Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Augusto Zamora R. sobre De Ucrania al Mar de la China

Salvador López Arnal

«Ese mundo atlantista debe ser enterrado por el bien de la humanidad, y, en esa ruta están Rusia y China, también Irán, otra víctima de la política brutal de sanciones y bloqueos que machacan a los pueblos más débiles.»

Miembro de número de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua y abogado de Nicaragua en el caso contra EEUU en la Corte Internacional de Justicia y en otras causas en este tribunal, Augusto Zamora R. fue profesor de Derecho Internacional Público y de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Madrid y embajador de su país en España hasta 2013. En la actualidad está dedicado a la investigación y al periodismo.

Es autor de varios libros sobre política internacional. Entre ellos: El derrumbamiento del orden mundial, 2002; Ensayo sobre el subdesarrollo. Latinoamérica 200 años después, 2008; Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos, 2016; Réquiem polifónico por Occidente, 2018; Malditos libertadores, 2020. Su último libro publicado: De Ucrania al Mar de la China, Madrid: Akal, 2022.

 

¿Cómo podemos definir la geopolítica y la geoestrategia?

La geopolítica, simplemente, es la influencia de la geografía en la política, entendida la política en sentido amplio. No es lo mismo ser un Estado insular que uno mediterráneo (y entendamos que mediterráneo significa Estado sin costas).

La geoestrategia es la estrategia, esencialmente militar, basada en factores geográficos.

De común no solemos comprender el peso de la geografía en una multiplicidad de cuestiones, desde la gastronomía y el vestido hasta lo militar.

Abre su último libro con estas palabras: «Estamos en un cambio de ciclo». ¿Qué tipo de cambio de ciclo? ¿Quiénes están en ese cambio de ciclo?

Cuando se tiene cinco siglos y medio viviendo, durmiendo y comiendo bajo los mismos parámetros, terminamos creyendo que esos parámetros son tan naturales como que un manzano dé manzanas. A partir del siglo XV se inició la expansión marítima europea, a la que España dio forma definitiva construyendo el primer y más poderoso imperio oceánico de la historia, que se prolongó hasta principios del siglo XIX. Luego tomó el relevo el Imperio Británico, sucedido, a su vez, por la Unión Soviética y EEUU, muy diferenciados ideológicamente, pero pertenecientes al mismo mundo occidental.

Ese mundo dominado por potencias occidentales se está acabando para dar paso al retorno de China y de Asia, en general. Los signos más evidentes es que el PIB mundial, la vasta mayoría de población y la ciencia y la tecnología tienen su centro en países asiáticos, de Rusia a Irán. Rusia es culturalmente occidental, pero la miopía europea la ha empujado a actuar y establecerse como potencia asiática, de lo que Europa se arrepentirá en algún momento, pero creo que, para cuando ocurra, será muy tarde.

Termina el ciclo de Occidente y comienza en gran siglo de Asia, con sus excepciones, claro.

Recuerda que Halford Mackinder sitúa a Asia Central como «el pivote continental», como «el corazón del mundo». ¿Por qué? ¿Quién domina Asia Central domina el mundo? ¿Qué confirmación ha tenido hasta el momento esa conjetura?

La famosa teoría de Mackinder debe entenderse en el contexto de la época, en que los imperios ruso y británico se disputaban el control de Afganistán, Persia y Asia Central. Los británicos querían proteger la joya de la corona –literalmente– y los rusos acceder al golfo Pérsico. También era un hecho de que el Imperio Británico era un imperio eminentemente marítimo, pues su poder descansaba en la hegemonía naval, comercial y militar, y el ruso era un imperio terrestre, sin acceso práctico a ‘aguas calientes’. Los británicos no podían con Rusia en tierra y, a la inversa, los rusos eran ineptos en poder marítimo. La URSS y EEUU fueron herederos del Imperio Ruso y del Imperio Británico.

También está el hecho, que es fundamental, de que el corazón de la economía mundial ha estado durante siglos y siglos concentrada mayormente en Eurasia. Hoy, en ese «arco del triunfo» que va de la península coreana a India, con China de pivote. Acceder a Asia Central fue el motivo de fondo de la invasión de Afganistán. La derrota de EEUU y la OTAN los ha expulsado de esa estratégica región y, hoy más que nunca, EEUU se ha visto reducido a una potencia marítima sin posibilidad de acceso al corazón de Eurasia, lo que ha significado una victoria clara para Rusia, China e Irán, los mayores adversarios de EEUU. Desarrollo este tema en mi último libro.

