Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Nikolai Bujarin

José María Laso Prieto

Nikolai Ivanovitch Bujarin, nació el 9 de Octubre de 1888 en Moscú en el  seno de una familia de profesores. En el Instituto (Liceo) tomó ya contacto con el marxismo. Durante la Revolución de 1905 participó activamente en la lucha política y en 1906 ingreso en el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR). Estudió en la Facultad de Derecho de la Universidad de Moscú (sección de Economía), militó como propagandista y organizador en la sección moscovita del POSDR. Fue detenido varias veces antes de ser deportado a Onega de donde se fugó al extranjero.
En el otoño de 1912 Bujarin conoció a Lenin, quien se aseguró su colaboración para el periódico bolchevique «Pravda» y la revista «Prosvéchtchénié». Bujarin se vinculó al movimiento obrero en el extranjero y redactó los informes y discursos para el grupo bolchevique de la Duma, al mismo tiempo que militaba en los círculos socialdemócratas de Viena. Fue en esta época cuando emprendió sus estudios de economía. Lenin acertó al ver en él a «un economista marxista de excelente cultura».  Durante la I Guerra Mundial, Bujarin manifestó ciertas divergencias con Lenin sobre temas como el Estado, la relación entre la lucha por la democracia y el socialismo, etc.
Acerca del derecho de las naciones a la autodeterminación, la posición de Bujarin estaba más próxima a la de Rosa Luxemburgo que a la de Lenin. Lenin no sobrestimó la importancia de sus discrepancias teóricas con Bujarin, ya que consideraba que sus ideas «debían madurar». Por ejemplo, sí evocaba los «pequeños errores» de Bujarin, en el problema del Estado, por el contrario, fulminaba «la gran mentira y el envilecimiento del marxismo por Kaustky». Por ello, Lenin aceptó elaborar un prefacio para el libro de Bujarin «La economía mundial y el imperialismo» (1916). Ello le sirvió para tomar posición contra Kustky, e, indirectamente, contra los errores del propio Bujarin.
Sin embargo, ciertas observaciones y conclusiones de Bujarin sirvieron de ayuda al Lenin que trabajaba en la elaboración de «El imperialismo, etapa superior del Capitalismo». Todo ello sin contar que tener un adversario de la talla de Bujarin estimulaba el pensamiento de Lenin, como se puede comprobar en una serie de escritos preparatorios de otra obra cásica de Lenin: «El Estado y la Revolución».
A raiz de la Conferencia de las secciones del POSD(b) en el extranjeero (Berna, Febrero de 1915) Bujarin se opuso a la reivindicación del derecho de las naciones a la autodeterminación y, más generalmente, contra toda exigencia de programa mínimo En el fondo, las divergencias, como lo subrayaba Lenin, se producían en torno al tema de que «el socialismo era imposible sin la lucha por la democracia» y que era poco razonable excluir del Programa (del Partido) una de las reivindicaciones democráticas. Lo importante era menos la cuestión del derecho de las naciones a la autodeterminación que el método de análisis del problema. Lenin, como luego haría en lo que se denominó su «testamento», reprochaba a Bujarin su falta de sentido dialéctico.
En Octubre de 1916, Bujarin se desplazó a América. En Nueva York, colaboró activamente en el periódico «Nuevo Mundo». En una carta a Alejandra Kollontai, Lenin se mostró muy satisfecho de la batalla que entonces Bujarin libraba contra la derecha y contra Trotsky. Al mismo tiempo Bujarin contribuía a la organización del ala izquierda zinmerwaldiana , del movimiento socialista americano, que debía constituir más tarde el núcleo del Partido Comunista de los EE. UU
Después de la Revolución de Febrero de 1917, regresó a Rusia. Allí apoyó las «Tesis de Abril» de Lenin. En Agosto de 1917, en el VI Congreso del Partido, fue elegido miembro del Comité Central, por mandato del cual redactó el Manifiesto del citado Congreso. Bujarin participó activamente en los acontecimientos revolucionarios de Moscú, donde luchó contra los mencheviques y los social-revolucionarios. Asimismo desempeñó una función importante en la campaña contra el general golpista Kornilov. Como miembro del Comité Central, tomó posición contra las indecisiones que se produjeron en el mismo respecto a la insurrección armada y la conquista del poder. Después de la victoria de la Revolución de Octubre en Petrogrado, fue uno de los dirigentes de la insurrección armada de Moscú. En Enero de 1918, en nombre de los bolcheviques, Bujarin hizo uso de la palabra en la Asamblea Constituyente.
