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22M. Mucho más que una cifra de participantes en una manifestación

Albert Pons

Especular con la cifra de participantes que asistieron el sábado 22 de marzo a Madrid, reduce y simplifica a la mínima expresión un acontecimiento político-social de dimensiones infinitamente más grandes que el número de asistentes.

La cifra existe, los medios técnicos para calcularla también, los helicópteros que sobrevolaban Madrid, pueden saber con gran precisión el número de participantes. Pero a pie de calle es imposible calcular, es más, cuando se barajan cifras de cientos de miles de personas es difícil saber si eramos uno, dos o tres millones, no puedes contar ni aproximadamente como solemos hacer en una manifestación de miles, por poner un ejemplo la columna del nordeste cuando llegaba a Atocha cuatro horas después de iniciar su marcha en San Blas se había multiplicado, de la misma manera que se añadía gente también habría quienes dejaban la columna para añadirse más tarde a la manifestación central donde confluían todas las columnas . Por otro lado hay un número indeterminado de asistentes cuya participación nunca estuvo coordinada por ningún núcleo organizador, incluso hubieron tantos grupos de asistentes que se autorganizaron como grupos que se añadieron a la organización coordinada de «Marchas de la dignidad».

Sencillamente esta dificultad del cálculo por lo inmenso y por la autorganización no coordinada es lo que hace que la asistencia sea un gran éxito. La cifra concreta jamás se sabrá, pues quienes la saben o pueden saberla su objetivo es esconderla.

Pero más allá de la cifra, los verdaderos datos de esta manifestación, la verdadera lectura que hay a retener se basa en otros elementos de mayor relevancia. La manifestación del 22M no es una convocatoria puntual, ni un fin en si mismo, ni el objetivo de una lucha como estamos acostumbrados a entender una manifestación.

El 22M viene precedido de muchos días de marchas desde distintos lugares del Estado español, con el firme compromiso que reflejan sus participantes realizando una acción de estas características. Pasando por muchos pueblos con la complicidad y empatía de muchos conciudadanos, algunos sumándose y haciendo crecer las columnas humanas.

El 22M es reflejo de que una parte importante de la sociedad está avanzando en consciencia política y social, se está organizando y está dejando a atrás la indiferencia y el apoliticismo generado por el propio sistema para tenernos pasivos.

El 22M viene precedido también de meses de reflexión y acciones de muchos colectivos comprometidos en la lucha. Es la expresión de la complicidad entre los movimientos sociales y movimientos políticos anticapitalistas, rompiendo los sectarismos, inútiles protagonismos y mezquinas ambiciones de liderar, poniendo en evidencia la certeza de que las Unidades Populares las construye el pueblo organizado, activo y con criterio, y pasar página a la estrecha e inmadura visión de que la coalición de ciertos grupos elitistas alejados de la lucha y con el pueblo pasivo defenderán nuestros intereses milagrosamente en las instituciones. La expresión política revolucionaria o se nutre del pueblo activo y es consecuencia de este o es estéril.

El 22M pone en evidencia por enésima vez, pero quizá con más contundencia la absoluta inutilidad de las dos grandes estructuras «agentes sociales» para liderar el movimiento popular y obrero. Hoy la huelga general, se concibe al margen de ellos.

El 22M escucha y atiende la reflexión final del 15-M «de la indignación a la organización» y refleja el resultado de la lucha, el trabajo lento de estos tres años puliendo formas, despejando dudas y aprendiendo a hacer política desde la base y en el sentido más puro.

Y el 22M a parte de ser consecuencia de todo esto y mucho más, también es causa, origen y punto de partida. Es un salto cualitativo en la visión de la lucha organizada en el futuro. Nos ayuda a ver el camino común, un poquito más claro, hacia el horizonte y nos facilita entender que hay que trabajar en los pueblos y barrios desde éste espíritu de complicidad de las luchas como ingrediente indispensable de poder popular.

Todavía somos pocos, el trabajo bien hecho necesita su tiempo, la formación de lo que entendemos como Unidad Popular es incipiente. Pero ahora tenemos brotes verdes y sanos, cuidémoslos para que crezcan fuertes y grandes.

Volveremos a Madrid, pero esa vez acompañados de muchos más, de todos los que se irán sumando al compromiso ciudadano del día a día, el verdadero 22 de marzo.

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