A lo largo de las páginas de este último libro da mucha importancia a la Geografía. ¿Por qué es tan importante no perderla de vista cuando pensamos sobre temas de política internacional? ¿Condiciona tan fuertemente la política exterior de los países?

Como en maravilloso cuento de Poe «La carta robada», demasiadas veces lo último que vemos es lo más evidente. Si naces en un pueblo costero comerás más pescado que carne, aprenderás a nadar muy pronto y te acostumbrarás a la sal del mar y a la arena de la playa. Si naces en plena montaña, como yo, comerás carne de res y casi nunca pescado; aprenderás a montar a caballo y no a nadar y soportarás mal la sal de las playas en tu piel. Francia ha sido, históricamente, un país rico por la feracidad de sus tierras y la abundancia de agua. España ha pagado caro, a lo largo de siglos, su pobreza hídrica y la escasez de ríos. La carencia de zonas costeras abiertas obligó a Rusia a expandirse por tierra, de la misma manera que la insularidad obligó a Inglaterra a buscar su expansión por mar.

La geografía condiciona casi todo, desde el menú cotidiano a lo militar.

Cuando hablamos de multipolaridad, ¿de qué estamos hablando exactamente? Desde el punto de vista de la ciudadanía trabajadora de a pie, ¿qué se gana con ella?

Lo múltiple es lo opuesto a único. Después del suicidio de la URSS, EEUU intentó, con apoyo de la OTAN, imponer un orden unipolar, un único polo de poder radicado en Washington. Le llamaron «New American Century», el nuevo siglo estadounidense. Duró un suspiro en términos históricos. La irrupción de China a inicios del siglo XXI, la operación rusa en Georgia, en 2008, y la alianza entre Rusia y China hicieron ver que la unipolaridad era imposible. Las derrotas del proyecto imperial en Iraq y Afganistán y la sorprendente irrupción de Rusia en Siria enterraron ese proyecto.

Desde hace dos décadas, la multipolaridad se ha ido extendiendo con la aparición de foros no occidentales como los BRICS y, muy especialmente, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que han dejado claro que estamos ante un cambio de ciclo. El fin de la hegemonía de Occidente y el inicio de un nuevo siglo de Asia.

¿Por qué «muy especialmente» la OCS? Antes incluso: ¿qué es la OCS?

La OCS es la única asociación de Estados que está enfocada en la creación de una nueva sociedad internacional, desde la pluralidad, la multipolaridad y la diversidad propia de nuestro planeta. La UE y la OTAN, que son las dos caras de una misma moneda, se mueven en sentido inverso: intentar detener el tiempo y mantener una imposible hegemonía occidental. La OCS sería el futuro y la UE/OTAN el pasado. Dado el peso de los miembros de la OCS y el interés que despierta en muchos continentes, es de prever que una vasta mayoría de miembros de la sociedad internacional apuesten por el modelo de sociedad internacional que promueve la OCS que no el occidental.

¿Qué ha significado la que usted considera sorprendente irrupción de Rusia en Siria?

Hasta ese momento, como que el mundo se había resignado a la violencia que emanaba de la OTAN. Parecía que no había fuerza capaz de detener la espiral de guerras e invasiones promovidas por el atlantismo y que Siria sería el siguiente país en caer bajo sus bombas. La irrupción de Rusia dejó petrificados a los miembros de la OTAN y causó asombro en el mundo. Al fin un país poderoso decidía intervenir para detener aquella maquinaria. Por otra parte, la acción rusa, contrariamente a las guerras atlantistas, fue demoledoramente efectiva, sin necesidad de enviar grandes contingentes de tropas. En pocos meses, el Estado Islámico y las otras fuerzas apoyadas por EEUU, la OTAN, Israel, Turquía, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos fueron derrotadas y empujadas hacia Idlib. En un año todo había cambiado radicalmente. Aquella acción fue el aviso de que empezaba una nueva era.

La colaboración Rusia-China, ¿es coyuntural o es una firme alianza cargada de presente y de futuro?

Es, posiblemente, la alianza más estratégica y sólida, y con más perspectiva de futuro de todas las que se han establecido en la era contemporánea. La vecindad geográfica ha hecho entender a los dos países que la concordia es un valor insustituible entre dos grandes potencias. Pero, además, comparten una visión nueva de la sociedad internacional, tienen objetivos comunes y se saben complementarios en campos tan esenciales como la energía y la tecnología. Tienen, además, un poderoso enemigo común, al que es necesario enfrentar unidos, no separados. Lo explico con detalle en mi libro. El 15 de junio Putin y Xi Jinping mantuvieron una conversación en la que ratificaron que la cooperación entre ambos países era estratégica. A buen entendedor pocas palabras.

¿Dónde ve la importancia de Irán en la política internacional? ¿Y en el caso de India?

India e Irán son actores esenciales en el mundo actual, sobre todo en Eurasia, en buena medida determinado por su situación geográfica. La geografía de Irán es insoslayable desde Asia Central hasta el golfo Pérsico. India, por su geografía, está llamada a ser la potencia de referencia en el océano Índico. India es ya una de las grandes economías mundiales y la república islámica es el país más desarrollado y poderoso de Oriente Medio.

El reordenamiento de poder en Eurasia no podrá hacerse sin ellos, le duela a quien le duela. La OCS está llamada a jugar un papel relevante en el nuevo diseño de Eurasia y, por ende, del mundo.

Señala en varias ocasiones que la UE se ha aliado completamente con la estrategia de EEUU. ¿No hay disensos en el seno de la UE? ¿No hay voces contrarias a esa estrategia de subordinación?

Hasta el momento, si hay disensos, se mantienen en secreto. La OTAN ha devorado a la UE y ésta se ha convertido en un simple apéndice de la política de EEUU. Pero eso viene de lejos, no hay novedad alguna.

La UE tuvo su momento tras el suicidio de la Unión Soviética, un momento idóneo para replantear todo el concierto europeo y adaptarlo a las nuevas circunstancias; pero optó por plegarse totalmente a los planes imperiales de EEUU de dominio mundial. Allí murió el proyecto europeo. Lo que queda es un espacio económico, financiero y comercial.

¿Qué papel juega la OTAN en el mundo actual? ¿Se puede hablar propiamente de una alianza militar defensiva? ¿Tiene EEUU mando preponderante?

La OTAN es un instrumento en manos de EEUU para intentar prolongar una hegemonía que hace aguas por todas partes. Es su Frente Atlántico frente a Rusia, mientras EEUU se afana en construir un Frente Pacífico contra China, apoyándose principalmente en Japón y Australia. En esas estamos.

¿Nos recuerda la ley de Stein, ley que llegas a comparar con la primera Ley de Newton? ¿Por qué le da tanta importancia?

La referencia a la ley de Stein tiene un poco de sátira. Es recordar que la física tiene también mucho que decir en la política. Nada puede durar eternamente, excepción hecha de la energía. Es importante recordarlo, pues en la UE tienen una especie de endiosamiento de EEUU. Lo miran y hacen sus planes políticos y militares como si EEUU fuera un poder inmortal. Superman forever.

Pero eso no es así. Todos los imperios acaban y el de EEUU está en su recta final.

Está la hegemonía de EEUU en su recta final, dice usted. Y si yo le dijera que desde que tengo uso de razón política he leído u oído esa afirmación miles de veces y la cosa continúa más o menos igual o peor.

Yo, la verdad, no he escuchado de ese declive hasta hace algunos años. Ha sido lo contrario. Cuando el suicidio de la URSS, EEUU entró en un estado de euforia completo y se proclamaron hiperpotencia y único poder global. Lo fueron por un breve periodo, de 1992 a 2008. Luego el sueño se fue desmoronando con las derrotas en Afganistán e Iraq y el desastre descomunal el Libia. Esto no es tema de disquisiciones políticas, sino de números. En los años 50 del pasado siglo, EEUU representaba, él solo, el 50% del PIB mundial. Eso era poder. Hoy apenas representa el 19%, con China superándole como potencia comercial e industrial y Rusia superándole en armamentos de última generación. India exige su lugar e Irán el suyo. Latinoamérica busca su propio camino (mire el chasco de EEUU en la última Cumbre de las Américas) y África el suyo. A EEUU, en términos reales, sólo le quedan de amigos la Europa atlantista, Japón, Australia y poco más. Este es el mundo real. Las sanciones brutales contra Rusia sólo las siguieron menos de 50 países de 193 que integran el sistema de Naciones Unidas.

Cita unas palabras de Xi Jinping en el 70 aniversario de la entrada de la República Popular en la guerra de Corea: «Le hemos tomado la medida a las fuerzas armadas de EEUU. Cuando no lo has hecho nunca, es normal sentirse asustado por estas… [ahora sabemos] que el imperialismo de los Estados Unidos no es tan terrible, nada de lo que tengamos que preocuparnos… El pueblo chino está ahora organizado, no permitirá que jueguen con él. Cuando provoquen su ira, las cosas se pondrán muy difíciles». ¿El imperialismo no es tan terrible, nada de lo que tengamos que preocuparnos? ¿Cómo interpreta está más que optimista declaración del presidente chino? A mí me ha recordado lo del tigre de papel de Mao.

No son de Xi Jinping, sino de Mao Tse Dong, después de la guerra de Corea.

Disculpe mi confusión.

Varios altos dirigentes políticos y militares chinos las han recordado, y han afirmado y reiterado que están dispuestos a ir a la guerra con EEUU por Taiwán. El punto es que EEUU necesita perentoriamente a Taiwán como portaaviones contra China. Allí han un nudo gordiano que solo podrá cortarse por la espada. Para EEUU renunciar a Taiwán sería como renunciar a su presencia hegemónica en Asia-Pacífico. Ese es el gran conflicto que se nos vendrán en unos años.

¿No traza unas dimensiones muy generosas cuando habla del poder de Rusia, especialmente en su vertiente económica? ¿No es, hablando propiamente, un poderoso gigante militar atómico con pies económicos de barro?

Cuando hablamos de economía en escenarios de conflicto debemos diferenciar la economía real de la economía especulativa. Las guerras se ganan con recursos materiales que han sido, son y seguirán siendo esenciales: energía, minerales, recursos alimentarios, desarrollo mineral. Rusia está abundantemente provista de todo eso. Gran parte de las grandes economías capitalistas son especulativas o basadas en burbujas mediáticas. Facebook, Instagram, etc., están valoradas en cifras astronómicas, pero usted no ganará una guerra con esas empresas.

El conflicto de Ucrania, entre otras cosas, ha hecho chocar la economía real, que es la rusa, con la economía especulativa, que es la atlantista. La guerra la está ganando Ucrania en Facebook, pero en la realidad la está perdiendo. Las economías atlantistas están experimentando inflación y el miedo a un shock energético, mientras las arcas rusas están repletas de fondos derivados del alza de los precios del petróleo y el gas. Google y Amazon no llevan energía a las fábricas y hogares, tampoco producen alimentos. Rusia puede mantener una guerra larga, la UE no, pues Rusia es una superpotencia energética, agroalimentaria, minera y científico-técnica. En un máximo de cinco años producirá todos los aviones de pasajeros que necesita, algo que no pueden ni soñar países como Italia, Polonia o España. Los cohetes rusos han mantenido funcionando a la Estación Espacial Internacional. La UE carece de esa capacidad.

Lo dicho, distingamos lo real de lo especulativo.

¿No se muestra muy crítico con la trinidad atlantista EEUU-OTAN-UE y más que comprensivo con la política exterior de Rusia, China o Irán? ¿No hay un prejuicio ideológico en la aproximación?

Procuro ceñirme a las realidades y los hechos. El atlantismo es el pasado, con toda su carga de opresión y violencia. Baste recordar las guerras de agresión contra Yugoslavia, Iraq y Libia y la invasión de Afganistán. El reconocimiento burdo, ilegal y abusivo del tal Guaidó como presidente de Venezuela nos recordó que el imperialismo occidental y su gusto por los golpes de estado y la desestabilización de países sigue vivo, muy vivo.

Ese mundo debe ser enterrado por el bien de la humanidad, y, en esa ruta están Rusia y China, también Irán, otra víctima de la política brutal de sanciones y bloqueos que machacan a los pueblos más débiles.

¿Juegan los poderes atlánticos con la idea de cercar-presionar-empujar a la República Popular a la invasión de Taiwan? ¿Caerá China en esa trampa planificada? Usted mismo señala que Ucrania es apenas antesala del gran conflicto que se está gestando en el mar de la China Meridional. ¿Conflicto inexorable?

La estrategia de EEUU está dirigida a mantener su hegemonía sobre todo en el océano Pacífico. Ha construido dos anillos de fuego para cercar a China y constreñirla a su territorio continental. China lo sabe y sabe que más tarde o más temprano tendrá que romper esos anillos o quedar presa de EEUU. Por ese motivo, la Armada china se ha convertido en la más numerosa del mundo. La única explicación al asombroso desarrollo naval militar de China es que se está preparando con tiempo para la gran batalla. La única forma de evitar el conflicto es que una de las dos partes ceda, pero no veo a China aceptando mansamente quedar presa en los dos anillos de fuego de EEUU. Tampoco a EEUU retirándose.

Luego entonces, desde su punto de vista, el enfrentamiento entre estas dos potencias nucleares es inevitable. ¿Es eso?

Esto es así: o China se pliega a EEUU o EEUU se repliega hacia sus costas. Si ninguno de estos pasos se da, el conflicto será inevitable. Ningún país se construye una flota de 700 buques de guerra si no es para ir a la guerra. Con el conflicto en Ucrania salió una noticia. EEUU se estaba quedando sin municiones de rango medio para Ucrania porque casi todo el presupuesto militar estaba dirigido a fortalecer la marina de guerra estadounidense, de manera que las habían dejado de fabricar. Que cada quien saque sus conclusiones, pero los hechos son esos.

Titula el capítulo X: «De lenguajes angelicales y lenguajes probeta». Abre así: «Cada época o momento político suele tener su propio vocabulario y expresiones, elaborados para referirse a los intereses de quienes los crean». ¿Quiénes crean, quiénes elaboran esos lenguajes? ¿Con qué objetivos? ¿Son importantes?

Cada época tiene sus particularidades en lenguaje. Piense, por ejemplo, en el que se desarrolló en la «movida» madrileña. «Movida» adquirió un nuevo significado para definir un momento cultural, político y sexual.

En política, hoy, EEUU ha desarrollado nuevos conceptos para definir su nueva estrategia mundial. Cambiaron Asia-Pacífico por Indo-Pacífico; hablan de «un mundo sostenido en reglas», etc. Todo ello está referido a su nueva estrategia militar, que fue establecida en 2018, con antecedentes en 2017. Saber el significado de toda esa nueva terminología y expresiones es imprescindible para saber de qué hablamos.

Cierra su libro con un escrito que titula: «Epílogo con Réquiem» y lleva por subtitulo: «Ucrania, crónica de una guerra anunciada». ¿No le quedaba otra a Rusia? ¿No debería haber seguido negociando, aunque sus opositores no fueran «muy negociadores»? ¿No olvidamos en ocasiones que toda guerra –esta también– es muerte y destrucción, sobre todo de los sectores sociales más desfavorecidos?

Hemos venido anunciando ese conflicto desde inicios del siglo XXI, cuando veíamos la deriva atlantista sobre Ucrania. En 2016, en el libro Política y geopolítica, escribí que guerra habría y que las únicas preguntas a responder era el cuándo y el cómo. El 30 de diciembre escribí un artículo en Público que titulé «Ucrania es casus belli». No se enteró quien no quería enterarse, aunque confieso que, entre enero y principios de febrero, parecía que Alemania daría un paso para evitar la guerra, pero no lo dio. Cuando quedó claro que la OTAN rechazaba la petición de Rusia de un nuevo marco de seguridad, di la guerra por hecho.

Cuando una parte rechaza la negociación, a la otra parte se queda escoger entre tragar y humillarse o actuar. Rusia decidió actuar. Un escenario similar veremos entre EEUU y China.

¿Debería la izquierda criticar abiertamente la invasión rusa, sin olvidar por otra parte las estrategias otánicas de estos últimos 30 años?

La izquierda lo que debe hacer es actualizarse a los nuevos marcos del siglo XXI. No es posible entender el siglo XXI con marcos de referencia del siglo XX. Estamos ante otro mundo que requiere de nuevos parámetros. La guerra en Ucrania es una guerra provocada por la expansión de la OTAN. El problema es la OTAN, el problema es la sumisión de la UE a EEUU. La izquierda debe entenderlo y luchar por desmantelar la OTAN.

Si no se hace o no se logra, nos llevará a una guerra de proporciones planetarias en la que Europa lleva todas las de perder.

Críticos de la intervención rusa, en absoluto partidarios de la OTAN, señalan que una de las perores consecuencias de la guerra es el fuerte incremento del apoyo otánico entre la ciudadanía de muchos países europeos y la creciente militarización de la UE. En síntesis, un error de Putin mayúsculo y de libro, también una crónica de consecuencias anunciadas. ¿Qué opinión te merecen esos posicionamientos?

Esos análisis no se sostienen. La OTAN lanzó varias guerras de agresión y no pasó nada. La OTAN siguió ampliándose y nadie dijo nada. Suecia tiene a sus Fuerzas Armadas integradas de facto en la OTAN. Pensar que la OTAN estaba muerta es una bobada. EEUU no ha cesado de fortalecer a la organización atlantista ni un día, por la simple razón de que la OTAN es el instrumento de EEUU para mantener a la UE sometida. Desde De Gaulle ningún país europeo ha planteado salir de la OTAN, sino todo lo contrario. Ucrania, simplemente, ha quitado las máscaras y presentado la realidad que hay, de una UE dominada y devorada por la OTAN, que es igual a decir, absorbida por EEUU, como ha sido el plan de EEUU desde la Guerra Fría.

EEUU gobierno Europa Occidental desde 1945.

¿No da en el libro una imagen de Putin demasiado complaciente? Para no pocos intelectuales de izquierda, Putin es un autócrata despiadado y enriquecido, un personaje criminal y sin escrúpulos, que se ha erigido en protagonista de viejas ambiciones imperiales rusas.

Yo hago análisis, no panfletos. En 1918, en EEUU, se lanzó desde el gobierno una campaña brutal de demonización de Alemania, para convencer a la población de que EEUU debía entrar en guerra. Se hicieron incluso películas con ese fin, entre ella una titulada El Káiser, la bestia de Berlín, cuyo título lo dice todo. En el presente, los países atlantistas y sus medios de comunicación han hecho otro tanto de lo mismo. «Putin, la bestia de Moscú».

Por supuesto, el Káiser no era ningún monstruo, ni era cierto –como decía la propaganda gubernamental de EEUU– que los soldados alemanes lanzaban a niños belgas y francesas al aire para ensartarlos en sus bayonetas. Esos juegos los dejamos a los mercenarios de la pluma.

Insisto en un punto comentado. ¿Es alarmismo histérico e indocumentado sostener que una guerra nuclear, de dimensiones no definidas, no es imposible?

EEUU y Rusia disponen, efectivamente, de armas nucleares tácticas, de efectos reducidos, pero nadie, en estos momentos, está pensando en ellas. De hecho, aunque no se diga, hay comunicaciones constantes entre los ejércitos de Rusia y de EEUU para garantizar que el conflicto ucraniano no se salga de ciertos parámetros y pueda escalar hasta niveles incontrolables. EEUU proporciona armas dentro de una enorme parafernalia propagandista, pero, por debajo, negocia con Rusia los tipos de armas, para evitar que el conflicto se salga de cauce. Más aún, puede que cuando salga esta entrevista, ya haya un acuerdo para poner fin a la guerra. Ese acuerdo contendrá dos puntos innegociables para Rusia. Uno, Ucrania debe ser declarado país neutral. Dos, se debe reconocer como rusos los territorios de Crimea, Donbás, Jerson y Zaporiyia. Tan es así que, en esos territorios, se están expidiendo documentos y pasaportes rusos. Rusia llegó para quedarse. No es únicamente una cuestión de que esos territorios están habitados mayormente por rusos, sino que afianza el control de Rusia sobre el mar de Azov, el mar Negro y la desembocadura del río Dniéper.

Anthony Garner es autor de las magníficas ilustraciones del libro. ¿Un amigo, un colaborador?

Es una magnífica persona y un magnífico ilustrador, con el que ha sido un gusto trabajar. Ojalá podamos repetir.

¿Quiere añadir algo más?

Una taza de café.

Se la preparo ahora mismo.

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