La perspectiva que Bujarin formuló en el VI Congreso del POSDR (b), acerca de la «llama» de la revolución mundial, reflejaban un punto de vista muy ampliamente difundido. Ello no le exime de responsabilidad por las acciones políticas negativas que cometió a comienzos de 1918, los cuales se apoyaban en puntos de vistas obsoletos ya en aquella época. Mantuvo una posición errónea sobre una cuestión entonces fundamental para el destino de la joven república soviética. Es decir, la de la paz con Alemania. Bujarin, que se apoyaba en viejas ideas, reivindicaba la guerra revolucionaria. Sobre ello sostuvo «No tenemos más que la vieja táctica, la táctica de la revolución mundial». Sobre ello manifestó Lenin: «La desgracia radica en que precisamente los moscovitas (incluido Bujarin) quieren mantenerse sobre una vieja posición táctica y rehusan obstinadamente comprender que se ha modificado y que se ha creado una nueva posición objetiva».
A pesar de las divergencias teóricas entre Lenin y Bujarin durante la guerra civil, ambos encontraron un lenguaje común acerca de muchas cuestiones políticas. Por ejemplo, a raíz del VIII Congreso de los Soviets de Rusia (1920), Bujarin defendió las ideas de Lenin sobre eventuales concesiones a empresas extranjeras. No era fortuito que ambos criticasen a Trostky sobre tal tema. Bujarin hizo mucho, en su calidad de redactor de «Pravda» y de propagandista, para sostener las posiciones de Lenin. Muchos simpatizantes que se adhirieron al Partido después de la Revolución de Octubre, pudieron descubrir sus ideas en «El ABC del comunismo» que Bujarin escribió conjuntamente con Preobrajenski. A fines de 1920, Lenin dijo respecto a tal libro :»Tenemos un programa del Partido, remarcablemente comentado por los camaradas Preobranjensky y Bujarin, en un libro precioso al mayor nivel».
En su conjunto, de 1918 a 1929, las posiciones de Bujarin se manifestaban como un «romanticismo revolucionario» y por el izquierdismo de sus posiciones políticas. En cierto sentido, expresaba el espíritu del «comunismo de guerra», que era más o menos propio del Partido en aquella época. En 1920, en pleno «comunismo de guerra», Bujarin publicó una obra teórica, «La economía en el período de transición» Bujarin procedió a una generalización, y en una cierta medida, erigió en absoluta la práctica política y económica del «comunismo de guerra». Bujarin cometió sobre el tema errores de carácter teórico, aunque al mismo tiempo reflejó las ideas que por entonces estaban en boga dentro del PC(b)R. Hay que tener en cuenta que la concepción de la Nueva Política Económica(NEP)no había sido todavía plenamente formulada, mientras que la línea fundamental del PC(b)R, después de su IX Congreso, preconizaba una transición inmediata al socialismo.
El estudio de las notas que Lenin escribió en los márgenes del libro «La economía del periodo de transición», muestran una identidad entre los puntos de vista de Lenin y Bujarin. Ello no impidió que Lenin insistiese acerca de los errores de Bujarin que no estribaban en el énfasis sobre la «coerción proletaria». De hecho, en sus notas marginales, Lenin reveló las raíces gnoseológicas de los errores pasados y futuros de Bujarin, aunque ese no fuese su objetivo de entonces. En todo caso, Lenin reveló los errores teóricos, los elementos de escolástica y sus distanciamientos del método dialéctico, que se daban en Bujarin.
