Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Transitando por el corazón de oscuras tinieblas

Salvador López Arnal

Reseña de Xavier Rius Sant, VOX. El retorno de los ultras que nunca se fueron, Madrid, Akal-A Fondo, 2023, 304 páginas (prólogo de Pascual Serrano)

Se lee bien, muy bien. Hay novedades y se aprende, aunque el lector/a pueda pensar de entrada que está suficientemente informado de las acciones, teorizaciones, tendencias, grupos, nombres propios e interioridades de la ultraderecha española que incluye por supuesto, y en contra de algunos colectivos que consideran que eso de la ultraderecha es cosa de la «España rancia», a una parte de la catalana, Vidal-Quadras, Josep Anglada, August Armengol, Joan Garriga, por ejemplo (no la que se sitúa en coordenadas nacional-secesionistas que también existe).

El lector aficionado a la filosofía puede estar interesado en las puntuales referencias a Gustavo Bueno Martínez (fallecido en 2016) y a su hijo, Gustavo Bueno Sánchez.

«¿Es VOX un partido ultranacionalista y de aquellas víctimas de ETA que creen que el Estado se ha rendido, convencidas de que el Estado autonómico es un caballo de Troya para destruir la nación y que los partidos nacionalistas o independentistas vascos, catalanes y gallegos son la continuación de ETA? ¿Es un partido en el que hay beatos y beatas que creen que toda la sociedad debe seguir sus patrones de moralidad y asume los planteamientos de Hazte Oír, el Yunque, el Opus Dei o los “kikos”? ¿Es el negocio de Santiago Abascal y su entono, como han denunciado algunos de los antiguos dirigentes que se sumaron a un partido que prometía la regeneración y dar la voz a los afiliados para que eligieran a sus cargos orgánicos y candidatos electorales pero que se ha convertido en una organización piramidal, sin democracia interna, que humilla a quienes cuestionen el funcionamiento o han dejado de ser útiles?». Son estas algunas de las preguntas que formula Xavier Rius Sant [XRS] –periodista freelance y escritor catalán especializado en temáticas de derechos humanos, conflictos internacionales, mundo árabe, inmigración, ultraderecha y terrorismo, y colaborador de, entre otros periódicos, El Punt Diari, El Triangle, El Punt Avui Y NacióDigital– formula en el capítulo de conclusiones: «Los ultras que nunca se fueron», pp. 297-298. Sugerencia de lectura: lean estas preguntas, no prosigan hasta el final del capítulo, e inicien luego la lectura del libro teniendo muy presente esas cuestiones que XRS expone al final del ensayo. Encontrarán respuestas a buena parte de esos interrogantes, por no decir a todos.

Además de la presentación de Pascual Serrano, son dieciséis los capítulos que forman el libro. Entre ellos: «Los padres de VOX», «La ultraderecha española, eternamente dividida» (de mucho interés), «Primero los de casa», «La ultraderecha se activa con el procés», «España deja de ser la excepción. Nace el trifachito», «Repetición electoral, VOX consigue 52 diputados», «El efecto Olona y la caída de Ortega Smith». No hay duda de que XRS conoce profundamente la historia y los avatares de la ultraderecha española, y más concretamente, como decía, de la extrema derecha catalana, protagonista de varios capítulos.

Este lector agradece a XRS el directo trabajo de campo que con seguridad ha realizado en circunstancias nada cómodas para él. Hay que tragar muchos sapos para formar parte de concentraciones, manifestaciones y mítines como los que él relata con todo detalle.

La posición político-ideológica de XRS, a caballo entre el catalanismo y el nacionalismo, queda reflejada en algunas páginas del ensayo. Basta leer sus comentarios sobre el 1-O, sobre el «a por ellos» («Las cargas policiales, realizadas por los antidisturbios de la Policía Nacional y la Guardia Civil venidos a Cataluña al grito de «¡A por ellos!»), sobre la manifestación constitucionalista del 3-O, sobre Sociedad Civil Catalana, sobre Santiago Vidal, las cifras que da por buenas de algunas manifestaciones secesionistas, o su nula referencia a la «gloriosa» actuación de Laura Borràs en agosto de 2022, el día del recuerdo de los asesinados en 2017.

Comete un error de matiz (e incluso algo más) y usa alguna una formulación mejorable cuando sostiene que «mucho más beligerante que Rivera será Inés Arrimadas, natural de Jerez de la Frontera, que en 2007 establecerá su domicilio en Cataluña y se afiliará a Ciudadanos, para luego, en 2012, obtener escaño en el Parlament». Arrimadas, prosigue, «utilizará siempre el término “nacionalismo” como si se tratara de una patología o ideología cercana al nazismo, sin ser consciente de que ella también es nacionalista. Y tan legítimo es el nacionalismo catalán y el catalanismo no independentista que ella combatirá, que legislará para que el catalán pueda usarse fuera del ámbito familiar y folclórico, como el nacionalismo español excluyente que ella abandera y pretende arrinconar al ámbito privado y folclórico el gallego, el vasco y el catalán» (p. 30). Más allá de nuestras escasas o inexistentes simpatías por Arrimadas y Ciudadanos: ¿a qué viene citar su lugar de nacimiento?, ¿desde cuando Ciudadanos ha pretendido arrinconar al catalán, el gallego y el vasco en el ámbito privado? ¿Desde cuándo sostiene Ciudadanos (o fuerzas afines) que no puede usarse cualquier de esos idiomas en las instituciones de las nacionalidades respectivas?

Empero, lo que olvida XRS es que partidos políticos del nacional-secesionismo han defendido, y sigue defendiendo, que el castellano en Cataluña debe ser una lengua estrictamente familiar y folclórica, y que el catalán es el único idioma que debe estar presente en la educación y en las instituciones del país. De hecho, esa es su práctica (y no sólo de fuerzas marcadamente nacionalistas).

Señala Pascual Serrano en su prólogo que no debemos pensar que este texto es un mero alegato contra VOX. En el libro, «Rius solo expone realidades para que el lector inteligente, ahora ya documentado, tome la posición que considere». En tiempos de arengas periodísticas desde todos los lados, prosigue el director de la colección «A fondo», gritando «comunistas» o «fascistas» a modo de insulto según desde el lugar en que el periodista o analista se ubique, en Vox, el retorno de los ultras que nunca se fueron no se grita, se nos informa para que saquemos nuestras propias conclusiones. O sea, lo que debe ser el buen periodismo».

De acuerdo, de acuerdo, buen periodismo… aunque en muchas ocasiones XRS no se limita a informar.

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