Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La noche de Palestina es larga

Nabil Salih

«La noche de Irak es larga
Sólo amanece para los asesinados
rezando media oración y sin terminar de saludar a nadie».
Mahmoud Darwish

En un momento impregnado del peso de un mundo asesinado, Gaza está siendo martirizada en la oscuridad1 Asciende mientras mi corazón desciende a un abismo familiar. Larga es la noche de la traición, huérfano el grito de la mujer.

Aquí, en mi autoelegido exilio del norte del estado de Nueva York, los matices infernales de la histeria israelí que se cierne sobre Gaza me desplazan a la primavera de 2003. Érase una vez Irak, una guerra terrorista que asesinó vidas, sueños y futuros para deleite de la rapaz mirada de los belicistas analistas occidentales.

Los planes de estos últimos para una «reconstrucción» post-genocidio ya aparecen en el New York Rag. Entre los seis puntos que complementan la «victoria» militar de Israel, Thomas S. Warrick, un sirviente imperial seudoanalista del Consejo Atlántico, sugiere cambiar el plan de estudios.

Los nuevos libros de texto deberían «ser fieles a la historia palestina». No se nos dice si se incluirá el manual-guía del genocidio en desarrollo. ¿Cómo los leerán los miles de niños ejecutados? ¿Se erigirán las nuevas aulas sobre sus tumbas sin nombre?

Generoso como siempre en tiempos de derramamiento de sangre, el Beltway envió en ayuda de Israel a asesores militares curtidos en teatros de operaciones como Faluya y otros episodios criminales de la vergonzosa historia del imperio en la región.

Veinte años perseguidos y atormentados por las secuelas de la invasión angloamericana, ¿hay algo más violatorio del yo iraquí que ver a nuestros antiguos ocupantes ayudar en la tortura de palestinos, de esta reescritura de la historia de la guerra en el alfabeto de los vencedores?

Estados Unidos tiene un rico historial de patrocinio de baños de sangre en geografías colonizadas.

Entre otras cosas, su paranoia anticomunista de la Guerra Fría incluyó el envío de asesores para ayudar a la Policía Nacional (PN) de Carlos Castillo Armas de Guatemala a purgar a los comunistas incluidos en listas negras elaboradas con la bendición y el apoyo de la Agencia Central de Inteligencia (CIA)2.

Guatemala fue el primer benefactor latinoamericano de la Oficina de Seguridad Pública, «un programa mundial de formación policial establecido por la Administración de Cooperación Internacional (precursora de la Agencia Internacional para el Desarrollo)».

Miles de agentes guatemaltecos, escribe Kate Doyle, «fueron instruidos por asesores estadounidenses dentro de Guatemala en investigaciones criminales y técnicas de laboratorio del crimen, control de disturbios, armas de fuego, toma de huellas dactilares, interrogatorios, vigilancia y técnicas de contrainsurgencia».

De 1954 a 1974, Estados Unidos ayudó a reestructurar la PN en tropas de choque3200.000 guatemaltecos murieron o desaparecieron en los 36 años de guerra del país. Sus fantasmas siguen persiguiendo al país en la actualidad.

Los conspiradores de Washington siguieron un camino trillado que reproducía las prácticas coloniales europeas en la vigilancia de las poblaciones nativas4. En Bahréin, no sólo el comandante de la policía de Al Khalifa, Charles Belgrave, se dedicó personalmente a torturar a los reclusos, sino que el rechazo del asesor británico a los reclutas indígenas baharna (chiíes de Bahréin) por su físico y su aspecto también articula el racismo del hombre blanco y explica cómo el reclutamiento policial estaba arraigado en la discriminación social5.

En 2011, los gobernantes de Bahréin invitaron al ex jefe de policía de Miami, John Timoney, a reformar el cuerpo local siguiendo «el modelo de Miami». Este modelo, escribe Marc Owen Jones, «se caracteriza por el despliegue de vehículos blindados de transporte de personal de estilo militar y el uso de helicópteros, lo que hace que muchas protestas parezcan zonas de guerra».6

En El Salvador, Washington patrocinó otra «contrainsurgencia» en una guerra que dejó decenas de miles de muertos y un millón de refugiados. Uno de sus hombres sobre el terreno fue James Steele. Después de abrir Irak al capitalismo global, Steele dejaría un rastro de sangre a través de todo el continente y se uniría a una unidad de comandos de la policía tristemente célebre por su centro de detención en Samarra.

