Una carta inédita de José María Valverde a Francisco Fernández Buey. A propósito de La gran perturbación
Edición de SLA
En 1995, Francisco Fernández Buey publicó su octavo libro: La barbarie de ellos y de los nuestros. Con la siguiente dedicatoria: «En recuerdo de Espartaco, Girolamo Savonarola, Thomas Münzer y Bartolomé de Las Casas, probablemente héroes, también, para el siglo XXI.» y con un pórtico –«Esperando a los bárbaros llegaron los nuestros»– que había publicado en la revista El signo del gorrión, extenso poema dedicado a José María Valverde. El interés de Fernández Buey por Las Casas tenía su antecedente en la colección Hipótesis de Grijalbo que había codirigido con Manuel Sacristán.
Un año después, en 1996, publicó en la editorial Destino La gran perturbación. Se abría con unas palabras de Bartolomé de Las Casas: «Los mensajeros y los españoles enviados allí por nuestros reyes sembraron gran perturbación en todas aquellas naciones.»
Lectores de Fernández Buey que conocían sus artículos de Materiales y mientras tanto, su profundo conocimiento de la obra de Marx, y sus ensayos sobre Lenin, Gramsci, Einstein, la ilusión del método, sus discursos para insumisos discretos y sus redes que dan libertad, quedaron sorprendidos de la solidez, novedad, dimensiones y profundidad del nuevo ensayo
En 1999, Fernández Buey publicó en la colección «Pensamiento crítico» de Los Libros de la Catarata, que codirigía con Jorge Riechmann, una selección (con una detallada introducción, pp. 7-25) de las obra de Las Casas con el título: Cristianismo y defensa del indio americano. Uno de sus últimos artículos le tiene también como protagonista: «Bartolomé de Las Casas en la controversia de Valladolid (1550-1551)», en Araceli Mondragón y Francisco Piñón (coor), Bartolomé de Las Casas: proyecto y utopía, México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2010, pp. 57-94.
Probablemente sea de interés para los lectores de Espai Marx la siguiente carta de José María Valverde, inédita hasta el momento, fechada el 8 de abril de 1996. Se centra en la entonces reciemte publicación de La gran petturbación. Puede verse entre la documentación depositada en el Arxiu FFB (Universitat Pompeu Fabra. Biblioteca/CRAI de la Ciutadella), caja «Correspondencia 1996».
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Querido Paco, tu libro me ha dejado asombrado y abrumado, sobre todo cuando, después del espléndido primer capítulo1 con la gran tesis –¡qué bueno lo del posttodo y la prenada!–, entras en materia concreta. Ya en tu «barbarie»2 se esbozaba el historiador positivo, sabio a la vez que ágil: ahora apareces, además de como «hombre de ideas», como americanista profesional, con todo lujo de erudición y un zócalo de notas que no se lo salta un gitano3. Es un libro resolutivo, necesario y lo notable es que te sitúa en un campo donde cualquiera que no te conociera previamente podría pensar que eres catedrático de historia de España –o de América–4.
Hay, sin embargo, algo discutible, sin duda impuesto por imperativos prácticos de la editorial: quien vea la cubierta del libro, y más si te conoce, no imaginará cuál puede ser el contenido, y sobre todo su «tipo» de contenido, su insólito «género»5. Quizás todo esto es porque había que justificar que el libro fuera en la serie «Ensayos»6, dejando en segundo plano que es no ya solo «historia de las ideas» en el sentido «ideal-ideológico», sino un tratado macizo, sin dejar de ser militante. Acaso hacía falta la palabra «Las Casas»: en cambio, «La gran perturbación» no aporta mucho, salvo editorialmente.
Una cuestión menor: el lector probable del libro agradecería que le dijeras, de paso, en qué quedó lo de Carranza y cuál fue la salvación «salonómica»– Pones una nota sabrosa7, pero parcial: te confieso que yo mismo he ido rápidamente a buscar en una enciclopedia el artículo «Carranza» para no dejar sueltos esos cabos finales.
Pero vuelvo a lo de antes: «así se escribe la historia», partiendo de una gran tesis comprometida, pero con información total, y viendo el derecho y el revés de cada cosa, enmarcados en una coyuntura que iba cambiando de año en año, sobre todo a efectos espirituales. ¡Y sin olvidar nunca la pela! Manejas muy hábilmente tus ilustraciones de cita: p. ej., Aldana8, el otro gran poeta del siglo, con Fray Luis, a quien yo creía que sólo habíamos leído unos pocos ingleses y yo.
