Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Informes e iniciativas editoriales del autor, incansable y sólido trabajador de editoriales tras ser expulsado de la Facultad de Económicas, Políticas y Empresariales de la UB en 1965 vía no renovación de su contrato laboral

Manuel Sacristán Luzón

Edición de Salvador López Arnal y José Sarrión

Estimados lectores, queridos amigos y amigas:

Seguimos con la serie de textos de Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) que estamos publicando en Espai Marx todos los viernes a lo largo de 2025, el año del primer centenario de su nacimiento (también de los 40 años de su prematuro fallecimiento). En esta ocasión, informes e iniciativas editoriales suyas. Sin olvidar trabajos previos, Sacristán fue esencialmente a partir de 1965 (primera expulsión de la universidad) y durante más de una década, un trabajador editorial con fuerte compromiso político en el PSUC-PCE.

Los escritos ya publicados, los futuros y las cuatro entradas de presentación pueden encontrarse pulsando la etiqueta «Centenario Sacristán» –https://espai-marx.net/?tag=centenario-sacristan– que se encuentra además debajo de cada título de nuestras entradas.

Algunas informaciones

Publicaciones

Nuestra Bandera, n.º 268, 3er trimestre de 2025. Especial Sacristán en el centenario de su nacimiento (Presentación en la fiesta del PCE: 27 de septiembre, 12:30, espacio Patricia Laita: Marga Sanz, José Sarrión, Eddy Sánchez, Montserrat Galcerán y Francisco Sierra).

Manuel Sacristán Luzón, Seis conferencias, Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (reimpresión; prólogo de Francisco Fernández Buey; epílogo de Manolo Monereo).

Manuel Sacristán Luzón, Socialismo y filosofía, Madrid: Los libros de la Catarata, 2025 (edición de Gonzalo Gallardo Blanco).

Manuel Sacristán Luzón, M.A.R.X. (Máximas, aforismos, reflexiones, con algunas variables libres), Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (prólogo de Jorge Riechmann; epílogo de Enric Tello; edición y presentación de SLA).

Manuel Sacristán, Filosofía y Metodología de las ciencias sociales III, Montesinos: Barcelona, 2025 (edición de José Sarrión y SLA).

Manuel Sacristán Luzón, Pacifismo ecologismo y política alternativa, Barcelona: El Viejo Topo, 2025. Edición de Juan-Ramón Capella.

Manuel Sacristán Luzón, La filosofía de la práctica I. Textos marxistas seleccionados (Irrecuperable, 2025). Edición y prólogo de Miguel Manzanera Salavert, epílogo de Francisco Fernández Buey).

Manuel Sacristán Luzón, La filosofía de la práctica II. Los documentos del partido (Irrecuperable, 2025). Edición, notas y prólogo de Miguel Manzanera Salavert.

Ariel Petruccelli: Ecomunismo. Defender la vida: destruir el sistema, Buenos Aires: Ediciones IPS, 2025 (por ahora no se distribuye en España). «…Recogeré unas cuantas botellas lanzadas al mar por dos de los pensadores más formidables que yo haya podido leer, y que significativamente se cuentan entre los menos frecuentados: Manuel Sacristán y Bernard Charbonneau.»

Próximas actividades

1. Introducción al pensamiento de Manuel Sacristán. José Sarrión y Miguel Manzanera. Sábado 15 de noviembre, 10:30. Centro Social 25 de Marzo.

2. Viernes, 21 de noviembre. Tarragona. «Manuel Sacristán. Ecologisme, pacifisme i socialisme», con Victor Ríos y Sofía Lorenzo https://espai-marx.net/sacristan/?tribe_events=xerrada-manuel-sacristan-ecologisme-pacifisme-i-socialisme-con-victor-rios-y-sofia-lorenzo

3. Presentación de La filosofía de la práctica II. Los documentos del Partido. Con Miguel Manzanera (editor) y Víctor Ríos. 24 de noviembre. Transformadors (C/. Ausiàs Marc), Barcelona.

4. Presentación de Filosofía y Metodología de las Ciencias Sociales III. Ateneu Barcelonès (Barcelona), 25 de noviembre, 18:30. Fernando G. Jaén, Miguel Candel, José Sarrión. Coordina: S. López Arnal.

5. 26 de noviembre, 18h: acto organizado por mientras tanto en la sede de CCOO (Vía Layetana, 16, Barcelona, sala 31, 3ª planta). Intervendrán: Antonio Izquierdo. Elena Grau, Joaquim Sempere, Jose Luis Gordillo. Moderadora: Rosa Ana Alija.

6. Simposio sobre Manuel Sacristán en Barcelona. Organizadores: Càtedra Ferrater Mora (Universitat de Girona) en coorganización con el Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya y en colaboración con la Fundación Neus Català. Fechas: miércoles 26 (tarde), jueves 27 (mañana y tarde) y viernes 28 de noviembre (mañana y tarde) en el Ateneu Barcelonès (Barcelona).

7. Acto de Víctor Ríos en Montcada i Reixac. 30/11: 11:30. Local de EUiA. C/ Montiu, 12.

8. 2 y 3 de diciembre. Memoria y vigencia de Manuel Sacristán. UB, Raval. Sale Jane Adams. Manue Delgado, José Díez Calzada, Lucía Aliagas, Roger Castellanos, Sofía Lorenzo, Jordi Mir, Víctor Ríos, Manuel García-Carpintero, Joaquim Sempere, José Luis Gordillo, Cristina Bedmar.

9. La Virreina, Barcelona. Está previsto que se organice entre el 9 y el 11 de diciembre un simposio con la participación de Constantino Bértolo, Eva Vilaseca, Enric Tello, Nora Miralles, José Luis Gordillo, Montse Santolino, Víctor Ríos, Jordi Mir y Manuel Delgado.

INDICE

1. Presentación (sobre Benjamin)
2. Edición de autores clásicos
3. Memorias de Julio Álvarez del Vayo
4. Informe sobre J. R. Weinberg, Abstracción, relación e inducción. Tres ensayos sobre la historia del pensamiento
5. Informe editorial sobre Stephen Marlowe, The Man with No Shadow
6. Informe sobre Hugh Thomas, Europe the radical opportunity
7. Informe sobre La mujer domada de Hannelore Schütz
8. Sobre Eliseo Bayo
9. Presentación de OME
10. Cartas de un trabajador editorial

1. Presentación. Sobre Benjamin

Expulsado en 1965 de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, «La Central» en aquel entonces, vía no renovación de su contrato laboral (el rector, Francisco García-Valdecasas, quería limpiar la universidad barcelonesa de «rojos y separatistas»), Sacristán tuvo que ganarse la vida como trabajador editorial. De hecho ya lo había sido antes para completar su mermado sueldo de profesor universitario no titular. Sus trabajos: traducción intensiva, dirección de colecciones, consejos, cartas, iniciativas de nuevos proyectos, informes editoriales, etc

En aquellos años era miembro del comité ejecutivo del PSUC y del comité central del PCE.

Un ejemplo de estas iniciativas editoriales: «Edición de Walter Benjamin», junio de 1969.

Al estudiar la situación de los escritos de Benjamin se llega a la conclusión de que una edición de esos textos no se puede hoy anunciar como completa, a menos que una negociación con Suhrkamp obtenga:

1. Un informe fidedigno y exacto acerca de los textos inéditos en poder de la editorial, de Adorno o de algún otro.

2. Fotocopias de todos ellos,

(Incluso renunciando a llamar completa a la edición hará falta procurarse piezas de anticuariado).

En el supuesto de que esa gestión dé resultado negativo, o en el de que Ariel no desee realizarla, lo más oportuno parece renunciar a una edición completa, pero no al proyecto de conseguirla un día. Pues Suhrkamp puede en algún momento decidirse a hacerla.

Por eso, lo más aconsejable me parece una serie titulada vagamente escritos de Walter Benjamin

La propuesta de un plan concreto de edición depende de la respuesta de Ariel a esta nota.

En cualquier caso necesito para trabajar una edición vieja que no tenemos: Walter Benjamin, Schriften, 2 vols., Suhrkamp, 1955.

El interés que tiene esa vieja edición es que la dirigió Adorno, no los textos que contiene (los tenemos prácticamente todos en otras ediciones). Si no se puede comprar porque esté agotada y no se encuentra en anticuariado, se podría pedir prestada a Suhrkamp por un mes.

Una segunda nota lleva fecha de 17 de julio de 1969:

El panorama, finalmente conocido, de la dispersión de los derechos sobre las obras de Benjamin en el área de la lengua castellana asusta a primera vista. La editorial caraqueña [Monte Avila] citada en la carta del agente de 14-VII-1969 tiene un par de cosas importantes. Y [la editorial] Sur lo tiene casi todo. No se comprende como, una vez situada en esa posición contractual, Sur ha perdido dos piezas tan decisivas como el ensayo sobre la tragedia alemana y el escrito sobre la reproducibilidad técnica de la obra de arte.

Pero, pensando sobre esa situación, sorprende en seguida que no haya prácticamente en el mercado nada de Benjamin. Como le ocurrió a Taurus con el ensayo sobre la tragedia alemana, me parece claro que las dos editoriales suramericanas no consiguen salir adelante eficazmente. Por eso creo que si tomamos medidas para hacer frente al riesgo de que a pesar de todo publicaran alguna traducción decente antes de que pudiera salir nuestro primer volumen o durante nuestra edición, podemos proceder con bastante confianza. Las medidas a que me refiero, y que propongo en serio, son:

PRIMERA: contratar lo antes posible y hacerse con:

(a) el plan de edición detallado de Suhrkamp.

(b) todos los textos disponibles, sin esperar la aparición de los volúmenes de Suhrkamp. (Por mi experiencia con Grijalbo, estoy convencido de que nosotros iremos más deprisa).

(c) una información de Suhrkamp acerca de su ritmo de edición.

(d) material biográfico sobre Benjamin, del que probablemente dispone Suhrkamp.

(e) la vieja edición dirigida por Adorno y mencionada en mi Nota 1.

Sería muy de desear que, si alguien de Ariel va en octubre a Frankfurt, hiciera estas gestiones personalmente o las remachara si ya se hubieran hecho por carta.

Para animar a Suhrkamp se le puede prometer que el primer volumen de nuestras Obras Completas estará a la venta el 1-XII-1970.

SEGUNDA. Planear la edición de tal modo que sea tanto o más barata que las ediciones de obras sueltas por las dos editoras suramericanas. Hacer normalmente volúmenes de 200-250 páginas, en una serie especial (ni Zetein [NE: colección dirigida por él para Ariel] ni ninguna otra colección) titulada simplemente «WALTER BENJAMIN. OBRAS COMPLETAS», en rústica y con papel barato. No desdeñar publicar (si eso nos ayuda a defendernos) volúmenes de hasta menos de 100 páginas (esas más o menos tiene el ensayo sobre la obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica).

Nota: Para refresco de la memoria de todos, sería conveniente que Ariel contestara por escrito a mis notas.»

Un tercer escrito −«Nota sobre un volumen breve de Benjamin para Ariel Quincenal»− está fechado el de 7/X/1969:

1. La solución en que primero se podría pensar sería publicar el libro relativamente largo y temáticamente unitario Ursprung des deutschen Trauerspiel (Origen del drama alemán). Tiene la ventaja de ser propiamente un «libro», cuando el autor presenta pocas ocasiones de afirmar una cosa así. Tiene el inconveniente de ser difícil y temáticamente (es de presumir) poco o nada atractivo para un público general (Extensión: 270 holandesas apr.)

2. La solución contraria supone construir una antología interesante y menos difícil. He aquí un intento:

Das Leben der Studenten (La vida de los estudiantes): 20 holandesas

Traumkitsch (Kitsch onírico): 4 holandesas

Der Surrealismus: 16

Was ist das epische Theater? (Qué es el teatro épico): 9

Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit (La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica): 60

Über die Sprache (Sobre el lenguaje): 35

Geschichtsphilosophische Thesen (Tesis de filosofía de la historia): 20

Über das Program der kommenden Philosophie (Sobre el programa de la filosofía futura): 28

Zur Kritik der Gewalt (Para la crítica de la violencia): 40

En total: 232 holandesas.

3. Como sería un volumen apreciable, probablemente esa elección soportaría prohibiciones de censura sin tener que alterar el plan: haríamos un volumen más delgado de lo previsto.

4. Habría que contar dos o tres holandesas de nota mía.

5. Me parece de interés la sugestión hecha por XF [Xavier Folch] de que el volumen se vea favorecido por alguna otra circunstancia extraordinaria (número 100 de la colección)…

Observación: si se decide hacer el Ursprung des deutschen Trauerspiel hay que asegurarse de que Taurus no siga con los derechos.

Hasta aquí las cartas. Unas breves anotaciones de lectura del Sacristán sobre W. Benjamin, Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit [La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica]. Suhrkamp, Frankfurt, 1963.

1. Eliminación por el análisis marxista de conceptos tradicionales, como creación, genialidad, valor eterno, y misterio,

«cuya aplicación incontrolada (y por el momento muy difícil de controlar) desemboque en la manipulación del material fáctico en sentido fascista.» (10)

2. La destrucción del aura (18) es sensibilidad para con lo igual en el mundo, incluso en lo único (19).

3. «Pero en el momento en que fracasa el criterio de la autenticidad en su aplicabilidad a la producción de arte, se transforma la entera función de éste. En el lugar de su fundamentación en el ritual aparece su fundamentación en otra práctica, a saber, su fundamentación en la política» (21).

No da valor de conocimiento.

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2. Edición de autores clásicos

Escrito no fechado (probablemente de principios de los años setenta) sobre «la edición de autores clásicos o importantes en esta editorial [Gijalbo]».

Esta nota se propone aludir a un problema que todavía no es grave para esta editorial, pero que, según como se oriente la casa, puede resultar de mucha importancia y, de no resolverse, tener consecuencias desagradables. Se trata de la manera de enfrentarse con tareas muy considerables planteadas por la adquisición de derechos de obras filosóficas o teóricas en general de tipo clásico o de mucha importancia científica, etc. La situación es, si no me olvido de nada, la siguiente:

1º. La editorial ha publicando una serie de obras completas (Lukács) de una manera artesana: con un simple individuo [él mismo] que, sin mayor vinculación con la empresa, va cuidando la edición tras una primera planificación provisional que aún está a merced de lo que haga el editor alemán.

2º. La editorial tiene opción sobre unos textos políticos de mucha importancia: los escritos de Rosa Luxemburg. Aun siendo menos voluminosos que los de Lukács, es evidente que, si se acumulan a ellos, ya significarían una tarea de imposible solución «artesana»: hará falta más gente traduciendo y una clara institucionalización del trabajo de dirección, revisión, armonización de características y terminología de los textos, anotación y alguna cosa más.

3º. La editorial tiene una opción sobre las obras completas de Marcuse. No vale la pena insistir en lo que eso significaría como trabajo de traducción (inglés y alemán) y dirección, coordinación, etc. Lo dicho a propósito del punto 2 se multiplica ahora por cinco o por seis, ya por el mero hecho de la mayor extensión de la obra completa.

4º. Y, dejando lo más importante para el final, la editorial y yo mismo llevamos muchísimo tiempo pensando en ir editando a Marx. En los últimos tiempos, al contar con un nuevo traductor competente del alemán (Muñoz [Jacobo, amigo y compañero de Sacristán]; García Borrón, desgraciadamente, no sabe alemán), he ido incluso planeando una primera fase, de dos o tres años, de edición de Marx (el Marx joven). Se trataría de hacer una edición que fuera edición estándar o clásica en castellano durante una o dos generaciones.