Una investigación de The Guardian cita a un soldado familiarizado con las hazañas del comando durante los años de abundante muerte en Irak: «Era como los nazis… básicamente como la Gestapo. Ellos [los comandos] básicamente torturaban a cualquiera del que tuvieran buenas razones para sospechar».

Millones de vidas iraquíes se perdieron, se desbarataron y se dispersaron por geografías ajenas después de 2003. Los refugiados palestinos en Bagdad no quedaron exentos. Algunos de los temidos milicianos que hoy se hacen pasar por aliados de los palestinos en las calles de Bagdad tienen las manos manchadas de sangre palestina.

Aquí, rodeado de camaradas palestinos ante una emisión de Al Jazeera, recibo ahora un mensaje de texto de mi hermana en Bagdad: «Las mezquitas están elevando oraciones por Gaza». ¿Cuándo amanecerá por fin, Gaza?

En sus memorias, el difunto poeta iraquí Muhammed Mahdi al-Jawahiri escribe sobre su primer viaje en avión, en una dolorosa visita a Palestina en la década de 1940. La pérdida de ciudades como Haifa le perseguiría a él y a millones de árabes durante toda su vida: «Ojalá nunca hubiera visto (Palestina el paraíso)»7.

En un poema que recitó ante ojos anegados en lágrimas en Yaffa, la voz dolorida de al-Jawahiri contenía las siguientes palabras: «¡Mucha tierra herida en Oriente / lamentando el vendaje no las heridas!»8.

¿Quién cura las heridas de Gaza?

Ahora Gaza asciende, Gaza sangra sola en la oscuridad.

No puedo ver.

No es sólo la conmoción del estallido del 7 de octubre lo que hace necesario borrar al palestino de la tierra y de la palabra.

Es la audacia de los que están encerrados en el limbo de existir por encima y más allá de un statu quo prescrito lo que impulsa el paso del palestino de ser una molestia que se alimenta de la ayuda a la animalidad de un terrorista deshistorizado (y llama a los ataques aéreos)9.

Los movimientos anticoloniales iniciados al alba de la Revolución Haitiana (1791-1804) significaron, en palabras de Vijay Prashad, que «ya no podía decirse que una potencia europea tuviera el destino manifiesto de gobernar a otros pueblos»10.

Los palestinos, exige el perverso antisemitismo europeo y el proyecto sionista, son una excepción.

La Revolución haitiana, escribe Michel-Rolph Trouillot, era impensable. Saturados de la asunción ontológica y política de los escritores de la Ilustración, los hombres y mujeres del siglo XVIII no podían pensar en el negro como igual11 ¿Cómo iba a sublevarse un esclavo negro e inferior?

Las noticias de Saint-Domingue fueron recibidas con incredulidad en la metrópoli. Incluso anticolonialistas como Jean-Pierre Brissot, miembro fundador de Amis des Noirs, pronunció un discurso en una asamblea diciendo que cualquiera que conociera a los negros se daba cuenta de que los esclavos no podían concebir la rebelión por sí solos12.

Los esclavos rebeldes antes del levantamiento de agosto de 1791 eran considerados como casos patológicos individuales. Admitir una resistencia masiva en las plantaciones era reconocer un fallo del sistema13.

La conversión del palestino en un ser inferior se ha ido perfeccionando con el tiempo. No puede tener aspiraciones similares a las de un triste colono israelí en un kibbutz erigido sobre la tierra robada a sus abuelos.

Si la palestina, en su escuálido y fabricado significado, es espectacularmente bombardeada hasta el olvido en Jabalia, entonces su naturaleza incontestablemente inmutable justifica que se hurgue en su cadáver en fotografías que gritan lo que no se oye, y luego se cuestione su propia mortalidad14.

Debe de haber sido un túnel de terroristas. Deben de estar relacionados. Ella muere. Un dígito mudo sustituye su muda existencia en alguna estadística pronto olvidada. Sigue adelante.

La cobertura del islam, escribe Edward Said, ha sido durante mucho tiempo una actividad unilateral sobre lo que son los árabes por su propia naturaleza defectuosa15. Las interpretaciones (erróneas) en juego se ven facilitadas, nos dice Said, por las circunstancias previas de, entre otras cosas, la expansión comercial y colonial, del imperio16.

En una normalidad cuidadosamente trabajada, donde el palestino es vigilado por la palabra y por la pistola, no existe ninguna razón para que los jóvenes a los que se les niega el acceso a la tierra, el mar y el cielo hagan ruido.

Que la lucha palestina por su libertad es impensable más allá del marco del terrorismo. Si lo hace, entonces no puede ser. Para llevar una piedra en los guetos desmembrados de Cisjordania o un rifle en el campo de muerte lenta de Gaza, el palestino está condenado de antemano, ya consignado para ser borrado.

Incluso la resistencia de los iraquíes a la ocupación de Mesopotamia dirigida por Estados Unidos (al menos antes de que al-Qaeda se apoderara de ella) se reduce en la práctica al disgusto de los soldados descontentos y de los miembros del Partido Baath que pierden su trabajo. ¿Por qué iba a resistirse un iraquí?

En 2004, permanecí junto a la puerta de nuestra casa del oeste de Bagdad (bombardeada con bombas de racimo en 2003) mientras los convoyes civiles cargados de ayuda se dirigían hacia una Faluya asediada. Allí, como hoy en Gaza, niños de mi edad y menores fueron incinerados con fósforo blanco17.

Yo crecí; ellos son jóvenes para siempre.

Muchos de ellos descansan en lo que debería haber sido su patio de recreo: el Cementerio de los Mártires. Ahora el Teniente General del Cuerpo de Marines James Glynn, veterano de Faluya, «podrá asesorar a los israelíes sobre cómo mitigar las bajas civiles en la guerra urbana».

El apoyo occidental a Israel adquiere una dimensión genocida, imbricando históricamente a ambos Estados imperiales y a blancos y sanguinarios jihadstrijders voluntarios europeos y norteamericanos.

En algún lugar entre los cadáveres de las moradas asesinadas en Gaza las linternas buscan una trenza, un miembro, un gatito, el rastro de un grito entre las ruinas. ¿Cuándo jugarán los niños?

El poeta iraquí Sargon Boulus, perseguido durante mucho tiempo en vida por los espectros de los amigos que le visitaban desde Bagdad a su exilio perpetuo donde seguía las noticias de Iraq, escribió una vez sobre un momento en el que «todo significado nada en un charco de su sangre»18.

Éste es uno de esos momentos.

Reúno los cadáveres inmóviles de mis palabras. Escribo Falasteen/فلسطين.

Notas

1 Sargon Boulus, Al Awal Wal Tali, 2nd ed. (Cologne-Baghdad: Al-Kamel Verlog, 2008), 147.
2 Kirsten Weld, Paper Cadavers: The Archives of Dictatorship in Guatemala, American Encounters/Global Interactions (Durham: Duke University Press, 2014), 87.
3 Weld, 93.
4 Weld, 94.
5 Marc Jones, Political Repression in Bahrain, 1st ed. (Cambridge University Press, 2020), 170,  150.
6 Jones, 167.
7 Muhammad Al-Jawahiri, Thikrayati “Al Juz` Al Awal” [My Memories “Part One”], 1st ed. (Damascus: Dar al-Rafidain, 1988), 429.
8 Al-Jawahiri, 429.
9 Roland Barthes, Mythologies, trad. Richard Howard y Annette Lavers (New York: Hill and Wang, a division of Farrar, Straus and Giroux, 2013), 254–58.
10 Vijay Prashad, The Poorer Nations: A Possible History of the Global South (London ; New York: Verso, 2014), 1.
11 Michel-Rolph Trouillot, Silencing the Past: Power and the Production of History (Boston: Beacon Press, 2015), 82.
12 Trouillot, 90–91.
13 Trouillot, 83–84.
14 Barthes, Mythologies, 255.
15 Edward W. Said, Covering Islam: How the Media and the Experts Determine How We See the Rest of the World, Rev. ed., 1st Vintage Books ed (New York: Vintage Books, 1997).
16 Said, 139.
17 Ross Caputi, Richard Hill, y Donna Mulhearn, The Sacking of Fallujah: A People’s History, Culture and Politics in the Cold War and Beyond (Amherst: University of Massachusetts Press, 2019), 107–9.
18 Boulus, Al Awal Wal Tali, 147.

Nabil Salih es poeta, periodista y fotógrafo bagdadí. Sus obras aparecen en Jadaliyya, Al Jazeera English, Middle East Eye, LeftEast y otras publicaciones, y están traducidas al italiano, español y francés. Nabil vivió veintinueve años en Iraq. Se licenció en Ingeniería en Bagdad y cursó un máster en Estudios Árabes en la Universidad de Georgetown. Actualmente cursa un máster en Derechos Humanos y Artes en el Bard College. Su exposición fotográfica individual «A Requiem for Baghdad: Postales desde la escena del crimen» se exhibe actualmente en la Biblioteca Lauinger de la Universidad de Georgetown.

Fuente: LeftEast, 4-11-2023 (https://lefteast.org/palestines-night-is-long/)

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