Los años 1921-1927 fueron para Bujarin, como político, un periodo de auge. En 1924, fue elegido miembro del Buró Político del PC(b)R y asumió diversas funciones dirigentes no sólo en el Comité Central del Partido sino en el Comité Ejecutivo Central de la URSS y en el Comité ejecutivo de la Internacional Comunista, de la cual fue designado presidente en sustitución de Zinoviev. Bujarin participó activamente en los trabajos del Komsomol, del Consejo Central de los sindicatos soviéticos, de la Internacional sindical, del Instituto de profesores Rojos, de la Academia Comunista, del Instituto Marx y Engels, sí como de otros establecimientos sociales, culturales, científicos y de enseñanza. Además, representó frecuentemente al Partido en el extranjero. Paralelamente, prosiguió sus actividades de redactor-jefe de «Pravda» y de la revista «Bolchevique», así como de otras publicaciones. Bujarin fue el autor de toda una serie de documentos del Partido, así como de numerosos informes y discursos pronunciados en Congresos, conferencias y otras reuniones.
Después del fallecimiento de Lenin, una áspera lucha política sacudió al PC(b)R. Diferencias ideológicas de fondo se mezclaron con enfrentamientos personales. Eminentes figuras del Partido, como Trotsky, Zinoviev y Kamenev, de una parte, Stalin y Bujarin, de otra, se enfrentaron, en una parte u otra, de las barricadas. Bujarin tenía entonces una aversión fundamental por las interpretaciones izquierdistas de la edificación del socialismo. Todas sus obras de entonces están dirigidas contra el trotskismo. Fue precisamente esa posición fundamental la que hizo de Bujarin el aliado de Stalin. La intransigencia ideológica, de unos y otros, hizo imposible el trabajo colectivo.
Stalin, que adoptó una posición centrista, maniobró hábilmente para consolidar sus propias posiciones políticas. Sucesivamente Trotsky, Zinoviev y Kamenev fueron excluidos de la dirección en beneficio del Bloque Bujarin-Stalin. Sin embargo, tal bloque no podía durar, ya que los puntos de vista teóricos y políticos de Stalin estaban, sobre algunas cuestiones fundamentales, mucho más próximas a las de su adversario político, Trotsky, que a las de su aliado provisional, Bujarin.
La década del 20, fue para Bujarin un período de trabajo teórico serio, que le condujo a revisar muchas de sus ideas anteriores. Bujarin promovió activamente la línea leninista de la unión de la clase obrera y el campesinado como fundamento del poder soviético y condición obligatoria para la edificación del socialismo. Indudablemente, Bujarin retuvo las lecciones que le dio Lenin en 1918-11921 y reconsideró resueltamente las posiciones «izquierdistas» que le habían caracterizado en el pasado. Sin embargo, sus puntos de vista filosóficos habían cambiado poco. Así lo demuestra su obra «Teoría del materialismo histórico», muchas veces reeditada en la década del 20, y que le produjeron vivas criticas por parte de algunos teóricos marxistas.
Se deben a Bujarin los nuevos desarrollos de la concepción leninista de la NEP. En 1923 y 1924 afinó sus posiciones sobre la teoría y la práctica de la Nueva Política Económica en sus enfrentamientos con la oposición. Combatió las concepciones estrechas de la NEP, según las cuales ésta sería sólo un retroceso, aunque cometió el error de estimular a los campesinos con la consigna ¡Enriqueceos!. Fue en una obra fundamental, para su evolución política y teórica, «La vía al socialismo y la alianza obrero-campesina» (1925) en la que Bujarin formuló su punto de vista sobre «la gran ruta hacia el Socialismo». El esquema teórico de Bujarin, acerca de la edificación del socialismo, determinó en buena parte la acción del PC(b)R en la segunda mitad de la década del 20. Esta obra fundamental de Bujarin constituyó una tentativa de proporcionar un fundamento teórico a la edificación del socialismo en un sólo país sobre la base de la NEP. En ese sentido, Bujarin obtuvo el mejor resultado de las ideas de Lenin de tender puentes y de adoptar medidas transitorias para conducir al socialismo a un país de pequeña economía rural. La concepción de Bujarin debió mucho a la idea leninista del socialismo como un «régimen de cooperativistas civilizados».