En estas condiciones, creo que la editorial tiene que decidir entre dos posibilidades: renunciar a la mayoría de esos proyectos, quedándose solo con uno de ellos, más, naturalmente, el Lukács que está en marcha. O reorganizar la manera de ver la realización de estos trabajos importantes, pesados y a largo plazo (la edición de Marx no duraría menos de 10 años), dos para el Marx joven, dos para la fase inmediatamente anterior al Capital; nos saltaríamos El Capital (está, por ahora, el de Roces), cuatro para la obra posterior al Capital, dos para la obra de Engels). Y, si hiciéramos también El Capital hay que contar con 15-16 años de trabajo y edición simultáneos. Este cálculo depende de que Muñoz se convirtiera en un traductor rápido. Me ha asegurado que sí.

Creo que ha llegado el momento de considerar en serio este asunto. El criterio principal me parece ser: no arriesgar una inversión excesiva. Inmediatamente después me parece que viene el criterio seguro: no arriesgar en una mala edición, una edición vulgar, de obras tan importantes como las que hay en cartera o en opción

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3. Memorias de Julio Álvarez del Vayo

Fueron muchos, según han comentado personas que trabajaron con él (Xavier Folch, Gonzalo Pontón), los informes editoriales que escribió Sacristán para Ariel, Grijalbo, Alianza y otras editoriales. Desgraciadamente, muchos de estos trabajos se han perdido.

Damos a continuación algunos ejemplos, entresacados de la documentación depositada en la BFEEUB.

Informe editorial (agosto de 1973) sobre las memorias de Julio Álvarez del Vayo: Give me batlle, texto mecanográfico y manuscrito

Estas fragmentarias memorias de Álvarez del Vayo son, como podía suponerse ya antes de la lectura, un texto del mayor interés. Como podía suponerse ya antes de la lectura y, sin embargo, con sorpresa al leer. Pues podía adelantarse el interés de la experiencia vivida desde observatorios históricos tan panorámicos como los ocupados por el autor en épocas decisivas; pero no la espléndida y simpática vitalidad con que Álvarez del Vayo reproduce el sentido aún duradero de lo que vivió e introduce en la narración histórica una constante remisión al presente. Es inútil −me parece− detallar cualidades de un texto que habría que editar lo antes posible. Por eso paso a exponer el problema principal que plantea su edición (el otro, el de censura, no me parece resoluble, de modo que no aludiré a él).

Julio Álvarez del Vayo ha perdido el uso del castellano escrito. Es ese un efecto natural −en un hombre que no es fundamentalmente escritor− del uso cotidiano del inglés en su vida pública y en su vida privada (Álvarez del Vayo está o estaba casado con una suiza, y hablaba con ella inglés y alemán). Su texto es, lingüísticamente, una extraña jerga inglesa con palabras −no siempre− castellanas. Hay que realizar un trabajo de redacción integral, frase por frase. El trabajo es, además de pesado, un poco −no mucho− delicado: por ejemplo, hay que estar sobreaviso respecto de las siglas y los nombres de instituciones españolas, ya de antes del actual régimen, ya de este. El trabajo de redacción ha de ser, en suma, cuidadoso. El texto no se puede publicar tal como está.

Por otra parte, el redactor deberá introducir −en la medida de lo posible− en el texto principal las aclaraciones del autor a un editor probablemente inglés; son textos manuscritos que tienen en varios casos muchísimo interés y amplían el texto principal.

Quizás valdría la pena pensar en dos ediciones de este texto: una primera en formato respetable, pasta dura y con ilustraciones; tres meses después, el paperback. No menos conveniente sería ponerse en relación con Álvarez del Vayo para intentar adquirir todos sus escritos cuyos derechos en castellano estén disponibles.

A propósito del gran ministro republicano Álvarez del Vayo: en la contraportada del número 3 de Materiales (1977) podía verse una sugerencia de Sacristán, firmada como colectivo editor, titulada «Proyecto de bandera española». Decía así:

«A muchos las banderas no nos habían dicho gran cosa hasta ahora. Lo que menos podíamos suponer era que eso de las banderas fuera un asunto estimulador de la imaginación. Hoy se tiene que reconocer que lo es. En materia de banderas están pasando cosas muy originales. Eso anima la productividad de todo el mundo, y así nosotros mismos, que hasta hace poco nos contábamos entre los insensibles, hemos dibujado el siguiente modelo que proponemos como modesta contribución al certamen…».

El proyecto rectificaba la bandera de la II República española, girándola 90 grados y destacando, con fuerte ampliación de su tamaño, la franja roja.

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4. Informe sobre J.R. Weinberg, Abstracción, relación e inducción. Tres ensayos sobre la historia del pensamiento

Con fecha 3 de febrero de 1966, Sacristán escribió un informe sobre el ensayo de Julius Rudolph Weinberg (1908-1971). Fueron varios los cursos y seminarios que impartió sobre la inducción. Entre ellos, «La lógica de John Stuart Mill» e «Inducción y dialéctica».

1.1. J. R. Weinberg es un historiador de la filosofía que trabaja teniendo en cuenta los métodos y los resultados de determinadas actividades científicas y filosóficas contemporáneas, señaladamente la lógica formal y la filosofía analítica de origen russelliano. Es ya conocido en castellano su estudio sobre el positivismo lógico1.

El libro aquí reseñado contiene tres ensayos: a) «El nominalismo de Berkeley y Hume». b) «El concepto de relación: algunas observaciones sobre su historia». c) «Observaciones históricas acerca de algunas concepciones medievales de la inducción».

1.2. La unidad del libro está justificada por el hecho de que el autor ve el tema de la relación como determinante de la tradición nominalista, desde Ockham hasta Hume. Sin embargo, cada ensayo es autocontenido y no explicita sus vinculaciones con los demás. Por eso es conveniente examinar el contenido principal de cada uno.

2.1. El primer ensayo, sobre el nominalismo de Berkeley y Hume, presenta la siguiente tesis histórica: la crítica de Berkeley, luego continuada por Hume, (a) se dirige contra algo efectivamente existente en la cultura de su tiempo, a saber, la doctrina tradicional de los abstractos, comunicada a Locke por los últimos maestros de la escolástica (Suárez) y por los manuales aún difundidos en su tiempo (Scheibler, Baron); (b) esa crítica es independiente del argumento ad hominem psicológico («yo no encuentro esas ideas abstractas en mí»), pues es una crítica lógica: una crítica que cree sorprender una contradicción en la separación lógica del género o la especie, porque esa separación equivaldría a separar una cosa de sí misma; (c) esa crítica no está viciada por la mala lectura que Berkeley hace de Locke (al atribuir a este la tesis de que la idea general de triángulo tiene inconsistencias).

2.2. Según Weinberg, la base de esa crítica lógica berkeleyana y humeana a la doctrina tradicional de los abstractos es el principio de la separabilidad de los distinguibles.

2.3. El autor se interesa por la historia de ese principio: ve su arranque explícito más claro en la doctrina de Ockham según la cual no hay más distinción que la real. De esa doctrina se seguiría el principio berkeleyano, expuesto sobre todo por Hume, de que los distinguibles son separables (o sea, son lógicamente independientes).

2.4. Weinberg pasa entonces, como en los otros ensayos de este libro, a la crítica temática de los textos filosóficos que ha estudiado históricamente. Señala, ante todo, que el principio de Ockham y su reelaboración y generalización por Hume acarrea una reducción de la relación a los relata2. Y precisa las contradicciones resultantes de esa reducción (p. e., si la relación no es distinguible de los relata, como cada relatum lo es de varias relaciones, él mismo es varias cosas).

2.5. En este punto entronca el autor con lo que es el hilo conductor de su pensamiento en este libro y unificador de los tres ensayos, a saber: la tesis de que la metafísica sustancialista de la tradición, con su necesaria ignorancia de la relación, es, pese a toda apariencia, la raíz del nominalismo. Si se abandona la metafísica sustancialista y se piensa según el concepto de relación, cae, en efecto, el principio nominalista básico (Ockham-Berkeley-Hume) de la separabilidad (independencia lógica) de los distinguibles. Pues, desde el punto de vista de la lógica de relaciones3, es obvio que hay entidades distinguibles que no son separables en ese sentido, esto es, que no son lógicamente independientes. Esas entidades están, al contrario, constituidas como tales, como relata, precisamente por su interdependencia lógica. Y así la tesis

Rab ∧ R ϵ ASim ∧ ¬ ∃ y [y ≠ a ∧ Ray]

es una contradicción.

2.6. Este ensayo sobre el nominalismo de Berkeley y Hume se cierra con dos conclusiones:

2.6.1. Que la crítica nominalista ha mostrado en la doctrina clásica de la abstracción demasiadas debilidades para que esta pueda mantenerse. Ante todo, ha mostrado que es inconsistente concebir el abstracto a la manera de la imagen, como hacía la doctrina clásica por su sustancialismo, por su ignorancia del concepto de relación.

2.6.2. Pero que la evidente necesidad de abstractos relacionales (especialmente conceptos lógicos), no concebibles, empero, como imágenes, hace que los argumentos clásicos del nominalismo sean casi irrelevantes: solo destruyen la noción tradicional del abstracto-imagen, abstracto de la sustancia (primera o segunda). El nominalismo necesita pues nuevas argumentaciones si quiere seguir sosteniéndose.

3.1. El segundo ensayo, sobre la historia del concepto de relación4, es un valioso estudio crítico de las causas por las cuales ha sido tan tardío el logro de un concepto adecuado de relación. Weinberg5 apunta al empezar el ensayo a causas lógicas, filosóficas, psicológicas, ideológicas y hasta sociales. Y advierte que solo considerará las causas filosóficas. Este ensayo es desde luego lo mejor del libro y seguramente lo mejor escrito sobre el tema.

3.2. El autor comienza por recordar dos puntos hoy de dominio común: la importancia del concepto de relación en el conocimiento científico y la irreducibilidad de ese concepto al de propiedad monádica (de un sujeto solo, distributivamente, a la manera de los géneros aristotélicos), irreducibilidad demostrada por Lewis y Langford hace ya cuarenta años6.

3.3. Sigue a esa reflexión un examen histórico de mucho interés, pero que es imposible reproducir aquí, de los avatares del concepto de relación desde Meliso de Samos (este es uno de los pocos libros que conozco en el que se da al interesante eleata la importancia que sin duda tiene) hasta Kant, pasando por Platón, Aristóteles, los estoicos, los epicúreos, los neoplatónicos, Simplicio, los padres capadocios (especialmente San Basilio), San Agustín, Boecio, Escoto Eriúgena, los mutakallimun7, Avicena8, Maimónides, Averroes, Tomás de Aquino, Duns Scott, Ockham, Gregorio de Rimini, Descartes, Spinoza, Hobbes, Locke, Berkeley, Leibniz y Hume.

3.4. Al final de su repaso histórico, Weinberg alude brevemente a la formación de un concepto adecuado de relación en los trabajos de Peirce, Schröder, Frege y, sobre todo, Russell. Seguramente una de las principales deficiencias del libro, en cuanto destinado a un público filosófico, es que dé por supuesto el conocimiento de la teoría de las relaciones de Principia Mathematica, así como la técnica de Wiener y Kuratowski.

3.5. Las interesantes conclusiones de este ensayo son una especie de diagnóstico sobre la ceguera tradicional para con el concepto de relación. Weinberg descubre en resumen las causas siguientes del retraso con el cual se ha impuesto un concepto adecuado de relación:

3.5.1. Causas filosóficas: la doctrina de la sustancia y el accidente9, que hace de la relación algo inserto en un término.

3.5.2. Causas psicológicas: la comodidad del sustancialismo en el conocimiento vulgar, la costumbre introspectiva de reabsorber relaciones en un término solo (amor, temor, etc.).

3.5.3. Dificultades lógico-semánticas.

3.5.4. Dificultades dimanantes del proceso infantil de aprendizaje de la lengua.

3.5.5. Dificultad ideológica: la necesidad en que se encuentra la teología cristiana tradicional de contar con relaciones unilaterales, absorbidas totalmente en un término (la criatura).

3.6. Es notable que Weinberg, que había advertido que solo se referiría a las causas filosóficas del retraso con que aparece el concepto adecuado de relación, hable en realidad al final también de causas de los otros tipos que él había sugerido al principio del ensayo, para olvidarse solo de las causas sociales a las que había apuntado. Pero es presumible que el fijismo connatural al modo de pensar sustancialista tenga una relevancia sociológica. Este es otro punto en el cual podría completarse la valiosa investigación de Weinberg.

3.7. Vale la pena traducir literalmente las frases finales del ensayo, que resumen su visión de la historia del concepto de relación (pp. 118-119):

«Las principales influencias que he intentado esbozar han sido (1) la doctrina de que el Ser y la unidad son términos convertibles [MSL: doctrina que es la razón del principio de la separabilidad de los distinguibles] y (2) la doctrina de que las relaciones son accidentes. En los contextos históricos de esas dos doctrinas era imposible el concepto de relación como rasgo factual que abarca dos términos juntos. Las mejores cabezas de la tradición medieval vieron las peculiaridades implicadas en los hechos relacionales, y a veces estuvieron a un paso de una solución correcta. Así, tanto Santo Tomás cuanto San Alberto se dieron cuenta de la dependencia diádica de las relaciones, y Guillermo de Ockham vio que los términos relacionales no pueden predicarse sino conjuntivamente. Pero la necesidad de disponer de relaciones unilaterales impidieron a los medievales el conseguir una comprensión correcta.»

4.1. El tercer ensayo, sobre algunas concepciones medievales de la inducción10, es el más puramente histórico de los tres, y se abstiene casi totalmente de hacer crítica temática externa.

4.1.1. Weinberg señala agudamente que lo que ha hecho de Aristóteles el fundador del tema de la inducción es su abandono de la doctrina platónica de la anámnesis. Rechazando esta, es claro que le hace falta encontrar algún proceso que lleve a los géneros y a las propiedades genéricas.

4.1.2. No menos interesante desde el punto de vista histórico es la tesis del autor según la cual la distinción entre inducción completa e inducción incompleta no recoge toda la riqueza del texto aristotélico relevante. Weinberg ve en este las tres clases siguientes de epagogé: a) de individuos a generalizaciones sobre todos los individuos de una clase determinada (esta es una inducción incompleta); b) de todas las especies de un género a una generalización sobre el género (esta es una inducción completa); c) la captación de la analogía.

Este último punto es de interés porque los mejores tratadistas contemporáneos de la inducción (como R. Carnap11) ven en la analogía una forma inductiva.

4.1.3. Por último, el autor subraya el confuso papel que desempeña la doctrina del nous, o intuición, en la teoría aristotélica de la inducción.

4.2. El repaso histórico incluye un tratamiento, a veces muy breve, de las doctrinas de los estoicos, los epicúreos, los escépticos, Avicena (del que subraya el ejemplo de la escamonea12 y, sobre todo, la influyente idea de la inducción como silogismo no percibido, inconsciente), Algazel, Averroes, Grosseteste, Alberto Magno, Tomás de Aquino, Duns Scott y Ockham.

4.3. La conclusión de su ensayo es del siguiente tenor:

En lo principal, las explicaciones medievales intentan dar alguna significación a la idea aristotélica de que la razón intuitiva capta lo universal a partir de las sugestiones de la observación. No hay duda de que Aristóteles, aun bajo la influencia de Platón en alguna medida, pero ya libre de la doctrina de las formas trascendentes y, por tanto, de la doctrina de la reminiscencia, supuso que, por algún proceso que sufre la mente, se discierne repentinamente la verdad de una proposición universal luego de repetida observación. Los medievales, sin embargo, intentaron penetrar más en la naturaleza de ese proceso. Tiene que haber quedado claro que es imposible una percepción directa de las relaciones causales. Al mismo tiempo, tienen que haberse resistido a abandonar la opinión aristotélica de que las premisas últimas de la demostración no pueden obtenerse silogísticamente de otras proposiciones más primitivas. Por tanto, supusieron que el paso aparentemente repentino e inmediato de los casos particulares a la proposición universal sin restringir suponía una argumentación o inferencia inconsciente. Esta solución preservaría la doctrina de que las premisas últimas no son inferidas por un silogismo científico, y, al mismo tiempo, daría algún sentido articulado a la doctrina de la razón intuitiva. La razón intuitiva se convierte en una inferencia no percibida (p. 150).

