Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Mario Amorós sobre Salvador Allende

Salvador López Arnal

«Allende es hoy, cincuenta años después de su inmolación en La Moneda, una figura universal, que inspira a organizaciones sociales y políticas y personas de diferentes países.»

Licenciado y doctor en Historia por la Universidad de Barcelona y licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Mario Amorós ha publicado hasta el momento, además de numerosos artículos, 27 libros, entre los que se encuentran las biografías, las imprescindibles biografías de Víctor Jara, Pinochet, Pasionaria, Miguel Enríquez, Antoni Llidó y Pablo Neruda.

Su último libro es una biografía del presidente chileno: Salvador Allende. Biografía política, semblanza humana, Madrid: Capitan Swing, 2023, 416 páginas.

Un libro extraordinario tu biografía de Allende que se lee, en muchos momentos con un nudo en la garganta. Gracias por él querido Mario. Señalas en la presentación que esta biografía es una versión revisada, sintetizada y actualizada del trabajo que presentaste en 2013 en Chile y España, Allende. La biografía, que L’Harmattan acaba de traducir al francés. ¿Cuáles son las principales aportaciones de este libro de 2023?

Con la mirada puesta en la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, decidí reescribir completamente la biografía de Salvador Allende que publiqué en 2013.

Es un libro que se enriquece con documentación procedente de archivos que hace diez años no estaban disponibles (como el de Patricio Aylwin), con la bibliografía más reciente, que cito, y también con el oficio como historiador y biógrafo que he adquirido a lo largo de esta década. Es también un libro más sintético, puesto que he suprimido el amplio apéndice documental que incorporaba el de 2013.

Cincuenta años después de su muerte, ¿qué dimensiones tiene la figura de Allende? ¿Qué queda de su legado?

Salvador Allende es hoy, cincuenta años después de su inmolación en La Moneda, una figura universal, que inspira a organizaciones sociales y políticas y personas de diferentes países. Sus valores y principios, las causas que dieron sentido a su trayectoria política, tienen plena vigencia.

Algunas aproximaciones a Allende señalan que no hay ninguna duda de la grandeza moral de Allende, de su humanidad, incluso de su grandeza histórica, pero estiman que políticamente fue un iluso, un ingenuo si quieres, que no fue capaz de darse cuenta de la correlación de fuerzas reales en las que estaba inmerso su proyecto transformador. Añaden: soñaba bellamente, pero no tocaba realidad.

Desde luego, la derrota militar de Salvador Allende y la Unidad Popular suscitaron y suscitan todo tipo de debates, importantes y comprensibles.

Visto desde hoy, con la información de que disponemos (desconocida entonces) acerca, por ejemplo, de la voluntad férrea de Nixon y Kissinger de derrocar a su Gobierno como fuera posible, la viabilidad de su proyecto era ciertamente difícil. La «vía chilena al socialismo» era inaceptable para Washington porque rompía los dogmas de la Guerra Fría y era un ejemplo para las fuerzas de izquierda de Italia, Francia, España y otros países.

Ahora bien, no creo que Allende y con él su principal aliado, el Partido Comunista, fueron unos ingenuos o unos ilusos. Allende fue elegido presidente de Chile por el Congreso Nacional el 24 de octubre de 1970 con los votos favorables de la Unidad Popular y también de la Democracia Cristiana después de negociar y acordar el denominado Estatuto de Garantías Democráticas. Allende confiaba en que sería posible mantener el diálogo y el entendimiento con la DC en lo referido a algunas partes importantes de su programa. La nacionalización de las grandes minas de cobre fue el otro hito de ese diálogo… y el último, puesto que el asesinato del dirigente democratacristiano Edmundo Pérez Zujovic el 8 de junio de 1971 por un grupo ultraizquierdista abrió un abismo entre la UP y la DC, en la que sus sectores más conservadores y anticomunistas fueron recuperando el timón y en junio de 1972 hicieron naufragar el principio de acuerdo alcanzado entre el Ejecutivo y el que era el principal partido opositor.