Paralelamente se planteaba un problema, ¿Cómo conjugar la libertad para la pequeña producción mercantil y los objetivos de una industrialización necesaria para que la URSS pudiese defenderse tanto económica como militarmente?    En 1925 el problema se planteó prácticamente en términos de «bombeo». Es decir, del cambio no equivalente entre la ciudad y el campo. No obstante , la cuestión se complicaba por el hecho de que el avituallamiento de las ciudades era concebido en términos de mercado y que se había liberado la actividad productiva de los pequeños campesinos individuales. Las relaciones económicas de contabilidad normal y de una economía equilibrada excluían el cambio no equivalente, o, más exactamente establecían limites importantes si se quería evitar una amenaza de crisis.
El aspecto dramático de la cuestión, estribaba precisamente en que, para garantizar el «bombeo, «a fin de obtener los medios necesarios para la industrialización del país, manteniendo las explotaciones campesinas individuales, hacían falta esfuerzos constantes del Partido para mantener sus compromisos políticos. Tal había sido la vía inicialmente elegida por el Partido, que estaba lejos de haber adquirido conciencia de su complejidad. En la etapa de 1925-1927, la política reposaba sobre la tesis de Bujarin de que los koljoces no constituían la gran ruta hacia el socialismo.
Sin embargo la creciente crisis cerealista, creada a consecuencia de las indecisiones ocasionadas por el dilema descrito, llevaron a Stalin a preconizar la coerción en el campo y, en consecuencia, a lanzar la colectivización masiva mediante la sustitución por koljoces y sovjoces de las explotaciones campesinas individuales. Aunque ni Bujarin ni ningún otro miembro del Buró Político se oponían a la política de «bombeo», los debates se suscitaron acerca de las formas y los limites del impulso hacia adelante. Tales cuestiones se exacerbaron a medida que las practicas de Stalin divergieron crecientemente de las resoluciones del XV Congreso del PC(b)R y de los principios leninistas de las relaciones entre la clase obrera y el campesinado. Las discrepancias entre Bujarin y Stalin se fueron gradualmente agudizando hasta que Bujarin fue expulsado del PC(b)R. Finalmente, en el curso de los grandes procesos contra la oposición a la línea política de Stalin, Bujarin fue procesado bajo la acusación de formar parte «del bloque trostkista de derecha antisoviética». El juicio se inició el 2 Marzo de 1938 y finalizó con la ejecución de Bujarin. Nikolai Bujarin fue rehabilitado en la fase final de la política de «perestroika».
El Comité Central del PCUS, «considerando la inconsistencia de las acusaciones políticas formuladas contra Bujarin en el momento de su exclusión del Partido, su rehabilitación judicial, y considerando también sus méritos hacia el Partido y el Estado soviético, se decide reintegrar a Nikolai Bujarin en las filas del PCUS a título póstumo. »    Respecto a las aportaciones específicas de Bujarin a la teoría del materialismo histórico su obra más directa es la titulada «Teoría del Materialismo Histórico. Ensayo popular de Sociología marxista. «La obra fue publicada en Moscú en 1921 y, junto a algunas valoraciones positivas recibió numerosas críticas. La obra consta de una introducción y de los siguientes capítulos:    I. Materialismo histórico: La causa y el fin de las ciencias sociales (causalidad y finalismo).  II. Determinismo e indeterminismo (necesidad y libre albedrío).  III. Materialismo dialéctico.  IV. La sociedad.  V. El equilibrio entre la sociedad y la naturaleza.  VI. El equilibrio entre los elementos de la sociedad.  VII. Ruptura y restablecimiento del equilibrio social.  VIII. Las clases y la luchas de clases.
Aldo Zanardo, en un trabajo titulado «El Manual de Bujarin visto por los comunistas alemanes y por Gramsci», publicado como prólogo a la citada obra de Bujarin editada por Siglo XXI de España, editores, realiza una síntesis de las críticas que recibió el Manual de Bujarin. Así, por ejemplo, dice : «En 1927 Kautsky juzga al manual de Bujarin como una de las expresiones más burdas del materialismo económico y observa que casi todos los marxistas rusos son materialistas. » Ahora bien, el propio Zanardo sostiene que «Las adhesiones que obtuvo el Manual de Bujarin las consiguió en la medida en que prevaleció en el juicio el punto de vista político. Lo que importaba, según este punto de vista-en el medio de una lucha que imponía la movilización rápida y continua de grandes masas-era no tanto la coherencia y riqueza interna de una posición ideal, cuanto el hecho de ser instrumento de esa movilización, de expresar del modo más simple la ruptura con la IIª Internacional, reconduciéndose a la posición original, específica, exclusiva, del proletariado en la historia. hecho de ser instrumento de esa movilización, de expresar del modo más simple la ruptura con la II Internacional, reconduciéndose la posición original, específica, exclusiva del proletariado en la historia». Hermann Duncker, que comenta el libro de Bujarin en dos revistas, indica su aspecto positivo en el antirrevisionismo radical, en la adhesión abierta a la concepción materialista de la realidad(que es además una adhesión genuina a las posiciones de Marx, Plejanov y Mehring). El hecho de que Bujarin no discuta los problemas del conocimiento significa simplemente que el marxismo es ajeno a los planteamientos neokantianos. Duncker, con todo, recalca algunos puntos presentes efectivamente en el manual pero que no fueron desarrollados: el materialismo de Marx no es mecanicista; la ideología no es mera apariencia: hay reciprocidad entre base y superestructura; materialismo no significa fatalismo. En parte, pero sólo en parte, difiere el comentario de Fritz Rückert. Rückert se basa no ya en el materialismo, sino en la dialéctica, en el segundo de los aspectos que sirven para la polémica filosófica contra la socialdemocracia. Es justamente la dialéctica, la admisión de que en la sociedad y en la naturaleza existen saltos, revoluciones, la que sirve para distinguir el comunismo de la socialdemocracia. «El marxismo es una doctrina de la realidad, de la vida viviente, de la acción: el hombre no es ciego instrumento de la suerte, sino elemento activo en el necesario proceso de desarrollo de la sociedad. Pero estos motivos están desarrollados a continuación del texto de Bujarin, y está sin desarrollar la otra implícita concepción, es decir, la implícita crítica al determinismo.