Y, tras esa interesante estimación de los esfuerzos medievales sobre el problema de la inducción −mucho más ricos, a la luz del estudio de Weinberg, de lo que puede hacer suponer la repetición escolástica contemporánea de la vaga doctrina del nous−, el autor termina: «No he encontrado en los autores medievales nada que corresponda a formulaciones exactas de los métodos de Agreement, Difference y Concomitant Variation que, en principio al menos, se encuentran en el segundo volumen del Novum Organum.» (p. 153).

Nota añadida

No desearía terminar mi reseña de este excelente libro sin llamar la atención acerca de un detalle que, aunque de apariencia meramente curiosa, puede en realidad tener interés filosófico. Weinberg, al probar concluyentemente que la crítica de Berkeley a las nociones abstractas es de carácter lógico, documenta con suficiencia que «la principal objeción [de Berkeley] contra las ideas abstractas generales es que si x no puede existir, entonces x no puede concebirse.» (p. 15). Weinberg documenta esta tesis con los siguientes pasos berkeleyanos: Alciphron, 7º diálogo, seccs. 6 y 7; Defence of Free-Thinking in Mathematics, secc. 45; First Draft of the Introduction to the Principles, in The Works of George Berkeley, ed. Luce and Jessop, II, 125.

Lo notable de este punto es que ese argumento o principio esgrimido por Berkeley contra la doctrina aristotélica de la abstracción es una versión modal de lo que Beth, por el contrario, en su La crise de la raison et la logique (Paris-Louvain, 1957, pp. 3 ss.), imputa como falsedad a la misma teoría aristotélica de la abstracción, como si fuera una afirmación implícita de esta teoría. Beth sostiene que el clásico error silogístico de Darapti y Felapton13 (que incluyen una suposición implícita de existencia) se debe a que la doctrina aristotélica de la abstracción presupone la existencia del abstracto por el hecho de haberlo concebido. Ahora bien: simbolizando por ‘C’ el predicado «ser concebido sin inconsistencia lógica», el principio de Berkeley contra la doctrina aristotélica de la abstracción puede formularse así:

¬ ♢ ∃ x (x = a) → ¬ ♢ Ca 14

De aquí, por las leyes de la contraposición:

♢ Ca → ♢ ∃ x (x = a) 15

Y lo que, según Beth, afirma implícitamente la doctrina aristotélica de la abstracción es que si algo se concibe, ese algo tiene realidad, o sea:

Ca → ∃ x ( x = a)

Aparte del curiosum de ver atribuir por Beth a la doctrina aristotélica de la abstracción un principio que, modalizado, ha sido en la historia de la filosofía (en manos de Berkeley) una objeción contra esa doctrina, el asunto puede tener cierto interés filosófico, a saber: este curioso incidente le mueve a uno a dar valor a la lógica modal16 como lógica «de la realidad», por así decirlo, casi como una metodología (sumamente abstracta), cuya acrítica traducción asertórica (por mera supresión de las modalidades) diera falsedades (asertóricas) partiendo de verdades (modales), por haber abandonado el campo de la lógica haciendo infundadas afirmaciones fácticas.

Notas de edición
1 Julius R. Weinberg, Examen del positivismo lógico, Madrid: Aguilar, 1959.
2 Nominativo plural de relatum. Un relatum es uno los objetos entre los que se afirma que existe una determinada relación; el otro es el correlatum.
3 Véase Sacristán, 1990: 251-272 (Introducción a la lógica y al análisis formal). Desde el punto de vista de la teoría de la ciencia, señalaba, «la idea de relación es una de esas nociones básicas que propiamente no se pueden definir sino solo parafrasear con otras palabras. Pensar es, en efecto, relacionar. Las mismas ideas básicas de la lógica de clases −con las que posteriormente se definen cómodamente las relaciones− son ellas mismas relacionales: la inclusión y la pertenencia.»
4 En Lógica elemental (1996: 251-272), observaba el autor: «La falta de una teoría general de las relaciones es una de las lagunas más importantes notadas en la lógica formal de la tradición. Los razonamientos matemáticos más elementales son razonamientos con y sobre relaciones, que no quedan formalmente recogidas con solo predicados monádicos, como son los de la silogística. Pero ni siquiera hace falta llegar a la aritmética para notar la necesidad de una simbolización propia de las relaciones. Sea el enunciado ‘Juan y Luis son amigos’. Un lenguaje que no contara más que con símbolos predicativos monádicos no podría recoger la forma de este enunciado».
5 Julius R. Weinberg fue uno de los autores que colaboraron en el Diccionario de Filosofía editado por Dagobert D. Runes. Sus artículos están firmados por las siglas J.R.W. La traducción castellana del Diccionario fue coordinada por Sacristán.
6 Clarence Irving Lewis y Cooper Harold Langford, Symbolic Logic, New York: Dover Publications, 1959.
7 Corriente filosófico-teológica del islam de la edad media temprana, alrededor de 750 d.n.e. Siguió la línea de Demócrito y Pitágoras, y también la de Aristóteles. Los mutakallimun intentaron reconciliar la razón con la fe, defendieron la libertad de la voluntad humana contra la predestinación divina y rechazaron la interpretación literal de El Corán que consideraban una creación humana. Al-Kindi (801-873), uno de sus máximos exponentes, interpretó El Corán de manera alegórica e introdujo el concepto de metáfora.
Anotación de lectura de Sacristán: «Los mutakallimun, teólogos ortodoxos islámicos. Atomistas por el motivo teológico de la ineficacia absoluta de las criaturas (no causalidad mundana) por la omnipotencia de Dios.»
8 Para el calendario Temps de gent 1985 del colectivo médico CAPS, Sacristán, junto a M ªÁngeles Lizón, escribió la siguiente voz sobre Avicena: «Filósofo y físico persa. De inteligencia precoz, desarrolla prontamente una amplia formación como filósofo, matemático y astrónomo. Mente enciclopédica, se ocupa de todos los temas de debate en su tiempo. Muy influyente en el mundo islámico y en la cultura latina de la Edad Media. Su trabajo filosófico más conocido, el Ash-Shifa (Sufficientia), enciclopedia que compila sus escritos sobre lógica, psicología, física y metafísica, es traducido al latín en los siglos XII y XIII. Su famoso Canon de la Medicina, enciclopedia sistemática que, a la luz de las tesis aristotélicas pretende elaborar la herencia científica grecolatina, constituye, junto con la obra de Hipócrates y Galeno, la aportación que más ha influido en la medicina medieval. Canon era todavía utilizado en las universidades occidentales en el siglo XVII.»
9 En sus Apuntes de Fundamentos de Filosofía del curso 1956-1957, p. (ontología) 4, observaba Sacristán: «1. El primero es el modo de ser substancial, o categoría de la substancia; el segundo, el modo de ser accidental, o categoría del accidente. Substancia es aquello que es en sí mismo, accidente aquello que es en otro. 2. Hay varias categorías de accidentes. Aristóteles distingue las nueve siguientes: cantidad, calidad, relación, acción, pasión, lugar, momento, posición y hábito o lo adquirido. Así, por ejemplo, el tamaño es cantidad; el color o la dureza, cualidad; el ser mayor que otra cosa es relación; el golpear es acción; el ser golpeado pasión (en el sentido etimológico de soportar, sufrir); la colocación en el espacio pertenece a la categoría lugar; en el tiempo a la categoría momento; el estar erguido a la categoría de posición; el estar una viga torcida o el hablar un hombre ceceando pertenecen a la categoría hábito.»
10 En Introducción a la lógica y al análisis formal (Sacristán, 1990: 73), señalaba: «El tipo de razonamiento por el cual se pasa de enunciados singulares, o particulares o menos generales a otros más generales se llama ‘inducción’… Esta clase de razonamiento ha sido objeto de mucha discusión en teoría de la ciencia, y sigue siéndolo hoy. Pero es tan frecuente como el deductivo, tanto en la investigación cuanto en la exposición didáctica.»
11 Sobre Carnap y la censura (López Arnal y De la Fuente, 1996: 171): «Cuando volví de Alemania en 1956, acababa de salir un excelente manual de lógica de un autor austriaco, de los que emigraron a Norteamérica durante la II Guerra Mundial: Carnap, matemático y físico muy célebre. Nada más llegar a España, intenté vivir de la traducción porque el sueldo mensual de un adjunto de universidad era entonces de 300 pesetas. Busqué traducciones, acepté lo que me dieron: una porquería pseudo-biológica y propuse enseguida el texto de Carnap. Me dijeron que volviera; luego me fueron dando largas y el día que fui a entregar aquella porquería, encima de la mesa de Mas (…), estaba el informe de un jesuita censor del obispado, el padre Roig Gironella, que decía que no se debía publicar aquel libro de lógica porque el concepto de número era idealista. Y no se publicó. Labor no me comunicó que fuera por eso. Este pobre Mas me dijo, disimulando un poco, que «no es oportuno». Pero era por censura eclesiástica. ¡Sobre un libro de lógica!. Esto ocurría en los años cincuenta, que conste».
12 Planta herbácea de la familia de las convolvuláceas; se cría en los países mediterráneos orientales.
13 Darapti: modo silogístico de la 3ª figura. Un ejemplo de Ferrater Mora: «Si todos los niños son traviesos y todos los niños son distraídos, entonces algunos seres distraídos son traviesos». Felapton: otro modo silogístico de la citada figura. Ejemplo: «Ningún ser humano es inmortal. Todo ser humano es un ser racional. Luego, por tanto, algún ser racional no es inmortal.»
14 En lógica modal, «es posible que»: si no es posible que exista un x, tal que x sea igual a a, entonces a no puede ser concebido sin inconsistencia lógica.
15 Si es posible que a sea concebido sin inconsistencia lógica, entonces es posible que exista un x tal que x sea igual a a.
16 En Lógica elemental (1996: 278),observaba Sacristán: «Es claro que una teoría lógica no-extensional es mucho más incómoda que las teorías extensionales, puesto que en ella no se cuenta con ese sencillo principio de composición de valores. Hay, sin embargo, razones para no desentenderse de la lógica modal por el mero hecho de que sea incómoda: la lógica modal permite, en efecto, definir algunas nociones de una forma más natural, más concorde con la intuición, que la característica de los procedimientos extensionales.»

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5. Informe editorial sobre Stephen Marlowe, The Man with No Shadow. Texto mecanografiado, 300 folios

Texto fechado en agosto de 1973.

I. Observaciones sobre el argumento.

El texto tiene dos hilos argumentales, fáciles de distinguir en toda la lectura por los modos muy diferentes como se dan en el desarrollo de cada uno de ellos los elementos de narrativa clásica (la construcción psicológica de personajes, el patetismo, etc). El primer hilo es la pugna interna entre políticos conservadores de corte tradicional −dibujados según el cliché eterno del sabio escéptico y, en el fondo, bondadoso− y reaccionarios radicales de una ideología falsamente fascista, de la ideología que puede creer fascista un lector anglosajón inculto, o sea, algo simplemente hecho de desprecio de los derechos formales burgueses, brutalidad y una decisiva base presuntamente natural (no social) de sadismo. Los políticas conservadores, casi-liberales, bondadosos, paternales, escépticos, sabedores de que el bien de la humanidad consiste en ser obediente por las buenas, y que solo si desobedece hay que educarla con energía severa y no menos salutífera, son, según esta novela, el Director General de Seguridad y su equipo, así como, en segunda fila, los que llama «tecnócratas del Opus Dei». Estos políticos sabios y comedidos pueden contar ahora con el apoyo del jefe del estado, don Francisco Franco Bahamonde, pues este ha sufrido, junto con una grave crisis de su salud, una iluminación acerca del carácter en el fondo regenerador, liberal, generoso, pacificador e incluso sana y patrióticamente anarquista de su empresa guerrera de 1936-1939. Al final de su vida está, según enseña al autor, clarísimo que no hay parecido alguno entre los hechos de Franco y los de los dictadores de derecha. Y sin duda el cuadro concienzudamente construido por el autor arroja con toda evidencia una peculiaridad del régimen franquista que lo aparta radicalmente de cualquier estado no ya fascista, sino simplemente capitalista: en él no hay ni banqueros, ni empresarios ni obreros, sino solo nobles, funcionarios conservadores (o sea, de izquierda, si se ha de prestar fe al autor, encabezada por don Francisco Franco), funcionarios reaccionarios, encabezados por don Luis Carrero Blanco, sutil engañador del Generalísimo (aunque tropieza, es cierto, con el valeroso esfuerzo de la noble doña Carmen Polo, célebre liberal de izquierda decidida a enderezar los entuertos del perverso Almirante), turistas, toreros, toros, Guardias Civiles, Policía Armada y de Tráfico y −sorpresa para los indígenas− una Guardia de Asalto que esa sí que es mala. No tiene nada que ver ni con la Guardia Civil −dura, pero insobornable, como the Intouchables, pensará el lector semianalfabeto anglosajón−, ni con la Policía Armada, ni con el Cuerpo General de Policía, puntillosamente dedicado a evitar que la desgracia haga tropezar por casualidad el puño de alguno de sus miembros con el cuerpo de algún perverso subversivo. Porque también hay algunos de estos, a saber: media docena de curas jóvenes que, según dice el autor, en absoluto parecen sacerdotes, por sus mundanas costumbres; un estudiante norteamericano de cuyo nombre el autor parece querer acordarse, aunque vacila; un anciano pescador anarquista y, transitoriamente, la Duquesa de Medina Sidonia ligeramente retocada en dos sentidos: es lo que el autor llama en la obra «inteligente», o sea, tonta, y no tiene nada que ver con el socialismo −que, como ha de saber el lector anglosajón, no existe en España−, sino con el anarquismo, que es una vice mignon español, compartido por todos los corazones de izquierda en general y por el de Franco en particular. De todos modos, o precisamente por ser un caso exacerbado del racial anarquismo hispánico, la Duquesa conseguirá por fin la sabiduría, junto con la madurez de edad, aceptando el cargo de secretaria particular del hasta ahora ignorado discípulo de Anselmo Lorenzo que ha conseguido llegara a la mismísima jefatura del estado español.

Este primer hilo argumental consta de las vicisitudes por las que pasa la pugna de las fuerzas de la libertad −principalmente Franco, su distinguida esposa y el Director General de Seguridad− contra las fuerzas reaccionarias de don Luis Carrero Blanco. Al final de la novela se ve claro que ganarán las fuerzas del Bien y la Libertad Bien Entendida, cuando al lado del moribundo Libertario del Ferrol se yergue, agudo, vital, generoso y demócrata, el hombre que constituye no ya la esperanza, sino la certeza cuajada de un futuro de bienestar, justicia y progreso en la adecuada libertad (que no hay que confundir con el libertinaje), o sea, don Juan Carlos de Borbón.