Desde entonces el país quedó dividido de manera definitiva en dos bloques políticos y sociales y el empate en las instituciones del Estado (la izquierda tenía el Gobierno y la presidencia de la República, mientras que la oposición era mayoritaria en el Congreso Nacional) convirtió el conflicto político en irresoluble por voluntad, principalmente, de la DC.

En cuanto a las Fuerzas Armadas chilenas…

Efectivamente, otro de los aspectos claves del proceso chileno fue la relación con las Fuerzas Armadas. Recordemos que el comandante en jefe del Ejército en 1970, el general René Schneider, fue asesinado por la extrema derecha porque había afirmado públicamente el respeto de su institución al proceso constitucionalmente previsto para la elección del nuevo presidente de la República. Le reemplazó el general Carlos Prats, un oficial democrático. Durante casi tres años Prats fue el muro contra el que se estrelló el golpismo. Tras su dimisión el 23 de agosto de 1973, el presidente nombró como jefe del Ejército a su número dos, el general Pinochet, quien le traicionó al sumarse a la conjura golpista la tarde del 9 de septiembre, horas después de que le hubiera comunicado que iba a convocar un plebiscito el 11 de septiembre.

No obstante, más allá de las posiciones personales y de las convicciones de cada oficial, desde fines de los años 40 las Fuerzas Armadas chilenas estaban supeditadas a Estados Unidos en cuanto a su formación, su doctrina, su aprovisionamiento… Y este fue un aspecto central que Salvador Allende y la izquierda desconocieron. Después del golpe de Estado, en el pleno de su Comité Central de agosto de 1977, el Partido Comunista de Chile habló del «vacío histórico» (la política militar y la concepción del Poder) en que esta fuerza política había incurrido.

Por tanto, Allende buscó siempre un acuerdo con la Democracia Cristiana que permitiera ampliar la base social de apoyo a su Gobierno y al proyecto socialista. De haberse producido en diferentes momentos, y sobre todo en el invierno austral de 1973, el golpe de Estado hubiese sido más difícil. Pero también la DC era un partido financiado por la CIA desde 1964 para ser la alternativa (no el aliado) de la izquierda

En tu opinión, ¿fue Allende un revolucionario?

Por supuesto, Salvador Allende fue un revolucionario. Así se sentía y así actuó en las condiciones del Chile de su época, un país donde la izquierda desde 1932 (y a excepción de un episodio no menor: la proscripción legal del PC entre 1948 y 1958) podía actuar en el marco de la legalidad y fue creciendo electoral y socialmente desde la primera candidatura presidencial de Allende en 1952 hasta lograr el triunfo en 1970.

«Médico, socialista, masón» es el título de uno de los capítulos de tu libro. ¿El ser médico y masón le pudo predisponer positivamente para su toma de posición política?

Esa fue la triple dimensión que moldeó su personalidad. Como médico, desarrolló una gran labor como ministro de Salubridad del Gobierno del Frente Popular entre 1939 y 1942 y posteriormente, a partir de 1945, como senador trabajó con tenacidad por la aprobación de leyes y proyectos que, como la creación del Sistema Nacional de Salud en 1952, mejoraron las condiciones de vida de las grandes mayorías. Posteriormente, como presidente, su condición de médico influyó en la importancia que su Gobierno concedió al reparto de medio litro de leche diario entre todos los niños y niñas de Chile en las escuelas y los consultorios.

Ingresó en la masonería en julio de 1935, cuando ya era dirigente del Partido Socialista en Valparaíso, muy influido por el recuerdo de su abuelo Ramón Allende Padín, una personalidad muy notable de la segunda mitad del siglo XIX.

Allende fue masón hasta el fin de sus días y concebía esta institución como heredera de los principios de la Revolución Francesa.

Más allá del pasado 11S, ¿se sigue recordando su figura en el Chile actual? ¿Es una figura controvertida?