Por su parte Lukács, en el comentario crítico que hace del libro de Bujarin, recalcaba especialmente que se trataba de un manual de una tentativa de popularización y sistematización y, dentro de estos limites, hacía algunas consideraciones positivas. Pero el resto es prevalentemente crítico. Y justamente, en cuanto a la popularización-según Lukács–, el «Manual» quiebra la tradición de Plejanov y Mehring, que habían indicado como se pueden unir popularización y cientificidad. La posición filosófica de Bujarin es la del materialismo vulgar, intuitivo. Este materialismo es una comprensible reacción al idealismo de los socialdemócratas, desde Berstein a Cunow, pero excluye el método marxista de todos los elementos que provienen de la filosofía clásica alemana y en particular excluye la dialéctica, que es la que hace inteligible el proceso histórico. Para Lukács, Bujarin transforma la dialéctica, que es un método , en una ciencia objetiva y positivista; admite una causalidad irresuelta, una objetividad por la objetividad fetichista. Pero para el marxismo es esencial «remitir todos los fenómenos de la economía y la sociología a relaciones sociales de los hombres entre sí». Típica de la posición objetivista, materialista vulgar, es la afirmación de Bujarin de que la técnica es determinante para las relaciones de trabajo. Pero el elemento único y decisivo de las transformaciones técnicas es, en cambio, la economía, la estructura económica de la sociedad, es decir, las relaciones sociales de los hombres entre sí en el proceso productivo y, sólo secundariamente, las transformaciones técnicas influyen en la superestructura. La argumentación se vale del conocido capítulo sobre el fetichismo de la mercancía, un texto esencial para Lukács y que interpreta como negación de la objetividad histórica , aparente, del tipo de mercancía y de la objetividad más general, propia del materialismo filosófico. Otro motivo central de la posición de Lukács (como de la de Gramsci) es la crítica de la doctrina de la previsión; afirma, fundándose en algunas tesis de Lenin, que existe una imposibilidad metodológica de prever un hecho con absoluta certeza: la estructura de la realidad no es la exactitud, la matemática, sino la tendencia, la posibilidad, el movimiento. Las leyes del marxismo son tendenciales no estáticas. Así Bujarin se ha colocado fuera de la gran tradición del marxismo (Marx, Engels, Mehring, Plejanov, Luxemburgo):en lugar de criticar las ciencias de la naturaleza con el método del materialismo  dialéctico, aplica el método de esas ciencias-el materialismo vulgar-al estudio de la sociedad. Sobre las deficiencias dialécticas de Bujarin, la definición más rotunda fue la de Lenin, en los textos que se consideraron como el testamento del dirigente soviético. Lenin escribía: «En lo que respecta a los miembros jóvenes del Comité Central, quiero decir unas palabras sobre Bujarin y Piatakov. Son , en mi opinión, los hombres más sobresalientes (entre los más jóvenes) y en relación con ellos no habrá que perder de vista lo siguiente: Bujarin no es sólo el teórico más valioso y destacado del Partido, sino que además es considerado, merecidamente, el preferido de todo el partido. Sin embargo, sus conceptos teóricos sólo pueden ser considerados, desde todos los puntos de vista, marxistas con la mayor reserva, porque hay en él algo de escolástico (no ha estudiado nunca y pienso que jamás ha entendido del todo la dialéctica»).
Para Zanardo, en última instancia, la crítica de Gramsci a Bujarin supera tanto a la crítica de los comunistas alemanes como a la del mismo Lukács, Según él, el grueso se la crítica filosófica de Gramsci a Bujarín se entrelaza en torno de los problemas de la sociología y del materialismo filosófico con todas sus implicaciones (previsión, regularidad de los eventos, determinismo, ciencias naturales. . . ) en torno al problema de la ubicación histórica del materialismo histórico de Bujarin. Su «Manual» parte de la distinción rígida entre lo general y lo particular, entre teoría e historiografía y quiere ser una indagación, primero de lo que es general en la realidad natural y humana, después de la vida de la sociedad y en particular de la sociedad moderna. Primero trata de los principios universales, los conceptos metodológicos de la sociología: regularidad, causa, libertad, necesidad, caso, transformación; después construye la sociología verdadera y particular: la sociedad, los estados de equilibrio, desequilibrio y reequilibrio entre la sociedad y la naturaleza, entre los distintos elementos de la sociedad. Para Gramsci, la sociología era entonces una extensión indebida de los métodos de las ciencias naturales a la ciencia de la sociedad, «un intento de obtener experimentalmente las leyes de evolución de la la sociedad humana, del modo de prever el futuro con la misma certeza con la que se prevé que de una bellota se desarrollará una encina. . «. . .
Para concretar más la crítica de Gramsci a Bujarin, conviene citar directamente al filósofo italiano en algunos párrafos de su amplio trabajo titulado «Notas críticas sobre la tentativa de Ensayo Popular de sociología». Gramsci entonces escribía , en uno de dichos párrafos: «En el Ensayo Popular tampoco está justificada coherentemente la premisa implícita en la exposición y explícitamente esbozada en algún lugar: causalmente, la de que la verdadera filosofía es el materialismo filosófico y de que la filosofía de la praxis es una pura «sociología» (Gramsci denominaba «filosofía de la praxis» al marxismo en sus Cuadernos de Cárcel). ¿Qué significa realmente esta afirmación? Significa que si fuera verdadera, la teoría de la filosofía de la praxis sería el materialismo filosófico. Pero, en tal caso, ¿Qué significa que la filosofía de la praxis es una sociología? ¿Y que sería esta sociología? ¿Es una ciencia de la política y de la historiografía? ¿o tal vez un conjunto sistematizado y clasificado según un cierto orden, de observaciones puramente empíricas sobre arte político y de cánones exteriores de investigación empírica?. Las respuestas a estas preguntas no se hallan en el libro, a pesar de que sólo así se podrá hablar de teoría. Así no está justificado el nexo entre el título general Teoría, etc. y el subtítulo Ensayo Popular. El subtítulo sería el término más exacto, si al término «sociología» se le diese un significado más circunscripto (. . . . ) La reducción de la filosofía de la praxis a una sociología ha representado la cristalización de una tendencia vulgar ya criticada por Engels(en las cartas a dos estudiantes publicadas en Social Akademiker) y consistente en reducir una concepción del mundo a un formulario mecánico, que da la impresión de meterse toda la historia en el bolsillo. Ella ha sido el mayor incentivo para las fáciles improvisaciones periodísticas de los «genialoides». La experiencia en la que se basa la filosofía de la praxis no puede ser esquematizada: es la historia misma en su infinita variedad y multiplicidad, cuyo estudio puede dar lugar al nacimiento de la «filología» como método de la erudición, en la verificación de los hechos particulares, y al nacimiento de la filosofía, entendida como metodología general de la historia(. . . . ) En el Ensayo, toda la polémica contra la concepción sujetivista de la realidad, con el «terrible» problema de la «realidad del mundo exterior» está mal encarada, peor conducida y, en gran parte es fútil y ociosa(me refiero también a la Memoria presentada al Congreso de Historia de las Ciencias, realizado en Londres en Junio-Julio de 1931) Desde el punto de vista del «Ensayo Popular», dicha tarea responde más a un prurito de pedantería intelectual que de una necesidad lógica. . El público popular no cree siquiera que pueda plantearse tal problema, el problema de si el mundo existe objetivamente(…)  En el Ensayo se juzga el pasado como «irracional» y «monstruoso» y la historia de la filosofía se convierte en un tratado histórico de teratología, porque se parte de un punto de vista metafísico» (En cambio en el Manifiesto se halla contenido el más alto elogio del mundo que va a morir).
_____     BIBLIOGRAFIA    (0) Bujarin, «Teoría del materialismo histórico» Prólogo de Aldo Zanardo. Siglo XXI Madrid, 1976  (1) Stephen F. Cohen, «Bujarin y la revolución bolchevique». Siglo XXI, editores. Madrid, 1973.  (2) Nikolai Bujarin, «Critica a la teoría marginalista». Ediciones  de Cultura Popular. México, 1975.  (3) Bujarin, «El ABC del comunismo». Ediciones Júcar. Madrid 1977.  (4) N. Bujarin, «El imperialismo y la economía Mundial». Cuadernos  de Pasado y Presente. Córdoba (Argentina) 1971.  (5) Nikolai Bujarin, «Problemas de la edificación socialista»    -Editorial AVANCE. Barcelona, 1975.  (6) Nikolaï, Boukharine. » OEuvres choisies en un volume». Editions du Progrés. Moscú, 1988.

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