Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Dennis Meadows: No hay nada que podamos hacer

Entrevista a Dennis Meadows, autor de “Los límites del crecimiento”, acerca de la crítica situación del planeta. Hace 40 años, Dennis Meadows presentó el best seller “Los límites del crecimiento”. En él no predijo la fecha exacta del apocalipsis, sino que más bien el equipo de investigadores estadounidenses mostró por medio de modelos informáticos que para mediados de este siglo, los recursos del planeta Tierra estarían agotados.

Después de haber vendido 30 millones de copias del libro, Meadows es considerado mundialmente como el más famoso profeta del ocaso. Rainer Himmelfreundpointner, de la revista FORMAT, se reunió con Meadows durante una visita a Viena para mantener con él una entrevista en exclusiva. El mensaje de este casi septuagenario no es ahora más optimista que entonces, y no es apto para los débiles de corazón.

Sr. Meadows, según el Club de Roma, nos enfrentamos a una crisis de desempleo, a una crisis alimentaria, a una crisis financiera y económica mundial y a una crisis ecológica mundial. Cada una de estas es una señal de advertencia de que algo va bastante mal. ¿Qué, exactamente?

Lo que quisimos decir en 1972 en “Los límites del crecimiento”, y que sigue siendo cierto, es que sencillamente no existe el crecimiento físico sin fin en un planeta finito. Pasado un cierto punto, el crecimiento se detiene. O lo paramos nosotros… mediante la modificación de nuestro comportamiento, o el planeta lo parará por nosotros. 40 años más tarde, lamento decir que básicamente no hemos hecho nada.

En sus 13 escenarios [modelados en el libro] el final del crecimiento físico comienza —esto es: el aumento de la población mundial, su producción de alimentos o cualquier cosa que produzcamos o consumamos— entre 2010 y 2050. ¿La crisis financiera es parte de eso?

No puede interpretar nuestra situación actual así. Suponga que tiene cáncer, y que este cáncer le causa fiebre, dolores de cabeza y otros padecimientos. Esos no son el problema real: lo es el cáncer. Sin embargo, intentamos tratar los síntomas. Nadie cree que el cáncer se derrote así. Los fenómenos como el cambio climático y el hambre son simplemente los síntomas de una enfermedad de nuestro planeta, que lleva inevitablemente al final del crecimiento.

¿El cáncer como metáfora del crecimiento incontrolado?

Eso es. Las células sanas llega un cierto punto en que dejan de crecer. Las células cancerosas proliferan hasta que matan al organismo. El crecimiento de la población o de la economía se comportan exactamente de la misma manera. Sólo hay dos maneras de reducir el crecimiento de la humanidad: reducir la tasa de nacimientos o incrementar la tasa de muertes. ¿Cuál preferiría usted?

Nadie quiere tener que tomar esa decisión.

Yo tampoco. Pero de todos modos, ya hemos perdido la oportunidad de elegir. Nuestro planeta lo hará por nosotros.

¿Cómo?

Fijémonos en la comida. Hagamos la cuenta: tomemos el alimento per cápita desde los 90. La producción está creciendo, pero la población está creciendo más rápido. Detrás de cada caloría de comida que llega al plato, usamos diez calorías de combustibles fósiles o petróleo para su producción, transporte, almacenamiento, preparación y eliminación. Cuantas menos reservas de petróleo y combustibles fósiles nos queden, mayores serán los incrementos en los precios de los alimentos.

Así que ¿no es sólo un problema de distribución?

Por supuesto que no. Si compartimos de manera equitativa, nadie moriría de hambre. Pero el hecho es que se necesitan combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón para la producción de alimentos. Y esos suministros están escaseando. Se exploten o no las nuevas reservas de gas y petróleo de esquistos, hemos pasado ya el cénit del petróleo y del gas. Esto significa una tremenda presión sobre el sistema en su conjunto.

Según sus modelos la población en 2050 rondará los 9.500 millones de personas, incluso con un estancamiento de la producción de alimentos durante otros 30 ó 40 años.

Y eso quiere decir que habrá mucha gente muy pobre. Bastante más de la mitad de la humanidad. Hoy día no podemos alimentar suficientemente a una gran parte de la población humana. Todos los recursos que conocemos están disminuyendo. Sólo podemos imaginar a dónde llevará esto. Hay demasiados “si” para nuestro futuro: si la gente fuese más inteligente, si no hubiese guerra, si hiciésemos un avance tecnológico… Estamos ya en el punto en el que no podemos con nuestros problemas, ¿cómo vamos a poder hacerlo dentro de 50 años, cuando los problemas sean aún mayores?

Y ¿la culpa la tienen nuestro tipo de actividad económica?

