Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La Ilustración como la matriz histórica de los combates emancipatorios

Salvador López Arnal

Reseña de: Stéphanie Roza, ¿La izquierda contra la ilustración? Pamplona: Laetoli, 163 páginas (traducción de Serafín Senosiáin, edición original: 2020)

Los lectores puede entender este excelente ensayo (un pelín francés) como una respuesta a la siguiente descripción (muy preocupada) de la autora: «La secuencia que se abre desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha situado a la izquierda en una configuración inédita respecto a su relación con la Ilustración». Mientras que la crítica dialéctica de las Luces constituía hasta entonces la postura de casi la totalidad de sus pensadores y militantes, se ha visto «cómo se desarrollaba en ciertos intelectuales una incriminación cada vez más feroz e inapelables del racionalismo, el progresismo y el universalismo, que representan a ojos de todos lo esencial de lo que el siglo XVIII ha legado a la época contemporánea. Los debates contemporáneos son herederos de esa declaración de guerra a las Luces de un género inédito» (p. 17) En la estela, pues, de El asalto a la razón.

No es libro aconsejable para foucaultianos ni para heideggerianos. Tampoco para arendtianos ni para descoloniales («Esta importancia de la French Theory para los estudios poscoloniales es de algún modo su paradoja fundadora: en el mismo momento en el que sus líderes pretenden emanciparse de los modelos políticos, filosóficos y heurísticos occidentales para encontrar nuevos instrumentos de análisis de la realidad no europea, se adhieren con entusiasmo a la deconstrucción, un puro producto europeo desde cualquier punto de vista») ni para seguidores de Adorno y Horkheimer y la Dialéctica de la Ilustración. Sí, en cambio, para admiradores del decir y hacer de Ho Chi Minh («la lucha del padre de la independencia de Vietnam constituye una refutación radical de la idea según la cual la inclusión de los líderes descolonizadores en un marco teórico racionalista y universalista significaría ipso facto su subordinación, y su ausencia de autonomía y de audacia tanto en el pensamiento como en la acción con relación a los occidentales»). El de este lector por ejemplo.

La dedicatoria del libro –«A los militantes de la izquierda progresista y universalista de todo el mundo, sobre todo a aquellas y aquellos que pagan caro por su compromiso»– y la hermosa cita inicial del no olvidado Jean Jaurès –«Un interés libre por la verdad universal, el odio o el desdén por los prejuicios, la llamada incesante a la razón, la amplia simpatía humana hacia todos los pueblos y razas, sobre todo a los esfuerzos de civilización y pensamiento, cualquiera que sea la forma y la nación en que se produzcan; la necesidad de comprender todo y de armonizar todo, de romper la falsa unidad de la tradición para crear la unidad viva de la ciencia y el espíritu; la inspiración enciclopédica y cosmopolita, la pasión por la ciencia y la humanidad; el gran movimiento que los alemanes llamaron Aufklärung, reflejo de la palabra que el siglo XVIII francés quiso tanto y que entonces tenía un resplandor muy joven y muy intento: Lumières, Luces, Ilustración»– son pistas decisivas para captar la orientación del libro.

Un breve apunte sobre la autora, poco conocida entre nosotros: Stéphanie Roza (1979) es doctora en filosofía, profesora de la Universidad de Montpellier e investigadora en el CNRS. Está especializada en la Ilustración, la filosofía de la revolución francesa y en los orígenes del socialismo en los siglos XVII y XVIII. Autora del epílogo al libro Diccionario de ateos de Sylvain Maréchal, Laetoli anuncia la traducción al castellano de un libro reciente suyo: Lumières de la Gauche (Éditions de la Sorbonne, 2022).

Componen ¿La izquierda contra la Ilustración?, una introducción –¿Qué mosca les ha picado?–, tres capítulos (tres interrogantes: ¿El irracionalismo puede ser de izquierdas?, ¿El antiprogresismo puede ser de izquierdas?, ¿El antiuniversalismo puede ser de izquierdas?), un epílogo (Crítica de la (sin)razón política) y tres anexos: «La filosofía de Foucault antes de Vigilar y castigar» («Foucault está lejos de ser el primero en declarar la muerte del hombre en las ciencias humanas y la política…El antihumanismo, reivindicado sin embargo por numerosos eminentes intelectuales clasificados de izquierda después de 1945, es difícilmente separable de su función original de antídoto contra los derechos del hombre y la Revolución. Es contradictorio con la reivindicación de las prerrogativas fundamentales del ser humano, de la dignidad y la libertad individuales»), «Sobre la entrevista con B-H. Lévy en 1975» y «¿Qué es la crítica?». Como puede suponer el lector, la respuesta de Roza a las tres preguntas señaladas es manifiestamente negativa y sus críticas a Foucault, en sus diversas etapas, son agudas.

¿Qué entiende Roza por izquierda? Roza designa por izquierda, «de manera deliberadamente amplia, al conjunto de posiciones portadoras explícitamente de proyectos de subversión del orden existente (político, social,económico) en favor de los oprimidos desde la Revolución francesa», es decir, las víctimas económicas del sistema de dominación (la clase obrera), las víctimas sexuales (mujeres, homosexuales) y las víctimas raciales (los pueblos colonizados, los inmigrantes, las minorías étnicas). Apunta: «La preocupación por la opresión socioeconómica es la señal más destacada de las ideologías de izquierda, pero las otras dos están presentes tanto en los textos como en las luchas concretas desde el siglo XVIII: aquí no serán consideradas como secundarias.» (p. 14). Para nuestra autora, la izquierda socialista, anarquista y comunista «ha nacido de la ambición de llevar siempre más lejos, hasta su verdadero cumplimiento, el proyecto de la Ilustración y de garantizar a cada ser huamno el pleno ejercicio de todos sus derechos y la plenitud de sus facultades» (p. 136), el legado de la Ilustración constituye la matriz histórica de donde ha salido el conjunto de combates emancipatorios. Ese legado «encierra los principios filosóficos fundadores de los principales proyectos dirigidos desde 1789 a poner a las opresiones.» Desde el punto de vista de Roza, todos los intentos de salir de este marco, por brillantes e intelectualmente heroicos que se los considere, se han saldado con fracasos, «han dado lugar siempre a conexiones teóricas dudosas con el pensamiento conservador e incluso ultraconservador».

Falta un índice onomástico (que hubiera sido útil sin duda). Es posible que, en algunos momentos, Roza olvide que la Ilustración (y el progresismo), como el ser aristotélico, se dicen de muchas maneras, algunas de ellas muy poco ilustradas (y progresistas). Se echa a faltar mayores referencias a temas y preocupaciones ecosocialistas y, finalmente, la expresión «izquierda progresista y universalista» acaso fuera mejor rectificarla por izquierda transformadora e internacionalista.

Fuente: El Viejo Topo, julio-agosto de 2024.

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