El segundo hilo argumental es la historia policíaca de cuatro muertes enlazadas: la de un estudiante hijo del protagonista torero −trasunto de Luis Miguel Dominguín, hasta el punto de que el autor llega prácticamente a denunciar a su hermano Pepe−, estudiante que, arrastrado por las perversas artes del estudiante norteamericano responsable de todos los disturbios de la Universidad de Madrid, muere de tres tiros disparados por un mal guardia civil −de todo hay en la viña del Señor, incluso guardias no del tipo buenos−, tiros que le valen su destitución; la muerte del mismo guardia civil en manos del padre del estudiante muerto, o sea, en manos de Luis Miguel; la muerte de Luis Miguel, víctima de coacción por el Villano de la película −o novela−, que es el jefe de la policía paralela de Carrero Blanco; y la muerte del Villano a manos del hijo vivo de Luis Miguel. Este esquema hilo argumental se aprovecha, sin duda, para enriquecer la tesis construida con el primero (por ejemplo, si el hijo de Luis Miguel es el que mata al Villano, ello se debe a que el Cuerpo General de Policía no puede matar, según dice el señor Director General de Seguridad para alivio de todos nosotros, que qué se yo nos habíamos imaginado. Pero, aunque se aproveche, queda en sustancia aislado del otro por razones literarias. Eso sugiere las siguientes:

II. Observaciones sobre la naturaleza del texto.

La insuficiente fusión de las dos tramas argumentales impide decir propiamente que se trata de un libro de ficción política: usa demasiado a través de la historia de los cuatro homicidios−- las técnicas policíacas exacerbadas del thriller norteamericano de tercera categoría (dicho sea para no ofender la memoria de Dashiell Hammett). Por otro lado, la necesidad de construir un poco los personajes desde dentro, con unas gotas de psicología de seminario en huecograbado, hace que la misma narración de hechos políticos proceda de un modo impropio de la literatura imaginativa (política o científica). Los acontecimientos políticos-ficticios no son, como parecen exigirlo el género de la fiction, fruto de leyes o regularidades supuestamente objetivas que el novelista fantástico conduzca o siga hasta el final, con la coherencia irreal que es la gracia de la literatura de fantasía. Más bien son resultado de acciones explicables y explicadas por clichés de psicología barata presentes en una cotidianidad ni siquiera muy actual.

Por otra parte, la literatura fantástica no puede permitirse el lujo de ignorar o falsear tan rudamente como lo hace este texto los datos al alcance de lectores que no sean del todo ignorantes. Pues, al falsear datos de conocimiento general, pierde garra su discurso fantástico: ya solo le queda la coherencia fantástica, la lógica mediática, pero aplicada a un punto de partida que el lector no le va a aceptar.

Es notable que la falta, el falseamiento o la negación de datos de fácil conocimiento se produzca solo en el marco político. Es verdad que también en otros contextos hay errores. Así, por ejemplo, el autor hace que doña Carmen Polo de Franco llame a su marido «caro», confundiendo probablemente el castellano con el italiano y llama manso a un toro que, tal como él lo describe, era solo un poco gazapón. Pero se trata de pequeñísimos errores en una exposición sustancialmente exacta: tanto la señora de Franco cuanto la corrida de toros están retratadas o narradas con verdadero estudio previo; de la señora Francio dice prácticamente todo lo que sabemos los indígenas preocupados por estas cosas, y en una larga descripción de una corrida de toros con Palomo Linares, Márquez y Luis Miguel, un aficionado no tendría que objetar más que dos cosas: el detalle de mala nomenclatura y el absurdo taurino de Luis Muel (o quien sea) toreando por manoletines a un toro que en la página anterior se ha presentado ya como listo para estoquear. Pero este último absurdo está más o menos obligado −o justificado− por el hecho de que Luis Miguel quiere suicidarse en esas páginas. Y esos defectos quedan más que compensados por la veracidad −asombrosa en un anglosajón− con que retrata el estilo de Antonio Bienvenida haciéndole aparecer un momento para correr a una mano el toro con el que va a tomar la alternativa un hijo (el futuro homicida) de Luis Miguel; o el sorteo de las reses; o la situación de la fama taurina de Luis Miguel entre los aficionados a finales de los años sesenta; y numerosísimos detalles más. La complacencia con que el autor alude a Hemingway está algo justificada: también este señor Marlowe sabe de España. Desgraciadamente, sabe tanto que puede hacer cosas tan repugnantes como la otra gran alusión literaria: una hipócrita paráfrasis de una célebre metáfora del Romancero gitano sobre la Guardia Civil. Por cierto que detalles como este acentúan el malestar que produce el que un autor tan bien informado haga arrancar su narración de fantasía política −contra una de las reglas de oro del género fantástico− de un montón de falsedades comprobables. Desde la completa ausencia de movimientos sociales en el país, pasando por la afirmada inexistencia de partidos de oposición, el absoluto silencio de que haya comunistas, monárquicos antifranquistas, problemas con obispos, profesores reaccionarios y profesores contrarios al régimen, hasta la construcción de una lucha a muerte −no ya discrepancias, sino muerte en sentido material: intento de magnicidio− entre Franco y Carrero Blanco, el autor se da una base literalmente imposible para una novela de fantasía medianamente aceptable.

La vulgaridad del lenguaje y la psicología trivial indican, sin embargo, que sabe lo que se hace: no le admitirán el texto, como literatura fantástica, los aficionados a este género; pero se lo leerán como sabia exploración del futuro muchos pobres hombres modestos y conformistas. Para asegurarse de ello el señor Marlowe ha añadido −con mesura− un tercer elemento narrativo imprescindible para la cifra de ventas a la que aspira, o a la que aspiran todos los metidos en este negocio. Ese tercer elemento es la pseudo-sexualidad, el ridículo funcionar de fisiología venérea hastiada a que es el equivalente comercial de la sexualidad. Lo hace con mesura, porque el libro ha de ser respetable, o sea, respetado por todos los pobres hombres explotados y mentalmente huecos o cansinos que turistean barato por este mundo y particularmente por este país. El autor se contenta con que Luis Miguel haga en este campo lo que realmente hace −aunque tremendizando el asunto de tal modo que la pobre Lucia Bosé (en el texto representada por una americanita tonta) se muera del disgusto y que el hijo superviviente sueñe dos veces que se acuesta con la Duquesa Roja, la cual prefiere sin duda a papá, según Marlowe−, y con que lo haga en un ambiente que cuenta, además, con la robusta inglesa sádica, un terrateniente andaluz masoquista, un negociante norteamericano en camino de serlo y otra norteamericana cargada de dinero, aunque, proporcionalmente a su estatura, pobre de pechos. Poca cosa, pues, para el consumo corriente. Repito: creo que esa limitación se debe al deseo de que el libro sea respetable. ¿Por qué ese deseo?

III. Sobre el sentido de este libro.

El libro ha de ser respetable, en mi opinión, porque su sentido es una apología directa de Franco y de una de las posibilidades de su sucesión, a saber, la ortodoxia franquista, el príncipe, pero con un determinado equipo de políticos.

En efecto: solo por la necesidad de hacer esa propaganda puede un autor de literatura fantástica renunciar a un punto de partida sólido para su coherencia peculiar. Ahora bien: la falsedad más evidente y más interesante subrayada de la base de partida inexistente es la tesis de que la verdadera esencia del franquismo y, por lo tanto, su autentica sucesión es un conservadurismo moderado, un moderantismo autoritario clásico, «canovista», por así decirlo. La tesis se hace tragable al lector-pobre-hombre (principalmente anglosajón: el libro es ante todo propaganda internacional) mediante expedientes como la ocultación de las tensiones políticas en las capas medias españolas y, sobre todo, la de la lucha de la clase obrera.

Creo que se puede arriesgar incluso una hipótesis robusta sobre quién es el patrono de este libro: creo que tiene que estar entre una docena de personas de las que destacan Fraga ante todo, y luego Motrico, Sánchez Agesta (que es objeto de un piropazo político de primera, bajo el nombre de «profesor Vega») y la tendencia más tibia del Opus. No me extrañaría que el autor hubiera cobrado, en sentido literal, de esas personas.

No hará falta decir que soy contrario a la edición de este texto.

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6. Informe sobre Hugh Thomas, Europe the Radical Opportunity

Texto no fechado.

En mi opinión es un texto que se debe rechazar, por su carácter muy localista británico, por su baja calidad y por su carácter de abierta propagada reaccionaria, que contribuiría a desdibujar la imagen posible de esta editorial.

El particularismo británico del texto se manifiesta ya en su misma estructura, dictada por la intención general que lo anima: intentar sumar votos a la extrema derecha del Labour Party en la cuestión de la solicitud de ingreso del Reino Unido en la Comunidad Económica Europea. Pero también dentro de cada elemento de la estructura del texto, dentro de cada capítulo, la particularidad británica ocupa, cuando menos, las tres cuartas partes del desarrollo. Como eso ocurre, además, en forma panfletaria, en un escrito evidentemente muy precipitado −porque deja oler a la legua que está destinado a conseguir efectos antes de la próxima reunión del LP [Partido Laborista] y del TUC [Trades Union Congress], que han de decidir acerca de la expulsión de los parlamentarios laboristas que votaron con los tories y contra el LP−, es imposible que pueda interesar medianamente a ningún lector situado fuera de esa pugna entre la derecha y la ultraderecha del pseudo-socialismo mundial.

Tal vez por causa de la precipitación con que está escrito, tal vez porque la inteligencia del autor −nunca muy profunda− haya dado de sí todo lo que tenía que dar, el texto es de una pobreza intelectual asombrosa. Es verdad que en la mayoría de los casos las inepcias de Thomas no son solo inepcias, sino también sofismas reaccionarios. Un buen ejemplo puede ser el siguiente caso: «(…) la CEE, igual que no es ninguna cuestión de izquierda o de derecha, tampoco es explícitamente una cuestión de política interior o exterior: trasciende a ambas. En cierto sentido, trasciende incluso la política, porque las consecuencias a largo plazo son tales que imponen problemas considerables, aunque no irresolubles, a los partidos nacionales que se han desarrollado hasta dominar los parlamentos de los estados nacionales.» (fol. 4). La motivación principal de este paso es, seguramente, encubrir el carácter internacional de la lucha de clases; pero eso le lleva a la tontería −que pocos grandes propagandistas del capitalismo cometerían− de negar implícitamente que exista política mundial. Semejante absurdo en un texto de uno de los periodistas y tratadistas políticos más vendidos (en todos los sentidos) del siglo muestra de qué están hechas esas frases.

Pero aunque la motivación más frecuente de las estupideces del texto de Thomas sea la propaganda en favor del capitalismo en general y de la CEE en particular, la dimensión de algunas de ellas es tan grande que se independiza de todo contexto político y desemboca en chiste. Así, por ejemplo, en el folio 91, Thomas afirma que los dirigentes obreros continentales «se equivocaron también al creer la tesis de Marx y Lenin de que el capitalismo conduce inevitablemente a la guerra. En realidad fue el nacionalismo, obedeciendo en contra de las mismas consideraciones materiales, el que inspiró las guerras, las cuales han sido incluso la expresión típica del estado nacional.» Estas pocas líneas contienen muchas tonterías −empezando por la identificación de estructura de la formación social capitalista con las «consideraciones materiales» de un individuo o un grupo−, pero vale la pena pasarlas por alto para subrayar la fundamental: según ese paso de Thomas, no habría habido guerras, o las guerras habrían sido un fenómeno excepcional (en Europa), hasta el período de generalización del nacionalismo, o sea, hasta el período 1830 (constitución del estado «nacional» belga)-1848 (constitución de la autonomía paraestatal húngara). Por lo demás, Thomas no alude siquiera a la relación fundamentante del capitalismo con el nacionalismo en el sentido moderno de la expresión.

Ya queda dicho que la mayoría de las inepcias del texto se deben a la urgencia propagandística reaccionaria con que está escrito. Thomas hace antimarxismo del tipo más vulgar, como el basado en la confusión del análisis marxista con los objetivos marxistas (que son el intento de contrapesar y superar los resultados del análisis, o sea, el predominio de la «economía espontánea»). He aquí un ejemplo: «No hace falta ser un antimarxista feroz para apreciar que, ocurriera lo que ocurriera en el siglo XIX o antes, el poder político, por el cual hemos de entender el poder sobre las «fuerzas» económicas, ha aumentado en el siglo XX. Y es, en efecto, una ironía que el determinismo económico sea mínimamente aplicable precisamente en los países «marxistas» de Rusia y la Europa Oriental. Así ha sido desde 1917: la función de Lenin en la revolución rusa es un papel descrito por Carlyle, no por Marx.» (folio 7)

Efectivamente, no hace falta ser un antimarxista feroz para argumentar así: basta con ser tonto. Y tramposo: porque desde el momento en que se define el poder político como poder (¿de quién?) sobre las fuerzas económicas, y no como poder de una de esas fuerzas sobre otras, ya se ha anulado arbitrariamente el conjunto de hechos analizado por el marxismo, y sobre toda discusión. Y no entremos ya en la ignorante e interesada identificación del marxismo con el «determinismo económico».

Todas estas ignorancias están útilmente al servicio de la apología de la «economía mixta» −o sea, del capitalismo monopolista internacional− realizado por Thomas a lo largo de todo su texto. Hasta extremos de risa: en el folio 52 Thomas nos informa de que «el poder militar de los USA» tiene «pacíficas consecuencias»; en el 53 lamenta que «el mundo tiene demasiado en cuenta los males de la Norteamérica moderna», y en el 156 escribe, sin ninguna ironía, un «buen ejemplo de las posibilidades de colaboración entre la empresa privada y el estado es una economía mixta: la primera [NE: Sacristán se está refiriendo al eje industrial italiano de desarrollo Bari-Tarento] ha suministrado las industrias, el segundo la «infraestructura», cortada a medida para las necesidades de la empresa privada.» De modo que una razón para que los «socialistas» ingleses sean partidarios de la perspectiva económica de la CEE es que así los obreros pagarán íntegramente, a través de la fiscalidad, todas las carreteras, líneas telefónicas, ferroviarias, todas las conexiones eléctricas, hidráulicas y de los demás servicios necesarios para que Olivetti o Fiat puedan multiplicar, sin soltar una lira, sus propiedades y sus márgenes de plusvalía. Repito que el «socialista» Thomas escribe eso sin asomo de ironía −de lo que, por lo demás, es incapaz, como lo muestran todas sus libros anteriores−.

El carácter reaccionario del inepto desarrollo culmina en el planteamiento militar y abiertamente neoimperialista: «no creo», escribe Thomas, «que ninguna persona progresista vaya a sentir dudas respecto de la idea per se de una fuerza defensiva integrada», o sea, fundida en un ejército único. (fol 69). Y ¿cuál será la principal utilidad de esa imponente fuerza «defensiva» unificada? Muy fácil de averiguar: «La CEE se encontrará en una posición fuerte para utilizar su influencia en favor del Tercer Mundo, y acaso para sugerir el tipo de división mundial del trabajo (…)» (fol 85). La CEE ampliada, en suma, podrá dictar el futuro de los países no desarrollados, disputando tajadas a los norteamericanos e influencia a los rusos. En ningún momento hace mención Thomas, al tratar del Tercer Mundo, del asunto decisivo al respecto: la razón de intercambio, los terms of trade entre la exportación capitalista y la importación capitalista de los países atrasados. Todo queda en el eufemismo de la «ayuda». Pero hasta ahora yo no conocía nada tan cínicamente neoimperialista como esa perspectiva de la CEE de «sugerir el tipo de visión mundial del trabajo».

Sería posible acumular páginas con ejemplos de inepcias mixtas de ignorancia y propaganda capitalista-imperialista. (Hay una que se hace difícil no recordar: Thomas aísla completamente el nazismo del capitalismo, y explica el primero, exactamente igual que los mismos nazis, como consecuencia de la debilidad de Alemania −lo que en realidad quiere decir de la burguesía industrial alemana en condiciones de libertad meramente formal tras el desprestigio de la derrota− y de la naturaleza vindicativa de la paz de Versalles). Pero puede bastar con las aludidas ya.

En mi opinión, eso zanja el problema editorial que pueda suscitar la «importancia» de Hugh Thomas. Hugh Thomas es y ha sido toda su vida un hábil escritor reaccionario, al que la moda de oponerse en la izquierda a los partidos comunistas ayudó a pasar por «socialista» y hasta por «revolucionario». Desde que Ruedo Ibérico −plenamente sometido a esa moda− publicó su trivial Historia de la guerra civil española, este propagandista del imperialismo tuvo honroso acceso a las bibliotecas de todos los pequeños burgueses que necesitaban, para la salud de su alma, preservar desde una pseudo-izquierda el anticomunismo en que vivían desde su lactancia. La única utilidad que tendría el editar este texto de Thomas sería la de dejarle autodesenmascarse. Pero no creo que esa sea función de esta editorial.

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7. Informe sobre La mujer domada de Hannelore Schütz, con epílogo de Ursula Von Kardoff

El ensayo, editado inicialmente en alemán en 1971, fue publicado por Grijalbo en 1975.

Se trata de un libro escrito polémicamente contra El varón domado de E. Vilar, que va a publicar en castellano esta editorial. El libro de E. Vilar es citado casi en todas las páginas, y varios de los títulos de los capítulos −así como el título mismo del libro de H. Schütz− son retorsiones de frases de E. Vilar. Esta circunstancia se tiene que destacar por dos razones: la primera, de orden comercial, es que probablemente el libro de H. Schütz contribuirá a la venta del libro al que ataca, el de E. Vilar, porque el primero es casi incomprensible sin el conocimiento del segundo. A la inversa, el libro de E. Vilar promoverá la venta del libro de H. Schütz, que lo parodia-retuerce incluso en su título. La segunda es de orden literario: el seguir paso a paso a E. Vilar perjudica gravemente a H. Schütz. Esta es, en realidad, mucho más culta y mejor escritora que E. Vilar (H. Schütz es una periodista eficaz y con bastante veteranía). Además, sus tesis −aparte de ser menos reaccionarias que las de E. Vilar− descubren de vez en cuando una cierta fundamentación científica. Pero, evidentemente, ha creído que para combatir con éxito a E. Vilar y hacer el mismo negocio que ella tenía que escribir en un estilo parecido al de las mísera lengua de E Vilar. El resultado es lamentable. E Vilar no da para más, y sus malos chistes resultan naturales en el marco de su pensamiento. Pero la señora Schütz da para mucho más que esta retorsión de su contrincante, y aunque a veces se dé el gustazo de poner de manifiesto la baja calidad del desarrollo y del lenguaje de E. Vilar, el hecho es que, puestas a escribir vulgaridades vulgarmente, la más vulgar −E. Vilar− lo hace mejor. El estilo de la señora Schütz en este libro es falsísimo: el lector nota en seguida que ella es mucho menos tonta de como escribe, y ese discrepancia −que falta en el libro de E. Vilar− perjudica mucho al aquí considerado.

Especialmente triste resulta el esfuerzo de la señora Schütz por encubrir sus fuentes estadísticas y teóricas. Si E. Vilar ha recurrido, como se dice, a un ghostwriter para redondear su especulación, la señora Schütz habría debido recurrir a E. Vilar para conseguir que su texto fuera tan armoniosamente estúpido con el de ésta. Tal como está es mucho menos armonioso. Y casi igual de estúpido. En cualquier caso, el lector de Grijalbo que rechazó el libro en 1971 por demasiado ligero llevaba toda la razón. Sólo que las cosas quedan alteradas por el hecho de que, mientras tanto, la editorial ha comprado otro best-seller que es (a) todavía más trivial que éste y (b) puede reforzar su venta: es el libro de E. Vilar.

Para acabarlo de arreglar, una veterana escritora, la señora de Kardorff, pone un epílogo en serio a las trivialidades poco armoniosas que la señora Schütz ha escrito contra las memeces armoniosas de E. Vilar y con el evidente objeto de ganar tanto dinero como ésta y pare usted de contar. La señora Von Kardorff se esfuerza por ser también ella «ligera» en su arbitraje entre el infralibro de E. Vilar y el infralibro de H. Schütz. El resultado es triste, porque, de un modo u otro, se tiene que tomar en serio las dos mercancías.

Creo inevitable reconocer que los dos libros se venderán mucho, y todavía más si van juntos. Consiguientemente, pienso que, decidida la publicación de la primera mitad del negocio, se debe decidir también la publicación de la segunda mitad.

El único obstáculo de importancia va a ser la censura: a diferencia de E. Vilar, que, con mucha mayor astucia comercial, no dispara nunca más que cartuchos de fogueo, la pobre señora Schütz quiere encender una vela a Dios y otra al Diablo, o sea, decir verdades al mismo tiempo que gana mucho dinero. Eso le hace dar traspiés, y uno de ellos, que ocupa un capítulo entero, es grave: es una crítica no ya sólo de la conducta de la Iglesia católica respecto de las mujeres, sino también de la concepción judeo-cristiana misma de la mujer, tal como aparece en el Génesis, algunos profetas y, sobre todo, los conocidos textos de San Pablo. Este capítulo caerá entero en censura. En general, el libro será mucho más recortado que el de E. Vilar, a causa de su tendencia a mezclar la gimnasia con la magnesia, el «progresismo» con la transformación del escribir en especulación bolsística.

El texto tiene algunas erratas de las que −caso de procederse a la edición− hay que precaver al traductor:

En la pág. 114 las comillas aparecen cerradas después de la palabra Worten. Se deben cerrar una frase antes, después de la palabra Aktivismus.

En la pág. 153, falta un paréntesis de cierre al final del penúltimo párrafo.

En la pág. 174, «Noemal Mailer» es errata por Norman Mailer.

En la página 175, penúltima línea, «nach» es errata por «noch».

Hasta aquí el informe. En una carta de Sacristán de 11 de setiembre de 1972 dirigida a Javier Pradera (fue entrevistado para los documentales «Integral Sacristán» de Xavier Juncosa), por aquel entonces editor de Alianza, se vierten juicios de interés sobre el libro de Vilar y sobre el oficio de traductor y la búsqueda de tiempo. Sacristán se expresa en términos no académicos.

Querido Javier:

acabo de recibir tu carta del 8. Claro que me gustaría seguir traduciendo para Alianza cosas como Hempel y Toulmin. Interesarme, desgraciadamente, no. Cuando termine este verano −en sustancia, dentro de 9 días− habré traducido cuatro libros: un bonito ensayo de un discípulo de Lukács, G. Markús, para Grijalbo [Marxismo y «antropología»]; un trivial ensayo de otra lukácsiana, A. Heller [Historia y vida cotidiana], también para Grijalbo (es lo que estoy acabando ahora); el precioso librito de Quine [Filosofía de la lógica]; y una mierda incalificable para Grijalbo: El varón domado, de Esther Vilar, que he traducido por petición personal suya, como favor, y firmando la traducción con una alusión cínica que él no pesca (he firmado «Máximo Estrella»). Pues bien: Márkus y Heller me han reportado por jornada de trabajo (= 5 horas, incluida corrección) un poco más del triple que el Quine. La mierda de la Vilar, exactamente cuatro veces más. Sabes que no me interesa tener dinero, sino reducir el horario de trabajo. Si fuera consecuente, debería traducir sólo mierdas. Por otra parte, me sentí culpable por el hecho de que mi comentario al primer precio ofrecido por Alianza para la traducción del Quine provocara sin más un aumento. No tengo carácter para que eso se repita. En resolución, creo que podríamos llegar a un compromiso, por ejemplo, traducir un mes al año para ti −quiero decir, para Alianza, o Siglo XXI−, al primer precio que propongan Ortega u Orfila, y sobre tema epistemológico, a poder ser (incluida la lógica formal), o sobre tema marxista (lo digo pensando en Siglo XXI). ¿Qué te parece?

***

No me mandes el dinero a ningún sitio por ahora. Si por fuerza tienes que cogerlo (por alguna razón contable), falsifícame la firma y guárdalo hasta dentro de un par de semanas que estaré en Barcelona. No tengo cuenta corriente en Barcelona sino una cartilla de ahorros cuyo número no me sé. Te escribiré al respecto desde Barcelona.

***

Recuerda que, salvo grave ofensa de los correctores de Alianza, querría dar el visto bueno a las compaginadas antes de tirar el Quine. Devolveré en poquísimos días.

Un abrazo (o los que hagan falta)

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8. Sobre Eliseo Bayo

Una aproximación no fechada, que no es propiamente un informe, a la obra del escritor y periodista Eliseo Bayo. Probablemente, sin seguridad por nuestra parte, sobre De qué viven y por qué no mueren los españoles, Barcelona: Dirosa, 1974.

Hay secretos de familia para conocer los cuales es necesario vincularse a la familia misma, dice Eliseo Bayo [E.B.], «de tal suerte que, una vez logrados, ya no sirve para nada haberlos descubierto». La campaña, ya duradera, de E.B. podría refutar ese poso de sabiduría de la vida, o bien obligar a entenderlo de otra manera. Pues en los escritos de E.B. se descubren bastantes secretos de las clases explotadas hispánicas −en particular de varias capas y grupos obreros−, y ahora ya también de grupos trabajadores de otra procedencia, a menudo de un modo lo suficientemente concreto y directo como para que el lector tenga que suponer alguna vinculación del autor con la gran familia muchas de cuyas ramas visita: y, sin embargo, la presentación de los secretos familiares de mineros y peones de la construcción, soldadores y montadores, braceros, pescadores, leñadores, etc. en las páginas de E.B. sirve realmente para mucho. Sirve para dar concreción de individualidad a lo que, en el mejor de los casos, el lector conocía como cifra.

Puesto que uno tiene derecho a decir del todo su opinión cuando se la piden −y este es el caso aquí−, añadiré que la eficaz utilidad de los textos de E.B. me parece máxima cuando más periodísticos son estos, cuanto más se alejan de modelos literarios artísticos. En los artículos de E.B. se puede notar la atracción de dos polos: la narración artística, el cuento, a veces muy bonito y conseguido, como en la historia del patrón de pesca Ceferino, que se encuentra al final del volumen; y la lisa información −lisa, pero con vínculos de familia− sobre las clases trabajadoras del país. Puede ser, simplemente, cansancio y, sobre todo, antipatía a la utilización literaria sin anonimato del hecho de la explotación de clase. Pueden actuar también motivaciones precisamente literarias. El caso es que, sea por lo que sea, creo que los lectores hemos de agradecer más la información que E.B. nos da sobre los resineros segovianos, por ejemplo, que el excelente cuento, ya aludido, de Ceferino el patrón de altura, aunque acaso sean estas páginas las que más hayan de apreciarse desde el punto de vista de la crítica literaria.

El valor informativo de los escritos de E.B. es esencialmente periodístico: estos textos dan lo que no puede comunicar el discurso científico, porque la infinidad de las mediaciones haría inviable la exposición: dan la cotidianidad de la vida trabajadora en una parte considerable de su espesor material. Este es un enriquecimiento importante en una época que, turbada por el retraso de revoluciones político-sociales que han madurado hace ya tiempo, no parece encontrar la síntesis de la abstracción con los datos. Precisamente porque ese valor es el más esencial al trabajo de E.B. le son, como queda dicho, perjudiciales los modelos literarios. El vicio informativo más grave de la literatura artística realista fue −o es− probablemente la tentación pintoresquista, por más inconsciente que esta sea en un escritor de la segunda mitad del siglo. Es posible que haya un resto de ese vicio en los textos de Bayo. Pero su presencia principal es, en mi opinión, paradójicamente negativa: se traduce por un hueco relativo: el trabajo en la gran industria está insuficientemente representado en la obra de E.B. y es la deuda principal que tiene con sus lectores.

¿Quiénes serán estos? Los de la literatura realista artística fueron los mismos intelectuales que E.B. ha visto conmoverse oyendo flamenco de verdad por el lado del Besòs y subrayando luego la catarsis suburbial con ese ruido húmedo y sordo, tan característico de la época, que hacen las puertas de los automóviles al ser cerradas de golpe. Es de esperar que los lectores de E.B. sean más. Pero se puede dar por seguro que no van a ser los mismos. La traducción ingenua de las hablas populares a un neutro castellano común −operación que E.B. practica con toda la inocencia que procuran unos objetivos claros− hace que estos textos sean poco atractivos para literatos. En contrapartida, ese mismo rasgo podría permitir que los artículos de E B. mediaran información y, por lo tanto, consciencia entre los protagonistas de los varios reportajes. En cualquier caso, el elemento traducción −traducción de lo que dicen tales o cuales grupos de trabajadores a una lengua común del trabajo− parece esencial a los textos de E.B. No se puede decir que la misión traductora cumplida por E.B. cuente con instrumentos ya perfectos o suficientes. Pero el haberse propuesto esa tarea y el irla realizando con los medios disponibles día tras día es un acierto que ayuda a comprender el valor de este reportaje de verdades básicas, decir las cuales no sirve para estimar cuánto vale un escritor, sino para enterarse de quién es.

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9. Presentación de OME (Obras de Marx y Engels)

Nota editorial sobre OME. Edición dirigida por el autor. Crítica-Grupo editorial Grijalbo, pp. 3-8.

OME (Obras de Karl Marx y Friedrich Engels) va a ser la primera edición general de las obras de ambos autores en lengua castellana. Se ha decidido no llamar a la edición «Obras completas» porque el criterio con el que establecer hasta qué punto es completa una edición de las obras de Marx y Engels no se puede fijar todavía de un modo estricto desde el punto de vista filológico. Están en curso los trabajos de una edición internacional completa, crítica y políglota de esas obras, con un criterio inequívoco de completud, el que consiste en editar absolutamente todo trozo de papel escrito por Marx o Engels: KARL MARX, FRIEDRICH ENGELS, Gesamtausgabe (MEGA), edición del Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania, Berlín, Dietz Verlag, 1972 y siguientes. Pero la edición de esta «Nueva MEGA» cubrirá con sus 100 volúmenes previstos, varias décadas. Tiene, además, una intención histórico-crítica poco realizable en una traducción. OME, que se beneficiará de los resultados editoriales del equipo de la Nueva MEGA, entiende por obras de Marx y Engels, sin que la mención «completas» se imprima en sus volúmenes, la edición general más completa hoy existente, publicada por los mismos institutos que ahora trabajan en la Nueva MEGA: KARL MARX -FRIEDRICH ENGELS, Werke, Berlín, Dietz Verlag, 1961-1968, 39 volúmenes más dos volúmenes complementarios y otro de índices. OME incluirá también textos no publicados en esa edición −que se mencionará mediante la sigla MEW−, pero que estén ya disponibles o se hagan disponibles mientras procede la edición de OME.

Para describir el fondo básico del que parte OME se puede tener en cuenta la estimación por el equipo editorial de la Nueva MEGA de lo que abarca la edición MEW: «La particular importancia de esta edición <MEW> consiste en que ha hecho accesibles casi dos terceras partes de los escritos de los fundadores del marxismo <…> «KARL MARX, FRIEDRICH ENGELS, Gesamtausgabe (MEGA), Probeband, pág. 9). A lo que hay que añadir que el otro tercio, el que la Nueva MEGA sacará por primera a la luz, se compone de textos bastante menos considerables. Los editores de la Nueva MEGA escriben al respecto lo siguiente en su presentación del tomo de muestra: «A las obras, artículos y cartas ya componen la segunda edición rusa de las obras y la edición alemana basada en ella <o sea, MEW> se añadirá trabajos y cartas menores o descubiertos desde entonces. Pero ante todo se publicará también todos los manuscritos, proyectos, extractos, anotaciones marginales en libros, etc. Además, aparte de las cartas de Marx y Engels, se recogerá también todas las cartas de terceras personas dirigidas a ellos o intercambiadas entre sí. Sólo estos nuevos materiales publicados llenará varias docenas de tomos». (Obra citada, pág. 11).

OME recogerá los nuevos materiales que haga accesibles la Nueva MEGA en volúmenes posteriores al 68 de su plan inicial. Nuestra editorial ha concertado con la editorial Dietz el acuerdo correspondiente. Asimismo se ha convenido por ambas editoriales una comunicación habitual con objeto de recoger en OME las rectificaciones de descifrado y lectura que el renovado trabajo con todos los manuscritos de los autores permita a los editores de la Nueva MEGA.

En cambio, no se considera tarea de OME reproducir el aparato crítico que acompaña a los textos de la Nueva MEGA. OME pretende ser una edición elemental de estudio y presentar todas las obras y escritos de Marx y Engels en el plazo más breve posible y en un conjunto esencialmente completo que termine con una circunstancia anómala para tratarse de una lengua que se habla en más de un continente: la circunstancia de que las obras de Marx y Engels no se hayan editado nunca de un modo sistemáticamente completo.

El carácter de la edición determina la anotación de OME : las notas se proponen sólo facilitar la información necesaria para asegurar la comprensión del pensamiento −las tesis, las argumentaciones, etc.− de los autores. No se proponen tareas de crítica textual ni, sobre todo, de interpretación doctrinal.

El criterio general de composición de los volúmenes es cronológico, aunque con la laxitud provocada por la diferencia entre fecha de redacción y fecha de aparición, y con ciertas excepciones que se verá más adelante.

Los volúmenes de OME constan de una nota introductoria que declara el contenido del volumen y el texto original traducido; sigue a eso el texto del autor, o de los autores; luego un índice analítico de conceptos y otro de nombres; luego, cuando el texto lo requiere o permite, la bibliografía o literatura utilizada por los autores; por último, apéndices sobre cuestiones varias (por ejemplo: equivalencias de unidades).

El criterio editorial para la traducción de OME consiste en traducir a un castellano lo más próximo posible de la lengua común, evitando germanismos, anglicismos, etc., así como neologismos de raíces griegas o, en general, no latinas; pero sin dejar por eso de tecnificar los conceptos característicos de los autores traducidos. El equipo de traductores de OME comparte unánimemente esos principios. En cambio, la adopción de un léxico único en todos sus elementos y de criterios uniformes de gusto lingüístico habría exigido de la dirección editorial una normativa inflexible de la bondad de cuyos efectos pareció razonable dudar. Por eso, aunque toda traducción ha sido discutida en la dirección editorial y ésta asume la responsabilidad por la fidelidad a los textos originales, sin embargo, cada traductor es responsable de las peculiaridades léxicas y estilísticas de los textos que firma.

Las notas de Marx y Engels se numeran como en la edición base (MEW) y sus textos aparecen a pie de página. Las notas de los traductores se numeran correlativamente a lo largo de cada volumen −pero anteponiendo a la cifra un asterisco− y también se presentan a pie de página, aunque separadas de las de los autores por un filete. Cuando OME reproduce total o parcialmente una nota u otro elemento editorial de MEW lo indica explícitamente.

Las inserciones del traductor −reducidas al mínimo− se ponen entre las grapas < >. Los corchetes [ ] se reservan para las inserciones que se recojan en OME de los editores alemán o, en su caso, francés, inglés o italiano. Las llaves { } para las notas e inserciones de Engels en textos de Marx editados por él. Los textos tachados por los autores en manuscritos editados y publicados en OME se ponen entre los signos < >. En algunos volúmenes es posible disminuir las clases de signos utilizados con esos fines editoriales, pero entonces suele ocurrir que se usen en otras funciones. Siempre se indica explícitamente esa circunstancia, cuando es el caso, en la nota previa editorial.

La naturaleza de OME −una edición de estudio− no ha parecido compatible con introducciones doctrinales. Por otra parte, parece natural que la casa editorial recoja el trabajo científico-editorial de los traductores en el marco de OME misma. Por eso, cuando en el curso de su trabajo de traducción algún miembro del equipo de OME redacta algún texto interpretativo, o crítico, o erudito, etc., relacionado con las obras de Marx y Engels, puede proponer la publicación de su escrito en una colección de cuadernos titulada «OME – HOJAS DE TRABAJO». La decisión acerca de si un texto propuesto se publica o no en esa colección compete al colectivo de todos los miembros del equipo.

He aquí, por último, los títulos de los 68 volúmenes inicialmente previstos en OME:

1. Karl Marx, Diferencia entre la filosofía natural democrítea y la epicúrea. Otros escritos de 1835-1841.

2. Friedrich Engels, «Anti-Schelling». Otros escritos de 1833-1841.

3. Karl Marx, Críticas sobre la libertad de prensa y el robo de leña. Otros escritos de 1842-1843.

4. Friedrich Engels, Esbozo de una crítica de la economía nacional. Otros escritos de 1842-1845.

5. Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844 y escritos de los Anales franco-alemanes.

6. Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra. Karl Marx, Friedrich Engels, La Sagrada Familia. Otros escritos de 1845-1846.

7. Karl Marx, Friedrich Engels, La Ideología Alemana. Otros escritos de 1845-1846.

8. Karl Marx, Miseria de la filosofía. Karl Marx, Friedrich Engels, Otros escritos de 1846-1847.

9. Karl Marx, Friedrich Engels, Manifiesto del Partido comunista. Artículos de la Nueva Gaceta Renana (I). 1847-junio de 1848.

10. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la Nueva Gaceta Renana (II) julio-noviembre de 1848.

11. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la Nueva Gaceta Renana (III). Noviembre de 1848-abril de 1849.

12. Karl Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de abril 1848-febrero de 1850.

13. Friedrich Engels, Revolución y contrarrevolución en Alemania. Karl Marx, Friedrich Engels, Escritos de marzo de 1850-junio de 1851.

14. Karl Marx, El 18 de Brumario de Louis-Napoleon. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1851-1853.

15. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Abril-Octubre de 1853.

16. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Octubre de 1853-junio de 1854. Karl Marx, Lord Palmerston,

17. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Junio-diciembre de 1854. Karl Marx, España revolucionaria.

18. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Enero-julio de 1855.

19. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Julio de 1855-diciembre de 1856. Friedrich Engels, Los ejércitos de Europa.

20. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1857-1858.

21.Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse), I.

22. Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse), II.

23. Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Enero-agosto de 1859.

24. Karl Marx, Herr Vogt. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Agosto-diciembre de 1859.

25. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la New American Cyclopaedia (1857-1860).

26. Friedrich Engels, Historia del cañón rayado. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1860.

27. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1861-1864.

28. Karl Marx, Salario, precio y beneficio. Friedrich Engels sobre el Libro I de El Capital. La I Internacional hasta 1868.

29. Karl Marx, Friedrich Engels, Escritos sobre la cuestión irlandesa. La I Internacional 1868-1870.

30. Friedrich Engels, Sobre la guerra franco-prusiana. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta la Comuna de París (marzo de 1971).

31. Karl Marx, La guerra civil en Francia. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta febrero de 1872.

32. Friedrich Engels, Sobre el problema de la vivienda. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta junio de 1873.

33. Karl Marx, Friedrich Engels, Un complot contra la Internacional. Otros escritos de 1873-1874.

34. Karl Marx, Crítica del programa de Gotha. Friedrich Engels, El desarrollo del socialismo de la utopía a la ciencia. Karl Marx, Friedrich Engels, Otros escritos hasta la muerte de Marx.

35. Friedrich Engels, La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. («Anti-Dühring»).

36. Friedrich Engels, Dialéctica de la naturaleza.

37. Friedrich Engels, El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. Otros escritos de 1883-1889.

38. Friedrich Engels, Crítica del Programa de Erfurt. Otros escritos de 1890-1892.

39. Friedrich Engels, Sobre el cristianismo primitivo. Últimos escritos. (1893-1895).

40. Karl Marx, El Capital, libro I, 1.

41.Karl Marx, El Capital, libro I, 2.

42.Karl Marx, El Capital, libro II.

43. Karl Marx, El Capital, libro III, 1.

44. Karl Marx, El Capital, libro III, 2.

45-48. Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía.

49. Correspondencia entre Marx y Engels. 1844-1851.

50. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros hasta 1851.

51. Correspondencia entre Marx y Engels. 1852-1855.

52. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1852-1859.

53. Correspondencia entre Marx y Engels. 1856-1859.

54. Correspondencia entre Marx y Engels. 1860-1864.

55. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1860-1867.

56. Correspondencia entre Marx y Engels. 1864-1867.

57. Correspondencia entre Marx y Engels. 1868-julio de 1870.

58. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1868-1871.

59. Correspondencia entre Marx y Engels. julio 1870-marzo 1883.

60. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1872-1874.

61. Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1875-1880.

62. Karl Marx, F.Engels, Cartas a terceros. 1881-mayo de 1883.

63. Friedrich Engels, Correspondencia. Abril de 1883-1885.

64. Friedrich Engels, Correspondencia. 1886-1888.

65. Friedrich Engels, Correspondencia.1889-1890.

66. Friedrich Engels, Correspondencia.1891-julio de 1892.

67. Friedrich Engels, Correspondencia. Agosto de 1892-1893.

68. Friedrich Engels, Correspondencia. 1894-1895.

Sin numerar Índices y claves de la colección.

La distribución de los volúmenes, aunque obedece a un genérico criterio cronológico (con la excepción tradicional de El Capital), responde a necesidades técnico-editoriales y de comercialización y distribución del grupo editorial Grijalbo, al que el equipo de edición de OME expresa aquí su reconocimiento del esfuerzo que ha emprendido.

Unos apuntes complementarios. De una carta de Sacristán dirigida a Josep Fontana, con fecha del 18 de mayo de 1980, en la que hacía una breve referencia a las OME y al equipo editor de la nueva Mega:

Querido Josep,

probablemente sabes que el equipo editor de la Nueva Mega en la RDA nos es de mucha ayuda en la edición de OME, porque nos facilita (gratuitamente, al menos hasta ahora) fotocopias de los textos no alemanes de Marx y Engels. La verdad es que eso es lo que hace posible que, con los escasísimos medios de Crítica, OME sea una edición decente, sin versiones indirectas.

Pues bien, esas personas nos han pedido ahora, a su vez, que les ayudemos en la localización y/o obtención de documentos españoles interesantes para la edición de la Nueva Mega. Te adjunto fotocopia de una traducción de la carta que nos mandaron. ¿Puedes colaborar en el asunto? Si no puedes, ¿puedes indicarme personas que, por su frecuentación de archivos barceloneses y madrileños, sean indicadas para este trabajo (con remuneración)?

Salgo para Nápoles el próximo sábado 24 de mayo, pero estaré de vuelta el 10 de junio. Te llamaré entonces.

Un abrazo,

Observaciones de Sacristán sobre «Vorwort [Prólogo] zur Gesamtausgabe», de la carpeta «OME» de PR, en torno a la edición de la nueva Mega [Karl Marx, Friedrich Engels, Gesamtausgabe (MEGA). Erste Abteilung Werke. Artikel. Entwürfe. Band I. Karl Marx, Werke. Artikel Literarische Versuche bis Marz 1843], base de la edición castellana de las obras de Marx y Engels (OME).

1. En el primer apartado realizan una hazaña que incluso en ellos resulta increíble: poner la NM [la nueva Mega] al servicio de consignas, en este caso, la glorificación de la URSS en la pugna presente con los pc de occidente: (el marxismo) «ilumina, en las condiciones del victorioso socialismo real, las vías de desarrollo de la sociedad, constituye el fundamento teórico e ideológico de la política interior y exterior de los partidos comunistas y obreros de los estados de la comunidad socialista» (I.1, 26º).

2. En el mismo sentido condenan en la página siguiente «la falsa tesis del «pluralismo» del marxismo» (I.1., 27º).

3. En el mismo contexto hacen una declaración de lo que es el «núcleo revolucionario» del marxismo…(I.1, 27º28º) [Desde «Esos diversos intentos de los ideólogos burgueses no tienen más finalidad…» hasta «(..) la necesaria victoria del comunismo»].

4. Al final de la primera sección parecen intentar una conexión entre todo eso y la tarea editorial:

«Los editores se inspiran metodológicamente en las indicaciones de Lenin sobre el origen, la formación y las principales etapas del desarrollo del marxismo.» (I/1, 28º).

5. La segunda sección da una historia de las ediciones del opus de M-E:

1. El intento de antología de Marx de 1848-1849. 2. El intento de edición completa por el viejo Engels. 3. La empresa de Eleanor Marx-Aveling a finales de siglo. 4. Trabajados editoriales de la SPD y Mehring. 5. Los trabajos del Instituto Marx-Engels (-Lenin) a partir de 1921. 6. La primera edición de las obras en ruso (1928-1941, 33 vols). 7. MEGA (1927-1935, 7 vols, 4 vols, 1 vol: 1939-1941 Grundrisse). 8. Trabajos del Marx-Engels-Archiv, desde 1924. 9. La segunda edición rusa de las Obras (1955-1966, 39 vols en 42 tomos). 10. MEW (-1968,30 vols en 41 tomos, más el Ergänzungsband). 11. Complementos a 9-10. 12. Ediciones inglesa e italiana sobre MEW. En curso.

6. La tercera sección da los principios editoriales de MEGA: principio de completud, principio de la lengua original, principio genético y cronológico, principio de la crítica textual (edición crítica).

7. Unos 100 vols. La sección cuarta de prólogo comenta la primera sección de MEGA. La sección quinta del prólogo comenta la sección segunda de MEGA. La sección VI del prólogo comenta la tercera sección de MEGA. La sección VII del prólogo comenta la sección cuarta de MEGA. La sección VIII indica características editoriales de MEGA: a) modo de corregir, b) medidas para facilitar la legibilidad, y su indicación (I/1, 47º).La sección IX está dedicada al aparato científico de MEGA. a) Exposición de la historia genética del texto; b) Lista de variantes. b.1. Lista de correcciones. c) Comentarios; d) En su caso, lista de manuscritos perdidos de la época; e) Índices.

Breves anotaciones de Sacristán al prólogo de los editores al volumen 19 de esta edición de las obras de Marx y Engels:

1. Ya esta presentación es una manera de quitar importancia al asunto: el estudio de Marx se debería sólo −eso es lo que se sugiere− a que tiene que tratar los problemas de la renta de la tierra, y no a revisiones de su anterior pensamiento.

2. Engels ha empezado esa lectura, cosa muy natural: él cree estar editando un pensamiento acabado: esto es lo mejor de la crítica de Rubel a Engels.

3. El vicio fundamental es dar por clara y segura la doctrina de Marx al respecto. Luego, el pasar por alto la cuestión del estatuto de esa teoría que no es «clave». Luego el pasar por alto la recusación de la filosofía de la historia. Por último, ocultar la oposición de todo eso a la vulgata marxista.

4. «Según opinión de Marx, sólo la revolución popular rusa, apoyada por una revolución proletaria en la Europa Occidental, podía eliminar las «influencias destructoras» que irrumpían por todos lados contra la comunidad aldeana rusa. La vía práctica revolucionaria en la URSS y en el campo socialista ha confirmado plenamente la importancia teórica y la gran actualidad de la tesis marxista, contenida en los dos documentos citados, de la posibilidad de que algunos pueblos, en determinadas condiciones históricas, pueden evitar el camino de desarrollo capitalista».

Esta grotesca interpretación tiene el defecto de la inconsecuencia con su propia lectura de la tesis de Marx, pues en el caso de la URSS faltó la revolución proletaria en Occidente.

*

Un apunte sobre las OME (deudores en este punto de las aportaciones de David Vila Morales):

Concluida la segunda guerra mundial se publicó en la URSS el último volumen de las incorrectamente llamadas «Obras Completas» de Marx y Engels. Tras la muerte de Stalin, aunque se realizó una segunda edición algo menos incompleta, se mantuvo el sesgo dogmatizante propio de la cultura política estalinista, ahora «autocriticada»: «precisiones» editoriales sobre «las intenciones del autor», «depuración» de textos, presentaciones sesgadas, etc. Esta nueva edición sirvió de base para la edición paralela alemana de las MEW [Marx-Engels Werke], iniciada en 1956. Aunque esta edición alemana llegó a ser la más utilizada para la traducción de Marx a otras lenguas, adolecía de los defectos de la edición rusa: estaba lejos de ser completa, presentando en sus introducciones y prólogos una visión dogmática del «marxismo», como un sistema cerrado y concluso, tal como señala el profesor Pedro Ribas: «Sacristán lo explicaba muy bien en su prólogo a la versión castellana del «Anti-Dühring»: Engels, que repetidamente manifiesta en el Anti-Dühring la principal virtud del intelectual, la modestia, no puede considerarse responsable de que cierta inveterada beatería insista en considerar su modesto manual divulgador como una ‘enciclopedia del marxismo’. (La expresión ‘enciclopedia del marxismo’ se halla en efecto, en el prólogo de la obra de Engels en MEW, vol. XX, p. VIII).» Véase: Pedro Ribas, «El proyecto MEGA. Peripecias de la edición crítica de las obras de Marx y Engels», NUSO n.º 277, septiembre-octubre 2018, https://nuso.org/articulo/el-proyecto-mega/.

El prólogo al que alude Ribas (en México, Grijalbo, 1964) no es la nota editorial de 11 páginas para la reedición del Anti-Dühring en 1977, sino «La tarea de Engels en el Anti-Dühring», uno de los escritos más importantes y reconocidos de Sacristán, donde se pueden leer también las siguientes palabras, anticipativas de la línea editorial del proyecto de las OME [Obras de Marx y Engels], dirigido por Sacristán: «la tarea de liberar al marxismo de la dogmática y clerical lectura de sus clásicos es tan urgente como para arrostrar por ella cualquier riesgo».

El proyecto de las OME fue interrumpido en 1981 por razones económicas. Aunque sus traducciones toman por base la versión alemana de las obras de Marx y Engels (MEW), los principios de edición seguidos sintonizan con los de MEGA 1 y MEGA 2 (véase la nota complementaria 11). Así, en su «Nota editorial sobre OME 40-44 (El Capital)», Sacristán, admirador del trabajo editor de Riazanov, escribía: «en general, los prólogos y las notas de esta edición intentarán abstenerse de afirmaciones doctrinales y de interpretaciones» (El Capital, libro I, OME, vol. 40, p. XIII.)

De los 68 volúmenes proyectados en la edición de las OME, fueron doce los libros finalmente publicados, todos ellos editados por Crítica-Grijalbo en Barcelona, Buenos Aires y México DF. :

OME 5: K. Marx, Manuscritos de París. Anuarios franco-alemanes 1844; 1978. Trad. y nota editorial de José María Ripalda.

OME 6: K. Marx- F. Engels, La Sagrada Familia. La situación de la
clase obrera en Inglaterra,
1978. Trad. de Pedro Scarón y León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.

OME 9: K. Marx-F. Engels, Manifiesto Comunista. Nueva Gaceta Renana (I). 1847-1848; 1978. Trad. de León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.

OME 10: K. Marx-F. Engels, Nueva Gaceta renana (II). 1848 (incluye otros apéndices), 1979. Trad. de León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.

OME 21: K. Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse). Primera mitad, 1977. Trad. de Javier Pérez Royo; nota editorial para OME 21-22: Manuel Sacristán.

OME 22: K. Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse). Segunda mitad, 1978. Trad. de J. Pérez Royo.

OME 35: F. Engels, La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. «Anti-Dühring», 1977. Trad. y nota editorial: Manuel Sacristán.

OME 36: F. Engels, Dialéctica de la naturaleza, 1979. Trad. de Wenceslao Roces. Edición y nota editorial: Miguel Candel.

OME 40: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política, Libro I, 1, 1976. Trad. y nota editorial sobre OME 40-44 (El Capital): Manuel Sacristán.

OME 41: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro I, 2, 1976. Trad. y nota editorial sobre OME 41: M. Sacristán.

OME 42: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro II, 1980. Trad. y nota editorial sobre OME 42: M. Sacristán.

OME 45: K. Marx, Teorías sobre la plusvalía. Primera parte: capítulos primero hasta séptimo y anexos, 1977. Trad. de J. Pérez Royo; nota editorial sobre OME 45-48: M. Sacristán.

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10. Cartas de un trabajador editorial

Una nota del autor «… sobre la situación actual de las obras de Lukács» fechada el 3 de noviembre de 1965

1. El hecho de tener ya publicadas dos obras importantes del autor1, en prensa una tercera y contratada la extensa Estética aconseja que la política editorial de la casa se proponga una edición completa posible de Lukács.

2. La experiencia reciente con Luchterhand2 no es agradable. El impaciente comportamiento de este editor puede significar que se incline a conceder derechos a otros editores de lengua castellana. Pero aunque eso no sea así, de todos modos no es un trato fácil.

3. La posición de Luchterhand se fuerte a causa, sobre todo, de la avanzada edad de Lukács. Pero Lukács no está muerto, y en su carta del 6 de agosto de 19653 nos insiste en que negociemos siempre directamente con él. En cambio, nunca ha contestado Lukács a nuestras propuestas de opción global.

4. De todo eso me parecen desprenderse las siguientes conclusiones:

A. Conviene hacerse cuanto antes con los derechos del mayor número posible de obras de Lukács, en trato con el autor y una tras otra puesto que no parece que a Lukács le apetezca negociar sobre mucho a la vez.

B. Como retener mucho tiempo una inversión es mala cosa, conviene contar con un grupo de traductores dedicados intensa −y, a poder ser exclusivamente− a Lukács para editar rápidamente todos los textos posibles. Es claro que yo solo no puedo ir a la velocidad necesaria.

C. Yo podría tener la responsabilidad, reconocida y dicha explícitamente a todos los demás traductores, de revisar las traducciones que no hiciera personalmente.

5. Para empezar, creo que hay que enviar enseguida a Lukács contrato para Historia y consciencia de clase, y pagarle pronto y directamente (¿no es más cómodo desde México?).

6. Si la casa está de acuerdo con el criterio de esta nota, prepararé rápidamente un plan de edición de las obras de Lukács.

Sacristán

Notas edición
1 Probablemente El joven Hegel, en traducción del propio Sacristán, y El asalto a la razón, traducido por Wenceslao Roces. La obra en prensa seguramente era Prolegómenos a una estética marxista. En nota a pie de página de su traducción el primer libro de El Capital 1 (OME-40, p. 166, n. 56), escribía Sacristán: « […] Marx dice hacer valer o aumentar en el sentido de conseguir expansión de un valor. Pero si ese sentido está relativamente cerca de usos comunes del lenguaje, en cambio, no se suele encontrar en el vocabulario económico no-marxista. El propio Roy no se atrevió a reproducir sistemáticamente en su traducción francesa la dureza del acusativo interno de «valorizar el valor». Entre los muchos méritos de Wenceslao Roces hay que contar su uso sistemático y fundado, desde su edición de 1934, de esa traducción que recoge un modo de pensar típico de la crítica marxista de la economía política» [el énfasis es mío].
2 Luchterhand era entonces una editorial de Alemania Occidental con sede en Neuwied. Por aquellas fechas tenía en curso de publicación una edición completa y sistemática de los escritos de Lukács que sirvió parcialmente como modelo a la edición castellana dirigida por Sacristán. En 1972 eran doce los volúmenes publicados. Entre ellos, El joven Hegel (volumen 8), El asalto a la razón (volumen 9), Problemas del realismo (volúmenes 4, 5 y 6), Estética I (volúmenes 11 y 12).
3 En esta carta de agosto de 1965, señalaba Lukács: «Muchas gracias por su carta de 22 de julio y por la copia del contrato. Le pediría que me enviase a mi directamente mi parte de los honorarios… Por tanto, quedamos que a partir de ahora siempre negociaremos entre nosotros directamente. En relación con Historia y consciencia de clase estamos ya de acuerdo. Los honorarios pueden ser los mismos que por los otros libros…» (traducción de Miguel Manzanera Salavert)

Carta de Sacristán a Juan Grijalbo fechada en Barcelona el 23 de septiembre de 1970:

Amigo Grijalbo:

como ya se me han hecho bastante tarde, renuncio a verle personalmente. Por eso le dejo este sobre, con su memorándum, la variante adjunta… y un pequeño comentario.

Trabajando esta tarde en el asunto he sentido de verdad lo desagradable de mi situación como colaborador: lo bueno habría sido tener un pasaporte1 y salir con usted, para discutir cómodamente en conversación con ellos. Mala pata.

Mi memorándum es una pura exposición de la situación. Dice menos cosas que el de usted. La razón es que me parece que se debe negociar con cautela, sin decir mucho al principio. Usted expone lo que ya es suyo, y luego se suscita la cuestión acerca de lo que todavía no lo es y la cuestión acerca de si pasa a ser una relación con Luchterhand lo que hasta el momento lo era con Lukács-Artisjus.

Observará usted que al hablar de obras contratadas con Luchterhand hablo de «Obras completas» (de la edición alemana). En cambio, cuando hablo de textos contratados con Lukács-Artisjus hablo de «Obras» simplemente. Mi intención al proceder así es la siguiente: ellos pueden sostener que nosotros no les hemos contratado más que dos volúmenes de las Obras Completas (la Estética I2). Pero usted podrá contestar que en efecto, sólo dos volúmenes de las obras completas, pero, además, con Lukács, hemos contratado ocho obras que forman parte de los volúmenes Luchterhand. Lo que quiere decir que en la contratación de los volúmenes que contienen esas obras no deberíamos pasar más que una modesta cantidad (por los textos sobrantes, aún no contratados por nosotros). En segunda edición se pasaría al pago igual de todos los volúmenes.

Le dejo el texto alemán en dos ejemplares por si puede ver a Lukács y darle uno.

Tengo alguna duda sobre la lista de obras contratadas con Lukács-Artisjus: ni me acuerdo, por ejemplo, de que hayamos firmado nunca contrato por Los realistas alemanes del siglo XIX. ¿Está usted seguro de que sí?

En el caso de que la frase entre paréntesis le parezca arriesgada, tache usted también el texto alemán: también en él la frase está entre paréntesis.

Que tenga éxito en el viaje.

Notas edición
1 Sacristán careció de pasaporte desde mediados de los sesenta hasta la muerte del dictador golpista.
2 Grijalbo publicó en 1966 la Estética (volumen I) de Lukács con traducción de Sacristán.

Carta a Juan Grijalbo, fechada en Barcelona el 25 de marzo de 1971:

Amigo Grijalbo:

tengo resueltas unas cuantas cosas pendientes, y como me encuentro en pésimas condiciones de tiempo, prefiero dejarle este sobre en su casa para que vaya utilizando el contenido. En cuanto que tenga un poco de respiro le llamaré (Mis complicaciones son en esta temporada bastante lamentables: ahora se trata de la mujer, bastante joven, de un amigo mío [NE: Emilio Lledó] que se encuentra en el Hospital Clínico más o menos moribunda. Este amigo es forastero, casi no tiene más relación amistosa que la mía, y ello me obliga a pasarme las horas muertas en el Hospital. En fin, esperemos que pase la temporada).

Me permito opinar sobre la llamada «Enciclopedia de filosofía». Considero mi opinión en este asunto cosa puramente personal, no profesional. Por eso la escribo aquí en vez de en una nota «cobrable». Y es que se trata de una opinión bastante drástica: la Enciclopedia en cuestión me parece una triste confusión editorial. La idea de mezclar como «enciclopedia» unitaria unos cuantos textos clásicos del marxismo con los deficientes y anticuados manuales rusos es bastante lamentable. Comprendo que pueda ser astuto desde un punto de vista comercial. Pero si los pésimos manuales rusos estaban ya amortizados, más valía olvidarse de ellos. En mi opinión, esta falsa «enciclopedia» perjudicará la imagen de la editorial entre las gentes serias de izquierda. Deseo que, al menos y como compensación, haga ganar dinero para hacer cosas más serias1.

Me he llevado una gran alegría al ver que los checos nos ceden el libro de Zeleny2. Le adjunto traducción de la carta y de los contratos. Comentaremos la cosa cuando nos veamos. Yo confío en que el libro sea un verdadero éxito.

Con amistad, Sacristán

Notas edición
1 Salvo error por nuestra parte, la enciclopedia no llegó a editarse finalmente.
2 J. Zeleny, La estructura lógica de El Capital de Marx. Traducido, anotado y presentado por Sacristán, el ensayo fue publicado en Grijalbo, el número 5 de la colección «Teoría y realidad».

Otra carta a Juan Grijalbo, fechada 15 de julio de 1971.

Amigo Grijalbo,

recibí anteayer a última hora su carta con el prospecto de las próximas publicaciones de Luchterhand. Aquí no tengo papel adecuado. Le mando estas líneas para decirle lo que pienso. Resuelva usted y escriban a Luchterhand desde Barcelona.

Creo que todo lo que nos interesa está en la «Sammlung Luchterhand» (Colección Luchterhand), que es su serie de bolsillo. Se trata de dos volúmenes de Lukács:

El primero, Taktik und Ethik (Táctica y ética1), nº 39, de la Sammlung Luchterhand está anunciado para noviembre de 1971, y nos interesa muy especialmente porque el prospecto dice que contiene escritos que no aparecerán en la edición de las obras (probablemente porque a Lukács le parecían poca cosa; pero eso no cuenta para nosotros).

El segundo es el nº 49 de la Sammlung Luchterhand. Se trata de un capítulo de la Ontologie des gesellschaftlichen Seins (Ontología del ser social2, la obra póstuma e inacabada a lo que parece). En rigor no tendríamos por qué comprarlo, puesto que compraremos el conjunto de la obra (que aún no ha salido), para su inclusión en las O.C. Pero valdría la pena asegurarse de que Luchterhand no va a vender ese capítulo suelto con el pretexto de que se trata de una edición de bolsillo.

El resto del prospecto no tiene, en mi opinión, interés editorial para esta casa, aunque hay títulos valiosos. El otro volumen de Lukács anunciado está ya contratado y traducido por nosotros.

*

¿Hay alguna novedad? Llegó de México el texto de nuestro antiguo volumen 2 de las obras de Lukács, el que tengo que transformar? ¿Ha conseguido usted el texto de Stalin de que hablamos?

Amistosamente,

Sacristán

Notas edición
1 En unas anotaciones de lectura depositadas en BFEEUB −«Notas a textos juveniles de Lukács (Táctica y ética, etc) [Schriften über Ideologie und Politik (Escritos sobre Ideología y política))− señalaba Sacristán: «Estos textos de Táctica y Ética (1919) son de mucho interés por dos temas extensamente presentados e iluminados en ellos (el problema Hegel-Marx, el problema del partido obrero) y otro tema más incidentalmente tocado, pero de forma muy lúcida (el de los intelectuales)».
2 Para una aproximación de Sacristán a la Ontología del ser social, véase «Sobre Lukács», M. Sacristán, Seis conferencias. El Viejo Topo, Barcelona, 2005, pp. 157-194.

Otra carta a Grijalbo, 6 de junio de 1972.

Sr. D. Juan Grijalbo

Amigo Grijalbo:

La tarea de clarificar, sin dejar ningún cabo suelto, la situación de las Obras Completas de Lukács y de ajustar una línea de conducta que intente sacar el mejor partido posible de esa situación ha resultado bastante más laboriosa de lo que parecía. Y si lo ha sido para mí que casi no me he ocupado más que de eso dentro del conjunto de actividades de la editorial, tengo que suponer que Ud. también necesitará un par de sesiones para dominar la situación −que ahora le presento condensada− y para meditarla un poco antes de llegar a conclusiones. Por eso, en vez de llamarlo para concertar una reunión, le dejo antes unos cuantos materiales. Le ruego que le avise cuando tenga opinión hecha, y entonces convendremos una reunión para acabar de puntualizar.

Le dejo los siguientes materiales:

a) Una lista, rotulada A en tinta roja, que da, finalmente con toda exactitud y todo detalle, la situación global, o sea, los puntos alcanzados en la contratación y en el trabajo.

b) Otra lista, marcada con B en tinta roja, que da en sustancia, lo mismo. A mí la composición de B me ha sido útil para confirmar los resultados de la exploración A, y viceversa, A confirma a B. La doble visión permite (al menos a mí) adentrarse mejor en el panorama.

c) Otra lista, marcada C en tinta roja, que representa probablemente el capítulo más difícil de nuestra situación: se trata de los derechos que poseen otras editoriales de lengua castellana sobre determinados textos de Lukács. Y así como nuestro punto fuerte −además del principal: el volumen y la calidad de nuestra edición− es el hecho de que tanto Lukács como Luchterhand hayan expresado repetidamente su acuerdo con nuestra edición de Obras Completas del filósofo húngaro, nuestro punto débil es que ambos nos han dicho, también repetidamente que nos las apañemos nosotros con esas editoriales.

Esa lista C lleva un apéndice con una Información que no me ha llegado hasta después de redactarla. Es una buena noticia

d) Una minuta de carta a la Sra. Holl’o Janossy, mujer del heredero de Lukács.

e) Una minuta de carta al Sr. Otto F. Walter, uno de los tres directores de Luchterhand.

Por d) y e) verá usted la línea de conducta por la que me inclino: hablo bastante claro a los herederos y les propongo contratar directamente título por título. Hablo a Luchterhand impulsándole a firmar algún documento contractual que nos reconozca únicos editores en castellano de la Obra Completa de Lukács. Pero no le pongo las cartas boca arriba, sino que prefiero quedarme a la expectativa.

Veremos a qué conclusión llega usted.

f) Unas cuantas fotocopias. Cuando nos veamos nos pondremos de acuerdo sobre cuales mando y a quién, y cuáles me reservo.

g) Un memorándum en que le recuerdo los volúmenes que hemos de mandar a Artijus, para ellos, los herederos y el Archivo Lukács de Budapest.

Espero noticias suyas. Con amistad, Sacristán

Desde Puigcerdà, Sacristán escribía de nuevo a Juan Grijalbo 11 de septiembre de 1972:

Sr. D. Juan Grijalbo

Barcelona
Amigo Grijalbo,

no pensaba escribirte hasta dentro de unos días, porque, como me encuentro muy bien, tengo bastantes ideas y estoy trabajando a fondo en todas las cosas de que hablamos en nuestra última reunión «à quatre»: un proyecto de colección de características comerciales parecidas a las de la 701, otra de ensayo más corto que «Teoría y realidad» y otra de cuadernos breves. Lo llevo bastante adelantado y me inclino ya por nombres determinados para las tres posibles colecciones dichas («Naturaleza y Sociedad 200», abreviado NYS 200, para la primera −la cifra indicaría el número total de volúmenes, pues la veo como colección cerrada−; «Hipótesis» para la segunda, que sería abierta y de aparición menos frecuente; «Cuadernos de Iniciación Científica», abreviado CIC, para la tercera, que también sería abierta). Pero, puesto que los trabajos no están ultimados, pensaba esperar aún unos días para escribirle.

En cambio, su carta me produce el deseo de contestar en seguida. La causa en que querría insistir en mi resuelta oposición a la «trinidad». Vaya por delante que los dos títulos propuestos por Jacobo Muñoz me parecen muy bien: no los he leído, pero aprecio todo lo que conozco hasta ahora de Lenk2 y coincido con Muñoz en su juicio acerca de las discusiones sobre las obras de Popper y Kuhn3. Sin embargo, opino que Muñoz es el director único de «Teoría y realidad», y que ni Sánchez Vázquez ni yo deberíamos informar sobre volúmenes de esa colección más que a petición de su director. Yo siempre he creído que un trabajo −y máxime el editorial− ha de tener un solo responsable, aunque haya mucha participación colectiva. Y es claro que en la responsabilidad incluyo la autoridad: en mi opinión, cuando un director de colección decide incluir en ella un título, no hay más que hablar; si no, es mejor no llamarle director de la colección. Mi experiencia al respecto es vieja y rica. «Zetein»4, una colección que empecé hace quince años en Ariel, quedó desfigurada ya en sus tres primeros volúmenes porque carecí de responsabilidad-autoridad única; ni usted ni yo hemos dirigido de verdad «Nuevo Norte», y así va ella, reducida ya por nosotros mismos a la condición de cajón de sastre.

Pero si ya mi anterior experiencia me convencía de que las «trinidades» −y todo lo que no sea uno solo− son malas para dirigir colecciones (no para asesorar editoriales), nuestra reunión del día 4 me confirmó el punto de vista. Seguramente notó usted que, si ya hay matices diferenciadores entre las líneas de trabajo editorial que interesan, respectivamente, a Jacobo Muñoz y a mí, se da, además, una gran diferencia entre esas dos líneas y la que tiende a seguir Adolfo Sánchez Vázquez. Esto no es ningún juicio de valor, sino una simple comprobación de hechos que se manifiestan, por ejemplo, en el escaso entusiasmo que me produce la lista de libros propuesta por Sánchez Vázquez (de la que le envío tres fotocopias) y en el malestar que me causa el que él mismo proponga un volumen suyo −por de pronto− para una colección de la que, con el planteamiento de la «trinidad», sería co-director. Eso no es un uso editorial corriente en Europa.

Estoy convencido de que a la editorial Grijalbo le conviene en varios sentidos la presencia de la «trinidad» y de que la más beneficiosa de las tres, desde el punto de vista decisivo, que es el empresarial, es la presencia de Adolfo Sánchez Vázquez en Grijalbo. Por lo tanto, mis reservas no se refieren de ninguna manera a la presencia, lo más activa posible, de Sánchez Vázquez5 en Grijalbo. Se refieren exclusivamente a la «trinidad» entendida como equipo de dirección de unas mismas tareas. La editorial tendrá esa «trinidad« en cualquier caso, porque los tres colaboramos y colaboraremos con nuestros nombres en las tareas de la empresa. Pero, en mi opinión, es bueno que cada uno de los tres, aun colaborando estrechamente entre ellos y con usted, trabaje −si se trata de trabajos de dirección literaria− por su cuenta, con su riesgo (el de que el bajo rendimiento de lo que dirige obligue a suprimirlo) y con su autoridad. La «trinidad» queda dada para la editorial por el hecho de que ésta tenga colecciones o trabajos dirigidos unos por uno, otros por otro y otros por el tercero. Pero es malo, porque está cargado de peligros técnicos y de otro tipo, que pretendamos «fundirnos» en un bloque: es siempre posible que, por la misma tensión de la presión que hace falta para tener fundidas tres energías no idénticas, el núcleo acabara por estallar, dejando, si más no, malos sabores de boca. Es no ocurrirá, en cambio, si cada uno, aun colaborando al máximo con los demás, es responsable único de algún concreto trabajo para la editorial (colección o lo que sea, según las circunstancias).

*

Todavía otra cuestión delicada: tampoco estoy de acuerdo con su propuesta sobre el problema de mi multa6. Pero de esto prefiero hablar en Barcelona.

*

Adjunto unos memoranda sobre temas menos personales que los de esta carta y que sin duda pasará usted a la señorita Mai o a otros para su evaluación.

Pronto le mandaré los proyectos que estoy trabajando. Reciba, mientras tanto, un abrazo cordial.

Sacristán.

Notas de edición
1 En Colección 70 de Grijalbo se publicó en 1974 G. Lukács, Lukács sobre Lenin 1924-1970. Era el volumen 80 de la colección. Lo integraban dos escritos lukácsianos: el primero –«Lenin: la coherencia de su pensamiento»− fue traducido por Jacobo Muñoz; el segundo –«Lenin y los problemas del período de transición»− fue traducido por Sacristán.
2 Hans Lenk, Marx en la sociología del conocimiento. No llegó a publicarse.
3 Con presentación de Javier Muguerza, fue en «Teoría y realidad» donde se publicaron las actas del congreso de filosofía e historia de la ciencia de 1965 editadas por Musgrave y Lakatos.
4 El texto de presentación de la colección fue escrito por Sacristán. En ella se publicaron, entre otros títulos, Formalismo y ciencias humanas de Granger, La economía como ciencia de Papandreou, Historia y filosofía de la ciencia de Hull, y Desde un punto de vista lógico y Los métodos de la lógica de Quine. Todos los volúmenes citados fueron traducidos por Sacristán.
5 Para una aproximación de Sánchez Vázquez a la figura de Sacristán: Adolfo Sánchez Vázquez, «Mis encuentros con Manuel Sacristán». En Joan Benach, Xavier Juncosa y Salvador López Arnal (eds), Del pensar, del vivir, del hacer. El Viejo Topo, Barcelona, 2006, pp. 164-166.
6 Juan Grijalbo quería pagar una multa gubernativa impuesta a Sacristán, quien, en cambio, creía que debía ser él el responsable del pago.

También desde Puigcerdà, el 6 de septiembre de 1973, Sacristán volvía a escribir a Juan Grijalbo:

Amigo Grijalbo,

ayer me llegó su postal de Leningrado, que le agradezco. Le supongo ya en Barcelona, por lo que le mando estas pocas líneas acerca de asuntos pendientes.

*

Desgraciadamente −porque sospecho que a usted le hacía gracia− yo también juzgo negativamente el libro de S. Marlowe The Man with no Shadow1. Lo verá usted por el informe que mandé a Ignasi Vidal. No me parece verdadera ni apreciable fantapolítica, sino algo bastante más turbio. Justo es decir que si el autor puede realizar esa operación que considero turbia es porque sabe de verdad cosas de España. En fin, usted verá.

*

Vidal me mandó la carta de la señora Kirchem del 23 de agosto2. Antes que nada tiene uno que echar dos vueltas de llave a la cámara de las palabrotas, para no enzarzarse en un campeonato de tacos dirigidos a la seriedad alemana en los negocios ¡Que bárbaros! ¿Cuántas veces nos han cambiado de interlocutor responsable?

En la carta se habla de un proyecto de contrato adjunto. Ya me dirá usted cómo lleva las cosas. ¿Se da cuenta esa señora de que sus volúmenes no son como los nuestros?

*

Le he entregado a Paco Fernández Buey todos los trastos de matar en el asunto de «Hipótesis». Como yo me temía, es la capacidad del impresor la que falla, y no nuestro trabajo de edición y redacción. Quizás no importe mucho el retraso. Sobre todo dado que el curso universitario no empezará aquí hasta enero, y los estudiantes barceloneses y madrileños darán probablemente de un 30 a un 40 por ciento de los compradores europeos…

Me preocupa que Paco Fernández no debería comprometerse a llevar la colección con el mismo modo de remuneración «a destajo» −por libro− al que yo soy tan aficionado. Creo que debería cobrar un tanto al mes, como Jacobo Muñoz. Por eso les propondría −a usted y a él− que las 9.000 pesetas de que habíamos hablado, en vez de ser por libro, fueran por mes. Puesto que se trata de editar 15 volúmenes al año3, eso le »ahorra» a usted 27.000 ptas. sobre mi presupuesto, pero le da a él una mayor seguridad, cosa que vale algo y que, aunque no de mi gusto cuando se trata de mí, me parece importante ofrecer a otros. Él está de acuerdo.

*

Pronto pasaré a verle por Barcelona. Mientras tanto, hágame el favor de saludar a su esposa de mi parte y reciba un amistoso abrazo, Sacristán

Notas de edición
1 Sacristán escribió, efectivamente, un informe editorial muy negativo sobre el texto de Stephen Marlowe, editado en versión inglesa en 1974, incluido en este material. La novela, acaso afortunadamente, no llegó a ser traducida al castellano.
2 La persona con la que Grijalbo negociaba los derechos de edición de las obras de Lukács.
3 La colección no alcanzó nunca esa periodicidad. El ultimo volumen, el 17, El modelo sueco de explotación de Victor Pfaff y Mona Wikhäll, traducido por Gustau Muñoz y redactado por Sacristán, apareció en 1976.

Desde Puigcerdà, Sacristán escribía el 12 de agosto de 1974 a José María Vives, gerente de Ediciones Grijalbo:

Querido Gerente,

gracias por tus buenos deseos. ¿Tú no piensas salir en serio de Barcelona? Ten ojo: Barcelona es venenosa.

Creo que el texto del señor Ferrer1 no se puede aprovechar. Y lo siento. Porque el tema es de muchísimo interés. Lo que pasa es que el tratamiento es él mismo casi publicitario, o, al menos, abogacil. Me da la impresión de que el texto reproduce más o menos directamente alguna conferencia o charla en alguna medida originada por necesidades de relaciones públicas del gremio. Dicho de viva voz, debía ser bastante satisfactorio. Por escrito, se nota mucho la falta de dato concreto y exacto, cuantitativo, y, sobre todo, la falta de aducción de fuentes de información precisas y fiables. Tal como está, me resulta demasiado superficialillo. No creo que dé la talla mínima.

*

Estoy sobre ascuas desde que Jacobo2 trajo sus noticias de Alemania sobre la Nueva MEGA3. ¿Te ha informado del asunto? ¿Cuándo estará aquí Grijalbo y, sobre todo, cuando crees que podríamos reunirnos con él para tomar una decisión acerca de la novedad de la situación que ha encontrado Jacobo en Berlín?

Con un abrazo. Sacristán

Notas edición
1 El 31 de julio de 1974 José Mª Vives Farrés escribía a Sacristán pidiéndole que estudiara –«desde un punto de vista totalmente imparcial»−, junto con Francisco Fernández Buey, la posibilidad de incluir en la colección Hipótesis «un original cuyo autor el Sr. Eulalio Ferrer es una importante personalidad en el mundo publicitario mexicano y muy buen amigo de nuestra familia».
2 Jacobo Muñoz, director de la colección «Teoría y realidad» de Grijalbo.
3 NUEVA MEGA fue la base de OME (68 volúmenes) y de las traducciones realizadas para esta edición. En su nota de presentación de las OME, escribía Sacristán: «OME (Obras de Karl Marx y Friedrich Engels) va a ser la primera edición general de las obras de ambos autores en lengua castellana. Se ha decidido no llamar a la edición «Obras completas» porque el criterio con el que establecer hasta qué punto es completa una edición de las obras de Marx y Engels no se puede fijar todavía de un modo estricto desde el punto de vista filológico. Están en curso los trabajos de una edición internacional completa, crítica y políglota de esas obras, con un criterio inequívoco de completud, el que consiste en editar absolutamente todo trozo de papel escrito por Marx o Engels: KARL MARX, FRIEDRICH ENGELS, Gesamtausgabe (MEGA), edición del Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del PCUS y el Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania, Berlín, Dietz Verlag, 1972 y siguientes. Pero la edición de esta «Nueva MEGA» cubrirá con sus 100 volúmenes previstos, varias décadas. Tiene, además, una intención histórico-crítica poco realizable en una traducción. OME, que se beneficiará de los resultados editoriales del equipo de la Nueva MEGA, entiende por obras de Marx y Engels, sin que la mención «completas» se imprima en sus volúmenes, la edición general más completa hoy existente, publicada por los mismos institutos que ahora trabajan en la Nueva MEGA: KARL MARX -FRIEDRICH ENGELS, Werke, Berlín, Dietz Verlag, 1961-1968, 39 volúmenes más dos volúmenes complementarios y otro de índices. OME incluirá también textos no publicados en esa edición −que se mencionará mediante la sigla MEW−, pero que estén ya disponibles o se hagan disponibles mientras procede la edición de OME

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