Nuestro sistema económico y financiero no es sólo una actividad. Es una herramienta que hemos desarrollado que refleja nuestros objetivos y valores. La gente no se preocupa por el futuro, sino sólo por sus problemas actuales. Esta es la razón por la que tenemos una crisis de la deuda tan grave. La deuda es lo opuesto a eso, a preocuparse por el futuro. Cualquier persona que se endeuda está diciendo: no me importa lo que suceda. Y cuando a mucha gente no le preocupa el futuro, están creando un sistema económico y financiero que destruye el futuro. Se puede ajustar el sistema tantas veces como se quiera. Mientras no se cambien los valores de la gente, seguirá igual. Si le pone usted a alguien un martillo en la mano y lo usa para matar a su vecino, no sirve de nada cambiar el martillo. Incluso si se retira el martillo, seguirá siendo un potencial asesino.

Los sistemas que organizan el tipo de coexistencia de la gente vienen y van.

Pero el Hombre sigue siendo el mismo. En los EE.UU. tenemos un sistema en el cual es correcto que unos pocos sean inmensamente ricos y la mayoría condenadamente pobres, incluso que mueran de hambre. Si esto nos parece aceptable, no sirve cambiar el sistema. Los valores dominantes implican que el resultado seguirá igual. Estos valores se reflejan en el cambio climático de manera gigantesca. Pero ¿a quién le importa?

¿A Europa?

China, Suecia, Alemania, Rusia, los Estados Unidos… todos tienen sistemas sociales diferentes, pero cada uno de esos países las emisiones de CO2 aumentan porque a la gente en realidad le da igual. En 2011 tuvimos el récord. El año pasado se produjo más dióxido de carbono que en toda la historia humana anterior. Eso a pesar de que todos quieren que se reduzca.

¿Qué es lo que falla?

Olvidémonos de los detalles. La fórmula básica de la contaminación por CO2 consta de cuatro elementos. El primero, el número de personas en la Tierra. Esto se multiplica por el capital por persona: cuántos coches, casas y vacas per cápita, para dar el estándar de vida en el planeta. Esto a su vez se multiplica por un factor de uso de energía por unidad de capital, es decir, cuánta energía se necesita para producir coches, construir casas y alimentar vacas. Al final se multiplica por la cantidad de energía que procede de fuentes fósiles.

Aproximadamente del 80 al 90 por ciento.

Aproximadamente. Si queremos que la carga de CO2 baje, el resultado total de esa multiplicación debe reducirse. Pero ¿qué es lo que hacemos? Intentamos reducir el porcentaje de energía fósil utilizando más fuentes alternativas como la eólica y la solar. Después trabajamos para hacer nuestro uso de la energía más eficiente, aislamos las casas, optimizamos motores y todo eso. Sólo operamos sobre los aspectos técnicos, pero nos olvidamos por completo del factor población y creemos que nuestro estándar de vida está mejorando, o que al menos se mantiene igual. Ignoramos los elementos poblacionales y sociales de la ecuación, y nos centramos totalmente sólo en intentar resolver el problema del lado técnico. Así vamos a fracasar, porque el crecimiento de la población y de los estándares de vida es mucho mayor que lo que ahorraríamos mediante eficiencia y energías alternativas. Así pues, las emisiones de CO2 seguirán aumentando. No hay solución al cambio climático mientras no abordemos los factores sociales que lo causan.

¿Está diciendo que la Tierra se encargará del tema por su cuenta?

Los desastres son la manera en que el planeta resuelve todos los problemas. Debido al cambio climático, los niveles del mar subirán porque los casquetes polares se están derritiendo. Especies dañinas se extenderán a áreas donde no tendrán suficientes enemigos naturales. El aumento de las temperaturas llevará a vientos y tormentas masivos, lo que a su vez afectará a la precipitación. Y así, más inundaciones, más sequías.

¿Por ejemplo?

La tierra donde hoy se cultiva el 60% del trigo en China será demasiado seca para la agricultura. Al mismo tiempo va a llover, pero en Siberia, y el campo será más productivo allí. Así que tendrá lugar una masiva migración desde China hacia Siberia. ¡Cuántas veces les habré dicho esto ya en mis conferencias en Rusia! La gente mayor estaba preocupada. Pero la joven élite simplemente me ha dicho: “¿A quién le importa? Yo sólo quiero hacerme rico.”

¿Qué hacer?

¡Si yo lo supiera..! Estamos entrando en un periodo que reclama un cambio dramático en prácticamente todo. Por desgracia, cambiar nuestra sociedad o nuestro sistema de gobierno no se hace de la noche a la mañana. El sistema actual no funciona, de todos modos. No ha detenido el cambio climático ni prevenido la crisis financiera. Los gobiernos están tratando de resolver sus problemas imprimiendo dinero, lo cual casi seguro en unos pocos años va a terminar creando una inflación muy alta. Esta es una fase muy peligrosa. Soy consciente de que una persona cuando vive en tiempos inciertos, tiene la opción entre la libertad y el orden, y elige el orden. El orden no es necesariamente justo ni correcto, pero la vida es razonablemente segura y los trenes llegan a su hora.

