Consecuencias imprevistas de la momificación de los héroes
Joan Tafalla
La noticia reza así: «Mandela celebra su 95º cumpleaños con una mejora en su salud. El líder de la lucha antiapartheid se comunica con las manos y los ojos, revela su hija Zindzi. Numerosos actos en todo el mundo recuerdan este jueves el Día Internacional de Mandela».
Por mi parte, creo que deberían dejarlo partir en paz. Quienes le encarcelaron y algunos de sus «amigos», le mantienen en la cárcel de su cuerpo. Se santifica, se embalsama a los héroes fundadores y luego se los traiciona invocando su nombre y rindiéndoles un culto. ¿Será una ley histórica?
Pongo dos ejemplos de lo que digo, sin rebuscar mucho:
Masacre de mineros sudafricanos
Obama encuentra «inspiración» en Mandela (SIC)
Personalmente, me quedo con el Mandela de la lucha contra el apartheid. No me gustan el Mandela y el ANC de la transición para acá.
A partir de algunos comentarios ha escrito así, a brote pronto, las líneas que siguen. Como no creo que tenga tiempo para desarrollarlas, las socializo tal cual:
De hecho, algunos de los precedentes de la costumbre de momificar cuerpos y doctrinas para mejor traicionarlos no fue exclusiva del estalinismo. Cuenta con numerosos e ilustres precedentes. Pongo algún ejemplo:
a.- La casta feudal-esclavista del Tibet que explotó ese territorio durante siglos y siglos en nombre de las enseñanzas del Gautama-Buda.
b.- La secta que domina el Vaticano en nombre de las enseñanzas de Cristo. ¿Qué tiene que ver la teología de Pablo con el de la Sermón de la Montaña? No hablemos ya la teología de Ratzinger.
c.- El grupo de poder de la orden franciscana que ha dominado esa organización cristiana en nombre de las enseñanzas de Francesco. Le extorsionaron el testamento de Francisco de Asis para mejor convertir una enseñanza revolucionaria en un medio de cooptación.
De hecho, la momificación de Lenin para a continuación inventar el «marxismo-leninismo», y censurar y traicionar su obra, no deja de ser un triunfo de la continuidad histórico-cultural sobre el intento radical de una ruptura puntual muy profunda que fuera como fue la revolución de los campesinos-soldados y de los obreros rusos en 1917.
La vieja burocracia estatal (a la que hubo que recurrir para que el estado funcionara) más las teorías elitistas de la vanguardia que insufla la conciencia de clase desde fuera, se aliaron para que el nuevo estado fuera muy diferente de lo que prometían los revolucionarios.
Contradictoriamente, y quizás por que las grandes masas necesitan mitos fundadores y religiones organizadoras de su vida, el impulso revolucionario de octubre impulsó grandes transformaciones y luchas en todo el mundo (frentes populares, resistencias antifascistas, segunda guerra mundial, luchas descolonizadoras, la lucha contra el racismo en los USA y en Sudáfrica, la revolución china, Vietnam, Indonesia, resistencia antifranquista e via dicendo). Gramsci nos ha dejado importantes y desgarradoras reflexiones respecto al papel movilizador y/o consolador de los mitos y religiones populares.
La operación cultural-política- represiva que fue la momificación del cuerpo y de la doctrina de Lenin (véase Georges Labica: Le Marxisme-léninisme: éléments pour une critique, Editions Bruno Huisman, 1984), como anteriormente Kautsky había realizado la momificación de Marx (véase Maximilien Rubel: Marx sin mito, Madrid, Octaedro, 2003; véase también: Montserrat Galzeran, La invención del marxismo (estudio sobre la formación del marxismo en la Socialdemocracia alemana de finales del siglo XIX), Madrid, Iepala, 1997), llevaba en si misma el agotamiento del impulso revolucionario de octubre que se produjo unos setenta años después.
Las consecuencias de todo ello las vivimos cada día.