Hechos, problemas y propuestas
Salvador López Arnal
Reseña de: Joaquim Bosch, La patria en la cartera. Pasado y presente de la corrupción en España, Barcelona: Ariel, 2022, 461 páginas.
Sin notas a pie de página, con una prosa nunca cansina, sin dejar de interesar al lector, La patria en la cartera. Pasado y presente de la corrupción en España es resultado, así se señala en la contraportada del libro con acierto, de una exhaustiva documentación bibliográfica, que se nutre también del examen de cientos de sentencias de un amplio período, desde el franquismo hasta nuestros días. El autor aborda este tema, eje central en la política de nuestro país en muchos momentos (para algunos, el problema lacerante de la política española), desde una perspectiva sistémica que engloba, creativamente, disciplinas como el derecho, la historia, la política, la ética y la sociología.
Un breve apunte sobre el autor: Joaquim Bosch, portavoz de Juezas y jueces para la Democracia entre 2012 y 2016, es actualmente juez del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción n.º 1 de Montcada. Colabora habitualmente en publicaciones jurídicas y en medios de comunicación. Entre sus publicaciones: El secuestro de la justicia.
La patria en la cartera, acertado título, está compuesto por una introducción: «Cuando el pasado se resiste a pasar», dos partes (Los hechos, Los problemas), el epílogo: «Superar la corrupción creciendo en calidad», agradecimientos y bibliografía. Entre «Los hechos»: La corrupción generalizada del régimen franquista, Continuidades y discontinuidades de la transición a los primeros años de la democracia, La corrupción en el siglo XXI. Entre «los problemas»: Prevenir la corrupción para no tener que juzgarla, De las corruptelas en los partidos políticos al fortalecimiento de la democracia, Dinámicas que favorecen la corrupción: el despilfarro, el clientelismo y las puertas giratorias, El sistema institucional y la persecución de los delitos.
Algunas de las tesis defendidas por el ex portavoz de Juezas y Jueces por la Democracia:
1. La corrupción en España tiene un largo recorrido histórico, pero es durante la dictadura franquista cuando adquiere dimensiones institucionales que continúan en la actualidad.
2. La falta de desarrollo institucional impidió una ruptura completa con prácticas del régimen del dictador golpista (en la contraportada se incurre en el error de llamarla: «régimen anterior»), situación que ha posibilitado formas de corrupción propias de las circunstancias económicas de las últimas décadas.
3. Al analizar las prácticas corruptas en Cataluña, observa Bosch, «nos encontramos una variable sin equivalentes en otros lugares». La variante: «con frecuencia las irregularidades en las instituciones catalanas se han pretendido esconder con pretextos políticos. Las críticas, las acusaciones o las investigaciones por corrupción han sido presentadas sistemáticamente por los afectados como ataques al autogobierno catalán. Aunque este tipo de argumentación procede de lejos, estos problemas se han agudizado con los conflictos derivados del procés. Sin duda, en una sociedad democrática plural resultan plenamente legítimas las aspiraciones independentistas, soberanistas o autonomistas, al igual que las posiciones políticas centralistas. Sin embargo, lo que parece poco admisible es desviar la atención cuando se analiza la realidad de prácticas corruptas a menudo bastante contrastadas.»
Dato a tener muy en cuenta: El Instituto de Calidad del Gobierno de la Universidad de Gotemburgo publica un reconocido y prestigioso índice anual sobre calidad institucional de los gobiernos subnacionales, en el que se valoran las estructuras gubernativas de las distintas regiones europeas. Según el índice de 2021, el territorio español con peor percepción de control de la corrupción es Cataluña, seguida de Canarias, Andalucía y Madrid.
4. En la edición de 2021 del índice Rule of Law (elaborado por el World Justice Project) España se situó en el puesto 21. Nuestro país, señala Bosch, obtiene sus mejores valoraciones en aspectos como el respeto a los derechos fundamentales y el buen funcionamiento del orden y la seguridad. En cambio, los resultados de nuestro país en control de la corrupción y en cumplimiento regulatorio se encuentran a visible distancia de los países avanzados. Además, agrega Bosch, «las puntuaciones más bajas de España en este índice son las relativas a la eficiencia de nuestros tribunales.» En los índices de buen gobierno del Banco Mundial, España se encuentra a nivel internacional en el puesto 43 en el indicador del Estado de Derecho y en la posición 47 en control de la corrupción.
5. Nuestro magistrado sostiene que según los indicadores internacionales niveles bajos de corrupción y fuerte desarrollo institucional conducen sistemáticamente a una elevada calidad de vida. De ahí la republicana (y optimista) propuesta poliética con la que cierra el ensayo (que hago mía muy consciente de las enormes dificultades para su plasmación práctica): «La perspectiva de la ética pública debe servir para baldear nuestras instituciones. Necesitamos criterios generales de conducta que aporten seguridad, confianza y credibilidad para componer dinámicas de buen gobierno». Como escribió Benedetti, nos recuerda Bosch, «una buena manera de desarbolar la corrupción es corromperla con la honestidad». La integridad, prosigue, debe alterar la podredumbre de las prácticas corruptas también desde dentro, a partir de la interiorización de los valores más positivos del servicio público. «La calidad institucional cuenta con la capacidad de espantar a las indecencias, igual que la buena música ahuyenta a los malos espíritus». Menos corrupción, asegura Bosch, siempre equivaldría a más democracia.