, el precio es aún más barato, pero la calidad ha cambiado completamente: no saben a natillas para nada. Los distritos fabriles no son nunca muy diferentes entre sí, no importa si estás en Guangdong, Fujian, Zhejiang, o Sichuan. Los distritos fabriles constan enteramente de enclaves para gente de fuera de la cudad –son más como el campo–.
NS: ¿Qué más no sabemos de los smarts?
LYF: En la cima de una montaña en Guizhou, me encontré con un smart que ganaba 3.500 yuanes al mes en su ciudad natal. Le gustaba hacer donaciones (打赏) a otros smarts por internet, gastando hasta 5.000 yuanes al mes haciendo eso. Otro smart incluso pedía dinero prestado para ese propósito, creyendo que eso mostraba su orgullo smart, que creaba una atmósfera de pertenencia. Las experiencias de los smarts son muy parecidas. Por ejemplo, la experiencia de ser un niño dejado atrás, o que te roben tu bolsa tan pronto como bajas del tren [en la ciudad]. O «cuando cogí una moto-taxi, me engañaron: cuando me subí, el conductor me dijo que costaría diez yuanes, pero cuando llegué el conductor me dijo que tenía que pagar 100». Usan un estilo estético compartido, un corte de pelo y una experiencia para establecer un sentido de comunidad (同温层).
Además de esto, la gente dice que la canción «Smart encuentra a Lavar, Cortar y Secar» (洗剪吹) no la hicieron ellos y los smarts ni siquiera escuchan esas canción. Cuando fuimos juntos a Yunnan y Guizjou para ver el campo smart, fuimos en coche. Yo llevaba un altavoz bluetooth y nunca había escuchado ninguna de las canciones que pusieron durante todo el viaje. No podía soportarlas, el ritmo era tan repetitivo que era como un lavado de cerebro.
NS. Éramos Smart presenta muchas experiencias vitales individuales. ¿Qué tipo de lecciones pueden dar estas experiencias a los jóvenes de hoy?
LYF: No me atrevo a decir a quién puede ilustrar. Hoy, a la gente todo lo que le gusta discutir es quién tiene razón y quién está equivocado, quién puede dar más ilustración a quién. Pero lo que más se necesita es desencanto (祛魅), dejar que las cosas en la sombra se vean. Algunas personas podrían ser capaces de ver a los trabajadores bajo una nueva luz, algunos podrían verse ellos mismos. Algunas personas saben realmente qué es la «herejía», mientras otros podrían ver que a los intelectuales les falta empirismo. Todas estas cosas son posibles, pero mi intención [en la película] no era hacerla con el espíritu de la ilustración. La cosa más importante es ayudar a lo no visto a ser visto.
https://youtu.be/bGXyNBMo_GE
Notas
[1] Para el transfondo del Plan Artístico Donghu en una lucha contra el desarrollo comercial de la Reserva Ecológica del Lago Este en las afueras de Wuhan, vésase Espigando los campos del bienestar, en el nº 1 de la revista Chuang -y también publicado en EspaiMarx-. Esto se menciona también en “When There’s a Fire, We Run” de nuestro libro Social Contagion and Other Material on Microbiological Class War in China.
[2] Diaosi (literalmente, ‘pelo del pene’) significa algo así como ‘perdedor’. Alrededor de 2012, el término fue adoptado por jóvenes trabajadores de cuello blanco que se sentían frustrados respecto a la posibilidad de conseguir los objetivos que la sociedad había establecido para ellos -similar al reciente ‘tumbarse plano‘ (tangping) de los jóvenes trabajadores frustrados por su experiencia de ‘involución‘ (neijuan). Véase «’Diaosi’: Understanding China’s Generation X» and «China’s underdog youth find success in ‘diaosi’ – or ‘loser’ – identity.»
Traducción de Carlos Valmaseda
Fuente: https://chuangcn.org/2021/09/rise-and-fall-of-a-proletarian-subculture/