Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Partido por la Independencia: Lerrouxismo a la catalana y algo más que independentismo

Manuel Márquez

Publicado en Kaos en la Red

Su propuesta reformista (en apariencia) guarda similitudes con el «estilo Sarkozy», con voluntad de ser el nuevo punto de inflexión de la política catalana y, en consecuencia, de la española.

El “nuevo independentismo” desideologizado y moderno que encabeza Joan Carretero (Reagrupament) será un nuevo lerrouxismo que intentará crecer basándose en un discurso sencillo y en ciertos supuestos aceptados por un sector del catalanismo: España nos roba, la política catalana está en manos extrañas, Catalunya se construye entre todos los catalanes sin tener en cuenta su origen o posición social, etcétera. Pero no debemos dejarnos engañar. Este proyecto es tan independentista y tan de izquierdas como el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux (que no era nada de lo que decía). El proyecto de Reagrupament no es más que una batalla por el poder en Catalunya, el poder perdido por un sector de la burguesía que utiliza el cebo independentista como banderín de enganche de electores desencantados, intentando desplazar a otros que dirigen actualmente la política catalana con la connivencia de los gobernantes.

A un año de las elecciones autonómicas, la propuesta de Reagrupament es cambiar el panorama político catalán mediante una candidatura transversal que defienda formalmente la independencia y la regeneración democrática. Se intenta con un discurso plano, sencillo, sin grandes cuestiones ideológicas de fondo (en apariencia) y sin poner en entredicho el sistema económico capitalista. Reagrupament pretende convertirse en una nueva fuerza política que aglutine a los viejos sectores catalanistas en declive. Su propuesta reformista (en apariencia) guarda similitudes con el «estilo Sarkozy «, con voluntad de ser el nuevo punto de inflexión de la política catalana y, en consecuencia, de la española.

Su posicionamiento político se encuadra en lo que antaño definíamos como «la batalla por el centro». Una batalla en la que la socialdemocracia ha dado grandes pasos, sin duda, aunque esté siendo derrotada en todos los países europeos (Italia, Francia, Alemania, etcétera) por las fuerzas centristas que saben jugar mejor su papel y que rezuman » modernidad » frente a los viejos planteamientos y estereotipos socialistas. Nadie quiere, hoy, ser «un paria de la tierra», un obrero industrial o un desempleado. Es paradójico (y ejemplarizante) que con la actual crisis y unas tasas de desempleo desorbitadas, especialmente en el estado español (donde la población activa sin empleo alcanza el 20%), los parados ni siquiera se organicen. La gente común, desideologizada, quiere creer que pertenece a la clase media, que forma parte del mundo rico, que «está en la pomada». Por ello, un discurso político pensado para las clases medias no está nada mal, es de una extrema lucidez.

Una vez más, los medios de comunicación y la propaganda machacona se encargan de airear que el capitalismo financiero y especulador no es el verdadero capitalismo, sino una falla, un error de unos cuantos avariciosos y delincuentes ajenos a la esencia del capitalismo. Porque la verdad del capitalismo es la libertad de competencia, justa y democrática, una especie de utopía igualitaria en la que cada hombre y cada mujer pueden  ser lo que quieran si luchan por serlo. Una vez más, engañan al pueblo trabajador confundiendo lo posible con lo probable. Es posible ser el mejor, ser el más rico, pero la probabilidad es infinitesimal, prácticamente inexistente. Sin embargo, ¿quién le dice al que nada tiene que casi con total seguridad no le va a tocar la lotería? Y son miles los millones que se juegan cada año en los distintos sorteos: a alguien le puede tocar, te va a tocar a ti.

Reagrupament o el futuro Partido por la Independencia luchará por el voto independentista amenanazando los bastiones de ERC y de CiU e intentando hacerse con el apoyo de sectores juveniles ajenos a la lucha social y al independentismo de izquierdas y socialista. Sectores que normalmente no votan (o lo hacen por los partidos catalanistas) y que desconfían de la izquierda moderada institucional y que se creen el discurso de “entre tots ho farem tot”, todos podemos participar, lo importante es Catalunya.

La apuesta de Joan Carretero es un independentismo radical y vacío de contenido político explícito. Es el signo de los nuevos tiempos, del marketing electoral radicalizado, con apoyo mediático y con el acicate de las emociones deportivas, un nuevo elemento que está dando buenos réditos electorales a los distintos nacionalismos, desde el español hasta el chino. No es casual que el presidente del Barça, Joan Laporta, se apunte a este proyecto.

Joan Carretero (ex de ERC) y el resto de miembros de su asociación, Reagrupament, quieren una candidatura electoral, sea en forma de partido o coalición de partidos, e intentarán apretar las tuercas a los catalanistas de ERC y de CiU. Hay que recordar la buena acogida de las declaraciones independentistas del presidente del Barça (y empresario) Laporta, que defienden la proclamación del Estado catalán: «Es imposible resolver el conflicto entre Catalunya y España de manera gradual; en un momento dado, es necesario romper con la legalidad española, acogiéndonos a la legalidad internacional.» Seguramente las hizo, las declaraciones, pensando en las convocatorias de referéndums de autodeterminazión realizadas en Escocia y en Quebec, pese a que sus ordenamientos jurídicos estatales no prevén este derecho. Pero del dicho al hecho…

El proyecto de Reagrupament es de hondo calado y cuenta con el apoyo explícito o tácito de personas de la más “refinada” sociedad catalana: juristas, artistas, escritores, empresarios… Tras la pérdida del poder político (Generalitat), este movimiento ha ido ganado fuerza entre los sectores más dinámicos de la burguesía catalana, y parece que intenta reorganizar los intereses interclasistas que ésta siempre ha defendido y con los cuales ha logrado dominar un país cada día más alejado de la política y de sus políticos. Una burguesía que se ha caracterizado por beneficiarse siempre a ella misma y por repartir las migajas sobrantes entre sus interclasistas acólitos o votantes. Migajas en forma de populismo nacionalista y discursos de moderación, el pactismo como forma de vida, aceptando la opresión de unos sobre otros, pero sin tocar el oasis de su Catalunya burguesa.

Las clases populares catalanas, que han apoyando a los partidos tradicionales de la izquierda (hoy prácticamente inexistentes, como el viejo PSUC) o de los más claramente anticapitalistas (independentistas o partidarios del derecho de autodeterminación) no parecen interesadas en ese proyecto, pero tampoco en los otros, por lo que la posibilidad de éxito de esta nueva fuerza política o de esa alianza no sería un elemento a descartar a largo plazo, aunque su concreción a corto plazo parezca hoy en día lejana e irrealizable.

El independentismo de izquierdas que representa ERC, cada día más moderado, ha sido puesto contra las cuerdas: su discurso y su acción política son cada vez menos sociales y más institucionales, alejados de aquella ERC que parecía querer jugar el papel de un socialismo catalán moderado pero al servicio de las clases populares. Sin embargo, para el independentismo socialista tal vez éste sea el momento de su eclosión, siempre que sea capaz de construir, poco a poco, como están haciendo las Candidatures d’Unitat Popular, una verdadera alternativa de izquierdas anticapitalista que agrupe a todos los que defienden el derecho a la independencia en clave socialista y en beneficio de la clase trabajadora catalana (al margen de su origen), clase que siempre ha sido solidaria con todos los pueblos del estado español y del mundo que luchan por la independencia y el socialismo.

La suerte está echada y estos señores de Reagrupament, de alto nivel de vida y miembros de las élites dominantes, no vienen a probar suerte, vienen a rehacer el panorama político catalán y a construir un país con el pretexto de la independencia, siempre en su propio beneficio y en el de su clase. Un país que, con toda seguridad, no será ni el nuestro ni el de nuestra clase.

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