A lo largo de este año en Chile la derecha ha logrado imponer un relato acerca de la Unidad Popular y los 50 años del golpe de Estado que ha incorporado una parte de la propaganda de la dictadura: según estas tesis, el presidente Salvador Allende habría sido el principal responsable del golpe de Estado y la Unidad Popular habría sido una coalición caótica, sin liderazgo, que sumió al país en una grave crisis política, económica y social que hizo prácticamente inevitable el golpe de Estado. Frente a este discurso, amplificado hasta el agotamiento por los medios de comunicación hegemónicos en Chile, todos muy conservadores, ha habido infinidad de actividades políticas, culturales, sociales… de recuerdo al presidente Allende y a la Unidad Popular.

¿Y en España? ¿Se conoce suficientemente su praxis, sus escritos, sus reflexiones, en España? ¿Se han editado en España sus Obras Completas?

Este año se han publicado varios libros sobre Allende y su Gobierno en España. Es muy positivo que sea así… Incluso en Televisión Española va a emitirse antes de fin de año una serie de cuatro capítulos, Los mil días de Allende, creada por la productora chilena Párox en colaboración con Televisión Nacional de Chile y TVE y dirigida por Nicolás Acuña, en la que he participado como asesor histórico.

Espero que estos libros y esta serie contribuyan a un mejor conocimiento de una figura que demasiadas veces se asocia en exclusiva a la tragedia y la derrota del 11 de septiembre de 1973.

Has hablado antes de ello de pasada, pero permíteme insistir. ¿Qué destacarías de los años en que, siendo muy joven, fue ministro de Salud en el gobierno del Frente Popular chileno?

Su labor importante como ministro y su concepción moderna de una medicina preventiva, que exigía una mejora sustancial de las condiciones de vida de las clases populares. Entre sus iniciativas más importantes estuvo la reforma de la Ley nº 4.054, una de las bases de la legislación social chilena, que en 1924 había instaurado el seguro obligatorio por enfermedad, invalidez y muerte para los trabajadores.

¿Recibió el Chile de la Unidad Popular el apoyo de los países socialistas de aquellos años, de la Unión Soviética por ejemplo?

Entre sus primeras medidas como presidente de la República estuvo el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y la apertura de relaciones con la República Democrática Alemana o Vietnam. La política internacional de Allende buscaba mantener relaciones de respeto con todas las naciones, más allá de las «fronteras ideológicas».

En cuanto a la Unión Soviética, el presidente Allende llegó a Moscú la tarde del 6 de diciembre de 1972, en el marco de su gira internacional más importante. A pesar de su condena pública de las invasiones de Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), tenía buenas relaciones con la URSS y valoraba positivamente su papel como aliado de diferentes pueblos (Cuba, Vietnam) que se enfrentaban heroicamente al imperialismo norteamericano. Ahora bien, en los esquemas de la Guerra Fría, Chile quedaba en la zona de influencia de Estados Unidos y la Unión Soviética jamás pretendió tener con el Chile de Allende una relación como la que tenía con Cuba. Tampoco el presidente Allende lo contemplaba.

En diciembre de 1972, después del paro patronal encabezado por los propietarios de camiones en octubre de aquel año, el país estaba en una situación muy difícil y la ayuda económica que Allende obtuvo en Moscú durante su visita fue insuficiente y estuvo por debajo de sus expectativas.

¿Qué tipo de socialismo defendió Allende?, ¿cómo caracterizarías al socialismo allendista?

Como expresó en su importante discurso ante el Congreso Nacional del 21 de mayo de 1971, el proyecto de su Gobierno era construir, a partir de la legalidad y la institucionalidad vigentes, una sociedad socialista con pluralismo político, respeto a los derechos humanos y a las libertades democráticas. «Pisamos un camino nuevo, marchamos sin guía por un terreno desconocido, apenas teniendo como brújula nuestra fidelidad al humanismo de todas las épocas, particularmente al humanismo marxista…», señaló entonces. Era, sin lugar a dudas, una verdadera epopeya.

¿Qué opinión tuvo de Ernesto Guevara? ¿Escribió sobre él tras su asesinato en Bolivia?

Conoció al Che en su primer viaje a Cuba en febrero de 1959, en las semanas posteriores al triunfo de la Revolución. Guevara le regaló, con una significativa dedicatoria («A Salvador Allende, que por otros medios trata de obtener lo mismo. Afectuosamente, Che»), uno de los primeros ejemplares de su libro La guerra de guerrillas.

Después de su asesinato en Bolivia en octubre de 1967, no solo le rindió homenaje en el Senado de Chile, sino que, además, cuando los tres supervivientes cubanos de su expedición en Bolivia lograron llegar a Chile, les ayudó a que pudieran viajar a La Habana.

¿Qué opinión tuvo Fidel Castro del intento allendista? ¿Apoyó Cuba al Chile de la Unidad Popular en la medida de sus fuerzas?

Fidel Castro visitó Chile en noviembre de 1971 y recorrió el país durante cuatro semanas. Un año después en Chile y en Cuba se publicaron sendos libros con todas sus intervenciones. Fue muy respetuoso con la «vía chilena al socialismo», pero también muy contundente en su último discurso, en el Estadio Nacional el 2 de diciembre, cuando advirtió sobre la importancia de ganar a las capas medias para la revolución.

La hija mediana de Allende, Beatriz, estaba casada con un diplomático cubano y la comunicación entre Allende y Fidel Castro era muy fluida.

Desde una perspectiva histórica, ¿fracasó Allende, fracasó la Unidad Popular?

La Unidad Popular no fracasó, sino que fue derrotada por un golpe de Estado militar gestado con el apoyo de la derecha, los grandes grupos empresariales o la dirección de la Democracia Cristiana de 1973. Incluso desde antes de que Allende iniciara su mandato presidencial, la Unidad Popular tuvo que hacer frente a enemigos muy poderosos dentro y fuera del país que desconocieron tanto las reglas de la democracia como la legalidad internacional.

En tu opinión, ¿cuál fue la medida, la tarea más importante llevada a cabo por el gobierno de la Unidad Popular?

Es muy difícil señalar solo una… La nacionalización del cobre fue una de las medidas más importantes: según el historiador Jorge Magasich, autor de una monumental historia de la UP en ocho volúmenes (ya ha publicado cuatro), ha reportado al Estado de Chile 115.000 millones de dólares desde 1971. Además, la profundización de la reforma agraria acabó con el latifundio.

La política internacional también fue otro logro: Chile se incorporó al movimiento de Países No Alineados y Allende se convirtió, con su discurso que hoy llamaríamos altermundialista, en uno de los portavoces del Tercer Mundo.

La política cultural, con la editorial Quimantú, el medio litro de leche, los avances en educación, cultura y sanidad y el desarrollo de una conciencia revolucionaria entre la clase obrera y el pueblo, como nos muestra «La batalla de Chile» de Patricio Guzmán, son igualmente inolvidables.

¿Qué repercusiones tuvo en los partidos comunistas occidentales (de España, Portugal, Francia, Italia) el golpe militar chileno? ¿Qué conclusiones se infirieron de la experiencia chilena?

El impacto fue muy importante. En el caso de Italia, las reflexiones que Enrico Berlinguer expusiera en Rinascita llevaron a la formulación por parte del PCI del «compromiso histórico» y fueron importantes en la elaboración del eurocomunismo. En el caso del PCE, el profesor Francisco Erice ha escrito este año un trabajo muy interesante al respecto, incluido en el libro Chile 50 años.

Si es el caso, ¿en qué formaciones políticas actuales, en qué proyectos políticos, observas su influencia cultural?

Siempre que la izquierda trasformadora es parte de una experiencia de gobierno el proyecto de la Unidad Popular chilena es una referencia ineludible. También cuando se intenta construir un proceso de unidad entre diferentes fuerzas de izquierda. La UP chilena fue una experiencia emblemática, dejó su huella en la historia de la izquierda y su memoria nos acompaña hoy.

Si tuvieras que elegir entre los discursos más centrales, más esenciales de Allende, ¿con cuál te quedas?

Destaco, por ejemplo, su largo discurso en el Senado de Chile el 18 de junio de 1948, cuando condenó el proyecto de ley que se tramitaba y que fue aprobado semanas después para perseguir al Partido Comunista.

También su discurso en la Alameda de Santiago en la madrugada del 5 de septiembre de 1970, tras conocer su triunfo en las elecciones presidenciales. Y su primer Mensaje ante el Congreso Pleno el 21 de mayo de 1971, su intervención ante las Naciones Unidas el 4 de diciembre de 1972 y sus últimas palabras por Radio Magallanes a las 9.30 de la mañana del 11 de septiembre de 1973.

¿Qué queda hoy del intento de Víctor Farías de demoler el «mito» de Salvador Allende?

Nada. La Fundación Presidente Allende de Madrid respondió de manera muy atinada en 2005 a sus difamaciones con un libro al que puede accederse libremente en internet.

¿Qué te parece más relevante de lo dicho sobre Allende y la Unidad Popular en las celebraciones del pasado 11 de septiembre?

Creo que lo más importante es comprobar como la memoria de Allende y de la Unidad Popular perdura medio siglo después, inspira y ayuda a la izquierda de hoy. Sin olvidar sus errores (faltó también unidad y cohesión en la Unidad Popular), nos trae lo mejor de la izquierda del siglo XX.

Tanta muerte, tanto dolor, tantos desaparecidos, tantas heridas, tanta persecución, tanto odio,…¿valió la pena?

La represión sobre el pueblo chileno es responsabilidad de quienes ampararon la instalación de la dictadura militar y civil y de quienes la encabezaron. Esta pregunta habría que trasladársela a esos sectores. Y en este punto resalto también el humanismo de Allende, quien señaló varias veces que la posibilidad de construir el socialismo por la vía político-institucional implicaba también evitar los enormes costos humanos incluso donde la revolución había triunfado.

¿Está Allende entre lo mejor, entre lo más importante y vindicable de las tradiciones emancipatorias de estos doscientos años?

Creo que lo he respondido antes: por supuesto, desde luego. Allende y con él la Unidad Popular chilena.

¿Fue en vano la muerte de Allende?

Allende convirtió su suicidio en La Moneda bombardeada en su último gesto político, en una condena moral a los golpistas y en un legado para su pueblo. La dictadura de Pinochet fue condenada por Naciones Unidas cada año, repudiada por la humanidad y Pinochet jamás pudo liberarse del estigma que Allende con su resistencia y su muerte en La Moneda le imputó aquel día.

¿Has podido ver Con los ojos de hoy de Víctor Gómez L y Ingrid Isensee?

No he podido verla hasta el momento.

¿Ves notas eurocéntricas en nuestra aproximación a la figura de Allende?

No, no, en absoluto.

¿De dónde tu interés tan profundo por el Chile de la Unidad Popular?

En 1995, cuando estaba terminando mis estudios de Periodismo y militaba ya en el PCE e IU, empecé a leer sobre Salvador Allende. En 1996, en Barcelona, descubrí por casualidad el impresionante archivo de la Fundació CIDOB, creado en los años 70 por la organización católica de base Agermanament. Y en 1997 viajé por primera vez a Chile. Desde 2011 una parte de mi trabajo es investigar y escribir sobre la historia de Chile en el siglo XX. Mi interés no decae, sino que crece, porque en los últimos años se han abierto importantes archivos a los investigadores y, además, mis libros tienen una excelente acogida en este país.

No es para menos. No abuso más. Gracias por tus respuestas y por tus libros imprescindibles.

Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2023.

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