El problema va a ser el de la «recepción»; como dicen ahora, y más en una serie «Ensayos»: desconcertará a algunos y otros no lo verán, por ir en ese contexto. Y si lo ven, puede ser un escándalo –también porque irrumpes dominadoramente en una línea y con unas vestes que no se esperaban tanto en ti–.
Bueno, espero que nos veamos para seguir comentando este feliz acontecimiento. Como ves por mis fechas, he leído el libro todo seguido, pero sin saltar nada. Un gran abrazo,
José María9
Algún detalle tonto para que veas que te he leído con detalle. Por favor, no sigas a Bohigas y Joan Ferraté en decir «Ausiàs»: él mismo pronunciaba lo que en castellano se escribe «Ausías»: «jo só aquest –que’m dic Ausias March»10: si no, se estropea el decasíl.lab.
Me ha divertido ver que dejas relativamente bien a Venancio Carro11, de quien se burlaba E. d’Ors: «El nombre del Padre Carro –rara metátesis es– nombra lo que va delante –con lo que viene después».
¿Querrías mandar un ejemplar a Gustavo Gutiérrez12? Tenemos un amigo que va para allá el veintitantos de este mes, y se lo podría llevar, junto con regalitos para nuestros nietos de Lima –el nieto, adoptivo, es quechua puro, un indio nada metropolitano13–.
La idea es de Pilar14, que se ha puesto a leerte, y ha recordado enseguida el «En busca de los pobres…»15
Notas
1 «Buscando un punto de vista sobre el choque cultural», pp. 17-45.
2 Francisco Fernández Buey, La barbarie de ellos y de los nuestros, Barcelona: Ediciones Paidós, 1995.
3 Páginas 445-512, edición de 2021.
4 Francisco Fernández Buey fue catedrático de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales en la Facultad de Economía y Empresa de la Universidad de Barcelona. Posteriormente, catedrático de Filosofía Moral y Política en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra (ambas universidades públicas).
5 La crítica de Valverde se corrige en la portada de última edición de El Viejo Topo (2021), en la que aparece Bartolomé de Las Casas.
6 Una colección de la editorial Destino dirigida por Rafael Argullol. En 2000, fue reeditado por El Viejo Topo, que en 2021 hizo la nueva reedición a la que he aludido.
7 Véase apartado «Noticia de otro Bartolomé: Carranza de Miranda» y siguientes. La gran perturbación, cap. VI, pp. 328-374. Notas del capítulo 494-504.
8 Francisco de Aldana (1537-1578). La huella de Aldana fue muy importante en la poesía, en el lenguaje poético de Luis Cernuda.
9 Fueron numerosos los textos que Francisco Fernández Buey escribió sobre la vida y la obra de José Mº Valverde. Entre ellos: presentación del volumen IV de las «Obras Completas» de J.M. Valverde en edición de David Medina (Trotta, Madrid, 2000, pp. 9-22; agosto de 1999; «En la muerte de José M.ª Valverde» (1996); «Cambiar de otra manera» (1996); «Presentación II jornadas Institut de Cultura» (1997); «Nietzsche por Valverde» (reseña no fechada). Véase https://espai-marx.net/?p=13749.
10 Tras la cita de Bartolomé de Las Casas, Fernández Buey acompañaba su dedicatoria –«A la memoria de don Alonso Fernández de Madrid, Arcediano del Alcor, traductor de Erasmo al castellano y, con él, a la memoria de los eramistas palentinos de 1530-1540»– con un poema de Ausias March –«Així com cell, qui.n lo somni.s delita…»– de las Obras. «Impreso en Valladolid, en el año 1555, con un vocabulario para que por falta de la lengua no las dexasen de entender los que en ellas se quisiesen ocupar.»
11 Venancio Diego Carro (1894-1972), religioso e historiador español, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
13 El subtítulo de La gran perturbación: «Discurso del indio metropolitano».
14 Pilar Gefaell Gorostegui, la esposa de José M.ª Valverde. Es ella quien cerraba la carta con una nota: «Ahora me ha tocado a mí. Un abrazo fraternal, Pilar».
15 Gustavo Gutiérrez, «En busca de los pobres de Jesucristo». Revista de la Universidad Católica, n.º 7, 30 de junio de 1980, pp. 81-108.