El choque presente de la creación cinematográfica contra la realidad
Gerard Marín Plana
Se trata de un texto muy interesante, que abre posibilidades de reinterpretación de lo cinematográfico. Pero no habla de la aparición reciente de la Inteligencia Artificial, precisamente la novedad técnica que pone en cuestión de forma importantísima –de hecho, hasta un punto todavía incomprensible– los modos como se ha concebido el cine hasta ahora.
Estamos viviendo, en cierto modo, un retorno a los orígenes. Las limitaciones que tienen todavía cortometrajes como este pionero Kiss/Crash (creado con IA) que, en un minuto de duración, nos muestra el fundirse en evolución de un apasionado beso y de dos coches chocando violentamente, son evidentes. Remiten, a través de una larga elipsis, a otros cortos como The Kiss (1900) o incluso a L’arrivée d’un train à La Ciotat (1896). Nos remontan a los momentos fundacionales de un lenguaje que se desarrollaría durante los más de cien años de historia del cine hasta ahora. Pero con toda esa obra, más toda la obra audiovisual considerada «no cinematográfica» existente, a cuestas, como fuente y como problema.
De hecho, la enorme cantidad de datos audiovisuales disponibles hoy y nuestra capacidad de tratarlos hace que, aparentemente, ya no sean necesarias cámaras para captar la realidad cinematográficamente. Las imágenes, los sonidos, lo representacional como tal, parecen separarse de lo existente a través de mediaciones que se nos hacen tan extrañas como lo fue la proyección de luz contra una pared para los primeros espectadores ante las obras de Lumière, Meliès, Porter, etc.