¿Teme el fin de la democracia?

Observo dos tendencias. De una parte, el desmembramiento de los Estados en unidades más pequeñas, en regiones como Cataluña, y por otra parte una superpotencia fuerte, centralizada. No un Estado, sino una combinación fascista de industria, policía y ejército. Puede que en el futuro existan incluso ambos. La democracia no es sino un experimento sociopolítico muy joven. Y no existe en realidad. Sólo ha producido crisis que no puede resolver. La democracia no ayuda en nada en estos momentos a nuestra supervivencia. Este sistema colapsará desde dentro, no por un enemigo exterior.

Está hablando de la “Tragedia de los comunes”.

Ese es el problema fundamental. Si en un pueblo todos llevan a pastar sus vacas al prado común —lo que llamaban en la antigua Inglaterra los commons— el beneficio a corto plazo se lo lleva quien elige poseer más vacas. Pero si eso dura demasiado, muere todo el pasto, y todas las vacas.

Así que de ahí surge un acuerdo, para el mejor uso del prado. Podría ser la democracia bien entendida.

Podría. Pero si el sistema democrático no puede resolver este problema a nivel mundial, lo intentará probablemente con una dictadura. Después de todo, se trata de temas como el control de la población mundial. Llevamos ya 300.000 años en este planeta y nos hemos gobernado de muy diferentes maneras. Las más exitosas y efectivas eran la tribu y el sistema de clanes, no las dictaduras ni las democracias.

¿Podría llegar a salvar la Tierra un gran avance tecnológico?

Sí. [Pero] Las tecnologías necesitan leyes, ventas, formación, gente que trabaje con ellas… vea mi comentario anterior. Y es más: la tecnología es sólo una herramienta como lo puede ser un martillo o un sistema financiero neoliberal. Mientras no cambiemos nuestros valores, intentaremos desarrollar tecnologías que los apliquen.

Todo el mundo actualmente ve la salvación en tener una tecnología verde y sostenible.

Eso es una fantasía. Incluso si consiguiésemos aumentar la eficiencia del uso energético de manera dramática, utilizar mucho más las energías renovables, e hiciésemos sacrificios dolorosos para limitar nuestro consumo, no tenemos virtualmente ninguna oportunidad de prolongar la vida del actual sistema. La producción de petróleo se reducirá aproximadamente a la mitad en los próximos 20 años, incluso contando con la explotación de las arenas asfálticas y el gas de esquisto. Se está agotando demasiado rápido. Aparte de eso, se gana más dinero con el petróleo que con la energía alternativa. Y los aviones no funciones con turbinas eólicas. Hace poco el director del Banco Mundial para la industria de la aviación mundial, me explicó que el problema del Peak Oil [cénit de la extracción mundial de petróleo] no se discute en su institución, sencillamente es tabú. Si a alguien se le ocurre mencionarlo, lo despiden o trasladan. Después de todo, el Peak Oil destruye la creencia en el crecimiento. Tendríamos que cambiarlo todo.

Especialmente en las líneas aéreas la dependencia de los combustibles fósiles es muy alta.

Exacto. Y esa es la razón por la cual la era del transporte aéreo de masas a bajo precio terminará pronto. Sólo se lo podrán permitir grandes imperios o países. Con un montón de dinero se podría comprar la energía, y causar desabastecimiento de alimentos. Pero no puede escaparse del cambio climático, que afecta tanto a los pobres como a los ricos.

¿Tiene usted soluciones para estas megamiserias?

Habría que cambiar la naturaleza del Hombre. En lo básico estamos programados exactamente igual que hace 10.000 años. Si uno de nuestros ancestros era atacado por un tigre, tampoco estaría preocupado por el futuro, sino por su supervivencia inmediata. Mi preocupación es que por razones genéticas no somos capaces de tratar cuestiones a largo plazo como el cambio climático. Mientras no aprendamos a hacer eso, no hay manera de resolver todos estos problemas. No hay nada que hacer. La gente siempre dice: “Tenemos que salvar el planeta”. No, no tenemos. El planeta se va a salvar solo de todos modos. Siempre lo ha hecho. A veces le llevó millones de años, pero al final se salvó. No tendríamos que preocuparnos por el planeta, sino por la especie humana.

Fuente: http://www.asociacion-touda.org/2013/04/30/dennis-meadows-no-hay-nada-que-podamos-hacer/

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *