Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La alargada sombra del Mossad

Salvador López Arnal

El Congreso de diputados del Reino de España, esa Monarquía falsaria de Borbones y opusdeístas que envía al futuro Rey español a conversar con el presidente Uribe, uno de los responsables políticos que con más méritos figura en la historia universal de la infamia, mientras los hooligans empresariales españoles lanzan proclamas satisfechas para su reelección indefinida, ese congreso decía, esa instancia supuestamente democrática y representativa de la voluntad general de la ciudadanía española, firmó ayer, 25 de junio de 2009, como ha señalado Luis Calvo en Público, “el certificado de muerte de la justicia universal para los tribunales españoles”. A partir de ahora, los jueves españoles sólo podrán abrir una causa penal cuando los responsables de la causa se hallen en territorio español, se demuestre una conexión relevante con España o existan víctimas españolas, con el añadido que si en otro “país competente” o bien “en el seno de la tribunal internacional” existe un proceso abierto, e proceso español quedará sobreseído provisionalmente.

Gaspar Llamazares, esta vez sí, lo expresó con claridad y distinción: “Hoy [ayer, también hoy] es un día triste para la justicia universal y los derechos humanos. Hoy es un día triste para todas las víctimas, para las palomas. Hoy solo brindarán con champán los halcones de Guantánamo o Gaza”. Joan Herrera, de ICV, esta vez también, le aplaudió. Casi en solitario.

Como la infamia es aléfica, inconmensurable, vale la pena recordar el resultado de la votación parlamentaria. Votaron a favor de la limitación, votaron a favor de la (contra)reforma judicial: los diputados de esa moneda de dos caras llamada PPSOE; los de CiU, con un Duran i Lleida cada día más en la derecha-derecha emulando las andanzas de Andreotti y su democracia (anti)cristiana; UPN, tan rancia y antiespañola como siempre, y UPyD, ese partido de extrema derecha españolista, aupado y apoyado por conocidos intelectuales españoles que dicen ser de izquierdas e ilustrados. Votaron en contra: ERC, BNG, NaBai, IU e ICV (un diputado del PP, por error, votó también en contra).

En total, 329 a favor de la contrarreforma, a favor de combatir la justicia universal, a favor de la impunidad y la ignominia; 9 votos a favor, y 6 abstenciones, 5 del PNV y una del PSOE que constaban como ausentes. ¿Representa esta votación la voluntad de la ciudadanía española? ¿Es posible creerlo? ¿Es siquiera pensable?

Si alguien después de ello, si algún diputado, senador, cuadro, dirigente, militante o votante del PSOE, mal o bienintencionado nos dice o dice que su partido tiene algo que ver, por remoto y escuálido que ese algo pueda ser, con la izquierda, ríanse, ríanse, con todas sus fuerzas y con insoportable dolor en el esófago. ¿Alcaldesas tránsfugas que se incorporan a un gobierno porque representa muy bien su sensibilidad de izquierdas? Por favor… ¡Qué risa, tía Felisa!

Si alguien, añado, les hablara alguna vez del republicanismo del primer ministro Zapatero y de su proyecto regenerador de la vida pública española, no se contengan, disparen contra el pianista todos los tomates que estén a su alcance. Todos, no dejen ni uno tirado en el suelo. No debería ser esa su ubicación

Ni que decir tiene que la causa última de la reforma es la promesa del ministro de Exteriores español, el señor Moratinos, a la que fuera su homóloga de extrema derecha del gobierno racista de Israel. Ella misma lo anunció públicamente en un descuido (o en una demostración de poder, de voluntad de poder): inminencia de la reforma judicial española. ¿Investigar el ataque de su ejército en julio de 2002 a la población indefensa de Gaza? Pero, ¡qué se habrán creído! ¡Sabrán acaso con quien se juegan los cuartos, las armas y las exportaciones!

Pinochet, Franco, Somoza, Sukarno, y sus afines ríen, escupen, bailan sudorosos y alegres en tus tumbas y palacios. Nadie les tose, nadie les toserá, nadie limitará en un ápice su despotismo. Mientras tanto…, ¡ay!, mientras tanto, /los negros que sacan las escupideras,/los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,/las mujeres ahogadas en aceites minerales,/la muchedumbre de martillo, de violín o de nube, /ha de gritar aunque la estrellen los sesos en el muro, / ha de gritar frente a las cúpulas/ ha de gritar loca de fuego/ ha de gritar loca de nieve,/ ha de gritar con la cabeza llena de excremento/ ha de gritar como todas las noches juntas.

Porque queremos, dijo el poeta,  el pan nuestro de cada día, y flor de aliso y perenne ternura desgranada. Porque queremos, insistió, que se cumpla la justa voluntad de la Tierra que desea dar sus frutos para todos.

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